batalla de - Asociación Cultural de Amigos del Museo Histórico

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MUSEO HISTÓRICO MILITAR DE VALENCIA
BATALLA DE “LAS LOMAS DE SAN JUAN”
GUERRA HISPANO – NORTEAMERICANA EN CUBA
El General Shafter decidió atacar Santiago el 1 de julio de 1898. El camino que va desde
Siboney a la ciudad fue el eje de avance elegido y sobre él progresaría el grueso de su ejército, pero un
pequeño obstáculo natural existía en su camino, las lomas de San Juan. Sobre éstas, el general Linares,
Gobernador de Santiago, había situado algo más de cuatrocientos hombres y una Sección de artillería con
dos cañones Krupp de 75 mm. Las lomas formaban parte de la primera línea defensiva que Linares había
establecido en torno a Santiago. Tres Divisiones pensó Shafter mandar contra esta posición pero la
resistencia heroica de El Caney hizo que sólo pudiera emplear dos.
El ataque a San Juan se inició cuando la artillería norteamericana abrió fuego, a primeras
horas de la mañana, contra las posiciones españolas. Nuestra artillería respondió con eficacia y obligó a los
americanos a cambiar sus cañones de posición varias veces. Mientras, las Divisiones de Wheeler y de Kent
avanzaban por el estrecho camino que entre la espesa manigua se dirige al pequeño llano que antecede a las
lomas, pero al llegar al lugar por donde se debía vadear el río Aguadores e iniciar el despliegue, se produjo
una gran confusión pues llegaban más tropas de las que podían atravesar el río.
Para intentar tener una idea clara de la situación, los norteamericanos izaron un globo
cautivo de color amarillo. Los españoles pusieron interés en derribarlo y pronto descubrieron que debajo
del mismo se encontraban las tropas enemigas por lo que dirigieron los disparos hacia la manigua,
causando numerosas bajas. Las tropas cubanas pasaron valientemente a la vanguardia y establecieron una
línea de fuego que permitió a los norteamericanos realizar el despliegue previsto.
Una vez desplegadas las dos Divisiones ante las alturas de San Juan se realizó el asalto a la
colina de la Caldera por el ala derecha estadounidense, siendo desalojados los españoles de la misma.
Pero los hombres que defendían San Juan estaban dispuestos a combatir con bravura y así
lo hicieron. Desde las lomas se contestaba al fuego enemigo con decisión pero la pelea no era equilibrada.
Los artilleros españoles se habían quedado sin munición para alimentar a sus Krupp y el avance de los
asaltantes se hizo imparable. Se recibió la orden de retirada y el Capitán D. Patricio de Antonio fue
designado para proteger la misma, tanto el Capitán como todos sus oficiales y la mayor parte de los
artilleros resultaron heridos, pero cumplieron con su misión.
La cima fue tomada por el 10º Regimiento de Caballería desmontada. Los pocos
supervivientes que quedaban lograron llegar al Fuerte Canosa con grandes esfuerzos, pues en su mayoría
estaban heridos.Los norteamericanos no pudieron seguir su avance hacia Santiago, no les había resultado
fácil romper la primera línea defensiva española. Todavía los españoles lanzarían un contraataque para
intentar recuperar San Juan. El Capitán de Navío Joaquín Bustamante al mando de 450 infantes de marina
fue el encargado de efectuarlo, pero fue rechazado sufriendo grandes pérdidas.
SERVICIO DE DOCUMENTACION
HISTORIA
0006
MUSEO HISTÓRICO MILITAR DE VALENCIA
EL CANEY
El día 1 de julio de 1898 fue elegido por el general Shafter para lanzar al 5º Cuerpo de
Ejército contra Santiago de Cuba. Desde el día anterior, las tropas norteamericanas y sus aliados cubanos
habían estado tomando posiciones al lado este de la ciudad, con la intención de comenzar el ataque al
amanecer.
El 5º Cuerpo estaba organizado en tres Divisiones y dos Brigadas independientes que
sumaban unos dieciocho mil hombres. El Caney era una pequeña posición defensiva apoyada sobre el
fortín de El Viso, sin artillería ni ametralladoras, con una guarnición de 527 hombres al mando del general
Vara del Rey.
Shafter decidió tomar esta posición, con el fin de no dejar tropas españolas sobre su flanco
derecho. La misión se la encomendó a la 2ª División del general Lawton, apoyada por la artillería de
Capron. Era un error táctico supeditar la acción principal a la toma de aquella insignificante posición,
distrayendo una División, pero mayor error fue creer que sólo dos horas bastarían.
El combate comenzó, con la primera luz del día, sometiendo al fuego artillero las
edificaciones y los pequeños fortines de madera de El Caney. Una hora después avanzaba la primera oleada
de asaltantes que se vio frenada por las descargas cerradas y rasantes que los soldados españoles realizaban
con sus Mauser. Los americanos se las habían prometido muy felices pues creyeron que los españoles
saldrían corriendo ante su avance. A las nueve de la mañana y habían cambiado de opinión ; estaba claro,
aquellos españoles no iban a correr, y su general se paseaba impasible por sus trincheras, despreciando a
las balas enemigas y animando a sus hombres a resistir.
Al mediodía, la brigada del general Bates se había incorporado al combate con lo que los
efectivos norteamericanos superaban los 6.000 hombres, pero los defensores de El Caney estaban
dispuestos a dar una lección de como luchan los españoles. Las oleadas de asaltantes se sucedían en
movimientos coordinados, pero en las descargas de la fusilería española también eran coordinadas y
armónicas, una y otra vez fueron rechazados. La batería de Capron cambió su posición y se aproximó a El
Viso, núcleo de la resistencia, y su fuego empezó a batir con eficacia el fortín cuyos muros empezaron a ser
demolidos por los impactos continuos que recibían.
A las tres de la tarde, Lawton recibió orden de abandonar El Caney y avanzar sobre San
Juan, pero irritado ante la brava defensa de los españoles decidió continuar el ataque. El Viso estaba ya casi
destruido, eran más de las cuatro de la tarde, un nuevo y rabioso asalto fue frenado ante los mismos muros
del fortín. Vara del Rey sigue, a pesar de sus heridas, arengando a sus hombres. A las cinco, El Viso es
tomado. Sólo muertos y algunos heridos encuentran allí los asaltantes. La artillería se sitúa en el mismo
para poder batir las casas del pueblo y las trincheras. La resistencia es ya inútil y los pocos defensores que
quedan se retiran ordenadamente hacia Santiago dirigidos por el Teniente Coronel Puñet. Allí quedó sin
vida el valiente general Vara del Rey y la mayoría de sus aguerridos soldados.
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