Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia 10 LA CARIDAD POLÍTICA. L A S UB S I DI ARI E DAD. EL COMPROMISO SOCIO-POLÍTICO DE L L AI C O “Si alguno dice: Amo a Dios y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve” (1 Jn 4,20). LA CARIDAD POLÍTICA La respuesta a un Dios que se ha revelado en la historia como amor atento a las circunstancias concretas en que viven las personas, no puede ser otra que hacernos afines a Él amando a quienes Él ama y amándolos como Él los ama (Jn 13, 34-35), cada ser humano se hace semejante a Dios en la medida en que se convierte en alguien que ama. Esto es vivir la caridad, vida de comunión con Dios y con los demás. Precisamente porque se recibe de Dios, la caridad se convierte en mandamiento para el hombre. Es más, el amor es la ley fundamental y el objetivo esencial de la vida, es el vínculo de la perfección que constituye el criterio supremo y universal de toda la ética social. “Hemos recibido de Él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Jn 4,21). “La afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia. El amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios”… “Haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el amor al prójimo. Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un ´mandamiento´, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro” (DCE 16, 1). Es imposible separar la relación que hay de la persona con Dios y la responsabilidad de aquella frente al prójimo en cada situación histórica (Mc 12, 28-34; Mt 22, 39; CDSI 40; DCE 18; CCE 1878). Es más, existe una profunda semejanza entre la unión de las personas divinas y la fraternidad que los humanos debemos instaurar entre nosotros (GS 24,3). Por eso el amor abstracto, sin ninguna manifestación concreta, no es amor, porque el amor necesita siempre de mediaciones: (En la parábola del Buen Samaritano) “Se universaliza el concepto de prójimo, pero permaneciendo concreto. Aunque se extienda a todos los hombres, el amor al prójimo no se reduce a una actitud genérica y abstracta, poco exigente en sí misma, sino que requiere mi compromiso práctico aquí y ahora… Se ha de recordar de modo Los siguientes textos expresan con rotundidad la implicación mutua e inseparabilidad entre el amor a Dios y el amor al prójimo: 1 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia particular la gran parábola del Juicio final (cf. Mt 25, 31-46), en el cual el amor se convierte en el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana. Jesús se identifica con los pobres: los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, enfermos o encarcelados. « Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis » (Mt 25, 40). Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (DCE 15; cf DCE 31). “En muchos aspectos, el prójimo que tenemos que amar se presenta "en sociedad", de modo que amarlo realmente, socorrer su necesidad o su indigencia, puede significar algo distinto del bien que se le puede desear en el plano puramente individual: amarlo en el plano social significa, según las situaciones, servirse de las mediaciones sociales para mejorar su vida, o bien eliminar los factores sociales que causan su indigencia. La obra de misericordia con la que se responde aquí y ahora a una necesidad real y urgente del prójimo es, indudablemente, un acto de caridad; pero es un acto de caridad igualmente indispensable el esfuerzo dirigido a organizar y estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer la miseria" (CDSI 208). Amor personal: Se mide por la referencia al otro por hacerse prójimo del otro, por entrar en relación con el otro; prójimo es “otro yo” (CCE 1931), aquél que Dios pone en el camino de mi historia personal, “es cualquiera que tenga necesidad de mi y que yo pueda ayudar”… (DCE 15). Es el amor del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37), que responde a una necesidad inmediata en una determinada situación; el samaritano no se contentó con salir del paso a medias: lo curó, lo vendó, lo cargó, lo llevó a una posada y pagó todo lo necesario; por tanto, es un corazón que ve y actúa en consecuencia. “…Es necesario que se muestre la caridad no sólo como inspiradora de la acción individual, sino también como fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos. En esta perspectiva la caridad se convierte en caridad social y política: la caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une” (CDSI 207). Amor social: Tiene en cuenta a la persona en su situación concreta, como ser social: sus derechos y sus carencias para tener una vida digna. Por eso el amor se concreta no sólo mirando la persona como individuo, sino en el conjunto de interrelaciones y dependencias entre personas, ambientes y estructuras que existen en la sociedad, orientándolas al bien de todas las personas, y participando en la construcción de la justicia que les pertenece. Esta es la manifestación del amor político o caridad política: 2 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia A la pregunta que hizo el doctor de la Ley, “¿quién es mi prójimo?” (Lc 10,29), podemos responder: “Fulano de tal, que no tiene trabajo”, en tal caso la caridad se manifestará en obras de asistencia y promoción individual. Pero también podemos responder: los cientos y miles de parados que hay en nuestro país, las multitudes hambrientas de los países del sur… en tal caso la caridad se manifestará por una acción política. “El amor al prójimo y la justicia son inseparables. El amor es ante todo exigencia absoluta de la justicia, es decir, reconocimiento de la dignidad y de los derechos del prójimo. La justicia, por su parte, no alcanza su plenitud interior sino en el amor” (Sínodo de 1971). “Para que ese ejercicio de la caridad sea verdaderamente extraordinario y aparezca como tal, es necesario… que se satisfaga ante todo a las exigencias de la justicia, y no se brinde como ofrenda de caridad lo que ya se debe por título de justicia” (AA 8 e). “Vista la dimensión mundial que ha adquirido la cuestión social, este amor preferencial, con las decisiones que nos inspira, no puede dejar de abarcar a las inmensas muchedumbres de hambrientos, mendigos, sin techo, sin cuidados médicos y, sobre todo, sin esperanza de un futuro mejor [...]. Nuestra vida cotidiana, así como nuestras decisiones en el campo político y económico, deben estar marcadas por estas realidades” (SRS 42). “La caridad que ama y sirve a la persona no puede jamás ser separada de la justicia: una y otra, cada una a su modo, exigen el efectivo reconocimiento pleno de los derechos de la persona, a la que está ordenada la sociedad con todas sus estructuras e instituciones” (CL 42). Podríamos definir la caridad política o socialmente mediada como la entrega de la propia vida al servicio del prójimo, a través de las instituciones que deben estar orientadas al bien común, con una preocupación especial por la defensa de los pobres. Aunque la caridad exige la realización de la justicia, es preciso poner de manifiesto que aquélla va mucho más allá (cf. DCE 28; DV 12 c). Si la justicia considera el prójimo como otro, la caridad lo percibe como otro yo, se identifica con él, con sus problemas y esperanzas. En este sentido, la caridad pone ternura y alimenta a la justicia, siendo enriquecida por la vivencia de la misericordia (cf. DM 14), ya que es capaz de seguir avanzando cuando se ha llegado al límite del terreno propio de la justicia. Esta vertiente “política” de la caridad dirige el comportamiento cristiano hacia horizontes de compromiso preferentemente social, con las siguientes orientaciones: * Superación de la dicotomía justicia-caridad, pues la justicia es la categoría totalizadora del empeño ético de la caridad, como exigencia y como contenido nuevo. * Desprivatización de la moral, al liberar a la caridad de su carácter idealista. Únicamente puede ser garantía del “amor a Dios” aquel “amor al prójimo” que sea real y eficaz, sin encerrarse en una consideración privatista de la existencia. Tanto el amor como la justicia deben estar presentes en quienes hemos re-nacido de Dios. La primera carta de Juan afirma – con muy poca diferencia entre ambas frases- que “todo el que ama ha nacido de Dios” (4,7) y que “todo el que obra la justicia ha nacido de Él” (2,29). * Recuperación de la fuerza transformadora del amor, sin que sea 3 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia apagada con falsos “universalismos”, devolviendo a la caridad su fuerza de cambio personal y estructural aplicándola a todos los aspectos de la existencia. Papa se apoya en la “reforma de las costumbres”, tanto privadas como públicas, y la búsqueda de un orden basado en los “principios más elevados y más nobles: la justicia social y la caridad social”, virtudes que no son sólo personales, sino que explícitamente tienen una pretensión política “construyendo un orden social y jurídico, cuyo alma sea la “caridad social” como forma de regular y frenar la dictadura económica imperialista que somete al mundo (QA 88). La caridad “no sea nunca un sucedáneo de la justicia que previamente se ha negado” (QA 137). Para este proyecto el Papa pide el protagonismo de los católicos en la vida social, con un compromiso militante de los miembros de la Acción Católica (QA 96). Supone, por tanto, un esfuerzo de transformación de las “estructuras de pecado” (SRS 36-39), en las que han cristalizado un sin número de injusticias que repercuten sobre las personas, los ambientes y las instituciones, en “estructuras de gracia” que se identifican con el proceso de edificación del Reino de Dios en la sociedad y en la historia. * La ética nacida de la caridad adquiere un carácter utópico, pues nuestro horizonte y aspiraciones no se centra en sólo las posibilidades humanas, sino más allá, en Dios y el cumplimiento de la promesa. Pío XI fue el primer Papa en utilizar literalmente la expresión “caridad política” (cuando Mussolini le acusó de exceder los límites del apostolado al incidir en la política): “El campo político abarca los intereses de la sociedad entera; y en este sentido, es el campo de la mas vasta caridad, de la caridad política, de la caridad de la sociedad” (Discurso a los dirigentes de la Federazione Universitari Cattolici Italiani, 18 de diciembre de 1927). LA CARIDAD POLÍTICA EN LA DSI: León XIII alienta a los católicos al compromiso evangélico en lo público, sin privatizar la fe. Se refiere a la caridad cristiana y a la solidaridad como “amistad”, la que se entrega toda entera a sí misma para utilidad de los demás y reconoce la potencialidad transformadora de la fe para cambiar la sociedad desde sus cimientos (RN 20-21, 41; 114-116). Juan XXIII representa un cambio de talante y de metodología en la elaboración del pensamiento social cristiano, el cual cristalizará sobre todo, en el Vaticano II y su nueva concepción de la eclesiología, la relación Iglesia-Mundo y la misión de la Iglesia para construir el Reino dentro de él. Se pasa de un método deductivo que aplica unas verdades reveladas a la realidad, al método inductivo de ver-juzgar-actuar (MM 236), buscando en la realidad no sólo el mejor servicio a las personas en cada momento como concreción del amor, sino también la misma voluntad de Dios que nos llama a través de los signos de los tiempos. Benedicto XV, considera la caridad como fuerza motriz que obliga a practicar la justicia y a eliminar las desigualdades. “El Evangelio no presenta una ley de la caridad para las personas particulares y otra ley distinta para los Estados y las naciones, que en definitiva están compuestas por hombres particulares” (Pacem Dei 11). Pío XI, ante el fracaso del capitalismo y del comunismo fruto de la desmoralización de la sociedad por el apego a las riquezas, el individualismo y el egoísmo, la alternativa propuesta por el En las Encíclicas sociales Mater et Magistra y Pacem in Terris, aparece la 4 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia dimensión mundial, el carácter universal de la justicia social. Por caridad, el cristiano está llamado a buscar dentro de las instituciones "el Reino de Dios y su justicia" y se siente "vinculado a los demás para sentir como propias sus necesidades, alegrías, sufrimientos (...) con una actitud siempre cuidadosa con el interés ajeno" (MM 257). Posteriormente, viendo la creciente socialización e interdependencia, afirmará que el amor como servicio al prójimo se expresa, de la mejor manera, en la participación en las instituciones con el fin de ponerlas al servicio de todas y cada una de las personas en todos los campos de la vida humana (PT 146). Junto con la verdad, la libertad y la justicia, la caridad actúa como la gran norma reguladora de la convivencia (PT 149). de “mentalidad, costumbres, estructuras” (PP 81). leyes y En la Octogesima Adveniens (OA 81) reflexiona sobre la acción política de los católicos; haciendo una llamada explícita a la participación política (a pesar de las dificultades), pues es ahí donde se deciden los modelos organizativos de las sociedades. Afirmará que este compromiso político es “un camino serio para ejercer el deber de todo cristiano de servir a los demás, lo cual exige: -discernimiento de la realidad a la luz del Evangelio y del pensamiento social de la Iglesia (OA 1), buscando responder concretamente a la pregunta ¿qué me exige el amor al prójimo, aquí y ahora?; -la transformación de las mentalidades y estructuras que sostienen el imperialismo de las multinacionales (OA 43-45); -construir una sociedad con democracia real y protagonismo de los ciudadanos, ya que está amenazada por la tecnocracia (OA 47. En este campo del compromiso, hay pluralidad de opciones, lo cual no debe hacer olvidar que todos han de preocuparse en "perfeccionar las estructuras y acomodarlas mejor a las verdaderas necesidades actuales” (OA 50). El Concilio Vaticano II sintetiza, sobre todo en Gaudium et spes, en Dignitatis Humanae y en Apostolicam Actuositatem las relaciones entre la caridad política y la ética para construir un mundo más acorde con el designio divino y una sociedad que cada vez más esté al servicio del desarrollo pleno de las personas. Mantiene una visión solidariainterdependiente de toda la humanidad, que rechaza toda ética individualista (GS 30). Se apuesta por dignificar la política, valorando el apostolado de los seglares, a modo de fermento, donde las asociaciones con finalidad social adquieren protagonismo (LG 31; GS 75; AA 2, 1718). Nombra la “caridad y la fortaleza política” como actitudes del compromiso político de los cristianos (citando en nota el discurso mencionado de Pío XI el Concilio Vaticano II) (GS 75). Juan Pablo II mantiene, desde su primera encíclica la necesidad de una opción clara y permanente de los cristianos en defensa de todos los seres humanos, especialmente de los más débiles. Ante una realidad de injusticia y “estructuras de pecado” (SRS 36), que llega de definir como “cultura de muerte” (EV 12), el Papa llama a los cristianos a la conversión y a un compromiso evangelizador para ir construyendo la Civilización del Amor y una Cultura de la Vida. Se refiere al “amor social” (RH 15) y a “la «opción preferencial por los pobres»; es definida como una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana»(SRS 42; CA 11). Pablo VI en la Populorum Progressio extiende su mirada al conjunto del planeta y propugna una caridad universal que tenga la intención política de construir un nuevo mundo, para lo que no bastan las ayudas urgentes. Y para llegar a este cambio, exhorta al compromiso de los laicos y a la conversión 5 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia En su Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa, expresa que el testimonio de la caridad ha de extenderse más allá de los confines de la comunidad eclesial, contribuyendo a la construcción de una ciudad digna del hombre, a humanizar la sociedad y a promover una cultura de la solidaridad (EiE 85, 97, 111, 117). “Con lo que entendemos por 'caridad política', no se trata sólo ni principalmente de suplir las deficiencias de la justicia (...). Mucho menos se trata de encubrir con una supuesta caridad las injusticias de un orden establecido (...). Se trata más bien de un compromiso activo y operante, fruto del amor cristiano a los demás hombres, considerados como hermanos, en favor de un mundo más justo y más fraterno, con especial atención a las necesidades de los más pobres” (nn. 60-61). Benedicto XVI sitúa la Encíclica Deus caritas est en la larga tradición de otras encíclicas sociales, no solamente por lo que representa la virtud de la caridad, sino también porque atribuye una importancia primordial a la virtud de la justicia. Ese amor eficaz a las personas se actualiza en la prosecución del bien común de la sociedad y haciendo todo lo posible “para que las instituciones y estructuras que encarnan nuestra convivencia se acerquen cuanto sea posible a los planes de Dios, en favor de la fraternidad y de la justicia" (CVP 59). Los fieles laicos tienen el deber inmediato de actuar a favor de un orden justo en la sociedad, por eso están llamados a participar en la vida pública, según sus posibilidades y limitaciones, en alguna acción socio-política, desde lo más pequeño o cotidiano hasta lo más alto; de esta manera, la variada actividad del laico es considerada por el Papa como “caridad social” (DCE 15, 19, 29). Se alienta a “la existencia de asociaciones civiles encaminadas a fortalecer el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las responsabilidades de los ciudadanos en el campo de las realidades sociales y políticas” (CVP 127), reconociendo que “en una sociedad libre y democrática es muy importante la participación de los cristianos en las asociaciones civiles de diversa índole que actúan en el seno de la vida social” (CVP 128). En Caritas in veritate hace una llamada constante al desarrollo integral de la persona que a su vez incide en la sociedad, para lo cual es necesario vivir la “caridad en la verdad” en todas las relaciones, tanto las más cercanas como las que se desenvuelven en las estructuras sociales, económicas, políticas… (nn. 11,34,52,53 ss). L A S UB S I DI ARI E DAD Los Obispos españoles, en el Documento Los católicos en la vida pública, acuñaron el término “caridad política”. La caridad política es presentada como consecuencia directa de la vida teologal, es decir, de una visión contemplativa que entiende el mundo y la historia dentro de la dinámica divina de la Creación y de la Redención y, por tanto, sin divisiones espiritualistas entre el campo de la fe y el de la política: Según la DSI, el principio de solidaridad necesita para hacerse realidad como principio regulador de la vida social una manera concreta de proceder, un camino que lo haga posible, la subsidiariedad. El principio de subsidiariedad constituye una de las aportaciones más originales y genuinas del Magisterio Social 6 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia de la Iglesia a la vida social, económica, política y cultural de la historia contemporánea. Juan XXIII: Mater et Magistra (1961), 51-52, 53-54, 55, 57-58, 60. Pacem in terris (1963), 24, 26,140-141. El origen de la formulación de este principio se encuentra con Pío XI, cuando publica la encíclica Quadragesimo anno (1931) para conmemorar los cuarenta años de la Rerum Novarum de León XIII (23, 26). Pío XI sale al paso de la amenaza de los totalitarismos (comunismo, fascismo y nazismo) y formula este principio como uno de los más dinámicos para organizar la vida social, económica y política y las relaciones entre las personas y el Estado y de los Estados entre sí. Concilio Vaticano II: Gaudium et spes, 65. Pablo VI: Populorum progressio (1967). Octogesima adveniens (1971), 46. Juan Pablo II: Laboren exercens (1981). Sollicitudo rei socialis (1987) 15. Centesimus annus (1991) 11, 15, 48. “Por el principio de subsidiaridad decisivo, inamovible, inmutable-, no se puede quitar a los individuos y dar a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria… tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos” (QA 79). Benedicto XVI: Deus Caritas es. Caritas in veritate (2009), 57, 58, 60. Congregación para la Doctrina de la Fe: Instrucción sobre Libertad Cristiana y Liberación (1986) 73. Catecismo de la Iglesia Católica: 1883, 1885. Compendio Doctrina Social de la Iglesia: 185-188, 252, 351-357,417-420. “Una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándola de sus competencias, sino que más bien debe sostenerla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común. “Conviene, por tanto, que la suprema autoridad del Estado permita resolver a las asociaciones inferiores aquellos asuntos y cuidados de menor importancia, en los cuales, por lo demás, perdería mucho tiempo, con lo cual logrará realizar más libre, más firme y más eficazmente todo aquello que es de su exclusiva competencia, en cuanto que sólo él puede realizar dirigiendo, urgiendo y castigando, según el caso requiera y la necesidad exija” (QA 80). Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos, dominados por lógicas burocráticas más que por la preocupación de servir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos. Efectivamente, parece que conoce mejor las necesidades y Los siguientes documentos de la DSI integran este principio: 7 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia logra sastisfacerlas de modo más adecuado quien está próximo a ellas o quien está cerca del necesitado. Además, un cierto tipo de necesidades requiere con frecuencia una respuesta que sea no sólo material, sino que sepa descubrir su exigencia humana más profunda” (CA 48). “La "subsidiariedad" que protege a la persona humana, a las comunidades locales y a los "grupos intermedios" del peligro de perder su legítima autonomía. La Iglesia vela atentamente por la aplicación justa de este principio en virtud de la dignidad misma de la persona humana, del respeto de lo que hay de más humano en la organización de la vida social, y de la salvaguardia de los derechos de los pueblos en las relaciones entre sociedades particulares y sociedad universal” (Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el Estudio y Enseñanza de la DSI en la Formación de los Sacerdotes, 38). “Sin duda, el principio de subsidiaridad, expresión de la inalienable libertad, es una manifestación particular de la caridad y criterio guía para la colaboración fraterna de creyentes y no creyentes. La subsidiaridad es ante todo una ayuda a la persona, a través de la autonomía de los cuerpos intermedios. Dicha ayuda se ofrece cuando la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos, implicando siempre una finalidad emancipadora, porque favorece la libertad y la participación a la hora de asumir responsabilidades. La subsidiaridad respeta la dignidad de la persona, en la que ve un sujeto siempre capaz de dar algo a los otros. La subsidiaridad, al reconocer que la reciprocidad forma parte de la constitución íntima del ser humano, es el antídoto más eficaz contra cualquier forma de asistencialismo paternalista. Ella puede dar razón tanto de la múltiple articulación de los niveles y, por ello, de la pluralidad de los sujetos, como de su coordinación” (CV 57). La subsidiariedad “se impone porque toda persona, familia y cuerpo intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad”. (CDSI 187) “Conforme a este principio, todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda (“subsidium”) -por tanto de apoyo, promoción, desarrollo- respecto a las menores”. (CDSI 186) “La comunidad política debe regular sus relaciones con la sociedad civil según el principio de subsidiariedad; es esencial que el crecimiento de la vida democrática comience en el tejido social” (CDSI 419). “Diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una función de suplencia” (CDSI 188). “El principio de subsidiaridad debe mantenerse íntimamente unido al principio de la solidaridad y viceversa, porque así como la subsidiaridad sin la solidaridad desemboca en el particularismo social, también es cierto que la solidaridad sin la subsidiaridad acabaría en el asistencialismo que humilla al necesitado” (CV 58). La subsidiariedad precisa de dos elementos: - Que en la vida social se den las condiciones reales de libertad, iniciativa y autonomía de todos para que se ejerza la responsabilidad por parte de personas y 8 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia grupos y así se haga posible el bien común y la solidaridad de todos. actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común” (CDSI 189). - Que desde la responsabilidad de cada uno y de todas las instituciones y grupos sociales, la solidaridad que construye el bien común se busque en cada nivel de la realidad social, desde los más básicos (como la familia y las instituciones más elementales de la vida social), hasta los más amplios (como el Estado o la Comunidad Internacional). “La participación en la vida comunitaria… es una de las mejores garantías de permanencia de la democracia…; es evidente que toda democracia debe ser participativa” (CDSI 190). Así, las decisiones que se tomen para resolver los problemas sociales, deben tomarse en los niveles más adecuados en cada caso. Lo que se puede resolver y decidir en los niveles inferiores de la vida social, más próximos a las personas, no debe hacerse en los superiores o más lejanos. Y lo que sólo puede plantearse en los niveles superiores no debe ser entorpecido por los niveles inferiores. “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica” (CA 46). Y para todo ello es esencial el papel del Estado y al mismo tiempo el control por la sociedad de su actuación para que no ahogue la vida social. En especial, el Estado tiene una doble tarea: - Facilitar, impulsar y fomentar la libertad y responsabilidad de las personas y la vertebración de un tejido social solidario de forma que las organizaciones e instituciones sociales puedan realizar bien en el desempeño su función al servicio de las personas y del bien común, EL COMPROMISO SOCIOPOLÍTICO DEL LAICO La Iglesia no puede jamás ser ajena a las vicisitudes de la vida pública de los pueblos y naciones, esto es propio de la lógica de la encarnación. - Y actuar cuando las instancias intermedias sean incapaces de hacerlo, o donde sea necesario para que se dé la justicia y solidaridad de todos. Ser testigos del Señor es el don y el compromiso de todos los bautizados. Fue el último encargo que Jesús hizo a los discípulos en su despedida: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén… y hasta los confines del mundo” (Hch 1,8). Para aplicar el principio de subsidiariedad en los diversos ámbitos de la vida de la persona y de la sociedad civil es necesaria la participación. “Consecuencia característica de la subsidiariedad es la participación que se expresa, esencialmente, en una serie de Desde una fe unida a la vida, a los laicos se nos urge especialmente a asumir 9 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia nuestra responsabilidad en la construcción de la sociedad como proyecto de vida en común, iluminando y penetrando de espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que vive, promoviendo la consecución del bien común en la actividad política, social, económica y en la vida profesional y familiar. de los laicos es la vida pública, expresándose en los documentos con distintas expresiones: los laicos deben insertarse: “…en el corazón del mundo y al frente de las más variadas tareas temporales” (EN 70), ”…animando cristianamente orden temporal…” (CL 42), “Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga a un más perfecto cumplimiento de todas ellas, según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales como si éstos fuesen ajenos del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época” (GS 43). el “…en las realidades temporales y en su participación en las actividades terrenas” (CL 17), “…tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales…” (LG 31; Cf. 35, 36; GS 43; AA 3, 4, 7; AG 21). Y todos “aquellos lugares y circunstancias en los que (la Iglesia) sólo puede llegar a ser sal de la tierra a través de ellos” (LG 33; cf. CL 15; AA 2). “…Ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento” (AA 2). El mundo es “el ámbito y el medio de la vocación de los cristianos laicos” (CL 17). Desarrollamos nuestro ser seguidores de Jesús en la vida cotidiana en una sociedad plural, “personas que viven la vida normal en el mundo, estudian, trabajan, entablan relaciones de amistad, sociales, profesionales, culturales, etc.” (CL 36). Los laicos “son Iglesia y son la Iglesia en el mundo…, con su presencia en la vida pública, hacen presente a la Iglesia en el mundo y transforman la sociedad según el espíritu del Evangelio” (CLIM 46). "Lo que el alma es en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo" (LG 38). “Es preciso que los cristianos sepamos poner en nuestras relaciones cotidianas de familia, amistad, vecindad, trabajo y esparcimiento, el sello del amor cristiano, que es sencillez, veracidad, fidelidad, mansedumbre, generosidad, solidaridad y alegría” (CVP 111). "Los laicos como adoradores en todo lugar y obrando santamente, consagran a Dios el mundo mismo" (LG 34). La Doctrina Social de la Iglesia refiere con insistencia que el campo propio, aunque no exclusivo, de la actividad evangelizadora y transformadora “Su tarea primera e inmediata no es la instalación y el desarrollo de la comunidad eclesial -ésta es la función específica de los Pastores-, sino poner en 10 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia culturales, exigen hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos. Si la falta de compromiso ha sido siempre inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable, A nadie le es lícito permanecer ocioso” (CL 3). práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero a su vez ya presentes y activas en las cosas del mundo. El campo propio de su actividad evangelizadora es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etcétera” (EN 70; CLIM 45). En Católicos en la Vida Pública se alienta a “la existencia de asociaciones civiles encaminadas a fortalecer el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las responsabilidades de los ciudadanos en el campo de las realidades sociales y políticas” (CVP 127), reconociendo que “en una sociedad libre y democrática es muy importante la participación de los cristianos en las asociaciones civiles de diversa índole que actúan en el seno de la vida social” (CVP 128). Los fieles laicos “no pueden abdicar de la participación a la ´política´ (…), o sea a las múltiples y variadas actividades económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinadas a promover orgánica e institucionalmente el bien común” (CL 42). Cristianos laicos, Iglesia en el mundo, señala las líneas de acción y propuestas para promover la corresponsabilidad y participación de los laicos en la vida de la Iglesia y en la sociedad civil, siendo el objetivo del documento promover la participación de los laicos (CLIM 6, 16). Como señala Juan Pablo II, el laico es el nuevo protagonista “… lanzado en las fronteras de la historia: la familia, la cultura, el mundo del trabajo, los bienes económicos, la política, la ciencia, la técnica, la comunicación social; los grandes problemas de la vida, de la solidaridad, de la paz, de la ética profesional, de los derechos de la persona humana, de la educación, de la libertad religiosa” (Homilía de Juan Pablo II conclusiva del Sínodo de 1987, n. 7). Son los nuevos samaritanos, que conducen a todos a la plenitud de ser hijos de Dios (CLIM 146). Llama a los laicos “alma de la sociedad”, son iglesia, inseparablemente miembros de la comunidad eclesial y ciudadanos de la sociedad (CLIM 28). “Animar y renovar el tejido social. Hoy es particularmente urgente esta doble tarea: construir y reconstruir el tejido social, animar y renovar los cuerpos intermedios en y por los cuales el hombre puede ser, participar y satisfacer sus justas exigencias. Los cristianos laicos pueden y deben contribuir a fomentar asociaciones y ámbitos de solidaridad, comunión y relaciones fraternas” (CLIM 63), “La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la vida pública y aceptan las cargas de este deber” y pide que aquellos fieles laicos que tienen capacidad para ello “se consagren [...] al servicio de todos con el amor y la fortaleza que la vida política exige” (GS, 75). “En esta hora magnífica y dramática de la historia ante la inminencia del tercer milenio -dice Juan Pablo II-, nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y 11 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en Él. Dios es amor, y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él” (Jn 4,16). Textos fundamentales… Dios-Trinidad es Amor-Comunión “Dios es amor” (1 Jn 4,8.16) Vivir en hermandad, en comunión “El Rostro de Dios, revelado progresivamente en la historia de la salvación, resplandece plenamente en el Rostro de Jesucristo Crucificado y Resucitado. Dios es Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, realmente distintos y realmente uno, porque son comunión infinita de amor… Jesucristo revela a la humanidad que Dios es Padre y que todos estamos llamados por gracia a hacernos hijos suyos en el Espíritu (cf. Rm 8,15; Ga 4,6), y por tanto hermanos y hermanas entre nosotros” (CDSI 31). "Dios creó al hombre no para vivir aisladamente, sino para formar sociedad" (GS 32). "Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí con espíritu de hermanos (...); el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás" (GS 24). “Al ser los hombres por naturaleza sociables, deben convivir los unos con los otros y procurar cada uno el bien de los demás” (PT 31). Dios-Trinidad nos crea por amor, a su imagen y semejanza “… Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo... nos eligió antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia por el amor; nos predestinó a ser sus hijos adoptivos... En él… fuimos constituidos herederos...” (Ef 1,3-5.11). “El hombre no puede vivir sin amor; es para sí mismo un ser incomprensible; su vida no tiene sentido si no recibe la revelación del amor, si no encuentra el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente” (RH 10). “Este es mi precepto que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,12). “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26). "Dios, que ha creado al hombre por amor lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, que es Amor" (CCE 1604). “Dios es amor y al mismo tiempo nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y por ello de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor” (GS 38). 12 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia la solidaridad. Este supremo modelo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en tres personas, es lo que los cristianos expresamos con la palabra “comunión”»”. (CDSI 33). El amor-comunión inspira las relaciones sociales y políticas La comunión trinitaria “debe manifestarse en toda la vida, también económica, social y política” (Documento final de Puebla n. 215). “De la concepción cristiana de la persona se sigue necesariamente una justa visión de la sociedad… La sociabilidad del hombre no se agota en el Estado, sino que se realiza en diversos grupos intermedios, comenzando por la familia y siguiendo por los grupos económicos, sociales, políticos, culturales…. Es a esto a lo que he llamado subjetividad de la sociedad”. (CA 13; cf. CLIM 63; GS 75) “La presentación del ser íntimo de Dios revelado por Jesús, uno en la esencia y trino en las Personas, debe mostrar las consecuencias vitales que implica para la vida de los seres humanos... las consecuencias humanas y sociales de la concepción cristiana de Dios son inmensas” (Directorio General de Catequesis n. 100; cf. CCE 1702, 1878). Política: es la construcción de la polis, es decir, la formación de la sociedad humana. No hay que confundir la política en sentido amplio, que nos concierne a todos, con la política en cuanto actividad partidista. “El mandamiento del amor recíproco… debe inspirar, purificar y elevar todas las relaciones humanas en la vida social y política: « Humanidad significa llamada a la comunión interpersonal », porque la imagen y semejanza del Dios trino son la raíz de « todo el “ethos” humano... cuyo vértice es el mandamiento del amor ». El moderno fenómeno cultural, social, económico y político de la interdependencia, que intensifica y hace particularmente evidentes los vínculos que unen a la familia humana, pone de relieve una vez más, a la luz de la Revelación, « un nuevo modelo de unidad del género humano, en el cual debe inspirarse en última instancia Por tanto la política es todo cuanto hace el ser humano para responder a su ser social. Es decir, la práctica, la acción, que tiene el ser humano como ser social que es por naturaleza, porque así lo ha querido Dios que lo ha creado. (Cf. Gn 1,27; GS 12, 25; CDSI 149,384; OED 31, 34; MM 219; CL 42; CEC 1881) La política nos permite amar a los otros, ser para el amor y la comunión. Nos empobrecemos si prescindimos de esa vocación… 13 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia ORACIÓN COMPARTIDA PADRE NUESTRO DE LOS ÚLTIMOS Padre nuestro… ¿Nuestro? Sí, nuestro. Sobre todo nuestro: Del hambriento, del desnudo y del emigrante. Del abandonado, del sin techo y del toxicómano. De la prostituta, del que está en paro y del rechazado. Del enfermo, del ludópata y del borracho. Del último de la fila, del niño de color y del fracasado… Que estás en el cielo… ¿en el cielo? En el cielo o en la esquina del centro comercial. En la patera o en el parque de las jeringuillas. En la casa derruida o en el INEM. En la cama del hospital o en la máquina tragaperras… Santificado sea tu nombre… Eso, a veces es verdad: Tu nombre tantas veces manchado, ultrajado y despreciado. O, lo que es peor, olvidado… Venga a nosotros tu reino… Tu reino de amor. Pero amor del que tú sabes, amor del bueno, amor social y político, no el amor adulterado con el que nos bombardea a todas horas la prensa rosa… Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo… Pero que sea tu voluntad, no la de los políticos, “los telebasura o los peces gordos o, perdóname otra vez, la de algunos ministros tuyos… Danos hoy el pan de cada día… El pan del respeto y de la compresión. El pan del trabajo digno y de la igualdad de oportunidades… Perdona nuestras ofensas… Sí, nuestras debilidades y errores. Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden con sus críticas y menosprecios… No nos dejes caer en la tentación… De “montar” nuestras vidas sin contar contigo… Y líbranos del mal: la única lacra que podía acabar con nosotros sería el sabernos abandonados por Ti. Amén, que así sea, Señor. Una posible continuación de la parábola del buen samaritano (cf. Lc 10,25-37) “Al día siguiente, de regreso, pasó por allí el samaritano y comprobó que había varios hombres heridos en la cuneta del camino. Tanto el sacerdote como el teólogo habían vuelto a pasar de largo, diciéndose que ellos no podían hacer nada ante tanta gente. El samaritano, comprendiendo eso mismo, desanduvo el camino andado para buscar un 14 Diócesis de Coria-Cáceres. Vicaría de Pastoral Social. Escuela de Doctrina Social de la iglesia grupo de hombres amigos y de posadas cercanas con que poder socorrer a tantos heridos. Unos días más tarde, en un nuevo viaje de Jerusalén a Jericó volvió a pasar el samaritano. La cuneta estaba llena de hombres atacados y malheridos. El samaritano comprendió que eran víctimas de toda una banda organizada y muy poderosa. Se dedicó entonces a investigar hasta identificar a la banda armada y descubrió el capitalismo, encarnado en los grandes terratenientes y comerciantes de Jerusalén”. (Y quizá, posible conclusión ... “A los pocos días, el samaritano aparecía él tendido en la cuneta del camino. El sacerdote y el levita, al volver a pasar por allí, debieron pensar: se ha hecho impuro, y la impureza acarrea la muerte. Y siguieron su camino”). ACTIVIDADES 1.- Repasa tu vida cotidiana y anota personas y estructuras (instituciones, organizaciones, asociaciones…) con las que te relacionas directa o indirectamente. Revisa tu implicación en los distintos ámbitos. 2.- ¿Dónde vives tú como laico la caridad política? Pon en común en tu grupo tu experiencia, dificultades que tienes y posibles compromisos que deberías concretar para vivirla. 3.- Seleccionar un problema de nuestra sociedad (familiar, de barrio o pueblo…). Nos preguntamos: Según el principio de subsidiariedad: -qué le exige al Estado. - qué le exige a la sociedad. -qué le exige a la familia. -qué le exige a cada ciudadano, y por lo tanto… qué te exige a ti. 15