Í.MDAD DICHOSA REVISTA ILUSTRADA DE INSTRUCCIÓN Y RECREO PARA NIÑOS Y NIÑAS ARo II. i Madrid, 18 de Mayo de 1891. Núm. XIV. CRÓNICA Espectáculos de la semana.—Carreras de caballos.—Cómo me gustarían las carreras.— El desfile.—Los Jóckeys.—La Exposición d9l Circulo de Bellas Artes.—La Exposición canina.—La pantomima acuática. sé, benévolos lectores, si os gustarán las carreras de caballos: lo que sé es que yo me he propuesto con la mejor voluntad aficionarme ¡I las tales carreras, y no lo puedo conseguir por máa que hago. Creo que para ser )'o aficionado íV semejante espectilculo sería preciso que poseyera caballos de carrera que con BU ligereza me ganaran todos los años cincuenta ó sesenta mil duros. De esta suerte, si me parece que tendría gusto en asistir á las carreras y ver correr á mis cihallifos triunfadores. Y j'O mismo correría, ti volarla, mejor dicho, buscando por el mundo caballitos que me proporcionaran aumento de renta por medio de !n licroreza desús patas. Pero no teniendo caballos que me ganen diiioro, ni sirndo afortunado en ninguna (•!:i-v il' ju, -os de azar, y no contando, por consiguiente, con la probabilidad de ganar i'n las u])nostiis, ni pnso.vondo lujosos treni--: (;l\ ( ¡ t i c l l l r i r i-n i l ( ¡ c s l i l r lili í i a l llH-llííl, y mi gurliií \ niiiil"! en i'l bipi'nlrnnin, con- vidando á los amigos á emparedados, fiambres, Jerez y Champagne, y no entendiendo, por v'iltimo, una jota en cosa de ejercicios liípicos, maldita la afición que tengo á tal fiesta, en la que tardará mucho el público matritense en hallar atractivo. Lo que realmente es vistoso, pintoresco y original, os el desfile de los trenes que acuden ii bis carreras, y que so verifica después que tcr minan éstas. Y además de ser un espectáculo bonito, no cuesta dinero. De suerte que, por mí, pudieran suprimirse las carreras y conservar el desfile. Lo mismo me parece que pensarán todos los abonados á este i'dtimo. Pero ya que no puede haber desfile si no hay carreras, me avengo á que haya carreras j)ara que ])ueda haber desfile. Pero hal)éis de saber—y os lo digo por que, teniendo cada uno de vosotros en < ,i-a el bipódniínii ipii' Ids rdilores de LA IMIAU DICHOSA OS icpalnn, os interesará todo lo que se relien' ,'i cslc enpectáculo—que IOR /(íc/rci/.Sj (!s di'cir, l,is inu' moulan lí líos corrinloros, no son persona^^ '" LA EDAD DICHOSA. 210 cantes, como creen algunas gentes, toda vez que suelen ganar sueldos fabulosos,^ como no los gana el sabio que más se haya (¡uemado las cejas en este mundo, ni el más inspirado poeta, ni el novelador más famoso, ni los mismos ministros que dirigen los asuntos políticos. Jockey inglés ha muerto, porque también se mueren los jikkeys, que ha dejado una enorme fortuna, ganada á todo galope, á carrera tendida. Eso sí, alguno se apea por las orejas ó por el rabo, y se revienta; pero no hay atajo sin trabajo, ni carrera sin peligro, y ese es 1111 accidente del oficio, como los toreros (stán expuestos siempre á que los ensarte I II un pitón, ó en los dos, el toro má,s iní<-li/ ili: li)s inii' salen li la plaza. su actividad al honroso propósito de que el Círculo de Bellas Artes, que empezó modestísimamente, sea una institución útilísima que contribuya, de la manera más eficaz y brillante, á la propagación del buen gusto y de la afición á las artes, una de las más evidentes señales de la cultura de un país. • Otro espectáculo os ofrece el mes de Mayo, la Exposición canina, que de fijo os interesa en gran manera, porque los niños y los perros suelen ser muy amigos, (|UÍero decir los niños y los perros buenos, porque hay niños malos que no quieren á los animales más que para maltratarlos, y hay también perros de mala índole, deshonra de la especie, que acometen y muerden á Más bello y culto e8i)ectáculo es el que los niños y á las personas mayores, y es ahora nos ofrece en el Palacio de Cristal preciso tenerlos amarrados. No porque haya malos perros, deja de del Parque de Madrid, antes Buen Retiro, ser el perro, en general, el animal más (1 Círculo de Bellas Artes. Este Círculo, al que pertenezco con muchísimo gusto, es noble, agradecido é inteligente que se couna reunión de artistas y escritores (tam- noce. La historia está llena de hechos nobién los escritores son artistas, y el que no tables, heroicos, si se quiere, de benemées artista no será cosa mayor como escritor) ritos perros. Estos animales han salvado que sólo se ocupa en cuestiones de arte y de la muerte á muchos niños con su admien fomentar, por consiguiente, la afición rable instinto y su prodigiosa fuerza, y al arte. Por esto cada dos años dispone una muchas veces el perro ha sido el único l^xposición en que los socios que saben compañero, el consuelo único de algún pintar y los escultores presentan sus obras, liorabre desventurado. V las venden á los amaleurs. Cada ExposiPor consigiiiente, está muy justificado el las de este Círculo señala un gran afecto que á ios niños buenos inspira ese ].ri)gii\so. La actual es más rica en cantidad animal que parece adivinar en la mirada y en calidad que la del pasado bienio, y el del amo los pensamientos de éste, y que jiúblico la visita con verdadero interé's. e a toda ocasión demuestra cualidades tan Nuestros padres os llevarán , seguramente, nobles como son la lealtad, el valor, la en estas hermosas tardes de Mayo, á con- abnegación, la gratitud y la resignación. templar las obras expuestas. La contemLa Exposición canina os interesará como placiíJn de estas bellas manifestaciones del digo, y haréis bien en verla, pero sin acer:iiie coiistitn}en el in.i i-ultü de los especperros, especialmente á táculos y el m:is agradable á la vista y al ierillos ó ratoneros, que ent-indimiento. No 08 cito iiumbres de los son le 1 ser los ¡jcor expositores, porque ocii|i;iria la li.'^la larL'n Í!i(i:i]<s ;.,pi' -. |r''\-enir <|Ue rci'Spacio, y me expondría ;i omiiir alLTini') inel'ar, ',• ¡ee 'iliir un liior'liscí), entre lu.s cuatrocientos expositeuc», Indos <] 'hiei- .-¡laiijire niuiL'Uahnciitc c-iimaMe-:. Si'iln citare al que ciía a : •: ,' ; -e á d i í l a i i e i a bas- • '••• • •I-."! Cireiilo. MI l'ieJ,!,..,;, li Ber- t a n t e ¡lai.. . q u e .le.lir.'i ' toda 211 LA EDAD DICHOSA. gleses, que, aunque son tan seriotes y flemáticos, tienen á veces muchísimo salerro, y son los mismos enemigos para inventar diabluras y provocar la hilaridad del ilustrado público y sacarle bonitamente los cuartos. Aunque no soy inglés, me atrevo á aconsejar á los ingleses que, alhi, para los días calurosos de Julio y Agosto, den con laentrada, al espectador que lo quiera, derecho , para bañarse, vestido se entiende, en la pista, y muchos preferirán para este objeto el Circo á los barracones de estera apolillada que constituyen los famosos baños del Manzanares, y como especUlculo será mucho más atractivo que ahora. Y hará la empresa del Circo una gran competencia, no sólo á los dueños de aquellas elegantcii barracas, sino hasta á las patronos y ¡V los fondistas de San Sebastián, y á la em])resa del ferrocarril, que verá disminuir considerablemente la concurrencia de vinjeros en los trenes llamados del ¿(o<tyo. Es posible que esta idea que expongo la haya tenido antes la empresa del Circo de Colón, pero de todos modos no he querido quedai-me con ella dentro del cerebro, por si acaso la empresa no pensaba establecer en los horribles días do Julio y Agosto el balneario para el público aficionado á los ejercicios gimnásticos y á los chapuzones. ¿Habéis visto por casualidad la pantomima acuática que atrae ahora al público al Circo de Colón? Todo el mundo va á. ver esta novedad, con lo que se agotan los billetes en el despacho, y el empresario, mientras ios de la pantomima se bañan en la pista en agua del Lozoya, se baña en agua de rosas. Yo, para contároslo luego, fui la otra noche , una de las más frías por cierto, y en verdad puedo deciros que me produjo una impresión poco grata ver á aquellas gentes meterse en el agua ¡i las once y media de la noche. Supongo que estos hañisias habrán celebrado un contrato con el reuma y la pulmonía para resultar indemnes después de aquellos chapuzones en la pista, convertida en estanque. En verdad os digo que la pantomima en el agua no deja de ser divertida, y con aquellos pescadores que riñen y se tiran al lago, y con los polizontes que los persiguen y luego caen al agua de cabeza, el público se ríe estrepitosamente, sobre todo en la galería. Aquellas señoritas, naturalmente poco vestidas, que nadan como abadejos, son también muy celebradas, y la noche que estuvo allí oí alabar mucho su frescura. Lo de la barca también tiene su atractivo para los que gustan de ver en apuro al prójimo, y, en lin, el espectáculo en conjunto demuestra que el que lo ha inventado no es rana y conoce al público. Según ol es cosa do in- LOS CAHtOB F R O N T A Ü R A . DOCE "Vi CILUSTRACIONES DE SOBRE s jmpoRil Nfi. EL I !• VMS :i ( " U T . l:i j i i i i i l i c i i t i ' c S l U t i y ) ' , i l i l ( l : i . \(i\ ,1 |in)li;ir. • ii - :.M!I) Milidanieute los ill/.u a l e s l a i l i H l e . pMBjtóífiTBl.) HJteLO En un ¡ilirir y cernir de ojos estuvo en ol cxlvcmo opucMlo pero lio sobrólos patilles. Estuvo «entado u n inoinenlo, runteiupli'indolos eon ]in)ruiiil:i ateneiiiiij y luego i l i j o 1(111 I d i i o i l i ' r i r | i \ i M i r l I l i i r n t o : 212 LA EDAD DICHOSA. —Es asombroso cómo se escurren los tales patines. »• Intentó levantarse. Imposilile. Miguel y Mauricio tuvieron que correr en su auxilio, con lo que pudo levantarse al fin, pero con su acostumbrada tenacidad quiso volver á hacer otro ensayo. Igual resultado. No pudo menos de pensar que la cosa era más difícil de lo que había imaginado, pero á toda costa quería triunfar. —Sostenedme—dijo — uno de cada lado con mucha fuerza. Hujetadme bien cuando vaya muy hacia delante ó hacia atrás. ¡Atención! ¡Allá voy! Y fué, en efecto, tan rápidamente, que los otros dos, muy sorprendidos, li' v¡iron súbitamente al otro extremo del estanque. No pudieron contener la risa y Federico se levantó solo, como pudo. Los ensayos tan repetidos no eran, en verdad, satisfactorios, y era preciso renunciar á patinar sobre el estanque. —Ya decía yo—dijo Miguel cuando pud o hablar—que era imposible. Mejor liarí.imos en terminar el trineo para los pequeños, que acaso podrán salir ya mañana. •• Federico miraba sus patines con aire asombradizo. —Me enfadan ya con su trineo—exclamó mal humorado. —Bueno —repuso Miguel con su calma acostumbrada;—pero hemos prometido hacerlo y hay que cumplir la promesa. No es milpa de los pequeños que los patines corran demasiado de prisa—añadió, riendo.— Con que manos á la obra, y el domingo podrás patinar cuanto quieras. —Aun tenemos una hora boy — observó Mauricio. —Es bastante para terminar y ensayar el trineo — nimsi) Miguel, mirando fijamente á F' Con fundanirn'i!) 'onlíiba con esta últi m:i razón para r-iiiiiuhu- ¡1 amor propi?: hermano. FIMIITÍC. con más ardor trabajaba en la obra magna del trineo. Miguel siempre cumplía lo que ofrecía. Por esto los pequeños tenían en él absoluta confianza. La adquisición de los patines dsbía haberles producido alguna inquietud; podían temer que el atractivo de una diversión nueva les hiciera olvidar su promesa; pero no, Miguel había dicho: ¡Mañana! y los pequeños, después del almuerzo, habían venido, como la tarde anterior, á colocarse detrás de la vidriera, y esperaban su trinco, confiando en que, antes de la hora del K.Í.-ÍI., !> i el estanque. No les saliu íallida nu esperanza. Allí estaban poco tiempo hacía cuando oyeron en el patio animadas voces. Miguel apareció, y no pudo menos de sonreír viendo á los pequeños en su observatorio. —Mira—dijo á Federico—cómo nos esperan. Ya contaban ellos con nuestra promesa. —Con la tuya—observó Federico, rectificando á su hermano;—y tienen raaón. Eres el mayor de los hermanos, siempre te cuidas más de dar gusto á los demás que de tu propia satisfacción, mientras yo Con un brui?co movimiento se encasquetó la gorra. Miguel no le oía. Los pequeños, con una impaciencia muy natural, seguían con los ojos los movimientos de su hermano, y saltaban de gozo detrás de la ventana. Miguel los miraba riendo. —Vamos, Marcos -dlif^ Mífiíol—lü que eres el má.« pequeño de iics, entr.'i en el trineo. Y Marcos, encogiéndose cuanto pudo, apoyando la barba en las rodillas, fué lanzado al estanque. El trineo marchaba tan guapamente, que todos quisieron pri)l>arl'>. A los gritos de alegría de los pequeños, llegaron llenos de curiosidad los de la segunda sección. Dionisio, que ya no estornudalia, < oiiió ""irse con eii"". ii( r ya resistencia, y IMHM ! I II MI f H ' • i . l ' . i J > *- ' I)iii'-s, desechando >•] mal ]i\v, gado, pa-w dos hor.i colegio tío mil' ( "ardo, muy ulu'i neo, empujado LA EDAD DICHOSA. y remolcado por Dionisio. Los constipados bebieron todas las tisanas conocidas, con la esperanza de estar completamente curados el día siguiente. Dospuós de esta primera sesi.'.n, Dionisio, s¡.n¡on<lo el consejo do Federico, echó agua en el o.stan.,ue para 213 - E l domingo os Ucvarc-di.io a los niños el rcspclablo papa, El jar.lín nu.vo era, ron.o lo n, cv su nombro, do roo,,en o croac.on. -.n doce un terreno bástanlo nco.donlado, ba la el lago, <iuo era nu.y hermoso, por lo que que al otro día fuera más iirnie y cüu)pacto ' ' •' Por la tardo, al volver a oa.sa, los mayorestraionmunaiUM.orlanl.M,o,i..ia.Klla,o del iaidíu nuovo o.taba tonn.lo ,,o,. una sooiídad; lo. patinadores do la ouHÍadbabían o,.anua;i.. nn ob.b; oada nno ,,a,aba ,1o abono con derecho .lo patisu iai|oia de levantarle v de volver á uar, de eaoi-, d ,,,,i-.iera uaer y & levantarse 011; no n a oxiiano (¡no luosc; oí lago, cu un invierno lan íri.i, d inuito de reunión de to, us los ¡.al,n;ul, r¡ :^ (li; la. ciudad. lahia nn.oba inuclia í^iaili' cuando llegó la, lalal,,a, , ,n,l,a do los 1 ,00, Uovando os nm . M^. pal mo. l,a,o ,-1 „a.„, v . > . , . . . do tn.da oa la on,la dol «'"-^ > , A posar do osla apariencia de antiguos H-M-m;. dol oh.h do pahna.lo.os, s.ntiorouso tan ocbíbidus ou niodio de la multitud, 214 LA EDAD DICHOSA. que algún tiempo estuvieron dudando si se atreverían á, tomar parte en la diversióai Casi todos los patinadores parecían encontrarse muy á gusto y en su elemento sobre el hielo; unos conversaban, otros fumaban ; aquél corría vertiginosamente, de pronto se volvía, daba una vuelta á la derecha, luego otra á la izquierda, y por fin, después de muchas evoluciones y ejercicios de ligereza, tornaba al punto de partida con aires de vencedor, como si quisiera (Ii'cir á todos: Esto es lo más fácil del mundo. dliü.':;. más modestos, se divertían á su sabor, patinando solitos, evitando los cho(¡ues y sin incomodar á nadie. Un caballero gordo, que no podía respirar, acababa de dejarse caer sobre una de las sillas que estaban allí ¡I disposición del público. Los que le conocían le llamaban el Paquebot, por lo majestuoso de sus movimientos, y la'circunspección y cuidado con que manejaba los patines. Su presencia animó súliitamente á Federico. Me jiarece, dijo, que yo podré liacer sobre el hielo cuanto haga ese caballero gordo. Y sin más explicaciones se puso los pat i lies; otro tanto hicieron Miguel, Mauricio y Marcos, y disimulando su timidez, se arriesgaron también á ensayar en un sitio poco concurrido, y pronto los cuatro se t'iicontraron entre los patinadores. Al cabo de un cuarto de hora, Miguel y l-'eiiiírico «e tení.an firmes y niarchnhan bi/.;uiaiiii;ul(; í^ijlin' (;1 hicln, y un'ilia liora «lo.spués se atrevían á lanzar.se un pie delante del otro, y en lin, á la hora de comenzar los ensayos, con trabajo, valor y ])i;rseverancia, pudieron dar bíistantes cai-rerafS antes de caer de cabeza ó de espaldas. El caballero gordo abría los ojos desmesuradamente, y se le conocía que envidiaba el atrcviiiiiiiito de los muchachos. l'n JDVfiu i|iii', desde la altura dn f:iis pa tiiKS, liacia inaraA'illososejercicii.-, i.Miiim Jn(er(';-arsi' jinr los cuatro (Icbíitaní predijo que llegariati á patinar bi. Ü ^ , pviíiii. Esta profecía los animó tanto, que Miguel quiso hacer un gran esfuerzo; se lanzó á la carrera, y no había corrido mucho cuando vino á caer entre las piernas de su profeta. Un poco aturd'do, más confuso luego, se levan tí), y mirando al joven, díjole con aire compungido: —Perdone usted, caballero. Ante semejante fracaso, el joven no pudo menos de echarse & reir, y Miguel le imitó; pasado el primer movimiento de contrariedad, probó á ponerse en pie, y como era larga la operación, el joven se dii-pnso a auxiliarle galantemente. —He tropezado con usted, dijo Miguel, por torpeza. No sé patinar. Usted dispense. —No importa, contestó el joven riendo, tú patinarás, y patinarás mucho é irás muy lejos —Cuando no me caiga de espaldas, iaterninipií't Miguel, que era la sencillez misma y nunca mostraba pretensiones de sal)er ni poder más que los demás. El joven le miró, y tendiéndole la mano, díjole: —Ven, si quieres, te daré una lección para que aprendas á evitar los choques. —Llevóse á Miguel y le guió con talarte y con tanta seguridad que Federico, al verlos, quedó con la boca abierta de asombro contemplando á su hermano que ÍIIA y venía y corría como si toda la vida no hubiese hecho otra cosa que patinar. —Miguel ha encontrado un profesor — dijo el pajiá, que no le perdía de vista. — Sí—contestó Federico; — allí vuelven los dos. Miguel, después de dar gracias y saludar afectuo-samente á su joven amigo, volvía, en efecto, encantado, pero tan fatigado, que leeia itiipo-ililr-continuar más tiempo en aquel ejercicio. —He tomado una buena lección—dijo á su papá. y ^,.,,1.',.•,. ,,n ..1 ijitoin lli'no de satistac1 II I iüoverse en un l'Ui'll I.lili -Mauricio y M...^ ¡iuljian liecliD muy poco camino en su apartado I no MI-IHI LA EDAb DICHOSA. les prometió iniciarlos en el arte difícil de sostenerse sobre el hielo de otro modo que en la posición horizontal, que parecían querer adoptar como definitiva, é intentó probarles que el patín era un calzado de los más cómodos que se conocen. Después de un poco de reposo, se levantó dispuesto á hacer participes á sus hermanos de los conocimientos tan útiles que acababa de adi|uiiir. La lección so prolongaba tanto, que fué l)rcciso (¡ue papá los llamase, porque, entretenidos con tan saludable ejercicio, olvidaban la hora de comer, olvido en que 215 hasta entonces nunca habían incurrido. Aquel día y los siguientes no se habló de otra cosa que de patines y de patinar. Para colmo de satisfacción, las vacaciones de Año Nuevo llegaron durante aquellos intensísimos fríos; y tales fueron los progresos que hicieron los niños patinadores en muy pocas sesiones, que el caballero gordo, á pesar de sus esfuerzos y de sus vivos deseos de amaestrarse en el arte do patinar, se quedó muy atrás, y tuvo que confesarse vencido por unos niños. M. BERTIN. NIÑOS HISTÓRICOS. El de Tarifa. L día 30 de Abril de 1281 cuíio on Tenia I). Sancho un lierniano llainatln el Toledo el infante D. Sancho de infante D. .luán, que ein|ie/,n ym- dispuCastilla y ilc Lüón, acompañado (avlií la, herencia de los reinos de lladajiv/, de su joven esposa 1).' María de Molina, y y Sevilla, fundándose en el setiiimlo li ;~iatrocando las vestiduras de luto por el manto niento del padre de ambos prínciiies, don de púrpura y armiño y las insignias Reales, Alfonso X; y como el infante D. Juan esfué reconocido y jurado rey, y tomó legi- taba casado con D.» María Díaz, hija de tima posesión de la corona que se h:il>i;i n. JiOpe Diazde Haro, señor de Vizcaya, anticipado A ceñir, hijo ingrato y principe (liie fué gran privado y favorecedor de don rebelde, en vida de su noble padre D. Al- Sancho cuando <''s(c se i.Keln coniia sn |in(lrc. los (los altaneros, discolos y andiiY pocos dias después, ninr.'nuln ya en cio M-; ni.ernaics hacían sidVii' lniniilla<'io111 ' nluras, <ini/.;i ]]o|-justo ea^li'jo 'Sevilla, recibió en el regio alciz.'ir :il cinha jador del Rey de Marruecos Abu-Vussud, de la di', I na I'lo vi delicia, al \\o\ castellano. ¿(¿lie ))odia iie;;ar ('•s(o ;'i las exigenqu(! bal)ia sido leal amigo del padre y anhelaba continuar siéndolo del hijo, el nuevo cias del soberl)io procer que fué el instruMonarca castellano; y éste contestó al en- mento de su usurpación, y á quien (bebíaviudo ninrroqni con la exagerada arrogan- la corona? HIzolo mayordomo de la iieal cia i|iii' ('X|in an las siguientes palaliras: Casa y allérc/. mayor del Htiino; diolc el tihii iil á riieslru schiir que catoy (Usjunsla á tulo de Conde y mía llave en la ve^ia ();\ucnti'eu'í'ili' caslille,s v l'oi1alc/,as y lililí,: rn iiiHi mnvii IriKjo 11 ¡mil ¡I <» In tilnicillci-ía; d nonilivi'i {\ su lien na no 1). UÍCL'O adelantado palo, !l i/iir. fsrujii lo ijiu: i¡iiii'y(i. Vais á conocer, amables Icclm-cx, las de la Irontera , ó sea c;ii)it;'m líciua'al, <'onio hoy se diee^ de i;i;^ |)i'o\'iijeias i|Ue 1 i lula lian tristes consecuencias «le aquella jai lau con el reino iiialioinetaMo de ( dañada. ciosa eu|ili:-la( inn del lli \ MI I 'a-tilla. Y ensoliei-hecido el ¡lodcroso |). L.n,i; 216 LA EDAD DICHOSA. tal vez aspirando á poner la corona de Castilla en las sienes de su yerno el infante D. Juan, ordenó á este inquieto Príncipe que alzase otra vez pendón rebelde y talase á sangre y fuego las tierras de León y Salamanca; y en seguida tuvo la audacia de decir al rey D. Sancho: Todo lo que hace el aprovechó la ocasión en que estos dos Soberbios rivales suyos estaban en la casa que habitaba, para decirles con fiera energía: — Ambos finquedes aquí conmigo hasta que me dedes los mis casfillos y tierras. — Cómo (exclamó D. Lo-pe); ¿presos?»—«Y echando mano á un gran cuchillo que llevaba al injante D. Juan, vuestro hermano ^h hace por mimandado. Pero la Hdln-i'liia, <iuiriil>)~ iiiiVi-, llfva aparejado el castigo; y grandu i;',i- i'l ijU'.' frufri<') D. Lope: pocas Bpmnnrr^ ii!.-! (;ir'i'' rcainif'TOnse e n Alia y habiendo asistido a eu caya y SU y e r n o e l infaní- . cinto (^cscrilie la ('f'.tiir-'^ '••rm^ con d brazo levantado den i-h Mia-ínu(lir>¡(! , ' WWYI-ÍÚK- laliallc!rn-, li -"Ipi'cun ,-.ii i'^paihi itl<V>i al sui-lu su inaiuMMii" ' nipiiñudu tudasia; ^.^IJ..-,.,IM.J.V I . . .. -uiija ((jn u n a maza en a cabeaa, acabaron (lii|uiiar!c la viila.» LA EDAD DlCíiOSA. ¡Horrible, inaudito castigo de tanta soberbia! 217 **• Enla/..-ir"ii-<'l"s (los hechos referidos, os decir, la arrogantecontestoción del rey don la plaza de Tarifa el ilustre caballero castellano D. Alfonso Pérez de Guzmán, señor do Niebla y de Nebrija, que había reemplazado A I). Rodrigo Pérez Ponce, maestre do (';il;itr;iva. ^• oí rtüicoroso infante D. Juan, que es- Sanoho :il cniliiii;!'!!'!- <li' Alm ^'iissud y i-\ sangriento .l..>onl;M- ,1.- b - < - i l . s (!.• Al faro, para ,,>!.• l i u l . , - - , p - - |" nuiMun divina una vinima mu,..ni.' dr la vm-an/a, dol Roy do Marruooosy do lainíanM' ivlu'l- liivo m c r n n , ! , , rn el rn-lill.) Av ('miel, IHT o n l n , ,!,•! \Wv sn hrnnnn», drs.l,. .1 dia do la IraK-dia dr Alian, hasla v\ anu l-M , y ,nu' l i h - u s<' i v l i ^ a . m i'orlu-al ron - i nn.lo alan dr v,.MLMnza, no M' avn-nn/.n día del infante 1). Juan. Corría i l a n o l ' J ' J i , \' la'a i r o l i r i a i a d o r d r '!'• i'^'^'"'' ' Á ' ' " ' ^ ' .V "''•'''•'''- ^>' "^¡''"^•^ =^1 i¡.i.\ d e M a n a i c c o s . 218 LA EDAD DICHOSA. Ente no era ya Abu-Yussud, que había fallecido, sino su hijo y sucesor YussudAbu-Yacud, y moraba en Fez. Á Fez se dirigió el traidor Infante castellano, para hacer presente al Rey marroquí esta proposición infame: < Si me dais un ejército de veinte mil soldado.^, conquisto la plaza de Tarifa, la que domina el Estrecho , la que tiene el nombre del primer conquistador árabe de España; y arrancado ese florón á la corona de Castilla, le engarzo en la corona del hijo de Abu-Yussud, de aquél á cuyo enviado dijo mi hermano D. Sancho que escogiera entre el pan y el palo!» ¿Pues no habla de aceptar esa infame proposición el Rey de Marruecos? Dio un ejército al traidor infante D. Juan, y éste asentí) su campamento delante de Tarifa, y empezó á batir los muros de la plaza con máquinas é ingenios. Escuchad, queridos niños, y tened en cuenta que este suceso lo refiere un historiador mahometano, tal vez testigo presencial de los sucesos, y cuya crónica tradujo de la lengua árabe el académico señor Conde: «Apurado el príncipe D. Juan por no poder cumplir la palabra que había dado al Rey de Marruecos (puesD. Alfonso Pérez de Guzmán defendía valerosamente la plaza), acordó de probar por otra vía lo que por fuerza no ora posible tomar.i ¿Sabéis á qué recurso apeló rl infante I). Juan? Á imo que había do di j.n momoria perpetua en los anales de la patria española. Tenía el Infante en su poder un niño de doce años, hijo de Alfonso Pérez de Guzmán, y colocándole frente á la "plaza de Tarifa, envió á decir al padre que si no entregaba la plaza al ejército mahomoíano! vería desde la muralla el sacrificio del ¡tierno niño. Mas el ánimo heroico de Pérez de Guzmán no se humilló por tan cruel amenaza: Auteíi quería que le maiaaen aquel hijo (contestó con voz recia, según la Crónica) y otros cinco si los toviese, que non darle la villa del Bey su señor, de que le hiciera omenaje. Y arrojando al campo su propia daga, se retiró de la muralla. ¡Oh crueldad inaudita! El infante don Juan quitó la vida al inocente niño con el puñal de su mismo padre, y aun tuvo la bárbara saña «de arrojar la cabeza á la plaza con una catapulta, para que el padre la viese». ¡Cantad, niños queridos, un himno de gloria al mártir de la patria, al mártir de la lealtad y la hidalguía, al mártir del juramento sagrado de su padre en el altar de la fidelidad castellana! ¡Cantad, sí, un himno de gloria á la inocente víctima de un príncipe desleal, perjuro y cruel! , «Acaso desde los tiempos patriarcales (escribe el historiador D. Modesto Lafuente) no se había visto un rasgo tnn sublime de abnegación como el de Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno: el padre de Isaac, lleno de fe divina, llevó por su mano la leña á la hoguera en que había de ser sacrificado Hii liijo; pero Alfonso Pérez, rebosando cu patriotismo y en lealtad^humana, .nlniL") con su mano el cuchillo con que su liijn bal' inmolado.» ¡(iion.i ;u liijo inmolado en aras de la patria! ¡Baldón eterno al traidor abominable que le inmolara, y que huyó vencido á escx)nder su vergüenza entre los enemigos de su patria! E . M A K T Í N K Z D E ^'K1,A^(•0. LA EDAD DICHOSA. 2J0 LA PALIZA DEL SUEÑO. \lVEh riiiconcejo de la campiña era el sitio favorito del muchacho. Verdaderamente no había lugar niils hermoso, el riachuelo cobraba allí un empuje formidable, furioso de que le rompieran las ondas ima porción de enormes pedruscos, y no pudiendo arrancar del lecho las rocas, abofeteaba con su violento oleaje las plantas y flores de su orilla, y continuaba luego formando una corriente de espuma como si arrastrara agua de jabón; un puentecillo rústico, construido con palitroques, ofrecía paso para atravesar el arroyo, apoyándose por un lado en una líaliente de la margen, y por otro, en un enorme peñasco tapizado de verdor, al pie del cual describía el río un remanso, ofreciendo un blando lecho de hierba solitario y tranquilo. El jovencito estaba empeñado en trasladar á su álbum aquel paisaje, y todas las tardes, con sus recias botas de campo, su trajccillo de marinero, su sombrerito de jiíija y un gran paraguas para librarse del Kol, arma'do de una caja de colores, de su paleta y sus pinceles, se sentaba sobre el musgo y so pasai^a las horas muertas cont(!mplando la Naturaleza. Pero no pasaba de uhi; un día bosquejó cuatro Arboles con mi carboncillo, y en tal situación se quedó el cuadro. A poco de llegar se tuml)aba sobre la alfombra de hierba, siguiendo con mirada vaga y soñolienta los saltos del agua, las correrías de los pájaros, el vuelo de las mariposas, la.s huidas de las lagartijas, y dejándose arrullar por el monótono rumor de la corriente, ó influido por la pesadez de la temperatura estival, concluía por cerrar liw p.'írpados y quedarse profundamente 'l'iriuidí), ,i]iii\ando en su mano derecha la caljcza. Cierta tardo le acontecii'i uii liuu-t: liorriblo. Aquel día se hallaba soñoliento como nunca; los párpados le pesaban como si fueran de plomo y en seguida hizo la rosca; pero apenas acababa de cerrar los ojos, cuando contempló un extraño suceso que le heló la sangre de terror. De pronto, surgiendo de las aguas, apareció en la orilla un verdadero ejército de cangrejos viscosos y oscuros, chorreando, que avanzó en cerrada columna hacia donde él descansaba,y con sus tenazas formidables abiertas asaltó el álbum y la paleta, le subió por lao piei-nas y comenzó á pellizcarle y á destrozarle los útiles de pintura, gritándolos repugnantes animales á coro con una extraña voz cascada: AjHolgazán!» A la vez, en el remanso que allí formaba el riachuelo, asomáronse dos ó tres verdes ranas, que se aposentaron sobre la hierba, y empezaron á chillar, amenazándole desde lejos con sus desmesurados brazos: «jDuro con él!». Todo el tropel de insectillos que navegaba en la corriente habíase parado y se arremolinaba enfrente, dispuesto á desembarcar si se necesitaban sus hociquillos de alfiler ¡Dios mío! ¡Era una revolución tremenda, un verdiidero motín de bichos! Y no se hallaban solas las acuáticas huestes Los compañeros de tierrales ayudaban también ]x)s ])ajaros, más tímidos, pero igualmente fui'iosos, bajaron de las ramas á picotear en el paraguas, trinando muy incomodados algo (juo no oyó bien el rapaz; los saltamontes se Mubieroncon sin igual descaro á su sombierillo de paja, se colaron por eotre el cuello de la blusa, y hasta las delicadas y débiles mariposas, pero que por sus pocas fuerzas no podían hacer otra cosa, se arremolinaron en torno á su cara, murmurándole con enojo: «Estamos todos enfadados ciintigo, porque nos has consentido, promcliéndonos que nos reproducirlas con colorete, y lio lias viielli) ;i dar luvd iiincelada Y sabe que el propósito de esta gente es LA EDAD DICHOSA. 220 zamparte en el río en castigo cá tu indo- le faltaban ánimos Una extraña atonía Y^^^^l^ •'"• le ataba los miembros, sujetAndosclos; se ¡Santo ciclo! El muchacho ya se con- sentiarigido y ti.-.-.. .. Al cabo, angiií^tiado, I M I M ,.,,11 ,••1 ' '-i se ii(,: ii' arraslrabaii puco a poco _,iia Y uüaccrt;iba á moverse; co' icrne de pi'; ;> tranquilain "nÍ!i LA EDAD DICHOSA. nadie los insectillos que flotaban en su supcrlicie; no se veía por nin£;ún lado un cangrejo ni una rana; los saltamontes trotaban de aquí para allá, sin cuirlarse para nada del chico; los pájaros andaban en sus hojas estudiando sus lecciones de solfeo, y las mariposas no oesal)an de volar por alli cerca ('iiaiiKiiacla- <\i- las llores silvestres que crecían en la l)landa ribera ¡Demontres! Todo había sido un sueño. una pesadilla, pero buen susto acababa de pasar; todavía le cala el sudor por la frente. Kl ra])a/ no desperdició el aviso; desde aquella tarde, apenas llegaba á su predilecto retiro, poníase á trabajar sin experimentar la falÍL^i iii.'is leve, espabilado como 221 nunca, y ya podía venir el bochorno ¡I brindarle con una tentadora siesta Cualquier día soltaba el pincel en seguida se acordaba de los cangrejos Resultado; que el paisaje, que permaneció empezado meses y meses, se terminó en cuatro días y llegó á tiempo de figurar in la l'xposición que el colegio donde el niño estudiaba celebraba todos los años en la época de los exámenes. Por cierto que todo el mundo lo elogió, alabando la laboriosidad de su autor, y es que la gente no .sabía, ni podía saber, que si no hubiera sido por la paliza que lo arrimaron los animales del sueño no se acalla el cuadro en toda, la vida. ALFONSO I^KRKZ NIEVA. A UNA NIÑA. Vu c|Uc ¡unibles ('II til i'iiipc'ñri Tongii principio ul sainctc; Mas ]iCT(loiia do anteitiano IJUH Callas (|iic en el liiiliicre. Voy i'i (iart(í ¡mr mi iiiiiila, i'orijne liobii me parecca, Algún consejo con tono Chancero, zumbón y aliigre. S6 uiny cauta y no t« engrías Cuando en el inundo tn obsequien Con ei|UÍvoeos requiebros Que nuis que halagan, ofend(!n. l'ucH como el buen castellano Lo conocen poca» gentes, LaB florcB que te regalan Ocultan pinchos i|uo escnecen. Til te pones tan oronda Cuando escuchas con deleite Que te llaman mona, liiula, Lu(^ero, sol, inocente. Y el gozo sube de punto Si te aseguran que tictues (Jarnbato y sal y chispa Etcétera: ya me entiendes. Sigamos: si en ello piensas - - Y pensar (^n ello debes— \'enÍM ipie tales piropos Sun insultos ios<ili'nles. ¡Mona (i'il ¿l'iies \ ion acaso De Tetuán tn piogenieV ¡Linda! ;.I'ucs eres piirila Que en las faliliis come y iluernieV ¡Lucero! ¿l'ii'B en las reeiiils Xo lleva tal noinliie siempre l'ii borriqnillo ipie adornan Con <inlas y cascabeles? ¡Sol! ;l'nes cuándo te ereyeroii r n n l o (le sol fu? ¡Inocente! ¿Pues te libraste de ílerodes, Vives aún y no creces? ¡I,)||<' envidian tu .L;araliato! ¿Pues eres candil de aceite? ¡Que tienes sal! ¿Pues te jnzp;an Sardina, juuK'jn ó ariímpje? iQne tienes chispa! Pues dinic: ¿Licor amílico bebes? Un fin, (e juro, niucl)i«c,ha. Que te obsequian con sandeces. Yo te diré liso y llano Lo que íi todas luces eres, Por ser la cosa muy clara lííuidc dudas no se ofrecen. l''res lina rata vieja Más lista y sabia ¡pie Lepe, \\)v lii inal quiero librarme Dv tus alilíidos dientes. líres bruja que líMiia Villena con dos grilletes Kn la mágica redíuna Pnra que no se saliese. Eres, ])or fin, sobre todo. Un pcipieñlsimo duende Que como aipiel del coda/o La casa entera revuelve. Mas.. .. noto (pie te inianiMidíis 'I «caso ararianiie .|iiieres, ^' punto doy doy 11 la;! clianzas l'aia (pie no no te te reliel( s. l'oKple si y o m e sult'iiid N s e m e I Mic cu las mieiiti A liesoM l a s <liis o l ' e i l l S T e a r r a n c o lai un pii i'|iicti-. .\NToNlii .\llM\0. 222 LA EDAD DICHOSA. TRAGEDIAS EL L A N C E INFANTILES DE LA MANZANA. V. ^ A Bituación es la siguiente. La manzana no quiere dejarse coger, y Miguel quiere absolutamente co•^eña. ¿Qiiit'ii podrá niíls? Es dificil todavía contestar á esta pregunta. Miguel, sin embargo, no .«e desalienta. —-Tengo qui' nuliir otro escalón — di' • su hermanitíi.-Kslá muy alto, y la ftcalera se menea. Agárrala bien. —r^a agarro bien, bien, bien—contesta Lucia. Y es verdad, porque, no sólo la sostiene con sus dos Ijrazos, sino con todo el cuerpo. Parece como si quisiera incrustarse en la csfalcra. De buena gana la agarraría basta - que también tiene luu<¡io ciir.i'H'i ¡ ''h\ <]rm<\o. ustedes la ven, tan delif ip ¡ IÍ;I Y', además, LA EDAD DICHOSA. como le gustan las manzanas mucho, sobre todo .'uando están maduras Jmaginense ustedes qué orguUosa se pondrá, si Mifriicl ha podido al fin poner las puntas de los pies sobre el segundo escalón, pero no sin trabajo, porque los peldaños están bastante separados. Y ha tenido ocasión (le notar que sus piernccitas le sirven mejor en tierra firme que para subir por una escahni (aii poco segura. ¿\ creen ustedes que subiéndose en el srj^'uiiílo peldaño, podrá alcanzará coger la iiianzanM? Vu \,nrn jirohlemáticocs el caso; ' = n lili, iiKjliuaiulose un poco i'cro lita otra dificultad. La eacjilera, inclinada H()lu(; una rama, amenaza indi- 223 al fin se coge la manzana, de haber ayudado á su hermano en tan difícil y arnesgada empresa. n.irso más por el peso del niño, y el movimiento (jue hace no puede menos de turbar algo á nuestro héroe. Se agarra con todas BUS fuerzas ¡V la escalera, gritando ¡V su hermana: —¡Ten! |Ten la escalera, que se cae! \(}no se cae, y me caigo! La pobre LuSía no tiene más auxiliares que sus dos manos, y hace todos los esfuerzos imaginables para cvilar la «aíila I'cro si alguien la ayudara, sería iiujoi..... ¿V (jiiión la puede ayudarV Nadie. {Condtíint) 224 LA EDAD DICHOSA. EJERCICIO INTELECTUAL. Soluciones correipondlentoi al nCmero anterior. FTIASI-; V r i . í í A R . De caMa le ¡•¡rm al ¡inlijii si'V raliiliirijn, CHARADA. fíomeiUln. Han remitido las •eluciones: Candelas de la Torre y Oarcla Rlvero.—Filomena Cnndrillero (de Nava del Rey).—Cándida, Elisa y Franoiaco de P. Caplin (de Valladolld).—Manuel de la Oarma.—José SantiyAn (de Burgo»).—La Esfinge (de Valencia).—Valentina de üria y Zabalo (de Algorta).— Pedro Menesea,—Tgoado de la Torre.—Sofía Fabíé y López,— Ernesto Pnlg Rodríguez (de Barcelona).—Evaristo Díaz y González. PROr.LEMA OBRERO KX DOCE R A I L E S . . . . . .1 A V. E O . . . . . s .o. . c. . I . , . A . . L . . 'ifoneros del^niedio despejarán los salones FHAHCISCO DE P . OAPLÍX. ROMBO. ANAGRAMA. Consonante. ReptU. En los bnqnefl. Autor francés. Nombre de mnjer. En «I campo. Vocal. ABBA-SEDA~T0BTA8-PAH-TE Con las palabra8 anteriores se forman los nonilircs de tres grandes ])oeta,s. El P R E G U N T A HISTf)]!ICA. El ,'A qué personaje e-spaitol histórico se pueden aplicar los dictados de M0N.IE, C A S A D O y R E Y . Nombre de mnjer. fíeneml T. rnilno nintico, Aolculo. Vocal. ¡a LOnOGBIFO NÜMÉBICO. 1.2.3.4.5.6.7-C»nd«l. 4.5.2.".4.6—NaolAn. !5.fl.1.4.2-Doidad. 3.4.5.8—Vegetal. 3.4.2-AdjeUTO. 7.6—Articulo. .5—J.etra. CXXDIDA TRIANGULO. tA 'Sumar.. El PLATO D E L DÍA. CAPLIV. 1.2.3.4.D.6.1-Ocnpacliln. 6.1.2.7.4 .«-Molestia. 4.3.6.5.2-Verbo. 2.8.4.T-Ap*ndloo. 2.8.5-Piedr». 1.1—Interjecoliin. I-.'stá contenido en las letras siguientes: LA SOLUCIÓN ESCITA ET.IS.A C.API.ÍV. (53 BcMmdot todoa Uw daracboi d« propiedad artlitloa j literaria. PiiAjensco DH P. CAPI.ÍX. MADRID.- d« BlndoDcrn-