Título: Maestra tejiéndose Autora: Carmen Ortiz Gálvez Institución: Centro del Profesorado de Málaga Teléfono: 619 023 903 Dirección electrónica: [email protected] “Quiero mas una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila.” (María Zambrano) Soy docente, soy maestra, soy hija, soy hermana, soy amiga, soy compañera, soy persona….SOY MUJER. ¿Qué soy antes y que soy después? O, ¿soy todo al mismo tiempo? Ante todas estas dudas me defino como una mujer que puede ser, y es, todo al mismo tiempo y que aunque quiera pensarme, actuar y ser o estar como alguien o algo concreto, sería imposible separar todas las formas de hacerme presente. Una mujer indefinible que siempre está en proceso de cambio, de avance, de desarrollo, que no puede ser estática y que, sin quererlo, es protagonista de la construcción de la historia de hoy. Una mujer más. Cuando comienzo a pensar en mí misma todo lo que me cubre son dudas e ilusión. Pero también un reto, ya que nunca me había parado a pensarme como mujer que forma parte de la historia y que es influenciada e influye en todas y todos los demás. Dudas sobre cómo empezar, dudas sobre cómo describirme, dudas sobre qué es significativo o no, dudas sobre quién soy…. e ilusión de poder buscarme, reflexionarme, definirme, posicionarme… como persona, como docente y como mujer de manera que todo pueda ser usado como guía en la reflexión sobre la práctica y la experiencia sin olvidar cómo no puedo desvincularme de lo político. Tengo que escoger y de esta elección puedo desarrollar uno u otro destino (motivado/inspirado por Melucci). Comienzo a trabajar muy temprano, paso de ser estudiante a ser maestra de la noche a la mañana, sin tener ninguna conciencia de todo lo que ello conlleva ni de cómo mis decisiones, acciones, conversaciones y demás pueden provocar o promover, como nombré anteriormente, unos u otros destinos. Me hacen responsable de unos alumnos y unas alumnas, unas familias y un entorno pero yo, ajena a todo esto, simplemente soy feliz. Es ahora, en este momento cuando realmente comienzo mi proceso como maestra, como persona con un rol en una comunidad y como mujer referente de un grupo social (pero yo no lo sé aún). Hago, deshago, preparo, propongo, valoro, acepto o no, disfruto, me enfado, enseño, decido, elijo, soy yo. También me lanzo a la formación, una formación desordenada. Voy aprendiendo sobre cómo trabajar la psicomotricidad y la música. Sobre coeducación, convivencia, TIC, Inglés, técnicas de escritura, el currículo en infantil y mucho más.Todo es transmisivo, me gusta que me lo cuenten y estar con otras maestras y maestros por las tardes. Me dejo llevar. Me gusta ir conociendo sobre tantos temas… Me gusta aprender en compañía. De pronto, voy tomando conciencia de lo que hay entre mis manos, y me veo (siento) pobre, sin recursos en la práctica para poder estar tranquila mientras comparto con mis alumnos y alumnas, compañeros y compañeras (grupo social). No sé lo que puedo hacer, solo se lo que no quiero y lo que me aburre. Mas bien no es sin recursos o sin conocimientos, sino con bastantes de éstos pero sin conexiones entre ellos y quedando casi todo en la teoría. Todo lo que voy conociendo/aprendiendo está en compartimentos distintos, muy cerca unos de otros pero separados. Presiento que debo ir conectando todo con todo y ser modelo de lo que voy decidiendo que sea el destino. Algo falla y ahora tengo que estar atenta para conocer qué es y cómo. “Tiempos de crisis. Tiempos de creación y desarrollo”. Continúa mi camino. Cambios de centro, de compañeros y compañeras, de niños y niñas, de entorno, pero continúo yo. Debo ver todo desde la distancia y de manera integradora, no por sectores diferenciados. Debo ser consciente de lo que ocurre en mi vida día a día, de mis respuestas, reacciones, miradas, acciones y el para qué de todas y cada una de ellas. Debo crecer como mujer, para crecer como docente. Ya sé que mi vida no puede ir separada de mi trabajo ni viceversa, cada una se nutre de la otra y se influyen entre sí. Debo ir conectando, tejiendo. Quizás, como leí hace poco, prestar interés a mi biografía como guía para la reflexión sobre la práctica y la experiencia (Juana Mª Sancho y otros). Pero ¿cómo? Con inseguridades, con miedos, con incertidumbres, pero con ilusión, deseo, consecuencia, decisión, trabajo y en compañía. Sin olvidar ni eliminar lo pasado, pero mirando siempre adelante y conectando y teniendo como lema la defensa de cómo mi proyecto de vida debe estar siempre en proceso de cambio, que no es estático ni el nivel de conocimiento ni el de entendimiento, ni …. ¿Qué les ocurre a mis propios procesos de pensamiento? Comienzo a escuchar a los niños y las niñas, va cambiando mi mirada, mi eje, vibro por otros motivos y de otra manera, siento a los otros desde mí… Hasta este momento en mi proceso como docente voy valorando el deseo, la motivación, la creatividad, el conocimiento, el saber, el respeto, la organización, el contacto, las relaciones, y un largo etcétera. Voy descubriendo que todos y todas estamos en procesos de vida interconectados no al azar, ya que nada de lo que ocurre en el aula es espontáneo (Carlos Gallego). Si esto lo asumo como verdad, debo plantearme como conocer, coordinar y proponer todo lo que ocurre en mi aula, mi persona, mi vida, contexto educativo. Debo crecer como mujer docente al mismo tiempo que todas las personas involucradas en este proceso, no tomándome a mí como eje y guía del proceso educativo, sino cambiando la mirada y partiendo por escuchar a los niños y niñas y demás partícipes, teniendo cada uno de nosotros y nosotras un papel importante en el sistema. Hay que abrir la Comunidad al mundo e integrar al mundo en la Comunidad, todos somos interlocutores en este proceso de mujer maestra. Ya voy tomando (vagamente) una posición política educativa con un destino al que llegar. Voy ubicándome en el mapa conceptual de mi proceso. Voy tomando consciencia de la importancia de conocer al otro/a y conocer es eliminar la separación entre el otro y yo desde el ser de cada uno (Suami Prajnam). Y de posibilitar tiempos y espacios para ser y estar, donde todos y todas tengamos un lugar. En este punto crucial decido cambiar mi modelo formativo. En lugar de participar en cursos y demás actividades en las que yo sea una mera receptora y el/la docente un/a transmisor/a, un grupo de maestras nos agrupamos para trabajar desde nosotras hacia los demás, decidimos autoformarnos solicitando solamente apoyos puntuales cuando los necesitemos o creamos necesitarlos. Ahora sí comenzamos a aprender en grupo, desde nuestra posición, en el proceso, percibiendo y aportando cada una de nosotras según nuestro momento, desde el diálogo como base de la construcción del aprendizaje. Ahora nos vamos haciendo conscientes realmente de nuestra función, conocimiento, rol… al vernos entre nuestras compañeras, ubicadas en un grupo social, y poder situarnos en una realidad, nuestra realidad. En este grupo no nos limitamos a contarnos nuestros problemas, dudas, historias y a ayudarnos entre nosotras, no. En este grupo vamos avanzando comprometiéndonos a trabajar juntas, a trabajar textos y reflexionar en grupo, comenzamos a registrar nuestros trabajos, a valorarlos una y otra vez en el tiempo para tomar hacernos protagonistas de nuestro proceso. Vamos controlando nuestra formación dándole sentido y coherencia. Continuamos tejiendo... continuamos en el proceso… continuamos encontrando conexiones en nuestro mapa de mujeres, de vida. Continuamos… Vamos haciéndonos críticas y ya no nos fijamos en lo anecdótico. Vamos aprendiendo a documentar para ver en la distancia y desde lo lejano. Vamos adentrándonos en procesos de autoevaluación, aprendemos a registrar por diferentes vías. Vamos comprendiendo nuestro rol docente y cambiando de ser transmisivas a ser unas más en cada proceso, tan importantes como todos y todas. Aprendemos juntas, desde cada una, socialmente. Más tarde vuelvo a cambiar de lugar de trabajo pasando a formar parte del Centro del Profesorado, lugar dónde se gestiona la formación continua del profesorado actualmente, un servicio público. Todo mi proceso formativo como maestra es mi inspiración para este nuevo momento. Ahora deberé intentar trasladar a maestras y maestros este deseo por conocer desde un punto de vista crítico, desde un posicionamiento político educativo, desde una autonomía pedagógica y desde la perspectiva de cómo aprender para favorecer un destino y no otro. Ahora reflexiono sobre mi historia formativa y siento que: En general el profesorado no es considerado, en procesos de reforma o cambio, como sujetos activos, creativos y responsables, sino como los encargados de aplicar en las aulas y centros las nuevas disposiciones curriculares (Gimeno) Al mismo tiempo nosotras mismas no nos concebimos como profesionales que podemos y debemos tomar decisiones acerca de las finalidades educativas, la naturaleza de los contenidos escolares, los modelos metodológicos y los sistemas de evaluación. También veo que las características de la enseñanza tradicional no provoca aprendizaje significativo (me refiero al de los docentes tanto en formación inicial como permanente) ni relevante. Noto como a pesar de esto no somos fácilmente permeables a nuevas propuestas y reflexiones sobre aprendizaje. Lo que provoca que el conocimiento práctico no se integre con los conocimientos teóricos. Sin embargo, los modelos formativos en los que profesorado o estudiantes aprendemos a cuestionar nuestras concepciones y prácticas en relación con los problemas curriculares (qué y para que enseñar, que tareas proponer en el aula, cómo hacer un seguimiento de la evaluación…), favorecen significativamente el desarrollo y evolución de los participantes en el proceso formativo. Es decir, cuando el profesorado es orientado hacia procesos de re-construcción crítica de la conducta docente y del saber implícito sometiéndole a un contraste significativo y funcional con conocimientos y experiencias coherentes con los resultados de la investigación educativa, pueden surgir en ellos un modelo de enseñanza-aprendizaje más consciente, complejo y evolucionado capaz de sustentar una práctica innovadora y profesionalizada. Todo me lleva a optar por un enfoque de formación de docentes constructivista, comunicativa, social y crítica en mi nueva labor como asesora. Defiendo entonces que el aprendizaje es un proceso constructivo interno, autoestructurante, que el grado de aprendizaje depende del nivel de desarrollo cognitivo, que los conocimientos previos son puntos de partida de todo aprendizaje, que el aprendizaje es un proceso de reconstrucción de saberes populares, se facilita gracias a la mediación o interacción con los otros, implica un proceso de reorganización interna de esquemas y se produce cuando entra en conflicto lo que ya sabemos con lo que deberíamos saber. Defiendo que la adquisición de conocimiento es un proceso natural y autónomo en niños y adultos. El rol del docente no es enseñar, sino coordinar las actividades y organizar el espacio para que se pueda adquirir el conocimiento por sí mismo. Un aspecto importante de nuestro trabajo como maestras es la observación atenta y la documentación de actividades, secuencias didácticas, procesos,... Este enfoque por proyectos posibilita que se desarrollen pensamientos lógicos, que se hagan preguntas, que descubran a través de la experimentación y que extraigan conclusiones. La participación activa de las familias y del entorno como elementos muy importante. La formación debe replantearse, tiene que estar centrada en la reflexión sobre la práctica. Tal y como concluye Paul Holdworth en el 1º Congreso Nacional de Formación del Profesorado titulado Conectando Redes, no podemos obviar la importancia del docente en el rendimiento del alumnado, correlacionando el fracaso escolar con la calidad del profesorado por encima de otras variables como por ejemplo los recursos, o la organización. O como también concluía Montserrat Ventura, defendiendo que los modelos de asesoramiento son procesos complejos, difíciles, sobre todo porque no estamos acostumbrados a abrir puertas de nuestras aulas, a someter a revisión nuestras actuaciones, en definitiva a investigar de forma colaborativa y crear y a compartir conocimiento. Yo docente soy la que posibilita o no unas cosas u otras. “Hemos de aprender a escuchar, a reconocer las características de la experiencia juvenil tal cual es, sin pretender imponerles las categorías, los hábitos mentales y los modos de pensar propios de los adultos” (Alberto Melucci 2001) Gracias Myriam, Carlos, Fernando, Maribel, Luis, Susana, David, Matilde, Miguel, Marina, Alfredo,…, gracias a todas y todos mis alumnas y alumnos por haberme hecho sentir como la mujer y maestra que soy.