VIDA DE HERMANN HESSE: REALIDAD O FANTASIA

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HERMANN HESSE: ESCRITOR DIONISIACO
1992
“VIDA DE HERMANN HESSE: REALIDAD O FANTASIA
“ Pero frecuentemente se me
presentaba oscura y cerrada
como la puerta des desván,
detrás de la cual, al amanacer,
podía oirse como Los espíritus
reían
y
suspiraban
disimuladamente.
Magia y
Realidad crecían de la mano,
una al lado de la otra”.
(“Ensueños” [“La infancia de
un mago”] 1922.p.1070).
Las mejores fuentes donde se pueden buscar Los datos m’as
confiables sobre la vida de este autor son sus propias obras; muy
directamente, los dos pequeños ensayos que pertenecen a la
compilaci’on de cuentos y relatos editados en 1945 bajo el título
“ENSUEÑOS” . Estos son: una biografía incompleta llena de
encanto misterioso y profundo editada en 1922 llamada “LA
INFANCIA DE UN MAGO” y una de sus más hermosas y
fantásticas producciones: “BREVE HISTORIA DE MI VIDA” escrita
en el año de 1924. Mas no podemos centrar allí toda su
producción autobiográfica; Los diferentes momentos de su vida
están reflejados en tramas diversas a través de la mayoría de sus
obras. En escritos como: “HERMANN LAUSCHER” (1900);
“PETER CAMENZIND” (1904); “DEMIAN” (1919) y “EL LOBO
DE LA ESTEPA” (1927); esta característica se hace casi evidente.
En este capítulo, ciñéndonos a las recomendaciones del propio
autor, destacaremos Los tres momentos que él considera como los
más importantes de su vida:
LA Aspiración de convertirse en Poeta, decisión tomada
cuando contaba apenas con trece años; El Acatamiento al
Mandato del Interior, lo que modificó sus propias vivencias y,
aún más, el contenido y estilo de sus obras literarias y lo que se
podría considerar: El Otoño de un Mago, donde el período
“Brujo”
de Hermann Hesse se confunde armónica e
inseparablemente con la realidad.
1.1 “LA ASPIRACION DE SER POETA” (1877 – 1914)
“En Los sueños de Los vates
alientan una belleza y una
gracia que es inútil buscar en
las cosas de la realidad”.
(“Cuentos” ,1919: Página 454).
El 2 de Julio de 1877 nace en Kalw, Wurtenberg, pequeño pueblo
de la Selva Negra Alemana, Hermann Hesse hijo del pastor
protestante Estonio Juan Hesse y de María Gunder, hija de un
misionero Suizo, nacida en la India.
En obras como: “Hermann Lauscher” (1900), “Relatos de
Aquende” (1907); “Demian” (1917); “Klingsor” (1920), y aún
en dos de sus obras póstumas como “Recuerdos” (1937) y
“Prosas Tardías” (1949), existen sentidas remembranzas hacia su
propia niñez: primeras huellas sobre el sendero de la vida
humana que se reviven, contadas veces, en nuestro postrero
caminar, acompañadas siempre, de un cierto desasosiego
producido por el fallido reencuentro con nuestras deseadas
nostalgias.
Además de los escritos anteriormente citados, se encuentra en su
libro: “Ensueños” (1945) un relato incompleto en el que Hesse
intentó comprender, gracias al esplandor vidente de su poesía,
estos sus primeros días. Su título: “La Infancia de un Mago”
(1922)
en el que se desdibuja entre Los provocativos y
fantasiosos juegos y divertimientos de un niño, todo ese algo
incomprensible que se hacía llamar la “Realidad”. Así, no parece
prestarle a su real estadía mayor atención. Entre las partidas de
cartas ideadas por su padre se acuerda muy poco de su primer
período de aprendizaje en el gimnasio de us pueblo; en que sólo
se distinguió como un buen latinista sin llegar nunca a ubicarse
entre Los mejores de la clase; de este modo, el niño Hesse gozaba
al recrearse con sus propias necedades, aventuras y quimeras sin
presagiar, en ningún momento , que sus futuros años le harían
olvidar sus prístinas obsesiones entre Los azares de la fama, la
guerra europea y entre Los airados embates que enfrentó en su
difícil vida familiar. Cuando ya en sus años de madurez y
ancianidad se refiera a su feliz infancia hablará de su patria
perdida, de un retroceso a la “madre” de una ilusión insatisfecha.
“Todos Los niños, en tanto que están
en el secreto, se consagran de
continuo y con toda el alma a sí
mismos, a las arcanas conexiones de
su propia persona con el mundo
circundante.
Afanes de búsqueda y maneras de
ser tornan a veces a ocuparnos en
otros menesteres al llegar a la
madurez; pero la mayor parte de Los
hombres olvidan y abandonan desde
muy pronto y para siempre, ese
mundo
interior
de
lo
verdaderamente trascendental y
vagan a lo largo de su vida, por
confusos
laberintos
de
preocupaciones, deseos y objetivos,
de Los que ninguno vive en su
intimidad y su morada”.
(“Iris”.
1919: Páginas 522 y 523).
Cuando transcurría el año de 1890 y el futuro escritor contaba con
tan sólo trece años, se reveló un mundo que pronto le haría
relegar sus entretenimientos de pequeño y que le haría, al tiempo,
encumbrar mucho más alto Los desafueros de su fantasía: “Poco
a poco se fue infiltrando en mi ánimo la convicción de que yo era
tan sólo un espectador y que el mundo que tenía a mis pies
estaba aguardando a que yo le descubriera una parte sus tesoros,
a que levantara el velo de lo fortuito y de lo común y que salvara
y eternizara lo descubierto con el vigor de mi poesía”. (“Peter
Camenzind”;1904: pág.59).
Este insospechado descubrimiento le haría tomar según palabras
del propio autor su primera gran decisión: no sería el brillante
latinista que cuidadosamente instruían en el gimnasio, tampoco un
teólogo o un pastor protestante hacia el que le orientaba el ansia
de su padre; quería ahora perpetura y cromatizar esta efímera y
pálida realidad con el candor inocente de sus prosas y sus rimas;
sería un poeta, un vate, un mago: “A Los trece años estaba
dispuesto a ser poeta o nada.
Pero a esa seguirdad iba
añadiéndose una molesta certidumbre...Era un honor “Ser Poeta”.
“Querer”, llegarlo a ser era una ridiculez y una afrenta para Los
demás, en seguida pude percatarme. No tardé en saberlo ver. Se
nace poeta, no es poeta el que quiere llegar a serlo”. (Ensueños”;
1945: Pág. 1084).
En un primer momento la condición de po9eta o mago se le habría
de aparecer al joven Hesse como privilegio de unos pocos,
guirnalda de Los elegidos; pero mucho después, cuando Los
desafios de la realidad intentaron barruntar sus edenes y paraísos,
tarde comprendió que la verdadera naturaleza del poeta o del
artista no es la de obsequiar sus glorias a Los hombres con la
arrogancia de un bienaventurado; el artista y el poeta es, a pesar
de su magnificencia, también un desventurado a quienes Los
dioses le condecieron un don que, muchas veces, se asfixia entre
la incomprensión e irreverencia de un mundo que lo toma como
un desatino, o en el peor de Los casos, como un estigma que
señalará una postrer decadencia: “O era la suerte delos poetas el
que no pudiera lucirles ningún sol cuyas sombras no tuvieran que
condensar en su propia alma?” (“Fabulario”; 1934: pág. 1192).
Una de las primeras afrentas de la realidad contra su más querido
anhelo fue la decisión de su padre en el año de 1891 de
internarlo, pasado ya el “Landexamen” , especie de examen
estatal que se realizaba en aquella época en Alemania, en el
seminario de Maulbronn en Tibingen para satisfacer el más
vehemente deseo de toda familia alemana de clase media alta en
aquel entonces: El de tener un teólogo en casa. Literariamente
está expresado este difícil trance en la vida del autor en su novela
de 1907 “Bajo la Rueda”, libro en el que se enseña con el
absurdo, rígido y dogmático método de enseñanza de la escuela
alemana; podría decirse que esta fracasada estancia en un
instituto de aprendizaje de carácter conventual influiría en Hesse
para no aceptar, de ahora en adelante, como postulado único una
sola doctrina practicada unilateralmente en un mal llamado
“Centro de Enseñanza” . Las tribulaciones del adolescente Hans
Gieberath, protagonista de esta novela, no son una simple queja
de un novel alumno equivocado de profesión; Hesse les dá una
vivacidad tan sorprendente que incluso las hace rozar con el más
crudo patetismo.:
“ Por qu’e le obligaron a estudiar d’ia
y noche durante la época más
sensible
y
peligrosa
de
un
muchacho?. Por qu’e le arrebataron
sus conejos, le alejaron de Los
demás compañeris de ka escyeka, le
prohibieron la pesca y el descanso,
inculcándole en cambio, el ordinario
ideal de una ambición mezquina y
extenuante? Y Por qué no le habían
dejado
disfrutar
después
del
examen,
de
sus
bienamadas
vacaciones?. Pero ya era tarde para
preguntas y lamentaciones, la rosa
marchita estaba tirada en el camino
y no servía para nada”. (“Bajo la
Rueda”; 1907, páginas 233-234).
Como era de esperarse el producto de esta educación matizada
con tintes y horarios Espartanos no podría rendir fructíferos
resultados; agobiado por esa hermética desciplina huye del
seminario al año siguiente, convirtiéndose este hecho en el primer
brote de rebeldía contra las convenciones sociales que no habría
de ser el único acto “Reprochable” en el devenir de este
denodado individualista. En una confesión que data de 1953,
encontrada en su libro de ensayos “Consideraciones” (1959) nos
aclara su experiencia en tal seminario:
“En la figura y la historia del
pequeño Hans Gieberath, al que
pertenecen
también
su
amigo
Heilner,
como
compañero
y
contrafigura al mismo tiempo,
intent’e exponer la crisis de aquellos
años de desarrollo y liberarme de
recuerdos de ellos, y para substituir
y compensar debidamente todo
cuanto me faltaba en madurez y en
reflexión, jugué un poco el papel de
acusador frente a aquellos poderes
ante los cuales sucumbe Giebarath y
ante Los que yo también estuve a
punto de sucumbir: La escuela, la
teología, la tradición y la autoridad”
(“Consideraciones”
de su ensayo:
“Encuentros con el pasado” de 1953.
Pág.997).
Hesse, al igual que el personaje principal de esta obra, regresará a
casa sin laureles algunos. Ahora ha de ser tratado, por Los suyos,
no como a ese futuro teólogo, el que tanto se complacía en
pensar su provincial comarca, sino que se le habría de considerar
como uno más de aquellos descarriados que han emprendido una
competencia cuya meta fueron incapaces de alcanzar. Pese a
todo, se creía aún con el derecho de ostentar, aunque fuese, un
humilde empleo meritorio, pero, al final, se consolaría al ocupar
otros quehaceres muy contrarios a su sensible naturaleza;
trabajar, durante tres meses, como dependiente de una pequeña
tienda; ayudar a su padre durante un año y medio en un taller de
mecánica y ser finalmente un modesto operario en una fábrica de
relojes.
Empero, en aquellos cuatro años de diversas
ocupaciones, su obstinada decisión tomada antes de ingresar a
Los claustros del seminario de Maulbronn continuaba aún vigente.
Descubre entre la extensa biblioteca familiar las más bellas líneas
de Los grandes románticos Alemanes; de igual manera, lee con
entusiasmo las obras más destacadas de la literatura mundial,
diversas historias de arte, gramáticas de diferentes idiomas y la
filosofía antigua Grecolatina y el pensamiento de la modernidad
Alemana. Pero es la lectura del escritor Suizo del siglo pasado
Gottfried Keller uno de Los mayores impulsos que lo motivarán
luego a la creación literaria.
Cuando en el año de 1899 contaba con diecinueve años, y
residenciado en Basilea se desempeñaba como librero, después de
crear sus primeras poesías, escribe: “Una hora después de la
medianoche” , proyecto poético en el que se presagian, muy
entreveradamente, algunos de los temas capitales de su futura
prolífica pluma. Un año más tarde editará su primer esfuerzo
autobiográfico: “Hermann Lauscher” (1900) año en el que
realiza su primer viaje a Italia, y dos años después, un pequeño
relato en el que narra la consecución de uno de los libros más
valiosos de su biblioteca personal: “El Novalis” (1902); estos
escritos son ignorados por la crítica especializada y no retribuyen
al autor desconocido mayores ingresos; sólo en 1904 con su
primera novela “Peter Camenzind” , el nombre de Hermann
Hesse empieza a nombrarse en las tertulias culturales hasta
condenarlo definitvamente en el difícil y preciosista mundo
literario:
“Fui saludado con entusiasmo por un
lector a quien me presentaron como al
autor del “Peter Camenzind” , Qu’e
podía yo decirle...? que no era el libro
en sí lo que aborrecía, sino
simplemente el efecto que causó en
mi vida, que su completo e inesperado
éxito me metió para siempre en la
literatura, de la que ya no podía salir.
A
pesar
de
tanto
esfuerzo
desesperado
cómo
hacia
para
lograrlo?.”
(“Viaje a Nuremberg”;
1925. Pág.428).
En este mismo año, merced al éxito alcanzado con esta novela,
gana el premio Austriaco: “Bauerfeld” en literatura, a la vez
emprende su segundo viaje a Italia, travesía en la que aprovecha
para escribir una pequeña reseña biográfica sobre el Santo de
Asís, San Francisco. De igual modo, es el año en que contrae
matrimonio con María Bernoulli, diez años mayor que él, y en el
que se instala junto con ella en Gahienhofen (Suiza) a orillas del
lago Constanza.
En 1905 participa en la fundación del periódico: “Marz” de
orientación liberal, que escribía en contra del régimen de
Guillermo II, y nace su primer hijo. A la edad de treinta años, en
1907 alcanza con la novela antes reseñada, “Bajo la Rueda” su
segundo gran triunfo literario; también edita:
“Relatos de
Aquende” (1907), colección de cuatro breves relatos. El lapso de
tiempo comprendido entre 1908 y 1912 está plagado de diferentes
descripciones sobre diversos viajes a través de lo que él llamara,
en su primera instancia: “La llamada hacia el sur” por Suiza,
Alemania e Italia; y en segunda instancia, “La peregrinación hacia
oriente”: India, Penang, Singapur y Sumatra; además de estar
impregnados, estos cuatro años, con el sello inconfundible de sus
nuevas creaciones literarias: “Gertrud” (1910) y “De la India”
(1911). En 1912 se trasladará junto con su familia a una antigua
estancia de un fallecido pintor, amigo de antaño, Albero Welti, en
Berna, hogar que verá nacer algunas de las más afamadas
producciones de su primera época creadora: “Hermosa es la
Juventud” (1912) y “Knulp” (1913). En este mismo año se
convierte al mismo tiempo, en víctima y espectador de grandes
tensiones; no sólo por la futura gran guerra Europea que ya
pornto se avecinaba, sino también, porque tiene que afrontar en
carne propia su difícil conflicto familiar con su primera esposa
además de la enfermedad que postro durante un año en cama a
su pequeño hijo Bruno. Su novela de 1913: “Rosshalde” , con la
que Hesse alcanza reconocimiento a nivel orbital, narra entre las
pinceladas del acuarelista Joseph Veraguth este período en la vida
del autor en el que ahora se evidencia, más claramente, aquella
incomprendida y hasta ruín condición del artista:
“...Y como entonces, sintiose aterrado
por la cima de íntima soledad y
masoquismo espiritual que ocultaba la
vida de su amigo, súbitamente abierta
en él. Este era, sin duda el secreto a
que
tan
frecuentemente
aludía
Veraguth de todos los grandes
artistas. De aquí procedía pués, ese
afán inquieto e insaciable de crear, de
aprehender y someter al mundo
mediante sus sentidos y su técnica
reflejándolo en sus obras en cada una
de sus cambiantes manifestaciones. Y
de aquí procedía también al fín, esa
extraña melancolía con que muchas
obras maestras seducían al pacífico
espectador”.
(“Rosshalde”;
1013.Pág.366).
La primavera que había florecido hasta el año de 1913 estaría
silenciosamente clamando otra nueva y oscura estación. El calor
trivial de una fama en cuyas fragancias se había dejado
adormecer, teñirá de negro sus cristales conduciéndole a un
mundo insospechado que se debatía entre el fragor de la batalla
en los campos mismos donde un día se había deleitado al describir
ensoñadores parajes románticos. Sin embargo, esa condición de
“Brujo” o de “Poeta” lo llevará entre el juguetero rítmico de
esos sus más sublimes fantaseos a no olvidar su rendida devoción
a todas las doncellas que se ocultan detrás de esta insufrible pero
al final siempre ponderada vida:
“Nosotros nos contentamos con poco
pero siempre con lo sublime entre
dolores y desesperación y ahogadores
ascos de vivir, siempre esperando oir
un sí en un bendito momento a la
pregunta inquiriendo el sentido de
esta vida tan difícil de soportar,
salpicando al momento siguiente por
la turbia ola, esto nos basta, de ello
vivimos algún tiempo, y no sólo
vivimos, no sólo soportamos la vida,
sino que la amamos y ensalzamos”.
(“Viaje a Nuremberg”; 1925. Pág.438).
1.2 “HACIA LA LLAMADA DEL INTERIOR” (1914 – 1930)
“Me preguntaís jóvenes, por la
escuela del sufrir, por el
forjador del destino.
No lo
conoceis? No, vosotros que
siempre estáis hablando del
pueblo
y
siempre
estáis
ocupados con las masas y solo
queréis sufrir con ellas y por
ellas, no lo conocéis.?
Es la Soledad.
La soledad es el camino por el
que el destino ha de conducir al
hombre hacia sí mismo”
(“El
Regreso
de
Zaratustra”;1919. Págs.305 –
306).
Llevaba dos años de residencia en la tranquila casa del pintor
Alberto Welti, en Berna, cuando tocó a su puerta la segunda grave
afrenta contra su pueril e inofensivo sueño. Es el año de 1914.
La insensatez de la guerra borra su fantasma con tintes de bizarra
realidad.
Hesse, activamente colabora junto a los demás
refugiados Alemanes en la “Deutschen Gefangen Fursurge Bern”1,
rótulo de una organización de ayuda a los prisioneros Alemanes
de la guerra, y se hace redactor y coeditor de la “Deutschen
Internieten Zeitung”2 en el mismo momento en el que su vida
familiar con dos nuevos miembros se iba derrumbando:
“Después de la guerra llegó la
enfermedad de mi hijito menor, que
estuvo un año en cama; llegaron los
primeros síntomas de la enfermedad
mental de mi mujer y mientras yo
estaba cada vez más desesperado por
el mucho trabajo oficial de la guerra,
lentamente se iba desmoronando lo
que hasta entonces había constituído
mi felicidad
(“Recuerdos”; 1937.
Pág.1188).
La cruel experiencia bajo los nefastos aires respirados en este
lustro le haría cambiar de actitud frente a ese estado cómodo del
que antes se había ufanado. Sin darse cuenta, estaba en camino
de convertirse en lo que en el prólogo del “Juego de Abalorios”
(1943), llamaría: Un autor de folletines, uno de aquellos que
hacen de su arte una profesión sin ningún compromiso o lazo que
lo ligue con su situación actual, y que solo escribe movido por la
fama que le acreditaban unas vanas academias, o por los
honorarios recibidos de su prestigiosa casa editora. Una situación
vital como la guerra europea es suficiente para alejarlo del refugio
ficticio en el que se había albergado:
1
2
Asistencia Alemana a prisioneros de guerra en Berna.
Periódico interior de Alemania.
“Un cambio absoluto sobrevino
repentinamente, en lo interno y lo
externo, en aquel verano de 1914. Se
vio claramente la inseguridad del
fondo en que había descansado
nuestro bienestar. Vino la miseria y la
conciencia.
El llamado tiempo de
gloria había comenzado y la verdad es
que no lo consideré ni más digno, ni
más amado, ni mejor que cualquier
otro. Me diferenciaba de los demás
de que carecía del gran consuelo de
tantos otros: El entusiasmo. Ello me
puso en conflicto conmigo mismo y
con los demás, de nuevo tuve que
luchar, perder mi alegría y así me
situé ante la vida”. (“Ensueños; 1945.
Pág.1086).
Esta, su segunda gran decisión, la podríamos denominar: “El
viraje hacia el interior” , posición individualista que se refleja, aún
por demás, en sus ensayos apolíticos. En un periódico de Zurich
en 1914, publica: “Amigos cambiad de tono” artículo calificado
como “Desleal y traidor a la Patria” que, al no manifestar algún
beneplácito por la guerra, lleva a su autor a ser condenado como
persona “No grata” en Alemania por la prensa local de aquel
entonces, en 1915, en el mismo año de la publicación de una de
sus obras: “Música del Solitario”. Hesse es conciente de la
descabellada aventura de su patria, manteniéndose con su férrea
actitud independiente, como un escritor que utiliza la honestidad y
fortaleza de su pluma al sevicio de la juventud alemana,
exhortándoles a que no traicionen sus propios e irrepetibles
ambiciones: “Hermann Hesse es uno de Los pocos que se
mantuvieron alejados en 1914 del temporal de entusiasmo
nacional, pues vió ya pronto con mirada clara el peligro que
amenazaba al espíritu en las sicosis colectivas” (“Caracteres y
Tendencias de la Literatura Alemana en el Siglo XX” “Karl August
Horst”; 1964. Pág.12).
En el año de 1916 Hesse, a causa de haberse confinado en un
novicio culto a la soledad, sufre una crisis neurasténica de la que
lograría curarse un año después, gracias a la ayuda del doctor
Lang, discípulo de Yung, quien lo familiariza con la teoría y
práctica del sicoanálisis; más el haber escuchado las voces que lo
condujeron hacia su propio interior no puede catalogarse como un
proceso netamente negativo, al contrario, como él mismo lo
sostiene en algunas cartas donde rememora estos difíciles días y
como de igual manera, lo aseveran sus críticos, los años bélicos
fueron el temible pero salvador eslabón, que lo llevaron en sus
obras posteriores a buscar la ruta hacia un verdadero “espíritu”.
“La primera y segunda guerra mundial
que provocó en Hesse una protesta
contra el nacionalismo y el espíritu
belicoso, determinó en él una
profunda convulsión moral y espiritual
que dio al artista replegado en sí
mismo
notable
madurez”
(“Diccionario de Autores”. González
Porto Bompiani. 1973. Pág. 283).
Finalizada la guerra, en 1919, se trasladará junto con Ruth
Wenger, su segunda esposa, a Lugano (Montagnola) para llevar
una vida de incomprendido artista ermitaño. Desde allí transferirá
a la editorial “Fischer” de Berlín sus nuevas creaciones repartidas
entre ensayos, cuentos y novelas: “Demian” (1919), “Cuentos”
(1919), “El Regreso de Zaratustra” (1919), “Mirada al Caos”
(1920), “Klingsor” (1920), “Peregrinaje” (1920) y “Siddharta”
en 1921; en este mismo año, desengañado por el trato recibido
por su fanática nación, contrae nacionalidad Suiza.
Los
protagonistas de las novelas de este período no serán esos
pesimistas antihéroes Neorománticos de sus primeras
producciones, sino, como su propio autor, infatigables buscadores
a quienes les ronda los pasos, como única compañía una tenue
muda que los nutre y protege.
Mantenerse solitario frente a otros esquemas ideológicos le había
ayudado a Hesse a tomar conciencia de la verdadera naturaleza
del espíritu, pero la madurez espiritual no estribaba en buscarlo en
esa única cima que, por amor a la perfección, renunciaba a la
vida. Un refugio bajo el esplendor de sus líneas, entre hermosas
palabras, tras de importantes papeles, sólo podía provocar un
impotente desconsuelo:
“Tu sueño no es solamente falso, es más bien ruín
y peligroso. Te ha devorado, te ha absorbido la
sangre, te ha robado la vida. Haz dedicado al
amigo, a la mujer, al hijo, a ti mismo tanto amor,
tantas preocupaciones, tnato calor, tantos días y
noches y horas de creación como a él.? Te
asombras?. Ves ahora a quien has alimentado, a
quien tienes alojado en el corazón?. Y a quien
debes tus cansancios y sufrimientos, tus achaques
y debilidad?. A él , todo se lo debes a él, a ese
sueño, a ese vampiro a esa serpiente”. (“El
Refugio”; 1917. Pág.175).
A Los cuarenta y tres años, Hesse descifró Los indicios que le
había arrojado su existencia. Su arte no estaba alejado de la vida
y, aunque a veces lo ahogara y lo hiciera sentirse desgraciado,
otras lo enaltecía con las flores más fútiles de Los jardines más
desconocidos.
En la literatura encontraba ese medio para
congraciarse con el mundo, pero no para relatar sus crudezas
como lo haría un escritor realista, sino para embellecerlo y
transformarlo embelesado en la magia de un sabio juglar.
En la tercera década de este siglo, lo tentarían disímiles oficios.
Uno de ellos será el que junto con su condición de poeta le
apoortará mayores satisfacciones. En su hogar campestre ensaya
la pintura, siendo luego consagrado en Tesino (Italia) como
colorista consumado. De igual manera, se hace jardinero, cuyo
ejercicio le servirá de inspiración para que años más tarde, en
1936, escriba un pequeño poema titulado: “Horas en el Jardín”.
Por último, cae e uno de los más antiguos e ingratos oficios; se
hace beodo y experto catador de viejos vinos italianos.
Cinco obras principales conforman su producción literaria durante
los años veinte: “El Aguista” (Apuntes durante una cura en
Baden)
y
“Viaje a Nuremberg”
, serie de reflexiones
espontáneas e intolerantes suscitadas en dos diferentes
situaciones. “El Libro de Estampas” , un libro album descriptivo
de diversos paisajes por el sureste Italiano, Suiza y Oriente; una
de sus más grandes y populares obras: “El Lobo de la Estepa” o
el recuento que sobre el valor de su vida hace un escritor a Los
cincuenta años, y su libro de 1930 “Narciso y Goldmundo” en
donde se expone de manera lírica y novelesca el antiguo duelo
Nietzcheno entre lo Apolineo y lo Dionisiaco.
1.3 “EL OTOÑO DE UN MAGO” (1930 – 1962)
“Amar algo, significa para el
poeta,
tomarlo
con
su
fantasía, calentarlo y cuidarlo
allí, jugar con ello, penetrarlo
con la propia alma, animarlo
con el propio aliento”. (“El
Aguista; 1923. Pág.369).
De una peculiar aureola están nimbados Los últimos treinta y dos
años de la vida de este autor alemán. Ello impide lo que hasta el
anterior apartado deseabamos realizar, o sea, una historia fiel y
continua de sus hechos. Para ser consecuentes con Los propios
deseos de este escritor, no hablaremos, de ahora en adelante, de
una biografía más bien hablaremos de una fábula que culminará
con una inesperada moraleja en la que la fantasía resultará
avante.
Hermann Hesse, denominó como “Privilegios del Sicópata”3 su
inconformismo a vivir en esta mal reverenciada “Realidad” la que
sólo le inspiraba desilusión y asco de vivir. “Me averguenzo en
todo momento de vivir acorde con las leyes de este mundo”,
escribe en 1925 en su “Viaje a Nuremberg” , pero su directo
3
C.F. El Aguista. P.369.
rechazo, no versa tan solo sobre “las leyes de este mundo” ,
sino, a toda la realidad en general:
“La realidad es lo que nunca debemos aceptar,
lo que nunca debemos adorar u honrar por
ningún concepto. No es el acaso y la hez de la
vida?.
Esta sucia, desilucionada y yerma
realidad sólo puede cambiarse demostrándole
que somos más fuertes que ella”. (“Ensueños”;
Pág. 1092).
Y de aquel instrumento de que puede servirse el hombre para
transtocar la realidad no debe ser un instrumento independiente
de estos mismos estratos, deberá lindar con fronteras mucho más
distantes y elevadas donde se nublen sus destellos y se puedan
colorear hasta la transparencia de sus aguas. Ya en su pubertad
había intuído este instrumento imaginario:
“Hasta que cumplí Los trece años no se me
ocurrió pensar seriamente en lo que iba a ser de
mí t ka orifesuón que debía aprender...Pero,
sobre todas ellas me atraía la de mago; esa era
la dirección más honda, más vehemente de mis
deseos”. (“La infancia de un Mago”; 1922. Pág.
1068).
En Hesse, magia y poesía se entretejen, confunden y juegan
queriendo alcanzar un único objetivo: ensalzar la realidad hasta
hacerla soportable y deseada. Esta aspiración emerge, incluso, en
sus primeras prosas, rimas y relatos tratando de inventar un
impenetrable
“Palacio de Cristal”
contra Los despiadados
avatares del mundo:
“Es mejor para mí, buscar y no hallar nunca. En
lugar de ligarme mezquina y tibiamente a lo
inmediato, puesto que la dicha podré, en la
tierra ser simplemente un huesped y nunca un
inquilino duradero”. (“Poesías Completas”, “De
un viaje por Asia”; Pág. 1183).
Después de la publicación de “El lobo de la Estepa” y “Narciso y
Goldmundo” sería vano seguir sus pasos con la lente de un
riguroso historiador; más bien confiémonos en sus bondades
visionarias recibiendo de antemano esta irrazonable invitación:
“Como según hemos visto, la llamada realidad no
tiene ningún sentido para mí, como el pasado
tiene valor de presente y el presente me parece
infinitamente lejano, tampoco puedo separar
brutalmente el porvenir del pasado, como en
general se suele hacer, suelo vivir en el porvenir
y por eso no tengo que terminar mi biografía en
el día de hoy y puedo seguir escribiéndola
tranquilamente. (“Ensueños”l 1945. Pág.1093).
Esta omvotacoón fue escrita por el autor de “Siddharta” en 1924
a la edad de cuarenta y siete años. Esto no el imposibilita a que
vaticine varios de Los sucesos que le han de acontecer hasta su
muerte. De esta manera, presagia el conferimiento de La Real
Academia de las Artes Suecas del Premio Nobel de la Literatura en
1946. En el mismo año en el que la Sociedad Cultural de
Alemania en Frankfourth le otorga el Premio “Goethe” y aún
más; en “Breve Historia de la Vida” llega a hablar, incluso, de su
realización musical:
“Fue la ambición tardía de mi vida, el escribir
una especie de ópera en la que fuera tomada
muy poco en serio de la vida humana en lo que
llamamos su realidad, incluso ridiculizada, pero
que resplandeciera, en cambio, en su eterno
valor como imagen, como fugaz hálito de
divinidad”. (“Ensueños”; 1945. Pág. 1093).
Luego de escribir “El Viaje hacia Oriente” en 1932, un año
después de haber contraido por tercera vez matrimonio ahora con
Ninon Doblin, mujer que lo acompañaría hasta el final de su vida,
y de publicar en 1937 un libro de carácter autobiográfico titulado
“Recuerdo” , editará esa especie de ópera que le costó once años
de esfuerzo.
“El Juego de Los Abalorios” de 1943, la obra literaria más extensa
de Hesse, y para Los doctos su obra maestra, guarda una
intrínseca relación frente a dos obras momunmentales del Genio
Germano. Por una parte, con el “Wilhem Meister” de Johan
Wolfgang Goethe en cuanto desea alcanzar el viejo anhelo de la
“Sturm Und Drang” 4 , o sea, “La más noble de todas las metas,
la posibilidad y fundación de una vida gobernada por el espíritu,
no sólo para sí mismo, sino, para su nación y su época.
(“Consideraciones”; 1932. Pág.447) y de otra parte, con el
“Doctor Fausto” de Thomas Mann, que, como lo señala su propio
autor en “Novela de una Novela”5, presenta una inusitada
correspodencia con la teoría musical y la crítica a su tiempo que se
desarrolla en la Opera Hessiana.
“Hay libertad en el querer, se llama Magia” (“Klingsor; 1920.
Pág.194), Hesse desea así culminar sus días sobre un horizonte
mágico como lo revela en 1924. Nos confiesa en este año, que
después de llevar a cabo su realización musical, cuando se
convirtió en el creador y principal protagonista de su ópera tardía,
todavía continuaba amando sus persecusiones tras de hermosas
princesas, tribulándole así homenaje a
“La embriaguez
desesperada de la vida”; pero a una realidad como la de su
tiempo a quien no le interesaba rendirle a esta vida sus merecidos
elogios, ni mucho menos le interesaba abrir las ilimitadas fronteras
4
“Sturm Und Drang” literariamente traduce “Tempestad y Empuje”. Designa el movimiento cultural
y literario que se produjo en Alemania en la época de la ilustración, surgiendo como reacción al
enciclopedismo racionalista de Lessing; sus principales representantes fueron: Klopstoack, Goethe y
Schiller. En la historia de la literatura Alemana este período se considera como el movimiento
precursor del romanticismo alemán.
5
“Al conocer ahora la totalidad de la obra quedé espantado, cuando advertí la afinidad con la que me
absorvía en aquel momento. Encontré la misma idea de la biografía fingida..., con Los ribetes de
parodia que esta forma comporta..., encontré la misma unión con la música y la crítica a la cultura y a
la época aunque sea allí más utopía y filosofía soñadora de la cultura que apasionado estallido crítico y
reconocimiento de nuestra tragedia”. (“Novela de una Novela”. Thomas Mann. 1945. Pág.71)/
de este mundo, sin dudarlo lo encerró en una reducida y mísera
celda. Mas esta “Yerma Realidad” ignoró que un artista aún en
el lugar más recóndito y desnudo puede reflejar Los más nítidos
tonos de esa belleza que se oculta detrás de sus barrotes. Así,
Hesse con sus dotes de pintor enaltece Los muros de su cárcel
con delicadas y coloridas remembranzas: un cuadro nacido en su
paleta, muestra un frondoso y extraño paisaje que lo divide en
dos el pasado de un tranvía y ante la mirada atónita de Los dos
gendarmes, que lo custodian, huye en uno de sus vagones. De
nuevo Hermann Hesse vence la realidad con la fantasía de su arte,
demostrándole que la nostalgia de un pintor o la magia de un
poeta es lo único que no puede ser restringido por las “Leyes de
este mundo”.
“No soy yo quein ha elegido magia, ella me eligió a mí”.
(Fabularios”; 1935. Pág.1169). A este escritor Alemán también la
poesía le había dictaminado un final poético y pomposo y son las
creaciones del artista soñador las que perduran po sobre todas las
épocas e imperios diluyendo, poco a poco, la figura de su creador
ante la grandeza de su obra; ello lo intuyó el propio Hesse y en su
“Viaje hacia Oriente”, el mismo se ve desplazado por un fantástico
ídolo que representa la magnificencia de su obra6, lo que hace que
su muerte el dos de julio de 1962 se apocope tanto frente a su
quimérico y “Brujo” ideal por él mismo escrito y deseado.
La producción literaria de su período “Brujo” está constituido,
además de las obras antes reseñadas, por su libro de fábulas:
“Fabulario”;
“Pequeño Mundo”
(1935)
libro de cuentos
sucedidos en su pequeño pueblo de la selva negra alemana;
“Ensueños”
(1945)
colección de cuentos y relatos
autobiográficos; “Berthold” (1945) fragmento de novela, cuyo
6
“Representaba una figura, que era yo mismo, y esta imagen mía era desagradablemente débil y sólo a
media real; sus rasgos eran borrosos y en toda su expresión; y su porte tenía algo de inconsistente, de
débil, de caduco y aún de voluntariamente mortal; su aspecto era el de una estatua sin terminar titulada
“Caducidad” o “Descomposición” o algo semejante”. (“El viaje hacia oriente”; 1932. Pág. 119 –
120).
final queda a la espectativa del destino de su protagonista en la
segunda guerra mundial; su libro de ensayos literarios y políticos
“Consideraciones” de 1956, escrito un año antes de haber
recibido el Premio Alemán de la Paz; “Prosas Tardías” otro libro
de recuerdos editados en 1949; “Las Páginas de un Diario”
(1953) y su “Poesías” y “Cartas Completas” recopiladas por la
casa “Surkampf Verlag” de Berlín después de su muerte.
2. “LOS TRES ESTADIOS DE LA VIDA ESPIRITUAL”
“En vano o no, el mundo tiene
muchas voces, y para cada una
posee el alma sus horas, sus
momentos”.
(“Cuentos”;
pág.490).
Iremos a aventurarnos en este segundo capítulo a analizar lo que
podría considerarse el plano espiritual en la obra de Hermann
Hesse. Orientado, principalmente, por Los textos donde esta
“Cara de la Vida” se hace presente: “Demian” (1919), “Mi
Credo” (1931) y “El Juego de Los Abalorios” (1943); para citar
tan sólo las fuentes más inmediatas.
En este desarrollo espiritual destacaremos sus tres estadios
fundamentales: El alma poseída de un deseo insatisfecho
por conseguir su realización, refugiada en su único abrigo
posible: la soledad; El Culto Incondicional al individuo, por
sobre cualquier otra ley que contenga dictámenes y objetivos
ajenos y El esperado develamiento de la divinidad en un
momento único y en un único punto del universo: En el
individuo revestido con su propia responsabilidad social.
2.1 “ALMA SIN PATRIA”
“Aquel que verdaderamente
no quiere más que su destino,
no tiene ya semejantes y se
alza solitario sobre la tierra,
teniendo sólo en torno suyo
los helados espacios infinitos”.
(“Demian”; 1919. Pág.118).
La obra literaria de Hermann Hesse pertenece a dos épocas de la
cultura alemana, divergentes y contrapuestas. Por una parte, su
nacimiento a finales del siglo XIX lo convierte en heredero
inmediato del Romanticismo Alemán, movimiento que incursionó
en Los más amplios ámbitos artísticos y científicos
-sin
considerarlos como saberes imposibles de unificar- orientando
así, a este hombre hacia nuevos parajes jamás intuídos con tanto
apasionamiento por el espíritu Germano en épocas anteriores. Por
otra parte, su vida se desarrolla en la primera mitad de este siglo,
sintiendo en carne propia, la realidad de las profe
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