CEMENTERIO DE LA ALMUDENA Integrado por el cementerio de epidemias, la necrópolis del Este, y los cementerios civil y hebreo, la Almudena es el recinto funerario más grande de Madrid y uno de las mayores de Europa. Incluido desde 2012 en la Ruta Europea de Cementerios, es considerado el principal conjunto de arquitectura modernista de la ciudad. Orígenes e historia Sus orígenes se remontan a 1877, cuando los arquitectos Fernando Arbós y José Urioste ganan el concurso convocado por el Ayuntamiento de Madrid para la construcción de la denominada necrópolis del Este, en los terrenos de La Elipa, en Vicálvaro. El proyecto de Arbós y Urioste, de estilo neobizantino, tenía en cuenta la topografía del terreno, dividiéndolo en cinco bancales o mesetas escalonadas. Su organización seguía una planta de cruz griega, inscrita dentro de un trébol, con tres brazos trilobulados y el cuarto abierto hacia el eje de entrada. Las principales construcciones se distribuían en torno al gran pórtico columnado, con los edificios administrativos, los depósitos para los cadáveres y la capilla. Por problemas administrativos y presupuestarios, la construcción se retrasó, de manera que a principios del siglo XX tan sólo se había levantado el denominado cementerio de epidemias o de la Almudena, que en principio no formaba parte del proyecto original y que se erigió como solución de urgencia ante el incremento de la mortalidad por la epidemia de cólera de 1884-1885. Entre 1905 y 1927, se hace cargo del proyecto el arquitecto municipal Francisco García Nava, quien lo modifica y amplía al integrar en el nuevo conjunto los cementerios de la Almudena y civil. Influido por el modernismo centroeuropeo, el trabajo de García Nava modernizó su apariencia. El simbolismo de la decoración adquiere un gran protagonismo como consecuencia de un concepto más humano y pragmático del camposanto, que es considerado no solo como el lugar de descanso de los difuntos sino también como lugar visitado por los vivos. Recorrido por el cementerio: principales elementos arquitectónicos y escultóricos. En la necrópolis del Este se localiza la entrada principal, un pórtico monumental compuesto por una doble arquería. La utilización de piedra blanca contrasta con el ladrillo del friso. Aunque algunos de sus acabados decorativos originales han desaparecido, se conserva parte de los reportorios iconográficos de significado funerario y las figuras del Cristo bendiciendo y San Miguel pesando las almas, obras de Mateo Inurria. En esta zona se encuentra también la capilla modernista, que con su planta de cruz griega preside el recinto. Destacan los perfiles parabólicos y semielípticos de sus hastiales y cúpula. Ésta estaba revestida originalmente con cerámica vidriada. Su torre prismática está realizada con ladrillo, con pequeños contrapuntos pétreos y algunos detalles mudéjares, como la sebka que adorna su base. En los límites de la necrópolis con el antiguo cementerio de epidemias se sitúan el panteón de Quintana, realizado por Enrique Coello, el mausoleo de los Héroes de Cuba y Filipinas, y la tumba de la familia Núñez Rubio, con una escultura de reminiscencias italianas obra de Mariano Benlliure. Ya en el cementerio de la Almudena se conservan el mausoleo del marqués de San Simón, trasladado desde la desaparecida Sacramental de la Patriarcal, y los panteones modernistas de Mateo López Sánchez y Dionisio López Zapatero. Por último, en el cementerio civil, se levanta el panteón de Francisco Pi y Margall, también de estilo modernista, proyectado por Francisco Roca Simó y ejecutado por Félix de la Torre Eguía.