E emf lperxei ó R sn a José Luis Galimidi “La cuestión de la riqueza” “El poderío de un hombre rico (esto es, no vulgar) es, necesariamente, un poderío enriquecedor. No solamente porque la generosidad sea una cualidad loable del alma (que lo es, sin duda), sino porque, básicamente, las almas genuinamente grandes, por naturaleza, disfrutan y se benefician de la convivencia con otras almas sanas y luminosas, y del valor que éstas pueden aportarle al mundo que los cobija”, señala el autor. A partir de una aproximación metafórica a las virtudes del alma, Galimidi nos invita a comprender la cuestión de la riqueza y su lugar en la problemática del poder.Y apunta: “En el mundo real, entonces, el poder, en tanto capacidad para impulsar metas propias, es una forma eminente de la riqueza”. La densidad es una cualidad física, que in- nobleza, la elegancia. Si fue bien educada dica la cantidad de materia que aporta un en esta aptitud inespecífica y a la vez muy determinado elemento por cada unidad de concreta, el alma puede nutrirse práctica- volumen. Como metáfora, es adecuada para mente de toda experiencia. Legítimamente aproximarnos a ciertas perplejidades que orgullosa, un alma densa se vuelve imposible nos plantea el alma humana. En condicio- de clasificar. Es luminosa, entusiasta, amante, nes normales nuestra alma, a diferencia, de generosa, dispone de un vasto mundo interior la materia, es indefinidamente densificable. y sabe de las alegrías de un talante liviano No solo por su asombrosa capacidad para y bien humorado. Establece jerarquías en- almacenar datos de toda índole, sino tam- tre placeres sencillos y sofisticados, y puede bién, y especialmente, por su aptitud para disfrutar de ambos. Pero también es opaca, adquirir e imaginar nuevas perspectivas, grave, responsable. Consciente de la humana sensibilidades, lógicas de procedimiento, finitud, el alma que alcanza a vislumbrar si- criterios de evaluación, selección, preferen- quiera un tenue resplandor de sabiduría tam- cia y toma de decisiones, etc. Cuanto más bién se vuelve, por necesidad, un poco más se carga, más espacio gana: el cuarto idio- replegada, descreída y escéptica. En cualquier ma suele ser más fácil de aprender que el caso, por libre y no por caprichosa, el alma tercero. Y todo lo anterior, además, en pai- bien nutrida es siempre impredecible. sajes tan diversos como la técnica, la teoría, la ética, la estética, la religión, etc. “Nada de lo humano me es ajeno”, decía Sócrates, el La cuestión de la riqueza modelo platónico de persona. Algo similar parecen haber tenido como norte un Da Nuestra aproximación metafórica a las Vinci, un Pascal, un Chaplin. virtudes del alma nos puede ayudar a comprender la cuestión de la riqueza. Propongo José Luis Galimidi es Doctor en Filosofía (UBA). Especializado en filosofía política, es profesor en la Universidad de San Andrés. Un alma densa se sumerge con placer y pro- entender la riqueza como la capacidad efec- vecho en ambientes disímiles y en apariencia tiva que tiene una persona para disponer y incompatibles; empatiza con espacios confi- disfrutar a voluntad de bienes y bienestares gurados por saberes, normativas y producti- materiales y culturales, físicos y espirituales. vidades soberanos; conoce y aprende nuevas Así entendida, la riqueza, más que una can- maneras de ejercer y apreciar la calidad, la tidad objetiva, es una relación mutuamente Página 56 EMPRESA Nº208 E emf lperxei ó R sn a benéfica entre una persona y su mundo. De un lado, obviamente, para ser rico hace falta El lugar de la riqueza en la problemática del poder una dotación holgada de cosas, espacios, afectos, tiempo, seguridad, en fin, recursos, Como cualidad y como tarea del alma den- a los que llamaríamos el qué de la riqueza. sa y virtuosa, la riqueza, a su vez, ocupa un Sólo los santos o los muy sabios son ricos lugar central en la problemática del poder. meditando en la ermita, o sirviendo en los El poder es la capacidad de influir en otras barrios miserables de Calcuta. Pero, del otro voluntades con el propósito de conseguir, lado, es indispensable considerar quién es la conservar, expandir, profundizar, etc., algo persona que, eventualmente, va a disfrutar que uno considera que es bueno. Es un fe- de lo que está ahí a su alcance. nómeno presente en las diferentes áreas de actividad de los hombres -económica, políti- En este sentido, es evidentemente absurdo ca o ideológica-, y, en condiciones normales, medir la riqueza de alguien por su mera combina proporciones variables de consen- capacidad económica para comprar un so y coerción, de confianza y recelo. Stradivarius. Por razones simétricas, tampoco es del todo adecuado creer que la ri- En su nivel más elevado de coordinación queza se puede generar, como si fuera una cooperativa, el poder equivale a autoridad mercancía, o (re)distribuir, como si fuera legítima: muchas voluntades aceptan y hacen una utilidad. La riqueza está determinada propias las metas y procedimientos de alguien por lo que una persona es capaz de hacer, que, consideran, tiene títulos suficientes para entender, aprender, etc., a partir de aquello guiar un barco que los alberga a todos. Y en que su habilidad, su carácter y la suerte de su nivel más bajo y vulgar, el poder se reduce tener cerca gente buena pusieron entre sus a la disposición de recursos para obstruir, ma- manos; pero, más todavía, por lo que cada nipular, explotar o forzar. Podría decirse que la uno considera valioso y digno de ser desea- relación de poder se agota precisamente ahí do. Simplemente, y mal que le pese al rela- donde comienza el ejercicio de la violencia. Es tivismo hedonista posmoderno, no valen lo muy significativo el hecho de que, al quejar- mismo todas las metas. Nadie es más rico nos amargamente de un jefe inepto o de un que lo que haya podido aprender acerca de gobernante autoritario, tratemos de consolar- los dilemas de la riqueza. nos diciendo: “En el fondo, es un pobre tipo.” Verano 2012 Página 57 Las sociedades que mayor necesidad tendrían de ser bendecidas con una dirigencia vigorosa, lúcida y decente, son, precisamente, las que menores probabilidades tienen de querer exigirla. E emf lperxei ó R sn a En el mundo real, de tener una visión disminuida. entonces, el poder, en tanto capacidad Un poderoso “angosto de vista”, además de para impulsar me- ser candidato al fracaso, porque sólo puede tas propias, es una sentar gente mediocre en su mesa chica, forma eminente de ofende y oprime la natural y saludable la riqueza. Como tendencia a la expansividad del alma de tal, puede ser con- sus dirigidos. Y si se mira “desde abajo” se cebido, él mismo, advierte que las sociedades que mayor ne- con distintos grados cesidad tendrían de ser bendecidas con una de lucidez y pro- dirigencia vigorosa, lúcida y decente, son, fundidad. Nadie precisamente, las que menores probabilida- es más poderoso des tienen de querer exigirla. que su concepción Galimidi: “Empobrecidos por la escasez, la inseguridad, la falta de confianza recíproca, la indiferencia por el bienestar del semejante, el desprecio por el conocimiento, etc., los miembros de una sociedad desarticulada no tienen cómo advertir la distancia sideral que existe entre la temeridad y la valentía, la vanidad y la dignidad, la astucia y la inteligencia”. (o sus prejuicios) Empobrecidos por la escasez, la insegu- acerca de lo que sea ridad, la falta de confianza recíproca, la el poder. El poderío indiferencia por el bienestar del semejante, de un hombre rico el desprecio por el conocimiento, etc., los (esto es, no vulgar) miembros de una sociedad desarticulada es, necesariamente, no tienen cómo advertir la distancia sideral un poderío enrique- que existe entre la temeridad y la valentía, cedor. No solamente porque la generosidad la vanidad y la dignidad, la astucia y la in- sea una cualidad loable del alma (que lo es, teligencia. En tiempos de crisis el liderazgo sin duda), sino porque, básicamente, las al- noble y exitoso es, literalmente, un milagro. mas genuinamente grandes, por naturaleza, disfrutan y se benefician de la convivencia Y sin embargo, es inaceptable apartarse y, con otras almas sanas y luminosas, y del como dice el tango, dejar de pensar por- valor que éstas pueden aportarle al mundo que “a nadie importa si naciste honrao”. que los cobija. Nuestros pares, nuestros hijos, nuestro Dios (cada uno sabe ante quién rinde cuentas) El poderío de un hombre pobre, por su par- nos juzgarán por lo que hayamos intenta- te, es un problema muy humano. Podría do hacer con la cuota mayor o menor (en decirse que es el problema humano funda- última instancia, siempre es sumamente mental, a saber: cómo conseguir un orden menor) de poder económico, político o ideo- social que no funde su estabilidad sobre la lógico que nos fue dado administrar. Prima pobreza de sus gobernados, y, por ende, de en esto, como en casi todo lo meramente sus gobernantes y poderosos en general. Es humano, una lógica de lo imprescindible el problema que encara y responde, con una que se sabe a sí mismo insuficiente. postura desencantada, El príncipe de Maquiavelo (en especial, cf. Cap. 18). Tal vez venga a cuento, en lo que hace a la problemática del poder y la riqueza, aplicar Hay una trabazón recíproca entre el rango lo que aconsejaba Leo Strauss, un célebre de riqueza de una sociedad y el grado de filósofo de mediados del siglo XX, cuando calidad con el que ésta habilita y premia se le preguntaba cómo encarar una carrera el ejercicio del poder. El problema humano académica. “Estudiar mucho –respondía-, fundamental es muy complejo. Conside- y dar clase teniendo presente que siempre rando la situación “desde arriba” se ve que puede haber en el aula un estudiante, por el liderazgo de un alma pobre limita y em- lo general, de los más callados, altamente pobrece las metas de la empresa colectiva. superior a uno mismo en cuanto a sus cua- Tener anteojeras es una forma muy dañina lidades intelectuales y espirituales”. Página 58 EMPRESA Nº208