GRUPO PSICOANALÍTICO SOCIEDAD SECRETA

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E L
COMO
GRUPO
PSICOANALÍTICO
SOCIEDAD
SECRETA
MAURIOIO ABADI
La tesis que pretendo desarrollar, como contribución al tema de este
Symposium, es que las dificultades que los psicoanalistas (en cuanto grupo) tenemos -en nuestras relaciones con los pacientes, con los colegas,
con la teoría, con la asociación que nos agrupa y con el "afuera' '~-, son
la resultante obligada de una condición especial del grupo psicoanalítico.
No sólo del nuestro, sino de cualquier grupo psicoanalítico en un determinado momento de su evolución.
Esa condición especial es la que me he propuesto indagar. Lo que
he descubierto constituye el tema de este relato.
Me he preguntado, en primer término, cuáles eran las características
específicas (¿ síntomas 1) del grupo cuya patología me proponía dilucidar.
Mi objeto era esclarecer las complejas relaciones intragrupales de toda
asociación psieoanalítiea : su anatomía, su fisiología, su patología.
En síntesis, la tesis que desarrollaré a continuación gira alrededor de
una idea central, cuya formulación más válida es quizás la siguiente: el
grupo psicoanalítico es un grupo secreto que reprime S1,t condición de tal,
o sea, es un grupo con toda la fenomenología de las sociedades secretas,
disimulada (y sustituída), sin embargo, por ciertos rasgos derivados de
la negación y de la represión que el grupo hace de su condición de esotérico.
Para una más clara exposición didáctica de esta idea analizaré, por
separado, las cuatro condiciones esenciales que califican, a mi entender,
al grupo psicoanalítico.
Ellas son: A) es un grupo; B) es o se comporta como si fuera esotérico,
secreto; C) reprime su condición de secreto; D) tiene una relación conflictual con su instrumento de trabajo.
A) Es un grupo. Aunque esto pueda parecer una verdad demasiado
evidente no está de más subrayarlo. Es indispensable no pasar por alto
el hecho de que el grupo psicoanalítico tiene, además de las difM'encias
específicas que le dan su connotación particular, una condición qenérico..
su condición de gTUpO. Por lo tanto presentará todas las manifestaciones,
normales y patológicas, que la investigación sobre psicología grupal ha señalado en la estructura y dinámica de cualquier grupo humano, independientemente del denominador común (credo religioso, ideología política,
oficio, etc.), que amalgama a sus miembros.
'Comprobaremos por lo tanto en el gTUpOpsicoanalítico manifestaciones de rivalidad; descubriremos tensiones explícitas y latentes; asistiremos
a la eclosión de luchas internas, a la aparición de subgrupos y, eventual-
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mente, a la alianza o suma de pequeños grupos en otros más complejos;
al sometimiento del grupo o a su rebeldía frente a la autoridad' a la aparición del líder y a su ulterior desaparición, sacrificio o sustitución. La
conducta del grupo está condicionada, según es sabido, por motivaciones
inconscientes que subyacen a su propósito o tarea común. Las actitudes
y patterns centradas alrededor de las tres suposiciones básicas,· señaladas
por Bion (dependencia, ataque y fuga, formación de parejas) expresarán
el latente campo con sus líneas de fuerzas en que se desenvuelve la vida
del grupo.
.
En el fondo, la dinámica inconsciente en todo grupo y de la cual emergen las diversas expresiones de su conducta, está en función, principalmente, de las angustias paranoides y depresivas, que dan una configuración particular a las relaciones intragrupales y con el "afuera".
En otros términos, todas estas manifestaciones y fenómenos de psicología y de psicopatología grupal que hemos mencionado al pasar, y otros
más, son comunes a cualquier grupo humano (asociaciones, gremios, equipo de trabajos, clubes, cofradías). Simplemente quiero destacar que el
grupo psicoanalítico no escapa a las leyes que rigen la convivencia huma11a de cualquier otra agrupación. No deberá sorprendernos, por lo tanto,
que surjan a veces, dificultades emanadas, por ejemplo, de una exacerbación del espíritu competitivo, para cuyo correcto planteo y solución no será
necesario inventar, malgastando ingenio, otras explicaciones que la que
exhaustivamente nos ofrece la psicología grupal.
Una cuestión además que convendrá plantearse es la consideración de
un grupo psicoanalítico en términos cuantitativos. El número de personas
que lo integran puede ejercer una marcada y decisiva influencia sobre las
características cualitativas. En consecuencia, grupos grandes y pequeños
merecerán diferentes consideraciones y diferentes soluciones.
Ahora bien, el reconocimiento de las características que acabamos de
mencionar (y que no nos diferencian de otros grupos) nos acercan a la
comprensión, si bien parcial y limitada, de nuestras dificultades. Y convendrá tener particular cuidado en no soslayarlo. Después de todo, se
trata simplemente de aceptar 'que, pese a la mítica sobrevaloración de
nuestra artesanía, somos seres humanos que integramos un grupo.
Con todo, estas explicaciones son necesarias pero no suficientes para
la dilucidación total de nuestras intrincadas relaciones. Será necesario
dar ahora un segundo paso, en nuestro inquirir.
B) El grupo psicoanalítico es un grupo secreto. O sea, es una sociedad
esotérica o se comporta como si lo fuera. Con esto, implícitamente, afirmo
que padecerá de todas las distorsiones de la psicopatología y de la sociopatólogía propias de los grupos esotéricos.
Cabe preguntarse: ¡, cuáles son esas manifestaciones propias y específicas de las sociedades secretas ~ La respuesta a esta pregunta supone el esclarecimiento previo de la estructura interna de un grupo esotérico o asociación secreta .
.Aun cuando éste no sea el tema de mi relato, tendré que intercalar,
por lo tanto, en mi exposición, un esbozo de una teoria psicoanalítica de
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las sociedades secretas no necesariamente definitiva, pero ya suficientemente fundada, cuya más explícita formulación podrá hallarse en otro
trabajo mío 1.
Conjeturas para ttna teoría psicoanalítica de las sociedades secretas:
Toda sociedad secreta representa un intento, logrado o malogrado, de
elaboración de fantasías inconscientes ligadas a angustias relativamente
tempranas, regresivas, básicamente de tipo persecutorio, correspondientes
por lo tanto al momento evolutivo que Melanie Klein bautizó con la denominación de posición esquizo-paranoide.
Esa elaboración tiene como características esenciales las que menciono
a continuación:
1) Es una elaboración colectiva y aloplástica.
2) Está influida en sus aspectos formales por el contexto histórico
que corresponde a cada comunidad en que aparece.
3) Implica una profunda regresión a los niveles evolutivos del muy
temprano desarrollo infantil.
.
4) Utiliza, debido a esa misma regresión, el mecanismo de disociación,
en un "adentro" y un "afuera" y los demás mecanismos de defensa del
Yo primitivo (proyección, negación maníaca, introyección, etc.) correspondientes a la posición esquizo-paranoide.
5) Implica una forma de organización muy severa, autocrática, rígida
y extremadamente superyoica, en el mal sentido de la palabra, o sea con
un superyo cargado de intenso sadismo.
6) Supone (y exige) de sus adeptos un alto grado de masoquismo.
7) Implica un predominio del pensamiento mágico.
En otros términos, psicoanalíticamente interpretada, toda sociedad secreta evidenciaría, según pude comprobar a través del estudio de múltiples
grupos esotéricos, las siguientes connotaciones específicas:
1) El punto de partida parece estar ligado a intensas angustias persecutorias, originadas en las fantasías edípicas (parricidio e incesto) y
en la violación de los tabúes sexuales. Se trata -repitode angustias
paranoides. Las vivencias persecutorias son el móvil oculto, la motivación
latente en el origen y dinámica de todo grupo esotérico.
Independientemente de la etiología especifica de cada grupo en particular, el enfoque psicoanalítico evidencia, en el transfondo de toda sociedad secreta, las mismas fantasías básicas inconscientes, iniherentes a la
condición humana: el crimen de la horda primitiva, el complejo de Edipo,
la erección de un totem, el establecimiento de tabúes.
. 2) Los psicodinamismos que intervienen como mecanismos de defensa
predominantes del grupo frente a esas angustias persecutorias son los que
corresponden a las etapas más regresivas del desarrollo. Entre ellos se
1 Véase mi trabajo: Las sociedades secretas. Aproxill~ación a su esclarecimiento.
Revista de Psicoanálisis, año 1959, nQ 3, vol. XVI.
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destacarán: a) la disociación y la pr"oyección que permiten colocar al perseguidor afuera; b) la negación maníaca de lo "malo" dentro del grupo;
c) un intenso temor a la reinternalización del perseguidor proyectado
afuera. De esto último surge la necesidad de crear como defensa un aislamiento, una corteza aislante, que es tal vez el rasgo diferencial que califica y define a toda sociedad secreta.
Un grupo se constit7tye en sociedad secreta para preservar o proteger
"algo" del ataque del perseguidor.
Ese ualgo" tiene una doble condición, que es una constante de toda
sociedad secreta. Por un lado, representa lo 'í bueno'? y valioso que el
grupo cree contener y que necesita resguardar de la persecución envidiosa del "afuera". Y por otro, representa la culpa (o sea lo Umalo") de
la que el grupo se siente imputable y que también necesita ser ocultada y
sustraída a la observación inquisidora y a la condenación del mundo
externo.
El grupo secreto pretende entonces encerrar y encubrir dentro de su
"corteza de aislamiento": a) la "piedra filosofal" cuyo misterioso poder
usufructúa, y b) la culpa, ya por haberse ilícitamente adueñado de ella,
ya por detentar un injusto privilegio.
Quiero aclarar que lo bueno y valioso que el grupo fantasea poseer
está identificado, en toda sociedad secreta, con la idea del uinstrumento
mágico" (fuego, talismán, droga, conocimiento esotérico, facultad de captación extra-sensorial, etc.). El grupo teme despertar en los excluidos de
ese" bien mágico" la envidia, la avidez, la hostilidad y en último término
la persecución. Por lo tanto tiene que protegerse y proteger la "cosa mágica" del ataque envidioso con que el "afuera" amenaza arrebatársela.
La posesión de ese instrumento milagroso además es vivenciada con intenso
sentimiento de culpabilidad: la culpa de lo que se ha logrado con malas
artes (equivalente en la fantasía al robo del pene paterno), y la culpa
por lo que no se quiere compartir con los cómplices (equivalente a la traición a los hermanos). De ahí que toda sociedad secreta necesite protegerse contra el castigo.
La corteza aislante cumple precisamente con esa doble función de
preservar lo valioso que el grupo secreto cree contener, de la envidia y
reivindicación del" afuera" y de ocultar al mismo tiempo en su interior
la culpa colectiva que lo expondría a la persecución de la comunidad.
Para la elaboración del sentimiento de culpa entran en juego además
múltiples mecanismos, cuya dinámica da a cada sociedad secreta su particular fisonomía. Esos psicodinamismos cuya presencia compruébase en
todo grupo esotérico son principalmente los siguientes:
1) La proyección de la culpa en el "afuera" con la consiguiente introyección del superyo en el grupo, y su identificación con la instancia
censora. De ahí un rasgo característico de muchas sociedades secretas, que
es su afán mesiánico y su intención manifiesta u ocultamente reformadora.
IJa comprensión psicoanalítica de ese anhelo reformador supone la dilucidación de esta secuencia: sentimiento de culpa, su negación, su proyección en el mundo externo, la internalización e identificación con el superyo
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acusador, y por último, como corolario aparente, la compulsión a reformar
el mundo.
2) Otra técnica, cuyo fin es lograr, en alguna medida, una elaboración
de la culpa es el ejercicio de ciertos rituales de purificación. A veces se
trata de catarsis periódicas, establecidas por la liturgia de cada grupo.
Otras, de un único ritual de purificación: éste puede anteceder al rito de
iniciación o coincidir con él.
De estos rituales de purificación existen innumerables variantes. Sin
embargo, lo qué nos interesa subrayar es que pueden clasificarse de acuerdo a dos pautas fundamentales: unos son rituales de expiación, que parecen implícitamente admitir la culpa en el seno del grupo mismo y que
tratan de lograr la purificación a través de ceremoniales concebidos con
un manifiesto o encubierto carácter de autoexpiación; otros rituales, en
cambio, ponen más en evidencia el retorno de lo reprimido por que se
caracterizan, por ser actos, .en los cuales, más allá del carácter, eventualmente masoquista, se trasluce y advierte la dramatización del impulso
prohibido. En los rituales órficos de la antigua Grecia, por ejemplo, los
adeptos de la secta celebraban periódicamente rituales de purificación a
través de un ceremonial bastante extraño: se revolcaban (culpa) en el
barro (castigo) tratando de ensuciarse y de lograr de este modo la anhelada catarsis (un simposio puede ser, a veces, una forma de catarsis) .
3) Finalmente un mecanismo más que quiero destacar, para la elaboración de la culpa, en el seno de las sociedades secretas, es la postulación
e "1:nvención" del chivo emisario, con la consiguiente simulación de una
culpa ficticia: el objeto es expiar la culpa del grupo a través del castigo
de uno de sus miembros, el cual, por proyección identificativa, representa
a las partes culpables de los demás adeptos 2.
Planteando ahora el problema de las sociedades secretas desde otro
enfoque cabe preguntarse qué patrón de conducta experiencial, biográfico, puede tener un grupo secreto para su formación.
La respuesta, cuya validez es una y otra vez comprobable, a través del
examen psicoanalítico de los grupos esotéricos, es que dicho patrón de conducta es la escena primaria. La escena primaria es la primera sociedad
secreta. El niño excluido del coito de los padres, consumado en el secreto
de la alcoba, es el primer "afuera" en esa sociedad secreta .
. Por esta razón toda sociedad secreta repite y elabora, en diferentes formas, la escena primaria: ya sea repitiendo pasivamente la situación del
niño que, excluído, contempla el coito de los padres; ya sea repitiendo activamente lo sufrido en forma pasiva (cambiando los roles, etc.). A manera de ejemplo diré que, en los rituales de los misterios eleusinos, durante
una de las ceremonias nocturnas, sobre un altar, el sacerdote y la sacerdotisa se unían en un coito emblemático, rodeados por los adeptos (hijos)
que presenciaban su unión sexual. Sin embargo en la elaboración de esta
situación traumática, los hijos controlaban el coito puesto que éste sólo
2 Esto está ligado a los temas del héroe y del "cómplice traidor",
que he desarrollado en otro trabajo presentado en este mismo Symposium: El coro y el héroe.
\
l'
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podía efectuarse en forma simbólica: se les daba antes al sacerdote y a
la sacerdotisa una poción a base de cicuta, que garantizaba la impotencia
del uno y la frigidez de la otra.
. C) Según Ihemos visto, las dificultades que surgen en las relaciones
íntragrupales de una sociedad secreta son múltiples y reconocen un doble
origen: algunas derivan de la condición genérica de grupo; otras de la
condición específica de asociación esotérica.
Las cosas se complican aún más, sin embargo, cuando, como a veces
Ocurre en ciertas agrupaciones, la sociedad es secreta" sin saberla",
Hay ocasiones en que un grupo secreto niega o reprime su condición
de secreto. O sea su carácter de cosa esotérica le es inconsciente.
Pero, como el psicoanálisis nos ha enseñado, no hay represión gratuita.
Siempre se paga un precio para lograr mantener inconsciente una determinada condición. La consecuencia inmediata de reprimir es un "no tener
conciencia de ... ", Pero su resultante mediata es forzosamente, un "tener" (y padecer) un sustituto de aquello que se reprime: el síntoma.
El psicoanálisis nos enseña que los síntomas neuróticos son la resultante de una serie de procesos psíquicos en el individuo que arrancan de
la represión. Puede, por analogía, inferirse que) de manera semejante,
hay una patología grupal que surge de un comportamiento del grupo, equivalente a la represión del individuo.
Así como la secuencia: represión, fracaso de la represión, retorno de
lo reprimido, y nuevas defensas para seguir de algún modo negando el
conflicto patógeno, engendra, en el marco de la psicopatología individual,
síntomas que configuran los diferentes cuadros de neurosis conocidas;
-asi también la misma secuencia de procesos psíquicos, cuando ocurren en
el marco de la psicología del grupo, engendrarán un conjunto demanifestaciones grupales morbosas. Nos sentimos muy tentados de establecer
una correlación entre los cuadros nosográficos del individuo (histeria,
fobias, compulsiones, paranoia, melancolía, hipocondría, etc.) y ciertas
"enfermedades"
de los grupos. A.sí, comprobaremos que hay grupos histéricos, fóbicos, obsesivos, paranoicos, melancólicos, hipocondríacos, etc.).
En otros términos y para ser más explícito: la teoría psicoanalítica de
las neurosis se basa en una conjetura que ha demostrado ya su validez y
que consiste en el reconocimiento de un conflicto .llamado primario o intrapsíquico,como nódulo patógeno de la enfermedad neurótica. Cuando.
en función de la regresión, un individuo vuelve a revivir fantasías que
constituyen el núcleo psicótico de su personalidad, las angustias que se
suscitan estimulan determinados mecanismos de defensa del Yo, que son
precisamente el origen de los síntomas neuróticos.
Ahora bien, lo mismo ocurre con los grupos. Cuando un grupo niega
o reprime su núcleo psicótico, por ejemplo la condición de sociedad secreta, los mecanismos de defensa que están al servicio de esa represión
llevan a la estructuración de los" síntomas neuréticos grupales".
El esoterismo de un grupo es su "psicosis". En otros términos toda
sociedad secreta que se reconoce como tal es "psicótica/'. Si en cambio,
niega su condición de sociedad secreta, o sea reprime su núcleo psicótico
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COMO S9CIEDAD
SECRETA
se convierte en "neurótica".
No expresará por lo tanto, explícitamente
su delirio, sino que, al enmascararlo, lo sustituirá por un "comportamiento grtlpal neurótico".
Lo neurótico consiste precisamente en una sociabilización del núcleo
psicótico: le permite al grupo secreto estar enquistado en el seno de la
comunidad, y relativamente aceptado por ella porque su psicosis no está
directamente en contacto con el 'i' afuera ", sino mediatamente, a través
de un sistema intermedio de mecanssmos neuróticos. (Tal vez lo específico
de la "cosa neurótica", tanto en el individuo como en el grupo, reside
en esta función de mediatiooción.)
En síntesis, todo grupo inconscientemente secreto es un grupo neurótico.
D) Finalmente, el cuarto (y último) factor que contribuye a perturbar
las relaciones de toda asociación psicoanalítica es "la cosa" en función
de la cual los psicoanalistas están grupalmente unidos: el psicoanálisis
mismo. La índole de la teoría y práctica que los une es radicalmente diversa de cualquier otra actividad o artesanía que pueda amalgamar a un
grupo profesional.
El psicoanálisis implica una actitud y una norma de conducta revolucionarias, frente a la sociedad. Los tabúes contra los cuales lanza su agresión iconoclasta despiertan, en el inconsciente colectivo, el eco de ancestrales sentimientos de culpa. Éstos son los que, al final de cuentas, avivan
el fuego de los conflictos que, latentes o manifiestos, continuamente perturban las buenas relaciones de un grupo psicoanalítico.
i'Ldeas para una terapé~dica de las malas relaciones entre psicoanalistas":
,Si es cierto que toda terapéutica racional debe fundarse en el diagnóstico etiológico previo de la enfermedad (lo cual equivale a decir en el
reconocimiento de sus causas), las líneas generales de una eventual tentativa de tratamiento deben ser causales o etiotropas. Un grupo psicoanalítico enfermo -y que, en un determinado momento, hubiese adquirido
conciencia de su enfermedaddeberá abordar el problema de su autocuración, estableciendo en qué proporción, en cada caso, dentro de la
constelación de factores causales (hemos destacado cuatro características)
que condiciona su neurosis, pesan unos más que otros.
Esto equivale a dar por sentado que .los miembros de un grupo psicoanalítico tendrán, debajo de su actividad común, un underorownd de vivencias, afectos, impulsos y dinamismos que hacen a su condición de
grupo de seres humanos; que éstos podrán en determinadas circunstancias
producir un incremento de las tensiones intragrupales y llevar a disensiones, escisiones, etc; y, finalmente, que estaría indicado tener la posibilidad
de periódicas catarsis, en 'que debatan y ventilen su patología grupal (en
simposio s, congresos internos, mesas redondas, ete.),
No se me escapa que lo ideal en esas circunstancias sería que además
los psicoanalistas integremos grupos terapéuticos. A condición de que sean
grupos heterogéneos, ó sea no grupos de psieoanalistas conflietuados. Porque, si admitimos que esa clase de problemas emergen de patterns, Inhe-
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rentes a la condición grupal, de poco serviría "pasárselos" de uno a otro
en el clima sofocante del grupo profesional: sólo se lograría el resultado
negativo de transformar en atributos del grupo secreto" aun aquellos
aspectos que en- su origen trascienden ese estrecho marco y hallan su motivación en lo simplemente humano.
Si además el hipotético grupo psicoanalítico en cuestión enfermara en
particular por haberse hipertrofiado la fantasía inconsciente de ser un
"grupo secreto", la terapéutica indicada no podrá ser otra que la de
tratar de superar laincomunicacióri con el "afuera" analizando las fantasías persecutorias siempre subyacentes a toda asociación esotérica; juntamente con las fantasías optativas de ser los poseedores de la codiciada
piedra filosofal".
El psicoanálisis -huelga recordarloha surgido como afirmación de
la validez del juicio de realidad frente a las postulaciones del pensamiento
mágico. Y si por un periódico retorno de lo reprimido, la magia -la
fantasía de usufructuación de un instrumento mágico- vuelve a inquietar, con sus exorcismos, los esquemas rigurosamente científicos de nuestro
trabajo, lo mejor será abstenerse de cultivar el autoengaño, en el invernadero de un "círculo secreto" y decidirse a abrir más ampliamente aún,
la comunicación con el ambiente 3.
Naturalmente, para lograr esto -llegamos de este modo a la tercera
condición que señalo en este relato- es preciso que, a través de un enfoque psicoanalítico de nuestra actuación colectiva como grupo y de nuestra
actuación individual dentro del grupo podamos adquirir clara conciencia
de que constituimos -a veces- una sociedad secreta. Esta concientización solamente podrá lograrse a través del continuado o periódico análisis
de sus miembros.
Queda, finalmente, por considerar la última condición patógena señalada o sea el fenómeno por el cual los psicoanalistas nos sentimos unidos
por un tipo de actividad y un credo que, por su misma esencia, suscita dificultades en nuestra relación con el mundo. El psicoanálisis no es un oficio
como cualquier otro. Su ideología despierta las resistencias de la sociedad
a la cual ataca, destruyendo sus mitos, delatando sus mentiras, derribando
sus ídolos totémicos, deshaciendo sus irracionales tabúes y desenmascarando despiadadamente la cantidad de "magia" que nuestra cultura y
nuestra civilización superficialmente científicas, logran meter de_ contrabando y subrepticiamente en el trasfondo de nuestras vidas. A este último
aspecto me referiré en un próximo artículo 4.
Quizás estas prescripciones terapéuticas se puedan sintetizar en último término, en una única formulación: más psicoanálisis, más madurez
11
1.1
3 Inclusive -creoun excesivo escrúpulo _por la "inmaculada pureza" de ese
instrumento, puede ser a veces la consecuencia de sentirlo mágico y de necesitar, por
lo tanto, mantenerlo al abrigo de supuestas contaminaciones con otras innovaciones
técnicas que anularían su poder.
4 ' 'El dilema del psicoanalista"
aportaci6n al tema 11 Relaciones entre psicoanalistas", presentado en el Tercer Congreso Psicoanalítico Latinoamericano de Santiago de Chile (19 de enero de 1960).
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EL GRUPO PSICOANALÍTICO
COMO SOCIEDAD SECRETA
psicoanalítica individual y grupal, más superación de las resistencias del
mundo exterior; y en suma para decirlo sin rodeos una más decidida evolución hacia una militancia psicoanalítica, hacia una aceptación' integral
y no mutilada del psicoanálisis, como concepción del mundo, como filosofía
y como estilo de vida.
RESUMEN
El grupo psicownalítico como sociedad secreta
El autor desarrolla la siguiente tesis: las dificultades que los psicoanalistas
(en cuanto grupo) tienen --en sus relaciones con el "adentro" y con el "afuera",
con la teoría y con la práctica, y que encuentran su más exacerbada manifestación,
aveces, en las malas (en el sentido de patológicas) relaciones con sus colegas
- son la resultante obligada de una condición especial que pued« llegar a tener,
en algún momento de su evolución, todo grupo psicoanoJ,ítico.
Esa condición especial estriba en que el grupo psicoanalítico conjuga, en su
estructura, cuatro características eventualmente patógenas. Ellas son: 1) su condición de grupo, susceptible de enfermar en cuanto grupo. (O sea, de grupo que
no está más' allá, de presentar todas las manifestaciones de patología grupal, comunes a otros grupos..) 2) Su condición de asociación esotérica. 3) Su eventual
represión o negación de su carácter secreto. 4) Su conflictual relación con su
instrumento de trabajo.
Con motivo de la segunda condición mencionada, el autor esboza una síntesis
de una teoría psicoanalítica de las sociedades secretas. Y afirma su carácter de
producto patológico.
Con respecto a la tercera característica señala que la represión de la estructura de sociedad secreta se acompaña inevitablemente de otros mecanismos. Éstos
tienden precisamente a disimular y hacer inconsciente el carácter esotérico y son,
por lo tanto, el origen de toda la sintomatología neurótica de las sociedades que,
siendo secretas, reprimen su condición de tal.
Respecto a la última condición patógena enumerada, señala el autor que,
por la culpa con que se vive la profesión de psicoanalista, y por el carácter de
ideología (que rebasa el estrecho marco de la actividad profesional) que el psicoanálisis, consciente o inconscientemente tiene para el práctico que lo ejercita,
han de surgir ineludiblemente dificultades y situaciones conflictuales: las cuales se
expresan, debido a un mecanismo de desplazamiento, a través de la mala relación
que el psicoanalista tiene con el instrumento de trabajo de sus colegas.
Termina sugiriendo una cierta terapéutica básicamente profiláctica y etiotropa
que tenga en cuenta las cuatro características arriba mencionadas.
SUMMARY
The psychoan~lytic grol~p as a secret societu
The writer expounds the following thesis: the difficulties psychoanalysts (as
a group) have - in their relations with the "inside" and "the outside", with
theory and practice, which find their most exacerbated expression, at times, in
the bad (in .the sense of "pathological") relations with their colleagues - are
the necessa;ry ouicome o/ a special quality which every psychoanalytic group may
come to acquire, at some moment of its evolution.
M. ABA¡DI
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This special quality is due to the fact that the psychoanalytic group combines,
in its structure, four characteristies, which may become pathogenic. These are:
1) The fact of its being a group, prone to illness insofaras it is such, i. e. a group
that is not beyond presenting all the manifestations of group pathology, C0Il11110n
to other groups. 2) The fact of its being a esoteric or ((secret" association, 3)
Its possible repression 01' denial of this "secret character". 4) lts conflict - relationship with its working instrument, i. e. psychoanalysis itself,
As regards the second eharaeteristie mentioned, the writer outlines a synthesis
of a psychoanalytic theory of secret societies. And declares their eharacter to be
a pathological producto
Regarding the third characteristic, he points out that the repression of the
secret nature of its strueture is inevitably accompanied by other mechanisms,
These are precisely aimed at dissimulating its esoteric character and making it
uneonseious and are therefore the origin of all the neurotic sympomatology of
soeieties that, while being secret, repress this quality.
As regards the last pathogenic attribute listed, the writer points out that,
owing to the guilt with which the profession of psychoanalyst is lived and the
charocter o] an ideo"lo,gy (which overpasses the narrow limits of professional aetivity) that psychoanalysis, consciously 01' unconsciously, possesses for the practitioner who pursues it, ineluctable difieulties and conflict situations are bound
to arise which are expressed, by means of a displacement mechanism, through
the bad relationship the analyst has with bis colleagues'working instrumento
He closes by suggesting a certain basically prophylactic and etiological
therapeutic procedure which takes account of the four above-mentioned charaeteristics.
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