La prosa y el teatro románticos Texto 1: (Ábrese la puerta con estrépito, después de varios golpes en ella, y entra el MARQUÉS, en bata y gorro, con un espadín desnudo en la mano, y detrás, dos criados mayores con luces) Marqués.- (Furioso) ¡Vil seductor!... ¡Hija infame! Doña Leonor.-(Arrojándose a los pies de su padre) ¡Padre! ¡Padre! Marqués.- No soy tu padre... Aparta... y tú, vil advenedizo... Don Álvaro.- Vuestra hija es inocente... Yo soy el culpado... Atravesadme el pecho. (Hinca una rodilla.) Marqués.- Tu actitud suplicante manifiesta lo bajo de tu condición... Don Álvaro.- (Levantándose) ¡Señor marqués!... ¡Señor marqués!... Marqués.- (A su hija) Quita, mujer inicua. (A Curra, que le sujeta el brazo) y tú infeliz, ¿osas tocar a tu señor? (A los criados) Ea, echaos sobre ese infame, sujetadle, atadle... Don Álvaro.- (Con dignidad.) Desgraciado del que me pierda el respeto. (Saca una pistola y la monta). Doña Leonor.- (Corriendo hacia Don Álvaro) ¡Don ÁIvaro!... ¿Qué vais a hacer? Marqués.- Echaos sobre él al punto. Don Álvaro.- ¡Ay de vuestros criados si se mueven! Vos sólo tenéis derecho para atravesarme el corazón. Marqués.- ¿Tú morir a manos de un caballero? No; morirás a las del verdugo. Don Álvaro.- ¡Señor marqués de Calatrava! Mas, ¡ah!, no; tenéis derecho para todo... Vuestra hija es inocente... Tan pura como el aliento de los ángeles que rodean el trono del Altísimo. La sospecha a que puede dar origen mi presencia aquí a tales horas concluya con mi muerte, salga envolviendo mi cadáver como si fuera mi mortaja... Sí, debo morir... , pero a vuestras manos. (Pone una rodilla en tierra) Espero resignado el golpe; no lo resistiré; ya me tenéis desarmado. (Tira la pistola, que al dar en tierra se dispara y hiere al Marqués, que cae moribundo en los brazos de su hija y de los criados, dando un alarido) Marqués. - ¡Muerto soy!... ¡Ay de mí!... Don Álvaro.- ¡Dios mío! ¡Arma funesta! ¡Noche terrible! Doña Leonor.- ¡Padre, padre! Marqués.- Aparta; sacadme de aquí..., donde muera sin que esta vil me contamine con tal nombre... Duque de Rivas: Don Álvaro o la fuerza del sino 1. Resume el contenido de esta escena y explica a qué momento de la obra corresponde. El Marqués irrumpe bruscamente en la habitación de Leonor armado con un espadín y sorprende a su hija junto a Don Álvaro, que tiene intención de raptarla. Leonor se arrodilla a los pies de su padre, pero éste la rechaza. Entonces don Álvaro se declara culpable y ofrece su pecho a la ira del marqués. Éste se niega a ser él quien castigue la deshonra y ordena a sus criados que apresen a don Álvaro, quien saca una pistola y exige ser muerto a manos del marqués. Pero al arrojar la pistola al suelo ésta se dispara accidentalmente y hiere de muerte a aquél, quien pide morir lejos de la hija que lo ha deshonrado. La escena tiene lugar al comienzo de la obra, cuando don Álvaro, enamorado de doña Leonor y rechazado por la familia de ésta, entra de noche en su habitación para raptarla, con el trágico resultado que acabamos de ver. A partir de aquí se desencadenan toda una serie de funestas casualidades que llevarán a la muerte final de los dos enamorados. 2. Identifica a los personajes que intervienen en el texto y escribe una breve semblanza de cada uno. • El Marqués es el padre de doña Leonor: como personaje perteneciente a la nobleza, es un hombre celoso de su honor y el de su familia. No admite a don Álvaro como amante de su hija por considerarlo de inferior clase social. El Marqués es víctima involuntaria de la pasión de don Álvaro, pero también de su concepto tradicional e intolerante del matrimonio y de la familia. • • Doña Leonor es la heroína romántica: atrapada entre el amor de don Álvaro y el honor familiar, no desea hacer daño a su padre; representa el conflicto romántico entre el sentimiento individual y la norma social que impide su realización. Don Álvaro, protagonista de la obra, representa al héroe romántico: víctima del destino y del rechazo de la sociedad, se ve arrastrado por un destino cruel e implacable. En esta escena actúa movido por su pasión hacia Leonor, por la que está dispuesto a morir. Es un personaje que asume su culpa, sin que esto le sirva para evitar la tragedia que lo acompaña hasta el suicidio final. 3. ¿Qué temas y características del teatro romántico puedes señalar en el texto? En esta escena se ponen de manifiesto dos de los grandes temas del teatro romántico: el amor trágico en conflicto con las normas sociales, y el destino como una fuerza ciega que arrastra a los seres humanos a la muerte. Don Álvaro se enfrenta a la prohibición de ver a Leonor raptándola, con lo que desafía el concepto tradicional de matrimonio porque considera que sus sentimientos están por encima de cualquier convención. Otras características del teatro romántico que se pueden observar en el texto son: • El carácter exaltado y violento de la situación planteada y de la forma de actuar de los personajes en ella, que se mueven arrastrados por sus pasiones e incapaces de encontrar una salida racional al conflicto. • El escenario nocturno en el que se desarrolla contribuye a aumentar el misterio y el dramatismo de la escena. • Todo ello tiene la finalidad principal de conmover al espectador, sin pretender ningún fin didáctico. 4. Comenta algunos recursos literarios propios del estilo romántico presentes en el texto. En el texto predomina un lenguaje arrebatado, lleno de exclamaciones e interrogaciones que expresan la violenta situación emocional que viven los personajes. A través de ellas se expresa tanto la ira del Marqués (“¡Vil seductor!” “¡Hija infame!”) como la actitud suplicante de su hija (“¡Padre! ¡Padre!”), o la dignidad herida de don Álvaro (“¡Ay de vuestros criados si se mueven!”). La tensión de la escena se advierte también en las frases breves que intercambian los personajes, entrecortadas por continuos puntos suspensivos: “No soy tu padre… Aparta… y tú, vil advenedizo…” “Mas, ¡ah!, no; tenéis derecho para todo… Vuestra hija es inocente…” A la expresión de los sentimientos de los personajes contribuye también el predominio de acotaciones que describen estados de ánimo (“Furioso”, “con dignidad”) o continuos y violentos movimientos (“Arrojándose”, “hinca”, “levantándose”, “le sujeta el brazo”, “saca una pistola”, “corriendo”, “tira la pistola”…). Predomina también una adjetivación que subraya el carácter extremo de la situación y de los personajes: “vil”, “infame”, “inicua”, “desgraciado”, “funesta”, “terrible”. Por último, la antítesis está presente en las palabras del marqués: “¿Tú morir a manos de un caballero? No; morirás a las del verdugo”, y el símil en las de don Álvaro: “…Tan pura como el aliento de los ángeles que rodean el trono del Altísimo”; “salga envolviendo mi cadáver como si fuera una mortaja”. Texto 2: 1. ¿Quién es el autor más representativo de la prosa romántica? ¿Qué tipo de obras escribió? Analiza las características de estas obras en el siguiente fragmento de una de ellas: No sé en qué consiste que soy naturalmente curioso; es un deseo de saberlo todo que nació conmigo, que siento bullir en todas mis venas, y que me obliga más de cuatro veces al día a meterme en rincones excusados por escuchar caprichos ajenos, que luego me proporcionan materia de diversión para aquellos ratos que paso en mi cuarto y a veces en mi cama sin dormir; en ellos recapacito lo que he oído, y río como un loco de los locos que he escuchado. Este deseo, pues, de saberlo todo me metió no hace dos días en cierto café de esta corte donde suelen acogerse a matar el tiempo y el fastidio dos o tres abogados que no podrían hablar sin sus anteojos puestos, un médico que no podría curar sin su bastón en la mano, cuatro chimeneas ambulantes que no podrían vivir si hubieran nacido antes del descubrimiento del tabaco: tan enlazada está su existencia con la nicotina, y varios de estos que apodan en el día con el tontísimo y chabacano nombre de lechuguinos, alias, botarates, que no acertarían a alternar en sociedad si los desnudasen de dos o tres cajas de joyas que llevan, como si fueran tiendas de alhajas, en todo el frontispicio de su persona, y si les mandasen que pensaran como racionales, que accionaran y se movieran como hombres, y, sobre todo, si les echaran un poco más de sal en la mollera. El autor más representativo de la prosa romántica fue Mariano José de Larra, principal cultivador del artículo de costumbres, textos descriptivos que plasmaban costumbres populares, características propias del lugar del que trataban y, a menudo, la pintura de tipos humanos representativos. Pero en sus artículos Larra no se limitaba a retratar escenas típicas, sino que, con ironía y humor satirizaba ferozmente algunos de los más graves defectos de la sociedad de su época, mostrando así su inconformismo hacia el mundo que le rodeaba. En el fragmento que tenemos que comentar pueden apreciarse algunas características de estas obras: • El tratamiento de temas y escenas cotidianos, cercanos al lector y relatados en primera persona por el autor. Así, en el primer párrafo del texto el autor reflexiona sobre su naturaleza curiosa, que le lleva continuamente a escuchar conversaciones ajenas. Y al comienzo del segundo párrafo sitúa la anécdota que va a contar “en cierto café de esta corte”. • El retrato de tipos representativos de determinados comportamientos sociales que merecen la la crítica o la burla del autor. En el segundo párrafo se describe a tres tipos humanos observados entre el público de un café: abogados y médicos que se dedican a matar el tiempo mientras no dejan de fumar, y otros que el autor llama “lechuguinos”, a los que caracteriza por ir llenos de joyas pero totalmente vacíos de mente. • La utilización de recursos literarios para ridiculizar el comportamiento de estos personajes, por ejemplo: - La ironía: “dos o tres abogados que no podrían hablar sin sus anteojos”, “un médico que no podría curar sin su bastón en la mano”. - La hipérbole: “cuatro chimeneas ambulantes que no podrían vivir si hubieran nacido antes del descubrimiento del tabaco”; “no acertarían a alternar en sociedad si los desnudasen de dos o tres cajas de joyas que llevan…” - La comparación: “como si fueran tiendas de alhajas”. - La metáfora: “si les echaran un poco más de sal en la mollera”.