Teatro romántico: “Don Álvaro o La fuerza del sino”

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TRABAJO FIN DE GRADO
Título
Teatro romántico: “Don Álvaro o La fuerza del sino”
Autor/es
Virginia Castillo García
Director/es
María Isabel Martínez López y Francisco Domínguez Matito
Facultad
Facultad de Letras y de la Educación
Titulación
Grado en Lengua y Literatura Hispánica
Departamento
Curso Académico
2014-2015
Teatro romántico: “Don Álvaro o La fuerza del sino”, trabajo fin de grado
de Virginia Castillo García, dirigido por María Isabel Martínez López y Francisco
Domínguez Matito (publicado por la Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los
titulares del copyright.
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©
El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2016
publicaciones.unirioja.es
E-mail: [email protected]
Resumen
El romanticismo es una corriente literaria que se desarrolla, fundamentalmente, en el
siglo XIX y destaca principalmente por la libertad de creación. En España se produce
posteriormente que en otros países europeos como Alemania, Francia e Inglaterra.
Además se debe tener en cuenta que en cada país se origina esta corriente de diferente
forma según el contexto (social, político, histórico y económico). En España se
desarrolla la literatura dramática entre 1834 y 1845. Destaca, entre otras obras, el
drama romántico Don Álvaro o La fuerza del sino (1835) del duque de Rivas, y a partir
de la cual aplicamos los conocimientos teóricos sobre el romanticismo para explicar
muchos de los rasgos de esta corriente.
Abstract
Romanticism is a literary movement which was mainly developed in the 19th century.
The outstanding characteristic of this tendency is the freedom in the creation process. In
Spain it takes place later than in other countries, such as Germany, France or England.
However, it must be taken into account that this movement starts in each country in a
different way conforming to the context (social, political, historic and economic).
Romantic theatre started in Spain between 1834 and 1845. The most important romantic
play is Don Álvaro or La fuerza del sino (1835) by the duke de Rivas. We apply the
theoretical knowledge about romanticism on it, because we can notice quite a lot of the
typical traits of this movement.
2
ÍNDICE
1. Objetivos y Metodología ........................................................ 4
2. Introducción al concepto y movimiento romántico ............ 5
3. Romanticismo en España ...................................................... 8
3.1 El contexto histórico del siglo XIX ............................ 9
4. Teatro romántico en España: Duque de Rivas ................. 10
4.1 Biografía ..................................................................... 10
4.2 Principales obras ........................................................ 11
5 Análisis de Don Álvaro o La fuerza del sino ........................... 12
6 Conclusión ................................................................................. 33
7 Bibliografía ................................................................................ 35
3
1-Objetivos y Metodología
El objetivo de esta monografía es tener una percepción más clara sobre el drama
romántico en España.
Primero, siento las bases sobre el concepto de romanticismo y su desarrollo en tres
países europeos: Inglaterra, Alemania y Francia. Para ello, he utilizado la introducción
de Alborg1 sobre el romanticismo.
Segundo, trabajo a partir de Alborg la visión del romanticismo en España que completo
con el manual de Pedraza2 para realizar el contexto histórico del S.XIX.
Tercero, introduzco la figura del Duque de Rivas, para centrarme posteriormente en su
obra Don Álvaro o La fuerza del sino, con el objetivo de aplicar los aspectos teóricos
del drama romántico en ella. Mi herramienta principal ha sido la consulta de las
introducciones de diferentes ediciones de la obra. Las de: Austral, Cátedra, Clásicos
Castalia, Espasa Calpe, Labor y Taurus realizadas entre 1974 y 2003 por conocidos
investigadores. Todas ellas han sido citadas en este trabajo, y para sistema de citas he
seguido la metodología de GRISO.
Para el análisis de la obra he desarrollado su argumento y explicado todos los elementos
de la acción, estructurados en las cinco jornadas y las escenas que componen cada una
de ellas. A partir de ahí he explicado los diferentes rasgos románticos: los temas (el
amor, el honor, el destino, etc.), los personajes (don Álvaro es el protagonista del que
no se conoce su origen hasta la última jornada, doña Leonor y él están enamorados pero
su pasión amorosa tiene un desenlace trágico con la muerte de ambos y los antagonistas
de la obra son la familia de ella cegados por el honor), la métrica (el dramaturgo
romántico tiene libertad de creación y alterna el uso de diferentes tipos de estrofa sin
ninguna función concreta), recursos estéticos (uso de abundantes signos de exclamación
e interrogación y puntos suspensivos para marcar la función comunicativa).
Finalmente en la conclusión he desarrollado otros rasgos románticos que se han
cumplido en la obra (libertad creativa, ruptura con las tres unidades, mezcla de prosa y
verso, lenguaje sencillo, la importancia de la puesta en escena).
1
ALBORG, Juan Luis, Historia de la literatura española: El Romanticismo, Madrid, editorial
Gredos,1980
2
PEDRAZA JIMÉNEZ, Felipe; RODRÍGUEZ CÁCERES, Milagros, Manual de literatura española:
Época Romántica. Estella (Navarra), Cénlit, 1981, vol VI, pp. 45-49
4
He consultado la bibliografía en la biblioteca de la universidad de La Rioja, en la
biblioteca municipal de Logroño, en la Biblioteca Rafael Azcona y en la plataforma de
Cervantes Virtual. Esta plataforma me ha sido útil para poder consultar la edición digital
de la obra en la editorial Taurus.
2-Introducción al concepto y movimiento romántico
La definición de romanticismo puede parecer fácil, sin embargo, al analizarlo de una
forma más exhaustiva se ve que no es tan sencillo. Como prueba de ello encontramos
diferentes estudios que tratan este término llegando a diferentes conclusiones. A
continuación haré una breve mención a los diferentes planteamientos.
Alborg3 en su
estudio sobre la obra On the Discrimination of Romanticism (1924) de Arthur O.
Lovejoy explica que el `romanticismo´ ha perdido su valor semántico por un uso
excesivo de este término. A su vez, su planteamiento influyó en la creación de una
corriente de escepticismo en la que dudaban llegar a una conclusión válida sobre qué es
romanticismo.
También tuvo detractores como a René Wellek4 quien con The Concept of Romanticism
in Literary History (1949) trató de demostrar que hay rasgos comunes en toda la
literatura romántica. Wellek relaciona el término romanticismo con tres rasgos propios:
1) Imaginación, 2) Naturaleza, 3) Símbolo y mito.
Peckham desarrolla su tema a partir del conflicto entre Lovejoy y Wellek5. Él plantea
que:
«el giro radical que experimenta el pensamiento europeo en esta época
consiste en desplazarse desde unas ideas filosóficas que conciben el mundo
como un mecanismo estático a otras que lo conciben como un organismo
dinámico»
Es decir, cambia la mentalidad del concepto de perfección a algo negativo porque no es
variable. En cambio, la imperfección es algo positivo porque se puede modificar y
mejorar. Se utiliza como metáfora el `árbol´ ya que no es algo hecho sino algo que está
haciéndose, que crece. Y hay una observación de la relación entre las diferentes partes
3
ALBORG,1980, vol IV, pp. 14-15
ALBORG,1980, vol IV, p. 15
5
ALBORG, 1980, vol IV, p. 16
4
5
del árbol (hojas, ramas, raíz, etc.) y no su esencia.
En
palabras de Alborg6, Barzun en 1949 sintetiza todo lo anterior definiendo el
romanticismo como «la gran revolución que llevó la inteligencia de Europa desde la
espera y el deseo de la inmovilidad al deseo y a la espera del cambio»
La mentalidad romántica piensa que el hombre es quien hace las obras de arte por
medio de la creación. Al igual que las normas de conducta, las ideas estéticas,
religiosas, morales, políticas. En ningún momento es por imitación de modelos, sino
por creación. De esta forma está por encima lo subjetivo respecto a lo objetivo. Al
elevar la importancia del hombre, haciéndole dueño de su propia verdad. En lugar de
seguir lo planteado e imitarlo, observa el mundo exterior a partir de su `yo´ subjetivo.
Esa observación la realiza utilizando la imaginación para poder suprimir los procesos
racionales.
Según Alborg7, la obra Romanticism in Perspective (1969) de Furst es bastante
relevante para contextualizar el desarrollo del romanticismo europeo en Inglaterra,
Alemania y Francia.
En Inglaterra se inicia la etapa prerromántica y aparecen muestras de una nueva
sensibilidad en el siglo XVIII con obras como The pleausures de Akenside o la Elegy
written in a country churchyard de Gray. Estas obras reflejan una preocupación por
diferentes cuestiones que afectan al hombre: el sufrimiento, la fugacidad de la vida, etc.
La literatura inglesa es la que antes entra en contacto con las ideas que conjugaran el
romanticismo. Se va instaurando de forma bastante paulatina de 1770 a 1790. Hacia
1790 es el apogeo del romanticismo. Al principio eran reacios a la nueva literatura
alemana por una asociación con la novela gótica inglesa pero cambió su percepción con
el éxito de los dramas de Schiller. Eso provocó que Coleridge y Wordsworth viajaran a
Alemania para estar en contacto con esa literatura. Inglaterra era bastante independiente
de Alemania y Francia, al poseer una gran tradición literaria con Shakespeare, Milton,
Young, Macpherson, Percy y Richardson. La plenitud del romanticismo en Inglaterra
fue en la segunda década del siglo, siendo muy relevante para toda Europa. A diferencia
de los países mencionados anteriormente (Francia y Alemania), en Inglaterra no estaba
6
7
ALBORG,1980,vol IV, p. 18
ALBORG, 1980, vol IV, pp. 22-29
6
formado por un conjunto de escuelas o por una revolución continua con lo establecido.
Más bien se podría decir que se trataba de una evolución de su tradición, no es un
choque con lo anterior. El romanticismo inglés finaliza con las muertes de Keats (1821),
Shelley (1822) y Byron (1824).
En Alemania, a diferencia de Inglaterra, se propagó de forma bastante rápida. Los
jóvenes escritores del grupo `Sturm und Drang´ no están influenciados por la tradición y
eso favorece que se dejen llevar por los nuevos planteamientos europeos. Llevar a la
práctica las teorías de Young (el creador, la intuición, libertad literaria, la imaginación,
la naturaleza, interés por el pasado, sobre todo, por la época medieval). El Werther
(1774) de Goethe y Los bandidos (1781) de Schiller son consideradas obras que reflejan
bien, la importancia del nuevo romanticismo germánico. En 1798 se formó el `grupo
romántico de Jena´ cuyos escritores no se centran solo en la literatura sino que también
en otros campos como la filosofía, la religión, la historia, la ciencia y la política. Surgió
entre 1805 y 1815 el grupo romántico de `Heidelberg´ que estaba más interesado por la
creación que por la filosofía propia del anterior grupo alemán, el de `Jena´. Sus
miembros propagaron más la literatura romántica germánica por Europa. Este grupo de
`Heidelberg´ es el que promueve el futuro movimiento político, el de la `Joven
Alemania´.
Respecto a Francia al principio está anclada con su tradición, el clasicismo. Rousseau es
la excepción con Les Reveries du Promeneur Solitaire y La Nouvelle Heloïse pero la
literatura innovadora de este no fue comprendida. Por motivos políticos, la revolución,
se ve interrumpida la producción literaria. Por ello en el periodo de 1790 a 1820 fue
muy pequeña la aportación literaria. Pablo y Virginia de Bernardin de Saint-Pierre es
una novela de tradición rousseauniana pero no rompe con la literatura que todavía
estaba instaurada en la literatura francesa, conservando su clasicismo. Una de las obras
cumbres del romanticismo europeo es De l´Allemagne de Mme. De Stäel. Fue
desterrada de Francia por su ideología contraria a la de Napoleón (la fuerza política
francesa). Lo tuvo que publicar en Inglaterra en 1813 ya que en 1810 su primera edición
fue destruida por Napoleón. Según Alborg, Furst comentó la obra De l´Allemagne
«Denunció la rigidez del clasicismo y exaltó la emoción, el entusiasmo, el
sentimiento individual, los caracteres originales como fuente de toda poesía;
y sostuvo que semejante revolución, que era la que precisamente se estaba
7
produciendo en Alemania; era necesaria en su propio país para infundir a su
literatura una savia más vigorosa y remediar la esterilidad de que estaba
amenazada»
La influencia alemana en Stäel se queda en la primera etapa con Schiller, Goethe,
Bürguer, Tieck y Jean Paul. Sin duda alguna, Stäel es muy importante para la literatura
posterior en Francia y también como medio para propagar la literatura alemana en la
inglesa. Y fue el momento en que tomó protagonismo el papel de Francia en el
romanticismo. El romanticismo de Francia presenta unos rasgos particulares ya
que se ve originado en circunstancias diferentes. En este caso es una rebelión a lo
cultural, a lo tradicional. Esa ruptura con el antiguo régimen que tenía un carácter
clasicista y tradicionalista, es lo que crea la necesidad de una nueva sociedad y
literatura. Fue tardía la aceptación del romanticismo en Francia porque se consideraba
algo extranjero y contra la cultura francesa. Por ese motivo fue tan intenso y fuerte el
romanticismo francés una vez que está aceptada. En la década de los 20 se formaron
grupos de poetas románticos en las revistas como Muse française o Le Globe, entre
otras. Donde destacaron poetas como Lamartine, Hugo y Vigny. En 1824 Louis S.
Auger, director de la Academia Francesa, pronunció Discours sur le Romantisme
criticando el movimiento romántico. Una obra culminante del romanticismo francés es
el famoso drama romántico Hernani de Victor Hugo. El esplendor del romanticismo
francés se da cuando el romanticismo de Inglaterra y Alemania está en decadencia.
3- Romanticismo en España
La crítica europea sobre la literatura española es peyorativa. Los motivos de esa visión
negativa son varios:
La tardía aparición del romanticismo en España fue causa de que esta literatura se
tildase de imitadora y de tener bastante poca personalidad. De este modo era
considerada una literatura que se alejaba mucho de lo que era, realmente, la esencia del
romanticismo europeo.
8
También sucedía esto porque el romanticismo español se evadía de la realidad,
refugiándose en el pasado. Así que no se enfrentaban a las preocupaciones de su época y
no lograban despertar al hombre contemporáneo.
Se debe ser realista y reconocer que el romanticismo español ni es tan inferior como lo
pinta la corriente europea, ni está toda su producción a la altura del romanticismo
europeo. Y es necesario recordar que el romanticismo, en líneas generales, es bastante
parecido en su espíritu y en su raíz pero cada país tiene sus rasgos particulares.
3.1- El contexto histórico del siglo XIX8
Carlos IV está aliado con Napoleón en la lucha contra Inglaterra. La consecuencia de
esos lazos es la pérdida de Portugal en 1805. En 1808 Fernando VII, hijo de Carlos IV,
promueve el motín de Aranjuez que obliga a abdicar a Carlos IV. Fernando VII reinó
durante unos meses ese mismo año. Carlos IV desea recuperar el poder e intenta tener
el apoyo de Napoleón para lograrlo. Aprovecha Napoleón al darse cuenta de la
debilidad de la corona de España y pone como rey de España a su hermano José. Esto
provocó una guerra civil entre los ejércitos napoleónicos, apoyados por los españoles
que aceptaron la soberanía de don José I, y los españoles patriotas que consideraban a
José I como rey intruso.
En 1812 apareció la constitución conocida como ``la Pepa´´ en Cádiz apoyada por los
liberales. Entre otras cuestiones se establecieron derechos burgueses como la propiedad,
la libertad de comercio y de imprenta, la abolición de la tortura, la igualdad ante la ley,
etc.
En el año 1814 regresó Fernando VII tras su exilio. No estaba de acuerdo con las cortes
de Cádiz y restableció la monarquía absoluta. La débil monarquía fernandina no pudo
hacer frente a la revolución hispanoamericana. Una de las principales causas de la caída
del antiguo régimen fue la interrupción del comercio colonial.
En el año 1820 por presión del comandante Riego que se subleva en Cabezas de San
Juan (Sevilla), Fernando VII debe jurar la constitución de 1812. Esto supuso un nuevo
conflicto entre liberales y realistas: unos querían la nueva política, y los otros la vuelta
del absolutismo.
8
PEDRAZA, 1981, vol VI, p. 45-49
9
En 1823 vuelve el absolutismo y como consecuencia muchos intelectuales liberales
fueron exiliados. En la literatura afectó el exilió de estos intelectuales en que a su
regreso, por el contacto con otros países europeos, pasaron de una literatura con rasgos
neoclásicos a rasgos románticos. En 1832 con la amnistía de la reina regente María
Cristina pudieron regresar para de este modo garantizar la sucesión de su hija Isabel II
al trono.
4- Teatro romántico en España: Duque de Rivas
La vida y obra de Duque de Rivas se debe estudiar a la luz de las grandes obras del
teatro romántico español: La conjuración de Venecia (1834) de Martínez de la Rosa, El
trovador (1836) de Antonio García Gutiérrez, y Los amantes de Teruel (1837) de Juan
Eugenio Hartzenbusch y Don Juan Tenorio (1844) de José Zorrilla. Junto a estos títulos
y como iniciadora del drama romántico en España hay que citar a Don Álvaro o La
fuerza del sino (1835) del Duque de Rivas. Desde estos conocidísimos dramas
románticos se desarrollará el resto de la producción dramática del movimiento en
España.
4.1- Biografía
Don Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano es conocido como Duque de Rivas en
la Historia de la Literatura9. Nació el 10 de marzo de 1791 y murió el 22 de junio de
1865 a los setenta y cuatro años, una edad bastante avanzada para la época que le tocó
vivir.
Nace en una época muy prolífica10. Convive en un periodo histórico con escritores
como Moratín y Jovellanos, pintores como Goya, músicos como Beethoven. Y la
muerte de otras grandes figuras del arte como Iriarte, Mozart, etc. Es importante
destacar que le tocó vivir en un contexto político bastante variable: la detención de Luis
Felipe XVI de Francia, Napoleón, José Bonaparte, el motín de Aranjuez y abdicación de
Carlos IV, iniciándose así la Guerra de la Independencia con la final victoria española y
salida de José Bonaparte. Todos esos sucesos ocurrieron en el periodo de 1791, cuando
9
SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. Antonio Ruiz Silva, Madrid, Espasa Calpe,
2003, pp. 9-15
10
PEDRAZA, 1981,volVI , pp. 371-380
10
nace Duque de Rivas, a 1812, que coincide con su juventud. Es importante conocer el
contexto de Duque de Rivas para comprender la configuración de su personalidad.
Es una persona bastante involucrada en los temas políticos lo que le condujo al exilio.
Estuvo exiliado en diferente zonas de Europa (Gibraltar, Malta, París, Tours…) En
Tours redacta la primera versión de Don Álvaro o La Fuerza del sino.
En el año 1834 regresa a España. En mayo de ese mismo año hereda el título al morir su
hermano mayor. En 1835 se estrena Don Álvaro o La fuerza del sino.
Es destacable su amistad con Martínez de la Rosa (otro escritor romántico, famoso por
La conjuración de Venecia). De 1862 hasta 1865 (cuando se muere) desempeña el
trabajo que dejó vacante su amigo Martínez de la Rosa como director de la Academia
Española.
Era definida la personalidad del Duque de Rivas como ``chistosísimo en la
conversación, lleno de gracia y viveza andaluza, e incomparable contador de cuentos ´´
en palabras de Juan Valera11.
4.2- Principales obras
Su producción teatral consta de catorce obras de las que se conservan doce. Se divide en
tres tipos: cinco son tragedias neoclásicas como Aliatar (1816) y Lanuza (1822); cinco
son comedias, que a su vez pueden dividirse en dos tipos: unas influidas por Moratín y
otras por las comedias de capa y espada, como Tanto vales cuanto tienes (1840); y dos
son dramas románticos como Don Álvaro o La fuerza del sino (1835).
Lanuza(1822) es un canto a la libertad. Está contextualizada en la época de Felipe II. El
nombre del protagonista da nombre a la obra. Lanuza tiene una disonancia cognitiva
entre el amor y la política. Se enamora de la hija de uno de los encargados de suprimir
el derecho al liberalismo. Acaba aceptando la muerte porque es más importante la lucha
por el derecho a la libertad que su vida. Lanuza habla para el público que estaba a favor
de los parlamentos sin haber un análisis crítico.
En 1827 después de su exilio en Malta escribe Arias Gonzalo. Tanto Lanuza como
Arias Gonzalo tienen un tono convulso que será uno de los antecedentes del drama
romántico.
11
PEDRAZA, 1981, vol VI, p. 375
11
5- Análisis Don Álvaro o La fuerza del sino
A continuación analizaré la estructura de Don Álvaro o La fuerza del sino y algunos de
sus rasgos principales. Esta obra está compuesta por cinco jornadas.
La jornada primera consta de ocho escenas y se desarrolla en Sevilla.
La escena primera comienza con un cuadro costumbrista. Rivas hace un guiño a
Cervantes12 con el personaje de Preciosilla que pertenece a las Novelas Ejemplares,
concretamente a La gitanilla. Es curiosa la intertextualidad de la obra también presente
en el léxico. Preciosilla utiliza la expresión «aflojar la mosca»13(J I, escena II, p.
63)cuyo uso se remonta a Quevedo14.
En la escena segunda, lo más destacable es que se crea una expectativa al público- lector
sobre los personajes principales de la obra. No aparecen en esta escena presencialmente
pero sí de forma pasiva al ser mencionados y analizados por otros personajes que son
secundarios. Dan unas pequeñas pinceladas sobre la personalidad de los personajes
principales. Don Álvaro es definido como «el mejor torero que tiene España, un hombre
riquísimo y cuyos modales están pregonando que es un caballero, un hombre valiente,
galán». (J. I, e. II, pp. 62-63). Estos son algunos de los rasgos positivos que le otorgan,
sobre todo, tres personajes: Preciosilla, el Oficial, el Majo. Estos rasgos chocan con su
origen desconocido. El personaje Tío Paco hace eco de esto mencionando las diferentes
hipótesis que ha oído sobre quién es don Álvaro.
«Uno de ellos dijo que el tal don Álvaro había hecho sus riquezas siendo
pirata / Y otro que don Álvaro era hijo bastardo de un grande de España y
de una reina mora / y luego dijeron que inca »(J. I, e. II, pp. 64).
El origen desconocido del héroe es un rasgo clave del romanticismo. Al siguiente
personaje que mencionan es al Marqués de Calatrava con rasgos negativos como «tiene
mucho copete y sobrada vanidad, los señores de Sevilla son vanidad y pobreza, es un
vejete tan ruin» (J. I, e. II, pp. 62-63). Y la figura del Marqués es defendida por el
canónigo, «los padres tienen derecho de casar a sus hijas con quien les convenga» (J. I,
12
SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino ed. Alberto Sánchez, Madrid, edición Cátedra,
1992, pp. 29-30
13
SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. de Alberto Blecua, prólogo y notas de
Joaquín Casalduero, Barcelona, Labor, 1974, pp.63. Todas las citas al texto están tomadas de esta edición.
14
GARCÍA REMIRO, José Luis, ¿Qué queremos decir cuando decimos …?, Madrid, Alianza editorial,
2004.
12
e. II, pp. 63).
Doña Leonor según Preciosilla es bella y desgraciada. Introducen
brevemente a los hermanos de doña Leonor. Don Carlos «es uno de los oficiales más
valientes del regimiento de Guardias Españolas» (J. I, e. II, pp. 65) y don Alfonso «es el
coco de la universidad, más espadachín que estudiante» (J. I, e. II, pp. 65).
Además, los personajes secundarios hacen una contextualización de la obra. Con ese
pequeño esbozo dado por ellos, ayuda a que se oriente el público-lector. El tema
principal es el amor que hay entre don Álvaro y doña Leonor, pero es rechazada la
unión entre ellos por culpa del Marqués de Calatrava, padre de doña Leonor. Por nada
del mundo desea que se case su hija con ese hombre.
En la escena tercera, no hay diálogo por parte de ningún personaje pero aparece
fugazmente don Álvaro.
En la escena cuarta hacen una reflexión sobre los movimientos de don Álvaro y sus dos
negros. Cuenta Tío Paco que desde hace tres días a determinadas horas pasan los dos
negros por el puente con dos caballos, más tarde va solo don Álvaro y luego regresan
los dos negros con los dos caballos sucios. Y en ese instante en lugar de dos caballos
llevaban tres. El canónigo, fiel al Marqués, desea avisarlo con la finalidad de «evitar
una desgracia». Sin saberlo, de esta manera ocasiona lo contrario a lo que deseaba. Son
fatales las consecuencias a su buena intención.
En la escena quinta se puede observar que el Marqués trata de consolar a su hija siendo
muy cariñoso con ella.
« MARQUÉS
(Abrazando y besando a su hija)
Buenas noches, hija mía;
hágate una santa el cielo.
Adiós, mi amor, mi consuelo,
mi esperanza, mi alegría.» (J. I, e. V, vv. 1-6).
«DOÑA LEONOR (Abatida y turbada)
Buenas noches padre mío.» (J. I, e. V, v. 13).
En esta secuencia se ve claramente a un padre que sufre por su hija y trata de animarla
con todo su afecto. Y su hija está pasiva a ese amor que le da su padre porque tiene
miedo de perder a su amado o de perder a su familia.
13
En la escena sexta descubrimos los planes de doña Leonor: fugarse con don Álvaro, su
amado. A doña Leonor le entran dudas sobre si es lo correcto. Y Curra, su criada, de
forma tajante le dice «pecho al agua y adelante.» (J. I, e. VI, vv. 240).
En la escena séptima está en escena don Álvaro preparado para fugarse con su amada
doña Leonor y así, por fin, poder casarse. Rivas transmite ese gran amor que siente don
Álvaro por doña Leonor usando la función emotiva. Esta función comunicativa es
visible con el uso excesivo de exclamaciones, interrogaciones y puntos suspensivos. Así
consigue transmitir mucho más sentimiento en las intervenciones de ellos.
«DON ÁLVARO
(Con gran vehemencia.)
¡Ángel consolador del alma mía!...
¿Van ya los santos cielos
a dar corona eterna a mis desvelos?...
Me ahoga la alegría…
¿Estamos abrazados
para no vernos nunca separados?...
Antes, antes la muerte
que de ti separarme y que perderte.»(J. I, e. VII, vv.
241-247).
Doña Leonor sigue con las dudas sobre si huir o no, pero tras la respuesta dramática de
don Álvaro, doña Leonor vuelve a estar decida a fugarse con él.
«DOÑA LEONOR
Mi dulce esposo, con el alma y vida
es tuya tu Leonor; mi dicha fundo
en seguirte hasta el fin del ancho mundo
Vamos; resuelta estoy, fijé mi suerte
separarnos solo podrá la muerte.»(J. I, e. VII, vv.
337-341).
La frase de doña Leonor que dice «separarnos solo podrá la muerte» es bastante clave
porque es premonitoria del fatal desenlace que es tan habitual en el romanticismo. Una
excepción al cual, es el Don Juan Tenorio de José Zorrilla que presenta la muerte de los
14
protagonistas como la salvación del alma de don Juan y la posibilidad, feliz, de la unión
eterna de los amantes.
De pronto se ve interrumpido el deseo de fugarse porque han sido descubiertos.
«(Vuelven hacia el balcón y de repente se ve por él el resplandor de hachones de viento
y se oye galopar caballos)» (J. I, e. VII, p.79).
La escena octava, última de la primera jornada, es el momento de clímax. Se dan de
forma consecutiva varias acciones. El marqués es consciente de que su hija Doña
Leonor se iba a fugar con don Álvaro. Por lo que se ve un gran contraste del padre
amoroso en la escena quinta con la de ahora. Antes era un padre que mostraba el amor
por su hija: físicamente (abrazos y besos), y psicológicamente «Yo te adoro, Leonorcita;
no llores…»(J. I, e. V, vv. 71-72). Ahora es una persona con mucho rencor y que ha
perdido toda figura paternal con su hija. Le habla como si arrojará con cada palabra una
daga a su ya no hija, renegando de ella «¡No soy tu padre!... ¡Aparta!...» (J. I, e. VIII, p.
80).
Es importante destacar también otro aspecto que acontece en esta escena tan intensa. El
Marqués de Calatrava desea que don Álvaro muera de forma deshonrosa, ya que al
desconocerse su origen, considera que es de una casta baja. Y por lo tanto debe morir a
manos de su servidumbre en lugar de en manos de él. Don Álvaro no lo consiente. Saca
el arma tirándosela al Marqués para que éste la use y, de este modo, morir de forma
honrosa. Pero los deseos de don Álvaro se ven truncados por el disparo involuntario que
acaba con la vida del Marqués de Calatrava. Esta muerte es fruto de la casualidad, del
destino.
El sino es un término clave que además da lugar al nombre de la obra Don Álvaro o La
fuerza del sino. El concepto del sino ha sido estudiado por muchos críticos y ha
ocasionado diferentes debates como la comparación del sino de Don Álvaro o La fuerza
del sino con la fatalidad griega, o también con el fatalismo árabe15. Manuel Cañete,
cronista literario del romanticismo y del posromanticismo en España, opina que «el sino
representa el castigo que sufre el protagonista por haber dado rienda suelta a la
pasión»16
15
SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. Donald Shaw, Madrid, clásicos castalia,
1987, pp. 19-20
16
SAAVEDRA, Ángel, ed. Ermanno Caldera, 1987, p. 19
15
Las influencias del sino en Don Álvaro o La fuerza del sino se remontan al año 1810
con la obra Vierundzwanzigste Februar (El veinticuatro de febrero) de Zacharias
Werner17. Fundamentalmente en dos aspectos: el asesinato accidental (Kunz, el
enamorado de Trude, discute con el padre de su amada. Como consecuencia tira un
cuchillo y el anciano muere del susto. Hay un paralelismo bastante perceptible con la
muerte del Marqués de Calatrava, muerto de forma accidental con la pistola), y la
repetición de hechos trágicos.
Este tema de la fatalidad se dio en innumerables obras en los primeros decenios del
siglo XIX. En el año 1836 destaca el ensayo De lla fatalità considerata com´elemento
drammatico donde se ensalza la producción literaria del alemán Zacharias Werner y sus
seguidores.
«El Destino se ha consagrado otra vez rey de las escenas. La libertad
humana se inmola en sus páginas a la influencia irresistible de una condena
escrita en el cielo, que vigila sobre el hombre, determina sus acciones, le
arrastra entre la culpa y el remordimiento a un abismo de perdición, y se
cumple fatalmente al tocar un reloj, al redoble de una campana, en una hora
determina »18
Puede ser que Rivas no fuera original con el tema de la fatalidad pero si en el modo de
desarrollarlo. Se alejó de sus antecesores alemanes al no estar marcada esa fatalidad por
el tiempo sino por el influjo de las estrellas. Rivas utilizó de forma acertada el término
'sino', en lugar de destino para centrarse más en el aspecto astrológico.
Rivas trata al protagonista don Álvaro como la principal víctima de la obra. Está en
pleno contacto con los sucesos motivados por la casualidad y con la acción de los
demás. Consigue crear un ambiente en el que el lector o el espectador tiene una nueva
percepción de todo. El Marques de Calatrava, don Carlos y don Alfonso no son
antagonistas, son emisarios del destino. Rivas logra poner a un héroe romántico como es
don Álvaro un enemigo a su altura, un enemigo inalcanzable.
Finaliza esta última escena con el último diálogo entre doña Leonor y su padre.
17
SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. Ermanno Caldera, Madrid, taurus, 1986, pp.
34-40
18
SAAVEDRA, Ángel, ed. Ermanno Caldera, 1986, p. 36 (Traducción de Caldera a un pasaje de la obra
italiana Scritti letterari. de G. Mazzini, Imola, Galeati, 1910, vol. II, p. 173)
16
«DOÑA LEONOR
¡Padre, padre!»
«MARQUÉS
Aparta; sacadme de aquí…, donde muera sin
Que esta vil me contamine con tal nombre …»
«DOÑA LEONOR
¡Padre!...»
«MARQUÉS
¡Yo te maldigo!»(J. I, e. VIII, p. 82).
Es relevante destacarlo porque se puede observar que aunque la muerte se lleva al
Marqués es más fuerte el tema del honor y moral social que el amor hacia su hija. Llega
a tal extremo su odio que le termina por maldecir.
La jornada segunda consta de ocho escenas y se desarrolla en la Villa de
Hornachuelos.
En la primera escena se puede observar que aparece en escena doña Leonor disfrazada
de hombre. El uso de disfraces y/o máscaras es una técnica bastante utilizada a lo largo
de la literatura. En este caso es un mecanismo para ocultar su identidad, no quiere que
nadie la reconozca. Doña Leonor se hospeda en un mesón de la villa de Hornachuelos.
Los demás que se encuentran allí debaten sobre la figura misteriosa de doña Leonor,
sobre quien es. Uno de los inquilinos es el Estudiante y se descubre quién es y qué
quiere.
«Soy el bachiller Pereda, graduado por Salamanca […] Salí hace más de un
año, acompañando a mi amigo y protector el señor licenciado Vargas, y
fuimos a Sevilla a vengar la muerte de su padre el marqués de Calatrava y a
indagar el paradero de su hermana, que se escapó con el matador. »(J. II, e.
I, p. 89).
En la segunda escena el mesonero y la mesonera descubren que ha huido por la ventana
el `viajero de incógnito´. Esto se debe a que doña Leonor había oído todo lo que había
dicho el estudiante y tenía miedo a ser descubierta.
En la tercera escena hay un monólogo de doña Leonor que la muestra muy asustada
porque la encuentren sus hermanos. Además de estar decepcionada con don Álvaro al
descubrir que aquella fatídica noche sobrevivió y la dejó abandonada a su buena suerte.
17
Lo más destacable es el cambio de actitud de doña Leonor. Tiene fe cristiana y busca
ser perdonada y cuidada por Dios y la Virgen en el convento de los Ángeles.
«DOÑA LEONOR
¡Oh Madre santa de piedad! Perdona,
perdona, le olvidé. Sí, es verdadera,
lo es, mi resolución. Dios de bondades,
con penitencia austera,
lejos del mundo en estas soledades,
el furor expiaré de mis pasiones.
¡Piedad, piedad, Señor; no me abandones!» (J. II, e.
III, vv. 439-445).
En la cuarta escena doña Leonor es atendida por el Hermano Melitón que es el portero
del convento. Doña Leonor quiere hablar con el Padre Guardián pero el Hermano
Melitón le dice que es demasiado tarde y que se espere al siguiente día. El Hermano
Melitón termina por acceder cuando doña Leonor le dice que trae una carta del Padre
Cleto quien es el definidor del convento de Córdoba. Doña Leonor decide esperar fuera
para encontrarse con el Padre Guardián.
En la quinta escena hay un monólogo de doña Leonor preocupada de si será o no
atendida. Tiene miedo a que se le queden cerradas las puertas para ser salvada. Vuelve a
rezar a la Virgen. Cree en su fe cristiana como su última opción para sobrevivir.
«DOÑA LEONOR
¡Oh Soberana Virgen,
de desdichados Madre!
su corazón ablanda
para que venga pronto a consolarme.»(J. II, e. V, vv.
484-486).
Es una reiteración de la tercera escena de la jornada segunda. En este caso ya no pide
perdón por la gran culpa que siente sino que desea que le ayude a que el Padre Guardián
baje a hablar con ella.
18
En la sexta escena doña Leonor es atendida por el Padre Guardián quien cumple su
deseo de hablar solo los dos sin ningún testigo.
En la séptima escena hablan el Padre Guardián y doña Leonor. Hay que recordar que
doña Leonor sigue disfrazada de hombre. Finalmente descubre su identidad al Padre
Guardián y desea ser protegida allí.
« PADRE GUARDIÁN
(Sorprendido)
¿Sois doña Leonor de Vargas?
¿Sois, por dicha…? ¡Dios eterno!
DOÑA LEONOR
(Abatida)
¡Os horroriza el mirarme!,
PADRE GUARDIÁN
(Afectuoso)
No, hija mía; no, por cierto,
ni permita Dios que nunca
tan duro sea mi pecho
que a los desgraciados niegue
la compasión y el respeto.»(J. II, e. VII, vv.
448-455).
El Padre Guardián es un buen ejemplo de la función de los religiosos vocacionales.
Como es bien sabido, desde siempre, algunos religiosos solo buscaban poder
aprovechándose de su cargo sin importarles tener que pisotear a los demás. En este caso,
se puede observar que el Padre Guardián es un hombre que cree en las personas e
incluso en las más desfavorecidas como es el caso de doña Leonor.
Doña Leonor desea quedarse encerrada en esa zona remota para cumplir la penitencia
que cree que tiene establecida por Dios. El Padre Guardián desea convencerla de que no
debe hacer eso: «raras veces Dios tan grandes sacrificios exige de los mortales/ Sois
muy joven, hija mía» (J. II, e. VII, vv. 636-640 / 682). Finalmente tras la gran
insistencia de doña Leonor lo convence «vengo resuelta, lo he dicho, a sepultarme por
19
siempre en la tumba de estos riscos / Renuncio a todo, lo he dicho» (J. II, e. VII, vv.
595-597 / 685).
Doña Leonor reconoce que ese lugar le hace sentirse mejor ya que le ayuda a olvidarse
de lo que tanto la atormenta, y es consciente de que no puede rehacer su vida en otro
lugar porque su «desgracia en toda España suena» (J. II, e. VII, vv. 710-711).
El simbolismo es perceptible en Don Álvaro o La fuerza del sino19. Uno de los símbolos
más destacables es el convento, claramente romántico. Existen dos corrientes en el
romanticismo. La primera es la tradicionalista que está orientada hacia los antiguos
valores religiosos y hacia el pasado. Y por otra parte la innovadora en la que se plasman
las incertidumbres y dudas en la Edad Moderna. En Don Álvaro o La fuerza del sino el
convento no sirve de refugio contra la pasión. Este símbolo es muy concurrido en la
literatura posterior como por ejemplo por la generación del 98 en La voluntad de
Azorín.
El Padre Guardián le asegura que no se debe preocupar de que venga alguien a
molestarla.
«PADRE GUARDIÁN
¿Quién pudiera
atreverse, hija mía, sin que al punto
sobre él tronara la venganza eterna?
Cuando vivió la penitente antigua
en ese mismo sitio adonde os lleva
gracia especial del brazo omnipotente,
tres malhechores, con audacia ciega,
llegar quisieron al albergue santo;
al momento una horrísona tormenta
se alzó, enlutando el indignado cielo
y un rayo desprendido de la esfera
hizo ceniza a dos de los bandidos
y el tercero, temblando a nuestra iglesia
acogióse, vistió el escapulario,
19
SAAVEDRA, ed. Donald Shaw, 1987, pp. 29-31
20
y murió a los dos meses» (J. II, e. VII, vv.786-801).
Otro elemento romántico es la aparición de fenómenos sobrenaturales como es en este
caso lo que menciona el Padre Guardián. Los que trataron de ir allí con malos fines
fueron castigados por fenómenos meteorológicos (tormenta, rayo).
En la octava escena se convoca una misa antes de las cinco de la mañana para recibir
doña Leonor su absolución antes de cumplir su penitencia de forma voluntaria.
La jornada tercera consta de nueve escenas y se desarrolla en Veletri.
En la primera escena se implican diferentes personajes del entorno militar para engañar
en el juego al ayudante general que más adelante sabremos que se trata de don Carlos,
hermano de doña Leonor.
En la segunda escena entra en escena don Carlos y al instante se da cuenta del engaño
que le querían hacer los otros jugadores amañando la partida con una baraja trucada. Al
percibir esto lo dice abiertamente.
«DON CARLOS
Ésta es una iniquidad;
Vos, un taimado tramposo»
Y enseguida reaccionan todos para acabar con su vida
«TODOS
¡Muera, muera el insolente!»(J. III, e. II,
vv. 880-881 / 888).
La tercera escena comienza con un monólogo de don Álvaro que se ve interrumpido
por la acción anterior (la pelea entre don Carlos y los tramposos). Don Álvaro salva la
vida de don Carlos.
El monólogo de don Álvaro es bastante expresivo con un abundante uso de signos
exclamativos e interrogativos, como hice mención en anteriores ocasiones, es un rasgo
propio del romanticismo la función expresiva como una exaltación del sentimiento.
«DON ÁLVARO
¡¡Sevilla!! ¡¡Guadalquivir!!
¡Cuál atormentáis mi mente!...
¡Noche en que vi de repente
mis breves dichas huir!
21
Socórreme, mi Leonor,
gala del suelo andaluz
junto al trono del Señor»(J. III, e. III, vv. 961-970).
La acotación que termina con esta tercera escena es la que realmente explica la acción
del enfrentamiento de don Álvaro y don Carlos contra los tramposos.
«Éntrase; suena ruido de espadas: atraviesan dos hombres la escena como fugitivos y
vuelven a salir DON ÁLVARO y DON CARLOS » (J. III, e. III, p. 117).
En la cuarta escena don Carlos está agradecido al haber sido salvado por don Carlos de
esos tramposos que deseaban acabar con su vida.
«DON CARLOS
Mil gracias os doy, señor;
sin vuestro heroico valor,
de cierto estaba perdido,
y no fuera maravilla:
eran siete contra mí,
y cuando grité, me vi
en tierra ya una rodilla»(J. III, e. IV, vv. 1002-1008).
Esta actitud tan buena con don Álvaro se mantendrá hasta la octava escena. En esta
escena ocultan los dos su verdadera identidad. Don Carlos le dice a don Álvaro que se
llama «don Félix de Avendaña» y don Álvaro le dice a don Carlos que es «don Fabrique
de Herreros».
En la quinta escena está presente la temática militar. Don Carlos da una orden al capitán
sobre el modo de ataque y defensa que debe seguir.
En la sexta escena sigue la temática militar y lo más relevante es la intervención del
Teniente porque nos enteramos a partir de él que don Álvaro ha sido herido y salvado
por don Carlos que le lleva a que lo curen.
«TENIENTE
A ver, a ver. (Toma el anteojo y mira) Sí, cierto. Y el
ayudante se apea del caballo y retira en sus brazos al
capitán don Fabrique. No debe de estar más que herido;
22
se lo llevan hacia Veletri»(J. III, e. VI, p. 122).
En la séptima escena están don Carlos, don Álvaro y el Cirujano. Don Álvaro vuelve en
sí y está triste porque don Carlos le haya salvado la vida. El Cirujano nos informa del
estado de don Álvaro en ese momento.
«CIRUJANO
Este balazo del pecho,
en donde aún tiene la bala
me da muchísimo miedo;
lo que es las otras heridas
no presentan tanto riesgo» (J. III, e. VII, vv. 1121-1125).
Don Carlos quiere por todos los medios que su amigo se recuperé y le insiste al cirujano
para que lo cure. El cirujano le dice que no necesita ninguna motivación externa «para
cumplir con [su] oficio » (J. III, e. VII, vv. 1130).
Don Álvaro vuelve en sí otra vez y suceden dos hechos clave para lo que acontece al
final de esta jornada. Primero don Álvaro se alarma cuando don Carlos le dice que tenga
fuerza, que será recompensado con una condecoración de Santiago o de Calatrava por
sus hazañas. Don Álvaro dice de forma muy agitada «¿Qué escucho, qué? ¡Santo cielo!
¡Ah!... no, no de Calatrava: jamás, jamás… ¡Dios eterno!» (J. III, e. VII, vv. 11481151).A don Carlos le extraña esa actitud que tiene su amigo sobre Calatrava. Y
segundo, don Álvaro le confía un secreto a don Carlos por si se muere en la operación.
Le entrega una llave para que abra la caja que tiene en su maleta y sin abrirla, la queme.
Don Carlos extrañado, le promete que así lo hará.
En la octava escena hay un monólogo de don Carlos que es bastante relevante porque
podemos saber qué pensamientos tiene y cómo van evolucionando a lo largo de la obra.
Primero le desea lo mejor a su amigo queriendo que se recupere. Después va haciendo
deducciones sobre lo que ha pasado anteriormente. Don Álvaro se asustó cuando hizo
mención a Calatrava y don Carlos ahora se pregunta a qué se debe ese repentino miedo.
Para ello llega a diferentes conclusiones como que puede ser que sea una persona
deshonrada o un hidalgo andaluz. Reconoce en él rasgos diferentes en su aspecto físico
23
y también una gran destreza con las armas aparte de su carisma. De pronto tiene varias
sospechas sobre si don Fabrique de Herreros podría ser don Álvaro.
«DON CARLOS
¿Podrá ser éste el traidor,
de mi sangre deshonor,
el que a buscar vine aquí?»(J. III, e. VIII, vv. 1237-1239).
A partir de aquí don Carlos desea saber el secreto de su «amigo». Al principio se
contiene porque había dado su palabra de cumplir con el deseo de don Álvaro de
quemarlo sin conocer su contenido. Al final se decide a descubrirlo porque el motivo de
que él esté en Italia es para limpiar la mancha que ha caído sobre su familia por culpa de
doña Leonor y don Álvaro. Y al descubrirlo sabe que realmente «don Fabrique de
Herreros» es don Álvaro.
«DON CARLOS
¡Cuán feliz será mi suerte
si la venganza y castigo,
sólo de un golpe consigo,
a los dos dando la muerte!...
Mas…, ¡ah!..., no me precipite
mi honra, cielos, ofendida.
Guardad a ese hombre la vida
para que yo se la quite» (J. III, e. VIII, vv.1332-1339).
En la novena escena el Cirujano informa a don Carlos de que don Álvaro se va a salvar.
Don Carlos está muy contento porque sabe que, por fin, va a poder hacer justicia con
sus propias manos sobre la mancha de honor familiar (por la muerte de su padre el
Marques de Calatrava y la huida de doña Leonor, posiblemente, con él).
La jornada cuarta consta de ocho escenas y se desarrolla en Veletri.
En la primera escena don Carlos se descubre ante don Álvaro y le advierte que desea
vengarse por motivos de honor. Don Álvaro intenta convencerle de que no actué así.
«DON ÁLVARO
No os neguéis a la razón,
que suele funesto ser.
Pues trataron las estrellas
24
amigos, ¿a qué oponernos
a lo que buscaron ellas?
Si nos quisieron unir
de mutuos y altos servicios
con los vínculos propicios,
no fue, no, para reñir.
Tal vez fue para enmendar
la desgracia inevitable
de que no fui yo culpable.»(J. IV, e. I, vv. 1466-1478).
En esta intervención de don Álvaro se reitera la temática del sino con la originalidad de
Rivas. No lo marca con el influjo de las estrellas como sus antecesores alemanes, en
lugar de ello utiliza el tiempo. Don Álvaro trata de convencerle que si el destino les ha
unido como amigos al desconocer la identidad del otro no deben oponerse a ello por
motivos del pasado. Además le recuerda a don Carlos que no mató a su padre de forma
intencionada: «la desgracia inevitable de que no fui yo culpable», con esto recuerda la
forma trágica en que perdió la vida el Marqués de Calatrava por aquel disparo
involuntario que salió de su pistola. Don Carlos está furioso y hace caso omiso a las
palabras de don Álvaro. Al igual que en la primera jornada el Marqués de Calatrava
valoró más el honor que el amor de un padre a su hija. Don Carlos pone por encima el
honor a la amistad que les unió.
«DON ÁLVARO
Yo a vuestro padre no herí;
le hirió sólo su destino.
Y yo, a aquel ángel divino
ni seduje ni perdí.
Ambos nos están mirando
desde el cielo; mi inocencia,
ven, esa ciega demencia
que os agita condenando.»(J. IV, e. I, vv. 1520-1527).
25
Don Álvaro revela a don Carlos que no está con doña Leonor. Don Álvaro piensa que
está muerta pero don Carlos le hace saber que está equivocado que estuvo durante un
año viviendo secretamente en Córdoba con su tía y al ser descubierta volvió a huir. Don
Álvaro propone unir sus esfuerzos para encontrarle y dar un final feliz a tantas
desdichas.
«DON CARLOS
¿Estáis, don Álvaro, loco?
¿Qué es lo que pensar osáis?
¿Qué proyectos abrigáis?
¿Me tenéis a mí en tan poco?
Ruge entre los dos un mar
de sangre… ¿Yo al matador de mi padre y de mi honor
pudiera hermano llamar?
¡Oh, afrenta! ¡Aunque fuerais rey!
Ni la infame ha de vivir.
No, tras de vos va a morir,
que es de mi venganza ley.
Si a mí vos no me matáis,
al punto la buscaré,
y la misma espada que
con vuestra sangre tiñáis,
en su corazón…» (J. IV, e. I, vv. 1596-1612).
Don Álvaro, al saber las intenciones de don Carlos de acabar con su vida y después con
la de su amada doña Leonor, acepta batirse en duelo con don Carlos. El amor que siente
por doña Leonor está por encima de todo.
En la segunda escena hablan entre los oficiales de una nueva ley que ha instaurado el
rey de Nápoles. La muerte inmediata de aquellos que se batan en duelos por cuestiones
de honor. Pedraza informa a los oficiales, al teniente y al subteniente de lo que acaba de
suceder.
«PEDRAZA
Muy mala causa tiene. Desafío…
El primero que quebranta la ley; desafío y muerte.»
26
«TODOS
¡Cómo! ¿y con quién?»
«PEDRAZA
¡Caso extrañísimo! El desafío ha sido con el
teniente coronel Avendaña.»
«TODOS
¡Imposible!... ¡Con su amigo!»
«PEDRAZA
Muerto le deja de una estocada ahí detrás del cuartel.»(J.
IV, e. II, pp. 142-143).
La consecuencia de este duelo no sería como en otras ocasiones un ajuste de cuentas y
el vencedor libre por su camino. El joven rey de Nápoles acaba de instaurar esa ley y
como asegura el subteniente «El rey Carlos es tan testarudo…, y cómo éste es el primer
caso que ocurre, el mismo día que se ha publicado la ley… No hay esperanza. » (J. IV,
e. II, p. 143).
En la tercera escena el Capitán habla con don Álvaro. Lo lamenta pero debe seguir las
órdenes y quedarse con él vigilándolo en la prisión, junto con dos centinelas. Además el
Capitán le pone al día de las habladurías de todos los habitantes de Veletri sobre el
duelo entre ellos (don Álvaro y don Carlos). Don Álvaro se siente como «un monstruo,
una fiera» que mató a alguien que debería haber sido incluso su hermano. Aunque se
siente muy mal reconoce que lo volvería a matar porque tenía una razón de peso, «o él o
yo sólo en el mundo, pero imposible en él ambos.» (J. IV, e. III, vv. 1662). El Capitán le
informa de que los generales han intentado convencer al rey para que se salve de la
muerte. Don Álvaro se conmueve pero no quiere ningún tipo de compasión por nadie.
«¡Muerte es mi destino, muerte, porque la muerte merezco, porque es para mí la vida
aborrecible tormento!» (J. IV, e. III, vv. 1743-1746).
En la cuarta escena el Sargento llama al Capitán por algo de máxima importancia.
En la quinta escena hay un monólogo de don Álvaro. Se siente culpable por haber
matado de forma involuntaria al padre de doña Leonor y a su hermano. Pero, a su vez,
se siente contento de que ella no vaya a ser víctima de la ira de su hermano don Carlos.
En la sexta escena el Capitán desea que don Álvaro se salve. Se siente mal porque
aunque hayan insistido al rey Carlos de que lo liberen por sus hazañas en combate, no
quiere dar su brazo a torcer. Pero don Álvaro dice que acepta su destino
«DON ÁLVARO
La muerte, como cristiano
la sufriré; no me aterra.
27
Dármela Dios no ha querido,
con honra y con fama eterna,
en el campo de batalla,
y me la da con afrenta
en un patíbulo infame…
Humilde la aguardo… Venga.»(J. IV, e. VI, vv. 18401847).
Finaliza esta escena con el sonido de un tambor y tiros.
En la séptima escena el Sargento advierte que han sido sorprendidos por los alemanes
«¡los enemigos están en Veletri!» (J. IV, e. VII, p. 153). El Capitán le dice a don Álvaro
que es el momento óptimo para que huya y que ellos lucharán hasta el final.
En la octava escena don Álvaro desea ir al combate en busca de la muerte.
«DON ÁLVARO
Denme una espada, volaré a la muerte
y si es vivir mi suerte,
y no la logro en tanto desconcierto,
yo os hago, eterno Dios, voto profundo
de renunciar al mundo
y de acabar mi vida en un desierto» (J. IV, e. VIII, vv.
1866-1871).
Don Álvaro está desquiciado, no quiere vivir más. Y está dispuesto a acabar con su vida
él mismo si es necesario.
La jornada quinta consta de once escenas y se desarrolla en el convento de los
Ángeles.
En la primera escena entran en acción varios personajes: Por una parte el Padre
Guardián y el Hermano Melitón; y por otra el Viejo, el Cojo, el Manco y la Mujer.
Estos últimos son los que piden comida para su propio sustento y para su familia como
es el caso de la Mujer que ha tenido «seis chiquillos» y por ello debe recibir más
cantidad de raciones. Los demás se quejan de ese trato especial sin entrar a razones. El
28
Hermano Melitón es quien debe entregarles la comida y lo hace de forma bastante
desganada. Los que piden concluyen con que el Padre Rafael era mejor que él porque
les daba más y les trataba con mayor simpatía. El Padre Guardián intenta calmar el
temperamento del Hermano Melitón.
En la segunda escena se da el diálogo entre el Padre Guardián y el Hermano Melitón. El
Hermano Melitón está celoso de que tengan en tanta estima al Padre Rafael y a él tan
poca. «No sé por qué esta canalla dice que tengo mal genio. Pues el padre Rafael
también tiene su piedra en el rollo, y sus prontos, y sus ratos de murria, como cada
cual.»(J. V, e. II, p. 158). El Padre Guardián le recuerda que debe tener más «humildad»
y no ofenderse cuando prefieran al Padre Rafael. El Hermano Melitón niega que vaya
en contra del Padre Rafael pero le cuenta sus sospechas al Padre Guardián sobre su
extraña forma de comportarse en algunas situaciones y su desconocido origen. El Padre
Guardián no hace caso al Hermano Melitón y añade que «pronto hará cuatro años» (J.
V, e. II, p. 160) que está Padre Rafael en el convento.
«HERMANO MELITÓN –Ya, eso sí… Pero, la verdad, siempre que le miro me
acuerdo de aquello que vuestra reverendísima nos ha contado mucha veces, de
cuando se hizo fraile de nuestra Orden el demonio, y que estuvo allá en un
convento algunos meses. Y se me ocurre si el padre Rafael será alguna cosa así…
pues tiene unos repentes, una fuerza y un mirar de ojos…» (J. V, e. II, p. 160).
El Padre Guardián defiende al Padre Rafael y le dice «tranquilícese y no caiga en la
tentación de sospechar del Padre Rafael»
Se ve interrumpido el diálogo por el sonido de la campanilla de la portería.
En la tercera escena entran en acción el Hermano Melitón y don Alfonso. El Hermano
Melitón abre la puerta y recibe a don Alfonso quien exige, con malos modales y sin
paciencia, ver al Padre Rafael de forma inmediata.
En la cuarta escena el Hermano Melitón le advierte a don Álvaro (el Padre Rafael) que
hay un caballero, aparentemente con malas intenciones, que quiere verlo.
En la quinta escena hay un monólogo de don Álvaro en que desconoce de quien puede
tratarse ya que lleva cuatro años alejado de todo, exiliado de forma voluntaria en el
convento ajeno a todo.
«DON ÁLVARO
¿Quién podrá ser?... No lo acierto.
29
nadie, en estos cuatro años
que, huyendo de los engaños
del mundo, habito el desierto,
con este sayal cubierto,
ha mi quietud turbado.»(J. V, e. V, vv. 1924-1929).
En la sexta escena hay un diálogo entre don Álvaro y don Alfonso. Don Álvaro en un
primer momento desconoce quién es don Alfonso hasta que éste se descubre el rostro y
aprecia que es la viva imagen del padre de doña Leonor pero en este caso se trata de su
hermano. Don Alfonso le deja claras sus intenciones de que desea batirse en duelo con
él para vengar la muerte de su hermano y padre.
«DON ALFONSO
¡Basta, que está dicho todo!
de mi hermano y de mi padre
me está pidiendo venganza
en altas voces la sangre.»(J. V, e. VI, vv. 1956-1960).
Don Álvaro resiste a todas las provocaciones que le hace don Alfonso hasta que le da un
bofetón, entonces don Álvaro está fuera de sí y acepta el duelo.
«DON ÁLVARO
No…, no triunfa
tampoco con esta industria
de mi constancia el infierno.
Retiraos, señor
«DON ALFONSO
¿Te burlas
de mí, inicuo? Pues cobarde
combatir conmigo excusas,
no excusarás mi venganza.
Me basta la afrenta tuya.
Toma.
(Le da una bofetada.)
«DON ÁLVARO
(Furioso y recobrando toda su energía)
¿Qué hiciste?... ¡Insensato!
30
Ya tu sentencia es segura:
¡Hora es de muerte, de muerte!
¡El infierno me confunda!»(J. V, e. VI
VI, vv. 2092-2101).
En la séptima escena don Álvaro fuera de sí obliga al Hermano Melitón a que abra la
puerta para marcharse con don Alfonso y le asegura al Hermano Melitón que va «al
infierno».
En la octava escena hay un monólogo del Hermano Melitón. Comprueba que tenía
razón sobre sus sospechas hacia la figura del Padre Rafael (don Álvaro) como se pudo
observar en la jornada quinta, segunda escena. Cierra la puerta atemorizado por lo que
pueda pasar y toca las campanas para advertir a los demás de lo que está ocurriendo.
En la novena escena están don Álvaro y don Alfonso en primer plano y apartada doña
Leonor.
Don Alfonso dialoga con don Álvaro antes de que se produzca el duelo. Se descubre el
verdadero origen de don Álvaro en palabras de don Alfonso. Es hijo del virrey casado
«con la heredera última de aquel linaje de los Incas (que en lo antiguo del mar del Sur
fueron los emperadores)» una vez que fueron descubiertas las verdaderas intenciones de
su padre de aprovecharse «de los trastornos y guerras, de los disturbios y males que la
sucesión al trono trajo a España» fueron encarcelados. Esa era la causa de que don
Álvaro quisiese limpiar y ensalzar el nombre de su familia. De ese modo, lograr que
dejaran de estar encarcelados. Don Alfonso añade otra información más. El rey benéfico
ha perdonado a sus padres gracias a su tío. Ahora lo buscan como heredero. Don Álvaro
está contento por conocer la situación favorable de su familia pero don Alfonso rompe
al instante con la felicidad de don Álvaro y le recuerda que es religioso (sus votos a la
iglesia son irrevocables) y es un desertor que escapó de Italia, Veletri. Don Álvaro
combate y hiere a don Alfonso de muerte con su espada.
Don Alfonso pide confesión y perdón para salvar su alma. Don Álvaro tiene miedo por
lo que ha hecho, ha roto con sus vínculos religiosos al haberlo herido de muerte. Pero
decide buscar al santo penitente y que él le absuelva de todo. Doña Leonor desconoce
quiénes son y cuáles son sus intenciones.
31
En la décima escena don Álvaro descubre al momento que el santo penitente es doña
Leonor. Ella muere a causa del puñal con que le hiere su hermano. Don Alfonso pensó
que había sido engañado y habían estado todo el tiempo juntos. Don Álvaro descubre
que está muerta doña Leonor y enloquece.
En la última escena se precipita don Álvaro desde lo más alto del monte.
«DON ÁLVARO
¡Infierno, abre tu boca y trágame! ¡ Húndase el cielo,
perezca la raza humana; exterminio, destrucción!»(J. V, e. XI, p. 179).
Los demás reaccionan ante el trágico suceso y las terribles palabras de don Álvaro
pidiendo misericordia al señor.
En el teatro romántico hay mezcla de verso y prosa. El esquema métrico de las cinco
jornadas es20:
vv. 1-88 redondillas
Jornada I
vv. 89-240 romance
vv. 241-341 silva
vv. 342-355 seguidillas
vv. 356-375 décimas
vv. 376-403 redondillas
vv. 404-471 sextas rimas con otros versos de arte menor
Jornada II
vv. 472-487 endechas
vv. 488-511 redondillas
vv. 512-755 romance
vv. 756-813 romance real
vv. 814-829 redondillas
20
SAAVEDRA, Ángel, ed. Antonio Ruiz Silva, 2003, pp. 63-64
32
vv. 830-890 redondillas
vv. 891-1000 décimas
Jornada III
vv. 1001-1101 redondillas
vv. 1102-1211 romance
vv. 1212-1347 redondillas
vv. 1348-1623 redondillas
vv. 1624-1752 romance
Jornada IV
vv. 1753-1807 silva
vv. 1808-1865 romance
vv. 1866-1871 silva
vv. 1872-1923 redondillas
vv. 1924-1933 décimas
Jornada V
vv. 1934-2101 romance
vv. 2102-2137 redondillas
vv. 2138-2275 romance
6-Conclusión
La intención de mi trabajo ha sido acercarme más al teatro romántico en España.
Siempre que he estudiado el romanticismo ha sido una visión general de las principales
características y las obras más destacables. Don Álvaro o La fuerza del sino siempre se
quedaba en un segundo plano y lo que he pretendido es hacer un análisis profundo de la
obra. Una vez expuesta vemos como es ejemplo para explicar los rasgos del drama
romántico.
El drama romántico pierde el interés por el valor didáctico tan propio del teatro
anterior, el neoclásico. Y los dramaturgos románticos reivindican la libertad creativa.
33
Hay una ruptura con la regla de las tres unidades (acción, lugar y tiempo), propio del
teatro neoclásico. Don Álvaro o La fuerza del sino sirve de ejemplo para apreciar esa
ruptura con las tres unidades. Se aprecia en la multiplicidad de las acciones (don Álvaro
ama a doña Leonor, los hermanos de doña Leonor quieren matar a don Álvaro, don
Álvaro mata a la familia de doña Leonor, don Alfonso mata a su hermana doña Leonor
antes de morir, don Álvaro se suicida), el desarrollo del conflicto en diversos lugares (en
Sevilla, en Hornachuelos y en Veletri) y la ruptura de la unidad temporal, con saltos que
pueden ser incluso años (doña Leonor estuvo un año con su tía en Córdoba, don Álvaro
estuvo como Padre Rafael en el convento durante cuatro años).
El romanticismo tiene como única norma la libertad del autor. Es habitual encontrar en
el teatro romántico, como sucede en Don Álvaro o La fuerza del sino, la mezcla de
verso y prosa21.Se distancia así del barroco que no utilizaba la prosa y también de la
estética neoclásica. Duque de Rivas aprovecha la métrica del Barroco (la redondilla, el
romance, la silva y la décima) Al igual que en el barroco, en el romanticismo no tiene
una función especial el uso de una y otra.
El monólogo recupera la esencia perdida en el S.XVIII. En el romanticismo más que
una serie de pensamientos, como sucedía en el Barroco, son `núcleos de intensidad
sentimental ´.
En el discurso de los personajes se combina el estilo serio y elevado con el popular y
jocoso. El primero en los momentos de mayor dramatismo y el segundo en las escenas
costumbristas.
El lenguaje es sencillo y, como dije a lo largo del análisis de la obra, se emplean
recursos lingüísticos para la exaltación de las emociones con la función emotiva
(exclamaciones, interrogaciones, puntos suspensivos, etc.)
La puesta en escena es algo muy valorado por los dramaturgos románticos y como
sucede en Don Álvaro o La fuerza del sino las acotaciones contienen numerosas
indicaciones acerca de la escenografía, el vestuario, la iluminación y los recursos
sonoros.
21
SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. Alberto Blecua, prólogo y notas de Joaquín
Casalduero, 1974, pp. 10-12
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7- Bibliografía
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ALBORG, Juan Luis, Historia de la literatura española: El Romanticismo,
Madrid, editorial Gredos,1980

GARCÍA REMIRO, José Luis, ¿Qué queremos decir cuando decimos …?,
Madrid, Alianza editorial, 2004.

PEDRAZA JIMÉNEZ, Felipe; RODRÍGUEZ CÁCERES, Milagros, Manual de
literatura española: Época Romántica. Estella (Navarra), Cénlit, 1981, vol VI,
pp. 45-49

SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. de Alberto Blecua,
prólogo y notas de Joaquín Casalduero, Barcelona, Labor, 1974, pp.63.

SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino ed. Alberto Sánchez,
Madrid, edición Cátedra, 1992, pp. 29-30
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SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. Antonio Ruiz Silva,
Madrid, Espasa Calpe, 2003, pp. 9-15

SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. Donald Shaw,
Madrid, clásicos castalia, 1987, pp. 19-20

SAAVEDRA, Ángel, Don Álvaro o La fuerza del sino, ed. Ermanno Caldera,
Madrid, taurus, 1986, pp. 34-40
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