GÓNGORA La Fábula de Polifemo y Galatea, escrita en octavas reales, se basa en un tema de Ovidio: el gigante de un solo ojo, Polifemo, enamorado de la ninfa Galatea, enfurece de celos al conocer los amores entre la ninfa y el pastor Acis y arroja un peñasco sobre su rival, que queda convertido en río. Es un poema perfecto en su construcción, lleno de imágenes, metáforas y recursos retóricos de un barroquismo exagerado. El contraste entre la belleza de las descripciones y la expresión de lo terrible marca el desarrollo de un poema dominado por el tono hiperbólico. El éxito del poema radica en la maestría del autor para crear un lenguaje poético novedoso y original. FÁBULA DE POLIFEMO Y GALATEA 7 Un monte era de miembros eminente este (que, de Neptuno hijo fiero, de un ojo ilustra el orbe de su frente, émulo casi del mayor lucero) cíclope, a quien el pino más valiente, bastón, le obedecía, tan ligero, y al grave peso junco tan delgado, que un día era bastón y otro cayado. 13 Ninfa, de Doris hija, la más bella, adora, que vio el reino de la espuma. Galatea es su nombre, y dulce en ella el terno Venus de sus gracias suma. Son una y otra luminosa estrella lucientes ojos de su blanca pluma: si roca de cristal no es de Neptuno, pavón de Venus es, cisne de Juno. 14 Purpúreas rosas sobre Galatea la Alba entre lilios cándidos deshoja: duda el Amor cual más su color sea, o púrpura nevada, o nieve roja. De su frente la perla es, eritrea, émula vana. El ciego dios se enoja, y, condenado su esplendor, la deja pender en oro al nácar de su oreja. Luis de Góngora Era como un eminente monte de miembros humanos este cíclope, feroz hijo del dios Neptuno. En la frente de Polifemo, amplia como un orbe, brilla un solo ojo, que podría casi competir aun con el Sol, nuestro máximo lucero. El más alto y fuerte pino de la montaña lo manejaba como un ligero bastón; y, si se apoyaba en él, cedía al enorme peso, cimbreándose como delgado junco, de tal modo, que, si un día era bastón, al otro ya estaba encorvado como un cayado. Adora Polifemo a una ninfa, hija de Doris, y la más bella del reino marino de la espuma. Se llama Galatea, y en ella resume dulcemente Venus los encantos de sus tres Gracias. Son sus ojos dos luminosas estrellas ... y fulguran sobre su piel tan blanca como la pluma del cisne. Reúne Galatea las características del pavón o pavo real (tener ojos en la pluma) y del cisne (la pluma blanca). Y como el pavo real está consagrado a Venus y el cisne a Juno, podemos decir que es un pavón de Venus, o bien cisne de Juno, si ya no queremos llamarla roca cristalina de los mares de Neptuno. La Aurora deshoja sobre Galatea sus rayos luminosos que serán rosas rojas como la púrpura, entremezcladas con lirios blancos. Duda el amor y no se determina a decir cuál sea el verdadero color de la ninfa: si púrpura nevada o si roja nieve; tan ligados y matizados están en ella ambos colores. En vano la perla del mar Eritreo quiere competir con la frente de Galatea. El ciego dios del amor (Cupido), se enoja al ver el atrevimiento de la perla, y condenando su esplendor, la relega, engastada en el oro de un zarcillo, a pender de la nacarada oreja de la muchacha. Dámaso Alonso