¿CÓMO LLEGAN LOS JÓVENES AL PASOTISMO

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¿CÓMO LLEGAN LOS JÓVENES
AL PASOTISMO?
Venimos de una tradición en la que el papel y las tareas que a cada uno
correspondían, en los diferentes ámbitos, estaban perfectamente definidas.
Existía una mentalidad basada en el deber y en la obligación, y se utilizaba el
miedo y el castigo para que los niños y las niñas se sometieran a la disciplina
del grupo. Las personas no estaban consideradas en su dimensión total, ya
que se tomaban como piezas del grupo del que formaban parte y toda la
energía estaba puesta para cubrir las necesidades básicas y sobrevivir como
grupo.
La mentalidad ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, en base a nuevas
ideas, a los avances tecnológicos y a la mejora de la situación económica.
En la actualidad, aunque bastantes personas tienen las necesidades básicas
cubiertas, en muchos casos su vivencia está en pérdida, ya que perciben que
“teniéndolo todo”: trabajo, vivienda, pareja, hijos..., no se sienten bien. Como la
mentalidad sigue centrada en el deber: “Tengo que hacer...”, “Es mi
obligación...”, al ver o imaginar otras opciones diferentes (supuestamente
mejores) a las que tienen, las suyas tienden a vivirlas como una carga y con
mucha queja.
Después de la queja se puede llegar al pasotismo, como un intento de dejar la
pesadez con la que se viven las cosas.
El pasotismo supone un gran individualismo, ya que uno se pone como centro y
no asume las propias responsabilidades. Al tener la creencia de que el
malestar que uno siente lo producen las personas o las tareas que precisa
hacer, se opta por despreocuparse o inhibirse de ellas. La mentalidad está
centrada ahora en “el gusto y en el quiero o no quiero” y, por tanto, los
“pasotas” usan expresiones, como: “Yo hago lo que quiero”, o “No lo hago
porque no mola”.
Una parte de los niños y jóvenes se encuentran en esta situación. Al darse
mucha sobreprotección y, al estar rodeados de aparatos que con solo apretar
un botón desaparece lo que no les gusta, cualquier actividad que suponga algo
de constancia o de esfuerzo, tienden a dejarla porque les cuesta mucho.
Lo adecuado está en abandonar las mentalidades basadas en “el deber” y “en
el gusto” y sustituirlas por otra basada en la necesidad. El hecho de vivir
conlleva atender cada día una serie de necesidades. Por tanto, no resultan
aceptables expresiones, como: “Es que no me gusta hacer las tareas”, ya que,
en muchos casos, no cabe lo que a los chicos le gusta o no, sino lo que
necesitan hacer.
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