conferencia latinoamericana

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Montevideo (Uruguay), 16 y 17 de julio de 2016
CONFERENCIA
LATINOAMERICANA
REAGRUPAR A LA IZQUIERDA
REVOLUCIONARIA Y EL MOVIMIENTO
OBRERO COMBATIVO POR UNA
ALTERNATIVA SOCIALISTA FRENTE
A LA BANCARROTA CAPITALISTA
QUE SACUDE AMERICA LATINA
En septiembre del 2012, un grupo de partidos y organizaciones de izquierda, entre los cuales se encontraba el PT de
Uruguay y el PO de Argentina, realizamos una Conferencia
Latinoamericana en San Pablo (Brasil). Entonces caracterizamos que “la izquierda revolucionaria y el socialismo nos
encontramos, en América Latina, frente a un desafío histórico. La bancarrota capitalista y el agotamiento de las nuevas
experiencias nacionalistas constituyen el terreno histórico
potencial para una recuperación de fuerzas del movimiento revolucionario”. Ahora, a casi 4 años después, se plantea
sacar un balance de esta caracterización: ¿En qué punto
nos encontramos de la bancarrota capitalista y sus consecuencias en América Latina? ¿Cómo estos cambios se han
traducido en la arena política? ¿En qué punto se encuentran
las fuerzas de izquierda revolucionaria? A tal fin, los abajo
firmantes hemos lanzado la convocatoria a una nueva Conferencia Latinoamericana, a realizarse el 16 y 17 de julio, en
Montevideo (Uruguay), invitando a la misma a todos aquellos partidos, organizaciones y militantes que coincidan con
las bases políticas principales de este llamamiento y que
quieran sumarse a la lucha por reagrupar revolucionariamente a la izquierda y al movimiento obrero combativo por
una alternativa socialista frente a la bancarrota capitalista
que sacude América Latina. La relevancia de esta convocatoria está dada por las crisis de fondo en Venezuela y Brasil,
que se extiende al resto de América Latina.
norteamericanos en el 2007, esta se presenta con sus premisas agravadas. A pesar de los billonarios rescates monetarios volcados por los Bancos Centrales, que ha llevado a
estos al límite de su capacidad de endeudamiento colocando también a los Estados en una situación de virtual bancarrota, la crisis persiste y amenaza con nuevas catástrofes
y hundimientos.
En Europa se multiplican las amenazas de quiebras bancarias (Deutsche Bank, etc.), hay estados que se están hundiendo bajo el peso de las deudas públicas; la crisis social
con sus picos catastróficos de miseria y desocupación se ha
enseñoreado en varios países. El desarrollo de la bancarrota capitalista amenaza con hacer estallar la Unión Europea
y es un acicate a las guerras imperialistas en Europa y en el
Medio Oriente. La bancarrota capitalista actúa como un disparador de crisis políticas que hacen naufragar a los partidos tradicionales de la burguesía y provocan respuestas de
lucha de las masas. No solo hay que mirar el panorama de
Grecia, sino también el de España y ahora Francia donde la
clase obrera y la juventud se movilizan contra las medidas
de ‘ajuste’ que intenta llevar adelante el gobierno socialdemócrata de Hollande. La crisis de los refugiados es una consecuencia directa de la guerra del Medio Oriente, fogoneada por el imperialismo y se ha trasformado en una enorme
catástrofe humanitaria, cuyas consecuencias han terminado
de estallarle en la cara a las principales potencias de Europa.
Japón no ha logrado salir de la misma en casi tres décadas y
tiene un endeudamiento estatal del orden del 300% de su PBI.
El proceso de restauración capitalista sobre la URSS, China y demás ex estados obreros, que fue concebido, como
La bancarrota capitalista mundial
Contra los que pronosticaban que el capitalismo ya había
superado la bancarrota desatada por la caída de los bancos
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una de los principales factores contrarrestantes de la crisis
mundial capitalista ha terminado convirtiéndose en uno de
los principales motores de su agravamiento. En China, en
primer lugar, la crisis de superproducción (acero y siderurgia, especialmente) le plantea destruir una parte fabulosa
de sus industrias. Se habla del cierre y despido de 6 millones
de obreros de la siderurgia. Los mercados donde la producción de las fábricas chinas era volcada están abarrotados.
Este párate chino ha provocado el desplome de las naciones emergentes que colocaban parte importante de su producción de materias primas (petróleo, minerales, forrajes,
alimentos, etc.) en la maquinaria productiva de la China de
capitalismo en restauración.
Pero, el epicentro de la bancarrota, que se manifestó en
el 2007 en los EEUU, continúa allí. Los billones de dólares
volcados por la Reserva Federal han acentuado la sobreproducción. Un ejemplo de ello está en el mercado del petróleo. Crédito fácil y barato ha sido invertido en el desarrollo
de la industria yanqui del fracking, lo que ha colaborado
en incrementar notablemente la producción mundial de
hidrocarburos y desplomado sus precios, quebrando a numerosas compañías que habían crecido en este proceso.
El hundiendo de los precios del petróleo arrastro a la bancarrota a numerosas empresas y países (Rusia, Venezuela,
Brasil). Un amague de la Reserva Federal de aumentar las
tasas de interés tuvo que ser rápidamente retirado ante la
amenaza de llevar la economía mundial a una depresión.
Sigue en aumento la cesación de pagos en las hipotecas y
la situación de los bancos tampoco ha sido saneada, sino
contenida con “contabilidad creativa” (que considera en los
balances créditos incobrables a su valor original).
mismas. El petróleo, el cobre, el hierro, la soja, todas las materias primas en general, han retrocedido. Este vendaval arrastra a los regímenes nacionalistas y progresistas latinoamericanos pero también a los gobiernos de filiación neoliberal.
La bancarrota capitalista ha terminado por acelerar el
derrumbe del nacionalismo burgués y el progresismo, que
dominaron la escena política en los últimos 15 años; que
surgieron como respuesta política a la crisis mundial y al
agotamiento histórico de los partidos tradicionales, y sirvieron de contención al proceso de rebelión popular abierto por el estallido de los regímenes llamados neoliberales.
En el caso de Bolivia, Evo Morales con el concurso de Lula
y Néstor Kirchner fue el bombero del proceso revolucionario. El MAS colocado como expresión de los procesos
insurreccionales del 2003 contra Sánchez de Losada y sus
continuadores, pactó con el viejo régimen una salida electoral que dejo intacto el aparato estatal. El chavismo, por
su parte, llego al poder luego del ‘caracazo’, como una expresión de la movilización popular frente al agotamiento
definitivo de los partidos tradicionales de la burguesía (AD
y Copei). En cambio, en la Argentina, los Kirchner llegaron
al poder de la mano de Duhalde, colocado como un recurso de emergencia, para enfrentar la disolución del régimen
capitalista y las jornadas revolucionarias del Argentinazo a
fines del 2001.
Perú - exhibido por el establishment como uno de los
“modelos a imitar”- tampoco ha sido ajeno a este vendaval. El hecho de que el nacionalista Ollanta Humala tempranamente haya pegado un giro neoliberal no ha eximido al país de una crisis económica severa que ha ido de la
mano de un creciente desprestigio del gobierno y un enfrentamiento con los trabajadores.
América Latina sacudida por la crisis mundial
La bancarrota capitalista mundial está golpeando con toda
fuerza a América Latina, provocando el desplome de sus
economías y regímenes políticos. La crisis en China y en las
naciones imperialistas ha disminuido significativamente la
compra de materias primas desplomando el precio de las
Un balance necesario
En el período de ‘bonanza’, la burguesía latinoamericana no
usó los ingresos para avanzar en un proceso de industrialización ni en una mejora de su infraestructura productiva,
para sentar las bases de un desarrollo nacional indepen-
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diente. Estos ingresos extraordinarios fueron usados para
‘honrar’ la deuda, subvencionar-rescatar a sectores capitalistas en crisis, indemnizar generosamente a los capitalistas
cuyas empresas fueron estatalizadas y como botín de las
oligarquías capitalistas que se formaron en torno a los gobiernos nacionalistas y centroizquierdistas.
Los elevados ingresos por la exportación de commodities actuaron como garantía de un nuevo ciclo de endeudamiento en la región. Fue un fenómeno generalizado el fuerte crecimiento de las reservas de los Bancos Centrales de los
países latinoamericanos. Esto produjo la ilusión de que la
deuda externa de estas naciones latinoamericanas se había
finalmente ‘domado’, que estaba bajo control, cubierta por
las excedentes reservas de divisas. Estamos, ahora, frente al
proceso inverso: fuga de capitales hacia las metrópolis, dejando nuevamente en pie las usurarias deudas externas de
las naciones atrasadas con el capital financiero
Mientras se invocaban ‘modelos productivos’, las experiencias nacionalistas continentales agravaron la primarización económica y la desindustrialización. Es que para
desarrollar un verdadero proceso de desarrollo e industrialización nacional debería avanzarse en tomar medidas
anticapitalistas: confiscación sin pago de las empresas nacionalizadas, terminar con el latifundio, banca única estatal,
monopolio del comercio exterior; y apoyarse para ello en la
movilización de las masas trabajadoras. Pero este es un límite de clase que el nacionalismo burgués no puede superar.
El horizonte de “redistribución del ingreso” de los regímenes nacionalistas burgueses se limitó a una extensión más
o menos desarrollada de la asistencia estatal, en el marco
de una precarización laboral generalizada. En el caso más
avanzado, el chavismo, la renta petrolera se utilizó para un
gran desarrollo asistencialista, especialmente de los sectores más pobres y postergados del pueblo, pero no se intentó
siquiera transformar la estructura social de atraso y dependencia petrolera. La precariedad de este armado es puesta
ahora de manifiesto por la crisis mundial y el derrumbe de
los precios del petróleo.
de los trabajadores. Pero este régimen se ha agotado y son
los partidos políticos aliados al gobierno y la clase capitalista
- empezando por la poderosa burguesía industrial paulista,
que sacaron el dinero con pala, durante su mandato-, quienes han terminado soltándole la mano. Asistimos al tránsito
de regímenes de contención de los trabajadores a gobiernos
de ofensiva franca contra las masas. En un escenario dominado por una enorme crisis de dominación política, este
golpe institucional apunta a resolver esa crisis y reconstruir
la autoridad del estado e impedir que por sus rendijas se
cuele la insurgencia popular. Por otro lado, el golpe en Brasil
se inscribe en una batalla que tiene un alcance continental por una reconfiguración económica más general de los
negocios y los recursos de Latinoamérica. Asistimos a una
disputa entre la burguesía nacional, el imperialismo y China
por el reparto de los recursos y los contratos de obras públicas financiados por el estado. El agotamiento del progresismo y nacionalismo burgués, pretende ser explotado para
promover un salto en la recolonización del subcontinente
por parte del imperialismo. Esto se entrecruza con un quiebre al interior de Brasil de las distintas fracciones burguesas.
La apertura de la economía brasileña, en especial hacia China, ha sido beneficiosa para los sojeros pero ha terminado
por crear una competencia ruinosa para sectores enteros
de la poderosa burguesía industrial, en primer lugar, en el
rubro del acero.
Los trabajadores no podemos ser indiferentes ante el
desenlace de esta crisis
Una definición concluyente contra el golpe no es sinónimo
de apoyo al gobierno de PT. Por el contrario, la lucha contra el golpe plantea más que nunca una demarcación con
el nacionalismo que como ha quedado demostrado está en
descomposición. La lucha contra los golpistas es una continuidad bajo otra forma de la misma batalla política contra
el gobierno de Dilma y Lula, que venimos impulsando estos
años. Una derrota del golpe, en este contexto, no afianzaría al
PT sino prepararía las condiciones para superarlo pero por la
acción de las masas y no de la oposición patronal. La lucha
contra el golpe no puede hacerse mediante el seguidismo al
PT. Dicho seguidismo es el pasaporte a una frustración segura e implica colocarle un chaleco de fuerza a las energías que
puede desplegar el movimiento popular en el que anida un
rechazo tanto a oficialistas como opositores, salpicados por la
corrupción en el mismo nivel que los primeros.
Junto con el distanciamiento de la clase capitalista, el PT
viene sufriendo un deterioro acelerado de su propia base de
apoyo popular. Las concentraciones convocadas por el PT
vienen retrocediendo en cantidad de concurrentes. La jornada de movilizaciones y paros que convocó la CUT, coincidentes con la sesión del Senado que debía decidir la suerte
de Dilma, pasó sin pena ni gloria.
Este triste desenlace no proviene de la fortaleza del golpismo sino de las ilimitaciones insalvables del PT. Dilma,
Lula y sus seguidores no tienen para ofrecer un programa
alternativo al que plantea la derecha. Hasta último momento, se empeñaron ellos en protagonizar el giro neoliberal y
el ajuste que ahora tardíamente denuncian que pretenden
llevar adelante sus contendientes.
Brasil: golpe parlamentario
Ingresamos en una nueva etapa política caracterizada por la
fractura del Estado y la economía capitalista y el derrumbe
de regímenes políticos. El centro de gravedad de la situación política continental se encuentra en Brasil; acaba de
aprobarse el juicio político a la presidente y es inminente el
desplazamiento de Dilma Rousseff. El impeachment es un
golpe de estado, aunque hay quienes impugnan esta caracterización con el argumento de que la destitución de Dilma
ha corrido dentro de los canales institucionales (como si eso
fuera algo aséptico desde el punto de vista político), en una
muestra de cretinismo constitucionalista. Estamos frente
al tercer golpe parlamentario en Latinoamérica, luego del
derrocamiento de Zelaya en Honduras y Lugo en Paraguay.
La envoltura constitucional, en todos los casos, ha sido el
vehículo para una profunda modificación de las relaciones
sociales de la clase capitalista contra las masas.
No se nos escapa que en Brasil se enfrentan dos bandos
capitalistas y que el PT en el poder se empeñó en aplicar
una política de ajuste y de cercenamiento de las conquistas
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La burguesía ha mandatado a Temer a avanzar en el
trabajo sucio de un ajuste a fondo. Pero el vicepresidente
arranca, en medio de un tembladeral. En primer lugar, carga
con la hipoteca de encabezar un gobierno sospechado por
los mismos cargos de corrupción que se le imputan a Dilma.
El 60 por ciento de los senadores encargados de decidir la
suerte de Dilma están procesados por la justicia.
Temer ya ha adelantado un paquete que supone un ataque muy severo a los jubilados y asalariados, a lo que se
agregaría un recorte importante de los planes sociales.
El nuevo gobierno deberá demostrar si cuenta con la capacidad y los recursos económicos y políticos para pilotear
la crisis. Ingresamos, a una nueva transición política de carácter convulsiva. El desenlace actual no cierra la crisis sino
que es un episodio de la misma. El fracaso de Temer podría
precipitar la convocatoria a elecciones adelantadas. Temer
debe mirarse en el espejo de Macri, y en el impasse que atraviesan los ajustadores argentinos.
Los trabajadores deben condenar resueltamente el golpe
y oponerse al gobierno de Temer, pero desde una postura
independiente. Los dirigentes del PT prometen una resistencia que no llevaron adelante cuando fueron gobierno. Se
trata de una impostura: Dilma no cayó resistiendo al capital sino pactando con él. La clase obrera debe emerger con
factor independiente en la crisis. En estas circunstancias
cobra mayor relevancia la convocatoria a un congreso de
delegados de base de las centrales obreras, organizaciones y
tendencias del movimiento obrero para enfrentar al ajuste y
discutir un salida obrera frente a la crisis nacional. Los sindicatos combativos - empezando por Conlutas - y la izquierda
deben ponerse a la cabeza de esta iniciativa. Un Congreso
de Trabajadores abrirá a la clase obrera la posibilidad de terciar en la crisis política, en un escenario que hoy está dominado por los partidos burgueses.
mo al gobierno plantean objetivamente la necesidad de un
frente común con los primeros. Esto, porque el nacionalismo
burgués en la oposición se vería empujado a jugar un papel
de resistencia a las medidas de ajuste que lleve adelante el
gobierno derechista. Pero los K no cayeron siendo la cabeza
de la resistencia por las reivindicaciones obreras y populares
sino compitiendo con la derecha por ver quién piloteaba el
ajuste. El macrismo ha continuado los avances reaccionarios del kirchnerismo. Esto se evidencia, por ejemplo, en el
negociado de la venta de dólares a futuro en las puertas de
una devaluación monetaria impulsada por el kirchnerismo.
El macrismo convalidó este fraude .El peronismo se ha dividido adaptándose a las necesidades generales de la burguesía (respaldo al pacto con los fondos buitres) brindándole un
apoyo en el Parlamento para que salgan las leyes reclamadas
por el gobierno. El kirchnerismo, no ha sacado los pies del
plato, integrado como minoría dentro del aparato del PJ. La
‘resistencia’ kirchnerista” es una impostura.
Venezuela
Venezuela asiste, luego de la derrota del chavismo en las
elecciones parlamentarias, a una suerte de doble poder entre el Ejecutivo y la Asamblea Nacional. Un escenario convulsivo de golpes y contragolpes en el marco de una crisis
económica de características catastróficas.
El gobierno plebiscitario (que se jactaba del apoyo mayoritario que recibía de la población) ha dejado de existir y
sobrevive solamente por el apoyo del estado mayor de las
Fuerzas Armadas. El pasaje del bonapartismo plebiscitario
al bonapartismo de facto marca la disolución irrefrenable
de la etapa política bolivariana.
En este marco, se ha acentuado la acción de la diplomacia internacional y del Vaticano por estructurar una salida
consensuada del régimen chavista. Dichas presiones se han
potenciado a partir del golpe parlamentario en Brasil que
culmino con el desplazamiento de Dilma. Dicha salida “dialogada” cuenta con el guiño de la fracción mayoritaria de la
oposición que es consciente de la envergadura de la crisis y
que dicha crisis podría desembocar en una explosión social
y política. Resurge entonces el tema del golpismo, en este
caso el ‘auto-golpe’, desde el campo militar chavista, para armar un gobierno de transición con la oposición
El oficialismo y buena parte de la izquierda latinoamericana han atribuido a la ‘guerra económica’ la derrota electoral,
encubriendo la responsabilidad de la camarilla gobernante
en la desorganización económica. El boicot económico que
se desenvuelve contra el gobierno es consecuencia directa
del fracaso del intervencionismo estatal, que nunca alteró la
base de la gestión capitalista de la economía.
El sabotaje económico que denuncia Maduro tiene
una de sus fuentes en la “boliburguesía”, la burguesía
amiga, cuyo crecimiento ha promovido el propio gobierno. El chavismo es impotente para combatir a la derecha
por la sencilla razón de que carece de un programa distinto y superador al que ha llevado a la bancarrota económica. Maduro pretende sobrevivir ejecutando él el giro
económico que reclama la burguesía. La devaluación y
medidas de ajuste implementadas por su gobierno terminaron avivando aún más los enormes desequilibrios
La batalla por la independencia política
La experiencia de Brasil reproduce un debate existente de
un modo general en la izquierda latinoamericana. Frente
al avance derechista, se han desarrollado dos tendencias
contrarias a la lucha por la independencia de clase. Por un
lado, en nombre de la lucha contra la derecha, se plantea
la existencia de un mismo campo de lucha con el nacionalismo burgués. Esto es un crimen porque el nacionalismo
burgués ésta en descomposición; porque es él el que intenta imponer las políticas de ajuste antipopular y de acuerdo
con el capital financiero y, lo fundamental, porque no lucha
realmente, sino que realiza campañas verborrágicas y busca pactar con los golpistas . Los planteos de frentes con el
nacionalismo burgués paralizan a la izquierda y la transforma en furgón de cola del mismo (en su fase no de ascenso
y lucha, sino de contención y capitulación) y mantiene confundido al movimiento obrero que se orienta a enfrentar los
ajustes que se descargan sobre las masas
Resulta igualmente un crimen la neutralidad o el apoyo
a los ataques derechistas contra los gobiernos nacionalistas
impotentes, en nombre de las ‘libertades democráticas’ o la
batalla contra la corrupción.
Una parte de la izquierda en Argentina considera que el
pase del kirchnerismo a la oposición y el ascenso del macris-
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de la economía venezolana.
Las numerosas nacionalizaciones que ha llevado adelante el chavismo no han servido para desarrollar las fuerzas
productivas nacionales. En el caso de Sidor, por ejemplo,
trabaja a un mínimo porcentaje de su capacidad. Queda
nuevamente de manifiesto que el carácter progresivo de las
nacionalizaciones está condicionado a la orientación general del régimen político: el estatismo bajo control de la camarilla chavista y la “boliburguesía” fue un factor de quiebra
de las arcas públicas que no abrió ninguna perspectiva de
desarrollo.
Esta política, que fue haciendo aguas por todos lados, fue
arrasando las propias conquistas bolivarianas, desde el control nacional de PDVSA hasta las medidas sociales sobre los
más explotados. La contracara de este proceso es el fabuloso
enriquecimiento de la camarilla capitalista ligada al gobierno chavista, que accede privilegiadamente a las divisas que
se obtienen en el mercado oficial.
El agotamiento irreversible del chavismo pone al rojo vivo
la necesidad imperiosa de una acción política independiente de la clase obrera. En Venezuela son numerosísimos los
sectores sindicales combativos. Seria decisivo que se agruparan y que impulsaran en común una campaña por la convocatoria a un Congreso de Trabajadores y de la izquierda
para que la clase obrera venezolana emerja como un factor
político independiente en la crisis nacional.
serían las estaciones terminales del desarrollo político-social.
Lo cual condena a la humanidad a vivir entre diversas variantes del capital. Pero este dilema es falso: la verdadera oposición se da entre las salidas capitalistas sean estas nacionalistas burguesas o neoliberales por un lado y las aspiraciones de
la clase obrera y las masas explotadas, por el otro.
La llegada - como en Argentina - de la derecha al poder
no es más que una salida de emergencia, pues el macrismo
no cuenta con los recursos políticos y económicos para enfrentarla y resolverla. La derecha tendrá que demostrar su
capacidad para poner en caja a las masas y proceder a una
fabulosa expropiación de salarios y conquistas a los trabajadores para tratar de detener la caída de la tasa de ganancia
de los capitalistas. Esto no será posible sin fuertes crisis políticas y choques con las masas trabajadoras que lucharán por
defender sus condiciones de vida. Este tránsito político, en el
cuadro de crisis mundial y de un potencial de lucha y resistencia que conserva el movimiento popular, puede conducir
a situaciones prerrevolucionarias o revolucionarias.
Los cinco meses de macrismo, en Argentina, demuestran
que las transiciones de los llamados gobiernos ‘populistas’
a la derecha financiera se caracterizan por una acentuación
de las contradicciones económicas, una agudización de la
lucha de clases y una tendencia a la crisis política. Sólo para
quienes el ‘populismo’ es la única alternativa popular, esta
transición es caracterizada como una ‘derrota’, y no como
una oportunidad política obrera y socialista. Es desde este
estadio más elevado de la crisis de dominación que debe
abordarse la nueva etapa.
La verdadera grieta
Una de las lecturas más extendidas sugiere que estamos asistiendo a un cambio de ciclo -del populismo al ascenso de
la derecha. La tesis de un ‘cambio de ciclo’ ve a la ‘derecha’
avanzando estructuralmente en el continente y pretende
condenar a las masas trabajadoras de América a un péndulo
político-social: a la crisis del neoliberalismo viene la alternativa del nacionalismo burgués y cuando éste se hunde vuelven
las variantes neoliberales. Y así sucesivamente por el tiempo
de los tiempos. El neoliberalismo y el nacionalismo burgués
Bolivia: las lecciones del referéndum
En Bolivia, la derrota de Evo Morales en el referéndum por
su reelección constituye un vuelco político. Sufrió un retroceso enorme en los distritos que constituyen su base política. La derrota del presidente “indígena” plantea una crisis en
la COB y en un conjunto de Federaciones y Departamentales que llegaron al punto más alto de estatización del movi-
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miento obrero en décadas. Una parte del voto al No ha sido
indisimulablemente de la clase obrera -la abstención ha
sido marginal.
Reivindicamos el voto por el NO en el referéndum, conscientes que un pronunciamiento político de los trabajadores en ese sentido constituye un canal para impulsar un polo
político independiente de la clase obrera. El voto por el NO
se reveló acertado y superador tanto del seguidismo, como
del abstencionismo defendido por diversas corrientes de la
izquierda. Por un lado, asistimos al voto a favor del SI encabezado por la burocracia sindical tributaria del gobierno de
Morales. Un sector de la cúpula de la COB que encabezó en
su momento la formación de un partido de los trabajadores
-una construcción superestructural amañada de la burocracia y tributaria de Evo - fue uno de los embanderados de la
campaña oficialista.
Otra vertiente de la izquierda promovió la abstención, con
el argumento de que se trataban de dos bandos patronales.
Esta apreciación omite el hecho de que el plebiscito es una de
las armas principales de la que usualmente se vale el bonapartismo para afirmarse y perpetuarse en el poder. En la medida que Evo es quien detenta el poder político y concentra
en sus manos las palancas del mando, el naufragio del voto
por el No socava la autoridad del estado burgués y constituye, por lo tanto, un golpe de conjunto a la clase capitalista. La
explotación política que pueda hacer un sector opositor es
secundaria en relación a este hecho. Lo peor de todo lo constituye condenar a los trabajadores al inmovilismo, dejándolos a merced de las presiones del nacionalismo indígena y de
las tendencias burguesas que se oponen hoy al gobierno del
MAS anticipando la necesidad del giro político ajustador que
se deriva del agotamiento del actual régimen político
De lo que se trata es de impulsar en cada fase de la crisis
la intervención independiente de la clase obrera a través de
un programa de reivindicaciones transitorias para que esta
avance en su constitución como polo político antagónico al
capital en todas sus variantes.
El gobierno de Evo, en resumen, no ha podido sustraerse al cimbronazo de la crisis mundial. El gobierno
del MAS tampoco aprovechó la onda expansiva de los
países emergentes para promover un desarrollo independiente. Contra lo que dice el relato oficial, no propició
la nacionalización de los recursos minerales sino que lo
rechazó –primero en un plebiscito en 2004, luego cuando expulsó del gobierno a la fracción nacionalista. También rechazó la implementación de una reforma agraria,
esto cuando pactó con la oligarquía de la llamada “media
luna”, la reforma constitucional. El boom fiscal propició
una enorme especulación inmobiliaria, que encareció la
cotización del suelo, y una revalorización del peso que
afectó negativamente a la débil industria boliviana.
El horizonte económico, no augura un escenario favorable para que Evo pueda revalidar el poder, más bien lo contrario. Las petroleras y las mineras y las patronales en general como ocurre en Argentina, van a reclamar un recorte de
la apropiación fiscal de la renta del sector.
La izquierda revolucionaria tiene la responsabilidad de
tomar la iniciativa y, a través de ella, recuperar las organizaciones obreras para una política de clase y para disputar la
dirección política de las masas.
Los Frentes Populares son contrarrevolucionarios
Si bien el centro del panorama político de la contención
de masas estuvo centrado en las corrientes nacionalistas
burguesas, los PC de origen estalinista coadyuvaron a este
proceso, apoyando abiertamente a estos gobiernos. En Uruguay y Chile, el PC jugo un papel primordial en formar Frentes Populares, como regímenes directos de contención a las
masas. En Chile, la crisis del gobierno centroizquierdista de
la Concertación, golpeado por los movimientos de lucha
estudiantiles por la gratuidad de la enseñanza universitaria,
llevo a que se incorporará al gobierno de la “Nueva Mayoría” el PC, para poder cumplir más acabadamente con la estrangulación de las luchas populares. En Uruguay, el PC ha
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sido puntal de la constitución del gobierno del Frente Amplio, jugando sus burocracias políticas y sindicales papeles
fundamentales en contener a las masas. Pero la bancarrota
capitalista mundial ha golpeado con fuerza la estabilidad
uruguaya: en el último año perdió el 52% de las reservas
buscando mantener un grado ‘inversor’ por parte de las calificadoras imperialistas de las deudas externas. Los intentos
del gobierno frenteamplista de Tabaré Vázquez por imponer
decretos anti-huelgas fueron derrotados por movilizaciones
masivas, entre ellas la gran huelga docente. Producto de la
crisis, Uruguay marcha a un estallido económico con todos
los ingredientes de sus vecinos (crisis en la petrolera Ancap
similar a la de Petrobras de Brasil) y al mismo tiempo a un
agotamiento creciente de la experiencia del Frente Amplio.
La sistemática batalla por la delimitación política que
viene realizando el PT uruguayo con respecto al Frente Amplio durante más de una década ha tenido una expresión
en el auditorio que ha conquistado en las últimas elecciones. Esta circunstancia amplia las bases para la lucha por la
construcción de una alternativa obrera y socialista.
la que explica la irrupción por derecha de la candidatura fascistoide de Donald Trump en el Partido Republicano, y por
izquierda la de Bernie Sanders en el Partido Demócrata.
Es necesario que los revolucionarios del continente
ayudemos a elaborar un programa para recomponer a las
masas cubanas como factor activo en la actual coyuntura.
Planteando, en primer lugar, la conquista del derecho de organización y deliberación para el movimiento obrero, para
decidir los destinos de Cuba. Propugnamos el levantamiento incondicional del bloqueo de Cuba; que los derechos de
los trabajadores puedan ser defendidos por sindicatos independientes, libremente elegidos; que la defensa de la salud
y la educación gratuita sea garantizada por una gestión directa de los trabajadores. Y el mantenimiento del monopolio del comercio exterior y de la banca, como herramientas
esenciales de una economía, que formalmente continúa estatizada y planificada.
La clase obrera y la juventud
La bancarrota capitalista ha detonado una crisis industrial,
provocando despidos y suspensiones masivas e incluso cierre de empresas. Es necesario enfrentar esta tendencia de
debacle social, impidiendo que la crisis del capital sea pagada por los trabajadores. Si se impusiera esta tendencia
degradaría la cohesión y fuerza de los trabajadores. Hay que
oponerse activamente a esta amenaza y oponerle un programa : prohibición de despidos y suspensiones, reparto de las
horas de trabajo sin afectar el salario; expropiación y puesta
en funcionamiento bajo control y gestión obrera toda fábrica
que despida masivamente; organización de los desocupados
para imponer estos reclamos. En oposición a la carestía, llamamos a defender un salario equivalente a la canasta familiar y su actualización automática en función de la variación
del costo de vida. No pago de la deuda pública usuraria. No a
los tarifazos y al desmantelamiento jubilatorio que propugnan los regímenes burgueses. 82% del salario en actividad
para el jubilado.
Del mismo modo, denunciamos los planes de saqueo y
recolonización imperialista en la región, que van de la mano
del desguace y desmantelamiento de Petrobras, PDVSA e
YPF, y le oponemos la unidad de los pueblos latinoamericanos en defensa de sus recursos y la nacionalización de la
industria petrolera en función de un plan de industrialización regional.
También en el estudiantado se nota una creciente movilización que choca contra el Estado y sus intentos de descargar la crisis sobre los trabajadores y la juventud. A la
vanguardia de este proceso se encuentra la juventud universitaria de Chile que viene librando fuertes combates por
la gratuidad de la enseñanza universitaria. El estudiantado
secundario de Brasil viene de un proceso de luchas que logro frenar la aplicación de planes de reforma académica limitacionista y privatista-tercerizada. En Paraguay también
la juventud universitaria ha salido masivamente a la calle
luchando por la duplicación del presupuesto, contra un
gobierno que lo quiere reducir y obteniendo importantes
victorias destituyendo rectores autoritarios. En Uruguay el
estudiantado universitario y secundario se ha movilizado
junto a los docentes contra el ajuste frenteamplista. En la
La revolución cubana y el gobierno de Obama
Cuba ha entrado en una nueva fase transicional, donde la
burocracia castrista pretende avanzar más decididamente
hacia un proceso de restauración capitalista. En la isla se
está produciendo un pronunciado proceso de diferenciación social. La ‘apertura’ de Obama, que arrancó por un reconocimiento de que en más de medio siglo el imperialismo
no pudo doblegar a la Revolución, no significo, sin embargo,
la derogación del bloqueo económico que tantos perjuicios
ha causado a la economía cubana. El Congreso norteamericano condiciona este levantamiento a que la burocracia
castrista avance por el camino de la restauración capitalista,
dando garantías para la inversión extranjera.
En Obama ésta también la búsqueda de un aliado estratégico para ayudar a contener las crisis de los regímenes nacionalistas en América Latina y el eventual surgimiento de procesos revolucionarios. Ha tomado en cuenta el papel jugado
por el castrismo para establecer ‘la paz’ con las guerrillas de la
FARC en Colombia, desactivando la insurgencia agraria frente a la fabulosa concentración de la tierra a manos de latifundistas durante las últimas décadas. El Vaticano es uno de los
grandes inspiradores y arquitectos de este deshielo.
Los recientes viajes de Obama a Cuba y la Argentina no
son una gira triunfalista. Es parte de una estrategia preventiva, frente a un continente en ebullición y para cerrar ‘grietas’
en el ‘patio trasero’ de los yanquis con vista a enfrentar crisis
agudas a nivel internacional. El viaje de Obama parte de la
preocupación existente por la debacle económica y la creciente insurgencia en Venezuela y Brasil. Vino a apuntalar
a un débil gobierno macrista para poder contrabalancear la
inestabilidad brasileña en curso.
La marcha de la restauración capitalista en Cuba dependerá en gran medida, también, de la evolución de la crisis mundial y latinoamericana e incluso de la propia crisis yanqui.
Porque los propios EEUU, ubicados en el ojo de la tormenta
de la bancarrota capitalista, han sido también golpeados por
el agotamiento de su régimen bipartidista que ha hundido
las candidaturas del establishment. Esta descomposición es
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Argentina, la FUBA, la principal Federación Universitaria,
liderada por la izquierda revolucionaria encabeza una campaña nacional de movilización contra el ajuste de Macri y
en defensa de conquistas democráticas (ingreso irrestricto,
gratuidad universitaria, etc.). El estudiantado suele ser la levadura que se evidencia en el inicio de procesos revolucionarios. Esta juventud es la que primero se moviliza contra la
explotación y la arbitrariedad capitalista, como lo ha evidenciado la campaña contra el asesinato de Mariano Ferreyra
en Argentina que llevo a la cárcel a los burócratas y matones
que lo mataron. O la amplia y extendida movilización de la
juventud mejicana por la ‘desaparición’ y asesinato de los 43
estudiantes de Ayotzinapa, donde se encuentra involucrado el conjunto del aparato estatal. Llamamos a impulsar la
coordinación de la movilización juvenil y estudiantil a nivel
continental en defensa de la educación laica, estatal y gratuita y por los derechos del estudiantado y la juventud, es una
tarea que deben promover los revolucionarios.
Por los Estados Unidos Socialistas de América Latina
El nacionalismo burgués ha fracasado en su declamado objetivo de unidad latinoamericana. El ALBA impulsado por el
chavismo se ha hundido. El MERCOSUR nunca paso de ser
un conjunto de arreglos aduaneros y comerciales en beneficio de monopolios imperialistas instalados a ambos lados
de las fronteras de los países integrantes, En su momento de
auge el boliviarismo chavista no pudo avanzar en sus proyectos de integración energética. La UNASUR no fue más que
un intento de las contratistas brasileñas de avanzar con sus
constructoras y sus empresas de armamentos. Ahora, bajo
el impacto de la crisis mundial se agravan todas las disputas
comerciales y enfrentamientos dentro del propio Mercosur.
Las burguesías regionales buscan arreglar por separado con
la Unión Europea y con el imperialismo yanqui. La carrera
devaluatoria al interior de la región es una competencia por
la mayor explotación y precarización de los obreros de sus
respectivos países. El imperialismo yanqui ha arrastrado a
la conformación del Acuerdo Transpacífico (TTP) a Chile,
Perú y Méjico obligando a abrir sus fronteras comerciales a
la penetración directa del capital norteamericano en ramas
fundamentales y como aliadas en la guerra comercial que
intenta llevar contra China. Un acuerdo de Argentina o Brasil
con el TTP (Macri y Dilma manifestaron su interés por avanzar en una “aproximación comercial” con los países latino
americanos adheridos al tratado) implicaría no sólo un acta
de defunción del Mercosur; sería el puntapié inicial de una
nueva etapa de colonización del imperialismo en la región
y de un avance de las condiciones de precarización laboral.
Denunciamos las limitaciones insalvables de la integración
capitalista de América Latina y el saqueo de los monopolios
internacionales que se asocian al reclamo de integración, y
planteamos la nacionalización de la banca y el comercio exterior, gobiernos de trabajadores y la unidad de los pueblos a
través de los Estados Unidos Socialista de América Latina.
Pongamos en pie una alternativa socialista a la bancarrota capitalista.
La Conferencia Latinoamericana que estamos convocando tiene como eje reagrupar a la izquierda revolucionaria
por una salida propia de la clase obrera a la crisis de la región. Esto plantea una delimitación implacable del nacionalismo burgués y del centroizquierdismo. Esta demarcación es una condición para derrotar a la derecha y las
amenazas golpistas en momentos en que el nacionalismo
y progresismo de contenido capitalista pacta y capitula
con la reacción. Llamamos a tomar resueltamente la iniciativa. El abstencionismo en las grandes crisis nacionales en curso, aunque se lo disfrace con un hiperactivismo
en el ámbito sindical o reivindicativo, es un indicador de
adaptación al orden social vigente y funcional al estado
capitalista y sus partidos. Impulsamos la intervención de
la izquierda revolucionaria en la crisis política en la perspectiva de desarrollar partidos obreros y la fusión con la
clase obrera.
Esta tarea es inseparable de la lucha para enfrentar y derrotar los planes de ajuste. Estos planes ya están en marcha
y se van a agravar como consecuencia del desarrollo de la
bancarrota capitalista. En este punto, convergen nacionalistas y derechistas, que pretenden descargar el peso de la crisis
capitalista sobre las masas y someter a los trabajadores latinoamericanos –devaluación, austeridad, recesión mediante
– a una competencia ruinosa entre ellos. Llamamos a elaborar un programa y una salida frente a la crisis, y convocar a la
izquierda y las organizaciones combativas de los trabajadores a una acción internacional en común.
Reivindicamos el método del frente único. Cuando en
el 2012 tuvo lugar la anterior Conferencia Latinoamericana en San Pablo (Brasil) se venía de la constitución
del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) en
Argentina. La experiencia recorrida por el FIT argentino
es aleccionadora: estamos en presencia de un frente de
las organizaciones de izquierda que proclama la independencia de clase, lo cual contrasta con los frentes y la
política de colaboración de clases reinantes en América
Latina. Reivindicamos ese desarrollo del FIT como frente
único de clase contra el capital, sus partidos y su Estado;
en oposición a las tentativas por convertirlo en un campo de diputas y pendencias reflejando las presiones del
nacionalismo burgués. El objetivo estratégico que debe
presidir un reagrupamiento de la izquierda es la de la independencia de clase, que es lo único que puede abrir el
paso a un polo y canal político alternativo a los partidos y
coaliciones patronales. Rechazamos el faccionalismo y la
autoproclamación, que es la pantalla o el vehículo para
desabarrancarse al democratismo, la colaboración de
clases y la mimetización al orden social vigente. Defendemos el frente único que se apoya en un principio básico
pero fundamental que consiste en colocar, por encima de
todo, el interés general de los trabajadores.
PARTIDO OBRERO (Argentina)
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PARTIDO DE LOS TRABAJADORES (Uruguay)
[email protected]
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