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ÓPTICA Y METODOLOGÍA EN NEWTON.
ÓPTICA Y METODOLOGÍA EN
NEWTON.
Heriberto Ramírez Luján.
Las investigaciones históricas en torno a la ciencia suelen ser interesantes y
muy discutibles en muchos aspectos. Pero, lo más importante es que, regularmente,
se trabaja con ejemplos prototípicos para entender y estudiar el desarrollo del
conocimiento. La ciencia es la empresa cultural de mayor trascendencia, para bien
o para mal, en la evolución humana, y en el marco de esta empresa Isaac Newton
(1642-1727) es sin duda su mejor representante como autor de la teoría más exitosa
en la historia de la ciencia, la mecánica clásica.
Sin embargo, en el presente ensayo no se intenta abordar, de manera
directa, la mecánica newtoniana, sino más bien una de las teorías colaterales en las
investigaciones de Newton, su óptica; aunque no menos relevante, pues llegó a
constituirse en un paradigma dominante. En este primer acercamiento a la obra
óptica de Newton me encantaría encontrar respuestas a preguntas del tipo: ¿qué
tuvo que hacer Newton para conseguir que su teoría óptica lograrse imponerse a
sus rivales?, ¿siguió deliberadamente un camino, o varios, que lo condujera a su
propósito?, ¿ y si así lo fuera, tuvo éxito en sus pretensiones? Sus respuestas las he
encontrado en los grandes trabajos, tanto de traducción como de análisis, de
Carlos Solís, Antonio Escohotado, Richard S. Westfall, Alan E. Shapiro, Bernard
I. Cohen y A. I. Sabra entre otros. Respuestas que, si me lo permiten, compartiré
con ustedes. El trabajo de todos ellos es de gran importancia para la comprensión
del pensamiento de Newton.
Me gustaría iniciar este caso aludiendo a modo de premisa, una idea que da rumbo a
nuestras intenciones, expuesta por Thomas S. Kuhn y expresada en La estructura de las
revoluciones científicas: “No puede interpretarse ninguna historia natural sin, al menos,
cierto caudal implícito de creencias metodológicas y teóricas entrelazadas, que permite
la selección, la evaluación y la crítica. Si este caudal de creencias no se encuentra ya
implícito en la colección de hechos (...) deberá ser proporcionado del exterior, quizá por
una metafísica corriente, por otra ciencia o por incidentes personales o históricos.”1
Newton empieza sus “Quaestiones”, por 1664, cuando la influencia de Descartes, en
Cambridge, flotaba en el aire, “encontró tal alboroto hacia Descartes, tantas barreras y
1
Thomas S. Kuhn: La estructura de las revoluciones científicas, p. 43.
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prohibiciones hacia sus escritos, que parecía que como si éste hubiera impugnado los
mismos Evangelios. Y, sin embargo, existía una tendencia general a utilizarlo,
especialmente en el sector más vivo de la universidad...”.2 Estas dificultades debieron
animarlo a investigar más allá, trayendo como resultado el encuentro con un
pensamiento completamente nuevo. Escribió cuarenta y cinco encabezados para
organizar el fruto de sus lecturas, empezando por temas generales como la materia, el
espacio, el tiempo y el movimiento, siguiendo con el orden cósmico, después, a una
serie numerosa de propiedades ocultas, luz, colores, visión, sensación en general, y
concluyendo con una miscelánea de temas que no aparecen en la lista inicial. Desde
aquí empieza a delinearse ya su trabajo metódico y metodológico, impulsado por su
propio carácter. El título “Quaestiones”, nos da a entender un tono claramente
interrogativo, no era una cuestionamiento de la filosofía en su conjunto, pero sí
podemos apreciar que Newton estaba por abandonar para siempre el mundo de
Aristóteles.3
Las “Quaestiones” anuncian con fuerza los problemas sobre los cuales iba a centrarse su
carrera científica y su método de estudio, animado por el profundo y activo espíritu
inquisitivo de Newton que subyace en su procedimiento de investigación experimental.
Las preguntas las dirigía a los autores que leía. La teoría de la luz de Descartes le
suscitó varias objeciones. La información biográfica nos presenta un lector voraz,
disciplinado, abierto; pero agudo hasta la saciedad.
La luz no puede producirse por presión, –le criticaba a Descartes– ya que entonces
veríamos por la noche o bien o mejor que durante el día. Veríamos una luz brillante por
encima de nosotros porque somos presionados hacia abajo. No podría haber refracción
ya que la misma materia no puede ejercer presión en dos direcciones. Un pequeño
cuerpo interpuesto no nos impediría ver. La presión no arrojaría sombras tan definidas.
El sol no podría ser eclipsado. La luna y los planetas brillarían como soles. Un hombre
que andase o corriese vería en la noche. Cuando un fuego o una vela se apagase y al
mirar en otra dirección, veríamos una luz. Oriente brillaría por el día y occidente por la
noche, en razón del flujo que lleva, o vórtice, una luz brillaría desde la tierra, puesto que
la materia sutil parte desde el centro. Ha de haber una mayor presión en el lado de la
tierra a partir del [sol] o, de otro modo, no se movería en equilibrio sino a partir del
; por lo tanto, las noches serían claras.4
Cuando estudió la teoría de los colores, procedió de la misma forma. ¿Surgen los
colores de la mezclas entre la luz y la oscuridad? Si así fuera, una página impresa –
letras negras sobre un papel blanco– aparecería coloreada a cierta distancia: otro
experimento implícito. A decir verdad en 1664, este método de investigación había sido
muy poco empleado. El ejemplo de Newton fue determinante para que el procedimiento
experimental transformase la filosofía natural en ciencia natural.5
Westfall retrata mejor que nadie el influjo de la pasión experimental en Newton: “Al
interesarse en la luz y en la visión –para lo cual algunas formas de experimentación no
requerían más equipo que sus propios ojos–, Newton se lanzó adelante con poca idea de
las consecuencias. Para probar el poder de la fantasía, miraba al sol con un solo ojo,
hasta que todos los cuerpos pálidos vistos con ese ojo parecían rojo y los oscuros azules.
Una vez que “el movimiento del espíritu de mi ojo había decaído casi por completo”, de
forma que las cosas comenzaban a parecer normales, cerraba ese ojo y “aumentaba (su)
fantasía” de ver el sol. En su ojo aparecían varios tintes y, cuando volvía a abrirlo, los
2
Richard S. Westafall: Isaac Newton: una vida, p. 32.
Ibídem, p. 33.
4
Ibídem, p. 34.
5
Ibídem, p. 35.
3
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cuerpos pálidos volvían a aparecer rojos y los oscuros azules, como si hubiera estado
mirando el sol. Newton concluyó que su fantasía era capaz de excitar los espíritus de su
nervio óptico, de la misma forma en que lo hacía el sol. Estuvo a punto de arruinar sus
ojos, y tuvo que encerrarse durante varios días en la oscuridad, antes de poder librarse
de sus fantasías del color. Newton abandonó el sol después de esta experiencia, pero no
sus ojos. Más o menos un año más tarde, cuando desarrollaba su teoría sobre los
colores, introdujo un punzón “entre mi ojo y el hueso, tan cerca de la parte posterior del
ojo como pude” para alterar la curvatura de la retina y observar los círculos coloreados
que aparecían al presionar. ¿Cómo consiguió no quedarse ciego? Tan cerca del
descubrimiento, Newton no podía detenerse a valorar el precio que podía pagar.”6 Como
puede apreciarse desde las “Quaestiones” Newton registró el análisis central hacia cuya
demostración estaba orientado todo su trabajo sobre óptica: que la luz ordinaria del sol
es heterogénea y que los colores se forman, no a partir de la luz homogénea –como
sostenía la teoría predominante–, sino de la separación o análisis de la mezcla
heterogénea en sus componentes.
En sus discusiones sobre la luz y el color, es evidente que Newton sostenía la
concepción corpuscular, simpatías que le venían de sus lecturas a Gassendi. Descartes, a
través de sus Principios de filosofía, la Dióptirica, su Geometría y la Meteorología,
pudo haberlo introducido en la filosofía mecánica, pero Newton se sumó rápidamente al
atomismo. Su conocimiento de Euclides también influyó de manera importante. Así
como la tradición baconiana. Debió haber leído con sumo cuidado el Dialogo sobre los
sistemas máximos, de Galileo. La Micrografía de Hooke, y Experiments and
considerations touching colours, de Boyle. Tomó distancia de una gran variedad de
tradiciones para unirlas finalmente bajo una visión propia.
En 1666, conocido como uno de sus años maravillosos, y retirado con su familia por
una severa epidemia que causo grandes daños,7 había empezado a emplear de forma
imperfecta un segundo prisma para refractar partes separadas del espectro expandente.
Ahora mejoró el experimento de forma que podía refutar sin concesiones la teoría de la
modificación. Colocó el segundo prima a mitad de camino de la habitación, con su eje
perpendicular al primero, de forma que todo el espectro incidiera sobre éste. Si –como
la teoría de la modificación podía argüir– al igual que la coloración la dispersión era una
modificación introducida por el prisma, el segundo prisma debería proyectar el espectro
en un cuadrado. Por el contrario, el resultado era un espectro inclinado en un ángulo de
45 grados. Esta mejora llevó consigo otras. Newton puso el segundo prisma paralelo al
primero, cubriendo su cara, a excepción de un pequeño agujero que permitía aislados
colores individuales del resto del espectro, y comparó las cantidades de sus refracciones.
De esta forma, se dio cuenta de la importancia que tenía la incidencia de un ángulo fijo
demostrable en el segundo prisma. Para probarlo, utilizó dos tablillas con unos
pequeños agujeros: una colocada inmediatamente después del primer prisma, y otra,
inmediatamente antes del segundo. Debido a que las tablillas estaban en una posición
fija, los dos agujeros definían el camino del haz que se proyectaba en el segundo
prisma, también en posición fija tras el segundo agujero. Girando el segundo prisma
ligeramente sobre su eje, Newton podía transmitir –bastante bien, aunque no
perfectamente aislado el resto– cada extremo del espectro en el segundo prisma. Como
esperaba, los rayos azules se refractaban más que los rojos. Ningún haz sufría una nueva
dispersión. Fue este experimento al que Newton llamaría más tarde su experimentum
6
Ibídem, pp. 35-36.
Es muy destacado por todos sus biógrafos como Newton a sus veintitrés y veinticuatro años dejó
sentadas sus tres contribuciones fundamentales, las relativas al cálculo, la gravitación y la teoría de la luz
y los colores.
7
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crucis. Una prescripción y un ideal tomado de Bacon.8 Que sería su arma más fuerte en
la defensa de su teoría, a la siempre aludirá por medio de este y otros experimentos.
El primer intento para formular una teoría de la luz y el color está contenido en sus
Lecturas ópticas, presentadas en la Universidad de Cambridge entre 1670 y 1672 como
sus lecturas inaugurales para la cátedra como profesor lucasiano de matemáticas. Son
el primer trazo en su afán para presentar de manera completa y pública sus
investigaciones ópticas, sin ninguna clase de presiones o críticas. En otro momento,
durante el invierno de 1671/1672 mientras estuvo preparando la “Nueva teoría” para su
publicación también realizó una profunda revisión de sus Lecturas, las cuales
estuvieron, sin dudas, completas antes de que él depositara una copia en la biblioteca de
la universidad, en octubre de 1674. Como resultado de sus exposiciones públicas fue
objeto de críticas por otros científicos como Ignace Pardies y Robert Hooke, dos de los
principales científicos de entonces. Ambos clarificaron y extendieron la “Nueva teoría”
pero no intentaron desaprobar la teoría en su totalidad. La primavera siguiente, en
respuesta a las profundas críticas del físico y astrónomo holandés Christiaan Huygens,
Newton reformuló su teoría. Lo anterior expresa los diferentes estadios que recorrió la
teoría óptica de Newton antes de la publicación de su presentación más acabada en
1704, con la publicación de su Óptica.
¿Pero, cuáles son los ideales implícitos o explícitos en las concepciones teóricas y
metodológicas de Newton? En el libro III de su Principios matemáticos, que publicó en
1687, Isaac Newton nos ofrece sus “reglas para filosofar”.
REGLA PRIMERA
No debemos para las cosas naturales admitir más causas que las verdaderas y
suficientes para explicar los fenómenos.
REGLA II
Por consiguiente, debemos asignar tanto como sea posible a los mismos efectos las
mismas causas.
REGLA III
Las cualidades de los cuerpos que no admiten intensificación ni reducción, y que
resultan pertenecer a todos los cuerpos dentro del campo de nuestros experimentos,
deben considerarse cualidades universales de cualesquiera tipos de cuerpos.
8
En el aforismo XXXVI, del Novum organum, Bacon dice:”Cuando en el estudio de cierta naturaleza se
encuentra el espíritu vacilante e incierto para saber a cual de dos o de varias naturalezas debe atribuir la
causa del sujeto estudiado, en razón del concurso ordinario de esas diversas naturalezas, los hechos de la
cruz demuestran que la compañía de una de esas naturalezas, en lo que el objeto estudiado se refiere, es
fiel e indisoluble, mientras que la de la otra es variable y movible, lo cual resuelve la cuestión y hace
admitir aquella primera naturaleza como causa, con exclusión de la otra que se deja de lado”.
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ÓPTICA Y METODOLOGÍA EN NEWTON.
REGLA IV
En filosofía experimental debemos recoger proposiciones verdaderas o muy
aproximadas inferidas por inducción general a partir de fenómenos, prescindiendo de
cualesquiera hipótesis contrarias, hasta que se produzcan otros fenómenos capaces de
hacer más precisas esas proposiciones o sujetas a excepciones.9
De entrada en el primer libro de la Óptica, Newton afirma “no pretendo explicar
mediante hipótesis las propiedades de la luz, sino presentarlas y probarlas mediante la
razón y los experimentos”.10 Lo cual puede hacernos pensar que se ha colocado a bordo
de los ideales de la certeza matemática y geométrica, con el respaldo de la
corroboración empírica. Pero el asunto no resultaba fácil si pensamos en que los
corpúsculos de luz son microscópicos e inobservables. Frente a un reto así, por lo cual
no iba a dejar de vincular la óptica con su complejo aparato matemático. Para realizar
algo que Shapiro llama transducción. Literalmente significaría llevar algo a través de.
Que a su vez puede considerarse como otro método adicional. Trasladar parte del
aparato matemático y conceptual de sus Principios matemáticos de la filosofía natural a
la Óptica. “Transducción es un método científico por el que las leyes y propiedades de
cuerpos
macroscópicos notables se extienden a la parte imperceptible y
microscópica”.11 Un método también utilizado por Descartes, Hooke, y Boyle. Él utilizó
el término "transdiction" al describir el método de inferencia para realizar sobre lo
inobservable el conocimiento de lo observable, pero se ha adoptado el término
transducción, y es ahora el más usado.12 En la conclusión de los Principios dice acerca
de cómo conocemos las figuras y movimientos de las partículas imperceptibles. Su
respuesta, la apelación a nuestro conocimiento acerca del funcionamiento mecánico de
los cuerpos macroscópicos, era una justificación de transducción.
Sin embargo la Óptica de Newton se fraguó con la forma externa de una obra
matemática, –sostiene Cohen– en la medida que empieza con definiciones y axiomas y
procede mediante proposiciones. No obstante, es de destacar que las proposiciones de la
Óptica no se demuestran en su mayor parte de manera lógica en relación con los
axiomas; tampoco se retrotraigan a las primeras proposiciones. Y lo que resulta aún más
significativo, las proposiciones no se demuestran mediante la aplicación de técnicas
matemáticas. Por el contrario lo más frecuente es que Newton proceda a suministrar una
prueba experimental y tienda a hacer alusión a experimentos anteriores. De ahí que,
aunque Newton use números (como en los resultados experimentales), su Óptica no se
puede considerar en ningún sentido legítimo un tratado matemático.13
En la Óptica Newton no procede mediante la aplicación de lo que se ha denominado el
estilo newtoniano. Con todo, no hemos de concluir que Newton considerase la óptica
9
Newton: Principios matemáticos de la filosofía natural, p. 463.
Newton: Óptica, p. 10.
11
Alan E. Shapiro: Fits. Passions and paroxysms, p. 40.
12
Ídem, nota al pie.
13
I. Bernard Cohen: La revolución newtoniana y la transformación de las ideas científicas, p. 155.
También Carlos Solís es de la misma idea cuando afirma, en su introducción a la traducción castellana de
la Óptica, que “no sólo el contenido de la Óptica es radicalmente distinto del de los Principia, también el
lenguaje y el modo de exposición” [...] “La Óptica representa una obra experimental en proceso de
construcción, escrita para lectores de ingenio rápido y bueno comprensión aún no versados en óptica. Es
una obra inacabada e imperfecta, rematada con una serie de cuestiones donde se descubren las
especulaciones más osadas. En una palabra –sostiene Solís– mientras que los Principia dan cumplido fin a
una larga revolución en dinámica, la Óptica no hace sino iniciar una penosa evolución en las ciencias
baconianas.
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como un campo que no se pudiese desarrollar matemáticamente a su estilo matemático.
En otros escritos, unos de ellos publicados póstumamente y otros aún en manuscritos,
Newton aborda los problemas de la óptica de modo fundamentalmente distinto a la
presentación que ha llegado hasta nosotros en la Óptica.14
Otro aspecto notable de la matematización newtoniana de los problemas ópticos fue “su
formulación matemática concluyente, que culminaba dos mil años de lento avance
empírico y la primitiva teoría numérica de Descartes de la estructura del arco iris narios”. Otros ejemplos son su “cálculo de la aberración cromática de los rayos (que
irradian de un punto único que se refractan en una superficie esférica” y “su
construcción de un ‘nuevo’ telescopio catóptrico en el que el espejo es una lente
azogada situada de modo que su distorsión cromática se minimice”.15 Newton no
concebía que el objeto de la óptica física fuese necesariamente distinto en ningún
sentido importante de la mecánica física, por lo que respecta al uso de las matemáticas
en relación con los problemas físicos. Ver sección 14 del libro primero de los Principia,
donde Newton toma en consideración un sistema de partículas que se mueven a través
de campos de fuerza que poseen propiedades un tanto peculiares en las proximidades de
la separación entre dos medios cualesquiera y dentro de ciertos medios, como
consecuencia de lo cual, y partiendo de las condiciones del sistema, se pueden derivar
un buen número de propiedades de los rayos de luz observadas experimentalmente.16
Newton no tuvo éxito real en su óptica física, en el mismo sentido en que lo tuvo en su
trabajo relativo al movimiento de puntos de masa bajo la acción de fuerzas centrales.
Por consiguiente, hemos de percatarnos de por qué, cuando escribió y publicó lo que
conocemos como la Óptica, la única aplicación plenamente desarrollada de las
matemáticas al estilo newtoniano que envió a la imprenta fue el intento de explicar la
ley de refracción.17
Newton expresa su deseo nunca realizado de producir una teoría matemática de los
colores: “En último lugar, debería tomar en cuenta una expresión informal que sugiere
una mayor certeza en estas cosas de lo que yo haya prometido; a saber, la certeza de las
demostraciones matemáticas. Dije que la ciencia de los colores era matemática y tan
cierta como cualquiera otra parte de la óptica; pero quien no sabe que la óptica y
muchas otras ciencias matemáticas dependen tanto de principios físicos como de
demostraciones matemáticas, y que la certeza absoluta de la ciencia no puede exceder a
la cereza de sus principios. Ahora bien, las pruebas mediante las cuales afirmaba las
proposiciones sobre los colores proceden, según se dice a continuación, de los
experimentos, siendo así tan sólo físicas. De ahí que las proposiciones mismas no
pueden tenerse en más que los principios físicos de una ciencia. Y si dichos principios
son tales que a partir de ellos un matemático pueden determinar todos los fenómenos de
los colores que puedan realizarse por refracciones, y eso computando y demostrando de
qué manera y en qué medida esas refracciones se paran o mezclan los rayos a los que
los diversos colores pertenecen originalmente, entonces supongo que a la ciencia de los
colores se le concederá el carácter matemático y tan cierto como cualquier otra parte de
la óptica. Tengo buenas razones –termina Newton– para creer que debe hacerse así,
puesto que desde que me familiarice con estos principios, he hecho uso de ellos para
este propósito con constante éxito en los experimentos.
Uno de sus errores más claro resultó de su creencia en que los diferentes materiales
refractaban los diferentes colores de manera similar. Sólo después de su muerte se vio
14
Ídem.
Ibídem, p. 156.The Mathemathical papers.
16
Ídem.
17
Ibídem, p. 157.
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que esta suposición no era correcta y que es realmente posible concentrar la luz roja y la
luz azul en el mismo punto empleando lentes compuestos hechos con diferentes clases
de cristal (vidrio corona, flint, glass, etc).18 Los anillos de Newton, representan una de
las mejores pruebas de la naturaleza ondulatoria de la luz, una verdad que Newton no
quiso reconocer hasta su muerte. Los anillos son el resultado de la llamada
“interferencia” entre dos rayos de luz reflejados por dos superficies de cristal separadas
a distancias variables.19 Hubo muchos fenómenos que Newton ni siquiera intentó
explicar. Aunque la gama de los hechos explicados garantizaron el éxito de su teoría.
“A pesar de las evidentes ventajas de la teoría ondulatoria de Huygens sobre la teoría
corpuscular de Newton no fue aceptada durante un periodo muy largo de tiempo. Esto
se debió en gran medida a la autoridad de Newton entre sus contemporáneos y
particularmente a la poca habilidad de Huygens en desarrollar sus ideas con la suficiente
precisión matemática para hacerlas invulnerables a todas las objeciones. Así, la cuestión
sobre la naturaleza de la luz quedó pendiente durante un siglo hasta la aparición en 1800
de un trabajo del físico inglés Thomas Young, titulado Esbozos de experimentos e
investigaciones respecto a la luz y el sonido: En él, Young explica el fenómeno de los
anillos de Newton sobre la base de la naturaleza ondulatoria de la luz y describe su
propio experimento con el cual se puede demostrar del modo más elemental la
interferencia de dos rayos de luz”.20 Ahora sabemos que los trabajos de Thomas Young
y su gran contemporáneo, el francés Agustin Jean Fresnel, establecieron firmemente la
validez de la teoría ondulatoria de la luz y de este modo Huygens ganó después de
muerto la disputa de toda su vida con Newton.21 Pero, desde luego, hubo problemas que
ambos no resolvieron como el de la polarización de la luz.
Pero, ¿ahí quedaría el asunto?, ¿era realmente Newton una máquina racionalista
indestructible? La idea resulta muy contrastante con un Newton que rezaba y asistía a
oficios religiosos, que se arrepentía de pecar, hacía lo que se supone un pietista debía
cumplir. Mas si como observa Escohotado, “no custodiar certezas a priori contiene un
margen muy considerable de impiedad”.22 El pensamiento teológico siempre está
presente en Newton. Dios tiene una presencia inevitable en sus cavilaciones. Forma
parte de los fundamentos de su sistema. La metafísica de Newton no se detiene en sus
recomendaciones metodológicas; parte de Dios y concluye en él. Aunque siempre “sabe
que únicamente llamará saber a lo que tenga el carácter de hallazo, donde el
experimento y la theorieia se vigilen y fecunden recíprocamente”.23 El mundo es lo que
es; tanto mejor que podamos hallar en él leyes matemáticamente exactas. Visto así, es
difícil imaginar una pureza metodológica que supere la del descubridor cuando no
impone dogmas a lo descubierto, cuando simplemente exige un encuentro demostrable
con razones objetivas. Newton ni siquiera pretende disponer del método idóneo. Se
limita a “esperar” que sus Principios iluminen las operaciones de la naturaleza mediante
éste o algún otro método más veraz de filosofar.24
18
George Gamov: Biografía de la física, p. 68.
Ibídem, p. 70.
20
Ibídem, p. 76.
21
Ibídem, p. 77.
22
Antonio Escohotado, en el estudio preliminar a su traducción de los Principios matemáticos, p.
LXXXIV.
23
Ídem.
24
Ibídem, p. LXXXIV.
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BIBLIOGRAFÍA
Cohen, Bernard: La revolución newtoniana y la transformación de las ideas científicas
(trad. Carlos Solís), Madrid, Alianza, 1983.
Shapiro, E. Alan: Fits, Passions, and paroxism, Cambridge, Cambridge University
Press, 1993.
——: “The envolving structure of Newton’s theory of white light and color”, Isis, 1980,
71 (No. 257)
Newton, Isaac: The optical papers, Cambridge, Cambridge University Press, 1984.
——: Óptica (trad. Carlos Solís), Madrid, Alfaguara, 1977.
——: Principios matemáticos de la filosofía natural (trad. Antonio Escohotado y M.
Sáenz de Heredia), Barcelona, Altaya, 1993.
Sabra, I. A.: Theories of light from Descartes to Newton, Cambridge, Cambridge
University Press, 1981.
Westfall S. Richard: Isaac Newton: una vida (trad. Menchu Gutiérrez), Gran Bretaña,
Cambrige University Press, 1993.
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