Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Presentación Marcela Contreras Director of Diagnostics, Development & Research. National Blood Service. Reino Unido. Professor of Transfusion Medicine. Royal Free and University College Hospitals Medical School. Londres. Reino Unido. Hasta donde yo conozco, esta es la primera vez que diversos profesionales relacionados con el área de la medicina transfusional han aunado esfuerzos para elaborar un documento de recomendaciones basadas en la evidencia sobre alternativas a la transfusión de sangre. En otros países se han publicado, ya sea por grupos pequeños de especialistas, por el Ministerio de Salud o autoridades de más rango, directrices que han resultado ser insuficientes e incompletas. Nuestros colegas españoles merecen ser felicitados por haber conseguido formar el equipo multidisciplinario de intensivistas, anestesiólogos, hematólogos y hemoterapeutas para escribir este excelente compendio que incluye todo el conocimiento de vanguardia en lo que se refiere a alternativas a la medicina transfusional, seguido por recomendaciones para cada caso. Estas recomendaciones se dan de acuerdo al grado de evidencia adquirido después de realizar una profunda revisión de la bibliografía disponible por equipos competentes. Es encomiable y oportuno que España, como nación, sea el primer país en abordar el tema de alternativas a la transfusión de sangre alogénica, de forma profesional, objetiva y científica. Los autores establecen claramente y de forma inequívoca que la evidencia para las alternativas no siempre tienen el nivel que sería deseable. Sin embargo, por lo menos deberíamos recordar que la base de evidencia de que la transfusión de sangre alogénica es beneficiosa para los pacientes es, asimismo, muy escasa. Es bien conocido que, en todo el mundo, es cada vez más difícil satisfacer la necesidad de sangre segura alogénica para transfusión. Muchos países con índices de desarrollo alto, mediano y bajo están luchando para poder satisfacer la demanda de sangre. Es cada vez más difícil encontrar donantes voluntarios y altruistas, que vuelvan a donar de forma fiel y reiterada. Los criterios de exclusión del donante se han vuelto cada vez más estrictos; los procedimientos para procesar estas donaciones y las pruebas de laboratorio que se han de realizar se han vuelto cada vez más complejos y onerosos, y el conjunto de normas legales aplicables, progresivamente más exasperante. Además, los medios de comunicación y las empresas comerciales tienen mucho interés en incrementar la percepción de los riesgos de las infecciones transmitidas a través de transfusiones, y ocasionalmente acerca de otros riesgos de la transfusión, por lo que imponen pruebas de tamizaje de la sangre cada vez más caras y complejas. Sin embargo, muy pocos países han afrontado como estado, en forma de consenso de especialistas clínicos, la pertinencia de la transfusión y, especialmente, la disponibilidad de alternativas a la transfusión de sangre alogénica que, en muchos casos, pueden ser medidas más rentables y más seguras que la propia transfusión. La reunión de consenso en Sevilla fue vibrante y con muy amplio quórum. Participaron colegas de la mayoría de las comunidades autónomas, que olvidaron su regionalismo por el bien del paciente. Espero que el resto de la comunidad europea y la comunidad internacional en general sigan el ejemplo o incluso imiten el gigantesco esfuerzo realizado por este excelente grupo multidisciplinario en España. El logro del Dr. Ramón Leal como coordinador habla por sí mismo. Nuestros colegas españoles deben ser felicitados por su gran trabajo. No tengo ninguna duda de que a corto plazo comenzarán a cosechar las recompensas de su esforzado trabajo y que la sangre alogénica se reservará para los pacientes que realmente la necesitan y que no tienen una alternativa. Espero que este excelente trabajo sea ampliamente difundido y que induzca a los que prescriben sangre a pensar seriamente acerca de las alternativas al tratar a sus pacientes. Este documento es lectura obligatoria para los médicos jovenes y para todos los especialistas que prescriben sangre en España. Disfruté enormemente leyendo el manuscrito y me siento honrada de estar asociada con este entusiasta grupo de profesionales y de que me hayan invitado a escribir esta introducción. Recomiendo la lectura del documento de todo corazón. Los capítulos son muy concisos, fáciles de leer y con referencias bien seleccionadas y actualizadas. Los autores no son prescriptivos y dejan al clínico/lector que decida por sí mismo cuál es el mejor tratamiento para sus pacientes, aunque eso sí, bien pertrechado con toda la evidencia disponible. Por tanto, este documento es un excelente ejemplo de buena defensa de la libertad clínica. Med Clin (Barc). 2006;127(Supl 1):1 1