La España del siglo XVI

Anuncio
8.- LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI
8.1. El Imperio de Carlos V. Conflictos internos. Comunidades y Germanías
Con la muerte en 1516 de Fernando el Católico, rey de Aragón y regente de
Castilla desde la muerte de Isabel en 1504 y tras la breve Regencia del Cardenal
Cisneros, Carlos I de la familia de los Habsburgo y nieto de los Reyes Católicos hereda
todo el inmenso patrimonio familiar de sus abuelos maternos, ocupando los tronos de
Castilla, Aragón y Navarra junto con todas las posesiones africanas, americanas y
europeas, y los territorios de sus abuelos paternos, los Países Bajos y el Franco Condado
–que ya gobernaba desde 1515- y las posesiones de Maximiliano I, fallecido en 1919,
junto con el derecho a se elegido emperador del Sacro Imperio Romano. Se formaba así
un enorme Imperio formado por un conjunto muy heterogéneo de estados que originará
continuos conflictos y guerras con Francia, los príncipes alemanes y el Imperio turco,
primero y, más tarde econ Inglaterra y los Países Bajos. Los ingresos y el poder del
nuevo monarca y emperador procederán de su inmenso patrimonio, pero sobre todo de
Castilla a través de los impuestos y recursos de Indias. Así se formó un imperio europeo
de corte medieval y de tipo patrimonial, formado por estados independientes unidos en
la persona del monarca. Aunque convirtió a Castilla en el centro de su política,
residiendo allí con frecuencia y con el tiempo, rodeándose de una mayoría de
consejeros y secretarios castellanos, la hispanización del Imperio no se consolidará
hasta más tarde con Felipe II.
A su llegada a la Península Ibérica en 1517, Carlos I fue recibido con una gran
oposición que acabará originando movimientos y revueltas como la de las Comunidades
y Germanías. Ambos movimientos son coetáneos aunque no guardan relación entre sí y
se producen al comienzo del reinado de Carlos I (1517-1556), más concretamente en
1520 cuando salió hacia Alemania para recibir el título imperial. El levantamiento
comunero (1520-1521) se explica en el contexto de la crisis política y dinástica que
atravesaba Castilla desde la muerte de Isabel la Católica en 1504. Agrupaba a un sector
de los hidalgos y de las clases medias urbanas: artesanos, mercaderes, funcionarios, que
reclamaban mayor participación política. Se trataba también de una reacción ante un
monarca rodeado de extranjeros, a los que había otorgado los principales cargos, y una
protesta contra la salida de dinero de Castilla para costear el nombramiento imperial. Al
tomar la revuelta, que empezó siendo urbana y para luchar contra un príncipe
extranjero, un carácter campesino y antiseñorial, la nobleza y el alto clero tomaron
partido por Carlos I propiciando la victoria de Villalar (1521) y la ejecución de los
principales líderes comuneros: Padilla, Bravo y Maldonado. Las germanías, que eran
hermandades de menestrales y artesanos, estallaron casi paralelamente (1520-1521) y
afectaron a casi todos los estados de la Corona de Aragón, aunque los hechos más
graves sucedieron en Valencia. Tienen un carácter de revuelta social desde el principio,
enfrentándose artesanos, pequeña burguesía y campesinos, contra la oligarquía
ciudadana, la nobleza y el alto clero. Pedían una democratización de los cargos
municipales y una mejora de los arrendamientos campesinos y motivan la alianza de la
nobleza con el rey y el aplastamiento de la rebelión en 1521, aunque la revuelta duró en
Mallorca hasta 1523. Como consecuencia de estos conflictos se reforzó el autoritarismo
real, especialmente en Castilla, y el poder de la nobleza frente a los incipientes grupos
burgueses, lo que incidirá en la política imperial de los siglos XVI y XVII desde una
Castilla sumisa.
8.2. La Monarquía Hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.
Aunque no reinó en Austria ni recibió el Título Imperial que recayó sobre su tío
Fernando, Felipe II (1556-1598) heredó un gran imperio territorial. De costumbres
austeras y sobrias gobernó personalmente su imperio desde los territorios hispánicos,
con ayuda de sus secretarios. Se produjo una hispanización de la monarquía, perceptible
en la imposición de una política de ortodoxia católica, centralizadora y castellanizante,
que se explica porque Castilla era el reino más poblado y poderoso. Esta política
provocó problemas internos, como la rebelión de los moriscos de las Alpujarras
(1568-1570), a raíz del Decreto de 1566 donde se prohibía el uso de su lengua,
vestimenta tradicional y costumbres; o la Revuelta de Aragón (1591-1592), donde el
caso de Antonio Pérez hizo entrar en conflicto la legalidad foral con la voluntad
centralizadora del monarca, y terminó con la entrada de las tropas reales en Zaragoza.
En 1561 se estableció la capital en Madrid, desde donde Felipe II gobernó sus
posesiones ibéricas, africanas, italianas, de los Países Bajos y de la América hispana.
Además desde 1580 gobierna también sobre Portugal y sus amplias colonias. Sus
objetivos políticos principales siguieron siendo la hegemonía en Europa y la defensa
del Catolicismo. Por tanto, sus enemigos eran prácticamente los de su padre: Francia,
hasta 1559 (victoria de San Quintín en 1557) y el Imperio Otomano (victoria de
Lepanto en 1571); aunque también se enfrentó a nuevos enemigos, como Inglaterra
(desastre de la Gran Armada en 1588) y la Rebelión de los Países Bajos, desde 1566.
Todos estos conflictos produjeron graves problemas financieros, preludio de las
dificultades de la hegemonía hispánica en el siglo XVII.
La unidad ibérica sólo es comprensible desde la perspectiva de la concepción
patrimonial de la Casa de Austria (iniciada con la unión dinástica, territorial, religiosa y
la política matrimonial de los Reyes Católicos); y de unitarismo de la defensa de la
ortodoxia religiosa católica. En Carlos I predomina la idea de un Imperio Universal
Cristiano, y de una política europea para mantener y extender sus dominios. Con Felipe
II la monarquía hispánica se convirtió en el centro del Imperio, y especialmente sobre
Castila recayó el peso de mantenerlo. Su política unitarista, aunque respetando los
fueros de la Corona de Aragón, pretendía ante posibles conflictos imponer la
jurisdicción real a la foral. El ejemplo más claro lo tenemos en la revuelta de Aragón
(1591-1592) de la nobleza y la ciudad de Zaragoza, ante el intento de imponer virreyes
que no eran aragoneses, y se expresa en la resolución del conflicto del ex-secretario
Antonio Pérez, la entrada del ejército real en Zaragoza, la condena a muerte del Justicia
de Aragón, Juan Lanuza, y la restricción de los fueros aragoneses.
En 1580 Felipe II hereda Portugal al morir el rey Don Sebastián, haciendo
valer sus derechos militarmente y siendo reconocido por la clase dirigente portuguesa en
las Cortes de Tomar (1581), tras prometer respeto hacia la autonomía del reino. Así
logró la unidad peninsular que pretendían los Reyes Católicos, fundió los dos imperios
de ultramar e hizo de Lisboa una importante base de operaciones en el Atlántico, frente
a ingleses y holandeses (de allí partió, por ejemplo, la Gran Armada en 1588). No
obstante, y como en el caso de Aragón, la unión fue meramente dinástica, pues Portugal
siguió gozando de cierta autonomía, hasta la independencia conseguida en la práctica en
1640, cuando separó definitivamente su camino del resto de reinos peninsulares y de la
monarquía hispánica, aunque esta independencia no fuera reconocida hasta 1688.
8.3.- El modelo político de los Austrias. La unión de reinos.- Sus raíces se encuentran
en el reinado de los Reyes Católicos, que intentaron añadir a la unión personal, dinástica y
religiosa de sus Coronas ciertos instrumentos de organización administrativa e institucional, en
la línea de un Estado Moderno o Monarquía autoritaria. Así se consolidó el sistema de gobierno
por Consejos (polisinodial), compuesto por consejos de dos tipos: Los territoriales (encargados
del gobierno de cada uno de los territorios) y supraterritoriales (que trataban temas concretos de
todo el Imperio, sin limitación territorial, como el Consejo de la Inquisición o el de las Órdenes
Militares). Carlos I (1517-1556) incrementó la diplomacia y los gastos en embajadas, y amplió
el sistema de Consejos, tanto territoriales (como el de Indias creado en 1524) como
supraterritoriales o sectoriales (de Guerra, de Hacienda y de Estado, este último con
jurisdicción sobre todos los reinos asesoraba al monarca sobre asuntos de política, sobre todo
exterior). También se dio impulso a la figura del Secretario Real, encargado de informar al
monarca de las deliberaciones y decisiones de los consejos, siendo los más importantes los
Secretarios de Estado. En la década de 1580, Felipe II (1556-1598) creó las Juntas (comités
segregados de los Consejos para tratar temas específicos), que se convirtieron en útiles
instrumentos de gobierno. Además, se mantuvieron las figuras de gobernadores y virreyes en los
territorios en que los reyes iban a estar ausentes. Las Cortes perdieron importancia: las de
Castilla sólo representaban a 18 ciudades y las de Aragón solo fueron convocadas dos veces
bajo Felipe II. Los señoríos y los municipios gozaban de cierta independencia respecto al poder
central, aunque los municipios eran supervisados por corregidores. Esta burocratización
administrativa no debe hacernos olvidar el carácter de predominio de la idea imperial y el
mantenimiento de las instituciones, fueros y usos tradicionales de cada reino.
8.4.- Economía y sociedad en la España del siglo XVI.
El siglo XVI coincidió
con una fase expansiva de la economía, pero la monarquía hispánica desaprovechó la posición
privilegiada que le ofrecía el monopolio comercial con América y empezó a quedar relegada
como potencia económica, mientras Francia y, sobre todo., Inglaterra y Holanda, iniciaban su
despegue como primeras potencias capitalistas. Este fracaso económico se explica por varias
causas:
1.- La costosa política exterior (guerras) y una excesiva burocracia (controlada por
aristócratas, hidalgos andaluces y extremeños, funcionarios...) provocó una enorme deuda de la
Hacienda Real, el endeudamiento con la Banca extranjera con sucesivas bancarrotas y un
aumento de la presión fiscal que arruinó a los sectores productivos españoles. El oro y la plata
americanos y el Imperio colonial no será aprovechado.
2.- Las deficiencias del sistema agrario generan hambre y una miserable masa
campesina acechada por periódicas e insistentes crisis de subsistencias y epidemias. Pese a todo
se detecta un cierto crecimiento urbano: Sevilla, Madrid, Zaragoza, Barcelona y Valencia
3.- Las escasa industrias (pañerías, sederías ...) no competitivas con los Países Bajos,
Inglaterra y Francia, se paralizan y arruinan, sin ser capaces de cubrir la demanda americana,
que se nutrió de mercancías producidas en el exterior
4.- La mentalidad conservadora, aristocrática y antiburguesa, obsesionada por la
“limpieza de sangre”, el rechazo al comercio y los negocios -por considerarlos propios de judíos
y conversos- y del “deshonroso” trabajo manual, explican que los capitales apenas se dedican a
inversiones productivas y los que tenían dinero preferían vivir de las rentas.
En conclusión, las inmensas cantidades de oro y plata americanas acabarán en manos
de los banqueros y comerciantes de flamencos, alemanes y genoveses debido al pago de las
deudas contraídas y al pago de mercancías extranjeras. La economía española queda
subordinada a la europea. En la cultura el precio también fue elevado: prohibición de estudiar en
el extranjero, Índice de libros prohibidos y actuaciones de la Inquisición, que no impidieron el á
“el siglo de Oro”. La estructura social mantuvo los rasgos esenciales de la sociedad estamental,
con algunas novedades y particularidades: un reducido grupo de la nobleza -los Grandes de
España- se convirtió en una elite que controlaba los altos cargos militares y diplomáticos; se
consolidó el sistema gremial entre los artesanos urbanos; y el requisito de limpieza de sangre
para acceder a ciertos cargos, el orgullo de ser y la obsesión por demostrar ser cristiano viejo
tuvo graves consecuencias, como hemos visto, en el ámbito económico y social.
8.5.- Cultura y mentalidades. La Inquisición
El Renacimiento se desarrolló entre los siglos XV y XVII, y se caracterizó por
un pensamiento humanista laico inspirado por la cultura grecolatina. A España llegó a
través de las posesiones italianas, pero se caracterizó por una mayor influencia de la
Iglesia y la Corona, en lugar del mecenazgo de la burguesía y la nobleza que se
produjo en Europa. Además, la Contrarreforma frenó las nuevas ideas y la
Inquisición provocó un retraso en la ciencia y el pensamiento. En Europa destacaban
las ideas de Erasmo de Rotterdam, que propugnaba una reforma de la Iglesia. El
erasmismo encontró el terreno abonado en España, donde Cisneros ya había dado un
gran impulso al pensamiento cristiano y había ordenado la impresión de la Biblia
Políglota Complutense. La difusión de la imprenta y la alfabetización cada vez mayor
de las élites, favorecieron el desarrollo de la literatura, con grandes éxitos editoriales
(literatura de evasión). Además, la Gramática Castellana (1492) de Nebrija, normalizó
el castellano. Cabe destacar a poetas como Garcilaso de la Vega y Fray Luis de León,
escritores religiosos como San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús, y la obra
anónima “El Lazarillo de Tormes”, primera novela española moderna. En cuanto a la
arquitectura, podemos destacar dos corrientes principales: el plateresco, de estilo
recargado (Fachada de la Universidad de Salamanca) y el herreriano, de estilo sobrio y
grandioso (Monasterio de El Escorial). Por último, podemos nombrar a escultores como
Alonso de Berruguete y pintores como El Greco.
(repasar con la página 73 del libro de texto)
Sobre la Inquisición: completar con contenidos de las páginas 52 y 53 del libro más las
explicaciones de clase
El Renacimiento en España
¿Cómo acotar el diez líneas las características y aportaciones en el campo de la
Cultura y el Arte, la Gramática y la Literatura, la Religión y la Teología, el Derecho y las
Ciencias de los diferentes reinos peninsulares y de América hispana en la época de
efervescencia del Humanismo, del Renacimiento, de la Reforma y de la Contrarreforma, y del
nacimiento de las esencias del “Siglo de Oro”? Intentar explicar e interpretar el significado e
importancia del Renacimiento en España de este modo, solo es posible a través de la
evocación: universidades como la de Alcalá de Henares fundada por el Cardenal Cisneros en
1498, que ofreció una cátedra a Erasmo, imprentas, la Biblia Políglota Complutense, la
Gramática Castellana de Nebrija, La Celestina de Fernando de Rojas, las Égoglas de Juan del
Encina, el Auto de los Reyes Magos de Gómez Manrique, La Araucana de Alonso de Ercilla, la
arquitectura isabelina, el plateresco de Alonso de Covarrubias, los retablos y la imaginería
popular, Juan Luis Vives y los Hermanos Valdés, el Concilio de Trento, la Inquisición y los
luteranos, Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, Servet y Juan de Herrera, Garcilaso y
Boscán (los líricos), Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León (los místicos y
ascéticos), el teatro de Lope de Rueda, las novelas de caballerías, de amor y pastoriles, la
picaresca del Lazarillo. Y además, el Palacio de Carlos V en Granada, la fachada de la
Universidad de Alcalá, el palacio-monasterio de San Lorenzo del Escorial, las esculturas de
Juan de Juni y Alonso de Berruguete (no mencionaremos a los italianos León y Pompeyo
Leoni), los pintores inspirados por Leonardo da Vinci, Juan de Juanes, Sánchez Coello y El
Greco. Y la Pragmática de Felipe II de 1559 prohibiendo estudiar en Universidades y colegios
extranjeros.
(Elabora un desarrollo de esta cuestión utilizando el libro de texto, página 73)
Fuente : Google imágenes
Descargar