EL DESVÁN LITERARIO Soledad, fiel amiga, compañera de mis noches en vela. Noches llenas de vacío y soledad impregnadas del aroma de tu piel en mis sábanas de seda. Sábanas llenas de recuerdos que rozan mi piel cada noche a la espera de sentir tu suave tacto, delicado como el débil viento en las tardes de otoño que mece las hojas que caen, como las almas que se desvanecen al terminar su destino en ese camino al que llaman vida. Tu voz, dulce sonido que invadía cada recodo de mi piel acelerando así los latidos de la caja donde se guardan todos los sentimientos y los suspiros que se escapan al aire. Suspiros que estaban invadidos por el miedo más oculto que se esconde en el lugar más oscuro de nuestra alma. Aún recuerdo la mañana en la que desperté de un extraño sueño, pensando que solo era eso, una simple nube abrumadora que había tapado mi fuente de inspiración en el sitio en el cual puedo tener mi mente liberada de todo pensamiento sin que dañe mi felicidad, pero no fue así, era tan real como la vida misma. Al igual que las cenizas del fuego que un día pudo arder entre nuestros cuerpos te desvaneciste, sin explicación y sin motivo alguno. Tal vez nuestra ausencia de comunicación fue lo que provocó que todo se derrumbara al igual que las ruinas de los viejos muros de los palacios que dejan ver los grandes secretos de los que algún día se amaron. SOFÍA LEÓN MARTÍN. 4ºB