La formación de las primeras impresiones sobre personas desconocidas. C. Arghire, C.Brevers, R. Gómez, D. Jaramillo, C. Fernández y J. Arce y E. Saro IES Zapatón Avda. de la Constitución, 7. 39300 Torrelavega Cantabria [email protected] tf:646039631 1 RESUMEN Hemos estudiado si la información previa suministrada por nosotros sobre personas desconocidas tiene influencia en las pre concepciones que se hacen de ellas; es decir que nos situamos en el estudio de la influencia de la información previa sobre la imagen que nos formamos de los demás. Nos situamos en la hipótesis de Asch que desarrollan M. López y otros (López, Gaviria, Bustillos y Fernández, 2010, 70) donde reproducen sus estudios clásicos de que existen rasgos centrales y rasgos periféricos. Nuestra hipótesis avanza que sí existen y que no difieren entre sexos, es decir que los rasgos centrales influyen en mayor medida que los rasgos periféricos tanto si se trata de categorizar a un hombre como a una mujer en ambos casos desconocidos. Concluimos que nuestra hipótesis se cumple y se obtienen resultados congruentes con los de Asch, la información previa influye decisivamente sobre las pre concepciones que nos hacemos de las personas, pero no toda la información previa solo aquella que denominamos rasgos centrales. De los cuatro analizados por nosotros (pijo, hortera, educado, maleducado) solamente el último adquiere ese estatus. ¿Por qué? Debiera ser por el resto de la información que le sirve de contexto pero como ésta es idéntica hemos de concluir provisionalmente que depende de las características de los perceptores, entre las cuales hemos analizado las más evidentes, como edad y sexo, sin encontrar evidencia. Palabras clave: imagen, rasgos, hipótesis, perceptores. 1 Profesor Coordinador Motivación, introducción, antecedentes. Estado de la cuestión Hemos elegido este tema porque nos ha parecido interesante y relevante socialmente por la gran preocupación que tenemos los jóvenes sobre la forma en que nos ven los demás, cómo seremos recibidos por los grupos a los que nos acercamos por primera vez, por ejemplo al comienzo de curso y también si podemos hacer algo por mejorar nuestra imagen. También nos interesa comprobar la creencia popular que afirma que las primeras impresiones son engañosas o bien son ajustadas a la personalidad de la gente con la que nos relacionamos por primera vez. Por otro lado está muy contrastado empíricamente que el grado de pertenencia social, entendida como lo opuesto a la exclusión o la marginación, es un buen indicador de salud mental y un excelente antídoto contra la depresión y toda la sintomatología relacionada. Por eso nos parece muy importante profundizar en este campo y adquirir un conocimiento aplicable a la vida cotidiana pues previsiblemente viviremos y trabajaremos en grupos sociales en medio de una sociedad obsesivamente individualista. Nos adentramos por tanto en un interesante tema de la psicología social clásica1 y actual pues la formación de las primeras impresiones en los demás, llamada más específicamente la percepción de personas está sometida a importantes sesgos perceptivos o errores sistemáticos como sostiene Ovejero2 (2010, 62) como parte del campo más amplio que titula Cognición social e Irracionalidad humana que nos ha servido de eficaz guía teórica de nuestro trabajo. La formación de las primeras impresiones sobre los demás se ve afectada, decíamos, por importantes sesgos de percepción derivados de la palmaria irracionalidad humana, y eso que paradójicamente nos llamamos animales racionales. Como escribe Ovejero Craso error, puesto que nos distingue de los demás animales, además del lenguaje o la mayor capacidad de colaboración es precisamente la irracionalidad. Dos son las principales causas de la irracionalidad humana. La primera estriba en la descomunal dificultad que existe para procesar la excesiva cantidad de información proveniente de nuestro entorno tanto físico como social… la segunda nuestro inmenso egocentrismo… (Ovejero 2010, 60) Y es que, aunque nos sorprenda la primera vez que lo oímos, las personas construimos nuestra realidad social a nuestra conveniencia para sentirnos buenos, bellos y justos. Por lo tanto en el proceso de recoger información sobre otras personas organizarla e interpretarla “sufrimos” importantes sesgos perceptivos hacia los demás, y también hacia nosotros mismos, aunque distintos y más favorables por cierto. Los sesgos son: 1. Sesgo confirmatorio. Consiste en la tendencia a buscar información que confirme nuestras percepciones y creencias. Es decir que nuestras preconcepciones condicionan nuestras concepciones y estas nuestras interpretaciones y hasta nuestros recuerdos. Y ¿cómo funcionan nuestras preconcepciones? , pues en algún lugar ha de iniciarse la “cadena conceptiva”. Fue Asch quien abordó este campo experimentalmente estudiando la información previa que tenemos sobre las personas e hipotetizando que esta es decisiva. Analizando esta información previa sostiene que hay rasgos centrales que nos dicen de una persona con la cual interaccionaremos que tienen alto peso específico para formar nuestro concepto de ella, mientras que hay también otros rasgos llamados periféricos que tienen bajo peso específico para la formación de nuestro concepto de cara a la impresión final que nos haremos de nuestro futuro conocido. Sobre esta cuestión versa nuestro trabajo que detallaremos más adelante, introducimos en una muestra de población cuatro rasgos opuestos por parejas y tratamos de establecer cuáles son centrales y cuáles periféricos. Según Asch esta cuestión depende del contexto, o lo que es lo mismo de los demás rasgos que acompañan. Cuando la información es contradictoria por ejemplo nos dicen de alguien que va a entrar en nuestras vidas que es frío y calculador y en otro momento que es afable y afectuoso, entonces adaptamos la información contradictoria a la información previa, lo que se conoce como Efecto de Primacía que es más fuerte que su contrario el “Efecto de Recencia” que sería la adaptación de las primeras impresiones a la posterior información recibida si esta disfrutase de alto peso específico. Pero las cosas no son nunca tan sencillas en psicología social pues el propio Asch postula otras variables, por un lado los determinantes sociales y culturales por ejemplo los grupos marginados o marginales y sin poder, como las minorías étnicas, los inmigrantes… y por otro lado las características y atributos del perceptor ya que tiende a fijarse especialmente en la pertenencia a grupos o categorías sociales del percibido, sus rasgos de personalidad (inteligente, honesto, suspicaz…) su atractivo físico muy influyente en la formación de impresiones de los occidentales, comunicación no verbal (mirada, gestos…), y finalmente estereotipos vigentes (por ejemplo si es alemán anticiparemos que es eficaz y organizado). El problema de este modelo es que es demasiado racional y lógico para ser cierto y padece también otros sesgos no menos determinantes. 2. Sesgo de Perseverancia en la Creencia. Consiste en la proverbial persistencia de nuestras creencias incluso cuando los fundamentos en que se basan han quedado desacreditados. En este fenómeno se basa una práctica deleznable en nuestra sociedad y probablemente en todas las sociedades representada por el refrán “Difama que algo queda” y es que queda casi todo y sale “a cuenta” para el difamador. Pueden paliarse sus efectos tratando de ser objetivos por un lado y por otro practicando un sano ejercicio que consiste en explicar por qué la postura contraria a la nuestra puede estar en lo cierto. 3. Sesgo de Visión Retrospectiva. Tendencia a exagerar nuestras previsiones después de conocido el resultado, o también efecto “Ya lo decía yo”. 4. Sesgo de Confianza Excesiva. Tendencia a sobreestimar la precisión de nuestros juicios y nuestras creencias. 5. Sesgo de Ilusión de control. Consiste en la creencia que muchas de las cosas que hemos logrado se deben a nuestra valía cuando realmente se deben al azar. Es un sesgo bastante extendido entre los aficionados a la bolsa de valores y origen de no pocos “descalabros”. 6. Sesgo de Correlación Ilusoria. Se trata de percibir una relación causa-efecto allí donde no existe, que en las ciencias sociales se conoce por el aforismo “La mera correlación no implica causalidad” asunto que como es obvio debemos de aplicarnos. 7. Sesgo de la falacia de la Tasa Base. Tendencia a ignorar o a subemplear la información que describe a la mayoría de los casos y en su lugar ser influidos por características distintivas del caso concreto que se está juzgando. Parece que en el acto de tomar decisiones las personas se comportan para contradecir y despreciar la estadística de la que se tiene un conocimiento rudimentario. Suele decirse que la estadística puede demostrar cualquier cosa o que hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas, en resumen irracionalidad pura, por eso solemos acertar más cuando predecimos la conducta ajena que la propia. Nuestras percepciones no son en absoluto un reflejo de la realidad sino una construcción social de esa realidad, y si esto ocurre con la percepción es aún más cierto en el caso de la memoria. En el tema de la percepción de personas o la formación de primeras impresiones sobre los demás tiene gran importancia la atribución de motivos que hacemos sobre la conducta de los demás, que se conoce en Psicología social como Atribución Social. Un tema estudiado por Heider (1958)3 inaugurando este campo de conocimiento en el que encontramos dos teorías vigentes de gran importancia para el caso. Se trata de la Teoría Atribucional de la Motivación propuesta por Weiner (1979 y 1985)4 y la Teoría de la Indefensión Aprendida propuesta por Seligman5. La teoría atribucional postula que adjudicaremos una motivación a la conducta propia o de alguien según percibamos tres variables: el lugar de control (locus), sea este interno o externo, la estabilidad que puede ser estable o inestable y la controlabilidad que puede resultar controlable o no controlable. Lo mejor de todo esto es que el estilo atribucional puede cambiarse pues resulta mucho más beneficioso hacer atribuciones internas, inestables y controlables, por el contrario la alternativa peor sería hacer atribuciones externas, estables e incontrolables. Un ejemplo puede ayudarnos a comprender mejor este planteamiento. Un ciclista queda el vigésimotercero en una carrera en que pensaba quedar primero tras sufrir una caída fortuita e inoportuna, una vez en casa y dolorido piensa …perdí la carrera porque iba muy rápida (control externo) como siempre esta temporada (estable) y me arrollaron en la bajada (incontrolable), o bien puede pensar …perdí la carrera por no coger la rueda de X que está más fuerte que nadie (Control interno), la próxima vez andaré más atento (inestabilidad las cosas cambiarán) y con mas ritmo seguro que me libro de las caídas y llego entre los tres primero (puede controlar). La teoría de la Indefensión aprendida sostiene que como consecuencia de haber aprendido por la mera experiencia que uno no puede controlar los acontecimientos de su vida, o bien la convicción de que no existe relación alguna entre nuestro esfuerzo para alcanzar una meta y el alcanzarla realmente. Es lo contrario del constructo autoeficacia, propuesto por Bandura6 que sería el grado en que percibimos que podemos controlar nuestra vida y nuestro futuro con nuestra acción y nuestro esfuerzo. La indefensión aprendida lleva al fatalismo, de hecho tanto el destacado pedagogo Paulo Freire7 en Brasil como Martin-Baró8 en Centroamérica llegaron a la conclusión que el primer paso de los pobres para conseguir su emancipación era psicológica y no es otro que dejar atrás sus sentimientos fatalistas y sustituirlos por sentimientos positivos de autoeficacia. No obstante el estilo atribucional está afectado por importantes sesgos siendo el primero de ellos el llamado Sesgo del Realismo Depresivo o “efecto del más triste pero más sabio” que es la tendencia de los individuos con una depresión moderada a hacer juicios, atribuciones y predicciones precisas en vez de auto complacientes. (Myers 2008)9. Pero no todo es atribución causal o estilo explicativo, tanto la gravedad de la depresión como el estilo atribucional dependen del grado en que nuestra necesidad de pertenencia es satisfecha ya que el rechazo social y la exclusión tanto individuales como colectivos son los factores que más influyen en dicha necesidad de pertenencia, de tal manera que los inevitables acontecimientos estresantes de la vida como suspensos académicos, pérdidas de empleo, accidentes de tráfico, divorcios llevan a la depresión si no existe una red social lo más tupida posible interaccionando con el sujeto (Seligman 1991). La depresión grave es menos frecuente cuanto menos individualista es la sociedad, por eso era menos prevalente en las antiguas sociedades agrarias europeas o en la africana actual. Sucede que para ser rico , autónomo, bien musculado o, puesto en femenino, bellas, ricas y famosas como nos recomienda la publicidad y las narraciones televisivas cotidianas se requiere ocuparse únicamente de uno mismo, cosa que además de aburrir pronto lleva al conocido círculo, o mejor triángulo, vicioso: timidez soledad depresión Lo bueno de la situación es que es modificable y puede superarse con entrenamiento en habilidades sociales y con la progresiva aceptación de un estilo explicativo más positivo para el sujeto aprendiendo a hacer atribuciones correctas. En el campo de la Atribución de motivos de la conducta propia y ajena también nos vemos sometidos a importantes sesgos que resumimos brevemente por su importancia en el tema que nos ocupa que no es otro que la formación de las primeras impresiones sobre desconocidos: 1. Error Fundamental de Atribución. Se trata de la tendencia universal a olvidar las variables situacionales y tener en cuenta solo las personales a la hora de explicar la conducta de los demás. Circunstancia que no se produce cuando explicamos la conducta propia. Se sugiere que no puede ser de otra manera ya que cuando explicamos la conducta ajena nos situamos de espectadores, como en el cine, y lo que más se ve es el protagonista, en cambio cuando explicamos la conducta propia solo vemos la escena y el decorado (situación) ya que el protagonista somos nosotros. 2. Sesgo de autoservicio. Atribuciones de motivos que se estiman socialmente deseables en beneficio propio los cuales usamos para explicar nuestra conducta. Tendencia a percibirse a uno mismo en términos favorables (Myers 2008, obra citada en nota 9) por lo que hacemos atribuciones internas de nuestros éxitos y externas de nuestros fracasos. Esta tendencia tiene importantes y positivos efectos de salud mental y dudamos que sea tan universal como se postula, al menos entre escolares ya que problemas debidos a baja autoestima están a la orden del día. 3. Sesgo de invulnerabilidad. Tendencia por la cual al creernos menos vulnerables que los demás a los riesgos y situaciones estresantes de la vida nos hacemos, en la práctica, más vulnerables por tomar menos cautelas, es decir lo que vulgarmente se conoce como “ir de listo”. El optimismo es necesario y conveniente pero hemos de añadirle el apellido realista y no el apellido ilusorio. 4. Sesgo de falso consenso. Propensión a sobreestimar el grado en que las propias opiniones y conductas indeseables o infructuosas son comunes y compartidas. Su contrario sería el 5. Sesgo de la falsa unicidad. Tendencia a subestimar el grado en que nuestras habilidades y conductas de éxito o deseables, son comunes y compartidas. El sesgo de autoservicio constituye un mecanismo de defensa adaptativo que tiene importantes ventajas para el individuo pues una visión optimista de los recursos propios ayuda a preservar a la gente del estrés y la depresión y estaríamos ante un estilo atribucional ajustado a las necesidades que pudieran presentarse. Se trata por tanto de una forma habitual de responder a cuestiones sobre causalidad de las conductas, de tal modo que entonces si el sesgo podemos definirlo como un error sistemático un estilo atribucional sería la práctica de un sesgo sistemático. Por ejemplo lo que se conoce como estilo atribucional egótico (Ovejero op. Cit. 2010) será la reiteración del sesgo de autoservicio, que es un fenómeno bastante frecuente, aunque también existen personas con baja autoestima o que pertenecen a minorías sociales o grupos marginados y representan el polo opuesto es decir que atribuyen sus éxitos a factores externos y sus fracasos a factores internos estables e incontrolables. Se denomina estilo atribucional insidioso. Objetivos Nos proponemos estudiar si la información previa suministrada por nosotros sobre personas desconocidas tiene influencia en las preconcepciones que se hacen de ellas; es decir que nos situamos en el estudio de la influencia de la información previa sobre la imagen que nos formamos de los demás. Nos situamos en la hipótesis de Asch que desarrollan M. López y otros (López, Gaviria, Bustillos y Fernández, 2010, 70)10 donde reproducen sus estudios clásicos de que existen rasgos centrales y rasgos periféricos. Nuestra hipótesis avanza que sí existen y que no difieren entre sexos, es decir que los rasgos centrales influyen en mayor medida que los rasgos periféricos tanto si se trata de categorizar a un hombre como a una mujer en ambos casos desconocidos. Método En una población de nuestro entorno, ciudad pequeña (60.000 h.) del norte de España cada investigador ha de ocuparse de 6 sujetos, tres de los cuales han de ser varones y también, sin coincidir con el requisito anterior, otros tres deben ser menores de 20 años, en consecuencia si contamos con 6 investigadores dispondremos de 36 sujetos que deberán repartirse equitativamente el sexo (varón o hembra) y la edad (mayor o menor de 20 años). El método consistirá en la presentación de una breve lista de rasgos de personalidad de un hombre y una mujer desconocidos y a los que muy probablemente conocerán los próximos meses, posteriormente se les presenta la fotografía de ambos sujetos, un hombre y una mujer jóvenes y sonrientes, con pocos detalles que sugieran rasgos de personalidad y se les pide que sitúen el concepto que se hacen de cada uno de ellos en una escala Likert. ¿Qué te parece esta persona? 0 1 2 3 4 5 6 Digna de confianza _ _ _ _ _ _ _ Importante _ _ _ _ _ _ _ Humana _ _ _ _ _ _ _ Constante _ _ _ _ _ _ _ Seria _ _ _ _ _ _ _ Altruista _ _ _ _ _ _ _ Contenida _ _ _ _ _ _ _ Imaginativa _ _ _ _ _ _ _ Fuerte _ _ _ _ _ _ _ Honesta _ _ _ _ _ _ _ Donde las puntuaciones más altas serán las más favorables para los individuos de las fotos. El máximo del concepto positivo serían 60 puntos y el mínimo obviamente cero. Las fotos por las que se preguntaba son las siguientes: y se hacía en cuatro momentos diferentes separados por más de 20 días por considerar que era suficiente tiempo para olvidar la lista de información previa anterior. Las listas que funcionaban como estímulo fueron las siguientes: Lista 1 -Inteligente -Hábil -Pij@ -Trabajador@ -Decidid@ -Práctic@ -Sensat@ Lista 2 Lista 3 -Inteligente -Hábil -Trabajador@ -Decidid@ -Hortera -Practic@ -Sensat@ -Inteligente -Hábil -Educad@ -Trabajador@ -Decidid@ -Practic@ -Sensat@ Lista 4 -Inteligente -Hábil -Trabajador@ -Decidid@ -Practic@ -Sensat@ -Maleducad@ Podemos apreciar que las listas son iguales con excepción de una de las características supuestas: Pij@, Horter@, Educad@, Maleducad@ Se adoptó la arroba informática principalmente para economizar papel aunque también para hacer lo más uniforme posible el estímulo presentado. Por lo tanto cada investigador a sus sujetos les presentó cada una de las listas en sesión distinta para el hombre y para la mujer e inmediatamente después de cada presentación les preguntó a la vista de la foto cómo situaban a esa persona en la escala Likert en cuanto a los rasgos que allí salen obteniendo una puntuación con cada lista entre 0 y 60 puntos. Posteriormente mediante una tabla Excell y de PASW Statistic comprobaremos si hay diferencias significativas para alguno de los cuatro rasgos. Por nuestra parte esperamos que sea pij@ el discriminante en sentido positivo y horter@ en sentido negativo, ya que como hemos estudiado este curso la imagen física es muy importante en las sociedades occidentales individualistas. También esperamos que sea más decisivo entre los menores de 20 años que entre los mayores. Datos Veamos los datos obtenidos en ANEXO 1 Aplicamos un ANOVA basado en Estadísticos descriptivos N Media Desv. típ. Varón con L1 36 31,89 9,211 Varón con L2 36 32,36 8,868 Varón con L3 36 32,58 7,799 Varón con L4 36 29,50 8,654 Mujer con L1 36 32,92 7,542 Mujer con L2 36 33,08 8,875 Mujer con L3 36 31,94 7,808 Mujer con L4 36 28,33 8,970 N válido (según lista) 36 Observamos que L4 que corresponde a Maleducad@ se sitúa significativamente por debajo de los demás lo que parece indicarnos que es ese el rasgo central y no Pij@, que se trata del que mayor varianza interna tiene 9,211 ya que es un término muy impreciso. Como se aprecia en los gráficos tanto mayores como menores puntúan por igual al hombre y a la mujer una vez que les precedió la lista 4 con el término Maleducad@. Conclusiones Encontramos que nuestra hipótesis se cumple y se recogen resultados congruentes con los de Asch, la información previa influye decisivamente sobre las preconcepciones que nos hacemos de las personas, pero no toda la información previa solo aquella que denominamos rasgos centrales. De los cuatro analizados por nosotros (pijo, hortera, educado, maleducado) solamente el último adquiere ese estatus. ¿Por qué? Debiera ser por el resto de la información que le sirve de contexto pero como ésta es idéntica hemos de concluir provisionalmente que depende de las características de los perceptores, entre las cuales hemos analizado las más evidentes, como edad y sexo, sin encontrar evidencia. De nuestro trabajo se desprende la necesidad de controlar la información previa sobre alguien que pretende interactuar o pertenecer a un grupo si ello fuera posible. En algunos casos lo es, por ejemplo directivos de empresas que cambian de puesto pueden difundir información estructurada entre sus futuros subordinados para obtener una acogida favorable. En entornos escolares sería de gran ayuda “sembrar” información previa adecuada sobre el profesor de ciencias, por ejemplo, del curso próximo, o de un alumno nuevo que va a venir con lo que se minimizaría los recurrentes problemas de integración. En el campo político electoral ya se tienen en cuenta estas cuestiones más de lo que parece a observadores ingenuos. Si la necesidad de pertenencia es tan básica y tan importante para una adecuada salud mental, esta y otras técnicas pueden servirnos para hacer más grande y más tupida las redes sociales de la gente en general y de los demandantes de terapia psicológica en particular BIBLIOGRAFIA 1 ASCH, S. “Psicología Social” Ed. Eudeba, Bs.As. 1972 OVEJERO, A. “Psicología Social” Ed. Biblioteca Nueva, Madrid 2010 3 HEIDER, F. “The Psichology of interpersonal relations” Ed. Wiley N.Y. 4 WEINER, B. “An attributional theory of achievement, motivation and emotion” Psichological Review, 92. 548-573. 5 SELIGMAN. M. “La auténtica Felicidad” Ed. 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