Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. EDI TORI ALES Infección por el VIH-1: ¿erradicarla o controlarla? José M. Gatell Servicio de Infecciones. Hospital Clínic. Barcelona. carga viral; estudios de seguimiento; infecciones por VIH; linfocitos T CD4+; replicación vírica; sistema inmunológico El objetivo último de cualquier tratamiento antimicrobiano es erradicar el microorganismo patógeno contra el que va dirigido. En la práctica, para lograrlo se necesita la colaboración del sistema inmunológico. Se puede alcanzar una situación de equilibrio en la que el microorganismo persista de forma latente, o con un bajo nivel de proliferación, gracias a la capacidad del sistema inmunológico de contener o frenar su replicación activa. Esta situación puede persistir toda la vida, no suele acarrear ninguna consecuencia nociva para el huésped y la persistencia del microorganismo sólo es «visible» para el sistema inmunológico (se puede detectar un título bajo de anticuerpos circulantes y persiste la capacidad de respuesta proliferativa o citotóxica específica por parte de los linfocitos T). La falta de colaboración por parte del sistema inmunológico (huéspedes inmunodeprimidos) obliga a tratamientos más agresivos y prolongados y en ocasiones a tratamientos de mantenimiento (profilaxis secundaria) de por vida1. El deterioro espontáneo o iatrogénico del sistema inmune facilita la reactivación de estas infecciones latentes. Sólo para mencionar dos ejemplos concretos, la tuberculosis2 y las infecciones por los virus de la familia herpes3, se comportan siguiendo este patrón. La célula diana primaria del VIH-1 son los linfocitos CD4+ activados (mayoritariamente con fenotipo de células memoria o CD4+CD45RO) que se encuentran situados en el tejido linfático (menos del 2% circulan por sangre periférica en una situación de equilibrio dinámico). Pueden también infectarse otros subtipos celulares como los macrófagos, células dendríticas y linfocitos CD4+ con fenotipo (CD4+CD45RA) correspondiente a células nativas (la mayor parte de las cuales están en reposo). Entre los años 1995 y 1997 se caracterizó la dinámica de la replicación del VIH-1 mediante el análisis matemático de la caída de la carga viral plasmática (que es un reflejo de la carga viral total del organismo y se encuentra en una situación de equilibrio dinámico con ella) tras la introducción de un factor que perturbaba este equilibrio4-7. Este factor consistió en un tratamiento capaz, al menos en teoría, de suprimir de forma completa la replicación del VIH-1. La caída de la carga viral se ajustaba a un modelo bicompartimental. La vida media del virus en el primer compartimiento (linfocitos CD4+ activados y con infección productiva y probablemente lítica) era de 1-2 días y en el segundo compartimiento (macrófagos y linfocitos en reposo) era también relativamente corta (del orden de 1-4 semanas). Asumiendo que con el tratamiento se lograra interrumpir totalmente el ciclo replicativo, sin que se infectaran nuevas células a partir de este momento, bastaría con mantener el tratamiento un período de tiempo lo suficiente- Correspondencia: Dr. J.M. Gatell. Servicio de Infecciones. Hospital Clínic. Villarroel, 170. 08036 Barcelona. Correo electrónico: [email protected] Recibido el 18-10-1999; aceptado para su publicación el 2-11-1999 Med Clin (Barc) 1999; 113: 741-742 mente prolongado como para que las células infectadas murieran de forma espontánea por apoptosis o por otros mecanismos de acuerdo con su ciclo vital fisiológico. Teniendo en cuenta la cantidad total de células infectadas (del orden de 109) y basándonos en una vida media de unas 4 semanas se estimó que un tratamiento de unos 3 años serían suficientes para erradicar la infección. Curiosamente los autores de este estudio detectaron la presencia de linfocitos con ADN proviral integrado y cuya vida media era considerablemente mas larga (entre uno y 14 meses aproximadamente)5. Se consideró que lo más probable es que se tratara de virus defectivos, sin capacidad para replicarse, y que esta vida media reflejaría la vida media de las células. A este hallazgo se le dio poco valor. Este mismo año (1997) y en un artículo8 publicado en el mismo número de la revista Nature en el que se describían los datos anteriores, otro grupo de investigadores caracterizó un tercer compartimiento celular (linfocitos CD4+ con fenotipo memoria o CD4+CD45RO y en situación de reposo) con provirus integrado y con capacidad replicativa conservada si el cultivo se efectuaba en condiciones adecuadas. Estas células se encontraban tanto en los ganglios linfáticos como en la sangre periférica y representan sólo alrededor de una célula infectada por millón de linfocitos CD4+. Por ello, la cantidad total de células infectadas es relativamente baja (del orden de 105-6 células). La existencia de este tercer compartimiento fue confirmada rápidamente por otros tres grupos independientes el mismo año9-11 y también se constató que los virus que se aislaban persistían sensibles a los medicamentos que estaban recibiendo los pacientes. Dos equipos de investigadores calcularon la vida media de este tercer compartimiento. Los resultados del primer equipo12 fueron de unos 40-70 meses, según el método de cálculo utilizado, y entre un mínimo de 12 meses y un máximo de infinito. Esto representaría que la erradicación por autodestrucción fisiológica del compartimiento requeriría entre 50 y más de 100 años. La estimación del segundo grupo13 fue más corta (alrededor de 6 meses), lo que implicaría la posibilidad de que el compartimiento se autodestruyera en unos 7-10 años. Estas discrepancias se explicarían por la persistencia en muchos pacientes, si no en todos, de un bajo nivel de replicación residual13,14 fuera del alcance de la presión selectiva de los medicamentos (puede haber evolución genética pero no se seleccionan resistencias) o por fallos transitorios del tratamiento antirretroviral por diversos motivos15. Ambos fenómenos, pero sobre todo el segundo, son capaces de volver a rellenar un compartimiento que se estaba vaciando. En la práctica, por tanto, la posibilidad de efectuar un tratamiento antirretroviral muy activo durante un período de tiempo razonable y confiar en que los compartimientos se agoten por autodestrucción fisiológica de las células infectadas parece que debe descartarse. Una segunda posibilidad es tratar de acelerar este proceso de autodestrucción fisiológica mediante la estimulación de las células con infección latente. Se ha intentado con IL-2 (que no es un estímulo excesivamente potente para estas células que están en reposo). Desgraciadamente, sólo en 3 de 14 pacientes no se consiguió cultivar el VIH-1 tras períodos de más de 3 años de tratamiento antirretroviral muy activo más la administración intermitente de IL-2, utilizada como estimulante. Además, en los 3 pacientes mediante técnicas de PER16 se pudo detectar ADN proviral del VIH-1 integrado. Informaciones preliminares indican que en los tres se ha producido un rebrote de la carga viral al interrumpir el tratamiento. Se esta pensando en otros posibles estimulantes y se han llegado a utilizar los anticuerpos anti-OKT3 con y sin IL-2 con poco éxito debido a su toxi- 741 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. MEDICINA CLÍNICA. VOL. 113. NÚM. 19. 1999 cidad17. La tercera posibilidad consistiría en abandonar el concepto de erradicación y apostar por una reconstitución del sistema inmunológico lo suficientemente importante como para mantener la infección en situación de latencia virológica tras la retirada del tratamiento. La reconstitución espontánea del sistema inmunológico como respuesta al tratamiento antirretroviral y activo iniciado cuando la infección estaba ya establecida suele ser parcial y no es suficiente para esta finalidad18,19. Se puede pensar en la utilización de alguna sustancia inmunostimulante20 como el Remune® (que esencialmente es virus inactivado, deplecionado de la envoltura y emulsificado con adyuvante incompleto de Freund) o potencialmente inmunomoduladora como la hidroxiurea21; en ambos casos los estudios iniciales no parecen muy prometedores. Finalmente, se han depositado grandes esperanzas en una técnica de inmunostimulación que consistiría en una especie de autovacuna mediante una estrategia denominada interrupción estructurada de la terapéutica o STI. Consiste en retiradas breves y cíclicas del tratamiento para lograr una reexposición al propio virus, lo que podría ser considerado como sucesivas dosis de recuerdo de una autovacuna. En casos aislados22,23 se ha demostrado un retraso en el rebrote virológico y una mejora en la reconstitución inmunológica tras dos o más períodos no programados de interrupción terapéutica. Nuestros datos indican24 que en 4 de 9 pacientes, tras un segundo ciclo de interrupción estructurada del tratamiento, se recuperó la respuesta proliferativa específica de los linfocitos CD4+ frente a los antígenos del VIH-1 y se produjo una caída espontánea y significativa de la carga viral respecto a los valores basales antes de empezar el tratamiento antirretroviral pero sin que se alcanzaran valores indetectables. En este grupo de 9 pacientes está programada una tercera interrupción y los datos estarán disponibles hacia finales de 1999. Simplemente alcanzar o redefinir un equilibrio virológico a un valor más bajo que el de antes de iniciar el tratamiento o convertir a algunos pacientes en progresores lentos podría considerarse un éxito terapéutico. En resumen, controlar de forma definitiva la infección por el VIH-1, bien erradicando el virus o bien evitando las recidivas tras retirar el tratamiento, es un objetivo difícil pero no inalcanzable. Vale la pena continuar investigando por este camino aunque sabemos que estará plagado de obstáculos. El reverso de la moneda es que con los medicamentos disponibles y las estrategias terapéuticas actuales hemos recorrido un largo trecho pero no parece que vayamos a poder llegar mucho más lejos. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. 1999 USPHS/IDSA guidelines for the prevention of opportunistic infections in persons infected with the human immunodeficiency virus: a summary. MMWR. 1999. En prensa. 2. Haas DW, Des Prez RM. Mycobacterium tuberculosis. En: Mandell GL, Bennet JE, Dolin R, editores. Principles and practice of infectious disea- 742 ses. Nueva York: Churchill Livingstone, 1995; 2.213-2.242. 3. Strauss SE. Introduction to Herpesviridae. En: Mandell GL, Bennet JE, Dolin R, editores. Principles and practice of infectious diseases. Nueva York: Churchill Livingstone, 1995; 1.130-1.135. 4. Perelson AS, Neumann AU, Markowitz M, Leonard JM, Ho DD. 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