M.U.R.S. / La compañía Seis hombres, 20 años después Se

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M.U.R.S. / La compañía
Seis hombres, 20 años después
Se despidieron colectivamente de los escenarios al cobijo de tres letras, MTM. Pero,
ahora, 20 años después, regresan aupados por cuatro: M.U.R.S.
La última vez que los seis socios de La Fura dels Baus trabajaron juntos en un
espectáculo corría 1994: resonaban aún los aplausos de las ceremonias de
Barcelona'92 cuando estrenaron MTM. Desde entonces y a lo largo de dos décadas,
han seguido trabajando, mucho y con éxito, pero aunque hayan firmado todos sus
trabajos como colectivo, aunque toda su producción pueda presumir del
inconfundible sello del lenguaje furero, los seis componentes de la compañía – Miki
Espuma, Pep Gatell, Jürgen Müller, Àlex Ollé, Carlus Padrissa i Pere Tantiñà- han
crecido como creadores en solitario: ya sea a través de grandes producciones
operísticas, del teatro de calle de gran formato, de las performances o de los
escenarios teatrales.
“Hacía tiempo que teníamos ganas de volver a trabajar juntos. Sólo nos hacía falta
que alguien nos ofreciera una excusa; y ese alguien fue Ramon Simó, quien nos
propuso que creáramos un espectáculo para el Grec con motivo de las celebraciones
de 1714”, recuerda uno de los seis fundadores de La Fura, Jürgen Müller, quien
admite que, durante estos años, han sido sus carreras en solitario las que han
alimentado a La Fura como colectivo.
Abanderados del trabajo en equipo, reivindican la necesidad de la fricción y de la
complementariedad entre los miembros del grupo. Dos cualidades que, si ya les
definían hace 20 años, todavía determinan su manera de funcionar. Cierto es que los
seis componentes de La Fura se complementan entre sí, pero también que, siempre
que lo han creído necesario, han incorporado a alguien de fuera para redondear el
equipo. “Ya en nuestro segundo montaje, Suz o Suz, buscamos especialistas que nos
permitieran crecer en el terreno musical; y, cuando nos adentramos en el teatro de
texto, también incorporamos colaboradores para poder mejorar el trabajo con los
actores. Nunca hemos tenido miedo a invitar a alguien externo a la compañía que
sepa más que nosotros de alguna cuestión concreta”, explica Jürgen, quien ofrece más
pistas de su sistema de trabajo colectivo, aparentemente anárquico, sin jefe visible:
“El mejor director siempre es la mejor idea traducida de la mejor manera para poder
llegar al público”.
Y si reconocen que el paso del tiempo les ha ayudado a crecer, admiten también que,
quizá, haya limado sus aristas: “Empezamos nueve, después quedamos seis, pero
siempre hemos sido todos hombres y eso ha condicionado nuestra manera de
comunicarnos que siempre fue muy ruda. Pero estos años de trabajar con otra gente,
con hombres, pero también con mujeres, nos ha hecho más fáciles, más tolerantes en
nuestras relaciones”.
M.U.R.S. / El espectáculo
'M.U.R.S.' digitales
Vivimos en un mundo de siglas que puede llegar a confundirnos, pero que nadie
piense que murs (muros) y M.U.R.S significan lo mismo. Los M.U.R.S. que levantará
La Fura dels Baus quizás no estén construidos con piedras, ladrillos y cemento; y
puede que no sirvan para levantar puentes, ni vallas, ni fronteras; sino tan sólo para
engrandecer las ciudades del futuro y, quizás, convertirlas en cárceles.
Los M.U.R.S. de La Fura se esconderán entre los del Castell de Montjuïc, en un patio
en el que los espectadores descubrirán las aparentes ventajas del nuevo mundo
prometido, el de las smart cities, las proclamadas ciudades inteligentes en las que
todo estará bajo el control de la tecnología digital. “Para los espectadores será como
llegar a Marina d'Or”, bromea Jürgen Müller, uno de los socios de la compañía, que
describe, a grandes rasgos, estas ciudades: “Gobierno digital, economía digital,
movilidad digital...”.
La Fura dividirá el patio interior del Castell en cinco espacios donde “experimentar
los conceptos que nos venden como propios de las smart cities”; espacios por los que
el público podrá transitar libremente. En cada una de estas áreas convivirán las
imágenes que se proyecten (ya sean vídeo o realidad aumentada) con las historias
protagonizadas por los nueve actores de la compañía y las vivencias que atesoren
unos espectadores condenados al mismo mal que nuestra sociedad: la desinformación
por exceso de información.
“Las nuevas tecnologías nos abren nuevas ventanas de percepción”, apunta Müller.
“Desde La Fura siempre hemos hecho teatro contemporáneo. Siempre hemos
reflexionado sobre aquello que integra nuestro mundo. Por eso, ahora, tenemos que
hablar del impacto de las nuevas tecnologías, porque están cambiando nuestra forma
de vivir y de entender el mundo más rápida y radicalmente de lo que lo hizo la
Revolución Industrial”.
Pero esta nueva manera de entender el mundo no sólo nos abre un abanico de
infinitas posibilidades, también plantea un sinfín de interrogantes éticos: “Hace 10 o
15 años, se anunció que todos acabaríamos identificados por un microchip y la mera
posibilidad abrió un debate muy potente. Pero han sido capaces de lograr no sólo que
lo llevemos siempre encima y que no podamos vivir sin él, sino que cada tres o cuatro
años nos compremos otro más moderno”, dice Jürgen mirando su teléfono móvil.
Y es precisamente sobre estas dudas que La Fura dels Baus ha asentado los M.U.R.S.
de su nuevo espectáculo.
M.U.R.S. / La tecnología
Con el chip a cuestas
Si las smart cities son digitales, el nuevo espectáculo de La Fura dels Baus, el primer
smart show conocido, también precisará de las tecnologías digitales. Quién quiera
disfrutar de M.U.R.S, antes de acceder a la representación, deberá descargarse en su
teléfono móvil una aplicación que le permitirá recibir toda la información que
necesite, gracias a la red wifi interna que se instalará en el recinto del Castillo de
Montjuïc. Será a través del móvil que le llegarán al espectador los anuncios, las
indicaciones, los apuntes sobre el universo en el que se irá adentrado, un mundo en el
que los actores convivirán con las máquinas, con las proyecciones de vídeo, con la
música y con las infinitas posibilidades que ofrece la realidad aumentada. Los smart
phones serán el camino de acceso, el compañero imprescindible para disfrutar del
espectáculo: “Quien no tenga uno deberá amarrarse al brazo de alguien que sí”,
admiten desde La Fura. El juego está servido.
“Las nuevas tecnologías siempre han estado presentes en nuestros espectáculos”,
recuerda Jürgen Müller. Y es fácil darle la razón con un mínimo repaso a la
trayectoria de esta compañía que se formó en Moià a finales de la década de los 70,
que se dio a conocer con Accions (1984) y que ya incorporó el debate sobre la
relación entre el hombre y la máquina en Noun (1990). Desde entonces, lásers 3D,
hologramas, vídeos y máquinas han estado presentes no sólo en todas sus creaciones
sino también en la manera en que se han relacionado con su público. Una relación
que si muchas veces se ha establecido a través de la interpelación directa, ahora, en
M.U.R.S, lo hará a través de la interpelación digital,
La Fura siempre ha buscado fuera de la compañía a aquellos compañeros de viaje
necesarios para cada espectáculo. Y en esta ocasión no ha sido diferente, sólo que en
vez de dramaturgos, músicos o actores se han aliado con ingenieros informáticos
capaces de convertir en realidad sus sueños tecnológicos. La Fura ha trabajado en el
Massachusetts Institute of Technology (MIT) y en el Futurlab del instituto Ars
Electronica de Linz (Austria). Además han contado con la asesoría del departamento
Open Systems de la Univeritat de Barcelona y la Rovira Virigili, junto con TigreLab
y el Institut Municipal d'Informàtica de Barcelona.
M.U.R.S. / El espacio
El peso de la historia
No es baladí. Ni se trata de una decisión vacía de contenido. El Castell de Montjuïc
es el escenario idóneo para acoger los M.U.R.S. de La Fura dels Baus. Y no tan sólo
por las evidentes razones estéticas, también por las éticas e ideológicas que se
esconden en su pasado. Pocos muros barceloneses han sido tan odiados como los del
Castell. Sus piedras son testigo de las balas que atravesaron a muchos de los que,
durante los últimos siglos, han luchado por Barcelona, por salvaguardar su libertad,
por proteger sus esencias. Y si ese pasado está presente en la ciudad, también se
esconde en los genes de algún miembro de la compañía: “La familia de Pere Tantiñà
sufrió mucho allí arriba”, recuerda otro socio de La Fura, Jürgen Müller.
Construido primero como un fortín, se convirtió en castillo a finales del siglo XVII y
adquirió un aspecto bastante parecido al actual a finales del siglo XVIII. Pero durante
esas pocas décadas ya fue testigo de un gran derramamiento de sangre y de uno de los
momentos más tristes de la historia de la ciudad y del país: tras ser perdido y
recuperado en varias ocasiones durante la Guerra de Successió, fue entregado a las
tropas borbónicas el 12 de septiembre de 1714, como uno de los acuerdos de las
Capitulaciones firmadas con el duque de Berwick.
Su relación con la ciudad ha mantenido más sombras que luces a lo largo de los
siglos: en 1808 fue ocupado por los franceses; en 1842 sirvió para bombardear
Barcelona de acuerdo con las órdenes de Espartero; se convirtió en prisión para los
anarquistas que protagonizaron las revueltas de finales del siglo XIX y también para
los que participaron en la Setmana Tràgica. Allí también encerraron a los obreros que
arrastraron La Canadenca a una de las huelgas más famosas de la ciudad; y,
evidentemente, fue también testigo de la brutal represión franquista.
Un pasado oscuro que quedará sepultado bajo los M.U.R.S. que construirá La Fura y
que ayudarán a reconciliar a la ciudad con su castillo.
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