medio siglo de teatro. biografía de alejandro sieveking

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TEATRO DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
TEATRO DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
Alejandro Sieveking en Parecido a la felicidad,
puesta en escena de Víctor Jara, 1959.
Alejandro Sieveking,
medio siglo de teatro
Infatigable y multifacético, Alejandro Sieveking, autor de
conocidas obras como La Remolienda y La mantis religiosa,
es uno de los dramaturgos vivos chilenos más importantes del
siglo XX. Más de cincuenta años de trayectoria, marcados por
un exilio de diez años, le han valido reconocimiento, premios y
homenajes.
La trayectoria teatral de Alejandro Sieveking como dramaturgo
y actor, inicia en la década de 1950, por lo cual la crítica teatral
y literaria lo inscribe dentro del conjunto de dramaturgos
denominado Generación del 50 o Generación de los Teatros
Universitarios.
Oriundo de Rengo, en la sexta región, a sus 21 años, el joven
Sieveking escribe su primera obra Encuentro con las sombras
para ser representada en el I Festival de Aficionados del Teatro
Antonio Varas, en 1955. Motivado por esta experiencia, decide
dejar la carrera de Arquitectura para incorporarse a la Escuela de
Teatro de la Universidad de Chile, en 1956, donde se desarrollaría
como dramaturgo y daría lugar a sus primeros trabajos, siendo
tempranamente considerado uno de los autores más valiosos y
prolíficos de su generación. Asimismo, sería durante este período
y en dicho contexto, que entablaría amistad y vínculo profesional
con personas que se convertirían en importantes influencias para
él, sobre las tablas y en la vida misma, como fue el caso de su
compañero de estudios, Víctor Jara, quien dirigió sus primeras
creaciones, y la actriz Bélgica Castro, profesora, compañera de
labor y esposa, hasta el día de hoy.
Su primera obra de renombre, que a su vez inaugura una de las
vertientes a las que adscribe parte de su dramaturgia, se estrenó
en 1957, durante el II Festival de Alumnos de la Escuela de Teatro.
La pieza, titulada Mi hermano Cristián, fue dirigida por Raúl Rivera
y contó con la participación de Sieveking como actor. Abordando
como temática un drama familiar escenificado al interior
de las habitaciones de una casa, esta obra ha sido clasificada
dentro de la categoría estética del Realismo Psicológico (o
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Alejandro Sieveking en Parecido a la felicidad,
puesta en escena de Víctor Jara, 1959.
neorrealismo psicológico), que focaliza el punto de vista en uno
de los personajes o protagonistas, logrando así imprimir especial
intensidad al retrato de dicha subjetividad.
Dentro de esta misma tendencia e incorporando una perspectiva
social, cabe la obra Parecido a la felicidad (1959), segunda
participación en el certamen de la Escuela de Teatro, esta vez
en colaboración con Víctor Jara como director y Bélgica Castro
en uno de los roles. La obra se centra en un triángulo amoroso;
pero transcurre también en un espacio cerrado, al interior de
un departamento donde se encuentra la pareja protagonista.
La recepción de esta obra por parte del público, la crítica y la
academia fue excelente, tanto así que, a pesar que ambos,
dramaturgo y director, eran todavía estudiantes, se exhibió
en el Teatro Antonio Varas, cuya cartelera se reservaba para
espectáculos profesionales.
El año 1959 podría considerarse un año decisivo en la carrera
de Alejandro Sieveking, en términos de su entrada definitiva
a la escena teatral nacional y su posicionamiento en el medio
profesional como un joven dramaturgo con una promisoria
trayectoria por delante. Asimismo, queda de manifiesto una de
las características más notables del autor: su fecunda creatividad
y una prolífica producción de varias obras al año. Como indicio
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Dentro de este período cabe señalar la obra Todo se fue-se
irá-se al diablo (1968) por presentar una innovación en la
dramaturgia de Sieveking, experimentando con una pieza
constituida de escenas fragmentarias cuya continuidad
se ve alterada por saltos temporales, mediante el recurso
del flashbak cinematográfico, según el cual, el tiempo
presente de la acción se ve interrumpido por la evocación
(representación) de hechos pasados.
A partir de entonces, comienza una nueva etapa en la producción
del autor, quien da por superado el realismo psicológico, aunque
ciertos rasgos de la poética que ensaya en este período subsistirán
o volverán a emerger más adelante. Comienza entonces el período
denominado Realismo Folclórico (o folclórico-poético), en el que
se enmarcan algunas de sus obras más célebres como Ánimas
de día claro (1962) y La Remolienda (1965), ambas dirigidas por
Víctor Jara y con elencos conformados por connotados actores
y actrices, cosecharon un gran éxito e incluso la primera de éstas
partió en gira por Latinoamérica con el respaldo del Ministerio
de Relaciones Exteriores chileno. Por su parte, La Remolienda
se ha constituido como uno de los clásicos del teatro nacional
y se ha vuelto a montar en numerosas ocasiones, por distintas
compañías, hasta el día de hoy. Un aspecto importante de esta
veta en la dramaturgia de Sieveking es la incorporación de la
música y la danza como recurso no meramente incidental, sino
que contribuye directamente a la representación en escena.
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en lo panfletario, sino desde una perspectiva crítica que
observa el estancamiento a que han conducido el sistema
y la distribución de los poderes políticos y económicos.
del reconocimiento que aguarda a su dramaturgia, las dos obras
que estrena ese año, Parecido a la felicidad y La madre de los
conejos se adjudican el Premio Municipal y la primera mención
en el Concurso del Instituto del Teatro de la Universidad de Chile
(ITUCH), respectivamente.
La preocupación de Sieveking por los sujetos y temáticas
representados durante los períodos comentados hasta ahora,
responde a un propósito del autor, transversal a toda su
producción, esto es, la intención de hacer un teatro accesible
para el gran público y que permita al espectador identificarse y
sentir aquello que transmite la obra. Este rasgo es relevante pues,
a lo largo de su trayectoria, incluso cuando ha experimentado con
estéticas teatrales vanguardistas, ha sido consecuente con dicho
cometido, el cual pasa a constituir parte de su poética personal.
De tal manera, Alejandro Sieveking no sólo logró instalarse
como uno de los dramaturgos más destacados de su generación
sino, al mismo tiempo, se convierte en un autor que reivindica
la importancia del texto dramático, independientemente de las
incursiones del teatro chileno en metodologías contemporáneas
de creación que desdibujan las figuras de dramaturgo y director
(teatro taller; creación colectiva). En este sentido, otro aspecto
importante de la dramaturgia de Sieveking es la minuciosa
acotación que hace del texto, a fin de facilitar el proceso del
actor para realizar una interpretación adecuada potenciando
sus destrezas histriónicas, y encontrando el personaje sin ser
intervenido en demasía por el autor y/o el director.
Bélgica Castro en Pequeños animales abatidos, Costa Rica, 1974.
En 1971 se crea la compañía Teatro del Ángel, conformada
por Alejandro Sieveking, Bélgica Castro, Ana González,
Luz María Sotomayor, Luis Barahona y un pequeño
equipo técnico, quienes a modo de cooperativa toman
a su cargo y reconstruyen una deteriorada sala de teatro
y cine ubicada en el centro de Santiago. La apertura de
dicho proyecto se llevó a cabo en 1971 con el estreno
de La mantis religiosa, escrita y dirigida por Alejandro
Sieveking. Esta obra alcanzó un éxito considerable y fue
ampliamente comentada en los medios especializados.
A fines de la década del ‘60 y durante los años ’70, la mayor parte
de sus trabajos adopta un estilo identificado como Realismo
Crítico-Social, cuyas obras tienen en común la representación de
los conflictos sociales que se manifestaban durante el período
anterior al golpe de estado de 1973 y la experiencia de dolor y
desconcierto que embarga a aquellos que padecen el régimen
dictatorial que se instala a partir de esa fecha. Las obras que
adscriben a este período desarrollan temáticas vigentes a partir del
contexto social y político, que por lo tanto resultan recurrentes en
la dramaturgia de otros exponentes del período. Particularmente,
existe una crítica a la clase media acomodada y la visibilización de
problemáticas que afectan a los grupos marginales, evidenciando
el patetismo de una existencia determinada por el deseo de
ascenso económico y social, el arribismo y la imposibilidad de
acceder al estatus ambicionado por personajes relegados a una
condición de desacomodo y descontento. Hay aquí un llamado
de atención sobre la urgencia de una sociedad mejor, sin caer
Pero el golpe de estado de 1973 impactó profundamente a los
esposos Alejandro Sieveking y Bélgica Castro por la detención y
crudo asesinato de su amigo Víctor Jara, compañero sobre las
tablas desde la época universitaria y con quien compartieran el
éxito de sus primeras obras en conjunto. De forma que en 1974
emprenden con la compañía una gira que los lleva a Costa Rica,
donde el matrimonio decide permanecer en el exilio, hasta
1984. Se quedan con ellos el actor Luis Barahona y el productor
Dionisio Echeverría, con quienes restauran el Teatro del Ángel en
el país centroamericano. En 1978 estrenaron Pequeños animales
abatidos, obra de carácter testimonial, que trata de manera
alegórica la experiencia del golpe militar en Chile. Si bien,
durante este período, la prolífica actividad de Sieveking se vio
disminuida, esta obra escrita en 1975, obtuvo el premio Casa de
las Américas.
Luego de su retorno a Chile y posteriormente durante los ’90,
Alejandro Sieveking se vuelca nuevamente a la escritura de
una dramaturgia vigente, incisiva y crítica, retomando algunos
elementos de su obra anterior, como los personajes del mundo
popular, y explorando temas como la nostalgia, el paisaje
urbano y el mismo proceso creativo, retratando a intelectuales
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Escena de La madre de los conejos, 1961.
y escritores. Por otra parte, incursionó en el género narrativo,
publicando dos novelas, La señorita Kitty (1994) y Bella cosa
mortal (2007), así como en las artes visuales, realizando una
colección de cuadros realizados con la técnica del collage. El año
2008 ganó un premio Altazor por su actuación en la película La
vida de mata, del joven director chileno Sebastián Silva, en la cual
participa con su esposa Bélgica Castro.
Su última obra, Todo pasajero debe descender, aborda la
situación vivida en Chile luego del terremoto de 2010, y fue
escrita pensando en Bélgica Castro como intérprete de uno de
los roles, como hiciera en variadas ocasiones y continuando así
su trayectoria teatral compartida.
Fuentes
- Castedo-Ellerman, Elena: El teatro chileno de mediados del siglo XX. Editorial Andrés Bello, 1982:
Santiago
- Guerrero del Río, Eduardo: “Sieveking: diversas modalidades del realismo”, Prólogo a: Alejandro
Sieveking Antología de obras teatrales, Universidad Finis Terrae y Ril Editores.
- Jara, Joan: Un canto truncado. Lom Editores: Santiago.
- Piña, Juan Andrés: 20 años de teatro chileno 1976-1996. Ril Editores, 1998: Santiago.
- Sepúlveda Corradini, Gabriel: Victor Jara: hombre de teatro. Editorial Sudamericana, 2001
recursos de Internet
Memoriachilena (www.memoriachilena.cl)
Chileescena (www.chileescena.cl)
dIaMeLa díaz. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica, mención Literatura, Universidad de
Chile. Máster en Estudios Latinoamericanos, mención Literatura, Universidad de Salamanca, España.
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