“EL TRIANGULO DEL CHEQUEO ETICO: UNA HERRAMIENTA PARA EL FUTURO PROFESIONAL” XXXVI – SIMPOSIO NACIONAL DE PROFESORES DE PRÁCTICA PROFESIONAL UNIVERSIDAD ARGENTINA DE LA EMPRESA Pinamar, 18 al 20 de Setiembre de 2014 Autores: C.P. Santos Jesús Fior C.P. Carlos María Vitta C.P. Stella Maris Scarafiocca Profesores de Práctica Profesional de Aplicación Jurídica y Práctica Profesional de Aplicación en Entidades de Economía Solidaria Facultad de Ciencias Económicas y Estadística Universidad Nacional de Rosario Si nos consideramos verdaderos maestros debemos intentar entender el funcionamiento de la mente de nuestros alumnos para educarlos mejor. Cada alumno no es: ‘uno más en el aula’, sino un ser humano complejo, con particularidades y necesidades propias y exclusivas de él. La educación atraviesa una profunda crisis histórica. Los estudiantes están desorientados, no se concentran, no encuentran placer en aprender, sufren de ansiedad. ¿De quién es la responsabilidad? ¿De los alumnos, de los docentes o de los padres? De ninguno; las causas son más profundas. Las principales razones son producto del sistema social, que ha estimulado en forma aterradora el fenómeno de construcción del pensamiento. El síndrome del pensamiento acelerado Durante el lapso de una hora, por ejemplo, la televisión muestra una gran cantidad de personajes con las más diversas características de personalidad. Policías corruptos, políticos corruptos, chicos irreverentes que no le temen a nada, gente ‘divertida’, robos, crímenes, secuestros, violaciones…Estas imágenes se registran en la memoria y compiten con la imagen de padres y maestros. Los resultados inconscientes de esto son serios. Los educadores pierden la capacidad de influir en el mundo psíquico de los jóvenes. Sus gestos y palabras no tienen impacto emocional, y resultan incapaces de estimular el desarrollo de la inteligencia. Con frecuencia necesitan gritar para captar un poco de atención. De esta forma la televisión contribuye al desarrollo del Síndrome del Pensamiento Acelerado (SPA), es decir, la velocidad del pensamiento se incrementa crónicamente provocando un aumento desmedido de la ansiedad, lo cual genera la demanda de nuevos estímulos en un intento por aliviarla. Esto es lo que ocurre con los jóvenes y con los no tan jóvenes. Los que padecen adicción a las drogas, por caso, usan nuevas drogas para tratar de aliviar la ansiedad generada por su adicción. Cuanto más drogas consumen, más dependientes se vuelven. Sostiene Augusto Cury estar convencido que la velocidad de pensamiento de los jóvenes de hace un siglo era mucho menor que hoy en día, y por lo tanto, el modelo educacional del pasado, aunque no era el ideal, funcionaba. Cuáles son las causas del SPA? 1) El exceso de estímulos visuales y auditivos producidos por la televisión. 2) El exceso de información. 3) La paranoia del consumismo y la estética (sobre todo la corporal). La gran amenaza para la calidad de vida del hombre moderno no reside en la gran cantidad de las horas de trabajo, ni la presión social, sino el exceso de pensamientos. El SPA nos encierra en; a) rumiar el pasado, b) caer en sentimientos de culpa, c) preocupaciones por los problemas existenciales, y c) sufrir anticipadamente. El verdadero maestro se enfrenta ante el desafío de convertir sus clases en un oasis, y no en una fuente de estrés. Los verdaderos maestros, que son muchos, saben y deben tener paciencia con sus alumnos. La inquietud y la agresividad que reinan en el aula no es culpa de los alumnos, ellos son víctimas. Incluso dentro de los peores estudiantes existe un mundo por descubrir y explorar. Nuestra experiencia Desde el año 1996 se inició, en la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la Universidad Nacional de Rosario, el dictado del ‘sub-módulo de Ética Profesional’. Entre los principales objetivos anhelados, se destacaba el de lograr que el futuro profesional fijara su atención en los principios en que se fundamentaba el articulado del Código de Ética. La tarea se centró en elaborar los que habrían de denominarse ‘Los ocho atributos básicos’ que necesariamente debieran estar incorporados en todo instrumento ético normativo: 1) Integridad: Actuación con la rectitud de ánimo de un hombre honrado. 2) Veracidad: Actuación con la voluntad decidida a manifestar fielmente la verdad. 3) Objetividad: Actuación que se fundamenta en los hechos y no en el ánimo personal. 4) Independencia: Actuación real y auténtica, libre de influencias que pudieren deteriorar la verdad. 5) Competencia: Actuación fundamentada en sólidos principios científicos y técnicos. 6) Lealtad: Actuación consecuente con clientes, colegas y entidades profesionales. 7) Discreción: Actuación que respeta el secreto profesional y la mesura en el ofrecimiento de los servicios. 8) Solidaridad: Actuación de colaboración y ayuda con el cliente, los colegas, las entidades profesionales y la sociedad civil. El objetivo que nos habíamos propuesto se fue cumpliendo favorablemente; en años sucesivos los alumnos, en su gran mayoría, respondían satisfactoriamente las preguntas relacionadas. El Código de Ética y la Conciencia del profesional. Desde hace tiempo hemos venimos trabajando este aspecto que está íntimamente vinculado, y presente en cada situación que debamos afrontar durante el ejercicio de nuestra profesión, independientemente de la mayor a menor envergadura de la temática que estuviere a nuestro cargo resolver, pero directamente proporcional, la dimensión de esta presencia, a la magnitud dilemática de la cuestión. Desde el punto de vista moral: La Conciencia, ese juez del que nadie puede escapar, no es una potencia más unida a la inteligencia y a la voluntad, sino que es la misma inteligencia cuando juzga si un acto está de acuerdo con la ética o no. Desde el punto de vista individual la persona tiene en su conciencia el lugar donde se produce el juicio de aplicación de la norma ética a la acción concreta. Por lo tanto, la formación de una personalidad ética consistirá en conocer debidamente esas normas y estar firmemente resuelto a actuar conforme con lo que se ha reconocido como correcto. Sostenemos que los Códigos de Ética constituyen, para la actuación del profesional, lo que ‘la Conciencia’ para el obrar humano en general. Con el Dr. Enrique Zamorano entendemos que los contadores somos responsables de informar la verdad. Emitir una opinión profesional libre e imparcial implica gozar de independencia de mente y al mismo tiempo inmunidad de toda coacción externa. La conciencia actúa como un sistema de control interno que informa, aprueba o rechaza las acciones que la persona realiza o las que evalúa realizar. Ella hace las veces de un ‘auditor’ que con criterio libre y objetivo sopesa los hechos, las interacciones, las decisiones del contador público y los coteja con los postulados y las normas de ética. En consecuencia, la filosofía de la acción o ética de la acción, que tendría por objeto orientar al profesional en su actuación, se podría resumir en una enunciación como la que siguiente: a) Formar y ejercitar la conciencia. La formación de la conciencia es un deber fundamental para el profesional; la razón es muy simple: ella puede errar. Se hace necesario comprobar si la conciencia está juzgando conforme a la verdad, porque ella no depende de nada ni de nadie, pero debe responder a un único condicionante; ‘estar en correspondencia con la verdad’. Así como los músculos de nuestro cuerpo necesitan de la gimnasia para estar activos y no atrofiarse, la conciencia debe ser revisada o testeada en forma periódica y/o permanente para comprobar cómo está actuando. b) Clasificación de la conciencia actuando: Por el objeto: - Verdadera: Cuando juzga en base a criterios de objetividad, en nuestro caso, de acuerdo con el Código de Ética. - Errónea: Cuando deja de lado esa objetividad. No tiene en cuenta lo normado por el Código de Ética. Por la forma de juzgar: - Rígida: Cuando juzga con buena intención. - Falsa: Cuando juzga sin buena intención. (no siempre una conciencia rígida es a la vez verdadera) Por la certeza moral: - Cierta: Cuando juzga ‘con seguridad’; sin temor a equivocarse. - Dudosa: Cuando, con duda ‘cuasi-pirrónica’, ni se atreve a juzgar. Es compromiso del profesional permanecer en “alerta expectante” y actuar con “escepticismo profesional”, que no significa en modo alguno, actuar con titubeo permanente. c) Plan para la acción. - Observar. Base para ver, - Ver. Base para apreciar, - Apreciar. Base para decidir, - Decidir. Base para actuar. Y finalmente, - Actuar en el sentido del correcto acto ético. d) Discernir: Múltiples apreciaciones o puntos de vista que hacen a la manera de ver y de ser. Razones, opciones, afectos, antipatías, que nos llevan a hacer nuestras elecciones. e) Espíritu crítico: resulta necesario para no discernir en forma subjetiva: Crítica proviene del griego “Krinein”; distinguir, examinar, analizar y, como resultado de este proceso de análisis, valorar. Esa valoración puede ser positiva o negativa, es decir, no siempre la crítica es negativa. Diferenciar la crítica de la censura. La crítica busca la verdad en cambio la censura abre paso a la mentira. f) Prudencia: virtud intelectual que nos señala entre lo que se puede hacer o no hacer, qué hacer y qué no hacer. Aristóteles considera prudente “al hombre capaz de deliberar rectamente sobre lo que es bueno y conveniente”, esto es, la prudencia permite al hombre decidir racional y correctamente sobre lo que es mejor para él o para su comunidad. Esta virtud es la base de las virtudes éticas, un ser humano no puede adquirir virtudes éticas sin poseer la virtud de la prudencia. Sin embargo, consideramos oportuno tener presente a Pirrón de Elis (filósofo griego – 360 - a de J.C. fundador de la escuela filosófica de los escépticos); sostenía Pirrón, que no se puede afirmar nada por cuanto la inteligencia suele, a menudo, llevarnos a engaño. El exceso de prudencia puede resultar “imprudente”, y conducir a negar lo que se afirma. El excesivamente prudente ‘negativiza’ la prudencia. A pesar de su híper prudencia, a pesar de los muchos “cuidados”, termina por no moverse del sitio. Estos ‘cuidados’ paralizantes y tóxicos, desde sus recelosos miedos y desde sus desconfianzas enfermizas ‘cuando no maliciosas’, recomiendan eterna prudencia para no moverse. E. Mounier, insistía con que “el partido de los prudentes raramente es el partido de la prudencia. Cuando se recomienda en el Evangelio aquello de: “Sed prudentes como serpientes”, se reconoce el derecho de la prudencia, aunque inmediatamente el consejo es completado, añadiendo: «Y sencillos como palomas», con lo que se limita el prudencialismo y se le preserva del peligro de degenerar en cálculo de astucia. Cuando ejercemos la “prudencia profesional” luchamos con los errores, la negligencia y la inconsistencia. La prudencia como lo afirma el mismo Aristóteles, nunca se ‘olvida’, y por lo tanto siempre nos permitirá discernir sobre la decisión más correcta entre las distintas posibilidades. Es la virtud clave del obrar y del querer según la recta razón, es “hacer” las cosas bien, es decir “hacer bien el bien”. Reafirmamos por lo tanto nuestra posición en el sentido de que los códigos de ética cumplen adecuadamente el papel de la conciencia, en tanto sean la guía ética que oriente la acción del profesional en lo relativo al ‘Buen Hacer’. El profesor Alberto Buela, filósofo, pone el acento en la inoperancia práctica del deontologismo y del neokantismo en la resolución de los problemas concretos del hombre y la ciudad. Esta es la gran crítica que realiza la ética de las virtudes a la deontología neokantiana. El hombre es bueno, no porque realiza actos buenos, sino que realiza actos buenos porque es bueno. El hombre cuando realiza algo mal o actúa mal, en general lo hace por ignorancia o por placer. Si es por ignorancia es un problema de la inteligencia y si es por placer, lo es de la voluntad. Tanto la inteligencia como la voluntad se educan, una en las virtudes dianoéticas y otra en las virtudes éticas. Lo valioso del acto moral no está en la represión de los impulsos de dominio, de venganza, sino en el libre renunciamiento a la satisfacción que producen. Y así, se deja de mandar, de vengarse no porque no se pueda, sino porque, poseyendo estas cualidades, se somete a la obediencia, a perdonar. Si bien hemos hablado de las grandes renuncias para ejemplificar, no podemos olvidar que la vida cotidiana está hecha de pequeñas renuncias. Los renunciamientos que supone la actividad filosófica, como el estar meditando un tema y dejar de ir a una fiesta o participar de una comida. Triángulo del fraude La ocasión hace al ladrón es una expresión, que si bien suena muy fuerte, no por ello deja de ser necesario utilizarla a fin de tomar real dimensión de su presencia en esta cuestión del fraude. Uno de los exponentes más certeros en el tema, el Doctor Donald Cressey (1961), criminólogo estadounidense, desarrolló uno de los modelos más aceptados y que explica el porqué buenas personas cometen fraude. Este modelo se conoce como: El Triangulo del Fraude. En efecto, para que se configure este vicio es necesario se cumplan, sí o sí, tres condiciones que llamaremos los tres vértices de lo que ha dado en llamarse el triángulo del fraude: 1) Necesidad o Motivo 2) Oportunidad 3) Racionalización Necesidad o Motivo Racionalización Oportunidad Necesidad o Motivo: Todos tenemos alguna necesidad por satisfacer. ¿Quién no? Sea de esparcimiento, de poseer algún bien (un inmueble, un automóvil…), mandar nuestros hijos a algún colegio, atender al grave estado de salud de algún familiar cercano, etc. Oportunidad: Estar frente a una situación, justo en el momento oportuno; dictamen de un balance con determinados valores abultados (contabilidad creativa), certificar sobre a valuación en exceso de un bien. Un sello y una firma para dar vía libre a un expediente en la administración pública, un voto necesario para que se apruebe una determinada ley, un “visto bueno” de un encargado del departamento de compras, etc. Racionalización: ‘Lo haré en esta ocasión y luego nunca más…’. ‘¿Si otros lo hacen, porqué no yo?…’. ‘Es decir, racionalizo la situación, anestesio mi conciencia y caigo…’ La racionalización mencionada puede llevarnos a que nuestra conciencia deje de actuar en forma objetiva, recta y cierta, para, de esa manera, caer en la ética situacional. Racionalizamos dejando de lado presupuestos como la verdad, honradez, honestidad, integridad, etc. Hasta descuidamos ‘nuestra propia salud’; aunque es importante señalar que el ser humano puede enfrentar cualquier contingencia si se encuentra armado de una sólida verdad. Quizás para ello se deba volver a poner énfasis en las verdades últimas como la honradez, la honestidad, la humildad, la no-hipocresía etc. Vale aclarar que con el dictado se pretende que el alumno incorpore, en su conciencia de futuro profesional, la importancia de los principios que fundamentan el Código de Ética. Que no vea al mismo como letra fría a cumplir. Por otra parte proponemos a los alumnos que no solamente descubran el triangulo del fraude en sus pensamientos sino que lo complementen con el chequeo ético para utilizarlo en momentos en que deban tomarse decisiones. El triangulo del chequeo ético lo hemos elaborado en la cátedra en base al caso “Un dilema ético” de Blanchard y Peale. A nuestro entender es una herramienta sumamente útil para la resolución de las situaciones que el profesional tiene que vivir y que pueden ser conflictivas para su conciencia. El siquiatra Augusto Cury nos habla de la memoria RAM. (random access memory) que se utiliza en los ordenadores como memoria de trabajo para el sistema operativo, los programas y la mayor parte del software. Es allí donde se cargan todas las instrucciones que ejecutan el procesador y otras unidades de cómputo. Se denominan «de acceso aleatorio» porque se puede leer o escribir en una posición de memoria con un tiempo de espera igual para cualquier posición, no siendo necesario seguir un orden para acceder a la información de la manera más rápida posible. “En las computadoras, ya que el registro es voluntario y depende de una orden, sólo registramos lo que queremos. En la memoria humana, el registro no depende de nuestra voluntad. El fenómeno RAM actúa de un modo inconsciente en fracciones de segundo, y archiva todas nuestras experiencias, inclusive las que más detestamos. Tratar de evitar el registro de una ofensa, pérdida o rechazo es inútil, porque el registro es automático. No tienes libertad para elegir si archivas o no una historia en tu memoria. ¿Por qué? Porque sin esta historia no producirías pensamientos, serías un ser irracional y, por lo tanto, no estarías consciente de tu propia libertad”. De allí que intentamos que el alumno fije en su memoria RAM los tres vértices, tanto del triángulo del fraude como en este caso del triángulo del chequeo, que enumeramos a continuación, para utilizarlos al momento de tomar su decisión profesional. 1) Es legal, es ético, está en correspondencia con el Código de Ética. 2) Es justo. ¿Causo algún perjuicio? 3) ¿Y mi conciencia? Es legal, es ético Es justo Y mi conciencia Esta nueva etapa que hemos comenzado a nuestro objetivo primario, de que el alumno identifique los ocho atributos o valores que fundamentan la existencia de los códigos de Ética y que identifique a estos como la conciencia del cuerpo profesional, le hemos sumado el que incorpore en su memoria RAM los dos triángulos que hemos descripto para que los tenga presente en su futuro ejercicio profesional. En la evaluación le pedimos que describa los triángulos y de un ejemplo de cómo funcionan estos en la práctica. La respuesta es muy favorable. Nos llama la atención la capacidad que tienen para explicar su funcionamiento. Bibliografía: - Blanchard, K. Peale, Un Dilema Ético - Caso - I. Grijalbo, 1988. - Buela, Alberto - “Disenso. Filosofía y Metapolítica” - http://disenso.info/. - Carpio, Adolfo. – “Lecciones de Filosofía.” - Editorial Glauco, Bs. As. 1971. - Clarin.com - Entrevista a Mario Fendrich - .salvador -sales - Corresponsal - Santa Fe – www.clarin.com. - Cury, Augusto - “Padres Brillantes Maestros Fascinantes”, Planeta, 2007. - Cury, Augusto - “El Maestro de Maestros” - Editorial Thomas Nelson – 2008. - Picasso, Juan Carlos - director del Centro Adventista de Vida Sana - www.cavs.com.ar - Sánchez Ríos, J. y López, W. - “El Triángulo del Fraude” - Programa Ahora Universidad del Turabo. - Scarafiocca, Stella; Vitta, Carlos y Fior, Santos – “Apostando a la Conciencia del Profesional” - Trabajo presentado en el XXXV Simposio Nacional de Profesores de Práctica Profesional – Concordia (Entre Ríos) – Setiembre 2013. - Spaemann, Robertt - “Ética: Cuestiones Fundamentales” - EUNSA - Ediciones Universidad de Navarra S.A. – 2005. - Vitta, José Vicente - “La Ética: Una Fiesta (la alegría de ser auténticos)”- Fundación Síntesis Rosario, 2001. - Zamorano García, Enrique - “La ética de los Contadores Públicos” Ed. Instituto Mexicano de Contadores Públicos, México, 1999.