My Own Private Cuba: Essays on Cuban Literature and Culture

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Accessed 19 Nov 2016 22:05 GMT
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: Reviews
health hazard. The author shows little patience or empathy with the logistical
task or with U.S. officialdom in general.
Of course, the same criticisms could be made of many footnote-laden but
inaccurate academic accounts as well. Yet, in an academic work we would have
the benefit of a stated hypothesis or research question revealing the researcher’s
frame of reference, as well as an explicit methodological trail that could be
retraced. One wishes that Adrift had more academic rigor.
Despite the occasional error, the work is a solid package that covers the
rafters’ saga with sensitivity and style. It is the most complex appreciation yet
written on the subject and deserves to be widely read.
Holly Ackerman
University of Miami
Gustavo Pérez Firmat. My Own Private Cuba: Essays on Cuban Literature
and Culture. Boulder, Colo.: Society of Spanish and Spanish-American
Studies, 1999. 251 pp.
Desde la introducción misma, incluso desde el título, My Own Private Cuba, el
nuevo libro de ensayos de Gustavo Pérez Firmat no niega su carácter subversivo contra las expectativas creadas por el ensayo dentro de la academia norteamericana a la cual el profesor y ensayista pertenece. La vocación deconstructora que rige el libro festivamente se nota en el formato seguido por los
ensayos que establecen un juego de inversión de la metodología tradicional del
trabajo investigativo norteamericano. Sabemos que la correcta documentación,
el estudio exhaustivo de las fuentes, el dominio de las previas investigaciones
sobre el asunto, la calidad de la bibliografía utilizada son elementos que deben
formar parte de un ‘‘buen’’ ensayo. Todo esto lo podrá encontrar el lector en las
notas, es decir, en la posición marginal. En el texto central se privilegia un
lenguaje gozoso que discurre sin atarse a citas o pruebas, sino creando a la vez
un tipo de argumentación que discutiremos en sus líneas generales en los
párrafos que siguen.
La estructura del libro responde a dos partes. La primera es un conjunto de
ensayos que básicamente reproduce con cierta actualización de los recogidos
bajo el título The Cuban Condition en el año 1989. La segunda, explica el autor,
se compone de ‘‘essays that anticipated, extend and modify the arguments of
that book’’ (6). La analogía que Firmat establece entre este continuo explorar el
tema de la literatura y la cultura cubana (que por supuesto tiene en cuenta sus
obras más colindantes con la autobiografía o el testimonio como Life on the
Hyphen (1994) o Next Year in Cuba (1995) con el trabajo del cartógrafo de
Borges en ‘‘El Hacedor,’’ que termina identificando su nunca acabado mapa
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con la imagen de su rostro, ilumina aun más para el público el costado personal
de estas disquisiciones. Este aspecto íntimo, parte de su identidad, y por lo
tanto inevitable, de la ensayística de Firmat actúa como una suerte de lava
demoledora de los sólidos y profundos fundamentos teóricos de sus investigaciones, algo que no deja trazo de los mismos, que sin negarlos los transforma,
los deglute, en el ya reconocido canibalismo de la literatura cubana.
No puedo dejar de recordar a Michel Foucault y su conceptualización del
‘‘autor’’ cuando leo en Firmat las consecuencias del ‘‘magisterio’’ de Jorge
Mañach. Ni puedo evitar a Jacques Derrida y a Mijail Batjin cuando leo los
juegos de palabras, a la manera de las ‘‘coco-connections’’ que establece Firmat. Pero sé que no estoy frente al desplazamiento derridiano ni a la heteroglosia que celebra Batjin, sino más cerca, mucho más cerca, de la improvisación, del exaltado juego con el ingenio y el humor que caracterizan al decir
cubano desde la decimonónica décima, hasta la oratoria de nuestros líderes de
ayer a hoy, de allá y de acá, y que atraviesa con su sexismo desde el teatro
vernáculo hasta los chistes de Pepito. Esta práctica del pensamiento preñado de
una risa inteligente que borra toda pretensión de conclusividad fue, no lo
olvidemos, el primer ejercicio de independencia intelectual de los cubanos en
la metrópolis, cuando desde las tablas del bufo se comenzó a abuchear a los
españoles. Retomarlo es un ejercicio de continuidad con la búsqueda de un
modo independiente de repensar nuestra identidad.
En cuanto a la composición, hay que decir del libro que su estilo no es
original, lo cual por supuesto debe ser tomado como un elogio. El autor, en su
capacidad para la absorción creativa puede, al referirse a los escritores que
discute, recrear sus estilos en una suerte de pastiche de su propia voz de analista
con aquellas que trata de explorar, facilitando así al lector el entendimiento de
los mecanismo más íntimos de pensamiento que crearon las obras objeto de
estudio. Así vemos usar constantemente el choteo a lo Mañach en las aventuras
etimológicas de Firmat en busca de una nueva forma de nombrar una concepto,
pero sobre todo el contrapunteo a lo Ortiz, cuando trata de comparar procesos
históricos culturales.
La contraposición entre lo objetivo y lo subjetivo es parte constitutiva del
estilo de Firmat, su búsqueda ‘‘privada’’ de esa ‘‘nuestra expresión’’ que él distingue y celebra en los trabajos seminales de la cultura cubana discutidos en su
libro. Sólo sería necesario reparar en el epígrafe de Bola Nieve que abre estas
páginas ‘‘Yo soy la canción que canto’’ para saber que Firmat escribe bajo el
deseo de lograr aquello que ocurría cuando Bola se sentaba frente al piano: una
interpretación, a la vez que una estilización, de eso que ha dado en llamarse ‘‘lo
cubano.’’
Madeline Cámara
University of South Florida
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