el modelo de financiación autonómica y su impacto en andalucía

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COMUNICACIÓN
EL MODELO DE FINANCIACIÓN AUTONÓMICA Y SU IMPACTO EN
ANDALUCÍA
Pedro Montalvo Barragán
Universidad Complutense de Madrid
1. INTRODUCCIÓN
La presente comunicación pretende analizar las características del modelo de Financiación Autonómica
establecido en España y sus consecuencias geográficas en la economía de Andalucía.
Este modelo se ha distinguido por sus continuas polémicas, que ha impedido un asentamiento definitivo
del mismo.
Por consiguiente y en vista de lo acontecido, para lograr un conocimiento de los problemas que han
rodeado al modelo de Financiación Autonómica, es conveniente relatar los caracteres o principios
autonómicos financieros, como base procedimental del tema a tratar. A continuación, comentamos la
situación real de crisis que afecta a las Comunidades Autónomas, y terminaremos, en esta primera parte,
con un apartado previo a la promulgación de un nuevo modelo de Financiación Autonómica.
En una segunda parte, comentaremos los fundamentos y normativas principales del nuevo modelo de
Financiación Autonómica establecido por el Gobierno para el quinquenio 1997-2001. Seguidamente,
desarrollaremos las distintas consecuencias de este nuevo modelo, y concluiremos con la situación en la
que se encuentra Andalucía en el tema de la financiación autonómica y el efecto que le causará el nuevo
modelo de financiación promulgado por el Gobierno de la Nación.
2. LOS CARACTERES AUTONÓMICOS FINANCIEROS
La creación del Estado de las Autonomías, supuso un rápido transvase de competencias y recursos
financieros, desde la Hacienda Central a las subcentrales.
La autonomía financiera, por su parte, implica capacidad para financiar los gastos, principalmente, a
través de ingresos propios de ese nivel de gobierno, sin tener que recurrir en lo posible a transferencias
de niveles superiores. Así, la autonomía financiera en su sentido más amplio necesitará de tres requisitos
(Fernández Gómez, N., 1993):
1.-Autonomía de los ingresos, o facultad para influir en el nivel de ingresos de la jurisdicción.
2.-Autonomía en el gasto, o libertad para emplear los ingresos disponibles de cada nivel de gobierno en
aquellos gastos que considere oportunos.
3.-Automatismo, o garantía en que los ingresos no dependan de un nivel de gobierno superior, sino que
se fijen de manera automática y de acuerdo con unas variables predeterminadas.
Los tres requisitos se traducen, en definitiva, en la capacidad para disponer libremente de ingresos y
gastos con el menor número de interferencias, por parte de otros niveles de gobierno.
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Pero para conseguir una autonomía financiera no es necesario que se conduzca a una corresponsabilidad
fiscal de los territorios, ya que en su origen, la corresponsabilidad fiscal supone compartir
responsabilidades en el terreno fiscal, donde cada nivel de gobierno deberá responsabilizarse de sus
propias actuaciones y soportar el coste político de las mismas. Todo esto, se tiene que llevar con una
eficiencia, es decir, que la consecución de sus fines recaudatorios, suponga un mínimo de distorsiones,
aunque en la realidad, en cualquiera de los niveles de gobierno se atenta en muchas ocasiones contra la
equidad del sistema impositivo.
Asimismo, debe existir por un lado, una simplicidad referida a la facilidad de gestión por parte de la
Administración y a una perfecta compresión por parte de los ciudadanos. Por otro lado, hay que tener en
cuenta, la neutralidad, en la que los impuestos afecten mínimamente al conjunto de la economía
(Fernández Gómez, N., 1993).
Estos principios, nos viene a decir de manera resumida, que la implantación de los impuestos deberán
afectar lo menos posible a las decisiones económicas y no distorsionar la asignación de los recursos en
cada territorio.
3. EFECTO DE LA CRISIS FINANCIERA
Las respuestas a la situación de crisis financiera han sido diversas en las Comunidades Autónomas, como
diversos son los contextos políticos y culturales. Uno de los puntos interesantes es la cierta tendencia a
ignorar la situación real, a la espera de ayudas exteriores. Ello ha contribuido a ejecuciones
presupuestarias rigurosas, como la acumulación de deudas con proveedores, o la sobrevaloración de los
ingresos presupuestados o escasamente transparentes, que no hacen sino esconder el problema y generar
desconfianza del sector bancario, a procesos de descentralización, privatizaciones llevadas a cabo bajo el
signo de la urgencia recaudatoria, etc. (VV.AA., 1995a).
Existe un alto grado de endeudamiento en muchas de las Comunidades Autónomas, incluso algunas
sobrepasan el límite marcado en la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas
(LOFCA), como es el caso de Andalucía, unido a su creciente contribución al déficit del conjunto del
sector público. Esta situación, nos lleva a pensar en la ineficacia del actual sistema como instrumento
para alcanzar la convergencia con Maastricht. Además, para resolver el actual sistema de financiación, es
posible realizar una reforma coherente y sin interferir las leyes, en las cuales, se enclava el sistema de
financiación, como son, la Constitución Española, y la Ley de Financiación de las Comunidades
Autónomas.
Se necesita una mejora de la estructura actual de la Administración Pública, sobre sus evidentes
solapamientos competenciales y sobre la necesidad de mejores instrumentos fiscales para garantizar la
suficiencia financiera y el debate. Por eso, el saneamiento financiero preciso conduce a un
replanteamiento permanente del debate sobre las transferencias del Estado y de las Comunidades
Autónomas.
Incluso, la evolución del sistema financiero en los últimos años hizo necesario establecer nuevas bases
para poder regular el coeficiente de garantía o coeficiente de recursos propios que permiten, por ejemplo,
a una entidad de crédito absorber pérdidas y seguir operando, al tiempo que protege a los depositantes
(Baquero López, M.J., 1990).
4. EVOLUCIÓN DE LA FINANCIACIÓN DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS Y SU
IMPACTO EN ANDALUCÍA
Durante la década de los ochenta se ha vivido en España un proceso de implantación y creación de
Gobiernos Autonómicos con distintos niveles de recursos y atribuciones. Incluso periódicamente se han
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revisado y renegociado las relaciones entre las Comunidades Autónomas y el Gobierno central, aunque
los cambios hasta este nuevo modelo de financiación no se pueden considerar sustanciales, desde el
punto de vista de la estructura básica del sistema de financiación.
Las fases que han seguido las peticiones y la postura que ha desempeñado la Comunidad Autonómica
andaluza desde la cuarta etapa del modelo de financiación autonómica (1991-1996) ha sido variada y
crítica.
En el 9 de Septiembre de 1991 Andalucía solicitaba mayores competencias específicas, sobre todo, en la
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, en Justicia y en el INEM. Al mismo tiempo y en esta
fecha, las diferentes Comunidades Autónomas, incluida la andaluza trataban de avanzar para conseguir la
igualdad de competencias entre ellas y el principio de solidaridad.
En esta época el Gobierno intenta introducir algunos retoques en el modelo de financiación, como
incrementar linealmente los fondos transferidos, pero sin ceder el I.R.P.F., porque consideran que la
cesión rompería el principio de igualdad.
Esta postura, por un lado, es muy criticada por las Comunidades gobernadas por el Partido Popular, por
considerar que no se presenta un modelo definitivo que consolide el sistema, lo que implica un retraso de
las negociaciones y una inseguridad presupuestaria.
Por otro lado, las Comunidades Autónomas gobernadas por el Partido Socialista Obrero Español y entre
ellas Andalucía, se muestran globalmente satisfechas, aunque estiman necesario realizar algunas
reformas puntuales.
Durante el 6 de Junio de 1993 el PSOE gana las elecciones por mayoría simple y tiene que pactar con los
partidos nacionalistas. Como consecuencia de ello, en Septiembre de 1993, Cataluña demanda la cesión
del I.R.P.F. como requisito para apoyar la Ley de Presupuestos Generales del Estado. Esta propuesta
conlleva a una mayor desigualdad, que conduce a las Autonomías a la aplicación de inmensos
mecanismos de compensación, los cuales supuso un coste adicional para el Estado.
Ante esta situación, surgieron fuertes discrepancias entre las regiones por el reparto de los recursos. Este
es el caso de Andalucía y de Extremadura que piensan que se les exige más esfuerzo que a otras regiones
y al mismo tiempo, el sistema presupuestario perjudica a las Comunidades con menor recaudación. De
ahí, que tanto Andalucía como Extremadura exigieran un mayor aumento de la dotación del Fondo de
Compensación Interterritorial (FCI).
Andalucía exige un modelo de financiación el cual mantenga un equilibrio y una combinación adecuada
de los principios de autonomía financiera, solidaridad y coordinación. Y al ser considerada como una
Comunidad atrasada (zona objetivo 1 europea), están de acuerdo con el Fondo de Compensación
Interterritorial, para así recibir recursos, junto a otras Comunidades en la misma situación, como
Asturias, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia,
Murcia y Cantabria.
En 7 de Octubre de 1993, se aprobó sin consenso el Acuerdo sobre Corresponsabilidad Fiscal, por lo que
se cede a cada Comunidad el 15% del importe de las cuotas líquidas del I.R.P.F. ingresada por los
residentes en sus territorios. Además el nuevo sistema tendrá efectos neutros en 1994, pero en 1995
saldrán beneficiadas las Autonomías con mayor esfuerzo fiscal (Arránz Martín, T., 1995).
Esta fórmula es considerada dudosa, no neutra y no equilibrada por algunas Comunidades, entre ellas
Andalucía, porque unas regiones salen muy beneficiadas y otras muy poco.
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En el caso de Andalucía se optó por crear un grupo de trabajo para solucionar el desfase en la
financiación de la Sanidad, así como un órgano paritario entre Gobierno y Comunidades Autónomas que
se reuniera dos veces al año.
El nuevo paso está en el nuevo sistema de financiación para el quinquenio 1997-2001, para el cual se
organizó un grupo de expertos para elaborar un Libro Blanco que guiara el nuevo sistema.
5. SITUACIÓN DE LA FINANCIACIÓN AUTONÓMICA
La financiación autonómica es un tema controvertido, pero es un tema importante, no sólo para la
adecuada ordenación de nuestras finanzas públicas, sino también, para la correcta articulación territorial
del llamado Estado de las Autonomías, establecido en la Constitución Española.
En los últimos meses de 1996, hemos asistido al intenso debate público sobre el sistema de financiación
más apropiado, que se ha traducido en el acuerdo del Consejo de Política Fiscal y Financiera de las
Comunidades Autónomas el 23 de Septiembre de 1996, que aprobó el nuevo modelo de financiación
autonómica para el quinquenio 1997-2001.
La polémica suscitada, a pesar de la publicación de las normas sobre el modelo de financiación, está en
la presentación de diversos recursos por la supuesta inconstitucionalidad de alguna de las normas
aprobadas. Uno de estos recursos es el presentado por la Junta de Andalucía, y que en un apartado
posterior relataremos más detalladamente.
Destacamos, la problemática diferente entre los argumentos que encierra la financiación autonómica, y
las cuestiones en el ámbito de la Hacienda Pública.
En este campo de la Hacienda Pública se producen dos órdenes de cuestiones, una en el plano político y
otra, en el plano técnico (Bizcarrondo Ibáñez, A., 1996).
En el plano político, cualquier modificación del sistema tributario afecta positiva o negativamente a los
intereses de las personas o de los grupos sociales.
En cambio, en el plano técnico, son diversas las soluciones que puedan arbitrarse y todas ellas implican
ventajas e inconvenientes desde el punto de vista jurídico y financiero.
6. EL NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN AUTONÓMICA
El modelo español de financiación autonómica arranca de la Constitución de 1978, que reconoce a
nuestras Comunidades autonomía financiera para el desarrollo y ejecución de sus competencias, "con
arreglo a los principios de coordinación con la Hacienda estatal y de solidaridad entre todos los
españoles" (art. 156), enumerando seguidamente que habían de nutrirse sus respectivas Haciendas (art.
157) y, entre ellos, algunos que debían operar como instrumentos específicos al servicio de la correlación
de los desequilibrios interterritoriales o, en última instancia, para hacer efectivo, el principio de
solidaridad (art. 158) (Zornoza Pérez, J., 1996). Estos principios se reiteran en la Ley Orgánica de
Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA) y en los diferentes Estatutos de Autonomía.
Nos encontramos con una situación en que la Hacienda autonómica tiene una casi absoluta dependencia
de la Hacienda central, ya que sus recursos financieros se nutren básicamente de las transferencias del
Estado.
Ante esta situación, el Gobierno español se plantea las distintas alternativas:
-La simple prórroga del modelo, como se hizo en 1986.
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-La introducción de reformas meramente aparentes como la falsa corresponsabilidad fiscal que se
introdujo en 1993 con la cesión del 15% de la cuota líquida del I.R.P.F., sin capacidad normativa
autonómica.
-O la revisión del modelo de financiación que permitiera el reconocimiento de una autentica autonomía
financiera a las Entidades territoriales.
La nueva configuración del nuevo modelo de financiación autonómica parte de una premisas esenciales:
a) La concreción del modelo no puede en ningún caso implicar diferencias entre las Comunidades
Autónomas.
b) El modelo ha de responder al de un Estado Autonómico consolidado.
c) Y las Comunidades Autónomas tienen que tener competencia para la determinación de sus ingresos,
como mecanismo de transparencia y eficacia de su actuación, es decir, que exista una corresponsabilidad
fiscal.
El modelo de financiación existente, previo al elaborado por el Gobierno del Partido Popular, era
discutido por varias Comunidades Autónomas, lo que llevó a un grupo de expertos la elaboración de un
informe en Marzo de 1995, denominado Libro Blanco, el cual, plantea cuatro grandes cuestiones:
1.-La excesiva dependencia financiera del sistema, por lo que se proponen medidas de
corresponsabilidad fiscal, que han de afectar preferentemente al I.R.P.F.
2.-La conveniencia de avanzar hacia los tributos compartidos.
3.-La necesidad de instrumentar asignaciones de nivelación entre Comunidades.
4.-Y la recomendación de un sistema de administración tributaria integrada.
El Gobierno Español elaboró, en la sesión del Consejo de Política Fiscal y Financiera del 23 de Julio de
1996, un documento que recogía el nuevo sistema de financiación para el quinquenio 1997-2001, en las
Comunidades Autónomas de régimen común, es decir, quedan fuera el País Vasco y Navarra, que se
rigen por sus regímenes especiales, reconocidos constitucionalmente.
Este documento fue elaborado con las propuestas de todas las Comunidades Autónomas y los
representantes de la Administración central, y fue aprobada mayoritariamente en la reunión del Consejo
del 23 de Septiembre de 1996.
El nuevo modelo de financiación de las Comunidades Autónomas presenta las siguientes características:
-El I.R.P.F. como tributo compartido. Las Comunidades Autónomas podrán intervenir en la
cuantificación del gravamen por la vía de las deducciones en la cuota del impuesto. De las diversas
soluciones posibles, se opta por compartir las deducciones establecidas en la ley del I.R.P.F., sin
posibilidad alguna de modificación por las Comunidades Autónomas que, adicionalmente, podrán crear
otras de aplicación exclusiva sobre la cuota resultante de la tarifa autonómica.
-Los tributos cedidos, dentro de los límites que imponen la Constitución y la Ley Orgánica de
Financiación de las Comunidades Autonómicas (LOFCA). Aquí, las Comunidades Autónomas que lo
acuerden en Comisión Mixta, podrán entrar en la regulación de aspectos esenciales de los impuestos
sobre el patrimonio, sucesiones y donaciones, transmisiones patrimoniales, y de los tributos que recaen
sobre el juego.
-Participación de las Comunidades Autónomas en la Agencia Estatal de Administración Tributaria.
-Participación en los ingresos del Estado.
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-Y asignaciones de nivelación, para garantizar el nivel mínimo en la prestación de los servicios públicos
en todo el territorio.
Esta revisión del modelo de financiación autonómica constituye una reforma que sitúa a nuestras
Comunidades ante su responsabilidad de ejercer competencias normativas en la cuantificación de los
tributos que los ciudadanos de sus respectivos territorios han de satisfacer.
7. CONSECUENCIAS DEL NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN AUTONÓMICA
La Constitución Española no configura un único posible modelo de financiación autonómica, sino que
elige un marco abierto dentro del cual caben sistemas distintos y alternativos. Por ello, el modelo de
financiación mixta está integrado por recursos propios y por transferencias del Estado, pero sin una
norma que no se pronuncia ni sobre qué clases de impuestos pueden cederse, ni sobre el peso específico
que cada uno a de tener en el conjunto de la Hacienda Autonómica. En cambio, sí se pronuncia en
relación a los principios que han de inspirar el modelo de financiación resultante, adoptando un papel
destacado los de autonomía -que tienen que entenderse, como la capacidad de los gobiernos autonómicos
para poder decidir sus políticas de gastos e ingresos-, y también los de coordinación, solidaridad e
igualdad territorial (Costa Climent, J., 1996).
Este sistema de financiación autonómica según algunos autores, debe lograr para la Hacienda Pública de
cada una de las Comunidades, una financiación que fuera, a la vez, autónoma, suficiente y solidaria, pero
en España esto es muy difícil de cumplir, porque existe un sistema con gran dependencia de los ingresos
procedentes de las subvenciones o las transferencias, por lo que no es un modelo armónico con el
principio constitucional de autonomía financiera (Gayubo Pérez, P., 1996; Monasterio Escudero, C. y
Suárez Pandiello, J., 1993).
Esa solidaridad implica que la Hacienda de cada Comunidad Autónoma debe obtener los fondos
suficientes para que los servicios públicos de su competencia no se presten a niveles de calidad y
difusión inferiores a los mínimos que se establezcan para todas las Comunidades, por eso el sacrificio
fiscal de unos y de otros a de ser más o menos equivalente.
Como ante gustos no hay nada escrito, y mientras la Junta de Andalucía no comparte los caracteres del
nuevo modelo de financiación autonómica al estimarlo insolidario y poco equitativo, otros autores
piensan en un modelo en el que los ciudadanos de cada Comunidad perciba según sus necesidades, por lo
que apoyan el nuevo modelo de financiación del Gobierno, y lo consideran solidario y de acuerdo con la
exigencia constitucional (García Añoveros, J., 1996).
Al mismo tiempo, estos autores están a favor de un modelo en el que las Comunidades Autónomas
puedan pedir a sus ciudadanos cuando éstas necesiten más fondos y garantizar de este modo, una
disminución de la presión política de las Comunidades Autónomas sobre el Estado, en la demanda de
fondos.
La mayoría de los autores coinciden en la introducción de una corresponsabilidad, es decir, que la
participación múltiple en varios impuestos referidos a su propio territorio conlleva a una sencillez en el
manejo del I.R.P.F. por el Gobierno de la Nación y las Cortes Generales. Dicho de otro modo, debe
existir la obtención de los ingresos públicos y el logro de un equilibrio. Esta armonización no equivale a
uniformar cualquier efecto discriminatorio que el sistema fiscal pueda introducir en el funcionamiento
del mercado (Sevilla Segura, J.V., 1996; García Añoveros, J., 1996).
La corresponsabilidad fiscal permite un mejor conocimiento de las preferencias individuales de las
Comunidades y, por tanto, una mayor eficacia a la hora de suministrar los bienes y los servicios públicos.
De igual manera, esta corresponsabilidad fiscal es un buen camino para racionalizar el comportamiento
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financiero de las Administraciones Públicas y su dinámica competitiva puede ayudar a crear un marco
más favorable para la actividad empresarial.
A pesar de las ventajas y del buen funcionamiento que determina la existencia de una corresponsabilidad
fiscal en el sistema de financiación de las autonomías, y el apoyo de la mayor parte de los autores
relacionados con el tema, los principales rasgos negativos de la dependencia financiera de las
Comunidades Autónomas es el no seguimiento de una corresponsabilidad fiscal y una tendencia al
endeudamiento. Culpa del bajo grado de corresponsabilidad fiscal la tienen los obstáculos de tipo
jurídico e institucional, en una primera etapa, y la falta de voluntad política de las Comunidades
Autónomas, posteriormente (Monasterio Escudero, C. y Suárez Pandiello, J., 1993).
8. LA POSTURA DE ANDALUCÍA ANTE EL NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN
AUTONÓMICA
Existe una crítica de la Junta de Andalucía al modelo financiero presentado por el Gobierno, para el
quinquenio 1997-2001. El problema puede estar en el apartado referente a la autonomía financiera y a la
fórmula de corresponsabilidad fiscal elegida para su consecución, como es el caso del I.R.P.F., ya que
según la Junta, puede impedir la compatibilidad y correlación de los criterios existentes en la
Constitución Española, y puede generar importantes desigualdades de financiación entre las autonomías.
La Junta de Andalucía determina que el nuevo modelo de financiación no es aplicable en Andalucía por
su difícil territorialización y porque puede generar diferencias de financiación entre las Comunidades
Autónomas, sobre todo, por su diferencia de capacidad fiscal y por la evolución de ésta.
La propuesta del Ejecutivo de instrumentar la corresponsabilidad fiscal a través del I.R.P.F., sin topes y
con capacidad normativa es una actitud insolidaria, al ser causante de una serie de problemas, tanto en el
ámbito de la autonomía política como en el aumento de diferencias de financiación. En este último
punto, la situación provocará que las Comunidades Autónomas con mayor nivel de desarrollo reciban
más, por consiguiente, el emplazamiento que tiene Andalucía respecto a este apartado es difícil de
aceptar, al ser una Comunidad Autónoma cuyo endeudamiento y posición respecto a las Comunidades
más ricas es alejado y propicio para resolverlo mediante conversaciones conjuntas entre el Gobierno
Español y la Junta de Andalucía.
La Junta de Andalucía opta por apoyar un Fondo de Compensación Interterritorial, o proponer un
auténtico Fondo de Garantía que actúe preventivamente para eliminar los potenciales desequilibrios y
garantizar la solidaridad (Alvarez Arza, M., 1996).
Aunque esta opinión de la Consejería de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía es adecuada al
promover la ayuda mediante recursos financieros, no va ha resolver la problemática que sufre las
Comunidades Autónomas y más concretamente la de Andalucía. Debido a que, este tema requiere no
sólo un acuerdo económico entre las diferentes partes, sino también un acuerdo político de difícil
solución.
9. CONCLUSIÓN
El nuevo modelo de Estado para el quinquenio 1997-2001, implica el reconocimiento a las Comunidades
Autónomas, como nueva esfera de poder, de capacidad de autogobierno y de decisión sobre su acción
política y administrativa.
Este nuevo modelo va más allá de las sucesivas reformas que se han operado en el modelo de
financiación, las cuales no han comportado modificación alguna en el esquema general, ni en cuanto a la
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fuente de los recursos financieros, ya que se ha mantenido en la absoluta preponderancia de los
transferidos por la Administración central.
La solución a tales problemas no sólo recae en la aptitud del Gobierno de potenciar el papel de los
tributos cedidos, desbloqueando el monopolio normativo que ostenta el Estado, y posibilitando la
intervención de las Comunidades Autónomas, en algún tributo de potencia recaudatoria significativa, que
comportase una mínima implicación territorial.
A pesar de todo hay que tener en cuenta el principio de solidaridad, por lo que es importante conocer el
alcance de la diversidad fiscal a la hora de redistribuir la renta y la riqueza entre ciudadanos y territorio.
El problema de la financiación autonómica está en conciliar los principios de autonomía, igualdad,
solidaridad y corresponsabilidad, que plantea la controversia entre objetivos difícilmente compatibles
entre sí.
Lo que si está claro, es la coincidencia entre autores en que no estamos ante un modelo acabado, dada las
diferentes posturas a favor y en contra. Asistimos a un proceso abierto que tendrá que ser objeto de
futuros ajustes y acuerdos, en el cual, tanto las administraciones públicas como los contribuyentes están
implicados.
Finalmente diremos que el problema que determina el modelo de financiación autonómica es, sobre todo,
político. Porque la solidaridad económica no es más que la expresión de la coincidencia de pertenecer a
una entidad, conjunto o agrupación, de cuya pertenencia surgen derechos y obligaciones mutuas.
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