Una época de oro p. 96 El mito de Dafne y Apolo Apolo era una de las deidades olímpicas más multifacéticas tanto en la mitología griega como en la romana. Se le conoce como el dios del sol y de la luz, de la medicina y la curación, y de la música y la poesía. Era un dios muy enamoradizo, puesto que había sostenido numerosos romances con mortales, con ninfas y hasta con diosas. Un día se burló de Cupido, el dios del deseo amoroso, que se hallaba practicando el tiro con su arco. Al sentirse humillado, Cupido decidió vengarse del dios olímpico. Así que, estando de cacería en el bosque, Apolo vio una hermosa ninfa llamada Dafne. Cupido aprovechó el momento y lanzó dos flechas. La que le disparó a Apolo era de oro y producía un apasionado amor. Pero la que le dirigió a Dafne era de plomo y producía un efecto contrario: sentir odio y repulsión. Al hallarse perdidamente enamorado de Dafne, Apolo comenzó a perseguirla por todas partes para conseguir su amor. Ella, que se hallaba bajo los efectos de la flecha de plomo, huía de él. Cuando llegaron a la orilla del río Peneo, Apolo estaba a punto alcanzarla. Ahí, exhausta y desesperada por el acoso tan intenso de Apolo, Dafne imploró la ayuda de su padre, que no era otro que el dios del río. Compadecido por las súplicas de su hija, el padre la convirtió en un laurel. Entonces, cuando Apolo la alcanzó, vio cómo los brazos de su amada se convertían en ramas, sus pies echaban raíces y sus cabellos se transformaban en hojas. Afectado por lo que acababa de presenciar, Apolo prometió que el laurel sería siempre su árbol favorito y el que siempre lo representaría. Por esta razón, las hojas del laurel adornaron, desde ese momento, la cabeza del olímpico dios y la de aquellos guerreros, atletas o poetas que resultan triunfantes en cualquier lid. 4