Carga Fiscal y Provisión de Bienes Públicos en Colombia José Silva Ruiz Profesor ESAP, Colombia Resumen En Colombia, la provisión de los bienes públicos cambio radicalmente a partir de 1991. La Constitución Política de 1991 y las diferentes leyes de regulación expedidas en desarrollo de los preceptos constitucionales, abrieron el espacio para implantar un nuevo modelo de gasto público y de financiación del mismo. La concepción sobre la función del Estado se modificó: la idea del Estado “proveedor” dio paso a la del Estado “regulador”, en el cual el sector privado opera como proveedor y el Estado regula, controla, y supervisa la manera en la cual los agentes desempeñan sus actividades con el supuesto de proteger el bien común y el interés público. Corresponde al Estado, la función de asegurar la provisión de los “servicios públicos esenciales” y la equidad en el acceso a los mismos por parte de la población. Así, en este modelo orientado a la privatización, estuvo acompañada de un énfasis en los subsidios a la demanda. En el nuevo marco, con subsidios a la demanda, el gasto público y la tributación deben orientarse por los criterios de eficiencia, equidad y progresividad. Sin embargo, la tributación recae esencialmente en la clase media y popular (renta e IVA), quienes deben soportar el peso de la carga fiscal, esta carga aunque está por debajo de la media de los países de América Latina, es relativamente alta para estos sectores de población. Palabras clave y Clasificación JEL Palabras clave: Gasto público, bienes públicos, tributación, carga fiscal Clasificación JEL: H21, H22, H41, H44 Introducción La Constitución Política de Colombia, en su artículo 363, establece que “el sistema tributario se funda en los principios de eficiencia, equidad y progresividad”. Diversos analistas han señalado que el código tributario vigente (anterior y posterior a la Ley 1607 de 2012), no cumple satisfactoriamente los dos primeros criterios y en el tercero se retrocedió al poner el peso de los impuestos en la clase media. La economía política de la tributación, que no es más que el reflejo de la actitud de distintos grupos de interés frente a la equidad, la eficiencia y la progresividad del sistema tributario y en particular de la reciente reforma, se orientó finalmente del lado de los poderosos grupos de presión, y de nuevo, como las clases media y popular no tiene dolientes en el congreso, la carga tributaria con base en sus dos principales impuestos (renta e IVA) amplía e incrementa su base tributaria a más contribuyentes de estos sectores de población, eliminando además las exenciones y deducciones que les era favorable. La carga tributaria es la relación que existe entre el impuesto de renta que paga un contribuyente y el total de sus ingresos netos. La carga fiscal = T/R, donde T es impuesto que soporta una persona y R es la renta total de esa persona. Cuando la carga fiscal o el cociente en la relación es mayor en el caso de los ricos que en los pobres se denomina progresivo, en caso contrario se denomina regresivo; si el cociente es igual para todas las personas se denomina proporcional. Por lo tanto, la carga fiscal se refiere al impacto que el impuesto tiene en el contribuyente individual. Un impuesto se considera regresivo cuando la tarifa efectiva de tributación (impuesto a cargo como proporción de los ingresos) cae conforme aumenta el nivel de ingreso. Es decir, en un sistema regresivo, la proporción del ingreso destinada al pago de impuestos es más alta en trabajadores con bajos ingresos en relación con aquélla que hacen los trabajadores de más altos ingresos La carga tributaria también se determina respecto a la economía de cada país, en la relación de los ingresos fiscales con el producto interno bruto. En general, se toma como base el recaudo total de los diferentes impuestos, puesto que la referencia es el total de ingresos fiscales que percibe el país y se divide entre el PIB del año. Es la parte del producto social generado que toma el Estado, mediante los impuestos nacionales, departamentales y municipales. Se mide comparando el total de ingresos fiscales (IF), o el total recaudado en cada impuesto con el valor del Producto Interno Bruto (PIB): Carga Fiscal =IF/PIB. En este documento de ponencia se trabaja este segundo mecanismo de medición. El objetivo del documento es analizar la carga fiscal en a partir del gasto público en general y el gasto público en particular orientado a atender la provisión de los denominados bienes públicos puros y los bienes mixtos y privados por el Estado en Colombia, y la financiación del mismo a través de la tributación nacional, departamental y municipal, para finalmente establecer su proporción en relación con el PIB nacional. El método de indagación utilizado se fundamenta en tres tipos de estudios: descriptivo, correlacional y explicativo. Un estudio descriptivo permite especificar las propiedades y características más importantes del fenómeno a estudiar (la carga fiscal en la provisión de bienes públicos), para luego medir, evaluar y analizar las relaciones entre el gasto público y la financiación a través de los ingresos fiscales y su proporción en relación con el PIB que permita establecer la carga fiscal en Colombia. Los estudios correlaciónales tienen como propósito medir el grado de relación entre dos o más conceptos o variables, para después analizar la correlación entre las mismas; es decir los bienes de provisión estatal con el monto del gasto público y la financiación del mismo. Los estudios explicativos van más allá de la descripción de conceptos y de las relaciones entre conceptos o variables. Esencialmente se centra en explicar por qué y cómo ocurre un fenómeno; y en este caso, la carga fiscal como respuesta a la tributación y monto del gasto público. Para abordar esta problemática, el trabajo se divide en tres secciones, el gasto público en bienes (públicos puros, mixtos y privados de provisión estatal en Colombia), la tributación como mecanismo de financiación y, finalmente la carga fiscal. Se cierra el documento con unas conclusiones. 1 El gasto público en bienes públicos, mixtos y privados suministrados por el Estado en Colombia Se abordan tres remas en esta sección, la aproximación a la teoría de los bienes públicos (privados y mixtos), los bienes de provisión gubernamental en Colombia, las formas de financiación de estos bienes a través del principio de capacidad de pago (impuestos directos) y de consumo (IVA) o del principio del beneficio (tasa, multas contribuciones y tarifas), y el monto del gasto público (y del gasto social). 1.1 Aproximación a la literatura de los bienes y servicios públicos (taxonomía de bienes) y su financiación La historia de los bienes públicos, y de la economía pública en general, refleja el progreso de la economía como disciplina. En otros términos, los desarrollos de la economía pública fueron ideados por grandes teóricos generales de la economía –Adam Smith, Ricardo, J. S. Mill, Dupuit, Wicksell, Lindahl, Edgeworth, Marshall, Pigou, Keynes y Samuelson, entre otros–. La diferencia entre bienes públicos y privados radica en la indivisibilidad de los bienes públicos; diferencia que identifica a los autores del análisis marginalista de las finanzas públicas: Pantaleoni y Mazzola, de la escuela italiana de las finanzas públicas, Emil Sax, profesor de Wicksell, y Wicksell (1896) y su discípulo Lindahl (1919 y 1928) –a quien se le reconoce como el autor de la más completa exposición durante muchos años de la teoría del cambio voluntario–, de la escuela de Estocolmo. Esta literatura permaneció ignorada en los países anglosajones hasta que Musgrave (1939, 1958)1, Bowen (1943) y posteriormente Samuelson (1954) retomaron el concepto de bien público (Silva 2011). Los economistas y estudiosos de las finanzas públicas de Europa continental elaboraron una perspectiva, diferente a la anglosajona, que se convertiría en la base del análisis de la problemática de los bienes públicos. Desde tal perspectiva, la satisfacción de las necesidades públicas, al igual que las necesidades privadas, se seleccionan y ordenan en función de la utilidad marginal –las necesidades públicas también deben ordenarse por su valoración marginal para los diferentes individuos–. La utilidad marginal que genera la satisfacción de las necesidades públicas debe igualar a la desutilidad marginal de su pago. El enfoque de esta teoría proclama el carácter individualista de las necesidades públicas y, al igual que en los bienes privados, las necesidades totales se consideran como producto de las necesidades individuales. Los principios marginalistas fueron utilizados por el enfoque económico proveniente de la Europa continental para suministrar, con apoyo en la nueva teoría subjetiva del valor, un fundamento racional a la actividad financiera pública. Los impuestos para la satisfacción de las necesidades públicas, de manera paralela, vienen a considerarse como los precios que los individuos pagan por la adquisición de bienes privados; es decir, precios-impuesto. El enfoque continental trata de buscar un cambio voluntario de bienes públicos contra impuestos, por lo cual no es pertinente separar las dos partes que componen toda la actividad financiera: los ingresos públicos (impuestos) y el gasto público. Esta aproximación se conoce como teoría del cambio voluntario. Para Wicksell existen, en esencia, dos principios básicos opuestos: “tributación de acuerdo con el beneficio” y “tributación según la capacidad de pago”. Sin embargo, Wicksell, con base en los conceptos de utilidad marginal y valor subjetivo, defiende el principio del beneficio; de manera específica para el caso de servicios públicos como el agua potable, energía, recolección de basuras. Según Wicksell, existen dos zonas de la actividad pública. En la primera zona se puede aplicar el principio del beneficio y corresponde a los denominados servicios públicos; en la otra, se hace más pertinente el principio de capacidad de pago –necesario también cuando existen consumidores de escasos recursos– y corresponde a las funciones básicas del Estado –funciones denominadas más adelante como bienes públicos puros–. De otra parte, Wicksell defiende el principio de tributación de acuerdo con el beneficio porque, a su juicio, 1 Musgrave y Peacock (1958) editaron en “Classics in the Theory of Public Finance” los trabajos que estos autores adelantaron en relación con los problemas de la tributación y la imposición. el principio del beneficio se puede y se debe aplicar a todas aquellas actividades del Estado que envuelven el problema de una delimitación racional de los gastos estatales independientes; es decir, para el caso de un servicio público el principio del beneficio es completamente apropiado al caso marginal. La discusión acerca del método del beneficio disminuyó entre los años 1850 y 1880 y, en cambio, creció el interés por el método de capacidad de pago. A partir de la década de los años 1880 entró en decadencia la discusión del método de capacidad de pago y comenzó un renacimiento del método del beneficio. Mientras los autores clásicos habían postulado la imposición de acuerdo con el beneficio como una norma de justicia, la nueva teoría económica marginalista interpretaba la regla del beneficio como una condición de equilibrio. Los impuestos eran considerados como pagos más o menos voluntarios prestados por los individuos a cambio de servicios proporcionados por el gobierno de acuerdo con la valoración individual (subjetiva) de los servicios públicos. Esto constituía un cambio fundamental en el método, en la construcción de un modelo normativo de economía pública, en términos de cambio voluntario. El análisis de los planteamientos de Mazzola, le permite concluir a Wicksell que “es correcto decir que la eficiencia exige una aproximada igualdad entre utilidad marginal y precio (o impuesto pagado)”. No obstante, “el alcance real del servicio público no se determina por la valoración de un solo individuo, sino por la de todos los miembros del grupo (o por lo menos de todos los que voten). La igualdad entre la utilidad marginal de los bienes públicos y su precio, por tanto, no se puede establecer por el individuo aislado, sino que se tiene que lograr por consultas entre él y otros individuos, o sus delegados” (1896, 82). Para Wicksell, “Esto es evidentemente una dificultad teórica, que se tiene que resolver si ha de haber alguna ciencia de las finanzas públicas en el verdadero sentido de la palabra […] la tributación en el Estado moderno cada vez más depende de la asamblea legislativa, la cual no es nada si no es representativa de los intereses de los contribuyentes” (1896, 77). Para el citado autor, tanto el ejecutivo como el legislativo se consideran como órganos de la colectividad, aunque los límites de sus respectivas esferas de autoridad no están todavía claramente trazados en lo relacionado con las finanzas públicas. Wicksell considera que los miembros del cuerpo representativo, en su mayor parte, están interesados en el bienestar general de sus electores como en ellos mismos. En el mejor de los casos, se constituyen en representantes de una mayoría dentro de la población y las decisiones se toman por una mayoría dentro de la misma legislatura. “En todo caso, las decisiones se toman regularmente en contra de la voluntad de las mayorías o minorías de la población; lo cual significa necesariamente sobrecargar a esos grupos con los impuestos” (1896, 87). Para superar los problemas de las mayorías y minorías, Wicksell piensa que los impuestos deben descansar en el principio del consentimiento voluntario y de la unanimidad; por ello, para su realización práctica se requiere, en primer lugar, que ningún gasto público sea aprobado por el voto sin la determinación simultánea de los medios para atender su costo. Se hace necesario, en consecuencia, que los gastos y los medios de financiarlos se aprueben de manera simultánea. Sin embargo, reconoce Wicksell que “se ha señalado varias veces que el principio de unanimidad aproximada en la aprobación de los impuestos no se puede aplicar en todos los casos” (1896, 108). En la literatura más reciente se considera inoperante la exigencia de la unanimidad por los requerimientos de tiempo y recursos para su aplicación. Según Musgrave, el principal aporte de Wicksell a la discusión consiste en su insistencia en la naturaleza política del problema: “Prefiere el método del beneficio al de la capacidad de pago, no sólo porque se ajusta más al análisis económico, sino porque constituye un índice del espíritu de la moderna sociedad democrática. Dado que esta sociedad está basada sobre la libertad del individuo, sería injusto obligar a nadie a contribuir a servicios públicos que no desea” (1958, 73). Más adelante, agrega: “Estamos de acuerdo con Wicksell en que la determinación presupuestaria es un proceso político y no un proceso de mercado” (Musgrave, 1958, 73). Al respecto, Samuelson (1969, 199), encuentra ingenua la creencia de Wicksell de que la votación simultánea sobre el gasto y los impuestos promoverá un óptimo. “Su exigencia de ‘unanimidad’, que lamentablemente degenera en una exigencia de ‘unanimidad aproximada’ (!) tiene algo de patético (¿qué tiene una mayoría de dos tercios que no tenga una de tres cuartos? Menos improbabilidad. Según tal criterio, vamos deslizándonos hacia la noción de la mayoría simple, con sus paradojas”. Encuentra, además, que la simultaneidad es un engaño. “Si solamente hubiera una configuración óptima de Pareto, se podría demostrar que un voto unánime permitiría obtenerla […] El óptimo de Pareto es una definición y no un destino inevitable” (1969, 199). Lindahl (1919) mostró la existencia de un equilibrio con la introducción de “precios personalizados”. El modelo de Lindahl contempla bienes públicos y bienes privados. Con bienes privados, diferentes personas pueden consumir diferentes paquetes de bienes; pero, en equilibrio, todos pagan los mismos precios. Con bienes públicos, todos deben consumir la misma cantidad; pero, en equilibrio de Lindahl, pueden pagar diferentes precios de acuerdo con su valoración (Alluch, 2008). El equilibrio de Lindahl presenta más de una prescripción normativa para la asignación de bienes públicos que una descripción positiva del mecanismo del mercado. La razón de esto radica en el hecho de que el aspecto individual de los precios personalizados en equilibrio de Lindahl socava el supuesto comportamiento de tomadores de precios de los mercados competitivos. Un agente aprende rápidamente a ocultar sus verdaderas preferencias con el fin de tomar ventaja de la provisión de bienes públicos (Alluch, 2008). Desde la perspectiva de la Economía del Bienestar –análisis normativo–, Samuelson (1954) toma el concepto de bien público como punto central para una nueva “teoría del gasto público” y la tributación. Y al lado de Richard Musgrave, la otra figura de las finanzas públicas, convierten la teoría de los bienes públicos en uno de los programas de investigación más importantes –la cual alcanzaría su punto más alto en la Conferencia de Biarritz organizada por la International Economic Association en 1966–. El modelo de Samuelson pretende, integrar los bienes públicos en un modelo de equilibrio general competitivo que permita conducir a un óptimo social medido a través de un óptimo de Pareto: encontrar la cantidad de bien público que maximice el bienestar de un ciudadano y que deje intacto el bienestar de los demás. A juicio de Samuelson, la imposibilidad para construir un modelo de equilibrio general que incluya bienes públicos se debe a la dificultad de conseguir que la gente revele sus preferencias con exactitud; es más, tal revelación se realiza a través de un proceso político de por sí imperfecto. En última instancia, el precio de un bien público se torna político. Los bienes públicos se reconocen como una de las fallas de mercado que culmina en la conocida regla de Samuelson2, condición o regla que se basa en el uso de impuestos de suma-fija3. Samuelson utiliza el principio del beneficio y los precios Lindahl. De este modo se posibilita una correspondencia entre los precios de mercado y los impuestos (de suma fija). Por eso, los precios Lindahl ocupan un papel central en la formalización de su modelo de 2 La regla de Samuelson define el óptimo en la provisión de los bienes públicos en el punto donde la suma de las relaciones marginales de sustitución (de los individuos) coincide con la relación marginal de transformación. 3 El monto del impuesto de suma fija no se basa en el ingreso o riqueza de los individuos sino en los costos de los bienes o servicios públicos por suministrar. bienes públicos, en tanto que se tienen unos precios de cuasimercado para financiar el bien público. Sin embargo, los impuestos empleados en el mundo real son impuestos distorsionantes, pues conllevan un costo en eficiencia y se convierten en una limitante a la hora de determinar el gasto o los bienes y/o servicios públicos proveídos por parte de un gobierno –así como en una sociedad moderna resulta casi imposible establecer impuestos de suma fija por inequitativos, tampoco existen impuestos neutrales porque nadie recibe exactamente lo aportado–. La formulación del modelo de Samuelson surge como respuesta a la búsqueda de una solución normativa desde la Economía del Bienestar a los problemas de asignación (eficiencia) y distribución de recursos (equidad) mediante el gasto público y la tributación (teoría del beneficio y tributación óptima). En otros términos, Samuelson busca una solución integral del gasto público y la tributación, y de la eficiencia (asignación) y la distribución (equidad); solución que pretende alcanzar mediante el principio del beneficio (más cercano a la eficiencia que a la equidad). Así, en realidad, cuando comenzó a plantearse la necesidad de tratar de manera simultánea los ingresos (tributación) y los gastos en el presupuesto público, tanto en Wicksell (1896) como en Lindahl (1919) y posteriormente en Samuelson (1954, 1955) la idea subyacente era la de contener el crecimiento del tamaño del Estado por cuanto, al tratar de manera separada en el parlamento los gastos y la correspondiente tributación para financiarlos, no se valoraba la dimensión ni la disposición a la contribución por parte de los ciudadanos. En este propósito, el principio de beneficio tiene la ventaja de poner en relación directa los costos del servicio, la disposición a pagar y la demanda del usuario; es decir, desde esta perspectiva se pretende contribuir a una mejor asignación de recursos y a una aproximación a la revelación de preferencias de los usuarios. Sin embargo, la limitante del principio de beneficio se constituye en su escaso aporte a la redistribución de recursos, lo cual es más satisfactorio con el principio de capacidad de pago. La idea consistía en desmontar la financiación con fondos públicos de algunos gastos en servicios públicos y financiarlos mediante el principio del beneficio (tasas, tarifas y peajes) que implica para los usuarios contribuir a su financiación de acuerdo con el beneficio recibido; los demás bienes públicos (puros) se debían financiar con impuestos óptimos. Y esto implica volver al Estado liberal mínimo de la economía clásica: financiar con fondos públicos tan solo los denominados bienes públicos puros. Una de las críticas a la definición de bienes públicos puros de Samuelson consiste en que tales bienes no son tan comunes en el mundo real como sí lo son los denominados bienes públicos impuros o mixtos. Musgrave, a diferencia de Samuelson, plantea una “taxonomía” de bienes, la cual rechaza Samuelson (1966), aunque termina por reconocer que existen algunos bienes públicos como educación, carreteras, puentes y agua potable que no caen en los extremos de bienes privados puros y de bienes públicos puros. Ostrom muestra y estudia otra clase de bienes: los bienes comunes (Silva 2008). Una aproximación a esta taxonomía se centró en las características de los bienes públicos (excluibilidad y no rivalidad en el consumo). En el cuadro 1 se identifican cuatro categorías de bienes y se muestran algunos ejemplos de bienes, pero sucesivamente puede ocurrir con bienes similares (Cullis y Jones, 1998). La utilidad de la técnica empleada en esta taxonomía para los bienes públicos impuros puede ser cuestionada, incluso para el mismo bien puede fallar en una categoría u otra por un conjunto de circunstancias (Peston, 1972; citado por Cullis y Jones, 1998). Aun así, dentro de las categorías se hace posible desarrollar los requerimientos de eficiencia en la provisión. Quizá, el mejor ejemplo se da el de la categoría C. Buchanan (1965) desarrolló una teoría de los clubs y, de igual manera, las condiciones para el output óptimo y socios. Los bienes club consisten en acuerdos de acciones de consumo para proveer bienes cuyo consumo puede ser excluido, pero para el cual el consumo efectuado por un socio puede no ser rival con el consumo de otro socio –según el límite de capacidad–. Cuadro 1: Una taxonomía de bienes Rival No rival Excluible A Bienes privados (pan, vestuario, etc.) C Bienes club (club, puente, carretera) No excluible B Recursos o bienes comunes (ríos, lagos, pesca, bosques) D Bienes públicos puros (defensa nacional, justicia, etc.) Fuente: Elaboración propia con base en Cullis y Jones, 1998. ¿Por qué la literatura económica ortodoxa considera la educación, salud y los servicios públicos domiciliarios (agua potable, gas y electricidad), entre otros, como bienes privados? Los denominados bienes públicos impuros o mixtos, es un caso en los que un bien tiene una propiedad pero no la otra. El costo marginal de que una persona más encienda un televisor y vea un programa es cero, pues no reduce el número de veces que puede verlo otra persona. Pero la exclusión es posible (aunque tiene costos) por medio de codificadores, como lo demuestra la televisión por cable. Aunque fuera posible la exclusión, cuando un bien no es rival, no tiene sentido la exclusión desde el punto de vista de la eficiencia económica. Cobrando un precio por un bien no rival se impide que algunas personas disfruten de él, aun cuando el consumo del bien no tenga ningún costo marginal. Por lo tanto, cobrar por un bien no rival es ineficiente porque provoca subconsumo. El beneficio marginal es positivo, el costo marginal (de la persona adicional que ve el programa) es cero. El subconsumo es un tipo de ineficiencia. Pero si se cobra por un bien no rival, no habrá ningún incentivo para suministrarlo. En este caso, la ineficiencia adopta la forma de suministro insuficiente (Stiglitz 2000: 151). Por lo tanto, hay dos tipos básicos de fallo del mercado relacionados con los bienes públicos: el subconsumo y el suministro insuficiente. En el caso de los bienes no rivales, la exclusión no es deseable porque provoca subconsumo. Pero sin exclusión, el suministro es insuficiente (Stiglitz 2000: 151). Un bien público puro es un bien público en el que los costos marginales de suministrarlo a una persona más son estrictamente cero y en el que es imposible impedir que la gente reciba el bien. Ejemplo la defensa nacional (Stiglitz 2000: 155). Sin embargo, muchos bienes suministrados por el Estado no son bienes públicos puros en este sentido. El costo que una persona más utilice una autopista poco transitada es pequeñísimo, pero no cero, y es posible, aunque relativamente caro, impedir que la gente la utilice (o cobrarle por utilizarla). Pero el costo de una autopista congestionada es alto para los individuos (tiempo y consumo de combustible), y como solución, o bien se construye o amplia la autopista lo cual implica altos costos y/o se cobra peajes para racionar el uso de la misma (Stiglitz 2000: 155). Según Stiglitz (2000: 159), los bienes suministrados por el Estado cuyo costo marginal de suministrarlos a más personas es alto se denominan bienes privados suministrados por el Estado (gráfico 1). Aunque el costo de administrar un mercado (costo de transacción) constituye uno de los argumentos a favor de la provisión pública de algunos de estos bienes, no es el único y ni siquiera el más importante. A veces cuando el Estado suministra un bien privado (agua, salud, educación) permite simplemente a los individuos consumir tanta como deseen sin costo alguno. Recuérdese que en el caso de estos bienes cada unidad consumida tiene un costo marginal. Cuesta dinero purificar el agua y llevarla desde la fuente a la casa de una persona. Si un bien privado se suministra gratuitamente, es probable que su consumo sea excesivo. El consumidor como tiene que pagarlo, demanda hasta el punto en el que el beneficio marginal que le proporciona es cero, a pesar de que su provisión tenga un costo marginal real. En algunos casos como el agua, es posible que el consumidor se sacie rápidamente, por lo que la distorsión no sea demasiado grande (Stiglitz 2000: 159). Dadas las ineficiencias que plantea el consumo excesivo cuando no se cobra por los bienes privados suministrados por el Estado, los Gobiernos suelen tratar de encontrar alguna manera de limitar el consumo. Cualquier método que restrinja el consumo de un bien se denomina sistema de racionamiento. Uno de ellos es el sistema de precios (tasa por el uso – peaje-), provisión uniforme y colas (Stiglitz 2000: 163). 1.2 Bienes públicos puros, mixtos y privados suministrados por el Estado en Colombia Los gobiernos colombianos desde los años 1930 han sido “juiciosos” en la aplicación de los principios económicos ortodoxos. A mediados de los años treinta del siglo XX, siguiendo los principios y preceptos del “Estado del Bienestar”, se creó y amplio la producción, suministro y financiación de algunos bienes y servicios sociales de manera directa por parte del Estado, como fue el caso de la educación superior oficial (universidades nacionales, departamentales y municipales), educación básica y media (colegios oficiales), salud y seguridad social (hospitales oficiales, seguro social –pensiones en años posteriores-), dotación de infraestructura básica (carreteras y puentes) e infraestructura de las principales ciudades. La particularidad en Colombia, es que estos nuevos servicios oficiales o la reorganización y ampliación de los existentes no sustituye a la producción, suministro y financiación privada sino que coexistieron las dos formas (oficial y privada -generalmente prestados por organizaciones confesionales o religiosas-). La prestación oficial de estos servicios mínimos se caracterizaron por ser universales, es decir, no excluyentes para ricos o pobres. Con la migración del campo a las ciudades en la década de los años cincuenta (siglo XX), se incrementa la demanda por servicios públicos, y la ampliación de los mismos se hizo con suministro y financiación oficial y privada, pero aun así, con una cobertura baja. En los años 1970, siguiendo la política y preceptos del Banco Mundial y del Fondo Monetario internacional, y posteriormente la del “Consenso de Washington” y el “modelo de Apertura Económica” para América Latina, el gobierno nacional financia con impuestos directos (renta y otros tributos menores) los denominados bienes públicos puros (defensa y seguridad interna y externa, justicia, nómina gubernamental o burocracia nacional y algunas obras de carácter nacional). Con el proceso de descentralización a partir del año 1983, los departamentos y municipios deben atender los bienes y servicios públicos locales con recursos propios (Ley 14 de 1983), y con los recursos de las transferencias (Ley 12 de 1986, cesión de recursos del IVA) de la nación a los departamentos y municipios se financian los servicios de salud, educación, agua potable, recreación y propósito general. La Constitución Política de Colombia del año 1991 (reformas a las constituciones en América latina inducidas por el Consenso de Washington y la denominada Apertura Económica), abrió las puertas para la privatización de los bienes y servicios públicos, a cargo hasta entonces de los diferentes niveles de gobierno. A la reforma constitucional del año 1991, le siguieron las leyes de regulación, que fueron la antesala de los procesos de privatización a gran escala que no paran desde el año 1994. En efecto, se expidieron la Ley 30 de 1992 (regula el sistema de educación superior), Ley 100 de 1994 (regula la salud), Ley 115 de 1994 (regula la educación básica y media), Ley 142 de 1994 (regula los servicios públicos domiciliarios –agua potable, alcantarillado, recolección de basuras y desechos, energía y gas domiciliario, telecomunicaciones). La cobertura de los anteriores bienes y servicios públicos descansa en buena parte en el sector privado. Las grandes obras de infraestructura que requiere el país para atender los ahora tratados de libre comercio, se financian y construyen por el sector privado por contratos de concesión (la inversión se recupera a través de peajes y con impuestos a la gasolina), lo mismo sucede con la exploración de petróleo y la explotación de la minería (contratos de concesión con empresas multinacionales y algunas nacionales). 1.3 El gasto público y el gasto social público en Colombia En el cuadro 1 se puede observar los ingresos y gastos del gobierno nacional central correspondiente al periodo 1992-2012, así como el desfase entre los ingresos y gasto público (déficit fiscal) y la forma de financiación del mismo en la cual ha predominado la financiación interna; es decir, que parte de los ingresos fiscales se destinan para la banca y fondos de pensiones nacional. Cuadro 1. Gobierno Nacional Central. Cifras oficiales ($ miles de millones, base 2005) Año Ingresos Gastos 2/ Intereses Déficit o Financiamiento Superávit (+) Interno 1992 4.207,7 4.858,0 407,4 -650,2 485,2 1993 5.907,6 6.283,7 582,4 -376,1 637,1 1994 7.700,5 8.627,7 780,2 -927,2 807,7 1995 9.599,9 11.461,0 1.036,1 -1.861,1 1.638,8 1996 11.534,9 15.417,0 1.878,5 -3.882,0 2.801,7 1997 15.282,7 19.806,8 2.462,6 -4.524,1 3.440,3 1998 16.880,1 23.820,8 3.937,0 -6.940,8 4.239,5 1999 20.164,2 29.032,5 4.974,2 -8.868,3 5.623,8 2000 23.196,7 33.541,6 7.100,7 -10.344,9 6.670,7 2001 28.941,8 40.111,4 8.340,1 -11.169,6 2.423,1 2002 31.459,1 42.594,2 8.751,4 -11.135,1 11.154,2 2003 35.798,8 46.927,1 10.309,2 -11.128,3 5.528,7 2004 40.629,2 52.111,5 10.834,0 -11.482,3 8.036,1 2005 46.255,5 60.513,3 10.355,3 -14.257,8 15.337,1 2006 57.134,2 68.887,5 13.658,2 -11.753,2 6.352,5 2007 65.853,5 77.787,7 15.293,7 -11.934,3 12.809,5 2008 76.462,0 84.770,3 14.153,1 -8.308,4 5.806,3 2009 77.957,4 96.867,0 14.719,0 -18.909,7 9.668,1 2010 74.940,3 94.208,5 14.243,1 -19.268,3 16.294,3 2011 94.230,5 106.877,5 15.637,0 -12.647,0 9.234,2 2012 (pr) 107.067,2 119.421,7 16.076,2 -12.354,5 11.462,8 Fuente. Elaborado con base en las Estadísticas del Banco de la República Bancario No Bancario n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. 485,2 637,1 807,7 1.638,8 2.801,7 3.440,3 4.239,5 5.623,8 6.670,7 2.423,1 11.154,2 5.528,7 8.036,1 15.337,1 6.352,5 12.809,5 5.806,3 9.668,1 16.294,3 9.234,2 11.462,8 Financiamiento Externo 165,0 -261,0 119,5 222,3 1.080,3 1.083,8 2.701,2 3.244,5 3.674,2 8.746,4 -19,1 5.599,6 3.446,2 -1.079,2 5.400,8 -875,2 2.502,0 9.241,6 2.973,9 3.412,8 891,6 Para el año 2013, el presupuesto de gastos es de $185.525 miles de millones de 2013, distribuidos como se muestra en el cuadro 2: funcionamiento (13,5% del PIB), cuyo rubro más alto es el de las transferencias al SGP (salud, educación y propósito general) con el 3,9% del PIB, a ejecutar por municipios y departamentos; otro rubro importante de funcionamiento son los gastos de personal del gobierno central con un 2,8% del PIB. La deuda pública representa la cuarta parte del presupuesto general de la nación y un 6,5 del PIB, de los cuales se destina el 3,8% para el pago de la deuda y el 2,8% del PIB para el pago de la deuda con la banca nacional y los fondos de pensiones. Quedando para la inversión una cantidad inferior a la deuda (5,7% del PIB). Cuadro 2. Composición Presupuesto General de la Nación 2012-2013, Miles millones de pesos Concepto I. Funcionamiento - Gastos de personal - Gastos generales - Transferencias SGP (Sistema General de Participaciones) Pago de Mesadas Pensionales sin SGP Universidades sin pensiones Fondo Prestaciones Magisterio sin pensiones FONPET Resto de transferencias Operación comercial II. Deuda Amortizaciones de la deuda Intereses de la deuda III. Inversión Total 2012 89.879 18.895 6.299 63.070 26.000 22.905 2.118 2.337 207 9.503 1.615 38.715 1 9.613 1 9.102 36.808 165.402 2013 97.810 20.462 6.432 69.321 28.242 24.881 2.194 2.569 213 11.221 1.594 46.967 27.449 19.518 40.748 185.525 % PIB 12,6 2,8 0,9 9,5 3,8 3,4 0,3 0,4 0,0 1,4 0,2 5,8 3,0 2,9 5,5 24,9 % PIB 13,5 2,8 0,9 9,7 3,9 3,5 0,4 0,4 0,0 1,6 0,2 6,5 3,8 2,8 5,7 25,7 Fuente: Dirección General del Presupuesto Público Nacional En relación con el gasto público social, según Cardona (2011: 1), “para el documento CONPES 020/93 el Gasto Público Social (GPS) es aquella parte del gasto público que cumple con dos condiciones: 1) se refiere a bienes y servicios en cuya distribución aplican los mecanismos de mercado y existe, por algún motivo, exclusión y rivalidad, y 2) tiene un efecto directo sobre el nivel de vida de los hogares”. La anterior definición, le permite concluir a Cardona (2011:1) que, “tal definición excluye el gasto en bienes públicos puros de libre acceso a los que no aplica el criterio de exclusión y bienes cuya limitación de acceso es su ubicación espacial. La definición también distingue los gastos dirigidos al apoyo de actividades empresariales no familiares o a promover el desarrollo regional económico general. Así las cosas, el GPS afecta el bienestar y la redistribución del ingreso y de la riqueza por la manera heterogénea de su asignación y por su proporcionalidad con la contribución fiscal”. De conformidad con lo establecido en el “Estatuto Orgánico del Presupuesto” (decreto 111 de 1996), artículo 41: “Se entiende por gasto público social aquel cuyo objetivo es la solución de las necesidades básicas insatisfechas de salud, educación, saneamiento ambiental, agua potable, vivienda, y las tendientes al bienestar general y al mejoramiento de la calidad de vida de la población, programados tanto en funcionamiento como en inversión”. La definición al no ser precisa le permite a los gobiernos mostrar más ejecución en gasto social que la realmente destinada a la solución de necesidades de la población y reducción de la pobreza, y en el mejoramiento de la calidad de vida y el bienestar cabrían rubros sociales como la seguridad social, capacitación laboral, nutrición, saneamiento básico, recreación, cultura, familias en acción, redistribución de tierras, etc. Con la salvedad por la ambigüedad de la definición del gasto social público, y por la inconsistencia en la metodología de las cifras del GPS entre las entidades públicas que manejan las mismas (Contraloría General de la Republica, GNR; Contabilidad General de la Nación, GNC; Ministerio de Hacienda y el Departamento Nacional de Planeación, DNP), en el cuadro 3, se muestra la “Evolución del gasto público por componentes” para los años 2000 a 2009 y las cifras del gasto público social, con base en las cifras obtenidas por Cardona (2011) de la Contaduría General de la Nación, donde se puede apreciar que los rubros que más han crecido son las transferencias y el gasto público social. Cuadro 3. Evolución del gasto público total por componentes, Colombia 2000 – 2009 ($ miles de millones) Administración Operación Provisiones, agotamiento, depreciaciones y amortiz. Transferencias Operaciones interinstitucionales Otros gastos Gasto social 2000 17.981,5 11.247,5 14.055,0 2001 18.381,6 5.180,6 9.859,8 2002 21.129,8 5.577,9 12.146,0 2003 22.650,1 7.792,1 11.131,4 2004 22.525,5 9.081,5 15.496,2 2005 27.274,4 11.159,8 12.764,6 2006 27.787,5 12.210,5 19.362,5 2007 26.904,4 16.148,7 8.900,2 2008 21.653,7 16.056,2 11.864,1 2009 24.067,0 16.937,0 10.199,5 10.317,1 646,4 24.976,5 2.179,6 12.871,4 106,8 14.798,5 2.848,8 14.129,0 121,4 29.125,0 3.020,9 15.809,2 387,1 22.167,0 3.862,9 16.352,7 314,1 30.193,2 6.318,3 16.359,8 185,1 25.074,5 5.999,6 19.908,5 208,2 39.808,4 7.296,5 24.568,6 191,8 49.033,0 11.346,0 31.744,8 202,6 58.944,8 15.647,5 39.871,9 558,6 59.336,0 14.752,1 Fuente: Cardona 2011, con base en datos de la CGN. Rediseño del autor. De acuerdo con la definición de gasto público social y con los componentes que contempla el artículo 41 del Estatuto Orgánico del Presupuesto, el componente al que se ha asignado más recursos de manera sostenida en el periodo 2009-2009 es al de salud (cuadro 4), seguido de los subsidios asignados (para los servicios públicos domiciliarios entre otros), desarrollo comunitario y bienestar social, y en menor escala para educación. Cuadro 4. Gasto social público por componentes, Colombia 2000 – 2009 ($ miles de millones) Subsidios asignados Medio ambiente Desarrollo Comunitario y bienestar social Cultura Recreación y deporte Vivienda Agua potable y saneamiento básico Salud Educación 2000 1.340,5 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,1 839,0 0,0 2001 670,4 0,0 13,9 0,0 0,1 2002 456,2 0,0 116,8 0,0 0,0 0,1 1.920,7 10,4 0,0 1.820,4 12,4 2003 582,6 0,0 248,4 0,0 0,0 0,0 0,0 2.022,4 76,2 2004 881,3 0,0 293,7 0,0 0,0 5,1 1,1 2.466,8 34,7 2005 997,7 0,0 424,0 0,0 0,0 3,7 2,5 2.973,1 23,2 2006 876,9 0,0 517,9 0,0 0,0 4,4 0,8 3.021,6 34,9 2007 3.353,9 522,5 1.384,8 40,8 63,3 16,0 339,1 4.990,9 634,6 2008 6.731,2 687,9 1.943,1 54,2 89,6 29,5 344,1 5.073,3 694,6 2009 3.695,1 621,8 2.751,9 65,3 130,1 31,4 274,9 6.693,0 488,6 Fuente: Cardona 2011, con base en datos de la CGN. Rediseño del autor. 2 Los recursos de tributación (impuestos) destinados a la financiación de los bienes y servicios públicos De acuerdo con el diagnóstico del informe de la “Comisión de reforma tributaria” del año 1969, a cargo del profesor Richard Musgrave, desde mediados de la década de los años sesenta se hizo evidente en Colombia una crisis del modelo de desarrollo y de la administración central del Estado para impulsar el crecimiento, mejorar el ingreso per cápita y prestar servicios públicos. Se hizo notoria la carencia de una clara definición de funciones y de competencias propias de los gobiernos subnacionales. Esto derivó en el impulso de una serie de reformas en la estructura de ese modelo (Misión Musgrave, 1969). Entre los pasos dados en el ámbito tributario, se decidió iniciar el proceso de descentralización mediante la cesión de varios impuestos nacionales a los municipios y departamentos: licores, espectáculos públicos y consumo de cerveza de producción nacional, entre otros. Estas tendencias se fortalecieron con la Reforma Constitucional del año 1968. El Acto legislativo No.5 de 1968 creó el situado fiscal, la Ley 33 de 1968 cedió el 10% del impuesto a las ventas a los departamentos y al Distrito de Bogotá a partir del año 1969 y desde 1971 el 30%, se distribuiría así: un 30% en partes iguales y el resto, según sus habitantes. Los departamentos debían destinar el 50% a los municipios en proporción al número de habitantes –a la capital de departamento con más de 100.000 habitantes no le podía corresponder más del 10% de participación municipal, salvo que representará más del 55% de la población del departamento–. En la Ley 46 de 1971 se reglamentó el situado fiscal y estableció que las transferencias se destinaran a competencias. Es decir, que los recursos fueran destinados a la prestación de servicios por parte de los entes territoriales: en la Ley de presupuesto el 15% mínimo y el 25% máximo de los ingresos ordinarios de la nación debía destinarse a cubrir los gastos de funcionamiento de educación primaria y salud pública. Este monto se denominó situado fiscal, del cual el 30% se distribuyó entre los departamentos, intendencias y comisarías y el Distrito Especial de Bogotá en proporciones iguales y el 70% en función de su respectiva población. Sumados los montos debería destinarse un 74% para educación y el 26% para salud. En el periodo comprendido entre 1968 y 1982 se contrataron dos misiones distintas con un mismo objetivo: revisar el sistema tributario y el gasto público de la nación, los departamentos y municipios con miras a adaptarlos a las necesidades del desarrollo económico y social del país: la misión Musgrave creada en 1968 y la misión Bird-Wiesner en 1978. Además del análisis de los problemas de la tributación, a la misión Musgrave se le solicitó revisar la distribución de la prestación de servicios por parte del gobierno nacional, los departamentos y los municipios. “Esto es de una importancia especial en un país como Colombia donde existe una marcada diferencia entre una región y otra, y las unidades gubernamentales subnacionales tienen un papel muy importante en la conducción de los asuntos públicos” (Musgrave 1969, p. 195). La Misión Richard Bird (1981: 123-124) mostró la misma preocupación cuando afirmó en 1981 que “uno de los temas recurrentes en la discusión pública en Colombia es el desarrollo regional (...). El concepto de disparidad regional, que subyace a lo que se denomina el problema regional, tiene significados muy diversos”. En ese mismo sentido, dos décadas más adelante, la misión Wiesner (1992) concluyó, de manera similar, que la descentralización sí puede contribuir al desarrollo económico. Los resultados del diagnóstico, en especial los relacionados con la recomendación de política tributaria de la misión Bird-Wiesner, se constituyeron en la expresión jurídica y origen de la Ley 14 de 1983. La citada ley reformó los impuestos locales y se considera como el primer “estatuto de ingresos territoriales”, orientada a realizar un nuevo arreglo institucional que modificara esa dispersión y heterogeneidad en las bases tributarias del nivel territorial. La Ley 12 de 1986 cambia el mecanismo de distribución de competencias y reafirma la política de mantener y reforzar la dependencia de los ingresos territoriales en relación con las transferencias de recursos del gobierno nacional. Reorganizó la participación de los municipios en los ingresos de la nación al determinar un aumento progresivo de la cesión del IVA, del 30% hasta alcanzar el 50% en 1992, de acuerdo con el tamaño poblacional de los departamentos y municipios y una parte adicional para municipios con menos de 100.000 habitantes. Condicionó así la cesión a que el 74.2% de los recursos debería destinarse a gastos de inversión –obras de infraestructura– y el otro porcentaje de libre disponibilidad, según criterio de los gobiernos municipales. La Ley 44 de 1990 intentó de manera tímida reducir el número de gravámenes en el ámbito territorial al crear el impuesto predial unificado: agregó los impuestos predial, parques y arborización, la sobretasa de levantamiento catastral y la contribución de desarrollo municipal; asimismo, generó la opción del autoavalúo, como mecanismo para lograr la actualización de la base gravable e incrementarla anualmente, según el índice de inflación. La Constitución Política de 1991 marcó el inicio de un periodo caracterizado por cambios profundos y contradictorios en la formulación de políticas respecto de las finanzas públicas territoriales. El caso más discutido tiene relación con las transferencias y, en particular, con el mecanismo inflexible que determina su monto. Este mecanismo automático se convirtió en uno de los factores que pudo contribuir al deterioro de las finanzas del gobierno central nacional. La dinámica que tomaron estos recursos explica cerca de una tercera parte del gasto de este nivel de gobierno. La Constitución Política de 1991 y, posteriormente, sus normas reglamentarias en descentralización fiscal incrementaron el volumen de transferencias del gobierno central hacia los departamentos y municipios. Redefinieron y aumentaron, además, las funciones y responsabilidades de los distintos niveles de gobierno. Los artículos 356 y 357 de la Constitución establecieron el marco general de asignación de funciones entre los gobiernos subnacionales y la distribución de las transferencias del gobierno nacional hacia las entidades territoriales. El mecanismo de las transferencias, de nuevo, se acogió como el instrumento para profundizar el proceso de la descentralización en Colombia. Estas transferencias se incrementaron del 2.4% al 4.4% del PIB entre los años 1991 y 2000, las transferencias representan un 25% de los gastos totales del presupuesto general de la nación. El problema del déficit fiscal del gobierno central ha sido atribuido en gran parte a las transferencias a los departamentos y municipios; en particular, después de la Constitución Política del año 1991. En general el país entró en un círculo vicioso: el problema del déficit en buena parte se origina en las transferencias y, por la misma inflexibilidad del modelo, al incrementar los ingresos tributarios del orden nacional para solucionar el déficit, se incrementa el monto de las transferencias y el mismo déficit. Además, sin desconocer que hasta el año 2008 el principal componente del gasto público del gobierno central lo constituye la deuda pública en cerca del 40% del presupuesto general de la nación. En desarrollo de la Constitución, la Ley 60 de 1993 reformó el sistema de transferencias y estableció las participaciones y el situado fiscal como porcentaje de los ingresos corrientes de la Nación. Se complementa esta política con la ley 29 de 1989 –distribución de competencias en educación–, ley 10 de 1990 –distribución de competencias en salud–, ley 142 de 1994 –sectorial de servicios públicos–, ley 30 de 1992 de educación superior – financiación educación superior–, ley 100 de 1994 –sistema de seguridad social– y ley 115 de 1994 General de educación. Dos reformas al sistema de participaciones, mediante Actos legislativos de reforma a la Constitución Política (artículos 356 y 357) se presentaron entre los años 2001 y 2007. El Acto Legislativo 01 de 2001 (julio 30), presentado por el gobierno nacional, se fundamentó en que parte del déficit fiscal se atribuía a los artículos 356 y 357 de la Constitución política, en tanto que las transferencias estaban atadas a la evolución de los ingresos corrientes de la nación. El gobierno argumentó que cualquier reforma tributaria que pretendiera incrementar los ingresos tributarios se veía contrarrestada por la obligación de transferir ese esfuerzo fiscal a las entidades territoriales. La Ley 617 de 2000 –saneamiento fiscal territorial– y la Ley 715 de 2001 –reforma al sistema de participaciones o de redistribución de competencias– que derogó la Ley 60 de 1993, se constituyen en el complemento y desarrollo del Acto Legislativo 01 de 2001. La Ley 617 de 2000 fue la manifestación de la concepción centralista en el manejo de las finanzas públicas y, por lo tanto, de mayor dependencia fiscal y de menor autonomía. Esta Ley fijó límites a los gastos de funcionamiento de las entidades territoriales y señaló los requisitos para la creación de municipios. Finalmente, autorizó a la Nación la posibilidad de otorgar garantía al endeudamiento de las entidades territoriales para contratar créditos nuevos, sólo si se destinaban a efectuar programas de ajuste fiscal. La Ley 715 de 2001 (artículo 3) establece el Sistema General de Participaciones transferencias intergubernamentales–: destinación específica –condicionada y equivalente– para salud, educación y propósito general, 10% adicional por eficiencia administrativa. Por tanto, las transferencias intergubernamentales en Colombia son de tipo condicionadas y, en parte, equivalentes. El cuadro 5 relaciona las normas iniciales del régimen de participaciones a partir de la Constitución Política de 1991 y la ley 60 de 1993, así como las dos reformas al sistema general de participaciones: el Acto Legislativo 01 de 2001 por el cual se reformo la Constitución y que se desarrolló mediante la Ley 715 del mismo año, y el Acto Legislativo 04 que dio origen a la ley 1176 de 2007, y finalmente la forma del cálculo de los recursos de participación según los tres tipos de normatividad. Vigencia 1994-2000 2001-2005 2006-2007 2008-2009 2010 2011-2016 2017 Cuadro 5. Dos reformas al sistema de participaciones Normatividad Participación Forma de cálculo Artículos 356 y 357 de la Constitución Política Ley 60 de 1993 Acto legislativo 01 de 2001 Ley 715 de 2001 Acto Legislativo 04 de 2007 Situado fiscal % de los ICN (ingresos corrientes de la nación) Participación en los Ingresos Corrientes de la Nación % de los ICN Sistema General de Participaciones Ley 1176 de 2007 Decreto 2008 028 de Inflación causada + 2% adicional Inflación causada + 2.5% adicional Inflación causada + 4% adicional + 1.3% adicional para Educación + $ Crecimiento Económico > al 4% Inflación causada + 3.5% adicional + 1.6% adicional para Educación + $ Crecimiento Económico > al 4% Inflación causada + 3% adicional + 1.8% adicional para Educación + $ Crecimiento Económico > al 4% Crecimiento prom edio de la variación porcentual de los ICN de los últimos cuatro años. Fuente: DNP, 2007. Ajustes elaborados por el autor. El Acto Legislativo 04 de 2007 señala que el Gobierno debe definir una estrategia de monitoreo, seguimiento y control integral al gasto ejecutado por las entidades territoriales con recursos del Sistema General de Participaciones para asegurar el cumplimiento de metas de cobertura y calidad. La estrategia deberá fortalecer los espacios para la participación ciudadana en el control social y en los procesos de rendición de cuentas. Este Acto Legislativo de reforma a los artículos 356 y 357 de la Constitución Política, y se desarrolla a través de la Ley 1176 de 2007. Diferentes estudios y análisis de la descentralización fiscal en Colombia (2006) muestran como resultado la concentración fiscal en unos cuantos municipios y departamentos. En tres ciudades de Colombia se concentra el 55.39 del total del recaudo tributario de los 1.098 municipios: Bogotá (38.27%), Medellín (9.85%) y Cali (7.27%). A su vez, en tres Departamentos de un total de 32, se concentra la mitad del recaudo tributario (50.6%): Antioquia (24.1%), Cundinamarca (15.7) y Valle (10.8). La fuerte concentración del ingreso tributario es un reflejo de las disparidades de desarrollo económico y social de las localidades y las regiones colombianas. Veinte grandes ciudades concentran a su vez la mayor parte de la población y de la actividad económica; por eso, su nivel de recaudo es más elevado que el de los municipios de categorías tres a seis. Los principales tributos del orden nacional son el Impuesto a la Renta, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Gravamen a los Movimientos Financieros (GMF), el Impuesto al Patrimonio, los Aranceles y el impuesto a la gasolina, y como estos recursos no alcanzan para financiar el gasto público, cada gobierno de turno hace una o dos reformas tributarias. Este tema que se trata con más detalle en el apartado siguiente. 3 La carga fiscal (tributaria) en la provisión de bienes públicos en Colombia La carga tributaria es la relación que existe entre los impuesto que paga un contribuyente y el total de sus ingresos netos. Carga fiscal = T/R, donde T es impuesto que soporta una persona y R es la renta total de esa persona. Cuando la carga fiscal o el cociente en la relación es mayor en el caso de los ricos que en los pobres se denomina progresivo, en caso contrario se denomina regresivo; si el cociente es igual para todas las personas se denomina proporcional. Por lo tanto, la carga fiscal se refiere al impacto que el impuesto tiene en el contribuyente individual. La carga tributaria también se determina respecto a la economía global de cada país, caso en el cual corresponde a la relación resultante entre los ingresos fiscales frente al producto interno bruto del país. La carga tributaria de un país, por lo general se toma como base el recaudo total de los diferentes impuestos, puesto que la referencia es el total de ingresos fiscales que percibe el país. Es la parte del producto social generado que toma el Estado, mediante los impuestos nacionales, regionales y municipales, así como los derechos, productos y aprovechamientos para cumplir con sus funciones. Se mide comparando el total de ingresos fiscales (IF) con el valor del Producto Interno Bruto (PIB), Carga Fiscal =IF/PIB. Cuadro 6. Países de América Latina y de la OCDE Ingresos tributarios con Seguridad Social (% del PIB) País Cuba Argentina Brasil Uruguay Bolivia Costa Rica Chile Ecuador Nicaragua Colombia Panamá Perú Paraguay Honduras El Salvador Guatemala República Dominicana Venezuela México Países OCDE (% del PIB) 38,8 34,9 34,8 26,5 22,1 22 20,2 20,1 19 18,1 17,8 17 16,1 15,8 15,5 12,8 12,8 12,5 11,4 33,8 Fuente. CEPAL, 2012, seminario Santiago de Chile La carga fiscal, ante la dificultad de medir el ingreso real de las personas o contribuyentes, generalmente se mide sobre el monto de impuestos recaudado en relación con el PIB. Según la CEPAL (2012), mientras el promedio de carga tributaria de América latina para el año 2012 fue de 18.4%, en Colombia la carga tributaria alcanzo el 18.1%. El cuadro 7 muestra la carga tributaria de Colombia comparada con la de países de América Latina y de la OCDE. El cuadro 7 muestra los ingresos fiscales consolidados de las entidades territoriales (impuestos departamentales y municipales) y su comportamiento entre los años 2000 a 2009. En este periodo los ingresos tributarios han crecido en tan solo 0.3 puntos en porcentaje del PIB al pasar de 2.3% al 2.6%, mientras las transferencias de la nación (salud, educación y propósito general) aumentaron en 1.5 de porcentaje del PIB. Cifras que confirman la dependencia de las entidades territoriales de las transferencias, y la denominada “pereza fiscal” en el recaudo sus propios recursos fiscales. Cuadro 7. Ingresos fiscales - consolidado entidades territoriales, 2000 - 2009 (Cifras en miles de millones de pesos) Año Predial y Complementarios Industria y Comercio Cerveza Cigarrillos Licores Otros Total tributarios % Pib No Tributarios Total Transferencias % Pib De Capital Total recursos % Pib Tributarios 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 960 1.058 1.224 1.348 1.557 1.763 1.981 2.175 2.308 2.533 1.199 1.271 1.468 1.893 2.186 2.505 2.914 3.424 3.860 4.086 615 632 732 847 935 1.074 1.194 1.435 1.402 1.512 233 246 293 301 311 318 363 380 362 343 616 648 723 540 655 695 740 779 636 730 1.177 1.309 1.483 1.873 2.223 2.514 2.905 3.254 3.378 3.734 4.801 5.164 5.925 6.802 7.866 8.867 10.097 11.447 11.946 12.938 2,3 2,3 2,4 2,5 2,6 2,6 2,6 2,7 2,5 2,6 917 687 972 1.466 1.505 1.818 2.103 2.561 3.003 3.234 7.605 9.343 11.137 13.105 14.778 16.710 18.262 19.863 22.994 25.590 3,6 4,1 4,5 4,8 4,8 4,9 4,8 4,6 4,8 5,1 381 227 352 219 143 287 457 836 680 992 13.703 15.420 18.387 21.592 24.291 27.682 30.918 34.707 38.623 42.753 6,6 6,8 7,5 7,9 7,9 8,1 8,1 8,1 8,0 8,5 Fuente. Elaborado con base en las estadísticas Banco de la República En el cuadro 8 se relacionan los gastos de las entidades territoriales, donde los gastos de funcionamiento (personal y gastos generales de las administraciones centrales de los departamentos y municipios, así como el pago del personal de salud, educación y demás gastos de estos sectores) es el rubro más alto, seguido de la inversión y de los intereses por la deuda pública. Todos los gastos han crecido en porcentaje del PIB. Las transferencias internas son entre entidades territoriales (departamentos a municipios o entre estas y sus entidades descentralizadas). Cuadro 8. Gastos de las entidades territoriales 200 – 2009 (Cifras en miles de millones de pesos) Corrientes Año Funcionamiento % Pib Intereses Transferencias 2000 9.666 4,6 796 914 2001 10.923 4,8 596 941 2002 12.371 5,0 641 1.005 2003 14.730 5,4 608 854 2004 16.744 5,4 631 953 2005 19.381 5,7 609 1.086 2006 22.399 5,8 605 1.216 2007 25.314 5,9 593 1.197 2008 27.061 5,6 745 1.660 2009 31.369 6,2 533 1.801 Fuente. Elaborado con base en las estadísticas Banco de la República % Pib 0,44 0,42 0,41 0,31 0,31 0,32 0,32 0,28 0,35 0,36 Total 11.377 12.460 14.017 16.192 18.327 21.076 24.220 27.105 29.467 33.703 % Pib 5,5 5,5 5,7 5,9 6,0 6,2 6,3 6,3 6,1 6,7 De Capital Total Gastos % Pib 3.920 2.912 4.074 4.786 4.083 6.257 8.086 9.974 7.680 10.060 15.297 15.372 18.092 20.977 22.410 27.333 32.306 37.079 37.146 43.763 7,3 6,8 7,4 7,7 7,3 8,0 8,4 8,6 7,7 8,7 Los recaudos de los impuestos a nivel del gobierno del gobierno nacional central se relacionan en el cuadro 9 para el periodo 2000-2009. El impuesto a la renta es el impuesto de mayor recaudo en todos los años del periodo, 6.9% del Pib en el año 2012. El IVA es el segundo recaudo más alto (4% del Pib para el año 2012). El tercer impuesto en recaudo corresponde a los impuestos a las exportaciones e importaciones y remesas con 2.56% del Pib para 2012. El total de impuestos recaudados para el año 2012 ascendió a 14.9% del Pib. Cuadro 9. Ingresos fiscales del Gobierno Nacional Central 2000 – 2012 (Cifras en miles de millones de pesos) Años Renta y Complem. % PIB IVA % PIB Timbre Nacional % PIB G.M.F % PIB Patrimonio % PIB Actividad Externa % PIB Total imptos Gob central % PIB 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 7.526.964 10.261.225 10.859.993 12.541.673 15.955.334 18.538.970 22.419.113 24.741.645 26.666.889 30.693.656 28.115.446 34.820.072 45.729.042 3,61 4,54 4,43 4,61 5,18 5,45 5,84 5,74 5,55 6,08 5,16 5,60 6,88 5.789.589 7.322.402 7.951.042 9.672.157 11.010.806 12.184.699 14.129.093 17.059.745 18.857.401 19.454.512 21.664.560 25.106.967 26.544.725 2,78 3,24 3,24 3,55 3,58 3,58 3,68 3,96 3,93 3,86 3,98 4,04 3,99 402.693 420.749 433.977 511.537 574.710 673.406 791.208 863.928 809.376 646.812 357.159 123.923 58.973 0,19 0,19 0,18 0,19 0,19 0,20 0,21 0,20 0,17 0,13 0,07 0,02 0,01 1.036.744 1.437.359 1.408.101 1.621.500 2.237.595 2.401.226 2.668.946 2.989.522 3.199.639 3.121.278 3.224.922 5.069.606 5.468.351 0,50 0,64 0,57 0,60 0,73 0,71 0,70 0,69 0,67 0,62 0,59 0,82 0,82 1.250.722 1.227.934 454.012 474.219 536.233 1.232.681 3.320.867 2.238.618 2.235.367 4.447.798 4.391.723 0,51 0,45 0,15 0,14 0,14 0,29 0,69 0,44 0,41 0,72 0,66 4.505.081 5.406.024 5.635.980 6.690.430 7.544.123 9.285.242 12.260.112 13.335.911 14.142.438 12.727.672 14.562.873 16.939.565 16.992.007 2,16 2,39 2,30 2,46 2,45 2,73 3,19 3,09 2,95 2,52 2,67 2,73 2,56 19.295.107 24.869.759 27.553.394 32.285.250 37.865.071 43.591.600 52.824.361 60.241.854 67.032.816 68.910.781 70.190.193 86.568.640 99.226.458 9,3 11,0 11,2 11,9 12,3 12,8 13,8 14,0 14,0 13,7 12,9 23,9 14,9 Fuente. Estadísticas de impuestos recaudados, DIAN. El resumen de los recaudos correspondiente a los impuestos del Gobierno Central, de los gobiernos locales y la seguridad social se evidencian en el cuadro 10, en porcentaje del PIB, donde los ingresos del gobierno central cargan con el peso de la financiación de los bienes públicos: defensa y seguridad, justicia, educación para los pobres, administración, infraestructura básica y el gasto social en salud, educación, subsidios para los servicios públicos domiciliarios y para la cultura, recreación y bienestar social. Cuadro 10. Ingresos fiscales por nivel de gobierno (% del PIB) Niveles Gobierno Central Gobiernos locales Seguridad Social Total 2005 12.4 2.0 2.3 16.7 2006 13.4 2.0 2.2 17.6 2007 13.4 2.1 2.2 17.7 2008 13.4 2.0 2.0 17.4 2009 12.9 2.0 2.0 17.0 2010 12.3 2.0 2.1 16.4 2011 13.6 2.0 1.7 17.3 2012 14.8 1.9 1.1 17.8 Fuente: DIAN, DNP, MHACP En el grafico 1 se sintetiza el comportamiento de los impuestos nacionales y territoriales en porcentaje del PIB entre los años 2000 y 2012. La diferencia con los datos de la CEPAL (2013) se pude deber a la inconsistencia en la consolidación de las cifras que existe entre las diferentes entidades públicas responsables de las mismas. El gráfico 2 representa el gasto total público (GNC y entidades territoriales) en porcentaje del PIB. El gasto total (25.4%, año 2009) supera a los ingresos totales (17.1% para el mismo año). El comportamiento de los diferentes componentes y el total del gasto social público (salud, educación, seguridad social y vivienda, están resumidos en porcentaje del PIB en el gráfico 3. La seguridad social (pensiones y subsidios) es el componente más alto del gasto social, seguidos de los gastos en educación, salud y vivienda. Finalmente, el gráfico 4 permite la comparación entre el gasto público total (GNC más entidades territoriales) con los ingresos totales. La diferencia corresponde al déficit fiscal nacional, el cual se financia en alto porcentaje con deuda pública interna. 4 Conclusiones La estructura tributaria colombiana cuenta con tributos del orden nacional y del orden territorial (departamentos y municipios). Los principales tributos del orden nacional son el Impuesto a la Renta, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Gravamen a los Movimientos Financieros (GMF), el Impuesto al Patrimonio, los Aranceles y el impuesto a la gasolina. A nivel territorial los departamentos son los encargados de los impuestos a las bebidas alcohólicas y el tabaco, el impuesto al deporte y una proporción de la sobretasa a la gasolina. A cargo de los municipios quedan el impuesto predial, el impuesto de industria y comercio, la plusvalía urbana, el impuesto al degüello de ganado mayor y el ICA, y las contribuciones. El Estado debe proveer bienes públicos puros como la defensa y la seguridad, la administración de justicia, los servicios de cancillería y la administración pública en los tres niveles de gobierno. Provee también bienes mixtos como la infraestructura básica y las mega-obras se financian con contribuciones, peajes y el impuesto a la gasolina. Finalmente, financia algunos bienes privados como la educación, salud y seguridad social (pensiones), a través del gasto social público, que adicionalmente cubre programas de vivienda, familias en acción, cultura y recreación y el bienestar general de la población. La carga tributaria es relativamente baja en Colombia en comparación con los países de región (América Latina), pero alta internamente porque descansa en las clases media y popular. La carga tributaria en Colombia para el año 2012 es del 17.8% del PIB, frente a una media de América Latina del 18.4%, pero lejos de países como la Argentina (34.9% del PIB). 5 Referencias bibliográfica Banco de la República. Cifras estadísticas históricas sobre finanzas públicas Cardona, Alberto (2011). Gasto público social, Colombia 200-2010. Bogotá, DNP. Cullis, Joan and Jones, Philip (1998). Public Finance and Public Choice. New York, Oxford University Press (3 Public Goods). Departamento Nacional de estadística, DANE. Estadísticas y metodologías sobre el PIB. Escobar, Andrés y Olvera, Mauricio (2013). Gasto público, movilidad y equidad social. Bogotá, CEDE, Universidad de los Andes. Contaduría General de la Nación. Estadísticas Contraloría General de la República. 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