Suplemento3 - Cámara de Diputados

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CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION
Supl. (3) O.D. Nº 1.601 1
SESIONES DE PRORROGA
2006
Supl. (3) al Orden del Día Nº 1601
SUMARIO: Observaciones formuladas al dictamen
de las comisiones de Acción Social y Salud Pública y de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia
contenido en el Orden del Día Nº 1.601. Pinedo.
(43-D.O.-2006.)
Buenos Aires, 18 de diciembre de 2006.
Al señor presidente de la Honorable Cámara de
Diputados de la Nación, don Alberto Balestrini.
S/D.
De mi consideración:
Tengo el agrado de dirigirme a usted a efectos
de formular observación al Orden del Día Nº 1.601,
que contiene el dictamen de las comisiones de Acción Social y Salud Pública y de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia sobre un proyecto de ley de la
señora diputada Alicia Tate y otros señores diputados sobre “anticoncepción de emergencia”. Las siguientes observaciones las presento conforme a las
dispociciones previstas en el artículo 113 del Reglamento de esta Cámara.
La observación obedece a que las llamadas “píldoras del día despúes” –que generan los efectos
de que trata el proyecto en cuestión– no son
anticonceptivas solamente, sino que, en algunos casos, también son abortivas. Es más, si sólo fueran
anticonceptivas y no abortivas, no haría falta sancionar ninguna nueva ley, ya que la ley 25.673, de
salud reproductiva y procreación responsable, ya
estipula que deben distribuirse gratuitamente todos
los “anticonceptivos que sean reversibles, no
abortivos y transitorios” (artículo 6° y 7°). Si sólo
se tratara de un anticonceptivo, aunque fuera “de
emergencia”, ya estaría cubierto por dicha norma.
Entonces, ¿desea y puede el Congreso argentino
promover el uso de medicamentos abortivos? Esa es
la pregunta a responder. Nuestro país ha adherido a
la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
firmada en San José de Costa Rica el 22 de noviembre de 1969 y con rango constitucional a partir de la
reforma de 1994, que dice en su artículo 1°, que “toda
persona tiene derecho a que se respete su vida. Este
derecho estará protegido por la ley y, en general a
partir del momento de la concepción. Nadie puede ser
privado de la vida arbitrariamente”.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el
caso “Portal de Belén” del 5 de marzo de 2002, ha
considerado al uso de estas píldoras como contrario al derecho a la vida del niño por nacer.
Es cierto que puede haber discusiones científicas sobre el momento de la concepción, ya que algunos consideran que ella tiene lugar cuando el
espermatozoide masculino penetra el citoplasma del
óvulo femenino, mientras que otros consideran que
ello sucede al momento de la singamia, es decir
cuando se fusionan los gametos femenino y masculino generando un nuevo ser con su propio código genético, individual y diferente de todos los
demás. Sin embargo, una vez formado el huevo o
cigoto con la información genética íntegra que tendrá la persona luego de nacer, consideramos que
no es posible discutir que allí ya existe la persona
por nacer, que de ahí en más sólo crece y se desarrolla, tal como lo hace después de nacer. El nacimiento es sólo parte del desarrollo de la persona y
no es constitutivo de su esencia. El nacimiento sólo
marca un momento en que la persona puede desarrollarse con independencia de su alimentación en
el seno materno.
El embrión humano vivo (formado a partir de la
union de los gametos) es un sujeto humano, existente, con una identidad bien definida, diferente al
padre y a la madre, el cual comienza, desde ese momento, a actualizar su propio desarrollo, en forma
coordinada, continua y gradual; de modo tal que
nunca es una simple masa de células sino, siempre,
un sujeto. Como tal, tiene derecho a su propia vida
y en consecuencia, cualquier intervención que no
sea a su favor, viola su derecho a la vida. Ningún
fin, incluso supuestamente considerado bueno, puede justificar una intervención que produzca la muerte
y eliminación de un ser humano.
El problema con estas drogas es que producen
varios efectos. En nuestro medio se ha comercializado una combinación de estrogenos y progestágenos sintéticos o estos últimos sólos que, según
el caso, pueden actuar hasta varios días después
del embarazo de diferentes maneras: antes de la fecundación, inhibiendo o alterando la ovulación, o
interfiriendo los mecanismos de la fertilización o, una
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vez que se ha producido la fecundación, alterando
el transporte del embrión hacia el útero, inhibiendo
su implantación en el endometrio o provocando la
eliminación de un embrión recién implantado (intercepción).
Estos fármacos actúan en cuatro sitios: 1) el eje
hipotálamo-hipófisis-ovario (inhibe la ovulación); 2)
el cuerpo lúteo (efecto luteolítico); 3) las trompas
de falopio (alteración de la motilidad tubárica); y 4)
el endometrio uterino (alteración del mismo). Al mismo tiempo provoca diversos efectos y su eficacia
depende de dos factores: a) la precocidad de la
ingesta y b) la fase del ciclo menstrual en que se
encuentra la mujer cuando la realiza. Los efectos que
se pueden producir cuando no se logra la inhibición de la ovulación son:
a) Alteración de la motilidad tubárica: existiría
una disminución de la aceleración de la motilidad
tubárica con la consecuente dificultad de transporte del embrión.1
b) Modificación de la estructura del endometrio:
estas modificaciones son las responsables de impedir la anidación del embrión en el útero (efecto
antianidatorio o antiimplantatorio). Las diferentes
publicaciones, estudian la morfología y la funcionalidad del endometrio y recurren en particular al factor temprano de embarazo (Early Pregnancy Factor
EPF), que se encuentra en el suero materno desde
la sexta hora después de la fecundación. Una variación en la fase pre y periimplantatoria, indicaría una
fecundación que no podrá anidar o implantarse.2
En síntesis, en aquellos casos en los que la mujer no ha ovulado al momento de ingerir la droga,
1
J.M. Morris, G. van Wagenen, Interception: the Use of
Postovulatory Estrogens to Prevent Implantation, Am J
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L.A. Cole, D.B. Seifer, A. Kardana, et al., Selecting
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Lindsay, J.F. Miller et al., Early Embryonic Mortality in
Women, Fertil Steril 1982; 38(4): 447-453.
2
A.C. Cavanagh, An Update on the Identity of
Early Pregnancy Factor and its Role in Early
Pregnancy, J. Assist Reprod Genet 1997; 14: 492-495;
R. Bose, An Update on the Identity of Early
Pregnancy Factor and Its Role in Early Pregnancy,
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W. Jacobson, et al., Endometrial Thickness and
Growth During Ovarian Stimulation: a Possible
Predictor of Implantation in In-Vitro Fertilization,
Fertil Steril 1989; 52: 446-450.
ésta podría detener el proceso de maduración del
óvulo, por lo que no habría fecundación y por lo
tanto no habría aborto, pero si la mujer está en la
ovulación o muy próxima a la misma y se produce
la fecundación, la droga actúa sobre las trompas de
Falopio y el endometrio, no permitiendo que se desarrolle correctamente y en condiciones para que
se implante el embrión, produciéndose un aborto.
Una de las drogas más conocidas, el Levonorgestrel, que además es expresamente promovido por
la autora en los fundamentos del proyecto –usada
en la comercialización bajo diferentes marcas en
todo el mundo y conocida comúnmente como la
“píldora del día después” o “contraceptivo de
M.R. van Santen, A. A. Haspels, H.G.F. Heijen, et al.,
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B.A. Lessey, A.J. Damjanocivich, C.A. Buck, et al.,
Integrin adhesion molecules in the human endometrium.
Correlation with the normal abnormal menstrual cycle, I
Clin Invest 1992; 90: 188-195.
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emergencia”– causa estas alteraciones endometriales que favorecen la no implantación del embrión
humano3 y, por tanto, tiene consecuencias mortales para el feto. Estas alteraciones en el transporte
tubárico y dessincronización en la maduración del
endometrio son informadas por los mismos laboratorios que elaboran y comercializan estas píldoras.4
El fallo de la Corte Suprema, en relación a la
anticoncepción de emergencia, señala “que todo
método que impida el anidamiento debería ser considerado como abortivo.” En ese caso, el fondo de
la cuestión debatida fue promovido en relación a la
“píldora del día después” y estuvo dirigido a determinar si el fármaco “Imediat” de Laboratoríos Gador
–que finalmente, por sentencia judicial firme, debió
ser retirado del mercado y de la venta al público–,
poseía efectos abortivos, al impedir el anidamiento
del embrión en su lugar propio de implantación, el
endometrio. Ello tornó necesario precisar si la concepción se produce con la fecundación o si, por el
contrario, para que ella exista se requiere la implantación o anidación del óvulo fecundado en el útero
materno.
La Corte Suprema y el procurador general de la
Nación han manifestado un mismo criterio sobre la
cuestión, y el Alto Tribunal expresamente ha dicho
“que sobre el particular se ha afirmado que el comienzo de la vida humana tiene lugar con la unión
de los dos gametos, es decir con la fecundación;
3
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and levonorgestrel: mechanism of action. Obstet Gynecol.
2002 Jul; 100 (1):65-71.
4
Por ejemplo en la Argentina ver: www.gador.com.ar
Supl. (3) O.D. Nº 1.601 3
en ese momento, existe un ser humano en estado
embrionario. En este sentido, la disciplina que estudia la realidad biológica humana sostiene que ‘tan
pronto como los veintitrés cromosomas paternos se
encuentran con los veintitrés cromosomas maternos
está reunida toda la información genética necesaria
y suficiente para determinar cada una de las cualidades innatas del nuevo individuo... Que el niño
deba después desarrollarse durante nueve meses en
el vientre de la madre, no cambia estos hechos, la
fecundación extracorpórea demuestra que el ser humano comienza con la fecundación’ (confr. Basso,
Domingo M., Nacer y morir con dignidad, Estudios de Bioética Contemporánea. C.M.C, Buenos
Aires 1989, páginas 83, 84 y sus citas)”.
En esa inteligencia, la Corte también recurre a la
opinión de diversos científicos universalmente reconocidos, por ejemplo de Jean Rostand, Premio
Nobel de Biología quien señaló que “existe un ser
humano desde la fecundación del óvulo. El hombre todo entero ya está en el óvulo fecundado.
Está todo entero con sus potencialidades...” (confr.
Revista “Palabra” N° 173, Madrid, enero 1980). También se apoya en el juicio científico del célebre
genetista Jerome Lejeune, cuya opinión fue consultada por altos tribunales extranjeros, quien sostiene que no hay distinción científicamente válida
entre los términos “embrión” o “preembrión”, denominados seres humanos tempranos o pequeñas
personas (citado en el caso “Davis Jr. Lewis V.
Davis Mary Sue”, del 1° de junio de 1992, Suprema
Corte de Tennessee, EE.UU., J.A. 12 de mayo de
1993, página 36). En el mismo orden de ideas, también se refiere al claro y contundente pronunciamiento de W. J. Larson, profesor de biología celular, neurobiología y anatomía de la Universidad de
Cincinatti, quien sostiene: “En este contexto comenzaremos la descripción del desarrollo humano
con la formación y diferenciación de los gametos
femenino y masculino, los cuales se unirán en la
fertilización para iniciar el desarrollo embriológico
de un nuevo individuo” (Human Embriology; página 1, Churchill Livingstone Inc. 1977).
En el mismo orden de ideas expresado por la Corte, el procurador general de la nación estimó oportuno poner de relieve que “el derecho a la vida, más
que un derecho no enumerado en los términos del
artículo 33 de la Constitución Nacional, es un derecho implícito, ya que el ejercicio de los derechos
reconocidos expresamente requieren necesariamente
de él” (conf. su dictamen del 22 de febrero de 1999,
in re, A.186.XXXIV. “Asociación Benghalensis y
otros c/ Ministerio de Salud y Acción Social Estado Nacional s/ amparo ley 16.986”, a cuyos fundamentos y conclusiones se remitió la Corte Suprema
en su sentencia del 1° de junio de 2000), recordando también que recientemente el Alto Tribunal ha
reiterado, en igual sentido, “que aquél es el primer
derecho de la persona humana que resulta recono-
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cido y garantizado por la Constitución Nacional, y
que el hombre es el eje y el centro de todo el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo –más allá de
su naturaleza transcendente– su persona es inviolable y constituye valor fundamental con respecto
al cual los restantes valores tienen siempre carácter
instrumental (in re C.823.XXXV. “Campodónico de
Beviacqua, Ana Carina c/ Ministerio de Salud y Acción Social. Secretaría de Programas de Salud y Banco de Drogas Neoplásicas”, resuelta el 24 de octubre de 2000, con sus citas). También conviene
recordar que, en oportunidad de dictaminar en la citada causa A.421.XXXVI, el procurador general sostuvo “que nuestro país ha dado rango constitucional a tratados internacionales que han reconocido
la existencia de la persona desde el momento mismo de su concepción, reconocimiento que implica,
a partir de ese instante, la posibilidad de adquirir
derechos”. En efecto, la Convención Americana sobre Derechos Humanos en su artículo 4.1 dispone:
“Toda persona tiene derecho a que se respete su
vida. Este derecho estará protegido por la ley, y en
general, a partir del momento de la concepción”;
mientras que, por su parte, el preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño destaca: “El
niño por su falta de madurez, física y mental, necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del
nacimiento”.
Desde esta perspectiva, no caben dudas que todo
niño –siempre otorgando al vocablo la acepción amplia contenida en la convención que tutela sus derechos– es merecedor de las garantías y protecciones que se desprenden de la naturaleza humana y
de su condición de tal, desde su concepción, en la
medida que el derecho del niño a la vida no se ads-
cribe a una entelequia (“...desde la concepción…”)
sino que responde –y debe responder, para no ser
totalmente desconocido– a una realidad concreta y
dinámica (conf. dictamen citado).
“Es por ello que su tutela legal para ser real y
efectiva, debe empezar desde el momento en que el
individuo vive, es decir, desde la vida intrauterina,
porque, siempre según mi modo de ver, es claro también que esa protección se acentúa conforme es
mayor la indefensión de la persona, ya fuere por su
minoridad o por no haber nacido aún” (opinión del
procurador general a la que remite también la Corte
Suprema).
No obstante ello, y la claridad y contundencia
normativa de nuestro orden jurídico positivo,
muchos anticonceptivos que impiden la anidación o implantación, es decir que tienen efecto
abortivo, están siendo utilizados en el país. Sin
embargo, luego de haberse detectado que un funcionario del Ministerio de Salud ordenara a un laboratorio modificar los prospectos de estos medicamentos, eliminando las referencias a su carácter
abortivo, la Justicia argentina dictó procesamientos
por ello.
Además de lo anterior, el dictamen de comisiones, a diferencia del proyecto original de la señora
diputada Tate, ha eliminado el adecuado tratamiento del derecho a la objeción de conciencia, sin dar
fundamento de tal alteración. Ello vulnera uno de
los derechos humanos fundamentales: la libertad de
conciencia de los habitantes. Nadie puede y los representantes del pueblo no deben pretender limitar
o condicionar lo que cada persona considera los límites de su propia dignidad.
Federico Pinedo.
OD.
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