Bloque 2 TEMA 3

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Bloque 2. Análisis grupal de las organizaciones
Tema 3
Grupos en el trabajo (I): conceptos básicos
Concepto y tipos de grupos Origen y desarrollo de los grupos. Estructura y
procesos en los grupos
OBJETIVOS:
1. Comprender la importancia que tienen los grupos dentro de las
organizaciones
2. Diagnosticar las fases de desarrollo de un grupo en una organización
concreta
3. Comprensión de la estructura y los procesos más relevantes en los
grupos
4. Aplicar medidas para la mejora de los grupos dentro de las
organizaciones
ESQUEMA DE TRABAJO:
1. INTRODUCCIÓN
– Definición de grupo
– Tipos de grupos
2. ¿Por qué los individuos forman parte de los grupos?
– Funciones básicas
– Actividades que se desarrollan en grupo
3. Estructura e influencia de un grupo
– Estatus
– Rol laboral
– Normas
– Influencia social en los grupos
– Toma de decisiones
CONTENIDOS
(Extracto seleccionado de Sáez Navarro, M.C. (1999).
Grupos en las organizaciones. En M. García Izquierdo (coord). Psicología del
Trabajo y de las Organizaciones. (pp. 147-172). Murcia D.M.)
Concepto y tipos de grupos
En parte debido a que es una de las realidades más importantes y
estudiadas desde diferentes enfoques en las ciencias sociales, es
difícil encontrar una definición de grupo que sea generalmente
aceptada, pues cada una suele poner el énfasis en una o varias
características del grupo: la identidad colectiva, el sentimiento o
espíritu participativo, los patrones estructurados de interacción y
comunicación, la interdependencia entre la persona y la tarea, y entre
los miembros del grupo, la atracción interpersonal, percepción de los
miembros, motivación y satisfacción de necesidades, metas, etc. (v.
cuadro 1).
En la mayoría de las definiciones aparecen como características
destacables que sus componentes: participan en frecuentes
interacciones, se definen como miembros del grupo, otras personas
los definen como pertenecientes al grupo, comparten normas de
interés común para el grupo, participan en un sistema de roles
entrelazados, el grupo les resulta remunerador, útil y beneficioso,
persiguen metas interdependientes y tienden a actuar en forma
unitaria, y desarrollan normas que establecen los límites dentro de
los cuales pueden establecerse las relaciones interpersonales y
llevarse a cabo las actividades que conducen al logro de objetivos.
Cuadro 1. Definiciones de grupo.
* Cualquier número de personas que se dedican a interactuar en una situación cara a cara, o en
una serie de situaciones semejantes, en la que cada participante recibe una impresión o
percepción suficientemente clara de cada uno de los demás para que pueda, ya sea en el
momento o en un asunto posterior, reaccionar de algún modo acerca de cada uno de los
demás como individuo, aunque sólo sea para recordar que estuvo presente (Bales, 1950).
* Cierto número de personas que se comunican entre sí, a menudo durante cierto período de
tiempo y cuyo número es suficientemente reducido para que cada persona se pueda
comunicar con todas las demás, no por mediación de terceros sino cara a cara (Homans,
1950).
* Unidad social que consta de un cierto número de individuos que mantienen un estatus más o
menos definido y unas relaciones de rol entre ellos y que poseen un conjunto de valores o
normas que, por sí, regulan la conducta de los miembros individuales, al menos en materia
de consecuencias para el grupo (Sherif y Sherif, 1953).
* Dos o más individuos que comparten igual o similar sistema de valores, normas y creencias;
mantienen relaciones más o menos explícitas, de forma que la conducta de unos influye en
el comportamiento de los otros, existe interacción; los miembros están motivados para el
logro de comunes o similares metas u objetivos (Proshansky y Seidenberg, 1965).
* Conjunto de organismos que comparten un destino común, es decir, que son
interdependientes en el sentido de que lo que afecta a un miembro es probable que afecte a
los restantes (Fiedler, 1967).
* Conjunto de individuos cuyas relaciones mutuas les hacen interdependientes en algún grado
significativo (Cartwright y Zander, 1968).
* Dos o más personas que interactúan mutuamente de modo tal que cada persona influye en
todas las demás y es influida por ellas (Shaw, 1976, 1980).
* Sistemas sociales complejos e intactos, comprometidos en la ejecución de una serie de
funciones múltiples e interdependientes relacionadas con múltiples concurrentes proyectos,
ubicados parcialmente en los sistemas de su entorno y a los que se encuentran unidos de
Un planteamiento que nos resulta útil para comprender los grupos en
el trabajo es el de Huse y Bowditch (1973) (v. gráfico 1), quienes lo
entienden como un sistema abierto compuesto de subsistemas
conductuales mutuamente interdependientes que no sólo se afectan
entre sí sino que, además, responden a influencias del exterior. El
grupo realiza operaciones y transformaciones que implican una
estructura grupal, surgen interacciones y diferenciación de roles, se
producen resultados (v.g. satisfacción, productividad), y existen
mecanismos de retroalimentación (positiva y negativa) mediante los
que se evalúa el funcionamiento del sistema. Según esto,
entendemos el grupo en el trabajo en sentido general como un
sistema social dentro de otro sistema más amplio que es la
organización.
Gráfico 1. El grupo como sistema abierto. Adaptado de Huse y
Bowditch (1973).
Retroalimentación positiva
INPUTS
Tareas y objetivos
Expectativas de la
organización
Entorno
Valores y necesidades
individuales
TRANSFORMACIÓN
Estructura
Interacciones
Tareas
Mantenimiento
Liderazgo
OUTPUTS
Productividad
Satisfacción
Retroalimentación negativa
En cuanto a los tipos de grupos, una distinción clásica general es la
de Cooly (1933), quien distingue entre grupos primarios y
secundarios. Los primarios se caracterizan por una interacción cara a
cara, la relación es de carácter no especializado, son relativamente
duraderos, su número de miembros es reducido, y existe cierta
intimidad en sus miembros. Se denominan primarios porque son
fundamentales en el desarrollo psicosocial de la persona (socialización
primaria) y el ejemplo típico es la familia. Por otro lado, se definen
los grupos secundarios como aquellos que tienen características
opuestas a las de los primarios y constituyen una categoría residual
que abarca los grupos que no son primarios. Un ejemplo de este tipo
es el grupo de trabajo.
Otro criterio de clasificación básico distingue entre grupos de
referencia y grupos de pertenencia. El grupo de pertenencia es aquel
al que el individuo, de hecho, pertenece, mientras que el grupo de
referencia se define como aquel en el que una persona se integra o
aspira a integrarse, con el que se identifica o tiende a identificarse.
Este último influye en nuestro comportamiento, independientemente
de que seamos o no miembros de él, por lo que puede decirse que si
las actitudes de una persona son influidas por una serie de normas
que comparten con otros individuos, éstos constituyen un grupo de
referencia.
Los grupos de referencia tienen dos funciones interdependientes: la
valorativa y la normativa. La primera representa un papel muy
importante para la persona pues le facilita un sistema de referencia
para autovalorarse y evaluar a los demás y sirve de marco para
establecer comparaciones con otros y fundamentar la propia
autoestima. La función normativa proporciona a la persona las
prescripciones para adaptarse o aproximarse a las pautas y criterios
de comportamiento del grupo de referencia. Se suele distinguir entre
grupos de referencia positivos, en los que los individuos desean ser
aceptados como miembros y cuyas normas de grupo influyen en sus
valores y actitudes, y grupos de referencia negativos, en los que no
se busca ser miembro y se rechaza su sistema de valores o normas.
Además, puede suceder que sobre una persona ejerzan influencia
varios grupos de referencia con normas y pautas de comportamiento
contradictorias, ocasionándole conflicto y tensión.
Origen y desarrollo de los grupos
Entre las razones por las que los individuos forman parte de los
grupos están la satisfacción de una serie de necesidades: seguridad
(el grupo puede ser útil para los nuevos empleados, pues encuentran
en él orientación y apoyo), estatus y autoestima (pertenecer a un
determinado departamento puede proporcionar prestigio y aumentar
la autoestima), interacción y afiliación (los grupos de trabajo pueden
contribuir a la satisfacción de necesidades de amistad y de relaciones
sociales), y poder (pertenecer a un grupo posibilita ejercer influencia
sobre otros).
Por otra parte, una vez que los individuos se agrupan, suelen
sucederse una serie de fases o etapas de desarrollo hasta poder decir
que se ha constituido. Tuckman y Jensen (1977) indican cuatro
etapas: formación, conflicto, organización y realización. La etapa de
formación se caracteriza por una gran incertidumbre ante la finalidad
del grupo, la estructura, y el liderazgo, y finaliza cuando los
miembros empiezan a considerarse como parte del grupo. En la de
conflicto, los miembros aceptan la existencia del grupo, pero se
advierte resistencia al control que se les impone (v.g. respecto a
quién controlará el grupo). Cuando finaliza esta etapa se observa una
jerarquía bastante clara en el liderazgo del grupo. En la etapa de
organización surgen las normas para guiar el comportamiento
individual, las relaciones son más estrechas entre los miembros, y el
grupo muestra cohesión observándose entonces un fuerte sentido de
identidad. Al final de esta etapa el grupo cuenta con una estructura y
ya ha asimilado un conjunto común de expectativas sobre lo que sus
integrantes entienden por un comportamiento correcto. En la etapa
de realización, la estructura es funcional y aceptada y la energía del
grupo se destina a la realización de las tareas. No obstante, el
desarrollo de las etapas y el paso de una a otra no siempre es claro
y, algunas veces, coexisten etapas distintas o se producen
regresiones a etapas anteriores. Esto muestra el carácter
esencialmente dinámico de los grupos.
Una de las funciones básicas de los grupos es la consecución de
objetivos. Atendiendo a este criterio, cabe distinguir varios tipos de
actividades grupales: a) actividades centradas en la tarea
(clarificación de estrategias y planteamientos; realización de
objetivos, definición de problemas, aportación de ideas, coordinación,
y síntesis), b) actividades centradas en la construcción y en el
mantenimiento del grupo (relacionadas con el fomento de la
solidaridad y cooperación grupal y con la creación de un buen clima
en el grupo), c) actividades de autoservicio o en provecho propio
(destinadas a satisfacer necesidades individuales de los miembros).
Las necesidades y objetivos de un individuo y las del grupo al que
pertenece pueden coincidir (entonces, el comportamiento de esa
persona es funcional para el grupo) pero otras veces, cuando la
satisfacción de ciertas necesidades va ligada a algunas características
personales (individualismo, dominación, agresividad, etc.), el
comportamiento de ciertas personas puede ser disfuncional,
entorpeciendo el logro de los objetivos grupales.
Aunque los grupos pueden satisfacer diferentes necesidades y
constituyen el marco principal de la socialización y de la construcción
de la identidad personal, no siempre existe una actitud favorable
hacia la participación en los grupos y a la integración en ellos.
Algunos de los motivos que pueden explicarlo son el miedo al grupo
(entender éste como una agresión contra la propia identidad), la
comprensión errónea de los procesos de grupo (no ser conscientes o
ignorar lo que entraña la vida en un grupo: influencia, consenso,
conflicto), desconocer las técnicas grupales y los comportamientos
que es necesario desempeñar para el adecuado funcionamiento del
grupo, el miedo al cambio (en ocasiones, el participar en los grupos
supone el cambio de hábitos más o menos individualistas así como
asumir responsabilidades nuevas), la presión temporal (lo que supone
haber desarrollado habilidades de coordinación entre los miembros),
etc.
Estructura y procesos en los grupos
La formación de la estructura grupal es uno de los aspectos básicos
del desarrollo del grupo y se refiere a la pauta de relaciones que se
establecen entre los diferentes miembros, y a las posiciones que
ocupan. Esta estructura acaba caracterizando al grupo y, una vez
establecida, resulta en gran medida independiente de los individuos
que lo componen. Los factores que determinan la estructura pueden
clasificarse en tres categorías principales: requisitos para un eficaz
rendimiento grupal, capacidades y motivaciones de los miembros del
grupo, y medio ambiente físico y social del grupo.
Otro elemento fundamental junto con la estructura es el conjunto de
procesos que aparecen en la actividad grupal (v.g. el liderazgo, el
establecimiento de normas, la comunicación, el conflicto, la toma de
decisiones), que suelen considerarse como la esencia de grupo. A
continuación describimos los principales elementos tanto de
estructura como de procesos de los grupos, para lo que nos basamos
principalmente en las conclusiones de los estudios sobre grupos
pequeños realizados en psicología social.
Roles
El término rol, que procede del teatro y se refiere al texto escrito que
un actor tiene que interpretar. Se utiliza en los grupos para indicar
que ciertas conductas de los miembros están asociadas a posiciones
concretas más que a las personas que las ocupan.
Se ha propuesto varias definiciones de rol que pueden agruparse en
tres categorías (Roos y Starke, 1980). En primer lugar, desde un
punto de vista sociológico, los roles son entendidos como “patrones
normativos culturales” resaltando las normas de conducta que la
sociedad establece sobre sus miembros. Así, los roles pueden ser
vistos como un conjunto de actitudes, valores y conductas que la
sociedad adscribe a todos los individuos que ocupan un determinado
estatus y que son transmitidas por los procesos de socialización
(Duvall, 1946). Por otra parte, las definiciones formuladas desde una
perspectiva psicosocial, inciden en considerar los roles como
“conjunto de expectativas sobre la conducta”, destacando los
aspectos cognitivos y las conductas esperadas (v.g. Katz y Kahn,
1978; Argyle, Furnham y Graham, 1981; Ilgen y Hollenbeck, 1991) y
como la “conducta actual” de las personas en ciertas posiciones
entendiéndose como secuencias estructurales de conductas
aprendidas de una persona en una situación de interacción (Sarbin,
1954).
Generalmente, se distinguen dos tipos básicos de roles que deben ser
asumidos por los diferentes miembros para el mantenimiento del
grupo: el rol de tarea, que está relacionado con los comportamientos
destinados a la consecución de objetivos (v.g. la descripción de
tareas y el reparto de responsabilidades), y el rol de mantenimiento,
relacionado con el manejo de los aspectos sociales y emocionales de
los miembros del grupo.
Entendemos el rol laboral como el conjunto de expectativas de
conductas esperadas de la persona que ocupa una posición laboral,
emitidas por aquellas personas que se ven afectadas por su conducta
e, incluso, por la propia persona que lo desempeña. Entre las
principales funciones destacan prever, coordinar y facilitar la
interacción social, reduciendo la incertidumbre que hay en la
conducta
interpersonal.
La
mayoría
de
los
roles
son
interdependientes, es decir, para que se den unos deben darse otros
(v.g. el rol de líder requiere la existencia de seguidores, etc.). Por
otra parte, del predominio de roles funcionales o disfuncionales va a
depender en gran medida que la dinámica del grupo se oriente hacia
situaciones más cohesionadas y proporcione mejores resultados o
que, por el contrario, se instaure la apatía, el conflicto destructivo, la
ineficacia, y el abandono del grupo.
Otros conceptos relacionados con el rol laboral son los de persona
focal y conjunto de rol. La persona focal es aquella que ocupa la
posición a la que corresponde el rol mientras que el conjunto de rol
es el marco social en el que se integra el rol, es decir, todas las
personas que son afectadas por la conducta de la persona focal y que
elaboran y emiten expectativas sobre ella (Peiró, 1984). También
cabe diferenciar entre expectativas y conducta de rol. Las
expectativas de rol equivalen al rol propiamente dicho tal como se ha
definido mientras que la conducta de rol es la expresión del rol.
Los roles se suelen caracterizar por varias dimensiones: nivel de
incertidumbre, generalidad, amplitud, tamaño y conexiones del
conjunto de rol, simetría e igualdad de las relaciones, duración de la
asignación, prestigio y poder, etc., aunque las más estudiadas han
sido el conflicto y la ambigüedad de rol. En el ámbito laboral hay que
tener en cuenta que durante la asimilación y definición de un rol así
como en cualquier momento de su desempeño, pueden suceder
acontecimientos que dificulten dicho proceso, generando problemas a
la persona focal y al funcionamiento de las unidades de trabajo a las
que pertenece. Se habla así de ambigüedad de rol cuando existe
incertidumbre o la falta de claridad por parte de la persona focal
sobre su rol. Se referirse al grado de disponibilidad de la información
requerida en una posición, y se produce por la falta de esta
información o su comunicación inadecuada. El conflicto de rol hace
referencia a la situación creada por demandas y expectativas
incompatibles entre sí enviadas a la misma persona focal. Se trata de
estar sometido a varias demandas, de modo que atender a unas
represente desatender a otras.
También relacionados con el comportamiento de la persona focal
tenemos las conductas de innovación de rol y extra-rol cuyo interés
por su estudio ha aumentado en los últimos años debido a su
relevancia para el desarrollo de la carrera y para el buen
funcionamiento de las unidades de trabajo . Los estudios más
recientes ponen de manifiesto la importancia de estas conductas,
especialmente necesarias para la supervivencia de las organizaciones
en ambientes dinámicos y competitivos, pues guardan estrecha
relación con actitudes como la satisfacción laboral, el compromiso
organizacional y el rendimiento individual y grupal.
La innovación de rol puede entenderse como la introducción y
aplicación intencional de nuevas ideas, procesos, resultados o
procedimientos en el rol, que son útiles para el individuo, el grupo, la
organización o la sociedad (West y Farr, 1990). Por otro lado, si la
conducta de rol es la requerida y esperada como parte del
desempeño de deberes y responsabilidades que son asignados
explícitamente, la conducta extra-rol es discrecional y va más allá de
las expectativas existentes en rol para beneficiar o intentar beneficiar
a otros. Se trata de conductas voluntarias fuera de las demandas del
rol, intencionales, resultado de la decisión activa del individuo,
percibidas como positivas por el trabajador u observador, y
desinteresadas en beneficio de otros diferentes de la persona que la
ejecuta. Pero su distinción es difícil en la práctica pues la misma
conducta puede ser considerada conducta extra-rol o conducta de rol,
dependiendo del entorno en el que sea analizada. Por ejemplo, entre
los factores que influyen están la perspectiva adoptada por el
observador que la interpreta (dos observadores que tienen diferentes
expectativas sobre la misma conducta de un empleado), las
características de las personas que las realizan (un observador tiene
diferentes expectativas para la misma conducta de dos empleados), y
el momento temporal en el que tienen lugar (un observador tiene
diferentes expectativas para la misma conducta de un empleado en
dos situaciones temporales diferentes). Incluidas en esta
denominación están la conducta de ciudadanía, la conducta prosocial,
la conducta de denuncia y la conducta de discrepancia de principios,
siendo las dos primeras de afiliación y apoyo, y las dos últimas de
desafío y prohibición (v. Organ, 1990).
Estatus
Cada posición existente en el grupo es evaluada en cuanto al
prestigio, importancia o valor que posee para éste. Así, el estatus se
define como el grado de prestigio de la posición que tiene una
persona dentro del grupo.
En las organizaciones, encontramos diferentes símbolos de estatus.
Por ejemplo, estamos familiarizados con los signos externos
asociados a alto estatus: oficinas amplias y alfombradas, altos
salarios, horarios de trabajo flexibles, etc. y al bajo estatus: horario
rígido, salario bajo, trabajo monótono, etc.
El estatus es un factor relevante para comprender el comportamiento
en los grupos pues tiene consecuencias conductuales cuando los
individuos aprecian discrepancia entre el que consideran su estatus y
el que los demás le otorgan, es decir, cuando se produce una
incongruencia de estatus (v.g. que el supervisor esté peor retribuído
que los subordinados, o que la mejor oficina del edificio la ocupe un
empleado de rango inferior). En resumen, los empleados esperan que
lo que reciben de la organización sea congruente con su estatus.
Normas
Con el paso del tiempo, los miembros del grupo acaban compartiendo
actividades y valores y van surgiendo las normas o modelos
aceptables de conducta compartidos, que indican lo que está
permitido, lo prohibido, y bajo qué circunstancias. Por lo tanto, las
normas se crean con el objetivo de regular los comportamientos de
los componentes del grupo y reflejan el consenso de éste sobre las
conductas que los miembros consideran aceptables para que pueda
funcionar. Aunque es necesario para su adecuado funcionamiento que
sean acatadas por los individuos que desean formar parte del grupo,
esta aceptación puede llegar a límites extremos en ciertas
circunstancias en las que los grupos pueden presionar a los individuos
para que cambien sus actitudes y comportamientos de modo que se
ajusten a las normas del grupo.
La aparición de las normas en los grupos se produce por varios
motivos, entre los que destacan afirmaciones explícitas de un
miembro del grupo (v.g. no se permiten las llamadas telefónicas
personales durante el horario laboral), acontecimientos importantes o
decisivos en la historia del grupo en relación con alguna acción (v.g.
un accidente), primacía, es decir, el primer patrón conductual que
surge en un grupo establece casi siempre las expectativas del grupo
(v.g. elegir un determinado armario del vestuario, un lugar en el
aparcamiento, en el comedor, etc.), mediante la incorporación de
experiencias de grupos anteriores (los integrantes de un grupo tienen
ciertas expectativas procedentes de otros grupos a los que han
pertenecido).
Sobre el proceso de establecimiento de las normas y su influencia en
el grupo, Shaw (1980) señala que se suelen establecer sobre
situaciones que son significativas para el grupo; pueden ser de
aplicación general para todos los miembros, o específicas para alguno
de ellos (en este caso, ayudan a especificar el reparto de roles);
pueden variar en el grado de aceptación con el que cuentan entre sus
miembros, así como en el rango de desviación permisible respecto a
ellas; y llevan aparejada una sanción según el grado e intensidad de
la desviación o infracción. En definitiva, se elaboran e intentan hacer
cumplir aquellas normas que aumentan las probabilidades de éxito y
permanencia del grupo. Entre estas normas están las relacionadas
con la supervivencia y con la reducción de la incertidumbre, las que
mejoran la predicción del comportamiento de los integrantes, las que
reducen los problemas interpersonales que causan malestar a los
miembros, y las que permiten expresar y mantener los valores
centrales del grupo (constituyen su identidad y les permiten
diferenciarse de los demás grupos).
En cualquier grupo es posible distinguir dos tipos de normas: normas
formales, que suelen encontrarse de forma más o menos explícita en
documentos escritos y establecen las reglas y procedimientos que
hay que seguir para pertenecer al grupo (v.g. horarios de trabajo,
vestido, descansos, ritmo de trabajo, etc.), y normas informales, que
no están recogidas formalmente en ningún lugar pero son conocidas
por los componentes del grupo y pueden ser tan importantes o más
que las formales para su funcionamiento. Estas últimas son implícitas
y se conocen como consecuencia de las interacciones con los demás.
Por ejemplo, en los estudios de E. Mayo en Hawthorne el grupo
estableció la cantidad de trabajo que consideraba aceptable, con lo
que los miembros que producían por encima o por debajo de dicha
cantidad eran sancionados por el grupo.
Influencia social
Como hemos visto, algunas de las definiciones de grupo ponen el
énfasis en la interacción y en la influencia social, que podemos
entenderla en general como el proceso de relación entre dos
entidades sociales, en el que tanto se ejerce como se recibe
influencia. Mediante el estudio de la influencia social se intenta
comprender cómo se modifica la percepción, los juicios, las actitudes,
las intenciones y los comportamientos de una persona como
consecuencia de su relación con otras personas, grupos,
organizaciones o la sociedad (Moscovici, 1985). Los grupos (formales
o informales) controlan la mayoría de los estímulos a los que están
expuestos sus miembros en el desempeño de sus actividades, e
influyen en ellos por diferentes medios. Se suelen distinguir dos tipos
de influencia social: la informativa y la normativa.
La influencia informativa se produce cuando aparecen distintas
alternativas de decisión/solución, y por medio de la aportación de
información y argumentos se produce un cambio o polarización de las
actitudes u opiniones de los miembros. Es decir, se confía menos en
el juicio propio que en el de los demás miembros del grupo. Un
ejemplo de este tipo de influencia se produce cuando, mediante datos
científicos, estadísticas, etc. influimos sobre los trabajadores para que
utilicen equipos de protección individual en la realización de su
trabajo como medida de prevención.
La influencia normativa se refiere al hecho de que en nuestra cultura
existen unos valores y actitudes socialmente aceptados y deseables,
de modo que quien se comporta de acuerdo con ellos recibe
aprobación social. Dado que dependemos de los demás para
satisfacer gran variedad de necesidades, nos importa aparecer
atractivos ante otros, si suponemos que, por una parte, el
desacuerdo con los demás nos hará poco atractivos o conllevará el
rechazo y, por otra, que el acuerdo provocará evaluaciones positivas
y asegurará la pertenencia al grupo, se producirá conformidad basada
en este tipo de influencia. Un ejemplo de este tipo de influencia lo
tenemos cuando, basándose en la costumbre o en normas informales
del grupo, o por miedo al ridículo y al rechazo de los demás no se
utiliza un equipo de protección individual en la realización del trabajo.
Los efectos producidos en la persona por estos dos tipos de influencia
son la conversión (supone convencimiento real sobre los argumentos
planteados) y la sumisión (mediante acatamiento de conductas
debido a la influencia normativa como consecuencia de la
deseabilidad social) respectivamente.
Las situaciones de interacción e influencia social varían desde
aquellas en las que la interacción es mínima y el conocimiento mutuo
entre las personas es nulo o escaso, hasta otras en las que este
conocimiento es mayor o se alcanzan grados altos de intimidad.
Como consecuencia de la interacción y de la influencia social en
grupos pequeños, se produce una serie de procesos y resultados que
describimos a continuación.
Desindividualización
La desindividualización se define como el estado psicológico de
aquellos miembros de un grupo que han perdido su “individualidad”
como consecuencia del trato totalmente uniforme al que han sido
sometidos en él, llegando incluso a manifestar conductas socialmente
desaprobadas. La desinhibición o reducción de las restricciones
internas conduce a que los individuos se sientan libres para
comportarse de un modo que no se comportarían en otras
circunstancias pues cuando los individuos se sienten anónimos en un
grupo es más probable que su conducta sea guiada por las normas
del grupo. El resultado puede ser una conducta antisocial o prosocial,
dependiendo de qué normas sean accesibles en ese momento. Como
dice Zimbardo, “las emociones e impulsos que usualmente se
encuentran bajo control cognitivo resultan más fáciles de expresar
cuando las condiciones estimulares minimizan la autobservación así
como la evaluación por parte de otros” (Zimbardo, 1970, pág. 251).
Philip Zimbardo (1970) realizó un estudio en el que pidió a
estudiantes que vistieran túnicas idénticas y capuchas que ocultaban
sus caras. Según su hipótesis, el anonimato produciría un estado de
desindividualización o sentimiento de que la identidad personal se
había perdido en la multitud. Los resultados indicaron que,
comparados con otros estudiantes que no vestían estas túnicas, sus
caras eran visibles, y llevaban sus nombres en unos distintivos, los
primeros propinaron descargas eléctricas de mayor intensidad a otros
estudiantes. Estos resultados parecían indicar que la mayor parte de
las personas sólo se conforman a las normas sociales públicamente y
tan pronto como se elimina el control éstas dejan de ejercer
influencia. Es decir, ser anónimo y difícilmente identificable (usar una
capucha o una máscara, estar oculto por la oscuridad, o mezclado en
una multitud), hace menos probable que alguien sea castigado.
Pero la desindividualización no siembre produce respuestas
antisociales. Según Reicher (1987), el formar parte de una multitud,
en lugar de reducir la autoconciencia, aumenta la tendencia de las
personas a verse a sí mismas como miembros del grupo y los
sentimientos compartidos de filiación al grupo pues las normas
grupales se hacen accesibles al máximo. La desindividualización
aumenta el poder de las normas grupales sobre la conducta, de modo
que actuando como miembro del grupo se acaba pensando y
haciendo lo que hace el grupo. Según esto, aumentaría, en lugar de
disminuir, la tendencia de los miembros a adaptarse a cualquier tipo
de conducta grupal (ya sea lanzar piedras a la policía o rescatar a las
víctimas de un terremoto).
Como conclusión, la desindividualización no siempre implica la
manifestación de una conducta antisocial sino que conduce a que las
personas sean más propensas a seguir las normas más accesibles en
ese momento. Los estudios sobre desindividualización muestran que
toda experiencia grupal que disminuya la autoconciencia también
tiende a desconectar la conducta de las actitudes pues las personas a
las que se obliga a tener conciencia de sí mismas (por haberles
solicitado llevar adelante alguna tarea frente a un espejo o una
cámara) evidencian un autocontrol muy elevado a la vez que sus
actos están fuertemente enraizados en sus actitudes.
Cohesión
Una vez constituidos los grupos, surgirán procesos de mayor o menor
atracción entre los miembros. En este sentido, la cohesión se suele
definir como la tendencia de los miembros a mantenerse juntos y
permanecer unidos en el logro de sus metas y objetivos. Según Shaw
(1980), el término cohesión posee, al menos, tres significados:
atracción hacia el grupo (incluye la resistencia a abandonarlo), moral
(nivel de motivación que muestran los miembros), y coordinación de
los esfuerzos de los miembros del grupo. La cohesión no es un
fenómeno estático sino que puede aumentar disminuir durante la
existencia del grupo.
Entre los determinantes de la cohesión grupal destacan el tiempo que
los miembros han pasado juntos, la dificultad encontrada para
pertenecer al grupo y la severidad de la iniciación, la presión o
amenaza de fuerzas externas, y los éxitos obtenidos en el pasado.
Además, se suelen señalar las siguientes características de los
miembros de un grupo altamente cohesionado: muestran interés por
seguir perteneciendo al grupo, lealtad hacia el grupo, participan en
alto grado en las iniciativas y actividades del grupo, desarrollan
sentimientos de seguridad y pertenencia, presentan alto nivel de
interacción, poseen alta satisfacción y rendimiento, y alta motivación
para lograr el bienestar y objetivos del grupo.
La cohesión influye sobre diferentes actividades del grupo, como la
calidad y cantidad de las interacciones, la influencia social, la
productividad, la comunicación, la conformidad y la satisfacción en el
grupo. En cuanto a la productividad grupal, aunque en algunos
estudios aparece relacionada con la cohesión, la relación entre ambas
está modulada por las normas establecidas por el grupo: cuanto más
cohesionado esté el grupo, más se esforzarán sus miembros por el
logro de sus metas. Si las normas son altas (v.g. cantidad de
producción elevada, trabajo de calidad, cooperación entre los
individuos), el grupo cohesionado será más productivo que el que
esté menos cohesionado, pero si son bajas, la productividad del
grupo será también inferior. Por otro lado, si la cohesión es baja y las
normas del grupo elevadas, ésta aumenta, pero menos que en la
primera situación. Cuando la cohesión y las normas son bajas, no
habrá efectos significativos en la productividad (Gibson, Ivancevich y
Donnelly, 1994).
Algunas propuestas para aumentar la cohesión en los grupos son: a)
reducir el tamaño del grupo, b) estimular el acuerdo con las metas, c)
aumentar el tiempo que los miembros permanecen juntos, c)
aumentar el estatus del grupo y la dificultad para poder pertenecer a
él, e) estimular la competencia con otros grupos, f) recompensar al
grupo más que a los individuos, y g) aislar físicamente al grupo
(Gibson, Ivancevich y Donnelly, 1994).
Conformidad e influencia de la mayoría
La conformidad es el grado de acatamiento de las normas por los
miembros del grupo. A medida que los grupos están más
cohesionados se incrementa la adhesión a sus normas, tanto
explícitas como implícitas. Conformidad y cohesión están relacionadas
y ambas se refuerzan mutuamente y contribuyen al mantenimiento y
uniformidad del grupo, por lo que la mayor parte de las variables
mencionadas y relacionadas con la cohesión, también lo están con la
conformidad.
En cuanto a las explicaciones sobre qué conduce a la conformidad (v.
Asch, 1951, 1956), se ha planteado que cuando manifestamos un
juicio sobre algún aspecto en presencia de otros, deseamos tener
razón y crear una buena impresión a los demás. Para determinar qué
es tener razón, nos solemos basar en lo que nos indican los sentidos
y en lo que dicen los demás. Con el paso del tiempo, aprendemos a
apreciar el valor de ambas fuentes, pero hay situaciones en las que
éstas se enfrentan y debemos elegir entre ambas. Entonces, la
conformidad puede deberse a la influencia informativa (se acepta la
postura de los demás porque se confía en el juicio de otros más que
en el propio), o a la presión del grupo debido a la necesidad que
tenemos de parecer atractivos a los demás y de ser acpetados
(influencia normativa).
Rosenfeld (1973) menciona algunas variables pertenecientes a
diferentes niveles que afectan a la conformidad en los grupos. En el
individual aparecen la autoconfianza, la valoración y respeto por la
autoridad, la necesidad de aprobación social, la inteligencia, la
creatividad y la necesidad de logro. En el grupal destacan la cohesión,
la importancia concedida a la pertenencia al grupo, el grado de
interacción entre los miembros, el tamaño grupal, la realización de
tareas difíciles y novedosas, etc. Entre las variables situacionales
tenemos la presión o amenaza externa,
emergencia, y las situaciones ambiguas.
las
situaciones
de
Un proceso ligado a la conformidad es la desviación o incumplimiento
de las normas. Aquellos miembros cuyas actitudes y valores difieren
considerablemente de las normas que son importantes para el grupo
pueden intentar cambiarlas o abandonar el grupo. Se observan varias
respuestas del grupo ante el individuo disconforme o desviado:
esperar a que cambie, ridiculizar sus posturas y críticar sus
planteamientos, persuasión para que se adapte a las normas,
amenazas, aislamiento, rechazo y expulsión.
La influencia social también puede explicar algunos resultados
obtenidos en algunos estudios sobre obediencia a la autoridad (v.
Milgram, 1974) en relación con hasta qué punto y en qué condiciones
las personas obedecen a la autoridad aun en contra de los propios
principios éticos.
Influencia de las minorías
Para Moscovici y Lage (1976), bastantes procesos de influencia
minoritaria e innovación pueden explicarse mediante los mismos
mecanismos que explican la influencia mayoritaria, pero si tenemos
en cuenta que las minorías no suelen tener el control normativo sobre
la mayoría, son frecuentemente ridiculizadas, y son percibidas como
“poco fiables”, cabe preguntarse de qué modo pueden ejercer
influencia. Según estos autores, es posible mediante su estilo
conductual, es decir, la minoría, para ser influyente, debe
caracterizarse por la consistencia de su conducta tanto individual
(cada individuo a lo largo del tiempo) como interindividual (entre
todos los miembros del grupo) (Nemeth, 1982), es decir, manifestar
un patrón claro y definido de respuestas (lo cual no implica
necesariamente la repetición de la misma conducta). No obstante, lo
fundamental para lograr la influencia es cómo sea percibida e
interpretada la minoría por los componentes de la mayoría.
Toma de decisiones
Con gran frecuencia, las personas que participan en grupos en el
trabajo lo hacen para tomar decisiones. El interés por el estudio de
los procesos de toma de decisiones en grupo se fundamenta en dos
razones, una teórica y otra práctica (v. Salanova, Prieto y Peiró,
1996). La práctica se refiere al hecho de que, a menudo, las
decisiones de grupo resultan ineficaces. Una de las consecuencias de
esto es, por ejemplo que se suele considerar que las reuniones para
tomar decisiones son inútiles, una pérdida de tiempo, y se acabe por
no asistir a ellas. De este modo, las decisiones del grupo son
sustituidas gradualmente por las decisiones individuales.
La razón teórica se basa en que, a menudo, se piensa que los grupos
toman sus decisiones de la misma forma que los individuos,
suponiendo que cada participante es un individuo racional que adopta
la solución que presenta mayores ventajas y menores inconvenientes.
Si esto fuera así, las decisiones de varias personas, en la mayoría de
los casos, girarían alrededor del promedio de las opiniones y las
preferencias de cada persona del grupo. Pero esto no suele suceder
de esta manera y los compromisos adoptados, al intentar satisfacer a
todos, con frecuencia, no satisfacen a nadie. En resumen, existen
diferencias entre las decisiones que adoptan los individuos de modo
aislado y las que adoptan cuando forman parte de un grupo.
Al intentar describir el proceso de toma de decisiones grupal se han
adoptado dos aproximaciones: una cualitativa y otra cuantitativa. Los
modelos cualitativos (v.g. Bales y Strodbeck’s, 1951; Hirokawa,
1983; Poole et al., 1985) describen las variables implicadas en el
proceso y las fases que lo componen (v.g. identificación del
problema, elaboración de soluciones, evaluación de las distintas
soluciones, etc.). Los modelos cuantitativos intentan explicar el
proceso sirviéndose de modelos matemáticos y pueden encuadrarse
dentro de los modelos de productividad (v.g. modelo de esquema de
decisión social de Davis, 1973; modelo de secuencia de la interacción
social de Stasser, etc.); se centran en los procesos mediante los que
se combinan los recursos individuales para alcanzar una decisión de
grupo, seleccionando entre las distintas alternativas posibles.
A continuación describimos dos de los aspectos más estudiados en la
toma de decisiones en los grupos pequeños: la polarización en la
toma de decisiones y el pensamiento grupal.
Polarización en la toma de decisiones
Sobre las decisiones adoptadas en grupos pequeños un enfoque
defiende que después de la discusión en grupo, la decisión final no
siempre es una postura de compromiso en torno a la media de las
posturas individuales, sino que se tiende a converger en una postura
que es más arriesgada. Otro, defiende que los grupos son menos
arriesgados o más moderados que los individuos aislados al tomar
decisiones. Pero los resultados de diferentes estudios llevaron a
concluir que las decisiones adoptadas en grupo no son en principio
más o menos arriesgadas que las adoptadas individualmente sino que
tienden a acercarse más hacia el polo al que, en un principio, el
promedio del grupo se inclinaba. Así, se entiende la polarización de
grupo como la acentuación de la postura inicialmente dominante
como consecuencia de la discusión en el grupo (Myers, 1991).
Para explicar este fenómeno, Festinger (1954) señala que las
personas necesitan evaluar sus propias opiniones y habilidades y,
para ello, las comparan con las de los demás. Además, tienen
necesidad de poseer una autoimagen positiva y ser percibidas de
forma favorable por los demás; por esto, el proceso de comparación
estará sesgado en el sentido de proporcionar a la persona la imagen
“mejor” o “más correcta” (más ajustada a la norma). Aplicando esto a
la toma de decisiones en grupos pequeños se observa que, en la
discusión de grupo, la persona descubre que los demás tienen
opiniones más próximas en la dirección de la alternativa más
valorada; entonces, adopta una postura más extrema en la misma
dirección para diferenciarse positivamente de los demás. Según esto,
el mero conocimiento de la de otra persona sobre un tema
determinado, sin escuchar las razones que sostienen, sería suficiente
para producir un efecto de polarización.
Esto puede explicarse recurriendo a los procesos de influencia social
mencionados, en concreto, la influencia informativa. Se sugiere que
la discusión grupal genera diversos argumentos, muchos de los
cuales son a favor de la postura que ya apoyaban los miembros del
grupo. Si esos argumentos coinciden con lo que los individuos ya
mantenía, se reforzará su afianzamiento. Pero además, el grupo
proporcionará argumentos que eran desconocidos para el individuo,
provocando una postura más extrema. De este modo, la polarización
es el resultado de un proceso de persuasión mutua cuyo resultado, o
el grado de cambio, es función de la proporción de argumentos que
favorecen una posición frente a su contraria, del poder de convicción
de éstos, y de su novedad (Myers, 1991).
En resumen, parece que la discusión conduce a un desplazamiento de
las posiciones de los miembros hacia un grado más extrema en la
misma dirección de la postura mayoritaria anterior a la discusión: los
conservadores se vuelven más cautelosos y los arriesgados se
arriesgan más. Dado que la discusión en grupo tiende a exagerar las
posturas iniciales, el grupo se desplazará hacia un mayor o menor
riesgo en función de la norma dominante antes de la discusión.
Pensamiento grupal (groupthink)
En algunas ocasiones, en el trabajo en grupo, puede sentirse la
necesidad de expresar una opinión, pero debido a diferentes motivos
no se hace. Es posible que esto se produzca por el llamado
pensamiento grupal o fenómeno que ocurre cuando los miembros de
un grupo se implican tanto en la búsqueda de consenso, que se anula
la evaluación realista de las diferentes alternativas así como la
expresión de opiniones discordantes, minoritarias o impopulares.
Algunas de las decisiones más sorprendentes e inadecuadas de la
historia se han tomado en grupo, y parece que tienen que ver con
este proceso. El concepto de pensamiento grupal es considerado
como un ejemplo extremo de la polarización de grupo y para Janis
(1972, pág. 9) es el deterioro de la eficiencia mental, de la evaluación
de la realidad, y del juicio moral que resulta de las presiones
existentes en el seno del grupo. Ocurre cuando los miembros del
grupo están tan cohesionados y conformes a las normas, sobre todo,
a la norma de consenso, que se anula la estimación realista de
posibles cursos de acción alternativos a los propuestos por el grupo
así como la expresión de puntos de vista desviados, minoritarios o
impopulares. Se caracteriza por la ilusión compartida de la
invulnerabilidad del grupo, por los esfuerzos de los miembros para
racionalizar o desechar cualquier tipo de información negativa o
contraria a la presentada por el grupo, por fuerte que sea la evidencia
en contra, por una tendencia fuerte a pasar por alto implicaciones
éticas y morales en las decisiones grupales, por el desarrollo de
estereotipos con respecto a otros grupos, por la presión hacia sujetos
desviados para que cambien su conducta, por una ilusión de
unanimidad, pues quienes tienen dudas o mantienen puntos de vista
divergentes, los ocultan para no desviarse del consenso (norma
valorada).
El pensamiento grupal aparece cuando en el proceso de toma de
decisiones, un grupo muy cohesionado está condicionado fuertemente
por la búsqueda de consenso, lo que deteriora su percepción de la
realidad. Pero todos los grupos no son igual de vulnerables al
pensamiento grupal. Las variables que parecen influir en su aparición
son: la cohesión de grupo, el comportamiento de su líder, el
aislamiento del exterior, las presiones de tiempo, y el no seguir
procedimientos metódicos en la toma de decisiones. A continuación
resumimos los procesos que conducen al pensamiento grupal (v.
gráfico 2).
Grupo muy cohesionado bajo presión para tomar decisiones
El logro del consenso es más importante que cómo es logrado
Fracaso al considerar la
información
Autocensura y “guardianes
del pensamiento” protegen
al grupo contra
información no deseada
Ausencia de
independiencia de las
opiniones de los
miembros del grupo
Los miembros comparten
antecedentes y valores
Se expresa conformidad
pública
La falta de acuerdo se
castiga durmente o los
disidentes se expulsan
del grupo
Consenso no basado en
evidencia cierta
El consenso no refleja
diferentes puntos de vista
El consenso no refleja las
verdaderas creencias
PENSAMIENTO GRUPAL
Gráfico 2. Pensamiento grupal (adapt. de Gibson, Ivancevich y
Donnelly, 1994).
a) Se logra el consenso sin tener en cuenta toda la información
disponible. El interés se centra en alcanzar el consenso y existe fuerte
presión por logarlo, por lo que se evita la exposición a informaciones
contradictorias (los “guardianes del pensamiento” protegen al del
grupo de la información que podría destruir el consenso). El grupo se
dedica a justificar y apoyar su decisión fortaleciendo el consenso en
lugar de ponerlo a prueba.
b) El consenso no es real pues las opiniones de los miembros no son
independientes. En los grupos cuyos miembros comparten educación,
valores, puntos de vista, etc. es más probable que aparezca este
fenómeno.
c) El consenso se logra mediante la conformidad pública y no
mediante la aceptación privada. Comenzar con un voto público de los
miembros permite que los más respetados y de mayor estatus
establezcan sus opiniones e influyan sobre los demás. Esto conduce a
la “ilusión de unanimidad” más que a un verdadero consenso: cada
uno piensa que los demás aceptan la posición del grupo. El grupo se
percibe como invulnerable, superior, incapaz de hacer ningún daño,
cuando, de hecho, el proceso ha fracasado.
Según esto, si pretendemos evitar la aparición y los efectos negativos
del pensamiento grupal, debemos tener en cuenta los siguientes
aspectos:
1. Ser prudente al valorar la importancia de la cohesión y el consenso
pues aunque en algunos casos puede ser una ventaja una alta
cohesión en los grupos, también puede que no favorezca los
desacuerdos.
2. Esforzarse por mostrar un estilo de dirección participativo; el líder
debe evitar dar la opinión sobre el problema al principio de la
discusión y fomentar la aparición de opiniones diferentes a las de la
mayoría, resaltando la importancia de alcanzar una decisión lo más
razonable posible.
3. Evitar el aislamiento del grupo respecto a otros pues los grupos
aislados tienden a perder la objetividad y el contacto con la realidad.
4. Valorar la importancia de las limitaciones de tiempo en su justa
medida. Cuando existe restricción de tiempo y presión, los miembros
suelen tomar “atajos” que probablemente conducen a consensos
falsos o superficiales.
5. Potenciar el uso de procedimientos metódicos en toma de
decisiones.
Si tenemos en cuenta lo anterior, en cuanto a las ventajas de la toma
de decisión individual, destacan la rapidez, la existencia de un
responsable claro, y la coherencia en los valores, mientras que en las
decisiones grupales suelen aparecer luchas por el poder (las
decisiones en grupo pueden variar en alto grado de una sesión a otra
de acuerdo con la capacidad de los miembros para influir entre los
miembros). Pero la toma de decisiones en grupo también tiene
ventajas, entre las que se destaca que suelen generar más
información y conocimientos más completos y la diversidad de puntos
de vista permite considerar más alternativas. Diferentes estudios
muestran que los grupos casi siempre superan el rendimiento, incluso
del mejor individuo del grupo, lo que en toma de decisiones puede
conducir a la adopción de decisiones de mayor calidad. Por último, un
aspecto fundamental es que las decisiones adoptadas en grupo
conducen a una mayor aceptación de la solución adoptada.
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