¿Qué es un milagro? Salmo 36:7 Por: Olena H. Saciuk, Ph.D. - Profesora de Inglés “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.” Nuestra vida fluye normalmente con sus altas y bajas, con alegrías y preocupaciones. Tenemos la falsa percepción de que estamos en control de nuestra vida a pesar de frustraciones, problemas diarios, cansancio, estrés hasta que de repente nos tropezamos con algo, sea enfermedad, una pérdida catastrófica o un monstruo de problema que parece que nos vamos a hundir o perecer. Entonces, clamamos al Padre celestial por su amparo, por su misericordia, en fin por un milagro. Hacerlo y creerlo es parte de nuestra cultura. Aunque los “ricos y los altamente educados se sienten que ellos son los amos del universo”, la mayoría de la gente en los Estados Unidos”, dice Bill Newcott en su artículo, “The Mystery of Miracles “(“El misterio de milagros”, ( The Magazine AARP. Enero/Febrero 2009), piensan “que hechos extraordinarios de mano de Dios”, o sea milagros, “no es un asunto de fe sino es una realidad”. Michael Shermer en su libro, ‘Why People Believe Weird Things” (“Por qué la gente cree cosas raras”) , cataloga 295 eventos diarios de hechos extraordinarios que muchos creyentes interpretarían como milagros. Padre Jonathan Morris, en su libro “The Promise: God’s Purpose and Plan for When Life Hurts “(“La promesa de Dios cuando la vida duele”), “está de acuerdo que para los creyentes, los milagros revelan no solamente la naturaleza del Dios sino también la del beneficiario. Cuando la gente dice,’Esto es un milagro,’ no están diciendo que Dios rompió las leyes de la naturaleza para darme esta bendición,’” dice Morris sino,”Están diciendo, ‘Dios me ama tanto que permitió que esto ocurriera.’” Porque creemos en las palabras del Salmo, “Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia,” por eso cuando leemos de milagros grandes y pequeños, nos alegramos porque esto nos da la esperanza y fortaleza para enfrentarnos con nuestras situaciones difíciles. Esto viene de nuestra herencia JudeoCristiana. Sin embargo, los 800 millones de hindúes, por ejemplo, no tienen esta misma creencia, como nos dice Newcott, quien entrevistó al guru Sri Sri Ravi Shankar, un prominente lider espiritual. Ravi Shankar dice que, “La naturaleza evidencia muchos hechos impredecibles, y nosotros vemos la naturaleza como un ser viviente, un organismo muy vivaz…En este sentido, un milagro es parte de la naturaleza. Es la mente pequeña que se conecta con una mente más grande. Ustedes los llaman Dios; yo lo llamo energía universal”. Parece diferente de nuestra creencia cristiana, pero creo que no lo es, porque si nosotros creemos que somos hijos de Dios entonces claro que somos una “mente” pequeña, pero estamos conectados a la mente grande de Dios “.Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra” de Dios “ y creen en milagros. Los milagros entonces son los amparos de Dios por tener misericordia de nosotros y nosotras. Aunque esto se da por hecho, sin embargo al pedir un milagro debemos tener en cuenta lo siguiente: uno, que Dios no provee un milagro, sea grande o pequeño, cada vez que lo pedimos; segundo, como el rabí Harold Kushner dice en su libro, “When Bad Things Happen to Good People” (“Cuando a la gente buena pasan cosas malas”), “está bien pedir un milagro si a la vez tú haces lo que puedes para resolver el problema en vez de dejar todo en las manos de Dios.” Tercero, no todos los milagros son del mismo tamaño. En mi opinión, si solamente contamos como un milagro si alguien se cura del cáncer sin una explicación científica, me parece que nos estamos perdiendo la oportunidad de ver el amparo que Dios nos provee en nuestro diario vivir, en otras palabras, de los milagros pequeños o aún pequeñitos. Por ejemplo, una palabra de aliento, una sonrisa de un amigo o de un desconocido, que hemos llegado a tiempo, nuestro cuerpo es milagroso, como corre cada día es milagroso, que no hay nadie exactamente como nosotros en todo el planeta es milagroso, la vida misma es un milagro. Que estoy escribiendo esto para mí fue un pequeño milagro porque por dos semanas estaba buscando ¿cómo conectar los temas sugeridos con la vida diaria nuestra? Nada me llegaba a la mente. ¡Algunos pasajes ni entendía! Decidí recoger algunas de las lecturas que había leído recientemente, pero no veía ninguna conexión con los pasajes bíblicos asignados. Antes de llamar a la Reverenda Saliva para decirle que no puedo cumplir con la asignación, decidí leer el Salmo 36:5-11 por décima vez, y de repente vi allí por primera vez una parte del salmo que conectaba con mis otras lecturas y con el mensaje que quise compartir. ¡Fue una iluminación! Sin darnos cuenta, nosotros todos tenemos cada día este tipo de amparos divinos. Y cuando rezamos o hablamos con Dios compartiendo una preocupación o un problema y en poco tiempo nos entra una paz, ¿no es esto un milagro? Cuando veo tanto sufrimiento en las noticias, me pregunto ¿por qué no hay milagros para esta gente? Tal vez hay, pero no puedo verlos con mi mente pequeña, pero debo ser agradecida por las que sí puedo ver cuando estoy dispuesta a parar y pensar en todas las pequeñas y grandes bendiciones o milagros que llenan mi vida.