El Juicio Final: Transición de Estilos René Bernardo Grobet Gilling Dante Damián Minor Molina Asesores: Rocio Guerrero Ramírez Óscar Suárez Velázquez Centro Universitario Anglo Mexicano. México. Categoría Sociales, Humanísticas y Económicas. Área de Disciplinas Humanísticas y Artes. Indagación Bibliográfica. Antecedentes Renacimiento Término utilizado tradicionalmente para designar el periodo 1400-1530, en el cual se dice que tuvo lugar un "resurgimiento" o "despertar" de una actividad artística e intelectual basada en las enseñanzas y en los modelos estéticos clásicos. Barroco Se dice de un estilo de ornamentación caracterizado por la profusión de volutas, roleos y otros adornos en que predomina la línea curva, y que se desarrolló, principalmente, en los siglos XVII y XVIII. La Capilla Sixtina La Capilla Sixtina es la capilla más famosa del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano, la residencia oficial del Papa. Por orden del papa Julio II, Miguel Ángel decoró la bóveda (1.100 m²) entre 1508 y 1512. A Miguel Ángel no le agradó este encargo, y pensó que su trabajo era sólo para satisfacer la necesidad de grandeza del Papa. Sin embargo, hoy la bóveda y El Juicio Final son considerados como los mayores logros de Miguel Ángel en la pintura. El Juicio Final El Juicio Final es el mural realizado al fresco por Miguel Ángel para decorar el ábside de la Capilla Sixtina (Ciudad del Vaticano, Roma). Miguel Ángel empezó a pintarlo 25 años después de acabar de pintar la bóveda de la capilla. Objetivo Analizar e investigar el Juicio Final de Miguel Ángel. Puntos como el contexto, los conceptos y las formas nos llevarán a descubrir los primeros cimientos de una técnica barroca. Marco Teórico Gracias a Miguel Ángel, el papa Julio II pudo legar a la posteridad una obra de arte única en su género, aunque su deseo original de crea una tumba de dimensiones imperiales ya no puedo ser realizado. Un año después de terminada la bóveda de la Capilla Sixtina falleció el papa. Durante un largo período Miguel Ángel pudo dedicarse completamente a la escultura, hasta que el sucesor en el solio pontificio, Pablo III, le volvió a llamar a Roma en 1535. En esta ocasión fue nombrado arquitecto, escultor y pintor en jefe del Vaticano. Un año más tarde inicio las pinturas de la pared del altar de la Capilla Sixtina, destinada al Juicio Final. Los más de veinte años transcurridos desde la finalización de los trabajos en la bóveda no sólo habían hecho evolucionar el estilo del artista, sino también su manera de abordar los temas. Es como si quisiera demostrar que en la pintura, incluso sobre grandes superficies, podía salir adelante sin recurrir a ningún tipo de estructura arquitectónica; incluso la superficie nunca le parece lo suficientemente grande. La última obra de una serie de decoraciones pictóricas en el Vaticano. Puso el sello en el largo movimiento hacia la perfección de la pintura del Renacimiento, e irónicamente al alcanzarla también la sobrepasó, dejando de lado las reglas y los criterios artísticos del Renacimiento. La Creación de la Tierra, el hombre y los elementos se despliegan, en una progresión, rítmica de espacio y tiempo; el Juicio, sin marco y carente de toda progresión de tiempo o de lógica. Hay gente que aún se guía por argumentos humanos y que aún busca que se cumplan sus esperanzas. Sus respuestas quedan resumidas en un gesto, el definitivo e imperioso alzamiento de mano, con el cual Cristo parece poner fin a todo el torbellino, a la venganza, a la pasión, a la rebelión y al conflicto. Las almas desnudas frente a Dios están captadas en un ritmo cósmico, en un movimiento circular que el artista da a la composición. Los episodios aislados de la obra, tan magníficos en su tratamiento individual, están sumergidos en el ritmo general. Miguel Ángel presenta a este Dios inescrutable con su propia justicia, con sus propias reglas divinas que la mente humana no puede comprender. Miguel Ángel, con el tratamiento formal de esta obra, ha superado la preocupación renacentista por las dimensiones humanas y el espacio, por las proporciones naturales y la perspectiva artificial. La zona central es la más brillante, en donde aparece Cristo casi aislado, a pesar de su madre, que quizás es demasiado humana para comprender sus leyes. La zona inferior es la más oscura. Allí a la derecha de Cristo están las tumbas descubiertas y los muertos que se levantan para asistir a su juicio; a su izquierda, quienes han sido definitivamente rechazados son enviados para siempre a las tinieblas. Miguel Ángel se ha retratado en esta pintura: como la piel informe que le arrancarán al mártir San Bartolomé y que este sostiene en su poderosa mano izquierda, pero dotada con los rasgos del pintor; el santo dirige hacia el Juez Supremo una mirada llena de reproche y parece preguntar si lo deja caer o si lo debe salvar. Este escalofriante autorretrato coincide plenamente con el estado de ánimo que se va adueñando del maestro conforme envejece. Se sentía explotado, financieramente estafado por sus comitentes La influencia de la obra de Dante en el Juicio Final no se puede pasar por alto, así como tampoco la del mundo de la mitología clásica, reflejada en el Caronte que pasa remando con su barca por el Aqueronte, junto a la boca misma del infierno. En este monumental espectáculo se desvanecen los puntos fijos hacia arriba, todo empieza a fluir y el observador ya no percibe la imagen ordenada, sino que se ve forzado a buscar el camino con su mirada; este efecto ya constituye una anticipación de lo que será la pintura barroca. Frente al Juicio Final sentimos que el individualismo renacentista llega a su fin. Aquí no sólo son juzgados individuos concretos, sino la propia humanidad y además una humanidad muy confundida. Los buenos apenas se distinguen de los malos, ni lo justo de lo erróneo. La angustia está presente en los rasgos de todos ellos, una angustia mitigada sólo momentáneamente por la esperanza. El Juicio es un largo y sostenido clamor por el declinar del ideal humano y sin embargo en él se detecta también otra nota, una nota de humildad, una necesidad de consuelo y ayuda sentida profundamente, un intenso grito para volver a creer, sino en el hombre al menos en Dios. Con esta obra anuncia el arte del siglo siguiente. Es arte, llamado ahora Barroco, será el arte de las masas, el arte que quiere consolar. Metodología Empleada Investigación bibliográfica. Análisis de las imágenes y críticas del arte. Resultados Trabajo de investigación acerca del Juicio Final. Conclusiones El Juicio Final es una obra que rompe con esquemas. Impregnada con el toque de un Miguel Ángel decadente, diferente al que terminó de pintar la bóveda de la Capilla Sixtina veinte años antes. Aunque renacentista, el Juicio Final rompe con el tridimensionalismo y perfeccionismo matemático característico del Renacimiento para proponer una obra que se desarrolla libremente en el espacio con una perspectiva bidimensionalista que cuenta el Juicio Final como un proceso de muchos aspectos y no como una historia lineal. Esto anuncia lo que será el Barroco. Bibliografía RUSSOLI, Franco. El esplendor del Renacimiento. Ed. Patria. México, 1991. Pág. 47 DEIMLING, Barbara; GEESE, Uwe; JUNG, Wolfgang; KOHL, Jeanette; MCLEAN, Alick; PERRIG, Alexander; RAUCH, Alexander. El arte del Ranacimiento en Italia. Miguel Ángel. Ed. Konemann. Francia, 1994. Pág. 330 y 331 de 464. LETTS, Rosa María. Introducción a la Historia del Arte. El Renacimiento. Ed. Gustavo Gili. México, 1985. Pág. 112-114 de 127. http://lema.rae.es/drae/?val=barroco