“FMI: el malestar de la globalización”, Joaquín Estefanía

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ECONOMÍA
FMI:
el
malestar
de
la
globalización
Joaquín Estefanía
El País - 21-04-2002
CASI COINCIDIENDO CON LA ASAMBLEA de primavera del
Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM),
dos de las principales instituciones de la globalización, aparece en las
librerías el último libro del premio Nobel de Economía Joseph E.
Stiglitz, titulado en castellano El malestar de la globalización. En
España será publicado en breves semanas (editorial Taurus). El texto,
que para el autor supone un género nuevo, alejado tanto de su
habitual tono académico como de la charla popular, está en buena
parte dedicado a ambos organismos, fundamentalmente al FMI.
Leerlo en estos momentos rebaja la solemnidad y el grado de
reconocimiento sobre los pronósticos del Fondo. Se conocía la acidez
de la crítica de Stiglitz al FMI (no hay peor cuña que la de la misma
madera; el economista estuvo en primera fila en el BM, del que fue
economista jefe y vicepresidente), pero en el libro en cuestión hace de
la misma el protagonista no sólo de los contenidos, sino de la propia
metodología.
¿Por qué no hay que tener demasiado en cuenta las cosas que dice el
FMI? En concreto, por tres motivos: porque hace ideología y no
ciencia social; porque la historia demuestra que se ha equivocado más
que acertado; y, por último, porque fue creado tras la Segunda Guerra
Mundial para ejercer de modo diferente a lo que ahora practica.
Stiglitz entiende que el FMI toma sus decisiones en función de
criterios ideológicos y políticos. Como resultado de ello ha
multiplicado las acciones 'que no resolvían los problemas, pero que
encajaban con los intereses y creencias de las personas que
mandaban'. ¿Y quienes son éstas? Gentes muy vinculadas a la
comunidad financiera que, una vez que cumplen su etapa al frente de
los organismos multilaterales, regresan a sus empresas y bancos. Cita,
entre otros, el caso de Stanley Fischer, que se marchó directamente
del FMI -del que fue número dos con Michel Camdessus- al
Citigroup. 'Esas personas ven naturalmente el mundo a través de los
ojos de la comunidad financiera'.
Respecto a las recetas del Fondo, muchas veces están basadas en el
anticuado supuesto de que los mercados generan por sí mismos
resultados eficientes, bloqueando las intervenciones deseables de los
Gobiernos que podrían guiar el crecimiento y mejorar la situación de
los ciudadanos. Cuando las crisis golpearon, el FMI prescribió
soluciones viejas, inadecuadas y de talla única, sin considerar los
efectos que tendrían sobre los países a los que se aconsejaba
aplicarlas. 'Las políticas de ajuste estructural del FMI -diseñadas para
ayudar a un país a ajustarse ante crisis y desequilibrios más
permanentes- produjeron hambre y disturbios en muchos lugares, e
incluso cuando los resultados no fueron tan deplorables y
consiguieron a duras penas algo de crecimiento durante un tiempo,
muchas veces los beneficios se repartieron desproporcionadamente a
favor de los más pudientes, mientras que los más pobres en ocasiones
se hundían aún más en la miseria'.
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Pero es que, además, el FMI no fue creado para hacer lo que hace.
Fundado en la idea de que los mercados funcionan muchas veces mal,
desde hace tiempo incide en la supremacía del mercado 'con fervor
ideológico'. Construido bajo el amparo de que es necesaria una
presión internacional sobre los países para que acometan políticas
económicas expansivas -como subir el gasto público, bajar los
impuestos o reducir los tipos de interés para estimular la economía-,
hoy el FMI aporta dinero sólo si los países emprenden políticas
restrictivas como recortar los déficit y aumentar los impuestos o los
tipos de interés, lo que contrae la economía.
Stiglitz, que se ha convertido en uno de los mejores aliados teóricos de los críticos de la globalización
realmente existente, exclama escandalizado: 'Keynes se removería en su tumba si supiese lo que ha
sucedido con su criatura'.
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