Leer tres grandes tierras del Sur: desde el interior australiano hasta

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Leer tres grandes tierras del Sur:
desde el interior australiano hasta
la pampa argentina y el karoo
sudafricano
Lunes 11 de julio de 2016
Además de la cercanía, el Sur Global tiene otras cosas en común; nuestro patrimonio cultural conecta nuestras literaturas. Chris Goldberg
¿Qué tienen en común las literaturas de la
Autor
Argentina, Australia y Sudáfrica, y qué se gana al
James Halford
considerarlas colectivamente como «literaturas
Doctorando en Escritura Creativa,
Universidad de Queensland
del Sur»?
Los historiadores han trazado paralelismos entre el pasado colonial de estas tres naciones del
hemisferio sur en donde los europeos, que buscaban quedarse, despojaron a las culturas indígenas
nómadas de sus vastos territorios. Por su parte, los estudiosos de la economía comparada han
mostrado cómo los tres países se desarrollaron rápidamente entre 1890 y 1930 combinando un
proceso inmigratorio, inversión británica de capitales y exportaciones.
Sin embargo, la idea de las literaturas del Sur como un campo de estudio unificado ha
evolucionado relativamente lento. Comparar las literaturas de estos tres países nos exige pensar
más allá de los lenguajes; de las diferencias entre el mundo desarrollado y aquel en desarrollo; de
los distintos colonialismos; y de las tradiciones protestantes, católicas e indígenas. Aun así,
algunos elementos comunes surgen de inmediato.
En las tres literaturas encontramos el sol, el clima, las temporadas y las estrellas del hemisferio
sur. Nos encontramos frente a paisajes similares —el interior australiano, la pampa argentina y el
karoo sudafricano— con historias de colonialismo y resistencia. Además, estamos ante sociedades
inmigrantes en las que un desarrollo desparejo creó una división cultural entre las grandes
ciudades y el resto del país.
El duro y semiárido Parque Nacional de Karoo se repite en paisajes similares de Australia y de la Argentina. flowcomm
J. M. Coetzee y las literaturas del Sur
El premio nobel de literatura J. M. Coetzee está en una
posición única para dar un nuevo marco a la literatura
australiana dentro del contexto del Sur. Desde que Coetzee se
mudó de Sudáfrica a Adelaida (Australia) en 2002, varias de
sus novelas —incluidas Hombre lento (2005) y Diario de un
mal año (2007)— transcurren total o parcialmente en nuestro
país.
Las últimas novelas del autor pasan la vida australiana por el
filtro de una sensibilidad modernista posnacional. Sin
embargo, conservan las marcas de toda una vida inmersa en la
literatura y la política de Sudáfrica. La infancia de
Jesús (2013), su novela más reciente, se desarrolla en un país
sin nombre que parece combinar elementos de Australia,
Sudáfrica y la Argentina.
J. M. Coetzee recibió el Premio Nobel de Literatura
en 2003. AAP Image/University of Adelaide
En 2015, Coetzee inauguró Literaturas del Sur, un seminario
semestral que se dictará durante tres años en la Universidad Nacional de San Martín, en Buenos
Aires, Argentina.
El seminario reúne a escritores, críticos, editores, docentes y estudiantes de posgrado del país
natal de Coetzee, del país que luego adoptó y de la Argentina para que intercambien opiniones y
comparen sus literaturas. En su discurso inaugural de abril de 2016, Coetzee remarcó las
asombrosas similitudes de los paisajes:
«Solo hay un Sur... En este Sur, los vientos soplan de determinada manera y las hojas caen de
determinada manera y el sol brilla de determinada manera, que puede reconocerse
instantáneamente en una y otra parte del Sur».
Coetzee sugirió que un factor que une a las tres literaturas es que todas han tenido que lidiar con la
mirada del Norte. La geopolítica de la industria editorial ha sido la causa de que, en general, los
escritores lleguen a través de editoriales europeas o norteamericanas, muchas veces teniendo que
adecuarse a las expectativas metropolitanas.
Al establecer una conversación crítica tripartita y emprender aventuras de publicación Sur-Sur, el
seminario anima a escritores y académicos a «ignorar la mirada del norte» y «comenzar a ver al
Sur con ojos sureños».
Hasta ahora, la editorial argentina UNSAM Edita ha encargado y publicado nuevas traducciones al
español de novelas de los escritores australianos Nicolas Jose, Gail Jones y Delia Falconer, y una
antología de cuentos de los sudafricanos Zoë Wiccomb e Ivan Vladislavić. Asimismo, varias obras
de escritores argentinos contemporáneos están siendo consideradas para su publicación en
Australia.
Australia y el Sur Global
A pesar de nuestra geografía, la mayoría de los australianos no están acostumbrados a pensar en sí
mismos como parte del Sur, ni en la literatura ni en ningún otro campo.
La original línea Brandt (que popularizó el uso de los términos «norte» y «sur» en las discusiones
sobre desigualdad global) agrupó a Australia y Nueva Zelanda con el Norte desarrollado. Por su
parte, México, el norte de África, India y China —todos ubicados al norte del ecuador—
comenzaron a ser considerados parte del Sur Global.
La terminología Norte-Sur, por lo tanto, siempre ha reflejado divisiones políticas y económicas que
van más allá de la cartografía.
Los pensadores asociados con el «giro decolonial» de la teoría crítica claman desde el Sur. En
términos generales, estos críticos cuestionan las narrativas eurocéntricas de la modernidad y el
desarrollo desde la perspectiva del Sur. Han pedido por la recuperación de los sistemas de
conocimiento indígenas, por un estudio revisionista del pasado colonial del Sur y por un Sur
Global que resista la globalización neoliberal.
El argentino Walter Mignolo sostiene que el Sur debe pensarse como una metáfora para
«los lugares del planeta que padecieron la experiencia del colonialismo, que sufrieron y siguen
sufriendo las consecuencias de la herida colonial».
Los participantes argentinos del último seminario de Literaturas del Sur se sorprendieron con los
poemas de la escritora australiana Cobby Eckermann sobre el secuestro de los niños aborígenes.
No era el tipo de material que esperaban de nuestra supuestamente estable y democrática nación.
Al trasplantarlos al contexto argentino, en el que el recuerdo de los 30.000 jóvenes desaparecidos
por el Estado sigue vivo, estos poemas adquirieron una nueva y poderosa repercusión.
En el interior de Australia puede verse un río seco rodeado de médanos y salinas... Estos paisajes han inspirado a generaciones de artistas. David
Gray/Reuters
El Sur en la literatura
No es una sorpresa que las obras literarias del Sur se aprovechen del potencial del término “Sur”
como metáfora.
Podríamos pensar en la obra del argentino Jorge Luis Borges, cuyas historias reiteradamente
montan un duelo a muerte entre matones del norte y del sur de Buenos Aires. Este violento choque
de opuestos siempre termina con el reconocimiento de que unos y otros son iguales.
Otros escritos exploran casos de intersección social entre distintas partes del Sur. La obra de los
poetas australianos Douglas Stewart y James McAuley, por ejemplo, se ocupó de la búsqueda
española durante el siglo XVII de la gran tierra en el Pacífico Sur.
El caso del carismático periodista y líder laborista William Lane es una instancia rara de una
conexión entre Australia, Sudamérica y Sudáfrica. En 1893, momento de adversidad económica y
paros masivos en las desunidas colonias australianas, Lane persuadió a más de 200 trabajadores
de que juntaran sus ahorros y se mudaran a su asentamiento utópico «New Australia» (Nueva
Australia), ubicado en Paraguay.
Uno de los libros que usó para reclutar adeptos fue la novela fronteriza de la escritora sudafricana
Olive Schreiner Historia de una granja africana (1883). La obra cristaliza el sueño de un colono
del siglo XIX común a las literaturas de las tres regiones: el anhelo por una conexión con las tierras
apropiadas.
Recientemente, en Australia, el proyecto de aprender a pensar en la escritura y la crítica de nuestro
continente más allá de los límites conceptuales de la nación ha adquirido varias formas. Hay cada
vez más estudios sobre la literatura de la inmigración y conexiones con otras literaturas de AsiaPacífico; sobre literaturas regionales, por ejemplo, la de Tasmania; y sobre la publicación,
traducción y difusión de la literatura australiana en el exterior.
En este contexto, el paradigma de las «literaturas del Sur» tiene un gran potencial. No estamos
hablando de un género unificado ni de un canon establecido de grandes obras. Hablamos de una
estrategia de lectura y de una agenda de investigación todavía en desarrollo.
Tal enfoque busca construir el conocimiento mutuo e identificar puntos en común entre las
literaturas «nacionales» del Sur, que han tendido, hasta ahora, a definirse en términos de lo que
las hace exclusivas y diferentes.
Los lectores que quieran expandir sus horizontes de lectura lateralmente podrían disfrutar la
siguiente lista preliminar de sugerencias:
Los fanáticos de la rama fabulista de la ficción australiana, encarnada por Peter Carey, Murray Bail
y Gerald Murnane, encontrarán mucho para admirar en la obra de escritores como Jorge Luis
Borges, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, Eduardo Galeano y César Aira; o de
los sudafricanos Zoë Wiccomb e Ivan Vladislavić.
Aquellos que admiren la narrativa de no ficción de los australianos Helen Garner, Anna Funder y
Anna Krien encontrarán una similar ética aguda en las obras de la argentina Leila Guerriero o de la
sudafricana Antjie Krog.
Los lectores de poesía australiana a los que les guste el verso político de Judith Wright, Oodgeroo
Noonuccal o Lionel Fogarty no pueden perderse el trabajo de los argentinos Juan Gelman, Roberto
Santoro y Néstor Perlongher, o de los sudafricanos Keorapetse Kgositsile, Ingrid de Kok y Jeremy
Cronin.
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