sexualidad y embarazo raul mideros

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TRABAJO FINAL DE INVESTIGACIÓN
Sexualidad y embarazo en adolescentes de Quito
Por Raúl Mideros Morales *
Introducción
Desde fines del siglo XIX, cuando se identifica ya claramente este nuevo sujeto social llamado
adolescente, comienza una seria preocupación por su desarrollo físico, psicológico, por sus
relaciones, por sus actividades, por sus expresiones. Estas preocupaciones han implicado el
desarrollo de una serie discursos disciplinares, sobre todo de la medicina, la sicología, la
sociología y la antropología, los cuales se han centrado en los aspectos “problemáticos” de la
adolescencia, a través de un ejercicio analítico convencional de ubicación de causas y efectos,
con la pretensión de establecer fórmulas transculturales para la prevención y tratamiento, tanto
individual como social, de los excesos, desviaciones, patologías y problemas de los y las
adolescentes.
Lo que se ha pretendido con esas fórmulas es, con exceso de optimismo, lograr el control
efectivo de ciertas conductas “inconvenientes” de los y las adolescentes. Los mecanismos de
aplicación de estas fórmulas han sido diversos, miramos que aparecen una serie de planes,
programas, proyectos, algunos ligados cercanamente a las iniciativas internacionales de
organismos de cooperación para el desarrollo.
La imagen social de los y las jóvenes más difundida, parecería ser la que relaciona a chicos y
chicas directamente con una serie de “problemáticas” como alcohol, drogas, pandillerismo, entre
otras muchas; y por supuesto el tema que nos interesa el embarazo adolescente. Aunque vale
recalcar que ninguno de estos problemas sociales están presentes en forma exclusiva, ni son
mayoritarios en la población en referencia.
En función de esas imágenes sociales simplificadoras de la realidad adolescente se han creado
marcos teóricos,
*
procesado información, creado indicadores y finalmente elaborado
Con los aportes de Sandra Espinosa, Rosario Gómez De la Torre y Goretti Jácome.
2
recomendaciones e implimentado medidas preventivas y correctivos, especialmente en los países
en vías de desarrollo; estadísticas cuyas interpretaciones – siempre subjetivas- han dado la voz
de alarma sobre ciertos “riesgos”, como el caso de la sexualidad. Si bien estas cifras y datos
tienen importancia en el sentido que nos brindan información, es necesario reconocer que con
esa información vista desde diferentes perspectivas, se influye de manera decisiva en las formas
de entender y abordar las diferentes situaciones mencionadas.
Una de las formas de mirar el embarazo adolescente ha sido la biomédica, cuyo eje central sería
el enfoque de riesgo; que ubica en la población adolescente una serie de condiciones,
prácticamente su propia naturaleza, especialmente vulnerables, muy particularmente frente al
ejercicio de su sexualidad, la cual resulta altamente peligrosa, porque las infecciones de
transmisión sexual (ITS), VIH-Sida, disfunciones sexuales y embarazo adolescente son
circunstancias que pinta en este panorama de tragedia.
Esta visión hegemónica ha generado enfoques sobre la sexualidad que proponen como
fundamental la necesidad de crear espacios para un tipo de educación sexual enfocada a los
aspectos anatómicos, fisiológicos y psicológicos del ser humano como especie, que en el mejor
de los casos incluye información sobre métodos anticonceptivos, sobre todo del tipo teórico y
escasamente práctico; también, predomina en esta visión hegemónica la exaltación de los valores
cristianos, asumidos como valores universales que se estarían perdiendo en las nuevas
generaciones, precisamente a causa de una mayor libertad sexual y un ablandamiento de la
norma, para estos sectores la “solución” es la abstinencia sexual de los y las adolescentes. “La
sola idea de que los adolescentes pudieran satisfacer su necesidad de amor en el abrazo natural,
causaba horror.” (Reich 1970:1).
Pero, hay otras muchas maneras de mirar el embarazo adolescente, dependiendo del ángulo
desde donde sea enfocado, el fenómeno resulta o no un problema dependiendo de la percepción
subjetiva que de él se tenga y del contexto familiar, social, económico y moral que lo rodea. La
investigación realizada se llevó a cabo justamente para conocer la influencia de estos aspectos en
la valoración del fenómeno por parte de los mismos adolescentes, hombres y mujeres.
Si bien existe un entorno cultural hegemónico condicionado por los valores de la sociedad
blancomestiza urbana y mayoritariamente cristiana en el Ecuador, no es menos cierto que esa
hegemonía no es absoluta, más aun cuando han emergido con fuerza sujetos que reivindican sus
3
derechos sexuales a varios niveles, en el ámbito doméstico, institucional, social. Las condiciones
de la “aldea” globalizada que representa el planeta tierra en este momento contribuyen a que
esas reivindicaciones encuentren diversos interlocutores más allá de sus espacios naturales de
origen.
El embarazo adolescente, como problema, cobra otras connotaciones, no necesariamente
negativas y no exclusivamente domésticas. Este es un trabajo que abre posibilidades de otro tipo
de comprensiones de éste fenómeno.
De senderos y huellas
Todo eso paso por sentir en el cuerpo un montón de sensaciones reunidas a la vez,
donde el deseo es inevitable, claro que eso ha cambiado ahora, porque nos
cuidamos y hay comprensión. Fue una experiencia muy bonita, había sencillez,
dulzura, suavidad, unas caricias increíbles con las que me llevaba a mantener
relaciones y sobre todo por el amor que se siente y la confianza que se tiene, me
entregue totalmente...
Tener un bebe en la adolescencia para mi no es un
truncamiento, también puede ser una manera de salir adelante, ser mas
responsable, los hijos son una inspiración para salir adelante, para terminar los
estudios si no los han terminado. 1
¿Cómo se puede seguir abordando la sexualidad y el embarazo adolescente sin considerar éstos
aspectos fundamentales? La cultura, el cuerpo, las emociones, los sentimientos, las sensaciones,
las confusiones, los contextos y muchos otros elementos hacen parte de la sexualidad
adolescente, y son estos aspectos los que se revelan como importantes, ya no es admisible la sola
censura, en sus más variadas formas y matices.
Lo que María José comparte en su testimonio, tal vez, no es algo nuevo y que no se lo haya
tenido en cuenta en algún momento, y sin embargo es algo que, quizá, queremos ignorar; que el
peso racionalista y moralista de las convicciones adultas lleva a subestimar u olvidar las
dimensiones eróticas y lúdicas del sexo y la sexualidad, y sobreestimar, por otro lado, el carácter
1
María José, joven de 17 años que participó en los grupos focales.
4
culpabilizador y pecaminoso con los que han sido marcados en la cultura judeocristiana de
occidente.
En la línea de las investigaciones de W. Reich (1970) cabría sospechar que el ejercicio de
culpabilizar y penalizar el cuerpo sexuado de los y las adolescentes es un recurso de la moral
patriarcal para preservar la institución familiar y disciplinar las pulsiones, de manera de asegurar
la productividad laboral, la higiene y el progreso (Barrán, 1996:182)
La hipótesis que resulta reforzada a partir de las opiniones recogidas en las entrevistas, grupos
focales e historias de vida, es que el supuesto desconocimiento de toda la riqueza y
complejidad de lo que es la sexualidad y cómo ésta está presente en la vida de los y las
adolescentes resulta ser un mecanismo deliberado de ocultamiento que entra en tensión con
las actitudes y prácticas cada vez más libres de una población más informada y más
empoderada sobre sus derechos sexuales y reproductivos.
Para mi la sexualidad es algo que tenemos desde el mismo momento en que nos
concibieron hasta nuestra muerte, la sexualidad se expresa en la forma como nos
comportamos, que nos vestimos, en la forma de relacionarnos con los otros, de
expresarnos al mundo, es la forma común de expresarnos como chicos o chicas
haciendo evidente de una u otra manera nuestra propia manera de ser y sentir
nuestra propia sexualidad.2
Por otro lado, no se ha analizado con suficiente profundidad, el proceso de creación de identidad
sexual en la adolescencia, en parte por no reconocer la interrelación que se genera entre la
cultura y la individualidad y los procesos de relación intersubjetiva que se crean y recrean,
entonces las simplificaciones sobre la sexualidad adolescente están al orden del día: “seres
vacíos a quienes se moldea”, o pensar en ellos y ellas como “vasijas en las que se deposita
cultura o valores.”
Pero ellos y ellas han demostrado que son seres que construyen y
deconstruyen su realidad, que aún asumiendo discursos de la sociedad lo hacen de una manera
personal y única y que definitivamente son quienes más respuestas contraculturales generan.
2
Johanna, joven de 16 años participante en los grupos focales.
5
Antes de que existiera el sujeto adolescente para la ciencia, el estado y la sociedad se hablaba
de primera infancia, segunda infancia, pubertad y mocedad, muchos eran los caminos para
entrar a la mocedad; las mujeres entraban a la adultez a través del matrimonio que podía
realizarse entre los 12 a 18 años mayoritariamente y entre los 21 y 25 en porcentajes menores.
La iglesia admitía y sacramentaba matrimonios en mujeres desde los 12 y en hombres desde
los 14 -al parecer siempre hubo esa percepción de la madurez temprana de la mujer-. En todo
caso los púberes varones entraban al mundo adulto a través del ejército, del trabajo o de la
educación; desde los 11años era común que los hijos varones abandonaran el hogar para
cualquiera de estas actividades según la posición económica familiar.
En muchas sociedades y en algunos periodos históricos la población juvenil ha sido
mayoritaria, en muchos casos jóvenes e incluso niños estuvieron obligados a desarrollar las
actividades y responsabilidades adultas, sobre todo en sociedades tradicionales, menos
letradas y amenazadas en su supervivencia. En este tipo de sociedades, prácticamente eran
inexistentes los conflictos intergeneracionales, a pesar de que existir fenómenos como el
maltrato a los niños, niñas y jóvenes, como parte “necesaria” de la educación de esas épocas.
La frialdad y dureza ejercida sobre los varones era lo predominante en la enseñanza porque
existía la idea de que la rudeza viriliza y el mimo feminiza.
En relación con la sexualidad, se imaginada y practicaba un tipo de identidad sexual “natural”
y “abierta”, más bien cabría decir permisiva, al menos, para los hombres, y, en menor medida,
para las mujeres de los estratos sociales bajos, no así en las clases sociales más acomodadas
para quienes la “honra” y más aún las apariencias eran fundamentales. Tampoco había una
condena estigmatizante a la masturbación juvenil. Tal vez se podría llegar a afirmar que, en
la práctica, existía un ejercicio de la sexualidad menos culposo, había una cierta tolerancia, o
simplemente no era motivo de persecución, la sexualidad del pueblo llano, la cual se
legitimaba simplemente por el deseo. La literatura de la época, en el caso de América Latina,
parecería revelar jóvenes desprovistos de culpa y vergüenza por el aparecimiento de la
atracción sexual.
Al asomarnos a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se va perfilando un nuevo
sujeto social, el y la adolescente; y por diferentes razones económicas, sociales, culturales y
aspectos puntuales como la edad de contraer matrimonio, la escuela y la presencia de niños y
niñas en ella cobra importancia, los años de escolaridad se prolongan paulatinamente, la
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necesidad de educación se vuelve prioritaria, ya no es suficiente con haber ido a la escuela, el
colegio y luego la universidad aparecen como itinerarios obligados de las nuevas
generaciones, por lo cual también se difiere el momento de entrar al mundo laboral, en
definitiva se prolongan los años de dependencia económica y, por que no decirlo, también
emocional con respecto a los padres y madres. Es entonces que se produce la aparición de la
adolescencia.
A decir de Barrán:
(…)una nueva figura, el adolescente. (...)otro ser que vive por primera vez -así es descrito- o
debe vivir su sexualidad conteniéndola y sintiéndola culposamente, un ser que debe ser
vigilado en sus juegos, sus lecturas, su salud y, sobre todo, en su soledad (Barrán 1996: 175).
Un personaje, éste o ésta, “obligado” por las circunstancias a permanecer subordinado a la
moral familiar, a consentir, de manera tácita, la regulación de sus pulsiones, en todos sus
aspectos y básicamente en su sexualidad y en su cuerpo.
Parecería que durante la primera mitad del siglo XX se consigue, de alguna manera, el
propósito de dominación, aunque siempre hubieran ovejas descarriadas y rebeldes que fueron
la excepción.
La biopolítica ejercida sobre los cuerpos adolescentes
En varias partes del mundo se camina por los cauces de un desarrollo económico y
tecnológico que empieza a generar otras preocupaciones, sumado al fenómeno, menos
reciente, de sobrepoblación, pobreza y recursos limitados y escasos. Nuevos temores se
ciernen sobre el planeta y algunos de ellos se constituyen en emblemas de la nueva cruzada
moral, ahora en aras del control de la natalidad. La nueva moral secular enfrentada
abiertamente con la moral religiosa tradicional por la regulación de la sexualidad adolescente.
El argumento es que el planeta podría solo favorecer la vida en condiciones aceptables para
un número “adecuado” de habitantes y por tanto había que comenzar a controlar la cantidad
de población, a lo que se suma el riesgo muy alto de contraer enfermedades, algunas mortales,
como el VIH-SIDA o la hepatitis B.
7
“Actualmente, señala el reporte del Fondo de Población de Naciones Unidas 2003, millones
de adolescentes y jóvenes enfrentan perspectivas de matrimonio precoces, procreación
temprana y educación incompleta, además de la amenaza del VIH-SIDA. De todas las nuevas
infecciones con el VIH, la mitad ocurre en personas de 15 a 24 años de edad.” (UFPA
2003:1).
En función de esta nueva política poblacional se establecieron diversas formas para el control
de la natalidad.
Pero, estas políticas se implementan de diferentes maneras en los países
desarrollados y en los países pobres, éstos últimos con las mayores tasas de crecimiento. Las
estadísticas revelan que la tasa de partos en adolescentes comienza a resurgir y se incrementan
vertiginosamente, como en la “época de las abuelas”. Una razón más para luchar contra el
lastre que representan las culturas tradicionales.
Los cambios en la sociedad ecuatoriana, muy particularmente en algunos grupos humanos a
su interior, han afectado también a las relaciones entre géneros y generacionales. La inserción
de la mujer en el mercado laboral y sus nuevos protagonismos sociales más allá del ámbito
doméstico, la popularización de la píldora anticonceptiva y otros métodos, incluyendo el
aborto y la píldora anticoncepcional de emergencia (PAE), la mayor movilidad social y
espacial de las poblaciones jóvenes son algunos de los elementos más representativos del
nuevo panorama de la sexualidad adolescente.
Entre los impactos más visibles en la vida de los y las adolescentes, en su cotidianidad y en
sus relaciones están los que tienen que ver con los conocimientos, actitudes y prácticas
sexuales y de su sexualidad, y como son percibidas por las instituciones y sujetos adultos. Las
vivencias de las sexualidades adolescente hacen parte de la noticia que recoge la prensa, de la
alarma sanitaria y demográfica que consigan los informes de las agencias internacionales de
cooperación y, como si esto fuera poco, de la curiosidad científica de los investigadores.
La mirada del investigador en esta oportunidad se ha centrado en las nuevas formas de
relacionamiento intra e intergeneracional que se complejizan, o como dice Giddens (1992) se
asiste a una reestructuración de la vida íntima, una de las razones es la separación de la
sexualidad y la reproducción, lo que permite el ejercicio más libre y “desordenado” de la
sexualidad adolescente, los emparejamientos de distinto tipo y duración con predominancia
de los no formales, además la emancipación de la mujer ha permitido que ellas ya no tengan
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que admitir el dominio sexual del hombre y ahora éstos deben negociar, han irrumpido en la
escena pública movimientos de homosexuales, lesbianas y otros sujetos. Las concepción
sobre pureza, virginidad y matrimonio son desplazadas vertiginosamente por otras de sentido
contrario.
Lo que se podría llamar el sector oficial, esto es el estado, la iglesia, el sistema educativo y
sanitario ven
con preocupación estas nuevas realidades adolescentes y consideran su
fundamental cometido la “orientación” y el buen encuasamiento de las conductas de las
nuevas generaciones, a través de una biopolítica que regule más eficazmente el “desenfreno
juvenil”, nuevos mecanismos de control se han ido implementando frente a la constatación de
que los y las adolescentes “adolecen de problemas serios”. Los esfuerzos se encaminan a
reforzar un discurso que sustentan una visión de riesgo desde lo negativo y cargada de
moralismos. Además debemos reconocer, que este mismo discurso, así como su aplicación
en la práctica, asume formas diferentes en función del grupo económico y social a la que
pertenece esa juventud.
Vale la pena citar ejemplos que corroboran esta aseveración; así tenemos que la iglesia ha
levantado una fuerte campaña a favor de la abstinencia, su ratificación sobre el rechazo al uso
de contraceptivos, su oposición al aborto.
Programas educativos de educación sexual
formulados desde una orientación biomédica que pone el acento enfermedades y trastornos, y
que descuidan los aspectos sicológicos, emocionales, sociales y culturales del cuerpo y
entorno adolescente, en los cuales, por supuesto, la dimensión erótica y placentera de la
sexualidad cuenta.
En la escuela y en las familias cotidianamente se refuerzan los roles
sexuales tradicionales, que encasilla a la mujer en un rol pasivo y subordinado, y al hombre en
un rol activo y dominante.
El embarazo en adolescentes
Hay tres ideas fundamentales que requieren ser abordadas respecto del tema de embarazo
adolescente y que son las que han motivado el presente estudio:
1. La creencia generalizada de que los seres humanos pasan por etapas definidas y
preestablecidas durante su vida, en relación con edades cronológicas específicas, en
las cuales es posible reconocer características físicas, psicológicas, emocionales,
9
sociales de normalidad, propias de cada edad, en función de las cuales se han
formulado criterios para valorar una supuesta adolescencia universal.
2. La visión de una adolescencia vulnerable y en riesgo de padecer enfermedades y
generar problemas, en función de la cual se ha establecido una serie de parámetros
sobre aspectos físicos y fisiológicos de inaptitud, como es la idea de una inmadurez
biológica, sicológica y social de la mujer adolescente, causante de una mayor
incidencia de ciertas enfermedades y trastornos, a saber: problemas obstétricos
durante el embarazo y parto (desproporción céfalo – pélvica, prevalencia de toxemia,
anemia, eclampsia, etc.), además de las consecuencias obvias del embarazo en la
salud de los bebes por nacer de esas madres: mayor número de niños prematuros y de
bajo peso.
3. La creencia de que la sexualidad de los y las adolescentes, sobre todo en sus
relaciones sexuales, requieren de un control externo a varios niveles, ya que no se
encuentran
“capacitados”
ni
“debidamente”
informados
para
ejercer
con
“responsabilidad” su propia sexualidad.
Vale la pena analizar las consecuencias que estas ideas y representaciones han tenido y cómo
este tipo de pensamiento ha marcado muchos de los programas, proyectos y políticas
implementados para “prevenir” los embarazos de adolescente, su sola mención ya constituye
un primer nivel de acercamiento a las formas de ver y hacer frente a un fenómeno que ni es
nuevo ni es el más grave de los sucesos contemporáneos que vive la sociedad ecuatoriana,
pero que sin embargo es visibilizado como importante.
Una primera constatación es que se habla de la adolescencia como si fuera única y universal y
se le atribuye a los sujetos que están en este período una serie de características, pero además
se les asigna ciertos roles.
Todo aquello que sale de esta norma por tanto se vuelve
“anormal”, desconociendo por completo que cada ser es único e irrepetible por su historia,
por su cultura y por las formas personales con las que asimila la compleja realidad social.
A decir de Giddens: “Uno de los rasgos distintivos de la modernidad es, de hecho, una
creciente interconexión entre los dos <<extremos>> de la extensionalidad y la
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intencionalidad: las influencias universalizadoras por un lado y las disposiciones personales,
por otro. (Giddens 1991:.9)
No son reconocidos los factores generadores de valores socio-culturales y la temporalidad de
la moral y su transformación histórica, el modelo es rígidamente dual y dicotómico, por
ejemplo respecto de la experiencia sexual de hombres y mujeres se concibe la virginidad
como una cualidad de la mujer soltera que respeta su cuerpo y ha aprendido a comportarse
absteniéndose de tener relaciones sexuales para preservarse hasta el matrimonio, mientras el
adolescente varón es estimulado a perder su virginidad para adquirir experiencia, aquí no
importa lo que sienta y desee la mujer, sus propias necesidades o fantasías sexuales, sus
temores; pero además frente a este valor se contrapone confusamente el comportamiento
sexual que se espera del varón, precisamente lo contrario, debe demostrar su hombría,
teniendo experiencias previas que consoliden su virilidad, incluso se lo puede asumir como un
rito de paso, por el cual el joven se ”vuelve hombre”;.
Una de las consecuencias para las mujeres de romper con este comportamiento sexual
deseable es que, precisamente cuando se entregan al amor o la pasión, adquieren un
sentimiento de pérdida irreparable, que las acompaña por mucho tiempo si no es, por el resto
de su vida. Pero este sentimiento además es de desvaloración, pérdida de la autoestima que se
refleja en la actitud de las madres adolescentes durante su embarazo y que muchas veces
marca la relación con sus hijos/as.
Pero además, socialmente habría la noción de que la virginidad está relacionada única y
exclusivamente a la penetración. Por tanto, se considera preservada la virginidad aunque haya
habido juegos sexuales e incluso penetración anal. Es precisamente en función de estas
“verdades”
confusas
en
que
muchas
y
muchos
jóvenes
viven
su
sexualidad
contemporáneamente. Podríamos decir que “jugar con el riesgo” del que tanto los han
precavido es uno de sus mayores retos.
Un elemento fundamental que gira en torno a esta visión de riesgo es que se afirma que los y
las jóvenes no tienen suficiente información; quizás este sea uno de los problemas más
graves, el reducir el tema de la sexualidad a la entrega de información; pero ni siquiera esta
entrega de información es completa porque en muchas ocasiones se limita a dar a conocer los
anticonceptivos existentes, la anatomía femenina y masculina especialmente de los genitales y
11
hacer un listado de todas las enfermedades venéreas y VIH-Sida.
Muchos jóvenes están
cansados de que año tras año les sea entregada esta misma información, que por supuesto no
llena sus expectativas ni toda la riqueza de reflexión que sobre las relaciones humanas se
podría abordar.
Surge entonces la necesidad de preguntar: ¿Por qué se embarazan las adolescentes?
Una respuesta tentativa es que se embarazan por las mismas razones que se embarazan las
adultas, unas por desconocimiento de los métodos anticonceptivos o porque los utilizan mal,
otras porque así lo desean, otras porque son sometidas a violencia sexual (violación, abuso,
explotación sexual), otras porque aman, otras porque la pasión de sus cuerpos es mucho más
fuerte que la prudencia o la reflexión sobre las posibles consecuencias.
Las adolescentes que se embarazan provienen de todas las clases sociales; por supuesto que,
dependiendo de su capacidad económica y de su cultura, enfrentarán el embarazo de muy
diversas maneras; accederán a un aborto aquellas que lo deseen y que tengan el dinero para
pagarlo, que tengan los contactos, también aquí se constatarán las diferencias de acuerdo a sus
posibilidades económicas; habrán otras mujeres jóvenes que deseen tenerlo y reciban el apoyo
de su familia y del padre del bebé; habrá otras que no, que serán abandonadas por sus
familias, por su pareja, otras serán obligadas a contraer matrimonio, a pesar de que en todos
los países las estadísticas demuestran que son los matrimonios contraídos antes de los 18 años
los que se disuelven por divorcio, separación o abandono en un número significativamente
más alto.
Lo que sí podemos afirmar, sin lugar a dudas es que quien tiene mayores desventajas es la
población adolescente con menos recursos, las cifras que se dan a conocer provienen por lo
general de los hospitales y otros servicios públicos, no así de las clínicas y otros servicios
privados. Parecería importante compartir cifras3.
En relación al embarazo el 59.6% de los embarazos adolescentes provienen del sector rural,
que como bien sabemos son los sectores más deprimidos económicamente; algunos
estudiosos del tema como Kepling, Ribar, han establecido que el aumento de la pobreza en la
3
Las cifras se han tomado del Diagnóstico sobre salud sexual y reproductiva de adolescentes de América y el
Caribe del UNFPA.
12
adolescente madre promedio el 16 y 23 % y una reducción promedio en educación del 2.6
años, lo cual en términos de acceso al empleo es bastante significativo. Según hallazgos de
una de las pocas investigaciones sobre transmisión intergeneracional de la pobreza coordinada
por Buvinic en México, Guatemala y Chile dice que el ingreso de madres adolescentes pobres
cinco años después del alumbramiento es 50% más bajo y el sueldo un 25% más bajo.
Además predomina la idea de que existe una relación entre explotación sexual y embarazo
adolescente; como consecuencia de su condición de pobreza, baja escolaridad y la necesidad
de mantener a sus hijos/as.
Según la encuesta demográfica y de salud materno infantil (1999) el 25% de mujeres entre 15
y 19 años eran sexualmente activas, con un promedio de 16,6% de edad al momento de su
primera experiencia, en relación inversa con el grado de escolaridad, solo 11% de ellas usaba
anticonceptivos. Se estima que 20% ha estado alguna vez embarazada y que tres de cada
cuatro embarazos terminaron en aborto. La tasa de nacimientos fue de 91 por 1.000
adolescentes de este grupo y representa 14% de la fecundidad total. El 18% de partos
atendidos en el país son en mujeres menores de 20 años y entre 19 y 24% de los partos en
hospitales estatales corresponde a menores de 19 años.4
En todo caso la población adolescente ecuatoriana no es tan diferente ni presenta problemas
específicos en lo relacionado con el embarazo al resto de la población de otras edades. En
ellos y ellas se reproduce todo aquello que está ocurriendo en la sociedad en general. Por lo
dicho resulta bastante incomprensible como los medios de comunicación en determinado
momento plantean de una manera simplista los problemas de la juventud, como si estos
estuvieran circunscritos a los y las adolescentes cuando los problemas que se presentan
involucran a toda la población. Alcoholismo, adicción compulsiva a drogas, embarazos no
deseados, abortos, varias parejas sexuales configura un panorama extensivo a muchos grupos
y sectores de la sociedad ecuatoriana. Pervive una especie de ilusión de que los y las jóvenes
deberían estar protegidos por una especie de “cápsula mágica” que evitaría el “contagio” o los
volvería “inmunes” a todo tipo de situación peligrosa.
4
“La salud en las Américas”. OPS. Washington D. C. 2002. p 231
13
Prejuicios sobre la sexualidad adolescente
Un aspecto que vale la pena mencionar son los múltiples prejuicios que sobre la sexualidad,
sobre el cuerpo y sobre el sexo adolescente existen en la sociedad ecuatoriana. No solo no se
los conoce sino que además producen inmensos temores en los adultos, especialmente en
padres y madres responsables del futuro de esos adolescentes, aunque pase a segundo plano
su presente. Es mucho más fácil, repetir frases hechas, discursos, refugiarnos en una moral, la
mayor de las veces contradictoria y confusa que mas bien sirve para esconder nuestra propia
incapacidad de reconocer nuestros propios deseos. Es muy fácil exigir a los otros/as aquellas
cosas que no logramos cumplir. La adultez se ha convertido en una pantalla de procesos
inacabados, dudas, vergüenzas, temores e ignorancia. Se ha convertido en el salvo conducto
para juzgar a los demás y que aparentemente acredita nuestra madurez, capacidad,
conocimiento, infalibilidad. ¡Cuán lejos estamos de aquello!
“Antes de embarazarme tenía muchos amigos, después ya no porque me miraban
como a un extraterrestre, como que fuera un desperdicio, y hubiera hecho algo
sucio....llanto. Yo no quiero saber más de enamorados, me da miedo y rabia pensar
y sentir lo que sentía por el papá de mi hijo.” 5
La supuesta inmadurez emocional y falta de responsabilidad imputada a adolescentes es uno
de esos prejuicios que subyace a algunas de las acciones que con carácter “preventivo” o
disuasivo se implementan para enfrentar el embarazo adolescente. Cabría preguntar si es
posible ser maduro y responsable siguiendo solamente los consejos y prescripciones de otros,
también cabe sospechar que ese imaginario social de minusvalía asignada a adolescentes es en
cierta manera un autoreconocimiento de procesos interrumpidos e interferidos de crecimiento
personal y autonomía de los mismo adultos.
El estigma de la promiscuidad adolescente pervive como un fantasma de la moral cristiana, al
punto de forjar un comportamiento persecutorio en muchos padres y madres que quien
precautelar la honra, especialmente de sus hijas.
5
Ana, joven participante grupo focal hospital de Sangolquí.
14
La homofobia es otra fuente de estereotipos ofensivos: las experiencias de auto y
heteroreconocimiento corporal y exploración de sensaciones de muchos adolescentes son
vistas como pecaminosas y causas de desviaciones, como si la identidad homosexual y las
otras orientaciones sexuales no heterosexuales fueran causadas solo por este tipo de
experiencias, que por otra parte son parte de un aprendizaje “normal”.
El meollo de un falso dilema
Dependiendo de la percepción subjetiva de las personas el embarazo adolescente, en general
todo lo relacionado con la sexualidad adquiere connotaciones diferentes y, por supuesto,
como ya se ha dicho la visión predominante es asumirlo como problema, un tema que no les
correspondería resolver ni a los niños, niñas ni a los adolescentes. Sin embargo existen otras
comprensiones y formas de encarar la situación de una manera diferente, unas veces a través
de un “real” apoyo, tanto a la mujer adolescente, a su pareja y a su futuro bebe; otras porque
han privilegiado y optado por respetar los procesos de autonomía de los y las jóvenes, en
muchas ocasiones la familia y los entornos de estos jóvenes saben, a través de la convivencia,
que ellos/as están preparados para enfrentar sus decisiones y vivir con toda su complejidad los
momentos, que devienen de este tipo de decisiones.
No se refiere exclusivamente de cuando los chicos deciden tener su hijo o hija, o contraer o no
un compromiso sea a través del matrimonio, una unión, o una corresponsabilidad, también de
cuando los chicos deciden mantener una vida sexual activa, utilizando métodos
contraceptivos, o abstenerse, o cuando la decisión individual o de pareja asume la realización
de un aborto, o cuando los y las jóvenes se lanzan a una suerte de experimentación sexual
abierta, que pueda incluso darles pistas sobre su propia orientación sexual. Es decir cuando
asumen el reto de construir libremente su sexualidad.
En todas las edades y en todos los seres humanos es probable que acontezcan situaciones
críticas, por el simple hecho de estar vivos y en interacción permanente con el medio, de estar
inmersos en un mundo complejo y cambiante, llegan momentos en la vida en que no queda
más que reconocernos ignorantes y que es momento de aprender y cambiar, para enfrentar
más eficazmente los problemas.
15
La intención de la reflexión presentada en relación a otras comprensiones no tiene el objetivo
de negar la necesidad de un acompañamiento a los procesos juveniles, sino que es una
invitación a que ese acompañamiento sea –como en la práctica es- mutuo, del que todos los
sujetos salen aprendiendo y cambiados, en el que todos los actores arriesgan algo; en donde
no existan relaciones de imposición ni adoctrinamientos moralistas. Tampoco se pretende
abogar por una “permisividad sexual” que en muchas ocasiones en lugar de ser “liberadora”
o creadora de nuevas relaciones más equitativas entre géneros se vuelve más bien
fortalecedora de aquello que precisamente se quiere combatir.
Un problema de salud pública
La razón, quizás determinante, para que el embarazo adolescente se haya convertido en un
problema de salud pública es la constatación de que hay un gasto público importante que se
incrementa, a la par que crece el porcentaje de los casos que demandan atención;
especialmente en Estados Unidos de Norteamérica, el gasto es mucho mayor puesto que las
jovencitas al no tener posibilidades económicas acuden a la asistencia pública, que debe
mantenerlas durante todo el tiempo necesario, hasta que ellas puedan valerse por sí mismas.
Esta sería una de las puntas del ovillo que pone en la agenda pública el tema, a realizarse el
levantamiento de estadísticas que den cuenta del problema; y, es esta preocupación técnica y
su cuantificación la que llega a América Latina como tema de actualidad, que sin mayor
criterio y sin mayor investigación se traslada mecánicamente a nuestros países, volviéndose
también en un tema central para cuyo abordaje no se cuenta con cifras estadísticas confiables,
mucho menos investigación cualitativa que nos permita dimensionar este hecho social más
claramente de manera de comprenderlo mejor, incluso en las formas encubiertas que asume
en nuestro país.
No se pretende afirmar que el fenómeno social del embarazo adolescente y sus consecuencias
no esté dándose en el país, pero si evidenciar que no se cuenta con información suficiente con
la que trabajar y que los planteamientos, tanto teóricos como técnicos, son principalmente
asumidos sin mayor reflexión y crítica.
Si bien se ha sostenido y hay datos que corroboran que el embarazo adolescente no presenta
dificultades de salud específicas o exclusivas en las adolescentes, ciertos datos como los de
mortalidad materna permiten apreciar otro panorama, ya que la mortalidad es inferior entre
16
madres adolescentes (5.7%), en comparación con mujeres entre 20 y 24 años (6.6%), mujeres
entre 25 y 29 años (7.9%), y más de 35 años (16.1%); los problemas de salud existentes, más
bien, estarían relacionados con la pobreza y por tanto son las condiciones socioeconómicas,
las cuales deben tomarse en consideración a la hora de hacer política pública. Sin embargo
debemos reconocer que un embarazo no deseado que se convierte en un hijo/a no deseado,
presenta cualitativamente diferencias entre una adolescente y una mujer adulta, al margen de
su situación económica, social y cultural.
Algunos autores afirman que el embarazo temprano incluso presenta ventajas biológicas, por
ejemplo en el caso de la población afroamericana de los Estados Unidos, Geronimus (1987,
1992) plantea que desde el punto de vista fisiológico el embarazo en la adolescencia tiene
cierta racionalidad, debido a los mayores problemas de salud (hipertensión y diabetes) que las
mujeres negras enfrentan típicamente a partir de los 25 años. (Guzmán 200:151)
Muchas preguntas surgen en torno a este tema: ¿En qué grupos es mayor la incidencia de
embarazos adolescentes y por qué? ¿Cómo afecta la situación social y económica de la madre
adolescente a la percepción social de su embarazo? ¿Si, las condiciones de desventaja de las
madres adolescentes se debe a su embarazo o son condiciones previas?
Sobre esta última pregunta vale la pena compartir un hallazgo de uno de los grupos focales de
madres adolescentes realizado en Sangolquí (2002), el 90% de las madres adolescentes habían
abandonado la escuela antes de su enamoramiento y embarazo. En gran parte de la literatura
revisada se relata que muchos de los problemas que enfrentan las adolescentes embarazadas o
madres son condiciones preexistentes a su propio embarazo.
Tanto así que los
investigadores europeos han hecho un giro en sus investigaciones para estudiar el embarazo
en madres solteras y no solo en adolescentes, aunque paradójicamente se ha observado que la
mayor parte de madres solteras son adolescentes.
Por otro lado, una investigación de la Universidad Central de Colombia sobre las
agrupaciones juveniles parches, que en otros países son conocidas como pandillas, de la
ciudad de Bogotá, encontró como un elemento benefactor al embarazo en las adolescentes que
pertenecían a estos grupos, ya que esta nueva situación se convertía en un “estímulo” para
salir de las pandillas o para disminuir la violencia de los padres adolescentes.
Así lo
17
manifestaron varios de los jóvenes en sus testimonios de cómo un hijo haría cambiar su estilo
de vida.
Dice García:
“Querer mantener la relación afectiva es motivo suficiente para cambiar, más aún
cuando la pareja llega a vivir juntos o a tener un hijo. Algunos siendo aún muy
jóvenes, tienen hijos que les brindan el momento propicio para procurar otra
forma de vida. Sin embargo, algunos jóvenes plantean que por una mujer no van
a cambiar, aunque reconocen que en ocasiones lo han hecho; en términos
referenciales, para ellos es necesario tener un hijo, pues por él definitivamente se
“ajuiciarían” (…) (García 1998:110)
Parecería entonces que es imprescindible una mayor reflexión sobre el embarazo en
adolescentes, hacer más investigación, porque es un tema complejo y tiene muchas variables
que intervienen; por un lado, se constata que existen en muchos casos condiciones
económicas previas que serían las que inciden entre las adolescentes pobres para un
embarazo; también se ha visto que hay elementos para descartar esa visión de riesgo, a la que
autores actualmente reconocen como exagerada. En ciertas poblaciones juveniles por motivos
de salud, así también como agente motivador al cambio de circunstancias negativas, el tener
hijos puede convertirse en un elemento positivo, habrían grupos que encaran el embarazo de
otras formas, sin que esto signifique el fracaso de las vidas jóvenes involucradas, por supuesto
no se puede descartar que por otro lado también hay graves problemas sociales vinculados.
En relación con mortalidad materna los estudios realizados a nivel mundial han encontrado
que en el grupo de madres adolescentes entre 15-19 años en términos biológicos, no existe
diferencia, ni mayor peligrosidad en relación al embarazo frente a otros grupos de edad
mayores. Sin embargo entre menores de 15 años si se encuentra riesgos mayores. También
es importante reconocer que en todos los grupos de edad, el factor pobreza incide en el
proceso del embarazo.
En cuanto a la mortalidad infantil existen porcentajes levemente superiores cuando las madres
se encuentran en grupos de edad adolescente, es algo que se debería mirar con atención,
porque las causas son muchas y de muy variados contextos, que según diversos autores irían
18
desde una actitud sicológica diferente, el proceso de rechazo del que son víctimas en sus
entornos y el temor o no asistencia a revisiones periódicas a causa de la actitud de
juzgamiento por parte de los prestadores de servicios de salud.
Paternidad: ¿quién mismo es el padre?
Un aspecto poco discutido es la paternidad adolescente, si bien las estadísticas nos dicen que
la mayor parte de padres de los hijos e hijas de madres adolescentes no son adolescentes sino
adultos, aún así, existe un porcentaje aproximado de alrededor del 40%6 de padres
adolescentes (porcentaje que además está creciendo).
Sin embargo es poco lo que
conocemos sobre qué está ocurriendo con estos padres, cómo enfrentan el embarazo y el
posterior nacimiento, qué ocurre con sus estudios, con sus uniones –si las hay-. En general,
interesa conocer qué problemáticas están enfrentando en su nuevo rol, cuándo lo asumen o
qué ocurre con ellos cuando abandonan y huyen y rompen la relación de pareja.
Tal vez, en gran parte no asumen su paternidad, porque hay un sentimiento de culpa o castigo
ligado a las responsabilidades. Tanto la sociedad como la familia, les hacen sentir a los
adolescentes padre y madre el rigor de las consecuencias de sus actos “impropios e
inapropiados”.
Las implicaciones van desde obligarlos a casarse (aunque no quieran), no
permitirles casarse (si así lo desean),
hacerles abandonar los estudios (aunque no sea
necesario), en muchas ocasiones más bien se les quita todo apoyo y se les reprocha
permanentemente. En función de esto es siempre más sencillo evadir sus responsabilidades,
este aspecto y sus implicaciones ameritaría una investigación propia.
“Tengo malas experiencias con los adultos porque ellos nos juzgan, nos critican, nos
recriminan, ellos deberían entendernos más, ser comprensivos, decirnos como están,
como les va y si cometemos algún error no darnos las espaldas, a mí me dieron las
espaldas muchas personas, aquellas que creí que eran mis amigos, para mi bien mi
mamá siempre me ha comprendido (llanto), ella reconoce que todos cometemos
errores, que nadie es perfecto.”7
6
Porcentaje que surge de la elaboración de una media entre cifras internacionales y nacionales revisadas por la
autora.
7
Acuario.- seudónimo de una chica de 15 años que asistió a grupo focal en el Sur de Quito.
19
Es indiscutible que el tema, por muchos años se ha centrado en la mujer. Esto por supuesto
no es casual, sino que responde a que el estudio de esta y otras problemáticas asociadas parte
de las exigencias de los movimientos femeninos y se da como resultado de las grandes
conferencias mundiales sobre mujer.
Imaginarios femeninos de adolescentes varones
A continuación compartimos algunas ideas elaboradas por “ellos" en uno de los grupos
focales.
“A mi criterio, una mujer que habla sobre píldoras anticonceptivas o de algún otro
método de planificar la familia, se trata de alguien" recorrida".
Cuando se tiene relaciones sexuales no se piensa en el riesgo de contraer
enfermedades de transmisión sexual, más bien el temor es por un posible
embarazo.”
“Con las chicas, el tema de conversación no es la sexualidad, pero entre nosotros sí,
sobre todo de la virginidad no en el sentido de quién la pierde primero porque eso
ahora ya no importa, es problema de cada cuál.”
“En la familia nos dicen sobre lo importante de conservarse casto, sobre todo en la
mía por la experiencia de mi hermano que tuvo un hijo a los 20 años, yo trato de
cuidarme de no tener relaciones.”
“En las charlas que nos dan en el Colegio nos hablan de los riesgos de las relaciones
sexuales, no nos hablan del placer y de lo bonito que pueden ser las mismas, si nos
hablan de métodos anticonceptivos para que nos cuidemos.”8
Como podemos observar son diversas las posturas y aunque se podría encontrar
contradictorias, éstas conviven en la práctica cotidiana de los chicos, además estas ideas los
jóvenes las intercambian permanentemente sin generar problemas graves de relacionamiento
8
Frases dichas por jóvenes en grupo focal en un sector de Quito.
20
entre los jóvenes que las sostienen, incluso no son posturas inamovibles sino que al contrario
son ideas completamente flexibles e intercambiables de acuerdo a la situaciones que deban
experienciar.
La mayor parte de ellas se ajustan a los valores socio-culturales ya mencionados, tal vez por
convicción de los muchachos, tal vez porque reproducen un discurso que creen que es lo que
el adulto desea escuchar, sin embargo es muy interesante que también se mencione la
necesidad de hablar sobre el placer y no solo de hablarlo sino de reconocerlo como una parte
integral e integrante de las relaciones sexuales, algo que jamás está contemplado dentro de los
parámetros de educación en sexualidad.
Estos aspectos olvidados de manera sistemática: el cuerpo y el placer, para nada un olvido
casual, sino que responde a una cosmovisión del mundo judeo-cristiana y cartesiana que
construye de manera dualista y polar: el bien frente al mal, lo bueno frente a los malo, etc., la
moral sexual, la misma que se incorpora en este sujeto adolescente. Se segmenta
su
“realidad” desde posiciones espaciales que determinan una definición de arriba y abajo; por
supuesto arriba estaría lo ideal y abajo lo que debe ser superado.
En este sentido y como útil al tema que concierne en este ensayo, importa detenerse en la
construcción social que se hace del cuerpo, dicotomizándolo de mil maneras: alma / cuerpo;
mente / cuerpo; lo racional / de lo carnal, lo divino espiritual / lo mundano carnal. En este
mundo dual el cuerpo es algo inferior al alma y a la mente, y por supuesto tiene el estigma de
lo irracional. Por esta razón la lucha es contra lo carnal y todo lo relacionado con esto: es
malo, pecaminoso, inferior; pero además se relaciona directamente a la mujer con lo carnal,
con la tentación y por supuesto con lo inferior; encasillando a las mujeres como emocionales
(histéricas) quienes, por tanto, no se mueven por los cauces racionales.
A pesar de que este pensamiento cartesiano ha dominado el mundo desde hace muchos siglos
y continúa –en mi opinión- siendo bastante común. En el modernismo tardío existe una clara
tendencia del cuerpo a volverse cada vez más central para la noción de identidad en las
personas desde diferentes aspectos como la salud, la forma y la apariencia, todo un proceso de
individualización que se está construyendo y que incluye una sexualización y politización de
este cuerpo moderno.
21
Espinosa (2003) señala:
“Como una forma de respuesta al racionalismo impuesto por Descartes y la
mirada cartesiana del sujeto, surgen orientaciones que rescatan la importancia de
las emociones, la vida afectiva, los deseos. El cuerpo es visto como un sujeto de
sensibilidad y emociones, con gran necesidad de intimidades corpóreas.”
(Espinosa 2003:.6).
Como se lo había mencionado arriba, en la actualidad los seres humanos estamos inmersos en
un contexto social que es preponderante en la misma conformación de la identidad de yo; así,
el elemento vital que dinamiza esta construcción es el relacionamiento; el “yo” y el otro” son
los dos elementos necesarios e interdependientes en su existencia, a partir de los cuales se
generan espacios de intersubjetividad que producen y son producidos por esta dinámica;. El
cuerpo es espacio social para diferenciar y ejercer diferenciaciones. El cuerpo sirve para
denunciar, visibilizar, reafirmar en un proceso permanente de subjetivación y objetivación.
Algo que es definitivamente innegable es que la actividad sexual de los y las adolescentes ha
cambiado dramáticamente durante los cuarenta últimos años, ha cobrado legitimidad el
desarrollar la vida sexual de una manera activa, incluyendo juegos sexuales, coito, sexo oral,
sin excluir para nada de esto al amor, al romance y a las culpas; pero éstos últimos vistos de
una temporalidad diferente, más pasajera, más coyuntural, sin embargo no menos profunda o
intensa, pero si reconociendo la finitud de las relaciones que se entablan.
“Yo tenia una amiga con la que hablábamos de sexo, las cosas íntimas y me decía
que la primera vez era doloroso pero que después era muy bonito. Ella lo hacia con
el enamorado, pero en una fiesta hizo con un amigo en el carro y fue diferente,
sintió mas placer.”9
“A mi me gustan los que tienen espalda ancha y musculosos. Yo si les veo el pompis
y me imagino su miembro. A veces en los bailes que se baila cogido, se siente su
pene duro.”10
9
Valeria grupo focal del sur
Rita grupo focal del sur
10
22
Otro cambio sustancial es que tanto hombres como mujeres esperan tener y dar (en mayor o
menor medida) placer sexual a través de estas relaciones, se convierte entonces el placer en un
requisito indispensable para una relación satisfactoria, sin que esto signifique que los cambios
mencionados son universales, ni generales y que los aspectos culturales, sociales, económicos
cruzan permanentemente estos ámbitos y que existen sectores de población apegados a las
tradiciones.
A manera de conclusión
Si bien hemos establecido que la sexualidad es una dimensión mucho más compleja que las
relaciones sexuales y por tanto abarca la vida integral del ser adolescente, también ha quedado
explicado que los riesgos del embarazo adolescente han sido sobredimensionados, la gran
mayoría de ellos no difieren de los que sufren las adultas y hay otros que son ligeramente
elevados. Por tanto, deberían ser otras las formas en que se aborde la sexualidad, las
relaciones sexuales, los derechos sexuales y reproductivos de los y las adolescentes, con la
inclusión de las dimensiones eróticas del cuerpo y la relación humana, desde perspectivas que
además contextualicen histórica, cultural y personalmente (inclusive) los entornos y
ambientes en que se produce el fenómeno del emebarazo adolescente.
En torno a la atención que reciben los y las adolescentes es necesario privilegiar la calidad de
esa atención en los servicios de salud sobre el gasto público, tomando en cuenta que la
variable más importante es la situación económica y de pobreza. Las propuestas deberían ser
el resultado de investigaciones cuali-cuantitativas, de la participación juvenil y del
compromiso de autoridades locales y nacionales para establecer recursos permanentes para
todo un proceso que implique también la revisión de las actitudes del personal hasta la
infraestructura y el tipo de servicios.
No se puede soslayar la evidencia de que a lo largo de la historia de la humanidad y ahora en
los últimos siglos, el modernismo ha construido diferencias de género que han colocado a la
mujer en una situación de desventaja frente a la sexualidad y otros aspectos de la vida. Esto,
en la actualidad no del todo superado, se encuentra en franco cuestionamiento.
23
No hay políticas que permitan una educación de calidad y completa, no hay trabajo, el empleo
y subempleo juvenil es alto. Este estado de cosas representa una situación adversa para las y
los jóvenes embarazodos que pronto serán padres y madres. No hay investigaciones que
hagan un seguimiento a largo plazo de lo que ocurre con estas madres, padres y sus hijos/as.
En todo caso sabemos que el aspecto que habla del ciclo de pobreza de la mujer tiene
fundamento en la situación actual y entonces habría que abordarlo desde distintos frentes y
perspectivas.
“No terminé la escuela, me embaracé estando estudiando quinto grado, pensé que
estaba siendo una joven desde que me enfermé.11
“Yo quisiera tener una casa, salí de la escuela y quería estudiar belleza, me
embaracé y me casé, casi no tuve adolescencia, pase de niña a ser madre. A pesar
de ser una de seis hermanos, siempre viví sola, ellos son casados y cada uno tiene
su vida.”12
En todo caso lo que sería imperdonable es persistir en las mismas respuestas cuando las
preguntas ya son otras.
“Ahora con mi hija recién nacida, tengo que sacarle adelante, luchar como lo hizo
mi madre, ella nos ha demostrado que uno no debe dejar de superarse también lo
puedo hacer yo. Volver con mi mamá me da tranquilidad porque sé que es sincero.
Espero que alguna vez pueda encontrar alguien que me quiera de verdad.”13
11
Ana, participante grupo focal sector sur ciudad de Quito.
María, participante grupo focal sector sur ciudad de Quito.
13
Acuario.- seudónimo de una chica de 15 años que asistió a grupo focal en el Sur de Quito.
12
24
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