Cifra 6 Educación y trabajo en la cárcel: las representaciones construidas por los actores involucrados Silvia Beatriz Rodríguez1 Presentación La escuela carcelaria del Penal de Varones por mucho tiempo estuvo ausente tanto de la práctica docente como de los aprendizajes de los internos. En sus relatos, los internos que están cumpliendo condenas muy largas demuestran esa historia y no reconocen los vínculos que se genera entre maestra y alumno, son pocos y contados lo que tienen como referente a un docente, muy pocas veces tuvieron en sus manos cuadernos o accedieron a libros. Sin embargo, para los más nuevos la percepción que tienen de la escuela es positiva, hay una muy buena predisposición para ingresar por voluntad propia y asistir a clases. Muchos de los reclusos llegaron sin saber leer y escribir y a poco de andar aprendieron a “tomar el lápiz”; “a sumar, restar y multiplicar”; “a estar contenido, escuchado, a saber que algo valgo”. Por su parte, la percepción que construyen acerca del reconocimiento social que la escuela tiene para la institución penitenciaria y para el medio es muy positiva. Sirvan a título de ejemplo las siguientes citas: Ir a la escuela es bien visto por los jueces y se puede acceder a rebajas; Los miembros del consejo correccional lo perciben como beneficioso para la persona, para sus calificaciones que luego los posibilita a las salidas; Ayuda a sentirse contenido y acompañado; Sirve para aprender un oficio y tener con qué defenderse. No es fácil tomar la decisión de volver a intentar, no después de las experiencias escolares frustrantes. Las motivaciones para regresar a la escuela no siempre están relacionadas con la educación. Los motivos de los internos para asistir a la escuela son diversos, algunos por la valoración que los jueces otorgan a la participación en la propuesta educativa, otros estiman que mejora el concepto que lleva su causa, otros simplemente 1 Licenciada en Sociología (UNSE) y Magíster en Ciencias Sociales (UNRC), Docente JTP semiexclusiva en la Cátedra de Metodología de la Investigación Científica de la Carrera de Sociología y Educación para la Salud, INDES - UNSE. E-mail: [email protected] - 175 - Silvia Beatriz Rodríguez resignifican el tiempo de permanencia en la cárcel con la posibilidad de aprender y terminar la escuela, por eso, deciden comenzar un camino de aprendizaje. Es interesante destacar cómo algunos internos que asisten a la escuela se sienten satisfechos con el camino educativo emprendido: Aprendí a leer y a escribir, y eso me enorgullece; tengo mis cuadernos y lápices y puedo trabajar con los libros, puedo mostrarles al director y a los jueces mis avances; la escuela me gusta porque es un ambiente distinto al resto del penal; puedo aprender un oficio como arreglar televisores. La autoestima cobra vigor en estos internos porque sienten que sus posibilidades en la vida se acrecientan. Sin embargo, otros expresan insatisfacción: “Todavía los guardiacárceles a veces no nos bajan a la escuela y eso atrasa”; “...nos rompen los cuadernos, no tenemos con qué trabajar y tenemos que volver a empezar de nuevo”. Estas cuestiones sirven para dimensionar la percepción de insatisfacción a partir de las prácticas y del funcionamiento de las estructuras carcelarias, que no contribuyen positivamente con los procesos de la escuela dentro del penal. Por su parte, es interesante destacar que cuando la motivación es alta, las capacidades cognitivas permiten a los internos que se apropien sin mayores dificultades de los contenidos presentados por los maestros, a pesar de la precariedad escolar de origen. La motivación está ligada a la utilidad del conocimiento, valorando con preferencia las propuestas de capacitación laboral o aprendizaje de oficios, porque ven en ello la posibilidad de trabajar en algo más digno. Todas estas representaciones eran verbalizadas ante las visitas de los jueces en la unidad carcelaria. El área de educación aprovechaba estas visitas para mostrarles los avances que se sucedían con algunos internos, sobre todo de aquellos que asistían regularmente al taller de electrónica, que es el único con salida laboral. Las herramientas más fidedignas para observar sus avances eran los cuadernos, su higiene personal, el lenguaje a través del que relataban las vivencias, experiencias y los significados positivos que iban construyendo de estos oficios, lo que se advertía también en sus movimientos corporales. Entre la escuela y el trabajo La particularidad que tiene este Servicio Penitenciario es que los reclusos no pueden realizar actividades educativas y laborales a la vez, de - 176 - Cifra 6 Educación y trabajo en la cárcel: las representaciones construidas por... modo tal que deben optar entre una y otra actividad, o trabajo o educación, siendo muy pocos los que trabajan (102) son más que los que concurren a la escuela (53), pero no hay internos que desarrollen ambas actividades. Al ser consultados los internos de las unidades carcelarias del Penal de Varones y Colonia Pinto sobre el papel que le asignan al trabajo dentro del penal, señalan: El trabajo es un derecho de todo hombre (Carlos, 41 años); la ley 24.660 dice que todos tenemos el derecho a tener trabajo aquí adentro (Eleuterio, 21 años); yo sé que en todas las cárceles se los capacitan a los internos (Antonio, 50 años); el trabajo dignifica porque permite sentirse útil y ganarse el sustento para la familia (Javier, 34 años). El término inductor “trabajo” se asocia a nociones como: “derecho”, “dignidad”, “utilidad”. En este último sentido los internos necesitan de algún ingreso para poder subsistir, entonces prefieren trabajar que ir a la escuela, al respecto expresan: No es que la escuela no sea importante, sino que el trabajo me permite ganar algo de dinero para darle a mi familia; yo me siento más útil trabajando porque sé hacer el trabajo de carpintería y porque necesito dinero para darle a mi mujer. Algunos significan positivamente el trabajo dentro de la cárcel. Resultan ilustrativas las citas siguientes: “El trabajo es importante porque me mantiene la mente ocupada en algo que sea productivo”; “...es importante percibir un dinero por el trabajo que uno hace y darle a la familia”; “...aprender un oficio es muy importante para la salida laboral”. Aquí el término trabajo se asocia a “bienestar físico y psíquico”, a “utilidad”, a “conocimiento para”. Resulta conveniente recordar que históricamente el Servicio Penitenciario Provincial ha jugado un importante rol en la producción de bienes para el mercado local, lo que ha permitido que los internos consideren que con su trabajo podían ayudar a sus familias; pero desde hace más de dos décadas esta situación se ha revertido, deteriorándose la capacidad productiva y los hábitos laborales. Recordemos que sólo 102 internos trabajan actualmente. En consecuencia, para algunos reclusos la percepción es negativa aunque es bueno destacar que se refieren a las condiciones por las que transitan y no al trabajo en tanto tal. Al respecto, se citan las siguientes expresiones: - 177 - Silvia Beatriz Rodríguez Creen que porque algunos de nosotros trabajamos, están cumpliendo con la ley 24.660; interesa muy poco a las autoridades si algunos de nosotros tenemos conocimientos de oficios porque después trabaja cualquiera; al ser mano de obra barata el personal penitenciario y la sociedad no nos reconocen como trabajadores; creen que nuestro trabajo sirve para pasar el rato nada más, y no como aprendizajes de hábitos laborales. Buena parte de los que trabajan en el servicio tienen una percepción negativa acerca del reconocimiento social que el tipo de trabajo tiene en el penal y en el medio. Las razones varían según sea el trabajo de que se trate, así para el fajinero la falta de reconocimiento se debe a que: “La comunidad carcelaria considera al fajinero como vago, como poca cosa y que no tienen conocimientos de oficios”. “Los guardiacárceles piensan que cuando no tienes oficios o nunca has trabajado tienes que ser fajinero”. Los que se desempeñan en carpintería, panadería y en actividades agropecuarias, estiman que se deberían generar más y mejores estrategias para aumentar las posibilidades de los reclusos. Sirva a título ilustrativo las citas que siguen: Faltan más firmas de convenios con los Ministerios de Educación, Salud y Producción para aumentar la producción de pan, muebles escolares, etc., para generar más mano de obra; agilizar el convenio con la escuela de apicultura para la producción de miel que quedó inconclusa; falta que abran los otros talleres como escobería, bloquería para dar más trabajo a todos los internos. Todos ellos valoran positivamente el trabajo en el Penal, de nuevo aquí los conceptos de “utilidad”, “derecho”, entre otros, vuelven a aparecer. Del total de los internos ocupados en el Penal de Varones y de Colonia Pinto, la mitad no se siente satisfecha con sus desempeños laborales. Al respecto resultan ilustrativas las citas que siguen: “Ser fajinero no es un trabajo que dignifique porque lo único que se hace es agarrar la escoba un par de horas y nada más”; ”...trabajar cinco horas diarias y estar expuestos a maquinarias para ganar $ 24 mensual es una explotación”. En muchos de ellos el concepto de “dignidad” y de “utilidad” cobra importancia al evaluar el trabajo y expresar sus insatisfacciones. Sin embargo otros internos se sienten satisfechos, tanto por el trabajo en sí mismo como por el aprendizaje que les genera. Al respecto señalan: - 178 - Cifra 6 Educación y trabajo en la cárcel: las representaciones construidas por... Yo estoy muy contento con la carpintería porque todos los días estoy aprendiendo algo, uno puede ver el esfuerzo que hace cuando están terminados los pizarrones por ejemplo. Lo que sí creo es que nos pagan muy poco; me gusta mucho el trabajo que hago en la panadería, pero sobre todo que tengo un laburo porque es feo estar sin hacer nada. Las evaluaciones para con el trabajo que realizan, como se advierte, van desde satisfechos hasta insatisfechos, estas diferencias están dadas por el tipo de actividad que desempeñan los internos, la remuneración que perciben por esa actividad y el “sentido” que le otorgan al “trabajar”. Las otras miradas El objetivo de este apartado es mostrar las valoraciones que le otorgan los docentes a su tarea y las apreciaciones de las condiciones en las que se lleva a cabo las tareas en la escuela; así también, las percepciones que los responsables del área de educación y de fábrica construyen en relación a la institución carcelaria. Algunos docentes cuando iniciaron sus actividades dentro de la cárcel tenían miedos y prejuicios, pero con el paso del tiempo descubren en los internos cualidades y valores que ponen en segundo plano el hecho de que estos alumnos se encuentren privados de la libertad. Así, se entusiasman por su tarea y son capaces de sortear las dificultades, minimizando que los lugares donde desarrollan sus clases no sean aptos o les falte recursos de todo tipo. El profesor Ramírez, maestro del EGB 1 de la Escuela carcelaria “Corazón de María” del Penal de Varones, relata lo siguiente: Ingresé al penal de varones en marzo del año 1992, era un joven que me iniciaba en la docencia cuando me asignaron enseñar en el penal. Cuando comencé mis primeras clases, me daba un poco de miedo por su infraestructura, es decir por los muros, las rejas, verlos a los internos desaliñados, algunos descalzos, otros barbudos y porque sabía que debía interactuar con ellos. Recuerdo que muchas veces iban sin ropas apropiadas a las clases, así que tuve que conseguirles ropa, calzado, maquinita de afeitar, lo bueno es que aprendieron a higienizarse y saber que a la escuela se va limpio, con lo mejor que tengan, y así fue. Con ello logré ganarme su confianza, su cariño y sobre todo su respeto, además porque no solamente aprendí que debía enseñar a leer, escribir o sumar y restar, sino que tenía que aprender a escucharlos, a contenerlos, hacerlos sentir como personas que son. Entiendo que educar en una cárcel no es nada fácil y - 179 - Silvia Beatriz Rodríguez me enorgullece hacerlo, porque los internos me hacen sentir muy útil, siempre están agradecidos, motivados y lo viven a pleno. Yo valoro mucho mi trabajo, aunque me ofrecieron darme la posibilidad de estar en otra escuela, yo dije que me siento muy a gusto y cómodo porque uno ve en ellos tantas limitaciones, carencias, no por lo económico sino por lo de adentro, que el solo hecho de acompañarlos y estimularlos, ellos viven agradecidos, recuerden que muchos de ellos, casi la mayoría no reciben ninguna visita de nadie. Dentro de los muros, la actividad docente comprende mucho más que el proceso de enseñanza-aprendizaje, tiene también un carácter “asistencialista” tal como lo plantea el profesor. El inculcar con el ejemplo principios de “solidaridad”, “compañerismo” hace que la tarea docente cobre una dimensión humana atendiendo a las condiciones bajo las cuales se realiza el proceso educativo. Sin duda, esa dimensión “asistencialista” debería corresponder a quienes tienen el poder para desplegarla, cuestión que no ocurre en el ámbito. Como se ve, la mayoría de los docentes que se desempeñan en la escuela del Penal de Varones presentan un “alto compromiso” con su tarea y una “buena disposición” ante las difíciles circunstancias que implica la enseñanza en estas instituciones. Valoran su práctica como una “experiencia valiosa” para su desarrollo profesional y personal. Las apreciaciones de los docentes en relación con las condiciones en la cuales se inserta la escuela la evalúan como negativas, por cuanto el personal penitenciario, sea celador o director de la unidad carcelaria, suele interferir negativamente en la administración de los espacios y de los tiempos para la educación. Al respecto, sirva de ilustración la cita que sigue: Muchas veces en todos estos años no siempre se pudo enseñar como en un aula común, porque faltaban algunos materiales didácticos, porque no siempre los bajaban a todos los internos, porque les rompían sus cuadernos, los celadores hacían lo que querían en la escuela. Pero aún así, entiendo que educar en una cárcel no es nada fácil, y me enorgullece hacerlo, porque los internos me hacen sentir muy útil, siempre están agradecidos, motivados y lo viven a pleno. Pese a los avatares, los docentes estiman positiva su misión especialmente por la relación docente-alumno que han podido construir. El Programa Nacional Educación en Establecimientos Penitenciarios y de Minoridad (2004: 15) sostiene que la actitud del responsable del área de educación de las unidades carcelarias debe tener fuerte peso, tanto para dinamizar la implementación de programas educativos como para vehiculizar posibles cambios y mejoras. - 180 - Cifra 6 Educación y trabajo en la cárcel: las representaciones construidas por... Al respecto, Silvia, responsable del Área de Educación del Servicio Penitenciario Provincial, considera que en el periodo de la intervención federal se generó un proceso de cambios favorables para la escuela y los internos. Este cambio comenzó a hacerse notar entre los internos y también para quienes tenían a su cargo las evaluaciones de estos procesos. El reconocimiento social por parte de los “jueces” comenzó a vislumbrarse. Esa percepción está muy presente en el discurso de la Jefa del Área de Educación. Al respecto, señala: Antes había un currículo oculto, no había egresados en la escuela, no había talleres con salida laboral, no había regularidad de los internos en clases. Hoy, el hecho de que los internos arreglen todos los televisores del penal, televisores que se les había dado de baja, y empezaran hacer trabajos particulares arreglando radios y televisores para el personal de las unidades carcelarias, eso es muy significativo. Que los jueces tuvieran un reconocimiento positivo de los logros obtenidos con los internos cuando realizaron su visita semestral. La realidad es que es posible lograr cambios en sus personas, pero se requiere de mucho compromiso y de constancia, no sólo de los internos que ellos siempre están dispuestos, sino del área de educación del penal y del resto del personal penitenciario. Pese a las enormes dificultades por las que transita el Servicio Penitenciario en la provincia, medidas aisladas se reconocen sobre todo vinculadas a la necesidad de construir espacios de contención para evitar conflictos entre los reclusos, cuestión que está presente dadas las condiciones en que vienen y en que discurre su vida en la cárcel. El oficial inspector Platas, responsable del área de fábrica, señala lo siguiente: Se intenta por todos los medios que los internos estén ocupados en alguna actividad laboral productiva, y en la medida en que haya más internos ocupados disminuye los índices de conflictos entre ellos. Además el trabajo de panadería es una tarea muy bien reconocida por las familias del personal penitenciario, no solo por la calidad del pan sino por el precio. Lo mismo ocurre para la carpintería, que constantemente recibimos el agradecimiento de los directores de escuelas por la terminación y presentación de los muebles escolares. Como se ve está presente la necesidad del reconocimiento social de las actividades que se realizan con personal responsable, aunque esa no sea la norma. - 181 - Silvia Beatriz Rodríguez A modo de cierre, los internos condenados antes de ingresar al penal, en su mayoría debieron dejar la escuela para trabajar, dadas las condiciones socioeconómicas de sus familias. Esta actitud es evaluada por ellos como negativa. Los internos, en su mayoría, le otorgan un “significado valorativo alto” a la educación, mientras que otros, aunque en mucha menor proporción, señalan que tiene un “significado valorativo escaso”. Esta polarización se manifiesta por la utilidad que para ellos tienen los aprendizajes de la escuela para el desempeño en el mercado de trabajo. Además, estas percepciones guardan estrecha relación con el lugar que cada recluso ocupaba en el campo de juego. Para aquellos que debían cumplir actividades “rutinarias” y “urgentes”, la escuela “no servía”, mientras que para lo que debían o deben trabajar en un oficio la escuela siempre sirve porque los “capacita para trabajar mejor”. Recordemos que algunos de los reclusos recuerdan positivamente su pase por la escuela, pudieron apropiarse de sus “ventajas comparativas”; mientras que para otros las acechanzas de la vida han impedido su tránsito escolar, de modo que no han podido construir ni siquiera una imagen de ella. El trabajo para procurarse el diario sustento ha sido su estilo de vida. Por su parte, la percepción que los internos construyen acerca del reconocimiento social que sus trabajos tienen en la sociedad es negativa, y cuando evalúan sus desempeños laborales no se sienten satisfechos ya que consideran que su labor no les posibilitó ninguna mejora en sus condiciones de vida; sólo unos pocos sí se sienten satisfechos, percepción que también se relaciona con el lugar que han ocupado en sus espacios sociales intra y extramuros. Con respecto a la educación en la cárcel, las percepciones que los internos construyen acerca del reconocimiento social que la escuela tiene son positivas. De los que asisten a la escuela, la mayoría se sienten satisfechos con el proceso educativo y con su desempeño. Por su parte, al trabajo en la cárcel lo evalúan negativamente porque no cumple con sus expectativas y porque son muy pocos los que lo pueden realizar. Los que han logrado capacitarse, aprender un oficio y trabajan en lo que “saben hacer” evalúan positivamente su desempeño laboral y sienten “satisfacción” con la labor. Otros, en cambio, trabajan en las tareas más rutinarias y mecánicas y consideran que su trabajo no les brinda “satisfacción alguna”. Con respecto a los docentes, las valoraciones que hacen de sus prácticas son positivas puesto que presentan un “alto compromiso” con su tarea y consideran su labor como una “experiencia valiosa” para su profesión. Sin embargo, las evaluaciones de las condiciones en las cuales se inserta - 182 - Cifra 6 Educación y trabajo en la cárcel: las representaciones construidas por... la escuela son negativas ya que no están dadas las condiciones físicas y humanas para que la educación sea “para todos”. Finalmente, los jefes de áreas tienen una percepción positiva de los cambios efectuados tanto en la educación como en el trabajo. Advierten también un proceso favorable de reconocimiento social de la labor emprendida, aunque son concientes de su insuficiencia. “Algo se hizo, queda un camino largo por recorrer”. Conclusiones A partir de considerar que las conclusiones remiten a los resultados, a un nivel de síntesis más acotado en función de los hallazgos, es posible afirmar que las condiciones objetivas de las unidades carcelarias del Penal de Varones y Colonia Pinto no ofrecen a los reclusos una articulación entre los aprendizajes de la escuela y la formación para el trabajo y, además, las condiciones laborales y educacionales en las que están insertos no les permiten apropiarse satisfactoriamente de los hábitos y valores constitutivos y necesarios para su persona y en relación con el otro. Las representaciones construidas por los internos y demás actores involucrados respecto de la educación y el trabajo develan que las percepciones que los internos construyen acerca del reconocimiento social que la escuela tiene son positivas, la mayoría de ellos se sienten satisfechos con el proceso educativo y con su desempeño, aunque sea insuficiente. Sin embargo, al trabajo en la cárcel lo evalúan negativamente porque no cumple con sus expectativas y porque son muy pocos los que lo pueden realizar. Los que han logrado capacitarse, aprender un oficio y trabajar en lo que “saben hacer” evalúan positivamente su desempeño laboral y sienten “satisfacción” con la labor desempeñada. Otros, en cambio, no han logrado ese lugar, trabajan en las tareas más rutinarias y mecánicas y consideran que su trabajo no les brinda “satisfacción alguna”. Estas representaciones de los reclusos guardan relación con los enunciados de Neuman y Irurzun (1982) y Gottberg-Duno (2006), quienes sostienen que en el mejor de los casos, en una unidad penitenciaria trabaja una minoría de reclusos, cuando el trabajo debe ser útil y productivo porque debe servir para la manutención de su grupo familiar; sin embargo, se señala que casi siempre el trabajo en las cárceles es inútil e improductivo y muy mal pago, esto se visualiza en forma contundente en estas unidades carcelarias. Por su parte a las representaciones que realizan en cuanto a la relación entre educación y trabajo las viven como antagónicas, ya que son escasos los niveles de articulación entre la formación básica y la formación para el trabajo. - 183 - Silvia Beatriz Rodríguez Con respecto a las otras miradas, los docentes estiman que sus prácticas son positivas, puesto que presentan un “alto compromiso” con su tarea y consideran su labor como una “experiencia valiosa” para su profesión. Sin embargo, las evaluaciones de las condiciones en la cual se inserta la escuela son negativas, ya que no están dadas las condiciones físicas y humanas para que la educación sea “para todos”. Aún cuando tengan una percepción positiva de los cambios efectuados, tanto en la educación como en el trabajo, no alcanzan como para considerar que con ellos se llegue al mayor número de condenados y se logren espacios para el aprendizaje, vinculados con procesos de reinserción social. Advierten también un proceso favorable de reconocimiento social de la labor emprendida, aunque son concientes de su insuficiencia. Una de las hipótesis de significado que fue surgiendo a medida que se recolectaba y analizaba información es que la mayoría de los reclusos estima que la educación es útil desde el punto de vista económico y social, porque transmite valores que posibilitan mejores condiciones para encontrar trabajo y permitirían ser mejores personas. Sin embargo no todos la pueden valorar porque al ser la representación social una construcción que se va forjando en vinculación con aspectos de la realidad o con cuestiones sociales significativas, muchos de los reclusos no estuvieron nunca en contacto con procesos educativos, aunque una vaga noción presente al respecto. Por su parte, los reclusos advierten que el trabajo es un derecho que brinda utilidades y que posibilita bienestar físico y psíquico y que la escuela debería organizarse para alcanzar “conocimiento para”. Tanto la educación como el trabajo se encuentran en una relación estrecha en las dimensiones económicas y afectivas. Cuestiones que están lejos de cumplirse en los escenarios descriptos. A modo de cierre, la promoción del derecho a la educación y el derecho al trabajo debe tener presente la realidad de las unidades carcelarias y las representaciones sociales de los actores implicados en ella, muy especialmente las de los reclusos, sin cuya participación, cooperación y compromiso, cualquier iniciativa resulta inviable. Bibliografía Araya Umaña, S. (2002): “Las representaciones sociales: Ejes teóricos para su discusión”, Cuaderno de Ciencias Sociales, Nº 127, FLACSO, Costa Rica. - 184 - Cifra 6 Educación y trabajo en la cárcel: las representaciones construidas por... Baratta, A. (1993): Criminología crítica y crítica del derecho penal, Buenos Aires, Siglo XXI. Bergalli, R. (1976): El pensamiento criminológico II (Estado y control), Buenos Aires, Temis. Bourdieu, P. 1991): El sentido práctico, Madrid (España), Taurus. Bourdieu, P. y L. Vacquant (1992): Respuestas, París, Du Seuil. Chartier, R. 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Resumen El objetivo de la investigación es explorar las representaciones sociales que los actores involucrados construyen respecto al papel de la educación y el trabajo en las unidades carcelarias del Penal de Varones y Colonia Pinto de la provincia de Santiago del Estero. Se trabajó con la delimitación connotativa de la frase representaciones sociales, que constituyen sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la existencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa, constituyéndose -a su vez- como sistemas de códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y orientadores de las prácticas. Se trabajó con una muestra intencional de carácter representativo no en el sentido estadístico del término, utilizando como fuente primaria la entrevista semiestructurada realizadas a 20 reclusos, 12 docentes de la escuela y 2 jefes de áreas: educación y fábrica; de la cual se toma una submuestra, compuesta por 4 reclusos, 2 docentes y 1 jefe de cada área. Si las representaciones sociales son categorías fundamentales de percepción y apreciación de lo real se entiende porqué algunos reclusos no han podido construir alguna respecto del término inductor “educación” y “trabajo”, no así para los otros actores involucrados. Palabras clave: Representaciones / educación / trabajo / unidad carcelaria Abstract The objective of this research is to explore the social representations that stakeholders build on the role of education and work in the prison units of the Penal Colony Boys and Pinto. We worked with the connotative definition of the term social representations are cognitive systems that can recognize the existence of stereotypes, opinions, beliefs, values and norms that tend to have a positive or negative attitudinal orientation, becoming, in turn, as systems codes, values, logical qualifiers, interpretation and guiding principles of practice. We worked with a purposive sample of representative character not in the statistical sense, using as primary source semi-structured interview conducted at 20 inmates, 12 teachers and 2 heads of areas: education and factory, which makes a subsample composed of 4 inmates, 2 teachers and 1 head of each area. If social representations are fundamental categories of perception and appreciation of reality is not understood why some inmates have not been able to build some respect to the inductive term “education” and “work”, but not for the other actors involved. Keywords: Representation / education / labor / prison unit - 187 -