El Paradigma de la Agricultura Orgánica Por Lic. Octavio Enrique Carrasquilla Salas * Los sistemas de producción orgánica se basan en normas de producción específicas y precisas cuya finalidad es lograr agroecosistemas óptimos que sean económicamente sostenibles, socialmente participativos y ecológicamente equilibrados. La toma de conciencia por parte de la sociedad sobre los riesgos generados en la salud humana y en el ambiente como consecuencia del uso excesivo de agroquímicos sintéticos y el inadecuado manejo de los recursos naturales, condujo a la búsqueda de tecnologías de producción alternativas que contrarresten estos efectos. Bajo este paradigma surge la agricultura orgánica. La agricultura orgánica es un sistema holístico de gestión de la producción que fomenta y mejora la salud del agroecosistema, en particular la biodiversidad, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo. Los sistemas de producción orgánica se basan en normas de producción específicas y precisas cuya finalidad es lograr agroecosistemas óptimos que sean económicamente sostenibles, socialmente participativos y ecológicamente equilibrados. Los requisitos para los alimentos producidos orgánicamente difieren de los relativos a otros productos agrícolas en el hecho de que los procedimientos de producción son parte intrínseca de la identificación y etiquetado de tales productos, así como de las declaraciones de propiedades atribuidas a los mismos. La agricultura orgánica constituye una parte cada vez más importante del sector agrícola; sus ventajas ambientales y económicas han atraído la atención de muchos países. La agricultura orgánica permite la conversión de sistemas agrícolas de bajos insumos en sistemas de agricultura orgánica más productivos. La diversificación biológica resultante de los sistemas orgánicos, aumenta la estabilidad del ecosistema agrícola y brinda protección contra la tensión ambiental, lo que a su vez aumenta la capacidad de adaptación de las economías agrícolas. La demanda de alimentos y fibras de producción orgánica por parte de los consumidores y la exigencia de un desarrollo más sostenible que plantea la sociedad, ofrecen nuevas oportunidades a agricultores y empresas de todo el mundo. La agricultura orgánica también plantea desafíos en el sentido de conseguir condiciones de orientar la investigación agropecuaria y sus actividades de extensión y de aprovechar las oportunidades comerciales disponibles en el ámbito nacional e internacional. La agricultura orgánica se caracteriza por: elevar la productividad de los sistemas agrícolas de bajos insumos; proporcionar oportunidades comerciales; brindar la ocasión de descubrir, combinando los conocimientos tradicionales con la ciencia moderna, tecnologías de producción nuevas e innovadoras; fomentar el debate público nacional e internacional sobre la sostenibilidad, generando conciencia sobre problemas ambientales y sociales que merecen atención. Es necesario otorgar un lugar legítimo a la agricultura orgánica dentro de los programas de agricultura sostenible, y prestar asistencia a los productores en sus esfuerzos por responder a las exigencias de los mercados y los consumidores en este sector. Las reglas básicas de la producción orgánica son la utilización de insumos naturales y la prohibición de aplicar insumos sintéticos, aunque en ambos casos haya salvedades. También es esencial para la producción orgánica la rotación de cultivos que fortalece los suelos, con técnicas de gestión de cultivos intercalados, excavación doble, recubrimiento con capa orgánica e integración de agricultura y ganadería como elemento fundamental. Los fertilizantes orgánicos compuestos son económicos y se pueden obtener localmente. Restablecen la estructura de los suelos, mejoran la retención del agua y, con el tiempo, mejoran también los rendimientos porque contienen una amplia variedad de elementos nutritivos. Los agricultores que producen cultivos orgánicos utilizan métodos naturales de control de plagas, en vez de plaguicidas sintéticos, capaces de matar organismos beneficiosos, como las abejas, lombrices de tierra y parásitos de las plagas; pueden producir resistencia en las plagas y contaminar las aguas y las tierras. Mismo que ésta práctica tenga más de mil años de existencia, el renacimiento de este sistema productivo se origina en Alemania e Inglaterra, este resurgimiento de hace 30 años, se ha extendido a nivel mundial, influenciado esencialmente por tres factores: el fortalecimiento de la conciencia ambiental y el reconocimiento de la no sostenibilidad de los sistemas productivos modernos, la creciente preocupación por los daños producidos por los agroquímicos sobre los ecosistemas y consecuentemente a la salud humana y el fuerte peso de las consideraciones sociales sobre la vulnerabilidad de las comunidades rurales. En la década del noventa se registró un crecimiento acelerado de esta actividad, caracterizado por un aumento de las áreas plantadas, como los volúmenes comercializados, fomentado principalmente por un exceso de demanda y el diferencial de precios existentes en los países industrializados, aunado a servicios de soporte y sistemas regulatorios. Las 15.8 millones de hectáreas plantadas bajo este sistema a nivel mundial, dan cabida a estimaciones optimistas que consideran que al 2005 el consumo mundial alcance un 15% del consumo mundial de alimentos, mostrando un crecimiento que varia entre un rango de 5% al 40%, según el producto, y un crecimiento promedio anual del 25%, mismo que no es experimentado por la agricultura convencional. El crecimiento de esta actividad es atribuido a la concienciación de los consumidores sobre los beneficios nutricionales y ambientales de estos productos y más recientemente a los temores de los compradores surgidos con los productos modificados genéticamente, como a la enfermedad de las "vacas locas" y otras amenazas a la salud relacionadas con el propio proceso productivo de alimentos. Aunque exista un marcado crecimiento del mercado mundial, coexiste una limitante que es la falta de normativas estandarizadas a nivel internacional, aunque vale la pena destacar los esfuerzos de la Comisión Codex Alimentarius (Programa conjunto de la FAO y la OMS), que ha elaborado la "Guía para la Producción, Elaboración, Etiquetado y Comercialización de Productos Producidos Orgánicamente", como el Programa de Acreditación de la Internacional Federation of Organic Agriculture Movements (IFOAM). En el ámbito nacional el sector productivo de agricultura orgánica, orientado principalmente por organizaciones no gubernamentales, como el Programa de Agricultura Orgánica del MIDA, han logrado un avance con la sanción de la Ley No 8 del 24 de enero de 2002, a través de la cual se "Establece las Regulaciones Nacionales para el Desarrollo de las Actividades Agropecuarias Orgánicas", de la cual se espera su inmediata implementación, así como el impulso de este tipo de práctica a través de políticas gubernamentales consonas con las necesidades nacionales y exigencias internacionales para concretar los incentivos, investigaciones, asistencia técnica, mercadeo y comercialización a través de las instituciones involucradas directa e indirectamente como lo son :MIDA, IMA, VICOMEX, IDIAP, MINSA y ANAM. En el contexto expuesto con anterioridad, la producción orgánica se presenta como una nueva tendencia dentro de la producción agropecuaria, además de responder a los desafíos planteados por el desarrollo sostenible. A corto plazo se espera la estructuración y consolidación de la misma, ya que es una práctica que permite la obtención de excelentes precios en el mercado internacional, así como la fácil conversión de sistemas agrícolas de bajos insumos, muy característico de los pequeños productores del país. Mismo así, las tareas pendientes son muchas, se necesitará dedicar ingentes esfuerzos para propiciar el interés de todos los actores, como el apoyo del gobierno, con el propósito de impulsar el desarrollo integral de esta actividad.