Escuela Diocesana del Catequista Diócesis de Valladolid 1. La catequesis en la misión evangelizadora de la Iglesia 1.2. Dinámica del proceso de evangelización-nueva evangelización El proceso de la evangelización que es único e idéntico en todas partes y en todas las condiciones, aunque no se realice del mismo modo según las circunstancias, se despliega con una dinámica peculiar, propia de la implantación de la Iglesia entre los pueblos o grupos que todavía no creen en Cristo. Esta dinámica del proceso evangelizador se desarrolla y está estructurado en etapas (Catechesis Tradendae (CT) 18; Directorio General de Catequesis (DGC) 49), que constituyen como el paradigma de toda la actividad evangelizadora de la Iglesia, la cual, partiendo de modestos comienzos, avanza gradualmente en su esforzada actividad por realizar, bajo la acción del Espíritu Santo, el designio de Dios. Respondiendo a cualquier condición o situación con acciones propias y recursos adecuados, la Iglesia lleva a cabo su obra evangelizadora en un proceso dinámico que tiene su propia lógica interna y en el que se van sucediendo los diversos elementos y momentos que lo integran: -La “acción misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa” (DGC 49), para los no-cristianos y para aquellos espacios humanos donde la Iglesia no está implantada. Es la acción evangelizadora más propiamente dicha: misión ad gentes, centro y paradigma de la evangelización de la Iglesia, tarea primaria, referente de toda la acción misionera de la Iglesia, también de la “nueva evangelización” ya que “sin la misión ad gentes, la misma dimensión misionera de la Iglesia estaría privada de su significado fundamental y de su actuación ejemplar”. Se trata de la acción evangelizadora llevada a cabo en la situación de aquellos “pueblos, grupos humanos, contextos socioculturales, donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos”, o también, en los países de vieja cristiandad y aun de las jóvenes iglesias, “grupos enteros de bautizados que han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio”: testimonio de la vida y el diálogo, presencia de la caridad, predicación misionera y conversión; renovación de la humanidad; testimonio y anuncio explícito de Cristo a los no creyentes o a los que se han alejado de la fe, dar razón de la fe y del sentido que nos anima, “nueva evangelización”. -La “acción catequética –iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciación”, para los ya convertidos y “rudos” en la fe: catecumenado e iniciación cristiana, formación y noviciado convenientemente prolongado, temporal, de la vida cristiana, referente en el que toda la acción catequizadora de la Iglesia debe inspirarse; explicitación y profundización en el Evangelio de Jesucristo, plenitud y cumplimiento de las Escrituras; enseñanza elemental de la fe cristiana eclesial, fundamentación de esa misma fe, profundización en ella; confesión de fe; participación en la vida sacramental, sacramentos de iniciación, adhesión a la nueva manera de ser, de pensar y de vivir que inaugura el Evangelio y opera en la caridad; vida de oración que expresa y alienta la esperanza teologal; inserción progresiva y dinámica en la vida de la Iglesia (cf. DGC 49). -La “acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana” (DGC 49), para los ya bautizados y participantes del misterio eucarístico, para aquellas “comunidades cristianas dotadas de estructuras eclesiales adecuadas y sólidas, que tienen un gran fervor de fe y de vida, que irradian el testimonio del Evangelio en su ambiente, y sienten el compromiso de la misión universal”: formación de la comunidad cristiana, reunida en torno a la Eucaristía, diversificada en carismas y ministerios, que visibiliza y presencializa la realidad sacramental de la Iglesia en la palabra y en su anuncio, en la “diaconía”, en la comunión, en la liturgia y signos sacramentales, en un apostolado activo y misionero. En la situación actual que estamos viviendo en nuestro tiempo es preciso insistir, dentro del proceso total de la evangelización y teniendo presente el paradigma de la misión ad gentes, en la acción misionera en su sentido más propio. La situación religiosa y cultural que estamos viviendo nos compromete a impulsar decididamente una vigorosa acción misionera de nuestro mundo, en su caso una nueva evangelización que anuncie la salvación definitiva y decisiva, plena, que Dios nos ofrece por medio de Jesucristo muerto y resucitado; una acción misionera que con toda sencillez, libertad u osadía anuncie la presencia y la intervención salvadora de Dios en favor del hombre en Jesucristo, que promueva la conversión a Dios, que presente a Jesucristo como “camino, verdad y vida”. Es la hora del anuncio misionero, gozoso y esperanzador, del Evangelio, la hora del testimonio del Dios vivo, la hora de presentar al hombre de hoy las maravillas de Dios y de sus promesas, cumplidas ya en el acontecimiento de la Encarnación. Es necesario tener siempre en cuenta y como punto de mira y meta que la evangelización tiende a la “transformación profunda de la mente y del corazón” (DGC 55). A partir de la conversión que implica la vida nueva en Cristo, vivida comunitariamente en la Iglesia, la evangelización se extiende hasta la renovación de todo el entramado social de las personas en la sociedad, familia, relaciones profesionales, relaciones cívicas, creatividad y expresiones culturales, ordenamientos legales y políticos. De lo que se trata es de provocar, por el anuncio y testimonio del Evangelio, el encuentro personal con Jesucristo en persona, vivo y presente en la Iglesia, y así, de “convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprendidos, su vida y ambientes concretos” (EN 18), y de hacer posible, en la fuerza del Espíritu, que la vida real de los hombres, en toda su amplitud responda a las verdaderas dimensiones de nuestra humanidad redimida y engrandecida por Dios a la medida de la humanidad de su Hijo Jesucristo. De este modo, una Iglesia renovada interiormente, hecha de hombres y mujeres nuevos con la novedad de la vida conforme al Evangelio, renacida desde la Palabra y la gracia de Dios, vivificada en el encuentro con Jesucristo, el Redentor del hombre, será capaz de dar respuesta nueva y actual desde el Evangelio a las necesidades y cuestiones del hombre en la nueva sociedad, contribuirá a “rehacer el entramado entero de la sociedad humana” y creará una nueva cultura en medio del mundo contemporáneo. Urge un nuevo esfuerzo creador y vigoroso en la evangelización o acción misionera de nuestro mundo. El reto es decisivo y no admite dilaciones ni esperas. Es la hora de Dios, es la hora del anuncio misionero que llama y urge a la conversión, es la horade la renovación interior de nuestras comunidades por una renovada conversión, es la hora de emprender, proseguir, llevar a cabo con toda decisión, una acción misionera con todo su vigor y amplitud. Se impone una nueva evangelización en el interior de las comunidades cristianas. Entre la evangelización misionera y la necesaria nueva evangelización o evangelización interior hay una profunda vinculación. La Iglesia debe auto evangelizarse para evangelizar: evangelizar a un mundo no creyente es imposible sino se hace desde una comunidad cristiana que realiza una auténtica, efectiva y constante obra de auto evangelización, es decir, de catequización. La evangelización ad intra es fundamentalmente una intensa obra de catequesis, una nueva catequización, eclesialmente fundante y misionera para la renovación de nuestras comunidades cristianas, que ofrezca la originalidad y la realidad del Evangelio en toda su unidad, integridad, belleza y significación vital y que inicie y conduzca a la vida cristiana en toda su extensión y hondura. La evangelización, por tanto, es un proceso dinámico, que se desarrolla de forma gradual, estructurado en etapas o momentos esenciales que coinciden de alguna manera con las etapas del nacimiento, crecimiento y maduración de la fe. Dentro de este recorrido, la catequesis aparecerá como una de las acciones principales -esenciales- del proceso total de evangelización, de la que es parte integrante. En síntesis, se puede considerar este proceso evangelizador desplegado fundamentalmente en tres fases o etapas sucesivas que llevan a la profesión de la fe y la plenitud de la vida cristiana: 1.- La acción misionera, dirigida a los no creyentes y a los que viven en la indiferencia religiosa. 2.- La acción catequético-iniciatoria, para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciación. 3.- La acción pastoral, para atender a los fieles cristianos ya maduros de la comunidad cristiana. Un esquema que resume el proceso de la evangelización puede ser el siguiente: Etapas o fases de la evangelización Acción Misionera Naturaleza y finalidad - Es la acción eclesial que trata de suscitar la conversión a Jesucristo - Es la acción eclesial que trata de conducir a la confesión de fe, inherente al bautismo. Por tanto, capacita básicamente a los cristianos para: Acción catequizadora a) Entender, celebrar y vivir el Evangelio. b) Participar activamente en la realización de la comunidad eclesial. c) Participar en el anuncio e instauración del Reino de Dios entre los hombres.- Dirigida a (destinatarios) - Los no creyentes - Los alejados de la fe - Los que han optado por el Evangelio Medios - Testimonio de vida delos cristianos - Primer anuncio explícito del Evangelio - Todos los medios necesarios para llevar acabo las diversas formas de educación en la fe. - El conjunto de acciones que la comunidad cristiana realiza con sus fieles para: Acción pastoral a) Alimentar continuamente su fe. b) Fortalecer su comunión eclesial. c) Animar su participación en la tarea evangelizadora de la Iglesia. - Miembros ya iniciados en la fe - Ministerio de la Palabra. - Celebración de la liturgia - Ejercicio de la caridad.