la tristeza y su relaCión Con la Falta de serotonina

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La Tristeza Y Su
Relación Con La
Falta De Serotonina
Boletín de Salud Psicofísica Nº 80 / parte 1 | spa las dalias
¿Es en verdad la gripe la pandemia? ¿O la real pandemia es la tristeza prolongada, la sensación permanente de soledad, el desgano, la desmotivación,
la falta de interés, la mecanización? Todas estas
sensaciones, si fueran pasajeras serían algo natural
en cualquier ser humano. Pero, justamente el problema, es que se trata de estados que se perpetúan
en el tiempo, terminan siendo una manera de vivir y
a veces y en muchos casos terminan en estados de
severa depresión, con la consecuente incapacidad
de poder funcionar en el día a día.
¿Cómo se percibe
que las personas
están tristes?
Es muy común encontrar personas con las siguientes características:
Sensación de cansancio permanente, abatimiento,
ganas de no levantarse a la mañana, e incluso quedarse el día entero en la cama, dormir muchas horas
o no poder conciliar el sueño, incapacidad de tomar
decisiones, sensación de ser víctima de las circunstancias, mal humor, quejido constante, incapacidad
de hacer frente a la adversidad, incapacidad de lograr vínculos armónicos, incapacidad de conectarse
con las sensaciones, permanente parloteo mental,
sensación constante de insatisfacción, de rechazo y
enojo consigo mismo y con las demás personas, no
tener proyectos de vida y si los hay dificultad para
concretarlos, sensación de ansiedad y temor, juicio
hacia sí mismo y hacia los otros, incapacidad de
aceptar el transcurrir de los años y amorosa y dignamente la madurez de la vida y la vejez, sensación
de congelamiento en los sentimientos, incapacidad
de registrar lo que se siente, conductas compulsivas
frente a los vínculos, el trabajo, la comida, la bebida,
el juego, drogas, medicamentos y básicamente incapacidad de encontrar la dicha de vivir porque sí.
Los aspectos sociales y la necesidad
de “ser” y de “ser
parte de”
Es bastante evidente que vivimos
en un mundo materializado, dónde
el valor fundamental es el tener y
nunca pareciera ser suficiente lo que
se tiene, aunque las necesidades
básicas estén resueltas.
El sistema socio-económico en el que vivimos se
basa en la necesidad de que cada persona consuma
lo necesario para poder mantener el estado actual de las cosas. Cuanto más se consume más se
produce y se vende. El exceso en el consumo y la
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Es común escuchar hablar de pandemias, refiriéndose fundamentalmente a la gripe, que supuestamente
amenaza los diferentes continentes
y supuestamente también, la posibilidad de vida de tantos seres humanos.
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Cualquier máquina,
a la que se le da un
uso mayor del que
pueda tener,
se agota.
Si alguien no puede acceder a dar a sus hijos tal
ropa de marca o el último modelo de celular o televisor, o el psicólogo o la obra social más completa, o
el colegio bilingüe, o la zapatilla de marca que todos
usan, adviene una sensación de impotencia, tristeza,
abatimiento. Mismo que se logre comprar lo último
de lo último, el esfuerzo por lograrlo, implica también un fuerte gasto de energía. De una u otra forma
la persona lucha, se esfuerza. Se esfuerza para
“ser” reconocido, valorado, querido y aceptado por
sus más cercanos y por la sociedad toda. Cuánto
más compre y tenga más valorado ha de ser. Esto
es lo que siente.
¿No es que nosotros terminamos
agotados por tanto esfuerzo y lucha
en querer ser distinto de lo que somos, en querer tener más, ser mejores, ser más lindos, jóvenes, exitosos, en querer “más”?
También siente que
la vida es lucha,
esfuerzo por
lograr, conseguir.
Pareciera que la tristeza fuera una enfermedad contagiosa, epidemia, no hay nada que la quite, no hay
antídotos contra ella, porque ni las pastillas, ni el
chocolate, ni el alcohol, la comida abundante o la
mejor dieta, la quitan.
Otro aspecto a tener en cuenta es la
fuerza que tiene el modelo estético
vigente, que es el de ser eternamente joven.
Se cree que con tal o cual cirugía, o tal o cual marca
de ropa, se va a ser aceptado y valorado. Pero
ocurre que cuando ya la cirugía se hizo y la ropa se
tiene, igual la sensación de tristeza y soledad sigue
operando. El querer ser distinto a lo que se “es”
significa también esfuerzo físico y psicológico.
Vivimos divididos, entre lo que “somos” y lo que
“quisiéramos ser”: soy gordo, quiero ser flaco, tengo
arrugas quiero no tenerlas, me siento frágil, vulnerable, débil, quiero ser fuerte, exitoso y arremeter
en la vida, mi marido se fué con otra y me siento
abandonada, quiero que me quiera y me elija a mí.
Soy violento quiero ser manso, sereno…. El querer
que las cosas sean distintas a lo que son implica
esfuerzo, y todo esfuerzo termina desgastando.
Aún teniendo el último modelo de televisor, la ropa
de marca que sale en la revista, el celular última
generación, el rostro sin arrugas, haber bajado de
peso y tener un cuerpo esbelto, viajar por el mundo,
estar el día entero en el gimnasio, hacer la mejor
dieta…, igual la sensación de tristeza persiste.
¿Puede ser que sea el desamor del mundo en que
se vive la causa de este problema que azota a casi
gran parte de la población mundial? ¿Es que el
amor viene de afuera hacia adentro o será que ocurre a partir de ser consciente del desorden?
Siempre hubieron personas tristes, deprimidas, pero
pareciera ser que ahora hubiera muchas más aún.
Cabe destacar que la tristeza como sensación ocasional, no permanente, es algo natural en los seres
humanos.
Uno de los problemas que también se presenta, es
el esfuerzo por no estar triste y querer mostrarse
siempre alegre. El mostrar algo diferente a lo que
subyace, termina deprimiendo, porque la verdad en
algún momento intenta expresarse. Hoy existe una
suerte de apología de la alegría, hay que estar bien
sea como sea, esta exigencia termina generando lo
contrario. Resistir la tristeza la hace persistir.
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necesidad de que todos tengan lo suficiente genera
competencia, comparación y necesidad de tener y
ser más que el otro. La envidia es otro sentimiento unido a la comparación y la competencia. Los
medios de comunicación se encargan de exacerbar
estos sentimientos, generando el deseo de tener
esto o aquello, o de ser exitoso/a, lindo/a.
Es muy difícil estar bien alejado de la
fuente natural de la vida: aire puro,
oxígeno suficiente, plantas,
espacio, una mirada que pueda extenderse al horizonte, percibir los
diferentes colores: verdes, azules,
ocres, lacres, estrellas, escuchar el
silencio, mirar las nubes, ver animales, pájaros, escuchar sus sonidos,
incluidos los del viento, sentir la
brisa del aire en la piel, en el rostro...
¿Vemos la importancia de conectarnos con lo esencial?
Somos parte del universo, tenemos la misma
esencia que todo lo existente. Si bien el ser humano
tiene una gran capacidad de adaptación, nuestra
estructura, nuestras funciones corporales, sensitivas, psíquicas y físicas han sido diseñadas para
desarrollarse armónicamente en un entorno similar,
a lo que esencialmente somos.
Requiere una gran capacidad de adaptación vivir sin
aire puro para respirar, sin un horizonte para poder
extender la mirada, sin silencios y además en contacto con personas abatidas y nerviosas. Todo esto
le significa al ser humano un gran esfuerzo.
El smog, el cemento, el ruido, el hacinamiento, la
violencia es lo que hay en las ciudades.
Cada vez es mayor el número de personas que se
van a vivir a los centros de mayor población. Si bien
es cierto que hay un éxodo de los que salen de las
ciudades para vivir en el interior, los bolsones de
pobreza aumentan en las ciudades, la gente busca
los centros poblados en aras de la seguridad económica.
La vida tranquila de los lugares del interior, el
aire limpio y el verde ayudan a serenar el sistema
nervioso.
No quiere decir que aquellos que viven en el interior
no sientan tristeza o tengan problemas de salud o
emocionales, pero las chances de sosiego y tranquilidad son mayores, hay espacio y tiempo para
compartir con la familia, los amigos, para cocinar la
propia comida. Hay mayor tiempo disponible, está la
energía de las plantas, animales, montañas, lagos,
ríos, mares, que más allá de la voluntad personal
penetran en cada uno equilibrando la psiquis y el
cuerpo. Aunque no se esté afincado en el campo o
en ciudades pequeñas, buscar estar lo más posible
cerca de la naturaleza, ayuda en cuanto a la posibilidad de vitalidad, ganas, alegría de vivir.
La gente cree que se siente más segura en medio de
edificios, negocios y muchas personas. Pero
paradójicamente e incluso estadísticamente, se
siente sola, triste. Los índices de suicidio son mayores en las ciudades que en el campo, el cáncer y las
enfermedades cardíacas se dan más, considerando
el mismo número de personas, en las que viven en
ciudades que las que viven en el campo o ciudades
pequeñas.
La falta de
comunicación
Existe una incapacidad en los seres
humanos de comunicarse. Cuando
no hay buena comunicación, cosa
que es tan común entre las personas, existe la sensación de soledad,
de ensimismamiento y tristeza, las
personas se aíslan, se abroquelan.
No saber comunicarse significa
confrontar, descalificar, agredir,
ironizar, desvalorizar, ser autoritario, miedoso o sentirse por
debajo o por encima del otro.
El consenso entre dos personas o
un grupo, la aceptación de las diferencias y el saber expresarse con
respeto, son elementos claves
para una buena comunicación.
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La vida en las ciudades y la falta de
contacto con la naturaleza
“Cuando nada entra ni nada sale de uno, cuando existen
murallas con el exterior, la sensación de tristeza se prolonga”.
El individualismo y
el auto-centramiento
La salud no es la ausencia de enfermedad, sino que entre otras cosas es
la capacidad de “dar y recibir”.
La competencia, la falta de una buena comunicación, la sensación de soledad, el vivir en pos del
tener, la incapacidad de conexión con los otros, la
falta de humildad, el querer ser dueño de la verdad,
todo esto va generando auto-centramiento e individualismo. En este estado, nada entra ni nada sale de
uno, la persona se abroquela, vive encerrado, como
si estuviera dentro de una armadura.
Cuando nada entra ni nada sale de uno, cuando existen murallas con el exterior, la sensación de tristeza
se prolonga.
La falta de energía
vital - El estado de
viveza
Alexander Lowen, médico psiquiatra, autor de diferentes libros, entre los cuales se encuentra: “La
Depresión y el cuerpo” Alianza Editorial, 1982, habla
de la salud como un estado de “viveza”, con lo que
quiere significar el estar despierto, vivo, vital, con
ganas y energía para dar respuestas al vivir cotidiano.
Para este autor, el estado de “no-viveza”, de tristeza
permanente y desgano, tiene su raíz entre tantas
otras cosas, en la desvinculación del niño en sus
primeros años de vida con la madre.
El autor hace referencia a sus experiencias como
psiquiatra de haber atendido a muchas personas
con estados de tristeza profunda y depresión que en
su infancia carecieron de la mirada amorosa de la
madre.
Madres ausentes, madres presentes físicamente,
pero ausentes en cuanto a su interés concreto en
sus hijos, madres que no han podido expresar su
amor, aunque lo sintieran, madres imbuidas de sus
propias problemáticas que no han podido dar esa
sensación de seguridad en el afecto maternal que
todo individuo necesita.
Sin embargo, muchas personas han carecido de la
ausencia materna, en los primeros años de vida,
pero fueron criadas por abuelas u otras personas
que se han hecho cargo amorosamente y le han
trasmitido a la persona seguridad y la sensación de
“madre”.
La sensación de madre va más allá de la propia
madre. Es la sensación de vida, que tiene que ver
con algo más abarcativo, protector, imbuido de lo
sensitivo, lo sensual. Cualquier niño que no recibe
esa fuerza en sus primeros años de vida, le significará, que luego en su adultez tenga que generarla
por sí mismo.
Podríamos decir que la sensación de
“padre”, tiene que ver con los aspectos racionales, reflexivos,
concretos de la vida.
La falta de uno u otro aspecto incompleta al ser humano en su capacidad
de plenitud y dicha.
No podemos responsabilizar a la
actitud de nuestros padres en cuanto
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Como en general nos cuesta comunicarnos sin miedo, enojo, culpando o poniéndonos por encima o por
debajo, para evitar estos sentimientos, no hablamos, callamos, no nos expresamos y no nos vinculamos. Elresultado de esto es un mundo con personas
separadas unas de otras.
Esa experiencia de comprensión visceral y racional
es liberadora y transformadora, siempre y cuando
no le pongamos juicios de valoración.
Cuando la persona puede unir sus aspectos racionales, reflexivos, sensitivos y sensuales, se convierte en su propio manantial de energía y vitalidad, con
lo que comienza a confiar en sí misma, en los otros
y en la vida.
El confiar en las propias capacidades, en la de los
otros y en la de auto-regulación que la misma vida
tiene, puede ser lo que dé lugar al gozo y disfrute
de la vida.
¿Es un mal de la
época actual o de
siempre?
Siempre existieron personas con
tristezas profundas, deprimidas,
pero en la actualidad es mucho mayor el número de ellas.
El hecho de que hoy esta problemática se haya
convertido en epidemia, tiene mucho que ver con
los aspectos que hemos mencionado y con los que
haremos referencia en la 2° entrega.
En la Parte 2, a entregarse en el mes de noviembre, haremos mención a los aspectos químicos que
generan este problema, como falta de serotonina,
el consumo de azúcar, harinas, alcohol, cafeína y
las formas de resolución de este problema, desde
la alimentación, la actividad física, la respiración.
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a nuestra capacidad de alegría o vitalidad o capacidad racional o reflexiva, pero si podemos ver cuánta
carencia o no tenemos de uno u otro aspecto en
nuestras vidas. Podemos comprender nuestra
historia y tener la capacidad de “reparirnos”, de
“renacer”. Comprender la propia historia no significa responsabilizar a otros, sino eso, justamente
comprender, dejar salir, ser consciente.
RECETA
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Arroz Integral Tropical:
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Pueden dejarnos comentarios, preguntas, consultas o recomendaciones. Queremos encontrarnos a
la distancia con cada uno de ustedes.
También encontrarán allí nuestros boletines.
¡Regístrense y comencemos el diálogo!
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PREPARACIÓN
Se lava bien el arroz, se lleva a cocción con 3 tazas
de agua y sal marina. Cuando comienza el hervor,
se coloca un difusor de calor sobre la hornalla y se
baja el fuego a mínimo. Se cocina aproximadamente
50 minutos, o hasta que quede seco. Se revuelve
con cuchara de madera y se deja reposar.
Por otro lado en una sartén de acero inoxidable se
corta la cebolla bien chiquita, junto con el jengibre
picado y se rehoga en aceite de oliva. Cuando las
cebollas se hayan tiernizado, se agrega el ananá
cortado en cuadrados pequeños, con apenas un
poco más de aceite de oliva. Se le agrega salsa de
soja. Cuando el ananá esté tierno se agrega el arroz
cocinado y se lo rehoga junto con la preparación.
Se apaga el fuego, se agrega la leche de coco y las
semillas de girasol. Se sirve.
Un saludo muy afectuoso para todos.
Liliana Racauchi - José Bidart.
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INGREDIENTES
2 tazas de arroz yamaní
Agua de buena calidad
Sal marina
250 grs. de leche de coco
Trozo pequeño de jengibre
1 cebolla mediana
1 taza de ananá cortado en trozos pequeños
1/4 taza de semillas de girasol tostado
Aceite de oliva
Salsa de soja
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