Pensar en una endodoncia simple, sencilla, práctica Dr. Roberto

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Pensar en una endodoncia simple, sencilla, práctica
Dr. Roberto Miguel Udrisar
M.P. 4266
Hace aproximadamente sesenta años atrás, la endodoncia aparecía como una rama
del saber odontológico con promesa de hacer un gran aporte a los problemas de la
profesión. ¡Y vaya si lo logró!. Dejó atrás la etapa “extraccionista” para darle paso a la
era conservadora del elemento dentario.
En efecto, una caries penetrante puede solucionarse evitando la extracción dentaria.
Una reconstrucción protésica con anclaje intrarradicular puede ser realizada con
mayor grado de seguridad. Las grandes rehabilitaciones pueden ser resueltas con
mayor grado de confiabilidad.
Si bien es cierto los conocimientos endodónticos son anteriores a la fecha citada, los
nuevos descubrimientos de materiales e instrumentos le dieron un gran impulso.
Poco a poco se fue poniendo “de moda”, y en su momento, tuvo la misma notoriedad
que tiene el implante actualmente.
El desarrollo alcanzado en las últimas décadas es notable, se la reconoce como
especialidad, pero sin duda puede estar al alcance del práctico general. Lo cierto es
que muchísimos odontólogos la realizan rutinariamente en su ejercicio profesional.
Hoy nos encontramos con innumerables técnicas de
preparación biomecánica y obturación de conductos. La
vorágine de la información quizás nos empuja a aplicar métodos de trabajo sin
detenernos a pensar si el que empleamos es el que nos resulta más útil o el
que mejores posibilidades de aplicación nos brinda. No nos da tiempo a
interrogarnos ¿cuál es la mejor opción?.
Para intentar responder a esta pregunta podríamos comenzar por la definición de la
rama de la odontología que nos ocupa y analizar sus términos.
La Endodoncia es el arte y la ciencia que estudia el diagnóstico, la prevención y
el tratamiento de la pulpa dental, de la dentina, de la cámara pulpar, del sistema
de conductos radiculares y de la región apical y periapical.
El arte se expresa a través de la infinita gama de recursos que posee el ser humano
y que aparecen mágicamente al analizar los síntomas y signos con intención
diagnóstica, como así también, en la habilidad manual, en la sensibilidad táctil, en la
destreza para desarrollar la técnica operatoria.
La ciencia tiene un dinamismo avasallante. Desde la etapa empírica hasta la
actualidad son muy grandes los cambios producidos y en verdad es imposible
imaginar los que vendrán en el futuro.
Arte y ciencia se juntan para lograr el mejor resultado: satisfacer la necesidad
endodóntica del paciente. Ese es el objetivo.
Si analizamos el componente arte podemos expresar que tiene una parte innata, que
está en los genes y por lo tanto inmodificable. Pero también, esa aptitud genética
puede progresar hacia una mayor virtud. El diamante bruto logra su más amplio
atractivo cuando se lo pule. Del mismo modo nuestro cerebro y nuestras manos (la
terapéutica endodóntica es esencialmente quirúrgica) pueden avanzar y adquirir una
mayor habilidad y destreza a partir de la matriz genética.
Para “pulir” dicha aptitud innata se necesita la capacitación de grado y de postgrado,
adquirir conocimientos que tengan una sólida base teórica es la primera
condición. Luego el adiestramiento técnico. La experiencia que otorga el tiempo
hará el resto.
Si exploramos el componente ciencia, que significa el conocimiento de las cosas,
veremos que deriva de: ”todo proceso investigativo que se desarrolla, o
descubrimiento que se logra, mediante métodos racionales, subjetivos y/u objetivos,
puestos incondicionalmente al servicio del progreso y bienestar de la humanidad” de
acuerdo a lo expresado en el documento “Bases para una política de salud
odontológica” del Colegio de Odontólogos de Entre Ríos, año 2004.
Destaco la última parte del concepto: puestos incondicionalmente al servicio del
progreso y bienestar de la humanidad. Cuando trabajamos con el ser humano
estamos hablando de células, tejidos, patologías, emociones, temores, es decir,
biología y psiquis.
Con esta lógica. ¿Cuál es el camino a seguir cuando actuamos en
el campo biológico?. ¿Indagar en esta ciencia o apoyarnos con mayor apego a las
variantes tecnológicas que, sin dudas nos ayudan, pero que no reemplazan nuestra
labor?.
¿A usted no le ocurre que después de tomar un curso de actualización, se informa de
los grandes adelantos científicos-tecnológicos, comienza a ensayar nuevas técnicas,
con nuevos materiales o nuevos instrumentos y al cabo de cierto tiempo, no
demasiado prolongado, aparece otra técnica, con otros insumos y así
indefinidamente obteniendo el mismo resultado?.
Entonces ¿cuál es la visión que debemos tener?.
Según mi criterio, para que el arte y la ciencia se junten con el objeto de satisfacer la
necesidad endodóntica de la inmensa mayoría de los pacientes, y pueda ser
realizada por la mayor cantidad de odontólogos, hay que pensar en una
endodoncia cuyo enfoque esté más cerca de lo biológico que de lo tecnológico.
Para ello, a mi modesto entender, debemos aplicar una endodoncia que reúna estas
características:
Que sea técnicamente sencilla.
Que priorice los aspectos biológicos sobre los tecnológicos.
Que se pueda realizar en el menor tiempo posible.
Que se pueda realizar con el menor costo posible.
Que no ponga en riesgo el resultado terapéutico.
La importancia de una técnica sencilla
Cuanto más sencillas sean las técnicas para tratar el conducto radicular, más
estimulante serán, claro, no deben perder rigor científico.
No obstante, todas, absolutamente todas las técnicas necesitan de un período más o
menos prolongado de adiestramiento. Ninguna es milagrosa. Para eso necesitamos
estudiarlas, comprenderlas, que sean útiles en nuestras manos y poner todo el
empeño posible hasta adquirir la experiencia que exigen.
Kuttler decía: “La tendencia es revisar y comparar las técnicas, con la finalidad de
elegir las mejores y más simples, suprimiendo de la práctica endodóntica lo superfluo
y lo innecesario, para que su realización sea más rápida, menos complicada y más
accesible al profesional y al propio paciente”. (Endodoncia. Leonardo, Leal, Simoes
Filho. 1983. Pág. 41).
El Dr. Fernando Goldberg, expresaba en el Boletín Informativo N° 9 de la Sociedad
Argentina de Endodoncia en Agosto de 1999, “quienes estamos en la docencia de
pregrado y postgrado, caemos involuntariamente en el defecto de sobredimensionar
los aspectos tecnológicos de nuestra especialidad. Discutimos técnicas sofisticadas,
aspectos metalográficos, aparatologías extravagantes, en tanto los errores que
debemos corregir en nuestros alumnos o colegas, no pasan por allí, son mucho más
simples”.
Priorizar los aspectos biológicos sobre los tecnológicos
En todos estos años, envueltos en el torbellino provocado por los descubrimientos de
materiales, instrumentos, aparatos y nuevas técnicas, relegamos la biología a un
segundo plano.
O acaso cuando concurrimos a los cursos la pregunta más frecuente no es: ¿cuál es
el mejor material de obturación?, o ¿cuál es la mejor lima?. Cuantas veces escuchó:
¿la gutapercha es biocompatible?, o ¿el yodoformo es resistido por el sistema
inmunológico?.
Mario R. Leonardo, Jaime M. Leal, Ariano P. Simoes Filho autores del texto
“Endodoncia, tratamiento de los conductos radiculares”, editado en 1983, en la
página 41 mencionan: “el tratamiento endodóntico no es solamente un problema de
naturaleza técnico, sino que principalmente es biológico”.
Un acabado conocimiento de la biología nos prepara para un mejor diagnóstico, para
una mejor interpretación de los pasos operatorios y para una mejor lectura del
resultado terapéutico. En consecuencia nos da más seguridad.
Utilizar el menor tiempo posible
Si hay algo que verdaderamente le molesta a la gente es ¡someterse al tratamiento
odontológico!. Por lo tanto cuanto más rápido sea, ¡mejor!.
El tratamiento de conducto insume inevitablemente un tiempo prolongado. Debemos
acortarlo lo máximo posible sin arriesgar el resultado, para dejar más satisfecho al
paciente, para disminuir nuestro cansancio y además ¡porque el tiempo tiene un valor
económico!. Sobre este tema me voy a extender a continuación.
Realizar la endodoncia con el menor costo posible
Si hay algo que asombra, es la falta de interés y de conocimiento que casi todos los
odontólogos tienen sobre los costos de las prestaciones.
La endodoncia es una especialidad que está cubierta por el régimen de cobertura en
la Argentina. Tanto las obras sociales como las prepagas la tienen incluida entre los
servicios que prestan. Por lo tanto, los profesionales no fijan los aranceles, son
impuestos por las entidades prestatarias de servicios odontológicos (los odontólogos
que trabajan exclusivamente en la práctica privada revisten el carácter de excepción).
Por lo que he podido observar, el prestador del sistema proyecta su atención hacia el
arancel que la entidad paga, pudiendo estar de acuerdo o no, pero no se detiene a
estudiar el costo que le insume, por lo tanto no conoce lo que en realidad gana.
El arancel de cada prestación está compuesto por el costo directo, más el indirecto,
más el honorario. Si no conoce los costos no conoce el honorario, es decir, lo que
realmente le queda de ganancia.
Serios estudios sobre el tema, determinaron que la ganancia neta de las prácticas
endodónticas cubiertas por la seguridad social en la Argentina es muy poca, a pesar
de que son las de mayor monto. Allí está el engaño, son la de mayor monto, pero
también ¡las de mayor costo!. El que lo desconoce, cree que su ingreso es
satisfactorio.
La disminución de costos es un tema que analiza cualquier empresa en su actividad.
¿Porqué no un odontólogo en el ejercicio de su profesión?. En tal caso, ¿cómo
hacerlo?.
En endodoncia, podemos influir mayormente en los costos directos, es decir, en los
materiales e instrumentos que utilizamos y en el tiempo que empleamos en
realizarla.
La disminución de los costos directos es uno de los criterios que debemos
aplicar en la técnica que desarrollemos en nuestros tratamientos, e interesan a
cualquier odontólogo, trabaje para sistemas de salud o ejerza su actividad en
forma privada.
No debemos arriesgar el resultado terapéutico
Todo lo expresado hasta aquí no sirve para nada si no respetamos el rigor científico.
Ninguna técnica puede ser útil si disminuye la calidad del trabajo en aras de
simplificarla y disminuir sus costos. Si actuaríamos de esa manera estaríamos
incurriendo en actos de mala praxis, y eso es grave.
Lo importante es que nuestros procedimientos estén corroborados por sólidos
trabajos de investigación y mejor aún, si han respondido exitosamente el paso del
tiempo. Los casos que se presentan a continuación responden a este criterio. Las
figuras de la izquierda son las postoperatorias y las de la derecha, son controles
radiográficos tomados a distancia del tratamiento.
Radiografía postoperatoria.
Radiografía de control a 1 año del
tratamiento.
Radiografía postoperatoria.
Radiografía de control a 5 años del
tratamiento.
Radiografía postoperatoria.
Radiografía de control a 8 años del
tratamiento.
Estos conceptos son los que se desarrollan en el curso a distancia por
Internet que se dicta a través de la página web del Círculo Odontológico de
Paraná.
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