La doctrina fascista de Mussolini “Siendo antiindividualista, el sistema de vida fascista pone de relieve la importancia del Estado y reconoce al individuo sólo en la medida en que sus intereses coinciden con los del Estado. Se opone al liberalismo clásico que surgió como reacción al absolutismo y agotó su función histórica cuando el Estado se convirtió en la expresión de la conciencia y la voluntad del pueblo. El liberalismo negó al Estado en nombre del individuo; el fascismo reafirma los derechos del Estado como la expresión de la verdadera esencia de lo individual. La concepción fascista del Estado lo abarca todo; fuera de él no pueden existir, y menos aún valer, valores humanos y espirituales. Entendido de esta manera, el fascismo es totalitarismo, y el Estado fascista, como síntesis y unidad que incluye todos los valores, interpreta, desarrolla y otorga poder adicional a la vida entera de un pueblo (...). (...) La base de la doctrina fascista es la concepción del Estado, de su esencia, de sus deberes, de sus fines. Para el fascismo, el Estado es un absoluto, ante el cual los individuos y los grupos son lo relativo. Individuos y grupos son “factibles” en la medida en que forman parte del Estado. El Estado liberal no dirige el funcionamiento y desarrollo material de las colectividades, se limita a acusar los resultados (...) El Estado, tal y como el fascismo lo concibe, es un hecho espiritual y moral. (…) El fascismo rechaza el pacifismo, el cual en el fondo esconde una renuncia a la lucha y una cobardía ante el sacrificio. Únicamente la guerra lleva a su punto máximo de tensión todas las energías humanas e imprime un sello de nobleza a los pueblos que poseen la valentía de enfrentarse a ella (...). Es por ello que una doctrina que parte de un postulado previo de la paz es ajena al fascismo (...) por otra parte, el fascismo transporta también estas ideas anti pacifistas a la vida de los individuos (... ). Una concepción semejante de la vida lleva al fascismo a ser la negación absoluta de esa doctrina que constituye la base del socialismo, llamada científica o marxista, la doctrina del materialismo histórico, según la cual la historia de las civilizaciones humanas se explicaría únicamente a partir de la lucha de intereses entre los diferentes grupos sociales y la evolución de los medios e instrumentos de producción. Nadie niega que las cuestiones económicas -descubrimientos de materias primas, nuevos métodos de trabajo, inventos científicos– tengan su importancia, pero es absurdo pretender que basten para explicar la historia humana. (...) No tenemos ningún plan doctrinal (...) nuestra doctrina es la acción. El fascismo nace de una necesidad de acción y es acción. El fascismo niega que el número, por el solo hecho de ser número pueda dirigir las sociedades humanas, niega que este número pueda gobernar gracias a una consulta periódica. Afirma la desigualdad indeleble, fecunda y bienhechora de los hombres, que no es posible nivelar gracias a un hecho mecánico y exterior como el sufragio universal. Se puede definir a los regímenes democráticos como aquellos que dan al pueblo, de tiempo en tiempo, la ilusión de la soberanía (...). El fascismo rechaza de la democracia la absurda mezcla convencional de igualdad política, el hábito de la irresponsabilidad colectiva, el mito de la felicidad y del progreso indefinido. Pero si la democracia puede entenderse de modo diferente, si ella significa no dejar al pueblo al margen del Estado, el fascismo puede ser definido por el que escribe estas líneas como una 'democracia organizada, centralizada y autoritaria.(...). (...) Nos permitimos el lujo de ser aristócratas y demócratas, conservadores y progresistas, reaccionarios y revolucionarios, legalistas e ilegalistas, según las circunstancias, el lugar y el cuadro donde hemos de vivir.” B. Mussolini: La doctrina del fascismo. Milán, 1932.