Relato: EL DOBLE FONDO Seudónimo: Tiermas EL DOBLE FONDO Seudónimo: Tiermas Ya llevan dos semanas allí. En la escuela, cuando los críos terminan las clases, montan su oficina. Se hospedan en la posada y exigen bañarse a diario. Ninguno de ellos permanece allí más de tres días, como si aquel lugar les resultara tan insoportable que debieran relevarse unos a otros enseguida. En total serán seis o siete, pero todos parecen la misma persona, ya sean hombres o mujeres. Podría decirse que los visitantes son autómatas regidos por un solo cerebro, uniformados tanto por la ropa impecable que visten como por sus expresiones frías y repetitivas. Ofrecen dinero a cambio de nada. De nada, según ellos y, por si alguien duda, su generosidad es tal, que a los pesos que cada familia recibiría, añaden que les aseguran empleo en la otra punta del país. Allí no hay posibilidades de continuar. La oportunidad es la suma que ponen en la mano a los habitantes para que se marchen de esa tierra donde sólo disponen de unas chozas, unos huertos de miseria y unos animales que comen más que rinden. Y para completar el castigo, el cielo que les cubre alternando soles infernales con aguaceros que se llevan consigo cuanto pillan. La vida es hostil en ese entorno. Nadie les brindará una oferta mejor. Una bolsa de monedas y un pasaje para marcharse y olvidar. En nombre del gobierno, os damos todo a cambio de nada, insisten mirándoles desde sus gafas de diseño y mostrándoles documentos ininteligibles. Viejos y jóvenes escuchan con mansedumbre a esos heraldos del progreso. Las tormentas estacionales arrasan con sus casas de barro y desechos y, paradójicamente, casi todo el año se mueren de sed. Un cubo de agua es un lujo que supone varios kilómetros por caminos endiablados. Es hora de liberarse de esa condena. Es el ahora o nunca. Todos asienten en abandonar. Todos menos Pedro Eladio, el maestro, que tiene libros, sabe hacer cálculos, lee lo que escriben los vientos y, de vez en cuando, habla con los antepasados de esa aldea perdida que le acogió y le confió la educación de los pequeños. EL DOBLE FONDO – Seudónimo: Tiermas - 1 Pedro Eladio hizo el viaje inverso. De la capital se fue al medio rural, a las antípodas del desarrollismo. Cambió el despertador, los turnos inhumanos y un alquiler alicatado de soledad en un barrio marginal por un soplo de aire en el que ser libre. No va a desandar lo recorrido. Pedro Eladio, el Nuevito como le siguen llamando sus vecinos, no se deja impresionar por esos cuellos de camisa inmaculados ni por los bolígrafos brillantes y envenenados con que los compradores quieren guiar las manos rudas para que pongan una cruz donde les indiquen. Pedro Eladio ha hecho sus cálculos. Con lo que esos embaucadores ofertan para desahuciar a los naturales de allí y convertirlos en monigotes de su juego, hay más que suficiente para conducir el agua hasta las personas, construir acequias, garantizar el saneamiento y mejorar la calidad de vida de quienes merecen mejor destino que convertirse en números opacos reventados en una línea de producción o vendiendo perritos calientes en bares grasientos. Pedro Eladio, en vez de dar clase, ha convocado una asamblea en la escuela. El Nuevito se dirige a todos, con palabras sencillas, de alma a alma, mirándoles a los ojos y viendo en esas retinas a quienes les precedieron y a quienes les sucederán. Allí, en ese territorio áspero y difícil, hay un tesoro, algo inmaterial, no negociable por unos pesos que enseguida perderán brillo. La plata está bien, pero no sirve para adquirir lo que no se vende. Aquí tenéis vuestras raíces. Estos intrusos quieren arrancaros de ellas y convertir el río en una turbina. No han venido a salvaros, sino a ser vuestros verdugos, concluye el maestro. Los rumores recorren los pupitres ocupados por hombres y mujeres de rasgos hechos de siglos, a quienes resulta extraño permanecer sentados donde habitualmente lo hacen sus hijos. Afuera, los chavales juegan su futbol de polvareda y las chicas trenzan sus melenas profundas o tejen mantas multicolores para el mercado de artesanías de la cabecera del valle. En la habitación principal de la posada, alguien piensa que ningún poeta les malogrará el negocio y, añorando una bañera con hidromasaje, abre el doble fondo de una valija. Sí, el revólver está ahí. Una bala será suficiente. EL DOBLE FONDO – Seudónimo: Tiermas - 2