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INTERVENCIÓN DEL MINISTRO
EN NUEVA ECONOMÍA FORUM
13 de diciembre de 2007
Hace un par de años me encontraba en un foro como éste compartiendo
con los asistentes reflexiones sobre la importancia de la cultura española en el
exterior como imagen de país y como elemento de peso en el mundo. Saben
ustedes, y lo vuelvo a repetir, el gran honor que fue dar a conocer en el mundo
lo que ha sido y lo que es España y su variada y diversa cultura. No puedo
dejar de tener un recuerdo especial hacia todos los que me acompañaron en
ese trabajo y animar a los que lo continúan ahora.
Hoy vuelvo a estar en un auditorio amigo, en condición de máximo
responsable de cultura de este país. Mi llegada al ministerio con ocho meses
de legislatura pendientes, como la de otros ministros, suscitó rápidamente un
comentario sobre lo que se podía hacer en la gestión de la cultura en tan poco
tiempo.
Creo que hoy, cuando sólo han transcurrido cuatro meses, nadie se
plantea ya esa pregunta. Pienso que, por lo tanto, conviene en este momento
hacer un repaso de la situación actual de los temas que nos preocupan.
Durante esta legislatura el gobierno ha hecho realidad, en todas las
vertientes, un ambicioso proyecto para este país. Este proyecto también se ha
extendido a la cultura.
En anteriores etapas se diluyó la cultura, subordinándola a otros ámbitos
de la acción de gobierno. Y ha sido el actual gobierno quien la ha puesto de
nuevo en el lugar que le corresponde, partiendo de la consideración de que el
Estado tiene una función decisiva en su promoción y difusión.
Por tanto, me gustaría reivindicar con fuerza el binomio cultura-política;
es decir, la necesidad de una política cultural. La política cultural es tan garante
de la solidaridad, de la equidad social y del equilibrio territorial como pueden
serlo la política ambiental, la política de transportes y de infraestructuras, o la
política energética. La ciudadanía tiene inquietudes culturales, quiere
desarrollarse intelectualmente, necesita acceder a la cultura, consumir cultura y utilizo este verbo no en su vertiente economicista y pecuniaria, sino en su
lado más humano-.
Vivimos en una sociedad del ocio donde el incremento de renta, el
mayor tiempo libre y la mejora educativa han llevado aparejado un importante
aumento de la demanda de bienes y servicios culturales. Esta es una de las
razones, aunque no la única, por la que este gobierno ha querido sacar a la
política cultural del olvido al que ha estado condenada por los ejecutivos
anteriores.
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Hay hechos y datos incontestables que evidencian el compromiso
asumido en esta legislatura para revitalizar la cultura.
El que se haya recuperado el Ministerio de Cultura no es algo menor,
como antes indicaba. Y esa recuperación ha estado rubricada con hechos
concretos:
-
En sólo cuatro años se ha incrementado un 42% el presupuesto
destinado a esta área de su acción. Concretamente, para 2008, y si
bien aún no están aprobados de forma definitiva los presupuestos
generales del Estado, hemos pasado ya de una previsión inicial de
874 millones de euros a una previsible dotación de 918 millones, lo
que supondría un incremento del 10,46% respecto de los
presupuestos del 2007.
-
Hemos mejorado el diálogo y la cooperación con las Comunidades
autónomas, titulares de una parte importante de las competencias en
cultura y patrimonio.
-
Hemos llevado a buen puerto actuaciones, tan significativas y durante
tanto tiempo esperadas, como la ampliación del Prado, y hemos
proyectado la cultura española por todo el mundo, utilizando nuestra
lengua como un verdadero ariete que nos ha permitido traspasar
barreras antes infranqueables.
Algunos datos presupuestarios reflejan con nitidez este compromiso con
la cultura. Así, hemos pasado de una inversión en bibliotecas públicas de 61
millones de euros en el último presupuesto del gobierno del Partido Popular, a
más de 105 millones de euros en el presupuesto para el próximo año.
Si nos atenemos al esfuerzo presupuestario realizado en la compra de
libros para las bibliotecas públicas, se observa que cuando llegamos al
gobierno nos encontramos con que apenas se destinaban a este fin 129.000
euros. Pues bien, el año que viene el gobierno va a invertir 20 millones en la
dotación de las bibliotecas y a ellos se sumarán, gracias a los convenios
firmados, otros 20 millones más, aportados por los gobiernos autonómicos, lo
que eleva la cifra a 40 millones de euros.
En la anterior legislatura se destinaron 47 millones de euros al apoyo a
nuestro cine: el año que viene este gobierno va a invertir más del doble, 105
millones de euros, en la revitalización del sector. Valga también como ejemplo
el incremento presupuestario que se ha registrado en la conservación y
restauración de bienes culturales, que ha pasado de 28 millones en 2004 a los
más de 50 millones de euros previstos en 2008.
Desde mi incorporación al Ministerio, el trabajo que se ha realizado
podría resumirse en dos líneas de actuación básicas.
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o
En primer lugar, se han resuelto desde el diálogo y el consenso con la
sociedad y el resto de las fuerzas políticas los problemas que afectaban a
algunos proyectos y actuaciones importantes. Como ejemplos puedo citar la
tramitación ya casi finalizada de la futura Ley del Cine, que esta semana ha
obtenido también la aprobación del Senado previa a su regreso al Congreso
para su trámite final, o la creación del Centro de la Memoria Histórica de
Salamanca.
Por cierto, me gustaría reconocer aquí y ahora el esfuerzo realizado por
todos los grupos parlamentarios en el Congreso y en el Senado durante toda la
legislatura, y en especial por el grupo socialista. Sin su esfuerzo hubiera sido
misión imposible aprobar y sacar adelante estas propuestas.
o
Hay una segunda línea de actuación que ha impregnado el trabajo en
estos últimos meses: sentar las bases para preparar al Ministerio ante los retos
que tiene España en materia de política cultural en este siglo XXI.
En septiembre de este año, el Consejo de Ministros aprobó, a propuesta
del ministerio de Cultura, un Plan de Modernización de Instituciones Culturales
cuyo objetivo es acomodar la gestión y el trabajo de las instituciones públicas
en materia de cultura a los nuevos hábitos y a las nuevas herramientas de
gestión que caracterizan a la sociedad avanzada en la que vivimos.
Un ejemplo de ello es el proceso para la elección del nuevo director del
Museo Reina Sofía que, como probablemente saben ustedes, se está
realizando mediante un concurso internacional abierto del que, en los próximos
días, surgirá el nombre del candidato más adecuado. La Biblioteca Nacional, el
Consejo Estatal de las Artes Escénicas y de la Música, el Consejo Artístico del
Auditorio Nacional, o la reforma de los Estatutos del Patronato del Teatro Real,
han sido también ámbitos en los que está aplicándose el Plan de
Modernización.
Hay otros proyectos, impulsados en las últimas semanas, de los que me
gustaría hablarles, aunque fuera muy brevemente. En primer lugar, se ha
llegado a un acuerdo con TVE para poner en marcha un canal televisivo
dedicado exclusivamente a la cultura; este canal va a constituir un auténtico
hito en términos de comunicación, ya que facilitará a la población española y de
habla hispana el acceso a contenidos culturales muy variados. Estoy
convencido de que la Televisión Cultural es una de las mayores aportaciones
que puede hacer un gobierno a la difusión de nuestra rica variedad cultural.
El último Consejo de Ministros del mes de noviembre ha aprobado varias
iniciativas a propuesta del Ministerio de Cultura, entre las que me gustaría
destacar la creación del Centro Nacional de Artes Visuales, con el que
queremos corregir una enorme laguna que tienen las instituciones estatales en
la conservación y difusión de los bienes culturales relativos a la fotografía, el
cine, el vídeo y la televisión, así como en la promoción y extensión de las
expresiones artísticas audiovisuales y de todas las derivadas de las nuevas
herramientas de la información y la comunicación.
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También ha sido autorizado el Plan Nacional de Protección del
Patrimonio Arqueológico Subacuático, de evidente necesidad y candente
actualidad, y cuyo espíritu fue aplaudido con entusiasmo por los ministros de
cultura en el último Consejo de Ministros de la UE, donde tuve la satisfacción
de presentarlo con el objetivo de que sus principios puedan inspirar una
actuación conjunta en las costas comunitarias.
En lo que respecta a la esfera bibliotecaria, se han adoptado medidas
para favorecer la coordinación de las bibliotecas de la Administración del
Estado; para poner en funcionamiento el Consejo de Cooperación Bibliotecaria
con las Comunidades Autónomas y, finalmente, para la creación del
Observatorio del Libro y la Lectura, que actuará como foro de análisis entre
administraciones públicas y sector privado.
En acuerdo con CONACULTA, nuestros homólogos mexicanos, y dentro
de las acciones de cooperación con Iberoamérica, celebraremos el I Congreso
Iberoamericano de Cultura en octubre de 2008, que tendrá como tema central
el cine.
Decía antes que tenemos que preparar nuestras instituciones y
organizaciones para el futuro. Estamos dando ya algunos pasos en esa
dirección y me gustaría, antes de acabar esta intervención, dibujarlos con unas
breves pinceladas, a manera de reflexiones.
Creo que uno de los retos ineludibles de este país pasa por un proceso
de verdadera democratización del acceso a la cultura como servicio público y
del proceso de creación artística. Antes comentaba que la cultura es un factor
determinante del desarrollo de un país. El bienestar social puede medirse con
muchos indicadores, pero también es mensurable a través de los indicadores
culturales. Y para que la cultura forme parte de la columna vertebral del
desarrollo de un país es preciso que nos ocupemos de su difusión.
Un gobierno como éste tiene un compromiso con los autores más
consagrados, que nos dan prestigio como país, con las grandes obras de
recuperación de nuestro patrimonio, con la construcción de grandes
contenedores culturales, pero también, y me atrevería decir que ante todo,
tiene un compromiso ineludible con el acceso a la cultura de todos los
ciudadanos, garantizando la igualdad de oportunidades tanto en el acceso
como en la producción artística.
Queremos poner las bases para que nuestro país tenga, en pocos años,
una nueva generación de creadores como las que ha tenido en otros
momentos de nuestra historia.
Los intelectuales que deben ser la conciencia crítica de nuestro futuro
más inmediato están formándose en estos momentos. Ahí tenemos una clave.
Por eso hemos multiplicado por doscientos la inversión en compra de libros
para las bibliotecas; por eso queremos llevar el cine a los colegios; por eso
queremos mejorar el acceso a la cultura desde los primeros momentos de la
etapa escolar; por eso queremos que las expresiones artísticas no sean sólo
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actividades del tiempo libre, sino que estén articuladas en los segmentos
educativos.
También ha llegado el momento de acabar con una idea engañosa, que
aún se sostiene en ciertos foros de debate, y que predica que las inversiones
públicas en cultura, en sus industrias o en el patrimonio histórico, son dinero
gastado baldíamente. Lo cierto es justamente lo contrario. El Estado tiene una
obligación con los ciudadanos y con los creadores, que no sólo es un mandato
constitucional, sino que también es sinónimo de un país moderno.
Me atrevería a afirmar que la inversión del Estado en cultura es una
inversión inteligente. Se trata de una inversión con alta rentabilidad social, que
genera empleo y efectos inducidos en las economías locales y regionales y que
en definitiva, crea riqueza y bienestar en nuestra sociedad. Cada vez existen
más datos que respaldan esta afirmación y que revelan la importancia de la
contribución, tanto directa como indirecta, al PIB nacional de intangibles como
la lengua española.
Además, para avalar la rentabilidad de la inversión en cultura, pueden
manejarse datos como el espectacular crecimiento anual del sector cultural,
que presenta una tasa media acumulativa del 6,2%. Un estudio concluido este
año por el Ministerio de Cultura ha estimado que la aportación al PIB nacional
del sector cultural se sitúa en un nada despreciable 3,2%, y más del 50 % de
esta aportación la protagonizan las fases de creación y producción; es decir el
proceso previo a la conversión del producto cultural en un objeto de consumo.
Tenemos otros desafíos pendientes en el futuro. Uno de ellos es
mejorar la cooperación y la colaboración con las otras Administraciones.
Esta faceta es consustancial a todos los ámbitos del gobierno del Estado. Lo
estamos haciendo ya, pero queremos redoblar los esfuerzos para trabajar en
coordinación con las administraciones territoriales, y conseguir que se
mantenga y se mejore, si es el caso, el equilibrio territorial, la solidaridad y la
equidad social en el acceso a la cultura.
España ya no es un país centralista y hemos de tratar de actuar desde
un doble criterio: incrementar la cooperación con las Comunidades autónomas
y los Ayuntamientos, protagonistas de una parte importante de las políticas
culturales. Esta meta hay que conjugarla con una mayor presencia del
Gobierno de España en todos los territorios, para lo que habrá que concertar
con las administraciones territoriales las acciones a llevar a cabo.
Tenemos muchos otros proyectos para el futuro, y algunos de ellos los
estamos ya perfilando, como la extensión de la Red de Bibliotecas Públicas a
grandes ciudades, aunque no sean capitales de provincias.
Finalmente, el otro gran reto al que deberemos enfrentarnos es la
mejora en la coordinación de la promoción de la cultura española en el
exterior.
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Nuestra cultura tiene una gran pujanza y España tiene en ella una
herramienta de enorme potencial para abrir mercados en otros países, para
facilitar los intercambios económicos y sociales y para mejorar y extender
nuestras relaciones diplomáticas con otras culturas y países. Hace falta, por lo
tanto, que la promoción de la cultura en el extranjero se realice con la
necesaria coordinación entre todos los agentes públicos que intervienen en
ella, para aprovechar las economías de escala y conseguir los objetivos que
nos hemos fijado como país.
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Os comentaba al principio que formo parte de un gobierno que cree en la
cultura como motor de desarrollo económico y social de un país. Comparto la
visión de la política que tiene el Presidente del Gobierno, como foro público
donde resolver los conflictos inherentes a toda sociedad diversa y plural. En
definitiva, la política como elemento aglutinador de todo lo que somos y
significamos como individuos dentro de una sociedad libre y democrática.
También comparto con el Presidente el valor que otorga al poder de las
palabras. Como escritor y periodista siempre lo he reivindicado y ahora que
estoy en el gobierno lo seguiré haciendo.
Defendiendo, como uno más, un proyecto colectivo que durante los
últimos cuatro años ha sabido dotar a la sociedad española de más riqueza, de
más desarrollo, de más derechos, de más bienestar social y, también, de más
cultura. Por ello trabajaremos con energía, para continuar este enorme reto
colectivo que es mejorar la vida de toda la ciudadanía de nuestro país.
Muchas gracias por vuestra atención.
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