El intento del Gobierno de implantar una nueva cultura de

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06/05/2015
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El intento del Gobierno de implantar una nueva cultura de
contratación en las Administraciones Públicas es merecedor de un
voto de confianza. Las malas prácticas en el sector público están en
el origen de numerosos casos de corrupción desvelados en los
últimos años, además de haber tenido un elevado coste para el
bolsillo de los contribuyentes. De ahí la necesidad de establecer
cortafuegos que, cuando menos, dificulten al máximo la malversación
de fondos y las adjudicaciones irregulares tanto en los diferentes
estratos de la Administración (a nivel estatal, autonómico y
municipal) como en las organizaciones que se financian
mayoritariamente con dinero público (partidos políticos, sindicatos,
patronales, fundaciones, etc.). En esta línea, resultaba imprescindible
cortar de raíz y de una vez por todas la posibilidad de que se
adjudiquen contratos sin publicidad, puesto que la práctica ha
demostrado que esta alternativa ideada para agilizar la burocracia en
las compras de servicios o suministros inferiores a 60.000 euros y
en las obras con un presupuesto menor a los 200.000 euros se ha
convertido en un coladero para las concesiones “a dedo”: el 42% de
los contratos se han otorgado en el último año por esta vía. Aprovechando las potencialidades de difusión de Internet, el
Gobierno hará que se publiquen todos los contratos de las
Administraciones y organismos que usen dinero público. Un avance
notable en transparencia y digitalización del sector público, que no
empece para que se refuercen los mecanismos de control a
posteriori de las adjudicaciones y del uso de los fondos. El actual
sistema de contratación, reformado por el anterior Ejecutivo en 2007,
mereció una durísima reprobación del Tribunal de Cuentas por la falta
de mecanismos para garantizar que se cumpliesen los criterios de
publicidad, concurrencia y transparencia, dando lugar a graves
anomalías como operaciones no justificadas o sin estudio de su
coste, deficiencias para fijar los precios de los contratos o la
existencia de pagos superiores a lo facturado. Por ello, junto al
incremento de los controles legales, es condición sine qua non para
combatir eficazmente la corrupción que todos los gestores públicos
pongan en práctica principios rectores esenciales como la eficiencia,
la asignación adecuada de recursos y la rendición constante de
cuentas a la ciudadanía.
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