http://www.lareddelcamino.net/ Revista Del Camino Nº 5 Resurrecciones Bienvenida (Tomás Yaccino) La semilla y la planta (Claudio Oliver) “Ni con espadas ni con palos” (Robert Guerrero) Resurrecciones en Samaria: Juan 4 (Juan José Barreda) La Red del Camino http://www.lareddelcamino.net/ Testimonio de Bienvenida El amor de Dios se muestra cuando su pueblo vive de tal manera que resucita esperanza en los desesperados. De alguna manera, se trata de vivir las resurrecciones, "signos" de la última y plena resurrección. Esto ocurrió en Costa Rica cuando los pobladores de Fraijanes fueron golpeados por un terrible terremoto el pasado 8 de enero de este año. La Comunidad Cristian Shalom y otras iglesias de la Red cuyas familias también habían sido afectadas por este desastre, tomaron sus toallas y se dispusieron a lavar los pies de cientos de familias damnificadas. La iglesia demostró que nuestro Señor es un Dios de la vida, que le es posible aun desde los escombros, el dolor y las faltas económicas levantar a los caídos. La Iglesia Shalom, como otras más, usaron todos sus recursos por casi tres meses para alojar a más de 280 personas, darles de comer, abogar por sus necesidades ante las autoridades civiles, organizar brigadas de trabajo para reconstruir las casas dañadas y, en fin, rescatar la esperanza desde el amor de Dios. ¿Fue fácil? No. ¿Sufrieron durante la jornada? Sí. ¿Experimentaron dolor y tristeza? Por supuesto. Pero a través de todo el esfuerzo y de su propia debilidad el perfecto amor de Dios brilló como la estrella de Belén guiando a los perdidos y desesperados hacia la vida y el Camino. Hoy varias casas se han levantado, muchos hacen uso de sus derechos para una mejor vida, y en la esperanza en el reinado de Dios, han podido comprobar del amor cristiano desde el acompañamiento pastoral. La crucifixión, muerte y Resurrección que recordamos en la Pascua nos da esperanza y demuestra la forma de operar, contraria a la del mundo, de nuestro Dios. Esta forma de proceder es su mensaje, la escogió en su sabiduría para hacer todas las cosas nuevas, dando vida y vida abundante desde ahora. Gracias Padre por usarnos a pesar de nuestra propia debilidad y sufrimientos. Somos herramientas en tus manos... Úsanos. Muéstrate en nosotros. Llénanos de tu amor y de tu shalom para que podamos ser de bendición a los demás y a nosotros mismos, en especial, en tiempos de crucifixiones, de tragedias y necesidades extremas. ¡Amén! Le damos la bienvenida a este 5to número de nuestra Revista Del Camino. Esperamos que las reflexiones y estudios compartidos en ella sean de edificación como la son para nosotros cada día. Tomás Yaccino Conector Continental RdC Juan José Barreda Toscano Coordinador de la Revista Del Camino http://www.lareddelcamino.net/ Reflexión La semilla y la planta La locura de la resurrección En este tiempo de pascua, al celebrar la fiesta más importante del mundo cristiano, somos confrontados con una paradoja que incluye dos aspectos opuestos, la humillación y la gloria, ambas presentes e igualmente centrales en el mismo personaje, Jesús. La encarnación de Jesús es una encarnación radical que comienza con la actitud con que es asumida, y termina con la gloria extrema que recibe. Sorprende a los poderes de la muerte con la resurrección y se renueva a cada día en nosotros. La venida de Jesús ha sido fruto de una arquitectura opuesta a la lógica de cualquiera de las narrativas divinas anteriores o posteriores. La clave de su encarnación ha sido el vaciamiento, la decisión de desnudarse de sus derechos, de su posición privilegiada, de la centralidad de su trono, de la diferenciación que lo hacía Dios para ser uno de nosotros, para mostrarse sin aferrarse a sus prerrogativas, a tal punto que no sólo se tornó absolutamente ordinario cuando se sometió a la muerte, sino que fue ejecutado como un criminal, pobre, esclavo y paria. El relato mencionado está basado en Filipenses 2, tiene su clave en el concepto que hace única la revelación divina en Jesús: la Kenosis o vaciamiento. En Juan 12:2033 vemos el aspecto extremo de este vaciamiento ilustrado por la parábola de la semilla que tiene que morir para que surja una planta. La semilla es el fruto, el objetivo y el resultado de un agricultor. Es lo que él busca obtener del proceso de plantar, cuidar, llegar... Es lo que se cosecha al final, es lo que espera el agricultor, un proceso que le da mucho trabajo. Si alguien ha tenido la oportunidad de plantar, aunque sea un sencillo frijol o un maíz, la perfección de la semilla cosechada, apreciar la forma que tiene, el gusto de sacarla de su cascara y verificar su color, Es todo lo que uno quiere experimentar. Así ha sido Jesús para Dios padre, el agricultor. Jesús es el hombre maduro, el paradigma de la persona según el corazón de Dios, el justo de manera absoluta a quien Dios podía decir “en el tengo placer ”, él es el punto máximo de la creación y quien cumplió lo que había sido proyectado para Adán, es el segundo Adán. Imagino el gozo de Dios padre con su creación en Jesús. Lo imagino como el disfrute del agricultor delante del maíz http://www.lareddelcamino.net/ maduro, sin falta de granos, con el color perfecto, el mejor de toda su plantación. ¿Qué decisión tomaría? ¿Guardarlo? ¿Comerlo? ¿Exhibirlo? ¿Mantenerlo en su oficina para que los visitantes lo admiren? Pues, si tú mismo fueras un sabio agricultor harías algo que sería una tontería para el consumidor de la ciudad. Te quedarías con los peores maíces para hacer harina y designarías al perfecto para hacer lo impensable para una persona que no sabe nada de la vida en el campo: tomarías el maíz perfecto y lo llevarías hacia su muerte enterrándolo en el suelo. La razón es sencilla. Si un agricultor reserva los mejores granos para la plantación de cada año su cosecha será mejor. Plantas más perfectas y bellas le surgirán por la selección genética que hace. Si utilizase el mejor grano en su molino, al final tendría harina y la comería, pero perdería su genética para siempre. Si plantara los malos granos, al final de algunos años no le restaría nada más que débiles plantas que no garantizarían buenas cosechas. Meter en la tierra algo tan lindo es una decisión que cambia todo. Al hacerlo, la semilla se llena de agua, se rompe y surge una planta débil, susceptible, pero con gran potencial, con una increíble energía. A pesar de ser genéticamente igual a la semilla, la naturaleza de la planta es totalmente distinta de la naturaleza de la semilla. Son lo mismo y al mismo tiempo tan distintas. El vaciamiento de Jesús, radical como fue, cambió su naturaleza para siempre. El cuerpo que tuvo en la cruz conoció el horror del sufrimiento, el hambre, el frío, las limitaciones y la muerte. Al escoger ser semilla, ya no surgió el mismo ser sino uno transformado, cambiado, eterno, restaurado a su gloria anterior y reconocido como Dios. Pero, después de muerto, su cuerpo no sólo resurgió con esta perspectiva gloriosa que conocemos, sino que cambió su naturaleza todavía más pues sigue resucitado en otra naturaleza inesperada. Se hizo manos y brazos, palabra y acción en la iglesia, cuerpo vivo de Cristo. Somos nosotros, o por lo menos el Padre espera que lo seamos, la resurrección misma de Jesús demostrada en el día a día. La clave del vaciamiento completo de Jesús no está solo en su resurrección física, sino en la multiplicación que experimentó, una semejante a lo que sucede con el grano de maíz. Ya no es solo uno que refleja la madurez y la belleza de la creación, sino que son muchos que pueden manifestar la acción de Dios en este mundo. Ante unos granos así multiplicados nos vemos cíclicamente otra vez ante la opción del agricultor. Podemos mantener los granos en el almacén o echarlos en el campo para nuevas cosechas. La misma iglesia-comunidad que surgió como resurrección permanente de Cristo puede convertirse en un almacén de lindos granos que demuestra su gloria al mundo, que lucha por sus derechos, que utiliza sus prerrogativas, que hace valer su voz. Una iglesia-almacén, sin embargo, pronto será invadida por gusanos, por plagas y para mantenerse, deberá de llenarse de venenos que los destruyan, una patética figura de lo que podría ser la iglesia pero nunca lo ha sido. Pero la iglesia puede recordar Filipenses 2:5, “Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús”, y emular a Jesús, vaciarse. Si seguimos su ejemplo, nuevas cosechas vendrás con más madurez y lealtad, más amor y gloria para Dios. Si optamos por almacenar la gloria para http://www.lareddelcamino.net/ nosotros, si optamos por el mantenimiento de nuestras fuerzas, si subimos al monte para que nos vean, si seguimos exóticos con mega eventos siguiendo la lógica del mundo, de los negocios, de las competiciones y de la política, el gusano del pecado nos seguirá, la langosta de la vanidad nos destruirá. Si seguimos la manera de ser de la iglesia, en especial el modo de ser iglesia que hemos visto crecer en los últimos 60 años cuando por llenarnos de bienes, de poder político, entrar en la televisión y acumular dinero, oiremos al Señor decirnos lo mismo que le dijo a la iglesia de Laodicea: “Porque dices: 'Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad'; y no sabes que eres una miserable y digna de lástima, y pobre, ciega y estás desnuda”. Mejor será, como Jesús, escoger ser miserable a los ojos del mundo, ser lastimada por Sermones el imperio, considerada pobre por los ricos del consumo, desnudarnos sin vergüenza en amor. Podemos ser así para el mundo y, sin embargo, ser la expresión continua de la resurrección de Jesús, resurrección que somos y que podemos ser si decidimos morir para el mundo y vivir para Dios. Que la pascua sea tiempo de reconversión y de reencuentro con nuestro llamado. ¡A Dios toda la gloria! Claudio Oliver RdC Brasil "Espadas y Palos no son necesarios" Mateo 26:47-56 Iglesia Comunidad Cristiana Santo Domingo, RD Son muchos los que se conmueven o se sienten indignados ante las escenas gráficas del sufrimiento físico de Jesús que vemos en las películas de Semana Santa. Sin embargo, es notable que los Evangelios no entran en los detalles del sufrimiento físico de Jesús que tanto se enfatiza en estas películas. Creo que hay al menos una razón: estas escenas que nos conmueven, entristecen y hasta indignan, no son las que necesariamente nos transforman. Los evangelistas saben bien que ellos mismos fueron transformados en sus corazones, carácter y conducta --de cobardes a valientes sufridos, de tristeza a gozo, de impetuosos a pacificadores-- no por lo conmovedor del evento en sí, sino por el significado de la cruz. http://www.lareddelcamino.net/ Mateo (como lo demás evangelistas) es selectivo. Lo que narra sobre la Pasión nos ayuda entender el significado de la cruz. Por ejemplo: los tres grupos representados en el texto leído, sus reacciones y respuestas (Judas, Pedro y la multitud) se entienden a la luz de lo que la cruz significa, el por qué de la cruz. Sus reacciones y conductas se explican porque no entendían la cruz o porque sí la entendían pero la resentían (el caso de Judas). El texto nos habla de tres personajes ante tres situaciones similares. A cada uno Cristo le dice algo y ese algo nos ayuda entender el por qué de la Pasión. Respuesta de Judas: El nivel del compromiso que demanda la cruz Para la mayoría, Judas es lo peor de lo peor, lo más despreciable. Claramente su acción es despreciable e indignante: vende, traiciona y se burla de Jesús. Judas está claramente resentido contra Jesús. Lo vende por centavos, lo identifica con una actitud de total irrespeto y desprecio queriendo aparentar afecto hacia Jesús. Pero pensándolo bien, creo que hay más de Judas en nosotros de lo que queremos admitir --tal vez por eso lo vemos como lo peor de lo peor… para distanciarnos--. Hay más de Judas en nosotros de lo que queremos admitir. Examinemos la traición: ¿por qué traicionó a Jesús? Invirtió tres preciosos años de su vida creyendo y siguiendo a Jesús, creyendo que era el Mesías, sirviéndole, exponiéndose a la persecución de la clase influyente y el mal entendimiento de las masas, “¿y para qué?” ¿Qué motivó a Judas a ser un seguidor de Jesús? Los evangelios enfatizan: Judas creía en Jesús, le seguía, le servía por lo que podía sacarle, para que Jesús le diera lo que realmente era importante para él: posición, prestigio, un lugar en el reino político que pensaba que se iba a establecer y, sobre todo dinero, era un amante del dinero. Pero la cruz significaba la perdida de todo esto. Significaba compromiso y entrega incondicional a Jesús, al precio de perder reputación, posición, prestigio... Cuando Judas oye a Jesús hablando de crucifixión, de muerte, de un reino que no es de este mundo… ¡Qué decepción! ¡Qué desperdicio! El corazón de la entrega de Judas lo vemos en la falsa acusación de Satanás contra Job: “Acaso teme Job a Dios de balde” (Job 1:9). Con Job se equivocó, con Judas acertó… ¿y contigo? ¿Qué buscas al venir a Jesús? Tengo que confesar que cuando vine a Jesús por primera vez lo hice como Judas. Quería una vida tranquila, paz, un pasaje para el cielo. Vine a Jesús por lo que me podía dar. Pero en la medida que uno va creciendo y se va acercando más al Jesús de la Biblia, uno va entendiendo más y más la cruz. Y se llega a entender al menos dos cosas, primero, la cruz (símbolo de maldición, menosprecio extremo, lo más bajo) es perder mi vida por Jesús, es hacerlo a él lo más importante de mi vida, al punto de que amor a la familia, ambición por cosas de la vida, se vuelve nada comparado con el compromiso que le debo a él. Y ante esta verdad, o lo acepto o lo rechazo. Lo segundo es que veo es que en la cruz Jesús lo dio todo por mí. Él se entregó por mí porque me ama a pesar de lo pecador que soy y me doy cuenta de que él vale la pena. Él es lo supremo. Nada se puede comparar a ese amor y todo otro amor es sólo vaga sombra de ese amor. Estoy seducido por ese amor. Tomo el camino de la cruz. http://www.lareddelcamino.net/ ¿Por qué hay tantos que "lloran" y se "indignan" pero no se comprometen? ¿Por qué hay tantos que comienzan pero no perduran? Por la demanda de la cruz – compromiso incondicional con la persona de Jesús, entrega total, hacerlo el objeto de mi supremo amor--. Hay respuestas a Jesús sin el compromiso de la cruz. Y cuando no consigo lo que quiero, y cuando viene el desprecio, la perdida, la incomprensión, el atractivo de las cosas que me apasionan… dejo a Jesús, niego a Jesús, traiciono a Jesús, o de manera más sutil, acepto a un Jesús sin cruz –el Jesús que vende Satanás-Para el que abraza al Jesús de la cruz y es abrazado por su amor eterno, nada de lo que se arriesga o se pierde se compara con amor de Dios en Jesús manifestado en la cruz. Respuesta de Pedro: El cambio (la inversión) de valores que produce la cruz. Pedro, en representación de los 12, se ha opuesto a la idea de crucifixión del Mesías. No entiende aún. Es un devoto seguidor. Para él Jesús es lo más importante y está dispuesto a morir por él, pero aún no entiende la necesidad de la cruz. Entendía que Cristo es el Mesías, que su reino es uno de justicia. No entendía cómo es que esa justicia se habría de manifestar y cómo es que esa justicia se viviría. Un Cambio de valores radical a los valores del mundo. La espada es símbolo de justicia. Al sacar la espada Pedro está respondiendo a la injusticia --claramente expresada en el arresto ilegal de Jesús y el abuso del poder--, como se supone que se debe responder a la injusticia de acuerdo a la lógica de este mundo. ¿Cómo respondemos al mal y al abuso y a la injusticia? Nos sentamos en la silla, no de los acusados, sino de los jueces. Por ejemplo, pon atención al análisis que hacemos del mal / injusticia cuando estamos en un grupo dialogando –“la gente…”; “los políticos…”; “Ellos…” Ante la injusticia, nosotros tomamos “la espada”. “Esta es una lucha entre buenos y malos” y por supuesto, “nosotros somos los buenos.” Cada quien se cree con el derecho de tomar la espada. Los religiosos opinan: “los libertinos irreligiosos son los malos”; y los racionalista: “los religiosos son el opio de los pueblos”; y los de “mente abierta”, los liberales: “la gente de mente cerrada son el problema”; los conservadores: “los liberales son el problema”; los padres: “los muchachos de hoy…”; la generación de hoy: “esos viejos de mente cerrada”. ¿Qué nos dice Jesús? “Pedro, todos… vuelvan sus espadas a su lugar ”. Pedro quiere traer salvación sin cruz. Y esto claramente manifiesta su ignorancia. Ignora el evangelio del reino. La cruz nos invita a examinarnos a nosotros mismos. Mientras creo que no merezco la espada, Jesús entonces no muere por mí. Jesús no es para “los justos”, sino para “los pecadores” que entienden que merecen condenación bajo la lógica de los merecimientos. Pero sabemos bien, “no hay justo ni aún uno, no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios… por cuanto todos pecaron y están destituidos de la http://www.lareddelcamino.net/ gloria de Dios.” El que insiste en sacar la espada –en ser el juez-- será juzgado por la espada. “Pedro, si no aceptas el sacrificio de Cristo, la espada que sacas tendrá que caer sobre ti”. Este es el significado de la Pasión. Esto tiene implicaciones, entonces, en la manera en que vemos y respondemos a la injusticia y a “los malos”. No me considero con el derecho de juzgar para condenar (aunque sí puedo juzgar en el sentido de identificar y clasificar lo que está bien o mal). El que entiende esto no anda condenando a la gente. Pedro no lo entendía y terminó demostrando ser más pecador que los que vinieron con espadas y palos. A la hora de la verdad, lo negó tres veces. “Pedro, si quieres sacar espada, sobre ti será sacada”. Entender el evangelio produce una nueva psicología: ya no lucho contra la injusticia con violencia; ya no lucho contra el mal poniéndome en la silla del juez. Los cristianos muchas veces sacamos la espada cuando nos creemos mejores que los demás; cuando le “callamos la boca” a los demás con nuestras respuestas condenadoras, cuando optamos por la violencia verbal y física para hacerle frente al mal y a la injusticia. ¿Y cuál es el resultado? Puede que hasta ganemos el pleito, pero perdemos a las persona. Pero con el camino de Jesús, aún sus enemigos terminaron reconociendo “verdaderamente este es el Hijo de Dios”. Vemos a un Pedro totalmente distinto después del fracaso terrible, pero luego después del perdón y la restauración que la cruz hizo posible. Cuando abrazo la cruz, hay una nueva manera de luchar contra el mal y la injusticia: primero, asumo mi cuota de responsabilidad. Ya no puedo mirar al otro por encima del hombro. Segundo, al ser recipiente del perdón y amor de Dios en Jesús, ahora soy paciente y aprendo a amar aún hasta mis enemigos. Por un buen tiempo tenía yo la espada sacada contra un buen amigo que actuó terriblemente mal contra mí en un acto de traición y violación de confianza. Pero con el tiempo pude procesar su acción y mi dolor a la luz de mi fe en Cristo, a la luz de la cruz. La respuesta de la multitud: La calma que fluye de entender y abrazar la cruz Nos sorprende la completa calma en medio de la tormenta, en medio del mal, el abuso y la injusticia. Jesús valientemente confronta la cobardía de esta gente. “Ustedes no se atreven a arrestarme a la luz pública porque son unos cobardes”. Por cierto, esta es una multitud sin convicciones. A cada rato en los evangelios vemos “la multitud”. Un día exaltando a Jesús, asombrados y hablando bien de él, y el otro día rechazándolo, burlándose y hasta atacándole. Esta era una masa de gente fácilmente manipulable porque no se detenían a pensar. En la masa hay religiosos judíos y paganos romanos. La masa religiosa ignorante, y la masa secular ignorante. Y un factor común: “me cae bien Jesús siempre y cuando se limite a ser un maestro que nos de buenos consejos. Pero el Hijo de Dios que muere en una cruz que se presenta como el único camino a Dios… eso no lo puedo aceptar.” La reacción de Jesús es de increíble calma: “Para que se cumpla las http://www.lareddelcamino.net/ Escrituras”. O sea, Dios está en control. Hay un plan. La gente viene contra mí injustamente, violentamente, ilegalmente, y ¡Dios sigue siendo bueno! Hay un plan, hay un propósito que terminará siendo en beneficio para toda la humanidad. Cuando entendemos la cruz, enfrentamos el mal contra nosotros con calma. Entendemos que Dios no está ajeno a lo que nos pasa, ¡porque la cruz demuestra lo serio que Dios toma el mal! Al punto que estuvo dispuesto a sufrir el mismo por ello (Romanos 8:28). La calma de Jesús sorprendió a todos. "¡Defiéndete!". "¿No responde nada?". Y eso puso en jaque a todo el mundo. No saben qué hacer con eso. Sin la cruz, cuando enfrentas el mal contra ti lo haces con violencia, quizás si no eres lo suficientemente fuerte para enfrentarte te quedas callado pero lleno de resentimiento, totalmente frustrado, te resientes con Dios por permitirlo y no hacer nada. Pero el que abraza la cruz, se enfrenta a la injusticia con calma porque Dios está en control, porque Dios está llevando a cabo su propósito. Jesús tenía el poder para parar el mal contra él --¡72,000 seres sobrenaturales a la orden!--. Pero no. En su sufrimiento, hubo ganancia. La cruz te dice: "Dios está en control, está haciendo algo contra el mal". La cruz te dice: "Puedes confiar en su amor, en que él es bueno. Y si dejas que Dios se salga con la suya, habrá sanidad, habrá victoria, habrá justicia, habrá salvación… Especialmente para mis enemigos". Espadas y garrotes no son necesarios. La cruz es necesaria. ¿Cómo enfrentas el mal contra ti? La cruz te libera a vivir una vida de calma, esperanzada, en medio de la tormenta. Robert Guerrero RdC República Dominicana Resurrecciones en Samaria (Juan 4) Se pensó que la jornada sería corta, pero no lo es. Los caminos se hacen más largos cuando éstos vienen cargados de tensiones internas. Esta vez no son los "otros", sino los mismos amigos quienes guardan un silencio total. Nada. Ni una palabra se pronuncia. Sin embargo, en los ojos de todos ellos se pueden oír los gritos de disconformidad. Aun las aves parecen oírlos pues todas ellas levantan vuelo ni bien perciben los alaridos de sus miradas. Joshúa sabe lo que pasa por los corazones de sus amigos, pero solo camina. Distendido transita su camino y disfruta del silencio. Otro silencio es el suyo..., uno distinto al de los doce. Estudio Bíblico Llegada la noche deciden establecerse en un lugar algo descampado. Se sientan alrededor de un fogón que el mismo Joshúa ha preparado. Quienes no soportan el silencio sacan los temas de conversación más insólitos. Furzios y tartamudeos acompañan sus exposiciones y delatan la incomodidad http://www.lareddelcamino.net/ que todos sufren, menos Joshúa. Johanán no habla. Está inquieto porque quiere preguntarle a Joshúa el por qué de todo esto, pero tiene temor y el temor le duele. Este dolor lo desilusiona porque él mismo es mejor al lado del maestro. Con Joshúa quiere creer, pero este silencio le revive experiencias que pensó haber dejado atrás. Me refiero al "no decir", a obedecer irreflexivamente como una forma de "fidelidad", a aceptar la censura camuflada en "la verdad". Es una noche rara en tierra extraña... Más cansado de lo normal, Johanán se disponer a dormir recostado sobre trapos y pieles que lo libren de tener mayor contacto con aquel suelo. Era necesario que estuvieran en Samaria. Joshúa, como es su costumbre, se aparta del grupo para descansar. No hay estrellas ni luna que iluminen su entorno. Todo existe de forma más poderosa. A pesar de las calumnias que las religiones han levando contra ellas, Joshúa disfruta a pleno la bendición de las tinieblas. Su primera sensación es la del temor. Luego, descansa en la vulnerabilidad. No sabe qué hay a su alrededor y por ello tampoco qué hacer. Entonces, decide entregarse y se acuesta en el suelo. Sin mantas ni mantos, siente el pasto terso que le es amigable. Mueve un poco sus brazos y luego los recoge sobre su cabeza haciéndolos de almohada. Mira la oscuridad y disfruta de la impotencia. Ruidos diversos vienen de desconocidos lugares y todos ellos parecen estar dirigidos hacia él. En ese silencio y esa accesibilidad se comprende como un ser humano, piensa en la grandeza de su Padre y la belleza de la creación, que por bella es también buena. -Maestro --Sin abrir los ojos sabe quién lo llama-- Puesto de pie, Joshúa sugiere el camino y pero les pide a los doce que se adelanten a la ciudad a comprar algo de comer. -Maestro, ¡tenemos para comer! --Le dice Jacob--Pero no es suficiente –Contesta Joshúa mientras inicia su camino-Encuéntrenme en Sicar al regreso. Un silencio volvió a envolver a los doce. ¿Qué propuesta era esta? Ya no serían tan solo viajeros transitando una tierra impura, ahora, peor todavía, tendrían que recibir la hospitalidad ¡¡de los samaritanos!! Entrar en contacto con ellos, hacer acuerdos, comer alimentos provenientes de sus manos... su pan, su vino... ¿Cómo esperaba Joshúa que los samaritanos recibieran a estos judíos? Quizás hasta tendrían que dar alguna explicación sobre su presencia en esas tierras... Al marcharse Joshúa, atropellaron el espacio con comentarios: -¿Qué es esto? --Explosivamente exclamó el ex cananista Shimón-Todos los demás también explotaron al unísono en sus comentarios... Cefas arrojó al suelo su bolso en señal de desacuerdo con la solicitud de su maestro. Johanan se apartó del grupo por unos metros y se sentó a la sombra de un árbol aislado del resto. Por los labios de Judá pasaban mil conjuras de arrepentimiento por seguir a Joshúa hasta ese lugar. De alguna manera, todos expresaban sus dudas y sus temores. ¿Sería que aquello que se decía de Joshúa era verdad? http://www.lareddelcamino.net/ ¿Sería un farsante? La lógica de Jesús no tenía lógica. Los amigos tardaban. Sentado junto al pozo de Jacob, padre de los Samaritanos, Joshúa ve que el sol está en pleno resplandor. Es el medio día y no ha podido beber nada. No tiene en qué contener algo de agua para beber. Sería inapropiado de su parte beber del recipiente que todos los demás usan para llenar sus recipientes. Contaminaría el agua para los demás. Entre la gente, ve acercarse a una mujer con cierta prisa. Shulamit lleva sobre su cabeza un jarrón vacío, seguramente para llenarlo de agua y llevarlo a su casa. Quizás sin pensarlo demasiado, quizás con toda la conciencia del mundo, cómo podemos saberlo, Joshúa le pide: -Mujer: ¿me da un poco de agua? Cuando está a punto de dárselo, Shulamit advierte que aquel hombre no es samaritano, es judío. Entonces se detiene y suelta el comentario: -¡Cómo se le ocurre pedirme esto? ¡Usted es un judío! (Joshúa recordó el desprecio que los samaritanos sienten hacia los judíos) Mientras tanto los doce han resuelto no ir a la ciudad. Sin acordar qué le dirán a Joshúa, han emprendido camino a Sicar para encontrarse con él. Lo más valiente hubiera sido seguir paso a Galilea, pero no ha llegado a tanto su coraje. Hay muchas cosas en juego para no tomar esa decisión tan coherente. La opinión de sus familiares, por ejemplo. Todos, a excepción de uno, son casados y no son bien vistos por haber dejado en casa a sus esposas e hijos. Inclusive, podría ser que ellas prefirieran cargar con la vergüenza de ser mujeres abandonadas, antes que tener al lado a un esposo que ha perdido su honor por haberse involucrado con un falso Mesías. Aquello que mueve los pies de los amigos de Joshúa no es precisamente la confianza, es la angustiosa necesidad de tener soluciones a todas sus intrigas. -Si Usted supiera del amor de Dios y quién soy yo, Usted me solicitaría agua a mí; y la verdad, yo se la daría sin ninguna excusa un agua para que tenga una vida plena --le dijo Joshúa-Shulamit le contestó con un tono de voz más alto: -¿Qué se cree Usted...? De repente advierte que está sosteniendo una conversación en público con un hombre desconocido. Pero su celo por Dios es mayor y desestima las miradas incriminatorias para defender su fe. -Jacob es nuestro padre. De este pozo se alimentaron sus descendiente, los doce. O será que... ¿Se cree más importante que él? No tiene siquiera con qué sacar el agua... ¿Qué agua puede darme? http://www.lareddelcamino.net/ Las cartas estaban sobre la mesa. Shulamit muestra abiertamente su arraigo a su fe samaritana y su antipatía a la arrogancia de los judíos. -Te das cuenta que no le va a gustar esto, ¿no? -No me importa. No puedo contaminarme de esta manera... No estoy para este tipo de cosas. Espero que tenga una explicación o me vuelvo a la pesca --ya casi llegando a Sicar, conversaban Johanan y Cefas-Joshúa también observa que la situación se ha complicado. La mujer parece ofendida y si las cosas se ponen más tensas podría él mismo terminar siendo expulsado, o peor aún, agredido físicamente por la población. Pero las miradas de desagrado no son solamente hacia él, también hacia ella. Él admira su pasión, pero piensa que buena parte de su intrepidez responde a un corazón experimentado en el dolor. Aunque todo dolor no termina en sabiduría, el de ella parece haber superado la resignación por una fe valiente en el Dios de su padre Jacob. -Ya le digo, cualquiera que beba de este pozo volverá a tener sed, pero si bebe del agua que yo le ofrezco será como tener una fuente de agua en su ser para gozar de una vida plena --le dice Joshúa-La mujer calla y lo mira. Esta segunda mención a la vida plena la ha silenciado. Ahora advierte que es una propuesta y Joshúa la mira con ternura. Ella puede reconocer esa mirada de algún lugar. No recibe cariño desde hace mucho tiempo, pero sabe que existe. Sabe que hay amor en el mundo. Ese afecto que alguna vez recibió lo ha guardo en lo profundo de su ser a pesar de tantos años de sufrimiento. Por esa esperanza es que ahora reconoce esa mirada. -Dame de esa agua para que puede seguir creyendo --Shulamit le dice a Joshúa en tono bajo y titubeante-- -Trae a tu esposo para poder dártela Ahora la desazón se apodera de Shulamit. No había acuerdos con mujeres. Ni siquiera en materia de fe. No debió haberse ilusionado, pensó. -¡No tengo esposo! --Le contestó enérgicamente mirándolo a los ojos-- -Es verdad, --le dice pausadamente Joshúa-- pues tuviste cinco esposos, pero el hombre con el que vives no es tu esposo, ¿verdad? Shulamit no entiende lo que sucede. Cómo es que conoce su historia. Es posible que su cuerpo cansado, que su mirada espaciada, le haya dicho a este hombre que ella es una mujer sufrida. ¿Pero conocer de su viudez y los abandonos?... ¿Cómo podría saber esto? ¿Quién se lo contaría? Nuevamente la postura de Jesús parece decirle algo más. Él no se acerca como quien la desprecia, sino como quien se preocupa por ella. No la culpa de los desprecios que sufrió en sus divorcios. Conoce su actual condición de sierva de un hombre que la explota como una esclava. -Me parece que eres un profeta. Yo..., digo, nosotros... tenemos una tradición religiosa distinta a la judía. Para nosotros Dios se revelaba desde Gerizim, pero Ustedes dicen que lo hace en Jerusalén --comenta Shulamit -- http://www.lareddelcamino.net/ -Mujer, no te lo voy a negar. Ustedes adoran lo que no saben, pero nosotros sí lo sabemos. La salvación surgirá del pueblo judío. Pero no es por los judíos, ni para los judíos por el mero hecho de serlo. Ha llegado el tiempo en que ni en Gerizim ni en Jerusalén, ni por ser judío o samaritano, ni por hombre, ni libre... (la emoción Shulamit) enciende el rostro de Camino a Sicar, Judá, no el tesorero, el otro, detiene su marcha y les pide a los demás que se detengan. No se anima a llegar a Joshúa sin la comida. No se trata obviamente de dejar al maestro sin comida, sino de ir demasiado lejos con aquello de no mezclarse con los samaritanos y rebelarse al maestro. Claro que Joshúa sabe que esto les molesta, pero ¿por qué pensar que la solicitud de Joshúa es provocativa? Es decir, ¿por qué creer que les ha pedido esto para humillarlos o hacerles notar su autoridad? Nunca ha procedido así. Invitándolos a mirar hacia el oeste, a menos de 100 codos, se puede ver una pequeña aldea en la que podrían conseguir algo de comer. -Siguen Leví-- siendo samaritanos --aclara -Claro, porque tú no tienes una historia, ¿verdad? --le replica Judá-Ahora Leví lo mira fijamente dispuesto a iniciar una discusión. Cefas lo nota e interrumpe con una sugerencia. -Elijamos a uno para que vaya y compre algo de comer -Que vaya Judá --dice Leví-Resuelto a no encontrarse con Joshúa sin algo que darle de comer, Judá prefiere contaminarse y se dirige hacia el pueblo con el dinero que el Iscariote le acaba de entregar. -Dios es Espíritu, y los que le adoran, únicamente podrán adorarle desde un testimonio de vida consecuente con su Padre. No habrá lugar entre ellos para la discriminación ni el desprecio. No habrá herencias raciales ni de género, ni historias personales que los excluyan... Todo ser humano tendrá libertad para acercarse a Dios. Ahora sonriendo, Shulamit quiere abrazar a Joshúa pero no llega a tanto. -Sabía que vendría un Mesías y nos compartiría todas estas cosas... -Tú ya sabías mucho de esto, yo solo te estoy anunciando su realización... Shulamit dejó el jarrón en el suelo y salió corriendo a la ciudad anunciando que había hallado al Mesías. En ese transcurrir se cruza con los doce que venían con algo de comida y les comenta lo que le había sucedido. Estos hombres se quedan sin palabras y observan que otros samaritanos se acercan y le prestan toda la atención. No es su vehemencia, sino su claridad para expresar su fe lo que convoca a tantos... Inclusive los doce le prestaban total atención. Al oír todo esto, muchos samaritanos de aquella ciudad se dirigieron a Sicar para encontrarse con Joshúa. También fueron los doce. Cuando estaban por llegar se adelantaron a la multitud y le ofrecieron la comida que habían comprado. En especial Judá que esperaba quizás http://www.lareddelcamino.net/ alguna mención especial por haber hecho el esfuerzo de comprar la comida. -No gracias. No tengo hambre --le respondió Joshúa ante el ofrecimiento de la comida-Pensaron que quizás ya había comido algo... no entendían bien lo que sucedía. ¡Tanto lío por comprar la comida para nada! ¿Por qué entonces les pidió que comprasen la comida si finalmente no iba a comerla? Inmediatamente después llegan Shulamit y varios samaritanos que quieren oírle. Joshúa acepta sus saludos y se sienta con ellos a compartirles el mensaje del reinado de Dios. Shulamit no cesaba de hacer intervenciones y de compartir sus apreciaciones que enriquecían las enseñanzas de Joshúa. Los amigos, por su parte, tomaron asiento pero no se animaron del todo a recibir la hospitalidad de los samaritanos. Al menos no todos ellos. Entonces uno se acercó a Joshúa y le compartió un pedazo de pan. El maestro le agradeció, bendijo el alimento y lo comenzó a comer sintiendo su cuerpo tener nueva vitalidad. Judá apretó la alforja con la comida, y mientras algunos de los doce seguían atónitos sin entender bien lo que sucedía, este amigo de Joshúa abandonaba su muerte al comprender el por qué de la solicitud de Joshúa. Dos días enteros compartieron con los samaritanos. No fueron los buenos argumentos de Joshúa, sino el encuentro de los cuerpos, de sus historias y sus esperanzas, por lo que los doce conocieron al Dios que es Espíritu. No fue en Jerusalén, ni con los rabinos de sus sinagogas, sino en medio de samaritanos que descubrieron la adoración a Dios desde una vida de inclusión. Cuando recibieron la hospitalidad samaritana se confrontaron a sus propias muertes. Supieron de su soberbia que los excluía de la vida y de su necesidad de amarse de otras maneras. El silencio de Joshúa fue llenado en aquellos dos días. El silencio habló por medio de sonrisas, de mantas recibidas para protegerse del frío, de testimonios samaritanos de resurrecciones cotidianas. Es verdad, todos los doce no hicieron el mismo proceso, ni éste fue pleno en aquella precisa ocasión. Pero varios de ellos, como lo había hecho Shulamit y otros samaritanos, se sirvieron del agua que los encaminó a la inclusión, a la comprensión del Dios de la vida que resucita de las muertes. Juan José Barreda Toscano RdC Argentina . . .