JOACHIM JEREMIAS PROBLEMÁTICA GENERAL El sentido de los tres artículos agrupados en este primer apartado es el de introducirnos de lleno en el problema moderno de los evangelios y de su relación con el Jesús histórico. La aportación de J. JEREMIAS mantiene viva, en nuestros días, su actualidad. No sólo como planteo elocuente de la trascendencia del problema para la fe cristiana, sino como resumen del paciente camino de la investigación moderna sobre los sinópticos, recogiendo -en una valoración personal- sus resultados concretos. La historia de las formas, (Formgeschichte), como elemento decisivo en este camino, es el objeto del valioso estudio de H. SCHÜRMANN. Junto a una exposición de lo que es y de las limitaciones a que, de hecho, se sujetó- dicho método de investigación, el autor nos ofrece un ejemplo de las posibilidades aún abiertas a su aplicación sobre los evangelios. Finalmente, I. DE LA POTTERIE nos indica cómo plantear hoy el problema del Jesús histórico y, así -recurriendo a las implicaciones que comportan la historia de la redacción (Redaktionsgeschichte) y la historia de las tradiciones (Traditionsgeschichte)- nos abre de nuevo perspectivas del futuro. EL SIGNIFICADO CENTRAL DEL JESÚS HISTÓRICO Die zentrale Bedeutung des historischen Jesus, Theologie der Gege n wart 4 (1961) 6672 1 HEMOS DE VOLVER AL JESÚS HISTÓRICO a) Hoy estamos ya convencidos de la imposibilidad de escribir una biografía de Jesús, pero sería fatal que este convencimiento nos impidiese caer en la cuenta de que hemos de volver al Jesús histórico y a su predicación. Prescindiendo de las posibles razones teológicas, existen dos hechos que nos remiten necesariamente al evangelio tal como fue predicado por Jesús. El primer hecho son las fuentes. Cada versículo del evangelio nos atestigua que el origen del cristianismo no hay que buscarlo en el kerigma o en las ideas y vivencias pascuales de los discípulos sino en un hecho histórico en el hombre Jesús de Nazaret y su mensaje. Sin duda los relatos sobre Jesús y su mensaje están al servicio del testimonio de la fe, pero de aquí se han sacado con frecuencia conclusiones exageradas. Basta recordar que aunque Pablo escribe y es tenido por el gran teólogo antes de la composición de los evangelios, su terminología sólo se encuentra esporádicamente en éstos. Jesús no puede reducirse simplemente a una comunidad anónima. Continuamente tropezamos con palabras que nos remiten a la situación pre-pascual, mientras que, por el contrario, sólo rara vez se hace perceptible la coloración cristológica. b) Pero también el kerigma, el anuncio del Cristo de la primitiva Iglesia, se trasciende continuamente a sí mismo y nos remite al Jesús histórico. Pues el kerigma -Dios estaba JOACHIM JEREMIAS en Cristo y reconcilió el mundo consigo mismo- se refiere a un suceso histórico, en el que Dios mismo se reveló. Pero, sobre todo, el contenido central del kerigma - "muerto según las escrituras por nuestros pecados"- es interpretación de un suceso histórico: esta muerte fue por nosotros. Ahora bien, ¿esta interpretación es arbitraria o existe algo en los mismos hechos que la justifique? Con otras palabras: ¿ha interpretado Jesús mismo su propia muerte?, ¿cómo? Del mismo modo el anuncio de la resurrección se remite más allá de sí mismo. El Cristo resucitado y anunciado por los apóstoles tiene rasgos históricos y esenciales con los que los discípulos están familiarizados, rasgos del Señor terreno. Y lo mismo vale de Pablo y de la restante predicación de la primitiva Iglesia. Pablo predica que sólo nos salva la fe en Dios salvador. Pero éste ha sido exactamente aunque con otro vocabulario- el mensaje de Jesús. La predicación de Pablo es ininteligible sin conocer la predicación de Jesús. El fundamento del kerigma es la predicación del mismo Jesús. Y la prueba de que la primitiva Iglesia era consciente de ello es que siempre completaba el kerigma (predicación misionera) con la didaché (instrucción de la comunidad), tal como la encontramos en los relatos evangélicos sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús. La misma encarnación exige que la historia de Jesús haya de estar abierta a la investigación histórica. No podemos dejar de lado el escándalo de la encarnación. Y si se nos objeta que la esencia de la fe se malentiende cuando sucesos históricos se convierten en objeto de la fe, y que de esta manera la fe queda entregada en manos de una investigación discutible, no tenemos más respuesta que ésta: Dios mismo es el que se ha entregado. La encarnación es ese abandono de Dios y no nos queda más remedio que darle nuestro "sí". PODEMOS VOLVER AL JESÚS HISTÓRICO En segundo lugar, hemos de decir que debemos emprender esta ruta hacia el Jesús histórico conscientes de que podemos hacerlo, es decir, de que no nos las hemos de ver con una empresa sin futuro. Pero, ¿no vendremos con ello inconscientemente y sin pretenderlo a proyectar nuestra teología en Jesús de Nazaret, no caeremos en un subjetivismo parecido al del siglo XIX? Nuestra respuesta es la siguiente: es cierto, el historiador nunca podrá prescindir de su yo, pero esto no es razón para resignarse. Los fallos de la Leben -Jesu- Forschung (investigación sobre la vida de Jesús) nos han hecho más modestos en nuestras pretensiones y, sobre todo, hoy estamos mejor preparados para realizar esta tarea sin llegar a una modernización arbitraria y subjetiva de Jesús. Bastará con las siguientes indicaciones. a) La investigación crítica del siglo pasado sentó las bases de una crítica literaria muy perfeccionada. Nos enseñó a distinguir corrientes de tradición (mejor que fuentes escritas): la tradición de Me, la de los logia, las tradiciones particulares de Lc, Mt y Jn. Con esta constatación la crítica literaria nos llevó a la tradición oral, que precedió a nuestros evangelios. Asimismo nos enseñó a distinguir entre tradición y redacción (técnica de composición de cada uno de los evangelistas), proporcionándonos una ayuda para adentrarnos en la tradición en su estadio preliterario. b) La historia de las formas (Fornmgeschichte) nos permite dar otro paso adelante. Intenta descubrir las leyes con cuya ayuda se conformó el material de la tradición. Su JOACHIM JEREMIAS principal tarea consiste en hacernos distinguir un estrato helenista que se superpuso a una tradición palestinense más antigua. c) Otro paso importante ha sido el estudio de la literatura rabínica y de la apocalíptica del judaísmo tardío. Esto nos ha proporcionado el conocimiento del ambiente en que se movió Jesús. Ha servido no sólo para comprender que Jesús fue un hombre de su tiempo, sino sobre todo para caer en la cuenta de la radical oposición entre Jesús y la piedad de su tiempo. Ésta es también la principal aportación de los documentos de origen esenio encontrados en el mar Muerto. d) Los estudios anteriores llevaron indefectiblemente el estudio de la lengua original de Jesús, el galileo-arameo. Esta tarea está sólo en los comienzos pero los resultados obtenidos han probado sobradamente que merece la pena seguir con ella. Basta con que pensemos en cuántos casos la misma e idéntica palabra de Jesús nos ha sido transmitida en griego con diversos vocablos. En la mayor parte de los casos se trata de variantes de la traducción que constituye un medio seguro para la reconstrucción del original arameo que está en la base de todas ellas. Por ejemplo, el Padrenuestro, que en las versiones griegas de Mt y Lc difiere, puede reconstruirse en el lenguaje de Jesús con gran probabilidad. El poder llegar al original arameo ofrece grandes ventajas científicas. Así, podemos verificar que algunas expresiones religiosas de Jesús no ofrecen paralelo alguno con el lenguaje de su tiempo, entre ellas "Abba" y "Amen" al comienzo de la locución. e) Otra gran defensa contra la subjetivación de Jesús ha sido el redescubrimiento del carácter escatológico de su mensaje. No se trata sólo de verificar que Jesús vivió inmerso en la mentalidad apocalíptica de su tiempo, sino de descubrir cómo Jesús y su predicación estaban dominados por la conciencia de la próxima intervención de Dios en la historia, de la proximidad del juicio divino, de la irrupción del Reino de Dios. Este redescubrimiento mostró que Jesús no era un rabino judío o un profeta, sino que con su mensaje de salvación a los pecadores y despreciados contradecía y ponía fin al judaísmo y a la religiosidad de su tiempo. Albert Schweitzer, comentando los resultados de la investigación sobre la vida de Jesús, dice que ésta liberó a Jesús de las trabas de la doctrina de la Iglesia y que hizo de él un hombre vivo y de nuestro tiempo. Pero, añade Schweitzer: "Jesús no permaneció en nuestro tiempo, sino que pasó de largo y se volvió al suyo. Manifestó así que Él no era un hombre de nuestros días, sino el profeta de Nazaret que hablaba el lenguaje de los profetas del AT y predicaba al Dios del AT". Hacemos nuestras las ideas de Schweitzer, pero vamos más allá. Jesús tampoco permaneció en su tiempo, lo superó y se adentró en el amanecer de la Pascua, convirtiéndose, como dice Schweitzer, en el desconocido y sin-nombre que dice: ¡tú, sígueme! La singular pretensión de poder de jesús Cuando protegidos con estos medios llegamos a Jesús tropezamos siempre con el mismo resultado: una pretensión de grandeza única e irrepetible que rompe los límites del AT y del judaísmo y que no es más que la pretensión y exigencia de fe ante la que nos sitúa el kerigma. Todas las fuentes, cualquier versículo del evangelio nos testimonian lo mismo: algo singular y absolutamente nuevo ha acontecido. Cuantos más JOACHIM JEREMIAS paralelos de la historia de las religiones acumulemos, tanto más resaltará este hecho: el mensaje de Jesús no tiene analogía. El mensaje de perdón y de filiación divina a los pecadores, la conciencia de poder que se atreve a llamar a Dios "Abba" -ipsissima vox Jesu- no tienen paralelo alguno 2 . La parábola del hijo pródigo pertenece a lo más originario de la tradición; esta parábola de la misericordia divina la pronunció Jesús para justificar su comunidad de mesa con los publicanos y pecadores. Comprender esto es situarse ante el mismo hecho: Jesús actúa como el representante de Dios y con conciencia de poder divino. El resultado siempre es el mismo. Llegar a Jesús de Nazaret es situarse ante Dios. Y esto es lo singular que nos testimonian las fuentes: un hombre ha aparecido y aquellos que oyeron su palabra estaban convencidos de oír la palabra de Dios. No es que la exégesis al descubrirnos esta pretensión de Jesús nos ahorre o nos haga más fácil la fe, sino que al situarnos continuamente ante ella nos cuestiona esta fe, nos exige tomar postura ante esa pretensión única. Esta pretensión de poder y grandeza es el comienzo del cristianismo y, por esto, la tarea acerca del Jesús histórico no es una entre otras de la exégesis neotestamentaria, sino su tarea central, la tarea. RELACIÓN ENTRE EVANGELIO Y KERIGMA ¿Cómo se relacionan entre sí la Buena Nueva de Jesús y el testimonio de la fe de la Iglesia, los anuncios pre y postpascual? a) Evangelio y kerigma se pertenecen mutua e indisolublemente. No pueden subsistir aislados. Pues el evangelio de Jesús sin el testimonio de la Iglesia que lo transmite, confiesa y atestigua es historia muerta. Pero el kerigma sin Jesús y su predicación se queda en una idea, en un teorema. El evangelio aislado acaba en el ebionitismo; el kerigma en el docetismo. b) Sin embargo -y esto es decisivo- cada uno se sitúa a un nivel distinto. Se relacionan entre sí como llamada y respuesta. Jesús con su vida, su muerte y su palabra es la llamada de Dios; el testimonio de fe de la Iglesia es la respuesta. La primitiva Iglesia expresaba esta relación con las representaciones de la liturgia cósmica: un gran crucificado en el centro y a derecha e izquierda, hacia Él, una interminable milicia en el cielo y sobre la tierra. Jesús de Nazaret es la llamada de Dios y confesarle a Él es la respuesta. Ésta tiene siempre una doble dirección: es adoración de Dios y testimonio ante el mundo. La respuesta es operada por el Espíritu, pero no es equiparable a la llamada, que es lo decisivo. Protestamos contra la nivelación de evangelio y kerigma porque lo que realmente se pone en cuestión es el concepto mismo de revelación. Según el NT la revelación de Dios es el Lógos hecho carne y sólo él. El kerigma es el testimonio en el Espíritu de la revelación, no la revelación. La revelación no acontece los domingos de 10 a 11. No hay más que un Gólgota y éste está en las puertas de Jerusalén. La doctrina de la revelatio continua es gnóstica. El kerigma es testimonio de la revelación y así conduce a ella. Pablo, por lo menos, entendió de esta forma la tarea del kerigma (Gál 3, 1; cfr. 1 Cor 2, 2). JOACHIM JEREMIAS Con otras palabras: Jesús es el Señor y el Señor está sobre sus mensajeros. El Jesús histórico no es un presupuesto entre otros para el kerigma, sino el presupuesto, como la llamada lo es para la respuesta y la revelación para su testimonio. Notas: 1 El artículo fue recogido un año después en la obra «Der historische Jesus und der kerygmatische Christus», editada por .R. Ristow y K. Matthiae, Berlín (1962) 18-25, decisiva en cuanto a la problemática evangelios-historia se refiere. 2 El término arameo «Abba» contiene unos matices de familiaridad y cercanía que, dentro de la inexactitud de la traducción, lo acercan más al «papá castellano que a nuestro «padre. En estos matices se apoya la argumentación del autor (N. del T.). Tradujo y extractó: ANTONIO CAPARRÓS