1 Lenguaje, discriminación y liberación: Una perspectiva

Anuncio
Lenguaje, discriminación y liberación: Una perspectiva latina sobre el lenguaje
discriminatorio y el lenguaje inclusivo y liberador
Introducción
El presente trabajo es una invitación a reflexionar y discutir sobre nuestro
lenguaje cotidiano, particularmente en los Estados Unidos de América (E.U.A.). Fue
escrito como material de discusión para clases de escuela dominical para adultos y grupos
de estudios bíblicos, tanto para grupos de habla inglesa como hispana.
Un lunes por la mañana, el encargado de mantenimiento de una iglesia, se acercó
a un pastor latino y le reclamó por el desorden dejado en la cocina. “Esta todo fuera de
lugar y hay frijoles en el piso y otros lugares”. “¿Por qué han dejado tal desorden y sobra
de frijoles?” El pastor respondió: “Ayer, nosotros no comimos nada en la iglesia.” Le
respondió el encargado: “¿Quiénes comen frijoles sino los hispanos?” Este encargado
anglo, tenía un estereotipo sobre quienes comen porotos, al punto de acusar de tal
desorden a los hispanos. Su prejuicio lo llevo a hablar en forma estereotipada hacia los
latinos/as; discriminándolos/as. Aunque el frijol es parte regular en la dieta regular
mexicana, centroamericana, caribeña y brasileña, lo cierto es que la noche anterior un
grupo de jóvenes anglos había usado ese espacio para una actividad y habían comido,
entre otras cosas, frijoles.
En una ocasión, una trabajadora latina le decía a otra que sus compañeros/as de
trabajo, eran flojos/as y lentos/as en la fabrica. Entonces la otra le dijo: “Es que los
morenos son así”. Ambas se referían a los afro-americanos/as, que no se desempeñaban
en el trabajo según sus expectativas. Entonces, la primera le respondió: “Pero para pedir
ayuda del gobierno si que son rápidos/as”. Estos prejuicios, que los afroamericanos/as
1
son flojos/as y lentos/as laboralmente y solícitos constantes de ayuda del gobierno, lo
tiene mucha gente latina. Esta compleja situación, en el segundo caso, exige hablar de
otros temas como horas laborables, descansos, esclavitud y liberación, trabajo de
inmigrantes, etc., que este corto material no lo permite. Sin embargo, el prejuicio no es
justificable. La verdad del caso, es que los compañeros/as de esta trabajadora, estaban
tomando su tiempo de descanso en el trabajo, en cual que las inmigrantes estaban
inseguras de tenerlo y tomarlo. Además, dichos compañeros/as conocían el sistema de
beneficios federales mientras que esas inmigrantes no (y aunque lo conociesen no
calificarían para recibirlos). El prejuicio aprehendido de estas latinas hacia los afroamericanos las llevó a hablar en forma discriminatoria sobre ellos/as.
Estos comentarios y situaciones revelan que el lenguaje (palabras) y la
discriminación van juntas. Estereotipos sobre los latinos/as como “los hispanos comen
frijoles”, “todos son mexicanos”, “todos hablan español”, “los hispanos son ilegales” y
otros semejantes reflejan prejuicios que potencian la discriminación y pueden derivar en
acciones discriminatorias. La discriminación viene con la oportunidad de hacerlo o se
reprime por fuertes inhibiciones externas. Latinoamérica tiene más de 21 países y
México es sólo uno de ellos. Hay varios países en Latinoamérica que hablan otros
idiomas, como portugués en Brasil y francés en Haití. En los E.U.A. hay más de 45
millones de latinos y se habla de unos 11 millones de indocumentados, de los cuales un
80% son latinos/as. Sabemos que el número es mucho mayor que 11 millones. La falta
de información y educación sobre estos temas es terreno fértil para dichos prejuicios.
Lenguaje y discriminación
2
Estos comentarios revelan los prejuicios y estereotipos de algunas personas y
grupos humanos (étnicos). El lenguaje discriminatorio es un espejo de los estereotipos y
prejuicios. Pero ¿qué es el lenguaje discriminatorio? Es el lenguaje que crea o refuerza
una jerarquía de diferencias entre la gente. Puede focalizarse en el sexo, género, la
etnicidad, clase, sexualidad, edad, las creencias políticas y religiosas, inhabilidades
psiquiátricas, intelectuales y físicas. Cada persona tiene un trasfondo multifacético que
tiene que identificar. Es decir, tenemos y somos un género, una sexualidad, una etnia,
una edad, un trasfondo cultural, un estatus socio-económico, así como también
necesidades y capacidades mentales, físicas o emocionales específicas y cambiantes.1 El
lenguaje puede llegar a ser discriminatorio cuando nos negamos a considerar los
supuestos que informan nuestras palabras. Pero el lenguaje discriminatorio ocurre en
personas o grupos en situaciones concretas y no en un vacío. Es decir, tiene modalidades
racistas, xenofóbicos, clasistas, sexistas y otros, los cuales reflejan el cruce entre
“lenguaje y racismo”, “lenguaje y xenofobia”, “lenguaje y clasismo”, “lenguaje y
sexismo” y otros.
El estereotipo es un grupo de ideas o imágenes fijas y generalizadas de ciertos
grupos humanos basadas en prejuicios, sobre las cuales alguna gente no reflexiona
críticamente, sea por falta de oportunidad o ingenuidad; pero que otra gente las entiende
muy bien y conserva por intereses sociales. El estereotipo es una exageración,
simplificación y subestimación sobre algunos grupos humanos; y, la raíz de su trato
adverso. Quien tiene prejuicios actúa estereotipadamente, discriminando a una o un
grupo de personas, consciente o inconscientemente. Esto es evidente en el primer caso.
Pero, aunque la discriminación no siempre incluye una conexión de causa y efecto, entre
3
el pensamiento estereotipado y la consecuencia discriminatoria, sin embargo, ésta tiene el
efecto de ofensa contra otra persona.
El prejuicio “es una actitud que predispone a una persona a pensar, percibir, sentir
y actuar en maneras favorables o infavorables hacia un grupo o a sus miembros
individuales.”2 Gordon Allport dijo que “es una antipatía basada en un defecto y una
generalización inflexible”. Esta actitud puede derivar en una acción manifiesta,
discriminatoria y concreta, siempre y cuando se de la oportunidad.3 La persistencia de
los estereotipos étnicos y las actitudes prejuiciosas en los distintos grupos humanos
(étnicos), son uno de los factores principales en la limitación de los contactos
intergrupales y preservación de las fronteras étnicas.4
Así, los actos discriminatorios derivados de prejuicios son pruebas irrefutables
que confirman su existencia. Ambos se refuerzan y retroalimentan. La discriminación es
un trato diferenciado a dos cosas, siendo así una aptitud perceptiva positiva y necesaria
para la vida. Pero la discriminación puede ejercerse con criterios válidos y legítimos e
inválidos e injustos. La discriminación legítima se basa en criterios válidos como la
diferenciación entre niños/as, adultos y ancianos/as. La discriminación social injusta, se
basa en criterios inválidos, arbitrarios e inaceptables que violan las leyes.5 Esta
discriminación injusta es aceptada y sostenida por grupos humanos y sectores de la
sociedad. Ella conduce a que unos grupos disfruten de ventajas injustas y que otros
sufran desventajas injustificadas, como son los casos de los hispanos/as, afroamericanos/as, asiáticos/as, mujeres, LGBT e indígenas (pueblos originarios). La
discriminación social es adversa a la justicia social. Por eso, su tratamiento exige un
análisis del poder, tanto político y económico y no meramente psicológico, ya que está
4
institucionalizada y sancionada por la cultura. La discriminación no es un acto individual
aislado sino “un sistema de relaciones sociales que produce injusticias intergrupales con
consecuencias sociales.”6
Efectos negativos del lenguaje discriminatorio
Pero, ¿cómo los comentarios y las expresiones verbales (palabras y lenguaje)
discriminan a las personas y grupos afectándoles negativamente? Primero, destruyendo
el ser de las personas (revelando una teología de la muerte). El lenguaje es un elemento
formativo y constitutivo de nuestro ser e identidad. Nacemos sin nombre, somos
nombrados por otros, por nuestros padres. Somos llamados durante la niñez por el
nombre dado, y llega el tiempo cuando nos identificamos con ese nombre, llegando a ser
el nombre que nos fue dado. Somos seres hablados. Algunos eruditos dicen que las
palabras tienen poder, otros dicen que son más que un poder, son la humanidad misma.
El lenguaje es elemento constitutivo de de la condición humana y por eso es muy
importante conocerlo en todas sus formas. En este trabajo nos limitaremos al verbal. El
psicoanálisis lacaniano afirma que el ser humano está barrado por el lenguaje. En
muchos sentidos somos un acontecimiento del lenguaje. Los comentarios y expresiones
discriminatorias destruyen a las personas sean niños/as, jóvenes, adultos o ancianos/as.
Es más destructivo con los niños/as pues están en el proceso de formación de su carácter.
Pero, el ser está en constante formación, aún en la adultez y las palabras juegan su parte.
“El lenguaje es un proceso social en el cual éste y sus relaciones son surgidas y alteradas,
sus significados continuamente afirmados, desafiados, negociados, transformados y
celebrados en la conversación ocurrida que constituye y sustenta la identidad y las
conexiones humanas.”7 Hoy más que nunca tenemos que “iluminar la capacidad
5
generativa de lenguaje para constituir la vida personal y social-esto es, cómo nosotros
usamos el lenguaje para formar nuestra experiencia.”8
Segundo, formando a las personas hacia conductas negativas y destruyendo su
futuro provisorio (revelando un lenguaje de destrucción). Las palabras o adjetivos
discriminatorios dichos a una persona o un grupo impactan, no solo en la manera de
percibirse a sí misma, sino además las potencian a reacciones negativas hacia ellas
mismas y la sociedad. Adjetivos usados para los/as inmigrantes latinos/as
indocumentados/as como “criminales”, “ilegales” son ejemplos de esto. Otro adjetivo
discriminatorio usado en los E.U.A. es “aliens”, que no solo refiere a una persona de
nacionalidad diferente, sino que conlleva la noción de alguien que no es realmente
humano, radicalmente distinto y posiblemente peligroso.9 Hoy sabemos que uno de los
principales problemas psicológicos de los latinos/as en los E.U.A. es la baja autoestima y
que ellos/as constituyen el grupo étnico con mayor porcentaje de jóvenes en abandonar la
escuela secundaria (high school) y uno de los menores en porcentaje de ingreso a las
universidades.10 Ciertamente que hay otros factores que también afectan a esta realidad
social (la pobreza, la falta de documentos, los deseos de estudiar), pero el lenguaje
discriminatorio usado contra ellos/as juega un papel decisivo.
Desafortunadamente, estas tres expresiones, “criminales”, “ilegales” y “aliens”)
son usadas por la mayoría de la sociedad. Lou Dobbs, Jay Severin y otros han usado
dichos términos en los medios de comunicación masiva, ocasionando un daño doble:
ofendiendo a los latinos/as e inmigrantes en general; y, contribuyendo negativamente a la
formación de la conciencia social. Los lugares donde mayormente se escuchan, repiten y
reciclan este lenguaje de odio son los centros de trabajo, las escuelas, el hogar y la
6
iglesia. Los tres últimos lugares son los principales formadores de la conciencia social,
además de los medios masivos de comunicación y las redes sociales.
Tercero, generando violencia en dichas personas y grupos sociales (revelando el
pecado social de la violencia institucionalizada). Las expresiones y adjetivos como
“greaser”, “weat back”, “primitiviest”, “inútil”, sumadas a la discriminación social son
acciones violentas que generan violencia en las personas y grupos. Hay muchos casos de
inmigrantes que actúan violentamente en pandillas. Hay otros casos más extremos,
escasos y atípicos como el joven asiático en Virginia Tech. Se dice mucho sobre las
pandillas y se hace trabajo preventivo, lo cual es bueno. Pero ese trabajo es incompleto si
no trata también con otros factores en la sociedad dominante que inducen y oprimen, y
potencian posibles acciones violentas. Es decir, nos falta una discusión y un análisis
serios sobre cómo el trato arisco que éste joven asiático recibía (con serios problemas
adicionales), pudo en cierto grado resultar en su acción violenta y criminal (sin
justificarla por supuesto).
Del lenguaje discriminatorio al lenguaje inclusivo y liberador
Como ciudadanos/as de una sociedad democrática somos responsables de
contribuir al crecimiento de sus valores. La democracia es no solo una forma de gobierno
sino también un estilo de vida y una forma de tratar con los grupos minoritarios; es decir,
la democracia incluye el establecimiento de políticas de inclusión y no de exclusión de
los grupos minoritarios. Una de las principales “deudas internas” en la democracia
estadounidense esta en el lenguaje, que necesita humanizarse, en sentido de inclusividad.
Somos responsables de conservar, reencontrar y recrear el lenguaje que convenga a la
humanidad que busca su totalización.11 Como creyentes, somos ciudadanos/as del reino
7
de Dios, frente a este desafió, ¿qué alternativas tenemos con las palabras para expresar el
sentido del kerigma y afectar positivamente la vida de los demás? La primera es tomar
consciencia que nuestras palabras pueden construir una sociedad más democrática e
inclusiva. El poder e impacto positivo del lenguaje en los demás es irremplazable. La
tradición bíblica enseña que Dios creó el mundo por medio de Su palabra creadora, heb.
bára´ (Gén. 1:3) y que nos ha hecho a Su imagen y semejanza (Gén. 1:26-27). La Imago
Dei la encontramos, no solo en la razón, el amor y la voluntad, sino también en la
palabra. Dios habla y los seres humanos también somos seres parlantes. Dios crea a
través de su palabra y los seres humanos también creamos cosas en otras personas a
través de las palabras.
La segunda alternativa es reconocer el valor y la dignidad de toda y cada persona.
En una cultura democrática el pueblo es el soberano. Por eso, las democracias están
llamadas a reconocer los derechos de las minorías (incluyendo los/as inmigrantes),
trabajar política e inter-institucionalmente y educar a sus ciudadanos sobre los derechos
humanos, a fin de superar la discriminación social ilegítima.12 Teológicamente decimos
que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Esta verdad de fe, tiene su
correlato social en reconocer el valor y la dignidad de toda y cada persona. Quien respeta
a los demás no los discrimina.
La tercera es ejercer nuestra libertad democrática para optar por un lenguaje más
inclusivo, que libere y no oprima. Uno de los pilares de la democracia es la libertad de
expresión (verbal, escrita y de medios). En esta libertad podemos elegir el abandonar el
lenguaje de odio que discrimina, oprime y genera violencia. Es un gran desafío para
los/as líderes sociales (políticos, religiosos y periodistas) en los medios de comunicación.
8
Para muchos creyentes es más fácil usar un lenguaje de condenación que de liberación.
El lenguaje de liberación es de contenido vital y no mortal. Jesús usó sus palabras para
liberar frente a la mayoría que condenaba. A la mujer que había quebrantado el noveno
mandamiento (Ex. 20:14; Deut. 5:18) y que efectivamente era culpable de la acusación,
Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno” (Jn. 8:11b). La elección de un lenguaje liberador
es un aporte a la creación de una cultura con conciencia social inclusiva, siendo esta una
característica del Reino de vida. Y, como tal, una invitación graciosa del Dios de la vida
a los seguidores/as de Jesús.
Hacia un lenguaje liberador cotidiano
Lo dicho nos lleva a la gran tarea de hacer un uso discriminatorio del lenguaje y a
abandonar el lenguaje discriminatorio. Un paso es reconocer los supuestos y valores
inconscientes que informan las elecciones del lenguaje. Es decir, abrirnos a la gracia de
Dios para que opere y libere nuestra mente. La discriminación comienza en la mente, no
en el lenguaje. El lenguaje discriminatorio es una cuestión de fondo y no solo de formas.
Tenemos que reflexionar sobre nuestro trasfondo personal multifacético. Eso nos llevará
a examinar los hábitos de hablar y escribir para precisar más adecuadamente lo que
queremos decir, y considerar las sensibilidades y demandas de la gente con quien
hablamos.13 Siempre podremos reencontrar y recrear algunas expresiones cotidianas de
nuestro lenguaje.
Otro paso es actuar en consecuencia a esa gracia que nos invita a reconocer,
respetar y aceptar al otro/a (Rom. 15:7). Es decir, participar y comprometernos con
grupos donde se use un lenguaje inclusivo y liberador, porque el contexto en el que
vivimos determina nuestro pensamiento y lenguaje. Al escuchar las voces de otros/as, nos
9
abrimos a la posibilidad de usar un lenguaje más representativo e inclusivo. Lenguaje,
sociedad y grupos de pertenencia son elementos que interactúan. El lenguaje cumple una
función muy importante en la construcción de la cultura inclusiva.
Otro paso es cambiar concretamente nuestra manera de nombrar a otros/as, lo cual
nos puede ayudar a tener un registro de esos cambios. Hay expresiones como “ilegal”,
“alien” y “criminal” que condenan y alimentan los sentimientos xenofóbicos. Una
persona puede estar en una situación ilegal, pero no serlo como persona. Ese adjetivo
puede ser cambiado por otro neutral como “indocumentado”, que comunica más
adecuadamente que esa persona está en los E.U.A. sin documentos adecuados. Una
persona puede ser extranjera pero no un “alien”, por todo aquello que significa esa
palabra (Wilbanks). Ese adjetivo puede ser cambiado por “extranjero/a”, que adjetiva al
tipo de persona que se tiene en mente y afirma la humanidad de la misma. Una persona
puede estar en una situación migratoria ilegal y haber quebrantado la ley. Pero ¿no
quebrantan las leyes también los/as que manejan borrachos o golpean a sus esposas?
¿Qué de aquellos/as defraudaron a la banca y las financieras en los E.U.A.? ¿Por qué se
usa arbitrariamente el adjetivo “criminal” para referirse a los/as inmigrantes
indocumentados y no para los/as que cometen otros delitos? Una sociedad con
problemas no resueltos como la sociedad estadounidense usa chivos expiatorios. El
lenguaje discriminatorio que condena como “criminales” a los/as indocumentados, es
lenguaje de odio. Al cambiar estos términos estamos liberando y construyendo una
sociedad distinta. Y, construimos la realidad cuando la nombramos.
Otros términos de lenguaje discriminatorio son “yanquis”, “maricones”, “trolos”
(Argentina) y “patos” (Puerto Rico). Aunque “yanqui” remite a los/as estadounidenses
10
del norte, en América Latina y otras partes, se usa para hablar de todos/as los/as
estadounidenses, refiriendo a la mentalidad dominante y de imperio. Esa palabra es un
estereotipo que refleja prejuicios e impide un diálogo abierto. Es mejor usar la palabra
estadounidense, que también se usa en América Latina y no conlleva ese estereotipo.14
“Maricones”, “trolos” y “patos” son solo algunos términos para nombrar despectivamente
a los homosexuales, reflejando un lenguaje de rechazo (no usamos expresiones similares
para referirnos a gente de orientación sexual masculina o femenina). Podemos decir
simplemente que tal persona es homosexual o gay, y estaremos expresando lo que
queremos decir. El respeto a la diversidad es la base del desarrollo social. Estamos
llamados a superar los prejuicios y estereotipos culturales.
El lenguaje discriminatorio también esta en el humor. En América Latina los
chistes de gallegos son populares. Se basan en prejuicios que asumen la inteligencia
inferior de los gallegos. La historia de Galicia demuestra que no es así. Pero como se ha
hecho por años, ese estereotipo repite una mala tradición y refuerza el sentimiento de
superioridad de un grupo hacia otro. Lo dicho de los latinos/as sobre los gallegos,
también es cierto en otros grupos, como por ejemplo, los estadounidenses sobre los
polacos y así. Estas expresiones solo perpetúan prejuicios y estereotipos culturales.
Otros términos discriminatorios son “cholo” (Perú), “naco” (México), “cabecita
negra” (Argentina). Ellos refieren a una persona del interior del país. “Cholo” es un
estereotipo despectivo que supone, además de un indígena, a una persona con poca
educación. Esto último expresa irreflexivamente más bien las políticas gubernamentales
de olvido e injusticia social que ese pueblo ha sufrido (y que ha comenzado a cambiar).
Uno puede simplemente llamarlos siguiendo el lugar de donde nacieron como
11
“cuzqueños/as”, “chiapanecos/as”, “corrientino/as”, etc., y se adjetivará más
adecuadamente a esta persona. Explicaciones similares corresponden a “naco” y
“cabecita negra”.
El lenguaje liberador conduce a una sociedad inclusiva. A nivel profesional el
lenguaje inclusivo funciona como una cultura de excelencia. El lenguaje discriminatorio
daña la calidad del trabajo producido. No es solo usar un lenguaje políticamente correcto
sino es tratar con el fondo de la discriminación. Esto incluye la mente y la conciencia, las
palabras y el lenguaje en todas sus formas.
1
http://www.hr.unimelb.edu.au/__data/assets/pdf_file/0003/87501/Watch_Your_Language.pdf (visto el
04/28/10)
2
D.J.A. Woodland, “Prejudice” en A Dictionary of Sociology, editado por G. Duncan Mitchell (Chicago,
IL: Aldine Publishing Company, 1970.
3
Ver casos de discriminación en: http://nationallatino.com/id4.html (visto el 04/14/10).
4
Katherine O´Sullivan See y William J. Wilson, “Race and Ethnicity” en Handbook of Sociology, editado
por Neil J. Smelser (Beverly Hills, CA: Sage Publications Inc., 1988), p. 226.
5
E. Sussi, “Discriminación” en Diccionario de Sociología (Madrid, España: Ediciones Paulinas, 1986), pp.
541-547.
6
Thomas F. Pettigrew y Marylee C. Taylor, “Discrimination” en Encyclopedia of Sociology, Vol. 1,
editado por Edgar F. Borgatta y Marie L. Borgatta (New York, NY: Macmillan Publishing Company,
1992), p. 498.
7
Julia T. Wood y Steve Duck “Off the Beaten Track: New Shores for Relationship Research” en UnderStudied Relationships. Off the Beaten Track (Thousand Oaks, CA: Sage Publications Inc., 1995), p. 11.
8
Ibid., p. 10.
9
Dana W. Wilbanks, Re-Creating America. The Ethics of U.S. Immigration and Refugee Policy in a
Christian Perspective (Nashville, TN: Abingdon Press, 1996), p. 75.
10
Ver: Richard Fry, Hispanic Youth Drowing Out of U.S. Schools: Measuring the Challenge (Washington,
DC: The Pew Hispanic Center, 2003): 3; Latinos in Higher Education: Many Enroll, too Few Graduate
(Washington, DC: The Pew Hispanic Center, 2002): 3-10.
11
Paul Ricoeur, “La critique de la religion et le langage de la foi” en Bulletin du Centre Prostesnt d´Etudes
Año 6, Número 4-5 (1964): 5-31.
12
OSCE Office for Democratic Institution and Human Rights (ODIHR), Human Rights Education in the
School System of Europe, Central Asia and North America: A Compendium of Good Practice (Warsaw,
Poland: Poligrafus Andrzej Adamiak, 2009) and http://www.ohchr.org/EN/Issues/Pages/ListOfIssues.aspx
(visto el 04/15/10).
13
http://www.hr.unimelb.edu.au/__data/assets/pdf_file/0003/87501/Watch_Your_Language.pdf (visto el
04/28/10).
14
Sostengo que estadounidense es mejor que americano. Americano/a es alguien natural de América, lo
cual es un continente, que incluye Norteamérica, Centroamérica y Suramérica. Todos/as los habitantes de
ese continente son americanos. El uso exclusivo de americano/a para nombrar a un natural de E.U.A.
sugiere que Estado Unidos de América es América y eso es incorrecto.
12
Descargar