PRESENTACIÓN - Revistas ICE

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PRESENTACIÓN
Un Mediterráneo de socios, vecinos y estatutos
avanzados: de la Declaración de Barcelona
a la Unión por el Mediterráneo
Gonzalo Escribano*
E
l 28 de noviembre de 1995 la aprobación de la Declaración de Barcelona
estableció un nuevo marco para las relaciones euromediterráneas basado en una asociación global que cubría aspectos económicos, culturales, políticos y de seguridad. Apenas un año más tarde, Información Comercial Española dedicó su número 759 de diciembre de 1996-enero de 1997 al
análisis de las relaciones entre los países de la Cuenca Mediterránea y la Unión
Europea. En la presentación, Manuel Marín, entonces vicepresidente de la Comisión Europea, escribía que para 2010 debería surgir una región euromediterránea
transformada, si se sabían aprovechar las oportunidades ofrecidas por la asociación. Esa transformación significaba alcanzar una zona de paz y prosperidad compartidas.
El año que acaba de transcurrir ha sido también importante para las relaciones euromediterráneas, y España ha jugado, de nuevo, un papel sumamente activo. En
2008 se aprobó la Unión por el Mediterráneo, cuya Secretaría tiene como sede Barcelona, todo un reconocimiento a los orígenes de la iniciativa y a la continuidad de sus
principios fundamentales. También fue el año en que culminó el desarme arancelario
del primer país de la ribera sur, Túnez, en el marco del área de libre comercio euromediterránea. Además, se avanzó sustancialmente en las negociaciones sobre comercio
de servicios y de productos agrícolas con varios países de la ribera sur. Finalmente,
en octubre se lanzó el «estatuto avanzado» para Marruecos, como siguiente paso de
la Política de Vecindad y eventual relevo del tratado de asociación Marruecos-Unión
Europea.
Todas estas iniciativas (asociación, vecindad, unión y estatuto avanzado) han representado en el pasado reciente una fuente de fricción, cuando no de inconsistencia.
El nuevo diseño adoptado por la Unión por el Mediterráneo ha supuesto, en principio,
una racionalización de las mismas, pero hoy el mapa de las iniciativas euromediterráneas es, sin duda, mucho más complejo que el surgido de la Declaración de Barcelo-
* Profesor Titular de Política Económica-Economía Aplicada, y miembro del Grupo de Investigación en Economía
Política Internacional, UNED.
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na en 1995. Parecía, por tanto, adecuado analizar de nuevo el estado de las relaciones euromediterráneas, que constituyen un vector fundamental de los intereses económicos y geoestratégicos españoles.
Este número monográfico de Información Comercial Española recoge artículos de
algunos economistas destacados en el campo de las relaciones euromediterráneas,
algunos de ellos colaboradores también del número 759 de ICE, antes mencionado.
Alfred Tovias analiza, con ayuda de un modelo de economía política, la eficacia de la
condicionalidad para promover las reformas bajo la Asociación Euromediterránea y
bajo la Política de Vecindad. Alejandro Lorca y Wai-Mun Hong realizan una comparación de la geoeconomía de la integración en el Mediterráneo, el mar de China y el
Caribe. María Aparici y Carmen Betés analizan los avances en el fortalecimiento de
las relaciones económicas y comerciales entre la Unión europea y los países terceros
mediterráneos en los últimos años. Sübidey Togan y Saadettin Dog(an exponen los
progresos en la eliminación de los obstáculos técnicos al comercio en el marco de la
unión aduanera entre Turquía y la Unión Europea. Francisco Bataller y Josep María
Jordán aportan un trabajo sobre la incorporación de la inmigración al acervo de Barcelona y el papel de la política de inmigración de la Unión Europea. El artículo de Frédéric Blanc proyecta diferentes escenarios energéticos en el Maghreb y analiza sus
implicaciones respectivas. A continuación, se incluye un trabajo de Gonzalo Escribano sobre el papel de la Unión Europea en las reformas económicas de Argelia. El siguiente artículo, escrito por Rafael de Arce y Ramón Mahía, está dedicado a las prioridades de los países de la ribera sur de cara a la liberalización de los intercambios
agrícolas con la Unión Europea. En el último artículo, Martin Jerch se centra en las
tendencias de la cooperación al desarrollo en el Mediterráneo y su relación con la gobernabilidad.
Los artículos abordan algunas de las cuestiones claves de las relaciones euromediterráneas, como el comercio, la inmigración, la cooperación al desarrollo, la agricultura o la energía. El análisis sobre las cuestiones comerciales hace tiempo que superó
el debate sobre el impacto, negativo o positivo, de la liberalización comercial. En el repaso exhaustivo que hacen Aparici y Betés de las iniciativas variadas que se han desplegado en este campo a raíz de la Declaración de Barcelona se pone de manifiesto
que el balance final de lo logrado, a pesar de avances indudables, es relativamente
modesto. Por el contrario, el debate actual se centra en la profundización de la integración comercial en el campo de las normas y los estándares y en la modernización
de las instituciones relacionadas en los países del Sur, aspecto destacado por Togan
y Dog(an, y en completar el área de libre comercio con los servicios y, sobre todo, la
agricultura. Para ello, Arce y Mahía muestran que son necesarias numerosas reformas en la ribera sur si se quiere asegurar una liberalización sostenible comercial y socialmente. Completar el área de libre comercio con los movimientos de personas se
muestra bastante más complicado, como muestran Bataller y Jordán, quienes destacan, no obstante, la necesidad de fomentar los flujos legales. Lorca y Hong destacan
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el reducido papel que hasta la fecha ha jugado la inversión europea en el desarrollo
de la ribera sur, a diferencia de lo ocurrido en Asia y América.
Otra dimensión es la energética, abordada por los artículos dedicados a los escenarios energéticos del Magreb y al papel de la Unión Europea en las reformas de Argelia, pero también en el sistema geoeconómico euromediterráneo descrito por Lorca y
Hong. Blanc muestra el importante incremento esperado en el consumo energético de
los países magrebíes en ausencia de políticas alternativas que, como el mismo autor
apunta, es fácilmente extrapolable al resto de la región. Esta realidad conlleva la oportunidad de desarrollar una estrategia energética europea para el Mediterráneo, algo
que se concreta para Argelia en el artículo dedicado a sus relaciones con la Unión Europea. El artículo argumenta que la Unión Europea debe contemplar una mejora del
acceso al mercado energético comunitario como incentivo para catalizar las reformas
económicas en Argelia, aprovechando el nuevo marco de reciprocidad más flexible
desarrollado en los últimos meses por la Unión Europea.
Varios de los trabajos abordan la cuestión de cómo incentivar y anclar las reformas
económicas de los vecinos del Sur por parte de la Unión Europea, ya sea desde una
aproximación conceptual (Tovias), comparativa (Lorca y Hong), centrada en los aspectos comerciales en sus múltiples facetas (Aparici y Betés), aplicada a la liberalización agrícola (Arce y Mahía), a la cooperación al desarrollo y la gobernabilidad
(Jerch), referida a un país concreto (Argelia) o para un país y campo determinado
(Turquía y la remoción de los obstáculos técnicos al comercio). Bataller y Jordán, por
su parte, apuntan que sólo las reformas económicas en la ribera sur frenarán la presión migratoria. Togan y Dog(an muestran las dificultades de las reformas en el ámbito
de la armonización técnica y la presión que la conformidad con el acervo comunitario
ha supuesto para Turquía en el marco de la unión aduanera con la Unión Europea. El
caso turco es muy relevante en la medida en que los vecinos del Sur, deseosos de
progresar hacia estatutos avanzados, deberán seguir un proceso semejante de convergencia hacia el acervo comunitario en materia de mercado único, si quieren obtener un acceso al mismo comparable al de los países del Espacio Económico Europeo,
lo que representa, sin duda, todo un reto.
En suma, los trabajos reunidos, elaborados por especialistas en las relaciones euromediterráneas, exploran los principales vectores de las mismas desde distintas
perspectivas y metodologías. Los autores proceden básicamente del mundo académico, pero también hay contribuciones de autores con responsabilidades en sus respectivas Administraciones. No obstante, un elemento común recorre todos los artículos: la concepción de que las relaciones euromediterráneas son un proceso inacabado en el que queda mucho por hacer y en el que, conforme se avanza, los asuntos
pendientes se hacen más técnicos, más abiertos al análisis y menos al apasionamiento. Pero el trayecto en sí mismo, desde la Asociación Euromediterránea a la Unión por
el Mediterráneo, pasando por la Política Europea de Vecindad, sí que ha resultado
apasionante y promete seguirlo siendo. En los próximos años se verá la evolución fi-
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nal de las negociaciones agrícolas y de servicios, la potencialidad de un mercado (y
no sólo anillo) euromediterráneo de la energía, el desarrollo de los Estatutos Avanzados (o relaciones privilegiadas, fórmula preferida por Israel), y las aportaciones de los
proyectos enmarcados en la Unión por el Mediterráneo. La mayor complejidad y número de las propuestas, que pueden hacer pensar en cierta promiscuidad en las iniciativas, dibujan un Mediterráneo de geometría variable, de cooperaciones reforzadas, de más interdependencia e interacción entre mecanismos institucionales.
España ha sido un motor importante en esta evolución de las relaciones euromediterráneas, básicamente por la dedicación de los sucesivos Gobiernos y de la Administración española. El ámbito académico español también ha sido muy dinámico, tanto
por parte de las Universidades como de los centros de investigación, con la creación
de importantes capacidades de análisis y una participación activa en los foros euromediterráneos. Es cierto que España no cuenta con la influencia política ni económica
de otros Estados miembros. Pero, desde la Declaración de Barcelona, siempre ha intentado ejercer el liderazgo de las ideas, en ocasiones con logros notables, como la
propia Declaración de 1995 o el reciente esfuerzo por reconducir la propuesta francesa de Unión por el Mediterráneo a los cauces marcados en Barcelona. La capacidad
de análisis y la de formulación de políticas están íntimamente relacionadas, especialmente en un Mediterráneo más complejo hoy de lo que ya lo era en 1995. Sirvan los
trabajos reunidos en este número monográfico como muestra de los esfuerzos realizados para acompañar con la reflexión, y desde el rigor analítico, el Proceso de Barcelona, al que hoy decimos adiós con ese nombre, pero cuyos principios siguen siendo el marco de referencia de las relaciones euromediterráneas.
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