HERMANN HESSE: ESCRITOR DIONISIACO 1992 “VIDA DE HERMANN HESSE: REALIDAD O FANTASIA “ Pero frecuentemente se me presentaba oscura y cerrada como la puerta des desván, detrás de la cual, al amanacer, podía oirse como Los espíritus reían y suspiraban disimuladamente. Magia y Realidad crecían de la mano, una al lado de la otra”. (“Ensueños” [“La infancia de un mago”] 1922.p.1070). Las mejores fuentes donde se pueden buscar Los datos m’as confiables sobre la vida de este autor son sus propias obras; muy directamente, los dos pequeños ensayos que pertenecen a la compilaci’on de cuentos y relatos editados en 1945 bajo el título “ENSUEÑOS” . Estos son: una biografía incompleta llena de encanto misterioso y profundo editada en 1922 llamada “LA INFANCIA DE UN MAGO” y una de sus más hermosas y fantásticas producciones: “BREVE HISTORIA DE MI VIDA” escrita en el año de 1924. Mas no podemos centrar allí toda su producción autobiográfica; Los diferentes momentos de su vida están reflejados en tramas diversas a través de la mayoría de sus obras. En escritos como: “HERMANN LAUSCHER” (1900); “PETER CAMENZIND” (1904); “DEMIAN” (1919) y “EL LOBO DE LA ESTEPA” (1927); esta característica se hace casi evidente. En este capítulo, ciñéndonos a las recomendaciones del propio autor, destacaremos Los tres momentos que él considera como los más importantes de su vida: LA Aspiración de convertirse en Poeta, decisión tomada cuando contaba apenas con trece años; El Acatamiento al Mandato del Interior, lo que modificó sus propias vivencias y, aún más, el contenido y estilo de sus obras literarias y lo que se podría considerar: El Otoño de un Mago, donde el período “Brujo” de Hermann Hesse se confunde armónica e inseparablemente con la realidad. 1.1 “LA ASPIRACION DE SER POETA” (1877 – 1914) “En Los sueños de Los vates alientan una belleza y una gracia que es inútil buscar en las cosas de la realidad”. (“Cuentos” ,1919: Página 454). El 2 de Julio de 1877 nace en Kalw, Wurtenberg, pequeño pueblo de la Selva Negra Alemana, Hermann Hesse hijo del pastor protestante Estonio Juan Hesse y de María Gunder, hija de un misionero Suizo, nacida en la India. En obras como: “Hermann Lauscher” (1900), “Relatos de Aquende” (1907); “Demian” (1917); “Klingsor” (1920), y aún en dos de sus obras póstumas como “Recuerdos” (1937) y “Prosas Tardías” (1949), existen sentidas remembranzas hacia su propia niñez: primeras huellas sobre el sendero de la vida humana que se reviven, contadas veces, en nuestro postrero caminar, acompañadas siempre, de un cierto desasosiego producido por el fallido reencuentro con nuestras deseadas nostalgias. Además de los escritos anteriormente citados, se encuentra en su libro: “Ensueños” (1945) un relato incompleto en el que Hesse intentó comprender, gracias al esplandor vidente de su poesía, estos sus primeros días. Su título: “La Infancia de un Mago” (1922) en el que se desdibuja entre Los provocativos y fantasiosos juegos y divertimientos de un niño, todo ese algo incomprensible que se hacía llamar la “Realidad”. Así, no parece prestarle a su real estadía mayor atención. Entre las partidas de cartas ideadas por su padre se acuerda muy poco de su primer período de aprendizaje en el gimnasio de us pueblo; en que sólo se distinguió como un buen latinista sin llegar nunca a ubicarse entre Los mejores de la clase; de este modo, el niño Hesse gozaba al recrearse con sus propias necedades, aventuras y quimeras sin presagiar, en ningún momento , que sus futuros años le harían olvidar sus prístinas obsesiones entre Los azares de la fama, la guerra europea y entre Los airados embates que enfrentó en su difícil vida familiar. Cuando ya en sus años de madurez y ancianidad se refiera a su feliz infancia hablará de su patria perdida, de un retroceso a la “madre” de una ilusión insatisfecha. “Todos Los niños, en tanto que están en el secreto, se consagran de continuo y con toda el alma a sí mismos, a las arcanas conexiones de su propia persona con el mundo circundante. Afanes de búsqueda y maneras de ser tornan a veces a ocuparnos en otros menesteres al llegar a la madurez; pero la mayor parte de Los hombres olvidan y abandonan desde muy pronto y para siempre, ese mundo interior de lo verdaderamente trascendental y vagan a lo largo de su vida, por confusos laberintos de preocupaciones, deseos y objetivos, de Los que ninguno vive en su intimidad y su morada”. (“Iris”. 1919: Páginas 522 y 523). Cuando transcurría el año de 1890 y el futuro escritor contaba con tan sólo trece años, se reveló un mundo que pronto le haría relegar sus entretenimientos de pequeño y que le haría, al tiempo, encumbrar mucho más alto Los desafueros de su fantasía: “Poco a poco se fue infiltrando en mi ánimo la convicción de que yo era tan sólo un espectador y que el mundo que tenía a mis pies estaba aguardando a que yo le descubriera una parte sus tesoros, a que levantara el velo de lo fortuito y de lo común y que salvara y eternizara lo descubierto con el vigor de mi poesía”. (“Peter Camenzind”;1904: pág.59). Este insospechado descubrimiento le haría tomar según palabras del propio autor su primera gran decisión: no sería el brillante latinista que cuidadosamente instruían en el gimnasio, tampoco un teólogo o un pastor protestante hacia el que le orientaba el ansia de su padre; quería ahora perpetura y cromatizar esta efímera y pálida realidad con el candor inocente de sus prosas y sus rimas; sería un poeta, un vate, un mago: “A Los trece años estaba dispuesto a ser poeta o nada. Pero a esa seguirdad iba añadiéndose una molesta certidumbre...Era un honor “Ser Poeta”. “Querer”, llegarlo a ser era una ridiculez y una afrenta para Los demás, en seguida pude percatarme. No tardé en saberlo ver. Se nace poeta, no es poeta el que quiere llegar a serlo”. (Ensueños”; 1945: Pág. 1084). En un primer momento la condición de po9eta o mago se le habría de aparecer al joven Hesse como privilegio de unos pocos, guirnalda de Los elegidos; pero mucho después, cuando Los desafios de la realidad intentaron barruntar sus edenes y paraísos, tarde comprendió que la verdadera naturaleza del poeta o del artista no es la de obsequiar sus glorias a Los hombres con la arrogancia de un bienaventurado; el artista y el poeta es, a pesar de su magnificencia, también un desventurado a quienes Los dioses le condecieron un don que, muchas veces, se asfixia entre la incomprensión e irreverencia de un mundo que lo toma como un desatino, o en el peor de Los casos, como un estigma que señalará una postrer decadencia: “O era la suerte delos poetas el que no pudiera lucirles ningún sol cuyas sombras no tuvieran que condensar en su propia alma?” (“Fabulario”; 1934: pág. 1192). Una de las primeras afrentas de la realidad contra su más querido anhelo fue la decisión de su padre en el año de 1891 de internarlo, pasado ya el “Landexamen” , especie de examen estatal que se realizaba en aquella época en Alemania, en el seminario de Maulbronn en Tibingen para satisfacer el más vehemente deseo de toda familia alemana de clase media alta en aquel entonces: El de tener un teólogo en casa. Literariamente está expresado este difícil trance en la vida del autor en su novela de 1907 “Bajo la Rueda”, libro en el que se enseña con el absurdo, rígido y dogmático método de enseñanza de la escuela alemana; podría decirse que esta fracasada estancia en un instituto de aprendizaje de carácter conventual influiría en Hesse para no aceptar, de ahora en adelante, como postulado único una sola doctrina practicada unilateralmente en un mal llamado “Centro de Enseñanza” . Las tribulaciones del adolescente Hans Gieberath, protagonista de esta novela, no son una simple queja de un novel alumno equivocado de profesión; Hesse les dá una vivacidad tan sorprendente que incluso las hace rozar con el más crudo patetismo.: “ Por qu’e le obligaron a estudiar d’ia y noche durante la época más sensible y peligrosa de un muchacho?. Por qu’e le arrebataron sus conejos, le alejaron de Los demás compañeris de ka escyeka, le prohibieron la pesca y el descanso, inculcándole en cambio, el ordinario ideal de una ambición mezquina y extenuante? Y Por qué no le habían dejado disfrutar después del examen, de sus bienamadas vacaciones?. Pero ya era tarde para preguntas y lamentaciones, la rosa marchita estaba tirada en el camino y no servía para nada”. (“Bajo la Rueda”; 1907, páginas 233-234). Como era de esperarse el producto de esta educación matizada con tintes y horarios Espartanos no podría rendir fructíferos resultados; agobiado por esa hermética desciplina huye del seminario al año siguiente, convirtiéndose este hecho en el primer brote de rebeldía contra las convenciones sociales que no habría de ser el único acto “Reprochable” en el devenir de este denodado individualista. En una confesión que data de 1953, encontrada en su libro de ensayos “Consideraciones” (1959) nos aclara su experiencia en tal seminario: “En la figura y la historia del pequeño Hans Gieberath, al que pertenecen también su amigo Heilner, como compañero y contrafigura al mismo tiempo, intent’e exponer la crisis de aquellos años de desarrollo y liberarme de recuerdos de ellos, y para substituir y compensar debidamente todo cuanto me faltaba en madurez y en reflexión, jugué un poco el papel de acusador frente a aquellos poderes ante los cuales sucumbe Giebarath y ante Los que yo también estuve a punto de sucumbir: La escuela, la teología, la tradición y la autoridad” (“Consideraciones” de su ensayo: “Encuentros con el pasado” de 1953. Pág.997). Hesse, al igual que el personaje principal de esta obra, regresará a casa sin laureles algunos. Ahora ha de ser tratado, por Los suyos, no como a ese futuro teólogo, el que tanto se complacía en pensar su provincial comarca, sino que se le habría de considerar como uno más de aquellos descarriados que han emprendido una competencia cuya meta fueron incapaces de alcanzar. Pese a todo, se creía aún con el derecho de ostentar, aunque fuese, un humilde empleo meritorio, pero, al final, se consolaría al ocupar otros quehaceres muy contrarios a su sensible naturaleza; trabajar, durante tres meses, como dependiente de una pequeña tienda; ayudar a su padre durante un año y medio en un taller de mecánica y ser finalmente un modesto operario en una fábrica de relojes. Empero, en aquellos cuatro años de diversas ocupaciones, su obstinada decisión tomada antes de ingresar a Los claustros del seminario de Maulbronn continuaba aún vigente. Descubre entre la extensa biblioteca familiar las más bellas líneas de Los grandes románticos Alemanes; de igual manera, lee con entusiasmo las obras más destacadas de la literatura mundial, diversas historias de arte, gramáticas de diferentes idiomas y la filosofía antigua Grecolatina y el pensamiento de la modernidad Alemana. Pero es la lectura del escritor Suizo del siglo pasado Gottfried Keller uno de Los mayores impulsos que lo motivarán luego a la creación literaria. Cuando en el año de 1899 contaba con diecinueve años, y residenciado en Basilea se desempeñaba como librero, después de crear sus primeras poesías, escribe: “Una hora después de la medianoche” , proyecto poético en el que se presagian, muy entreveradamente, algunos de los temas capitales de su futura prolífica pluma. Un año más tarde editará su primer esfuerzo autobiográfico: “Hermann Lauscher” (1900) año en el que realiza su primer viaje a Italia, y dos años después, un pequeño relato en el que narra la consecución de uno de los libros más valiosos de su biblioteca personal: “El Novalis” (1902); estos escritos son ignorados por la crítica especializada y no retribuyen al autor desconocido mayores ingresos; sólo en 1904 con su primera novela “Peter Camenzind” , el nombre de Hermann Hesse empieza a nombrarse en las tertulias culturales hasta condenarlo definitvamente en el difícil y preciosista mundo literario: “Fui saludado con entusiasmo por un lector a quien me presentaron como al autor del “Peter Camenzind” , Qu’e podía yo decirle...? que no era el libro en sí lo que aborrecía, sino simplemente el efecto que causó en mi vida, que su completo e inesperado éxito me metió para siempre en la literatura, de la que ya no podía salir. A pesar de tanto esfuerzo desesperado cómo hacia para lograrlo?.” (“Viaje a Nuremberg”; 1925. Pág.428). En este mismo año, merced al éxito alcanzado con esta novela, gana el premio Austriaco: “Bauerfeld” en literatura, a la vez emprende su segundo viaje a Italia, travesía en la que aprovecha para escribir una pequeña reseña biográfica sobre el Santo de Asís, San Francisco. De igual modo, es el año en que contrae matrimonio con María Bernoulli, diez años mayor que él, y en el que se instala junto con ella en Gahienhofen (Suiza) a orillas del lago Constanza. En 1905 participa en la fundación del periódico: “Marz” de orientación liberal, que escribía en contra del régimen de Guillermo II, y nace su primer hijo. A la edad de treinta años, en 1907 alcanza con la novela antes reseñada, “Bajo la Rueda” su segundo gran triunfo literario; también edita: “Relatos de Aquende” (1907), colección de cuatro breves relatos. El lapso de tiempo comprendido entre 1908 y 1912 está plagado de diferentes descripciones sobre diversos viajes a través de lo que él llamara, en su primera instancia: “La llamada hacia el sur” por Suiza, Alemania e Italia; y en segunda instancia, “La peregrinación hacia oriente”: India, Penang, Singapur y Sumatra; además de estar impregnados, estos cuatro años, con el sello inconfundible de sus nuevas creaciones literarias: “Gertrud” (1910) y “De la India” (1911). En 1912 se trasladará junto con su familia a una antigua estancia de un fallecido pintor, amigo de antaño, Albero Welti, en Berna, hogar que verá nacer algunas de las más afamadas producciones de su primera época creadora: “Hermosa es la Juventud” (1912) y “Knulp” (1913). En este mismo año se convierte al mismo tiempo, en víctima y espectador de grandes tensiones; no sólo por la futura gran guerra Europea que ya pornto se avecinaba, sino también, porque tiene que afrontar en carne propia su difícil conflicto familiar con su primera esposa además de la enfermedad que postro durante un año en cama a su pequeño hijo Bruno. Su novela de 1913: “Rosshalde” , con la que Hesse alcanza reconocimiento a nivel orbital, narra entre las pinceladas del acuarelista Joseph Veraguth este período en la vida del autor en el que ahora se evidencia, más claramente, aquella incomprendida y hasta ruín condición del artista: “...Y como entonces, sintiose aterrado por la cima de íntima soledad y masoquismo espiritual que ocultaba la vida de su amigo, súbitamente abierta en él. Este era, sin duda el secreto a que tan frecuentemente aludía Veraguth de todos los grandes artistas. De aquí procedía pués, ese afán inquieto e insaciable de crear, de aprehender y someter al mundo mediante sus sentidos y su técnica reflejándolo en sus obras en cada una de sus cambiantes manifestaciones. Y de aquí procedía también al fín, esa extraña melancolía con que muchas obras maestras seducían al pacífico espectador”. (“Rosshalde”; 1013.Pág.366). La primavera que había florecido hasta el año de 1913 estaría silenciosamente clamando otra nueva y oscura estación. El calor trivial de una fama en cuyas fragancias se había dejado adormecer, teñirá de negro sus cristales conduciéndole a un mundo insospechado que se debatía entre el fragor de la batalla en los campos mismos donde un día se había deleitado al describir ensoñadores parajes románticos. Sin embargo, esa condición de “Brujo” o de “Poeta” lo llevará entre el juguetero rítmico de esos sus más sublimes fantaseos a no olvidar su rendida devoción a todas las doncellas que se ocultan detrás de esta insufrible pero al final siempre ponderada vida: “Nosotros nos contentamos con poco pero siempre con lo sublime entre dolores y desesperación y ahogadores ascos de vivir, siempre esperando oir un sí en un bendito momento a la pregunta inquiriendo el sentido de esta vida tan difícil de soportar, salpicando al momento siguiente por la turbia ola, esto nos basta, de ello vivimos algún tiempo, y no sólo vivimos, no sólo soportamos la vida, sino que la amamos y ensalzamos”. (“Viaje a Nuremberg”; 1925. Pág.438). 1.2 “HACIA LA LLAMADA DEL INTERIOR” (1914 – 1930) “Me preguntaís jóvenes, por la escuela del sufrir, por el forjador del destino. No lo conoceis? No, vosotros que siempre estáis hablando del pueblo y siempre estáis ocupados con las masas y solo queréis sufrir con ellas y por ellas, no lo conocéis.? Es la Soledad. La soledad es el camino por el que el destino ha de conducir al hombre hacia sí mismo” (“El Regreso de Zaratustra”;1919. Págs.305 – 306). Llevaba dos años de residencia en la tranquila casa del pintor Alberto Welti, en Berna, cuando tocó a su puerta la segunda grave afrenta contra su pueril e inofensivo sueño. Es el año de 1914. La insensatez de la guerra borra su fantasma con tintes de bizarra realidad. Hesse, activamente colabora junto a los demás refugiados Alemanes en la “Deutschen Gefangen Fursurge Bern”1, rótulo de una organización de ayuda a los prisioneros Alemanes de la guerra, y se hace redactor y coeditor de la “Deutschen Internieten Zeitung”2 en el mismo momento en el que su vida familiar con dos nuevos miembros se iba derrumbando: “Después de la guerra llegó la enfermedad de mi hijito menor, que estuvo un año en cama; llegaron los primeros síntomas de la enfermedad mental de mi mujer y mientras yo estaba cada vez más desesperado por el mucho trabajo oficial de la guerra, lentamente se iba desmoronando lo que hasta entonces había constituído mi felicidad (“Recuerdos”; 1937. Pág.1188). La cruel experiencia bajo los nefastos aires respirados en este lustro le haría cambiar de actitud frente a ese estado cómodo del que antes se había ufanado. Sin darse cuenta, estaba en camino de convertirse en lo que en el prólogo del “Juego de Abalorios” (1943), llamaría: Un autor de folletines, uno de aquellos que hacen de su arte una profesión sin ningún compromiso o lazo que lo ligue con su situación actual, y que solo escribe movido por la fama que le acreditaban unas vanas academias, o por los honorarios recibidos de su prestigiosa casa editora. Una situación vital como la guerra europea es suficiente para alejarlo del refugio ficticio en el que se había albergado: 1 2 Asistencia Alemana a prisioneros de guerra en Berna. Periódico interior de Alemania. “Un cambio absoluto sobrevino repentinamente, en lo interno y lo externo, en aquel verano de 1914. Se vio claramente la inseguridad del fondo en que había descansado nuestro bienestar. Vino la miseria y la conciencia. El llamado tiempo de gloria había comenzado y la verdad es que no lo consideré ni más digno, ni más amado, ni mejor que cualquier otro. Me diferenciaba de los demás de que carecía del gran consuelo de tantos otros: El entusiasmo. Ello me puso en conflicto conmigo mismo y con los demás, de nuevo tuve que luchar, perder mi alegría y así me situé ante la vida”. (“Ensueños; 1945. Pág.1086). Esta, su segunda gran decisión, la podríamos denominar: “El viraje hacia el interior” , posición individualista que se refleja, aún por demás, en sus ensayos apolíticos. En un periódico de Zurich en 1914, publica: “Amigos cambiad de tono” artículo calificado como “Desleal y traidor a la Patria” que, al no manifestar algún beneplácito por la guerra, lleva a su autor a ser condenado como persona “No grata” en Alemania por la prensa local de aquel entonces, en 1915, en el mismo año de la publicación de una de sus obras: “Música del Solitario”. Hesse es conciente de la descabellada aventura de su patria, manteniéndose con su férrea actitud independiente, como un escritor que utiliza la honestidad y fortaleza de su pluma al sevicio de la juventud alemana, exhortándoles a que no traicionen sus propios e irrepetibles ambiciones: “Hermann Hesse es uno de Los pocos que se mantuvieron alejados en 1914 del temporal de entusiasmo nacional, pues vió ya pronto con mirada clara el peligro que amenazaba al espíritu en las sicosis colectivas” (“Caracteres y Tendencias de la Literatura Alemana en el Siglo XX” “Karl August Horst”; 1964. Pág.12). En el año de 1916 Hesse, a causa de haberse confinado en un novicio culto a la soledad, sufre una crisis neurasténica de la que lograría curarse un año después, gracias a la ayuda del doctor Lang, discípulo de Yung, quien lo familiariza con la teoría y práctica del sicoanálisis; más el haber escuchado las voces que lo condujeron hacia su propio interior no puede catalogarse como un proceso netamente negativo, al contrario, como él mismo lo sostiene en algunas cartas donde rememora estos difíciles días y como de igual manera, lo aseveran sus críticos, los años bélicos fueron el temible pero salvador eslabón, que lo llevaron en sus obras posteriores a buscar la ruta hacia un verdadero “espíritu”. “La primera y segunda guerra mundial que provocó en Hesse una protesta contra el nacionalismo y el espíritu belicoso, determinó en él una profunda convulsión moral y espiritual que dio al artista replegado en sí mismo notable madurez” (“Diccionario de Autores”. González Porto Bompiani. 1973. Pág. 283). Finalizada la guerra, en 1919, se trasladará junto con Ruth Wenger, su segunda esposa, a Lugano (Montagnola) para llevar una vida de incomprendido artista ermitaño. Desde allí transferirá a la editorial “Fischer” de Berlín sus nuevas creaciones repartidas entre ensayos, cuentos y novelas: “Demian” (1919), “Cuentos” (1919), “El Regreso de Zaratustra” (1919), “Mirada al Caos” (1920), “Klingsor” (1920), “Peregrinaje” (1920) y “Siddharta” en 1921; en este mismo año, desengañado por el trato recibido por su fanática nación, contrae nacionalidad Suiza. Los protagonistas de las novelas de este período no serán esos pesimistas antihéroes Neorománticos de sus primeras producciones, sino, como su propio autor, infatigables buscadores a quienes les ronda los pasos, como única compañía una tenue muda que los nutre y protege. Mantenerse solitario frente a otros esquemas ideológicos le había ayudado a Hesse a tomar conciencia de la verdadera naturaleza del espíritu, pero la madurez espiritual no estribaba en buscarlo en esa única cima que, por amor a la perfección, renunciaba a la vida. Un refugio bajo el esplendor de sus líneas, entre hermosas palabras, tras de importantes papeles, sólo podía provocar un impotente desconsuelo: “Tu sueño no es solamente falso, es más bien ruín y peligroso. Te ha devorado, te ha absorbido la sangre, te ha robado la vida. Haz dedicado al amigo, a la mujer, al hijo, a ti mismo tanto amor, tantas preocupaciones, tnato calor, tantos días y noches y horas de creación como a él.? Te asombras?. Ves ahora a quien has alimentado, a quien tienes alojado en el corazón?. Y a quien debes tus cansancios y sufrimientos, tus achaques y debilidad?. A él , todo se lo debes a él, a ese sueño, a ese vampiro a esa serpiente”. (“El Refugio”; 1917. Pág.175). A Los cuarenta y tres años, Hesse descifró Los indicios que le había arrojado su existencia. Su arte no estaba alejado de la vida y, aunque a veces lo ahogara y lo hiciera sentirse desgraciado, otras lo enaltecía con las flores más fútiles de Los jardines más desconocidos. En la literatura encontraba ese medio para congraciarse con el mundo, pero no para relatar sus crudezas como lo haría un escritor realista, sino para embellecerlo y transformarlo embelesado en la magia de un sabio juglar. En la tercera década de este siglo, lo tentarían disímiles oficios. Uno de ellos será el que junto con su condición de poeta le apoortará mayores satisfacciones. En su hogar campestre ensaya la pintura, siendo luego consagrado en Tesino (Italia) como colorista consumado. De igual manera, se hace jardinero, cuyo ejercicio le servirá de inspiración para que años más tarde, en 1936, escriba un pequeño poema titulado: “Horas en el Jardín”. Por último, cae e uno de los más antiguos e ingratos oficios; se hace beodo y experto catador de viejos vinos italianos. Cinco obras principales conforman su producción literaria durante los años veinte: “El Aguista” (Apuntes durante una cura en Baden) y “Viaje a Nuremberg” , serie de reflexiones espontáneas e intolerantes suscitadas en dos diferentes situaciones. “El Libro de Estampas” , un libro album descriptivo de diversos paisajes por el sureste Italiano, Suiza y Oriente; una de sus más grandes y populares obras: “El Lobo de la Estepa” o el recuento que sobre el valor de su vida hace un escritor a Los cincuenta años, y su libro de 1930 “Narciso y Goldmundo” en donde se expone de manera lírica y novelesca el antiguo duelo Nietzcheno entre lo Apolineo y lo Dionisiaco. 1.3 “EL OTOÑO DE UN MAGO” (1930 – 1962) “Amar algo, significa para el poeta, tomarlo con su fantasía, calentarlo y cuidarlo allí, jugar con ello, penetrarlo con la propia alma, animarlo con el propio aliento”. (“El Aguista; 1923. Pág.369). De una peculiar aureola están nimbados Los últimos treinta y dos años de la vida de este autor alemán. Ello impide lo que hasta el anterior apartado deseabamos realizar, o sea, una historia fiel y continua de sus hechos. Para ser consecuentes con Los propios deseos de este escritor, no hablaremos, de ahora en adelante, de una biografía más bien hablaremos de una fábula que culminará con una inesperada moraleja en la que la fantasía resultará avante. Hermann Hesse, denominó como “Privilegios del Sicópata”3 su inconformismo a vivir en esta mal reverenciada “Realidad” la que sólo le inspiraba desilusión y asco de vivir. “Me averguenzo en todo momento de vivir acorde con las leyes de este mundo”, escribe en 1925 en su “Viaje a Nuremberg” , pero su directo 3 C.F. El Aguista. P.369. rechazo, no versa tan solo sobre “las leyes de este mundo” , sino, a toda la realidad en general: “La realidad es lo que nunca debemos aceptar, lo que nunca debemos adorar u honrar por ningún concepto. No es el acaso y la hez de la vida?. Esta sucia, desilucionada y yerma realidad sólo puede cambiarse demostrándole que somos más fuertes que ella”. (“Ensueños”; Pág. 1092). Y de aquel instrumento de que puede servirse el hombre para transtocar la realidad no debe ser un instrumento independiente de estos mismos estratos, deberá lindar con fronteras mucho más distantes y elevadas donde se nublen sus destellos y se puedan colorear hasta la transparencia de sus aguas. Ya en su pubertad había intuído este instrumento imaginario: “Hasta que cumplí Los trece años no se me ocurrió pensar seriamente en lo que iba a ser de mí t ka orifesuón que debía aprender...Pero, sobre todas ellas me atraía la de mago; esa era la dirección más honda, más vehemente de mis deseos”. (“La infancia de un Mago”; 1922. Pág. 1068). En Hesse, magia y poesía se entretejen, confunden y juegan queriendo alcanzar un único objetivo: ensalzar la realidad hasta hacerla soportable y deseada. Esta aspiración emerge, incluso, en sus primeras prosas, rimas y relatos tratando de inventar un impenetrable “Palacio de Cristal” contra Los despiadados avatares del mundo: “Es mejor para mí, buscar y no hallar nunca. En lugar de ligarme mezquina y tibiamente a lo inmediato, puesto que la dicha podré, en la tierra ser simplemente un huesped y nunca un inquilino duradero”. (“Poesías Completas”, “De un viaje por Asia”; Pág. 1183). Después de la publicación de “El lobo de la Estepa” y “Narciso y Goldmundo” sería vano seguir sus pasos con la lente de un riguroso historiador; más bien confiémonos en sus bondades visionarias recibiendo de antemano esta irrazonable invitación: “Como según hemos visto, la llamada realidad no tiene ningún sentido para mí, como el pasado tiene valor de presente y el presente me parece infinitamente lejano, tampoco puedo separar brutalmente el porvenir del pasado, como en general se suele hacer, suelo vivir en el porvenir y por eso no tengo que terminar mi biografía en el día de hoy y puedo seguir escribiéndola tranquilamente. (“Ensueños”l 1945. Pág.1093). Esta omvotacoón fue escrita por el autor de “Siddharta” en 1924 a la edad de cuarenta y siete años. Esto no el imposibilita a que vaticine varios de Los sucesos que le han de acontecer hasta su muerte. De esta manera, presagia el conferimiento de La Real Academia de las Artes Suecas del Premio Nobel de la Literatura en 1946. En el mismo año en el que la Sociedad Cultural de Alemania en Frankfourth le otorga el Premio “Goethe” y aún más; en “Breve Historia de la Vida” llega a hablar, incluso, de su realización musical: “Fue la ambición tardía de mi vida, el escribir una especie de ópera en la que fuera tomada muy poco en serio de la vida humana en lo que llamamos su realidad, incluso ridiculizada, pero que resplandeciera, en cambio, en su eterno valor como imagen, como fugaz hálito de divinidad”. (“Ensueños”; 1945. Pág. 1093). Luego de escribir “El Viaje hacia Oriente” en 1932, un año después de haber contraido por tercera vez matrimonio ahora con Ninon Doblin, mujer que lo acompañaría hasta el final de su vida, y de publicar en 1937 un libro de carácter autobiográfico titulado “Recuerdo” , editará esa especie de ópera que le costó once años de esfuerzo. “El Juego de Los Abalorios” de 1943, la obra literaria más extensa de Hesse, y para Los doctos su obra maestra, guarda una intrínseca relación frente a dos obras momunmentales del Genio Germano. Por una parte, con el “Wilhem Meister” de Johan Wolfgang Goethe en cuanto desea alcanzar el viejo anhelo de la “Sturm Und Drang” 4 , o sea, “La más noble de todas las metas, la posibilidad y fundación de una vida gobernada por el espíritu, no sólo para sí mismo, sino, para su nación y su época. (“Consideraciones”; 1932. Pág.447) y de otra parte, con el “Doctor Fausto” de Thomas Mann, que, como lo señala su propio autor en “Novela de una Novela”5, presenta una inusitada correspodencia con la teoría musical y la crítica a su tiempo que se desarrolla en la Opera Hessiana. “Hay libertad en el querer, se llama Magia” (“Klingsor; 1920. Pág.194), Hesse desea así culminar sus días sobre un horizonte mágico como lo revela en 1924. Nos confiesa en este año, que después de llevar a cabo su realización musical, cuando se convirtió en el creador y principal protagonista de su ópera tardía, todavía continuaba amando sus persecusiones tras de hermosas princesas, tribulándole así homenaje a “La embriaguez desesperada de la vida”; pero a una realidad como la de su tiempo a quien no le interesaba rendirle a esta vida sus merecidos elogios, ni mucho menos le interesaba abrir las ilimitadas fronteras 4 “Sturm Und Drang” literariamente traduce “Tempestad y Empuje”. Designa el movimiento cultural y literario que se produjo en Alemania en la época de la ilustración, surgiendo como reacción al enciclopedismo racionalista de Lessing; sus principales representantes fueron: Klopstoack, Goethe y Schiller. En la historia de la literatura Alemana este período se considera como el movimiento precursor del romanticismo alemán. 5 “Al conocer ahora la totalidad de la obra quedé espantado, cuando advertí la afinidad con la que me absorvía en aquel momento. Encontré la misma idea de la biografía fingida..., con Los ribetes de parodia que esta forma comporta..., encontré la misma unión con la música y la crítica a la cultura y a la época aunque sea allí más utopía y filosofía soñadora de la cultura que apasionado estallido crítico y reconocimiento de nuestra tragedia”. (“Novela de una Novela”. Thomas Mann. 1945. Pág.71)/ de este mundo, sin dudarlo lo encerró en una reducida y mísera celda. Mas esta “Yerma Realidad” ignoró que un artista aún en el lugar más recóndito y desnudo puede reflejar Los más nítidos tonos de esa belleza que se oculta detrás de sus barrotes. Así, Hesse con sus dotes de pintor enaltece Los muros de su cárcel con delicadas y coloridas remembranzas: un cuadro nacido en su paleta, muestra un frondoso y extraño paisaje que lo divide en dos el pasado de un tranvía y ante la mirada atónita de Los dos gendarmes, que lo custodian, huye en uno de sus vagones. De nuevo Hermann Hesse vence la realidad con la fantasía de su arte, demostrándole que la nostalgia de un pintor o la magia de un poeta es lo único que no puede ser restringido por las “Leyes de este mundo”. “No soy yo quein ha elegido magia, ella me eligió a mí”. (Fabularios”; 1935. Pág.1169). A este escritor Alemán también la poesía le había dictaminado un final poético y pomposo y son las creaciones del artista soñador las que perduran po sobre todas las épocas e imperios diluyendo, poco a poco, la figura de su creador ante la grandeza de su obra; ello lo intuyó el propio Hesse y en su “Viaje hacia Oriente”, el mismo se ve desplazado por un fantástico ídolo que representa la magnificencia de su obra6, lo que hace que su muerte el dos de julio de 1962 se apocope tanto frente a su quimérico y “Brujo” ideal por él mismo escrito y deseado. La producción literaria de su período “Brujo” está constituido, además de las obras antes reseñadas, por su libro de fábulas: “Fabulario”; “Pequeño Mundo” (1935) libro de cuentos sucedidos en su pequeño pueblo de la selva negra alemana; “Ensueños” (1945) colección de cuentos y relatos autobiográficos; “Berthold” (1945) fragmento de novela, cuyo 6 “Representaba una figura, que era yo mismo, y esta imagen mía era desagradablemente débil y sólo a media real; sus rasgos eran borrosos y en toda su expresión; y su porte tenía algo de inconsistente, de débil, de caduco y aún de voluntariamente mortal; su aspecto era el de una estatua sin terminar titulada “Caducidad” o “Descomposición” o algo semejante”. (“El viaje hacia oriente”; 1932. Pág. 119 – 120). final queda a la espectativa del destino de su protagonista en la segunda guerra mundial; su libro de ensayos literarios y políticos “Consideraciones” de 1956, escrito un año antes de haber recibido el Premio Alemán de la Paz; “Prosas Tardías” otro libro de recuerdos editados en 1949; “Las Páginas de un Diario” (1953) y su “Poesías” y “Cartas Completas” recopiladas por la casa “Surkampf Verlag” de Berlín después de su muerte. 2. “LOS TRES ESTADIOS DE LA VIDA ESPIRITUAL” “En vano o no, el mundo tiene muchas voces, y para cada una posee el alma sus horas, sus momentos”. (“Cuentos”; pág.490). Iremos a aventurarnos en este segundo capítulo a analizar lo que podría considerarse el plano espiritual en la obra de Hermann Hesse. Orientado, principalmente, por Los textos donde esta “Cara de la Vida” se hace presente: “Demian” (1919), “Mi Credo” (1931) y “El Juego de Los Abalorios” (1943); para citar tan sólo las fuentes más inmediatas. En este desarrollo espiritual destacaremos sus tres estadios fundamentales: El alma poseída de un deseo insatisfecho por conseguir su realización, refugiada en su único abrigo posible: la soledad; El Culto Incondicional al individuo, por sobre cualquier otra ley que contenga dictámenes y objetivos ajenos y El esperado develamiento de la divinidad en un momento único y en un único punto del universo: En el individuo revestido con su propia responsabilidad social. 2.1 “ALMA SIN PATRIA” “Aquel que verdaderamente no quiere más que su destino, no tiene ya semejantes y se alza solitario sobre la tierra, teniendo sólo en torno suyo los helados espacios infinitos”. (“Demian”; 1919. Pág.118). La obra literaria de Hermann Hesse pertenece a dos épocas de la cultura alemana, divergentes y contrapuestas. Por una parte, su nacimiento a finales del siglo XIX lo convierte en heredero inmediato del Romanticismo Alemán, movimiento que incursionó en Los más amplios ámbitos artísticos y científicos -sin considerarlos como saberes imposibles de unificar- orientando así, a este hombre hacia nuevos parajes jamás intuídos con tanto apasionamiento por el espíritu Germano en épocas anteriores. Por otra parte, su vida se desarrolla en la primera mitad de este siglo, sintiendo en carne propia, la realidad de las profe