El movimiento ciudadano por la democracia en Me´xico: logros

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& Oxford University Press and Community Development Journal. 2010
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doi:10.1093/cdj/bsq025
El movimiento ciudadano por la
democracia en México: logros,
enseñanzas y perspectivas
Luz Rosales *
Resumen El Movimiento Ciudadano por la Democracia (MCD) surgió en 1992 en
un marco de recurrentes fraudes electorales y de un dominante
autoritarismo estatal. Su principal objetivo era respaldar las iniciativas
ciudadanas de base para fortalecer el proceso democrático y lograr el
respeto público y polı́tico de los derechos humanos. Este artı́culo
describe una serie de estrategias utilizadas por diferentes grupos y
redes ciudadanas, y pone de relieve las lecciones aprendidas durante el
proceso de crear y mantener el Movimiento Ciudadano. El artı́culo
concluye con un análisis instructivo sobre el contexto polı́tico actual y
los desafı́os que enfrenta la sociedad civil mexicana en su lucha continua
para construir una sociedad más justa y totalmente democrática.
Introducción
El Movimiento Ciudadano por la Democracia (MCD) se formó en México
en 1992 en un marco de recurrentes fraudes electorales y de un dominante
autoritarismo estatal. Desde sus orı́genes, el MCD estableció como uno de
sus principales objetivos congregar a distintos ciudadanos inconformes
con la corrupción en la vida polı́tica, y a quienes tenı́an la convicción de
que la democracia podı́a ayudar a solucionar los grandes problemas de
México, en especial la injusticia social, la falta de respeto a los derechos
humanos y la impunidad gubernamental en todos sus niveles. A este
esfuerzo se sumaron diversas organizaciones y ciudadanos de todo el
paı́s, con distintas propuestas de transformación polı́tica y social, dándoles
una voz a los actores sociales que exigı́an justicia y defendı́an los principios
básicos de la democracia.
*e-mail: [email protected]
Community Development Journal
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Luz Rosales
Este artı́culo ofrece una visión general del clima polı́tico que se vivió
antes, durante y después del surgimiento del MCD, un análisis de los
avances y estrategias del movimiento, ası́ como de las lecciones aprendidas
en el proceso. El artı́culo concluye explorando los grandes retos que hoy
enfrenta la sociedad civil mexicana para recobrar la esperanza de una
democracia que responda a las necesidades de la mayorı́a de la población,
que hoy se encuentra desilusionada y desarticulada.
Contexto histórico: el poder predominante vs. el poder
ciudadano
México vivió en 1910 una revolución que se prolongó por más de dos
décadas. Uno de los resultados de esta revolución fue una nueva élite polı́tica que se autodenominó heredera de los principios de la revolución, y que
con el tiempo edificó un complejo sistema de gobierno conducido por el
Partido Revolucionario Institucional (PRI). Este partido permaneció en el
poder por más de 70 años, y respondió a las demandas sociales y polı́ticas
a través de distintos mecanismos populistas, que atendı́an parcialmente las
demandas sociales, pero sin resolver los problemas estructurales del paı́s.
Pese a su naturaleza autoritaria, el PRI alcanzó cierta legitimidad social
gracias a los avances en la seguridad social y los servicios educativos y
de salud de distintos sectores. Sin embargo, estos avances se lograron a
costa de la disminución en el activismo polı́tico de muchos sectores, impidiendo por muchas décadas avances democráticos.
A mediados de los años ochenta, un grupo polı́tico del PRI conocido
como los tecnócratas trajo consigo un cambio polı́tico significativo, promoviendo la doctrina económica neoliberal. La privatización de un gran
número de instituciones públicas a favor del sector empresarial contribuyó
con el desmantelamiento del aparato estatal. El sector privado asumió las
funciones que, por tradición, le correspondı́an al Estado, particularmente
en materia de salud, educación, energı́a y trabajo. Las polı́ticas marginaron
aún más al sector rural.
A principios de los años noventa, prácticamente todos los estados y
municipios del paı́s se encontraban gobernados por el PRI, que tenı́a la
mayorı́a de los escaños en el congreso. El proceso electoral estaba
marcado de forma consistente por el fraude electoral, garantizando la
reelección y el monopolio del poder y la representación del PRI a nivel
nacional y municipal.
Muchos sectores de las clases medias y populares, junto con intelectuales
y miembros de la oposición, decidieron crear nuevas formas de
organización civil para impedir los fraudes electorales y para consolidar
un movimiento ciudadano más fuerte, con incidencia, y que le diera credi-
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bilidad al proceso electoral. Estos grupos se dieron cuenta de que sin un
cambio electoral pacı́fico en la arena polı́tica, era imposible cambiar las
estructuras sociales y económicas que obstaculizaban la gobernanza democrática plena y la justicia social. En 1991, llegó un momento decisivo con la
campaña polı́tica independiente de Salvador Nava a las elecciones de un
estado federal, que contó con el respaldo de organizaciones sociales y de
derechos humanos, académicos y lı́deres de opinión en todo el paı́s. Este
movimiento ciudadano pluralista estableció la primera observación electoral independiente en ese estado federal. A pesar de este esfuerzo para garantizar la transparencia en los comicios electorales, el fraude electora y los
acuerdos polı́ticos existentes de las élites garantizaron de nuevo el éxito del
PRI, que impuso a su candidato en 1992.
La respuesta fue una movilización civil sin precedentes conocida como
“La marcha por la dignidad” desde la capital del estado hasta Ciudad de
México. Esta marcha fue apoyada por ciudadanos e intelectuales de todo
el paı́s para exigir la limpieza en el proceso electoral, y, con ella, se logró
deponer al entrante gobernador del PRI y llamar a nuevas elecciones.
Esto despertó una fuerte conciencia sobre el poder ciudadano y sobre la
posibilidad de un movimiento ético ciudadano que uniera a todos los
grupos del paı́s, con el objetivo inicial de lograr la democracia electoral,
impulsar la justicia social, y garantizar los derechos polı́ticos. Este fenómeno fue la piedra angular del MCD.
Orı́genes y alcances del MCD
Desde sus orı́genes, el MCD estaba comprometido con el pluralismo y la
inclusión: agrupaciones sociales informales, organizaciones cı́vicas formales, redes de derechos humanos y ciudadanos independientes de todo
el paı́s se sumaron a este movimiento autónomo. A pesar de que se le identificó como un movimiento cercano al partido de izquierda, no representaba
ningún credo religioso o partido polı́tico.
El movimiento se organizó a nivel nacional y estatal. La Asamblea Nacional contó con la presencia de intelectuales, polı́ticos, representantes de organizaciones sociales y de organismos civiles, ciudadanos sin partido y
organizaciones campesinas quienes aprobaron el llamamiento fundacional
con los lineamientos básicos para luchar por los derechos humanos y la
democracia. A nivel estatal, el movimiento organizó diversos foros y
ofreció acompañamiento, en particular en algunas comunidades locales
en las que el contexto social y polı́tico era violento y obstaculizaba la participación social autónoma.
En general, el MCD se organizó en torno a los principios de la lucha por
la democracia y procesos electorales libres y justos; la defensa y promoción
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de los derechos humanos; y un programa de formación y educación ciudadana en democracia y derechos humanos. Además, los miembros nacionales y locales del MCD mantenı́an un contacto regular con las asambleas
nacionales y regionales, garantizando un proceso abierto y participativo.
La recaudación de fondos a nivel nacional e internacional generó los recursos para que los miembros del MCD viajaran por todo el paı́s iniciando
campañas educativas y movilizaciones sociopolı́ticas. El MCD trabajó
duro para ampliar sus redes y su agenda sociopolı́tica con el fin de
incluir a diversas organizaciones de base que hasta entonces se encontraban
aisladas. El MCD resaltó el apoyo a organizaciones cı́vicas que trabajaban
con campesinos y comunidades indı́genas para garantizar que se reconociera, respaldara e incluyera la lucha social de estos grupos marginados.
Es de anotar que las mujeres eran mayorı́a en estos grupos. Asimismo, el
comité ejecutivo nacional original del MCD, conformado por intelectuales
reconocidos, en su mayorı́a hombres, comenzó a cambiar para incluir
mujeres y lı́deres locales y comunitarios.
En un principio, el MCD exigió cambios legales para crear y consolidar
instituciones democráticas independientes, autónomas con el fin de garantizar los derechos polı́ticos y mecanismos más efectivos de participación
civil en los procesos de toma de decisiones. Se inició un proceso a nivel
nacional y estatal dirigido a revisar las distintas leyes electorales, para presentar propuestas de cambio a los distintos órganos nacionales y de los
estados federales. Se definieron colectivamente aspectos claves para garantizar la equidad en las elecciones, y se les llamó “Los Cinco Puntos para la
Democracia”: organismo autónomos e independientes, credencialización
confiable, prohibición del uso de recursos públicos a favor de algún candidato, equidad en los medios masivos de comunicación, y equidad en los
recursos para las diferentes campañas. Estos cinco puntos fueron parte de
una campaña de concientización social a nivel nacional, aunque faltaron
recursos económicos para lograr un mayor alcance de la campaña nacional.
Paralelamente, el movimiento trabajó por establecer una red nacional de
observadores civiles a nivel local. Gracias a ello, cerca de 5.000 ciudadanos
participaron en las elecciones de l994 como observadores, y el movimiento
logró movilizar ciudadanos e intelectuales de diferentes lugares del paı́s, en
la mayorı́a de los estados en las que hubo elecciones competitivas. Si bien
en muchos casos no se respetaron los votos, la presencia y vigilancia de
los miembros del MCD legitimaron la lucha postelectoral de las organizaciones ciudadanas en contra del amplio fraude electoral y de la violencia.
Como resultado, se logró la sustitución de gobernadores elegidos
fraudulentamente, y las nuevas elecciones trajeron a un gobernador más
“moderado/incluyente” que se vio forzado a negociar y abrir nuevos espacios para las organizaciones civiles locales.
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Los grupos cı́vicos siguieron buscando el apoyo del MCD después de los
procesos electorales. El MCD fomentó el intercambio de información y el
uso de métodos participativos y material educativo dirigidos al fortalecimiento de las capacidades locales y de las interacciones con las autoridades
locales de las diferentes ONG, grupos indı́genas y campesinos, y ciudadanos independientes. El MCD intentó mantener relaciones con este amplio
espectro de organizaciones con el fin de tener una presencia local más
sólida. Realizó talleres, estableció lazos entre los grupos nuevos y los
invitó a escribir sobre sus experiencias en un boletı́n bimensual para
darse a conocer a nivel nacional. Ante la falta de recursos económicos, el
Internet fue un medio de difusión ampliamente utilizado para conseguir
respaldo para sus demandas.
Después de una larga serie de actividades dirigidas a incidir en los
medios de comunicación masivos (principalmente en medios escritos y
radio) y a conseguir su respaldo, se logró cierto nivel de divulgación de
las distintas luchas de los grupos del MCD a nivel local, nacional e internacional. En muchas ocasiones en que un grupo o un miembro eran amenazados por sus actividades sociales (generalmente la población indı́gena), el
MCD intentaba protegerlos con boletines de prensa, conferencias o cartas
a las autoridades denunciando los hechos con el respaldo de personalidades y grupos de diferentes estados.
Otro medio de articulación del mensaje del MCD fueron los materiales de
educación cı́vica y los talleres dirigidos a distintos sectores del paı́s. Los talleres locales y nacionales sobre democracia y construcción de ciudadanı́a,
resolución de conflictos, resistencia civil pacı́fica, ética polı́tica, cabildeo, y
formación de liderazgos, tenı́an mucha demanda entre las organizaciones
sociales y ciudadanas, especialmente entre los grupos de mujeres y de
comunidades indı́genas. Gracias a las fuertes redes locales, campañas especı́ficas como “Juego Limpio” en 1994, “Pienso . . . luego voto” en 1997, y
“Pienso, voto y luego exijo” en 2000, tuvieron un gran alcance. El MCD
se aseguraba de que los materiales educativos y las campañas llegaran a
las zonas rurales y se divulgaran en lugares públicos, tiendas, palacios
municipales, o se leyeran en las radios locales.
Aprendizaje crı́tico y factores del éxito
El MCD fue reconocido por liderar la introducción de la ética en la polı́tica.
Esto se vio reflejado en su compromiso para mantener la confianza moral
entre sus miembros y otras organizaciones sociales a todos los niveles, lo
que se logró, en gran parte, mediante el respeto de la autonomı́a de cada
grupo participante. Éste es uno de los factores principales en el exitoso
impacto y expansión del movimiento. Asimismo, se fomentó la apertura
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y el aprendizaje en el MCD mediante las asambleas nacionales, donde se
informaba sobre las actividades del movimiento, se rendı́an informes financieros y se determinaban las lı́neas de acción. Habı́a paneles con expertos en
los temas polı́ticos relevantes, y se fomentaba compartir las experiencias
exitosas de los grupos. Paulatinamente, la composición social del consejo
directivo del MCD se amplió. Mientras que en un principio estaba
formado por intelectuales y polı́ticos, pasó a incluir cada vez más representantes de los diversos grupos sociales y comunidades.
Mantener un enfoque pluralista fue también fundamental para los
logros del MCD. Trabajaba con redes sociales y civiles de derechos
humanos, sindicatos y derechos laborales, y otros grupos dirigidos a la
lucha por el medio ambiente y la libertad de expresión en los medios
de comunicación. Este enfoque garantizó el apoyo mutuo en torno a
una amplia gama de demandas sociales. Los intereses de los grupos
comunitarios y sectoriales se unieron en una lucha conjunta por elecciones
justas y equitativas, con debates polı́ticos públicos con la participación de
múltiples partidos a nivel estatal y nacional en torno a los temas de la
agenda ciudadana.
El MCD fue consistente al mantener su demanda central por la transparencia electoral y desarrollar una estrategia para establecer lazos internacionales y mantener el apoyo práctico consistente a nivel local. Logró el apoyo
de agencias de cooperación europeas, canadienses y estadounidenses para
las campañas nacionales sobre educación cı́vica y observación electoral.
Asimismo, el MCD ofreció soporte técnico y moral a grupos locales
durante las elecciones municipales y/o de los estados federales, usando
al mismo tiempo los medios de comunicación nacionales para dar a
conocer los resultados de los observadores electorales.
Otro factor clave que permitió que se escucharan las voces de la comunidad, los lı́deres regionales y los grupos sociales fue la construcción de vı́nculos estratégicos con periodistas y comentaristas de radio. Por ejemplo, las
estaciones de radio comunitarias informaban sobre actos de desobediencia
civil de comunidades marginadas y explotadas y grupos indı́genas.
Logros y desafı́os: ¿dos pasos hacia delante, uno hacia
atrás?
El MCD, junto con otras organizaciones ciudadanas, contribuyó al proceso
para iniciar la transición democrática en México. El PRI perdió terreno
por primera vez en 2000. El Instituto Federal Electoral (IFE) fue creado
con la función de arbitraje electoral independiente y la responsabilidad
de organizar y vigilar las elecciones. Aunque en sus orı́genes fue una insti-
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tución con una amplia credibilidad ciudadana, su grado de independencia
ha sido cuestionado a la postre.
La polı́tica multipartidista aún sobrevive en México, un logro significativo después de 70 años de poder absoluto de un solo partido. Las luchas
ciudadanas por los derechos económicos, polı́ticos, sociales y ambientales
entraron a formar parte de la agenda nacional, y se logró implementar
nuevos métodos de participación, presión civil y movilizaciones pacı́ficas.
En particular, se respaldaron y escucharon las demandas y luchas de los
pueblos indı́genas, en parte debido al levantamiento del Ejercito Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) en 1994.
Se logró mucho, pero algunos de los cambios fueron parciales o difı́ciles
de sostener. El Instituto Federal Electoral y la creación de otras comisiones
de derechos humanos estatales y nacionales están sujetos a mecanismos
relativamente débiles de control independiente. El riesgo es que si no se
las fortalece y vigila de manera independiente, estas instituciones acabarán
legitimando la impunidad y/o las complicidades polı́ticas y causarán que
el estado mexicano vuelva a su crisis histórica de credibilidad.
Las reformas y polı́ticas públicas iniciadas por la sociedad civil han carecido de continuidad. Aunque la ley electoral mexicana fue modificada
según las demandas de los movimientos ciudadanos, ha sido debilitada
por la falta de vigilancia y rendición de cuentas sistemáticas. Las elecciones
mexicanas están actualmente dentro de las más costosas del mundo, y el
fraude electoral sigue siendo un problema.
Aunque en el año 2000 la victoria del PAN acabó con el control unipartidista, la débil rendición de cuentas a la sociedad civil ha imposibilitado
gran parte de la visión del MCD. Como muchos activistas entraron a
formar parte del gobierno, la sociedad civil se vio irónicamente debilitada.
Esto causó la falta de continuidad en las campañas, en lo que se refiere a
polı́ticas públicas para exigir derechos, al cumplimiento de los actores polı́ticos con los compromisos adquiridos durante las campañas, y a la lucha
continua contra la impunidad y la corrupción. La falta de un proyecto
nacional alternativo e incluyente hace que se corra el riesgo de un retroceso
democrático y una fuerte desilusión ciudadana.
La sociedad civil mexicana: presente y futuro
Existen buenos e importantes ejemplos locales de organizaciones autónomas, en especial en las regiones con poblaciones indı́genas significativas,
que luchan por defender su territorio y sus derechos colectivos en contra
de las decisiones gubernamentales arbitrarias. Estas organizaciones se
han enfrentado a la violencia estatal o a su indiferencia, y no cuentan con
un respaldo social nacional articulado. La situación se complica aún más
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cuando algunas iniciativas locales son consideradas por otros como muy
radicales. Otros actores de la oposición siguen liderando campañas sobre
temas especı́ficos, pero son atomizados por la falta de cohesión nacional,
en parte debido al liderazgo partidista de ciertos polı́ticos. El gobierno
actual de México ha comenzado a respaldar grupos civiles, empresariales
y religiosos más “conservadores”. En general, el desempeño polı́tico nacional ha sido malo, marcado por la corrupción continua y los abusos de poder
que conducen a un desinterés del electorado en los distintos sectores
sociales.
Sin duda existen logros concretos. Muchos ciudadanos que nunca antes
se habı́an movilizado, lo hicieron en torno a diferentes propuestas por
parte del MCD y otras iniciativas locales. El movimiento respondió a un
momento histórico donde muchos factores se combinaron para aumentar
la importancia de las organizaciones ciudadanas en la búsqueda del
poder ciudadano. El MCD hasta cierto punto adquirió ese poder, pero no
lo supo conservar. Se logró la transición polı́tica a través de la participación
de otros partidos en el poder, pero la democracia quedó inconclusa. Asimismo, los derechos ciudadanos y la justicia social se encuentran postergados, lo que constituye un riesgo para la estabilidad polı́tica y la viabilidad
del estado Mexicano.
¿Cómo debe responder, desde esta realidad polı́tica y social, una sociedad
civil que actualmente esta desarticulada y dividida? Será importante aprender de las lecciones de las luchas y los logros anteriores de la sociedad civil,
para garantizar que un movimiento social y ético pueda tomar de nuevo el
impulso necesario para procurar el liderazgo para el cambio.
El próximo movimiento ciudadano deberá recapturar el pluralismo y la
ética, concentrándose en rediseñar las instituciones que han perdido la credibilidad y renovar las formas pacı́ficas de lucha y resistencia civil para
alcanzar demandas concretas. Por encima de todo, será esencial revitalizar
la lucha continua para la transparencia electoral y la rendición de cuentas
para traducir las polı́ticas públicas en programas gubernamentales y presupuestos que cumplan con las necesidades de los más marginados.
Luz Rosales Esteva es una trabajadora social que lucha por la igualdad y la justicia social mediante su trabajo para el gobierno y su activismo en el sector de la sociedad civil. Fue Directora
General del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal en Ciudad de México entre 2002 y
2006, y Directora General de Equidad y Desarrollo Social de la Secretarı́a de Desarrollo
Social del Gobierno del Distrito Federal entre 2000 y 2001. Como ciudadana, ha tratado de
impulsar la democracia en México, y fue Secretaria Ejecutiva del Movimiento Ciudadano por
la Democracia entre 1992 y 2000. Actualmente coordina el programa “Discurso Efectivo” en
la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
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