Revistas Leonesas de Poesía y Creación (1944-2014)

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Revistas Leonesas
de Poesía y Creación
(1944-2014)
Espadaña. Claraboya, Alcance, Barro,
Cuadernos Leoneses de Poesía, Yeldo,
Margen, El Signo del Gorrión,
Vinalia Trippers, Azul Eléctrico,
The Children’s Book of the American Birds,
Meando contra viento...
NOMBRANDO EL PORVENIR
Encrucijada de poetas
Producción: MUSAC
Comisariado: Eloísa Otero, Vicente Muñoz, Víctor
M. Díez
Sábado 5 DE ABRIL 2014
19:00 h. Presentación de la Muestra de revistas
leonesas, por Eloísa Otero
20:00 h. Actuación de La Tremolina Teatro
Poesía a la luz de La Claraboya
Sábado 5 y domingo 6 de Abril 2014
Muestra de Revistas Leonesas
Espadaña, Claraboya, Barro, Yeldo, Cuadernos
Leoneses de Poesía, El signo del gorrión,
Margen, Alcance, Azul Eléctrico, Vinalia Trippers,
The Children´s Book of American Birds, Meando
contra viento…
En colaboración con la Biblioteca Regional, ILC.
De 11:00 a 15:00 h y de 17:00 a 21:00 h.
———
© Textos sobre las revistas: Eloísa Otero
Maquetación: Rafa Murciego
Agradecimientos:
Francisco Crémer, María Jesús Delgado,
Alfonso García, Ildefonso Rodríguez, Vicente
Muñoz Álvarez, Julio César Álvarez, Santos M.
Perandones, Rafael Saravia, Alberto González
Fierro, Biblioteca Regional Mariano Domínguez
Berrueta, Instituto Leonés de Cultura (ILC)
MUSAC Museo de
Arte Contemporáneo
de Castilla y León
70 años de REVISTAS LEONESAS de POESÍA y CREACIÓN
(1944-2014)
Siempre se ha dicho que León es tierra de poetas. Y puede que la frase
no sea solo un mito. Aquí, los exploradores de nuevos horizontes y
territorios creativos a través de la palabra han alumbrado un buen
número de publicaciones, y lo siguen haciendo. Más de 70 años de
revistas leonesas de poesía y literatura de creación, algunas con
importante relevancia nacional en su momento, así lo atestiguan.
En ellas se han dado a conocer no sólo los poetas y escritores de
la tierra, sino también muchos otros del panorama nacional e
internacional.
Si en 2013 se celebraron los cincuenta años desde la fundación
de la revista Claraboya, en este 2014 se cumplen nada menos
que setenta años desde la fundación de la mítica revista Espadaña,
emblema de los poetas antifranquistas durante algunos de los años
más duros de la postguerra española.
Desde el ciclo “Nombrando el porvenir. Encrucijada de poetas” se
propone un mirada sobre el abanico de las revistas, publicaciones y
fanzines literarios más significativos editados en León en el último
siglo, desde las ya casi legendarias Espadaña y Claraboya, que
abrieron nuevas vías a la poesía y el pensamiento crítico durante
el franquismo, a las más modernas y experimentales, como Azul
Eléctrico, Vinalia Trippers, The Children’s Book of the American
Birds (del Club Leteo) o la última en marcha, Meando contra Viento,
pasando por las publicaciones señeras del último cuarto del siglo
XX: Alcance, Cuadernos Leoneses de Poesía o El Signo del Gorrión.
Aunque los tiempos cambian, sin duda que estas publicaciones,
en su mayoría casi reliquias de los tiempos de la tinta y el papel,
siguen teniendo no solo vigencia, sino un innegable encanto.
Muchas de ellas se quedaron en aventuras pasajeras, como Yeldo,
Cálamo, Margen, Derviche…. pero todas ellas han contribuido, y lo
siguen haciendo, al desarrollo de las pasiones y afanes poéticos de
un buen número de autores leoneses, algunos de los cuales, con el
tiempo, han logrado brillar con luz propia en el ingente panorama
de las letras españolas.
NOMBRANDO EL PORVENIR.
Encrucijada de poetas
ESPADAÑA (1944-1951)
Surgida al calor de la tertulia literaria que tenía su
sede en la Biblioteca Azcárate, junto a la Catedral
leonesa, la revista Espadaña fue fundada en 1944
por Antonio González de Lama —bibliotecario y
sacerdote de ideas liberales—, Victoriano Crémer,
Eugenio de Nora, Manuel Rabanal y Luis López
Santos ­—aunque la responsabilidad de su redacción
recayó enseguida sobre los tres primeros—.
González de Lama aportó la autoridad moral y el
pensamiento crítico, Crémer la concepción de una
poesía realista y desarraigada que fue calificada de
“tremendista” y De Nora el compromiso político. El
inconformismo y afán renovador de sus promotores
alentaron además intensas polémicas poéticas
desde los primeros números.
Frente a las revistas oficiales de la época —como
Escorial (1940-1949) o Garcilaso (1943-1946)
entre otras—, Espadaña no contó con protección
institucional alguna y tuvo que superar muchas dificultades, incluidas las económicas, para
conseguir sacar 48 números en sus casi ocho años de vida. Sin embargo, con el tiempo, esta revista
independiente de poesía y crítica se ha convertido en un instrumento esencial para entender la
literatura española de posguerra. En ella están representadas las corrientes más significativas de
la época, pero también la mejor poesía del 27, junto a los versos de muchos poetas españoles e
hispanoamericanos condenados a la marginación por el régimen franquista.
Con una línea editorial comprometida con su tiempo, Espadaña abrió sus páginas a los exiliados,
como Luis Cernuda, pero también a los muertos en la guerra, como Federico García Lorca (de
quien se publicó por ejemplo una curiosa serie de poemas en gallego) o Miguel Hernández. La
labor de crítica literaria de Antonio González de Lama, o las aportaciones de Dámaso Alonso,
Vicente Aleixandre y Gerardo Diego conviven con poemas de César Vallejo y Pablo Neruda, o con
las colaboraciones del grupo “madrileño” formado por poetas cercanos al régimen como Valverde,
Leopoldo Panero, Rosales y Vivanco. En Espadaña publicaron Rafael Alberti, León Felipe, Francisco
Ayala, Camilo J. Cela, Barral, García Baena, Álvarez Ortega, Carlos Bousoño, Caballero Bonald,
Cirlot, Carmen Conde, Aranguren, Joan Fuster, Leopoldo de Luis, Ory, José Luis Sampedro, Miguel
Labordeta, José García Nieto y hasta Fernando Fernán-Gómez, por citar algunos pocos. Se puede
decir que la revista logró reunir a todas las generaciones poéticas españolas vivas, incluyendo la más
joven —Antonio Pereira, José Hierro, Ángela Figuera Aymerich, Gabriel Celaya, Blas de Otero…—.
A partir del número 22 se publicó además una Antología parcial de la poesía contemporánea, en
fascículos que podían encuadernarse aparte.
Desde Espadaña se buscaba informar sobre las publicaciones de poesía más importantes de aquellos
años, españolas y de otros países, así como traducir a los grandes poetas extranjeros del momento,
con atención especial a los europeos: Yeats, Claudel, D’Annuncio, Rilke, Miguel Torga...
Espadaña abrió sin duda nuevos caminos a la poesía, rehumanizando el verso en aquellos años de
la posguerra franquista. Las diferencias vitales e ideológicas entre sus fundadores precipitaron el
fin de la publicación, a cuyo frente estuvo Crémer casi en solitario durante la última etapa.
NOMBRANDO EL PORVENIR.
Encrucijada de poetas
CLARABOYA (1963-1968)
En 1963 nació Claraboya, de la mano de cuatro poetas veinteañeros, cuatro “ácratas apacibles” en
palabras de Agustín Delgado, uno de sus promotores junto a Luis Mateo Díez —que más tarde
abandonaría la poesía por la narrativa—, Ángel Fierro, José Antonio Llamas y el pintor Higinio
del Valle.
Bernardino M. Hernando, Eutimio Martino y Antonio González de Lama figuraron entre sus
mentores, y entre sus colaboradores contaron con Antonio Gamoneda, Antonio Pereira, César
Aller, Gaspar Moisés Gómez, el pintor Manuel Jular…
Sus impulsores pretendían una revisión de posturas literarias y defendían una poesía “dialéctica”,
en oposición a la “poesía veneciana” y a los planteamientos de la antología Nueve novísimos poetas
españoles de Castellet (a los que tacharon de neodecadentes y neocapitalistas).
En aquellos años oscuros de la dictadura Claraboya buscaba convertirse en el vehículo de una
nueva generación literaria, y marcó un hito fundamental en la renovación poética de la década
de los sesenta. Su cierre en 1968 por orden de Manuel Fraga, entonces ministro de Información
y Turismo, supuso la publicación de un libro en la editorial El Bardo: Equipo Claraboya: Teoría y
Poemas, en el que se recoge de forma valiente toda la historia de la publicación.
A lo largo de los 19 números que aparecieron entre octubre de 1963 y febrero de 1969 el lector va de
sorpresa en sorpresa. Porque en Claraboya, como se ha ocupado de estudiar Juan José Lanz, habitó
la vanguardia, una vanguardia comprometida y crítica, junto al realismo más directo y la poesía
social. Gabriel Celaya, Pere Gimferrer, Manuel Vázquez Montalbán, José-Miguel Ullán, Diego Jesús
Jiménez, José María Guelbenzu, Aleixandre, Gamoneda, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente,
Félix Grande, Francisco Ribes… son algunas de las firmas que se suceden por sus páginas, junto
a traducciones de textos de poetas no hispanos incuestionables (como Nazim Hikmet, traducido
por Gamoneda).
Entre los méritos de esta publicación destacan la
ruptura consciente con la poesía precedente, de
carácter social-intimista, su afán renovador desde un
espíritu lúcido y crítico, la apertura hacia la poesía
extranjera, hacia la poesía hispanoamericana y los
poetas del 27, Cernuda sobre todo. También dedicó
números especiales a los poetas gallegos y a los
poetas cubanos pujantes en aquella época, así como
un monográfico volcado hacia la beat generation
(Ginsberg, Kerouac, Corso, Ferlinghetti…).
Como ha advertido el crítico Manuel Rico: “En el
fondo, Claraboya fue el espejo de una etapa poética
mucho más compleja de lo que ha establecido la
historia oficial. Un tiempo joven bajo la dictadura.
Un tiempo en el que, contra el miedo, Llamas, Mateo
Díez, Fierro y Delgado crearon la casa de todas las
rupturas y todas las iluminaciones. Poéticas, por
supuesto”.
NOMBRANDO EL PORVENIR.
Encrucijada de poetas
YELDO (1973-1974)
Si bien solo tenemos noticia de dos números (y
no hemos conseguido encontrar ningún ejemplar
físico para esta exposición), la revista Yeldo
se presentó en noviembre de 1973 como una
publicación que, “desde su independencia, quería
servir de orientación y acogida para los poetas en
ese momento”.
Estuvo alumbrada por un efímero grupo de jóvenes
poetas leoneses que adoptó el mismo nombre, el
“grupo Yeldo”. Ellos eran: Vicente Presa, Manuel
Ballesteros Alonso, Enrique Álvarez, Miguel
Ángel Benavente, Agustín Tuñón y José María
Ampudia.
El sumario del primer número (según refleja una
reseña publicada en la revista Tierras de León, nº 17,
junio de 1973) recoge las firmas de los miembros
del comité de redacción, a las que se añaden las de
José Luis Jover, Pedro Beso, Gaspar Moisés Gómez,
Emilio Ríos Ruiz, Florentino Huerga, Mary Carmen
de Celis y Jaime Siles, con ilustraciones de José
María Ampudia.
El ABC del 19 de abril de 1974 recoge la reseña de un nuevo número de Yeldo en “Homenaje
a Vicente Aleixandre”, con ilustraciones de Tino Gatagán. Según la reseña, colaboran en este
cuaderno fechado en abril de 1974, a cargo de Esteban Carro Celada, los poetas del grupo junto a
otros como Luis Eduardo Aute, Juan Gil-Albert, Gamoneda, Luis Antonio de Villena, Félix Grande y
Salvador Espríu, por citar a los más reconocidos.
BARRO (1975-1977)
Barro fue una revista radiofónica de literatura y poesía que se mantuvo en las ondas —amparada
por Radio Popular de León— entre 1975 y noviembre de 1977. Cuatro fueron sus promotores, los
poetas Mercedes Castro, Julio Llamazares, José Carlón y Miguel Escanciano.
Aquella periódica reunión radiofónica se materializó además en una publicación en la que los
cuatro autores, muy jóvenes entonces, dieron cuenta de sus primeras creaciones poéticas: el libro
homónimo Barro (1976).
NOMBRANDO EL PORVENIR.
Encrucijada de poetas
CUADERNOS LEONESES DE POESÍA (1977-1979 y 1981)
En noviembre de 1977 se publica el primero número de los Cuadernos
Leoneses de Poesía, de vocación bimensual, en cuyo número cero colaboraron los poetas e
ilustradores José Carlón, Ignacio Otero, Luis Carlón, Ildefonso Rodríguez, Escilo y Miguel
Lastres (seudónimo del poeta Miguel Suárez), con maqueta de Eduardo López.
A lo largo de los siete números que vieron la luz hasta septiembre de 1979 se fueron sumando
nuevos colaboradores: Julio Llamazares, Edita Piñán, Tomás Salvador González, Jacinto Santos,
Miguel Marinas, Luis Federico Martínez, Aldo Sanz, Isabel Lucio Villegas… La tirada, según
recuerda Ildefonso Rodríguez, uno de sus principales promotores, rondaba los 500 ejemplares
por cada entrega.
El número 7, publicado en 1979, tuvo un carácter muy especial,
ya que estuvo dedicado a “La escritura en los manicomios”.
Todos los textos y dibujos fueron sacados de un manicomio,
aunque publicados de forma anónima, sin firmar.
En abril de 1981 vio la luz el que sería el último número de
los Cuadernos… titulado “Seis cantos”, con poemas de Miguel
Lastres, Domingo Santos “Txomín”, Juan Carlos Valle, Tomás
Salvador González e Ildefonso Rodríguez.
Además, la revista editó una separata, en diciembre de 1978,
con el primer libro del poeta Aldo Z. Sanz, RRA.
Encrucijada de poetas
NOMBRANDO EL PORVENIR.
ALCANCE (1978-1981)
A finales de los años 70, en plena Transición democrática, se gesta la revista Alcance, de talante
plural y abierto a todas las corrientes poéticas.
El primer número vio la luz en la primavera de 1978 de la mano de los poetas Gaspar Moisés
Gómez —que figura como director—, Ángel García Aller, Antonio Merayo y Alfonso
García, con ilustraciones de Enrique Rodríguez “Kiker”. Entre sus colaboradores figuran Manuel
María, José María Merino, Vicente Presa, Rafael Guillén, Jaime Siles, Antonio Colinas, José Luis
García Martín, Carlos Sahagún, Ricardo Bellveser… Más adelante, en los siguientes números, se
pueden encontrar firmas como las de Aníbal Núñez, César Augusto Ayuso, Alfredo Buxán, Luis
Antonio de Villena, Juan Margarit, Horacio Salas, Julio Llamazares…, o las de los argentinos
María Lucrecia Romera, Antonio Requeni y María Cristina Arostegui, la paraguaya Josefina Pla
o el boliviano Pedro Shimose.
Ya en sus primeras páginas se puede leer esta
declaración de intenciones: “La revista Alcance
ve la luz después de haber roto las aguas
mínimamente necesarias: un grupo de escritores
—no un grupo poético limitado por razones de
generación, de ideología o de estética— han
conjuntado el interés común por la poesía para
hacer posible esta publicación. (…) No será
Alcance amparadora de un determinado tipo
de poesía, por serlo de toda sin discriminación.
Tampoco pretende llenar ningún vacío, ni ser
sucesora ni precursora de ninguna otra”.
A partir de ahí se sucedieron nueve números. En
el nº 2 se incorporaron dos novedosas secciones:
la “musicación de un poema” (en ese número, por
ejemplo, Angel Barja puso música a un poema
de Gaspar Moisés Gómez) y la transcripción de
una “mesa redonda” previa, en la que profesores,
escritores y poetas se habían reunido para
abordar temas de actualidad poética (difusión
de publicaciones, revistas literarias…).
Aunque la revista cifre en nueve sus números,
físicamente solo fueron siete. El sexto, aparecido
en 1980, tiene carácter triple (quizá en función
de su voluminosidad) y está dedicado a la “Poesía
leonesa hoy”, con colaboraciones de Crémer,
Pérez Herrero, Pereira, Gamoneda, Bernardino M. Hernando, José Antonio Carro Celada, Fierro,
Merino, Colinas, José E. Martínez, Vicente Presa, Antonio Merayo, Julio Llamazares... El ejemplar
lleva ilustraciones de Sendo y un estudio crítico de Francisco Martínez García. El último número
de Alcance, el 9, se centró en cambio en textos inéditos de Carlos Edmundo de Ory.
Encrucijada de poetas
NOMBRANDO EL PORVENIR.
MARGEN (1980)
En octubre de 1980, Carlos Suárez González, entonces joven escritor e inquieto estudiante
de Periodismo, puso en marcha la revista Margen, de la que solo salieron dos números. En el
comité de redacción figuran, además de Carlos Suárez, cinco jóvenes universitarios leoneses:
Florentino Aláez Serrano, José María Alonso Rodríguez, Rafael González Cañal, Rosario
González Sánchez y Pablo Lanza Suárez.
El número 1 incluyó textos de Juan Benet (sobre Región) y Antonio Gamoneda, así como una
carta inédita de Buenaventura Durruti a su hermano Pedro, una pequeña antología de poesía
leonesa joven (con poemas de Julio Llamazares, Miguel Escanciano, José Carlón, José Luis
Graupera, Miguel Ángel Benavente, Manuel Ballesteros, Agustín Tuñón, Pío Cimadevilla, Luis
Algorri, José Luis Manso, Roberto Charro, Florencio Cruz, Pablo Lanza y Carlos Suarez), una
crítica de cine a cargo de Benigno Castro, y una separata con cuentos de Enrique Álvarez.
El número 2 redujo el tamaño de la revista a la mitad, y lleva el título de Margen. Cuartillas
de crítica y ensayo. Incluye textos y poemas de Emiliano Alonso Pelegrín, Francisco Pérez
Herrero, Alfonso García, José María Alonso Rodríguez y Glyn M. Hambrook (que escribe sobre
Baudelaire) y reproduce una conferencia de Gabriel Marcel sobre “La condición del intelectual”
y un discurso de Giner de los Ríos sobre la Institución Libre de Enseñanza.
En paralelo a la revista, Carlos Suárez creó también a principios de los 80 el Grupo Editorial
Margen, donde de manera artesanal vieron la luz unos pequeños cuadernillos con obras de
Juan Benet y Lucio García Ortega, y poemas de Hilario Franco, Eloísa Otero, Juan Carlos Pajares,
Elena Soto…
Encrucijada de poetas
NOMBRANDO EL PORVENIR.
EL SIGNO DEL GORRIÓN (1993-2002)
En el invierno de 1993 apareció el numero 1 de esta revista
exquisita y singular cuyo nombre alude a un bazar de Nueva
York donde el artista Joseph Cornell se surtía para componer sus
famosas cajas: El signo del gorrión.
En su consejo editor figuraban nueve escritores de Castilla
y León vinculados por la amistad y por aventuras literarias
comunes previas: Miguel Casado, Olvido García Valdés,
Luis Marigómez, Gustavo Martín Garzo, Carlos Ortega,
Esperanza Ortega, Ildefonso Rodríguez, Tomás Salvador
González y Miguel Suárez. Las ilustraciones de aquel número
(y de los siguientes) fueron de José-Miguel Ullán y el diseño de
Manuel Ferro. Este equipo, con pequeñas variantes, continuó
produciendo la revista hasta el número 26, en el invierno del año
2002, con una tirada de mil ejemplares por número.
En su primera entrega se incluyeron inéditos de tres leoneses:
Antonio Gamoneda, Javier Martínez Alejandre y Aldo Z. Sanz.
Durante los diez años que siguieron a su fundación, una larga
lista de interesantes poetas y autores de todo el mundo publicó
en esta revista con sede en León, Valladolid y Arenas de San
Pedro —las ciudades donde vivían los miembros de su comité de
redacción—.
La revista atravesó dos etapas. La primera, con ejemplares de gran formato, se realizó íntegramente en
León, en total 16 números. En la segunda etapa, con un formato “de bolsillo”, fue la editorial madrileña
Trotta la que se encargó de su edición y distribución. Como revista independiente de cualquier organismo
cultural, sólo la publicidad cubría los gastos de su publicación.
El signo del gorrión perteneció además al consejo editorial de la revista hispano-portuguesa Hablar/
falar de poesía. Sobre el espíritu que animó esta aventura colectiva, reproducimos unos extractos de
la despedida que se divulgó en su último número: “(…) un lugar de escritura libre, mestizo y oblicuo,
un don de lenguas. Nombres sonantes y nombres desconocidos, vecinos y alejados, claros y confusos:
todos reunidos en una casa amiga. (…) un lugar de libertad para la escritura, sin sometimiento a ningún
dictado exterior, sin miedo al riesgo ni al fracaso”.
Innumerables son las firmas de poetas, narradores y pensadores que se
sucedieron en sus páginas y en sus más que curiosas secciones a lo largo
de casi una década, unos con textos originales, otros traducidos: Margaret
Atwood, Christine Monot, Francisco Pino, Jaroslav Seifert, Paul Celan,
Joseph Cornell, Vicente Núñez, Antonio Pereira, el cineasta Jonas Mekas,
Bernard Noël, William Carlos Williams, Agustina Bessa-Luís, Maurice
Blanchot, Samuel Beckett, Paul Auster, Mallarmé, Bruno Schulz, Derrida,
Sylvia Plath, Jean Genet, Bernardo Atxaga… La revista recuperó textos
y cartas inencontrables (de Kafka, John Keats, Cortázar…), entrevistas
(Lezama Lima, Marjorie Perloff, Jorge Luis Borges…). En fin, cada número es
una mina llena de sorpresas y, entre ellas, también se van sucediendo las
mejores voces de la poesía en español de finales del siglo XX y principios
del XXI.
NOMBRANDO EL PORVENIR.
Encrucijada de poetas
VINALIA TRIPPERS (1996…)
Nacida en 1996, Vinalia Trippers dio a la
luz nueve números hasta 2005, otros nueve
números del suplemento Poemash y cinco
libros de bolsillo. También se organizaron
con este sello dos encuentros de editores
independientes y numerosos eventos,
encuentros y recitales de poemas, muchos
de ellos en la desaparecida y entrañable
buhardilla del CCAN.
Su fundador, el poeta, escritor y editor
Vicente Muñoz Álvarez, recuerda que la
idea original fue la de editar un fanzine de
relatos y cuentos breves donde se diera
cabida a cierto tipo de textos “que por su
incorrección política —por temática, estética
o ideología— no solían encontrar hueco en
otras revistas y suplementos de la época”.
Tras un par de años de silencio Vinalia
Trippers volvió a reaparecer en 2007 con un
número que quería ser de despedida: la cuidada antología de relato breve Tripulantes: Nuevas
aventuras de Vinalia Trippers. Pero había ganas y fuerzas para seguir. En 2010 salió otro número
monográfico, Plan 9 del espacio exterior, dedicado a la ficción pulp, y en 2011 se publicó el volumen
titulado Trippers from the Crypt, un homenaje a la mítica revista Tales from the Crypt. Su último
número hasta el momento, Spanish quinqui, es un especial dedicado a la España Cañí de los 70,
al lumpen de la delincuencia y la marginalidad.
Junto a Vicente Muñoz, forman parte de Vinalia
Trippers los escritores y poetas Silvia D.
Chica y Alfonso Xen Rabanal, el diseñador
gráfico Rodrigo Córdoba, el ilustrador Miguel
Ángel Martín y la fotógrafa y diseñadora
gráfica Julia D. Velázquez, así como un
buen número de colaboradores habituales:
Toño Benavides, Mik Baro, Nacho Abad, David
González, José Ignacio Escuín, Patxi Irurzun,
Gsús Bonilla, Felipe Zapico, Pepe Pereza,
Julio César Álvarez, Eva Vaz, Yaiza Martínez,
Roxana Popelka… entre otros muchos.
NOMBRANDO EL PORVENIR.
Encrucijada de poetas
AZUL ELÉCTRICO - Cultura subterránea (2005-2010)
Impulsada por Julio César Álvarez, Azul eléctrico-Cultura subterránea nació en la primavera
del 2005 (el último número aparecería en octubre de 2010). En total se publicaron trece números,
con una amplia tirada de carácter gratuito (1.500 ejemplares trimestrales), apoyada por cartelería,
fiestas con directos de grupos nacionales e internacionales, dj’s...
Julio César Álvarez (edición y dirección) y Diego Chamorro (diseño) dieron forma a una revista
con espíritu underground, visualmente profesional, que fue una especie de híbrido entre fanzine
y revista de calidad.
“La decisión de crearla fue sobre todo visceral e impulsiva (si nos hubiéramos parado mucho a
pensarlo probablemente no se hubiera hecho nunca). Tenía tanta pasión entre sus páginas que
gustó a todo el mundo”, recuerda Álvarez.
En Azul eléctrico se tocaron temas muy abiertos, como la violencia, el malditismo o el futuro.
Contenía cuatro grandes secciones: pensamiento, música, cine y literatura; y en ella colaboraron
más de 40 personas, incluyendo firmas jóvenes de la cultura local: Leticia Gavilanes, Esther G.
Couso, Eduardo García, Jorge Villasol, Sergio Doctor, Paula Baldó, Raúl Suárez, Natxo Sobrado,
Julia Cubillo, Javier Ordás, Vicente Muñoz Álvarez, Rafael Saravia, Alberto R. Torices o Jorge
Pascual, entre otros.
“Creemos y defendemos toda forma de arte. Apostamos, en igual medida, por la forma y el
contenido. Escritura esencialmente libre, creativa e independiente. La publicación ofrece textos
originales de difícil acceso en la mayor parte de los casos”, fueron algunas de sus premisas.
NOMBRANDO EL PORVENIR.
Encrucijada de poetas
THE CHILDREN’S BOOK OF AMERICAN BIRDS (2005…)
Promovida desde el Club Cultural Leteo que encabeza en León el poeta Rafael Saravia, esta
preciosa revista se creó en 2005 con el objetivo de ir reuniendo en torno a ella a jóvenes
narradores, poetas e ilustradores del panorama nacional, dando cabida a las literaturas que, por
un motivo u otro, el Club Leteo no podía dar salida en sus colecciones de libros.
En el equipo editor del primer número, además de Saravia, figuran los poetas y escritores Nacho
Abad, Miguel Paz Cabanas, Sergio Santa Cruz Santamarta y Alberto R. Torices —a los
que se unirían posteriormente José Manuel Donís, Yago Ferreiro y Sandra Muñiz—, así
como el diseñador Javier Arce, quien aportó el curioso nombre de esta pequeña y exquisita
publicación, The Children’s Book of American Birds. “Ese Libro infantil de los pájaros americanos
existió de verdad en EEUU: era un libro con el que los niños de los años cincuenta aprendían a
escribir redactando nombres de pájaros, un poco del estilo de nuestros cuadernos Rubio. Nos
gustó la idea de ‘no dejar de aprender a escribir nunca”, apunta Saravia, orgulloso del catálogo
de 500 autores que han participado hasta ahora en los diez números de la revista, cada uno de
ellos representado como una rara avis. Autores de todas las edades y condiciones, entre ellos,
Fernando Arrabal, Jorge Riechmann, Gamoneda, Tundidor, Antonio Lucas, Oscar Curieses, Víktor
Gómez, Sara Paz, Ben Clark, Déborah Vukusic, Inma Luna, Raquel Lanseros, Carmen Camacho,
Vicente Muñoz, Uberto Stabile, Roxana Popelka, Tomás Sánchez Santiago, Rubén Mielgo…
La tirada es de 500 ejemplares y su periodicidad semestral, y aunque el nº 10 ha sido el último
publicado hasta el momento —en diciembre de 2010, con motivo del décimo aniversario del
Club Leteo—, sus promotores tienen previsto celebrar por todo lo alto los 15 años de vida de
Leteo, en 2015, con una entrega muy especial de la revista, que llegaría así a su nº 11.
Encrucijada de poetas
NOMBRANDO EL PORVENIR.
MEANDO CONTRA VIENTO (2013…)
La última publicación literaria que ha nacido en
León hace solo unos meses, en julio de 2013, es
el fanzine Meando contra viento, conducido por
Nícolas Marper (alter ego del fotógrafo Santos M.
Perandones), con una previsión de tan solo cuatro
números (el cuarto aún no ha visto la luz a la hora de
escribir estas líneas) y una tirada de 300 ejemplares
por cada número.
“Se trata de un cuaderno-fanzine donde he invitado
a colaborar a distintos escritores, escultores,
fotógrafos, ilustradores, pintores… para que plasmen
su manera de ver o sentir la transgresión”, explica su
promotor, para quien Meando contra viento es, sobre
todo, “una manera de expresar libremente nuestra
forma de ver las cosas, tal cual las sentimos o la
vemos. Con un único tema: la tras(n)gresión”.
El título de la revista fue idea de Felipe Zapico, uno
de los colaboradores de este cuaderno trimestral
que también tiene vocación musical. Julia Getino,
guitarrista y compositora, ideó una primera partitura que fue evolucionando a lo largo de los tres
números editados hasta el momento; en la cuarta y última entrega —que saldrá en la primavera
de este 2014—, se estrenará la sintonía completa.
Además, con el nº 4 (y último) se quiere hacer una
exposición con obras originales de algunos de los
colaboradores, entre los que figuran José Ramón
Vega, Carlos Salcedo, Pepe Pereza, Antonio Morala,
Nuria Palencia, Aldo Sanz, Víctor M. Díez, Alejandro
Saénz de Miera, Rafael Saravia, Charo Acera, Cecilia
Quílez, Eduardo Fandiño, Alfonso ‘Xen’ Rabanal, Luis
Melón… y otros muchos, en su mayoría de León,
aunque también se invita a participar a creadores
amigos de otras tierras.
Cartel del nº 4.
Encrucijada de poetas
NOMBRANDO EL PORVENIR.
ESPADAÑA (1944-1951)
CLARABOYA (1963-1968)
YELDO (1973-1974)
BARRO (1975-1977)
CUADERNOS LEONESES DE POESÍA (1977-1979 y 1981)
ALCANCE (1978-1981)
MARGEN (1980)
EL SIGNO DEL GORRIÓN (1993-2002)
VINALIA TRIPPERS (1996…)
AZUL ELÉCTRICO - Cultura subterránea (2005-2010)
THE CHILDREN’S BOOK OF AMERICAN BIRDS (2005…)
MEANDO CONTRA VIENTO (2013…)
NOMBRANDO EL PORVENIR.
Encrucijada de poetas
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