Argentina y Colombia: la diplomacia humanitaria Page 1 of 3 Miércoles | 08.02.2006 Escríbanos i Clarín.com n j k l m n j k l m Inicio Títulos Secciones Suplementos Clasificados Servicios TRIBUNA Argentina y Colombia: la diplomacia humanitaria Nuestro país podría mediar en la grave violencia política colombiana. El gesto se ajusta a derecho y redundaría en beneficio de toda la región. Juan Gabriel Tokatlian. Director de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Universidad de San Andrés. El próximo 23 de febrero la ex senadora y dos veces candidata a la presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt, cumplirá cuatro años como rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Su atroz situación simboliza la tragedia de miles de colombianos secuestrados y maltratados en medio de un prolongado y degradado conflicto armado. Hasta 2002, año de la privación ilegítima de su libertad, se producían en Colombia unos 3.000 secuestros denunciados al año; lo que llevó a que la ONG holandesa, Pax Christi International, denunciara la existencia de una aberrante "industria del secuestro" en ese país. La vigorosa política pública en materia de seguridad del gobierno del presidente Alvaro Uribe (2002-06) permitió que en 2005 esa cifra se redujera a menos de un tercio. en vivo TN 24horas El caso de Betancourt concitó especial atención internacional porque el gobierno de Francia —país donde ella vivió, estudió, trabajó y contrajo matrimonio— viene apelando durante los últimos años a favor de su liberación. En Colombia, figuras de la talla del ex presidente Alfonso López Michelsen (1974-78) comenzaron a impulsar la idea de un acuerdo humanitario. Pronto, al caso de Betancourt se sumaron otros: 25 políticos, 34 oficiales de las fuerzas armadas, 3 estadounidenses para un total de 64 personas comenzaron a ser consideradas para un eventual intercambio con centenares de prisioneros de las FARC que se encuentran ahora encarcelados. Sin embargo, ninguna iniciativa ha prosperado. La más reciente, a finales de 2005, auspiciada por Francia y acompañada por Suiza y España, no se pudo concretar debido a la manipulación oficial y la intransigencia guerrillera. Foto: Por Horacio Cardo La eventualidad de un "gesto humanitario" entre las partes y con mediación externa se ajusta al espíritu y la letra del derecho internacional humanitario. En efecto, el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra sobre conflictos no internacionales abre un espacio para ese tipo de situaciones y permite enmarcar el eventual intercambio. En el aparte 2 de dicho artículo se expresa que "un organismo humanitario imparcial podrá ofrecer sus servicios a las partes en mhtml:file://C:\WebPage%202003\humanidades\publicaciones\art\8-02-06toka.mht 15-Sep-06 Argentina y Colombia: la diplomacia humanitaria Page 2 of 3 humanitario imparcial podrá ofrecer sus servicios a las partes en conflicto". La práctica y la experiencia históricas demuestran que esta función puede ser llevada a cabo por un tercero siempre que cuente con la imparcialidad y la legitimidad indispensables. Adicionalmente, el aparte mencionado señala que se pueden "poner en vigor" las disposiciones "mediante acuerdos especiales". Esto es fundamental porque dicho acuerdo especial está pensado como un mecanismo, no de negociación, sino de avance puntual y excepcional que disminuye, de algún modo, los aspectos más cruentos de una confrontación armada. Por lo tanto, no significa inaugurar un procedimiento de canje permanente; lo cual sería inadmisible y funesto. Un acuerdo debe ser percibido (y avalado) por la sociedad como un hecho positivo que no intenta brindar ventajas tácticas a los grupos insurgentes. Finalmente, en el mismo aparte se indica que la "aplicación de las anteriores disposiciones no surtirá efectos sobre el estatuto de las partes en conflicto". En breve, un canje humanitario no significa que las FARC obtengan un status de beligerancia particular ni que el Estado colombiano pierda legitimidad ante el concierto de naciones. Ahora bien, es esencial que en términos políticos y militares el eventual acuerdo humanitario resulte práctico, transparente y verificable. Por ejemplo, resulta imperativo asegurarse de que los insurgentes intercambiados no vuelvan a combatir. Tan imposible es que la Cruz Roja Internacional verifique si los guerrilleros que fueron parte del intercambio no combaten, como improbable un pacto de caballeros sin control o comprobación, ya que hoy casi ningún colombiano confía en las FARC. Una salida puede ser que al sitio del canje asistan representantes de países amigos de Colombia que le otorguen un salvoconducto a un número determinado de guerrilleros para salir del país. Podrían marcharse, por ejemplo, con un permiso de trabajo temporal en el Estado que los recibe. Así, no sólo se asegura su verificación, sino además su inserción social productiva evitando que los insurgentes canjeados hagan parte de la diplomacia guerrillera en el exterior. El gobierno del presidente Néstor Kirchner tiene una oportunidad inmejorable para facilitar una salida humanitaria al cautiverio de Ingrid Betancourt y de los otros 63 rehenes. Varios elementos apuntan en esa dirección. Primero, superada la negociación del default y pagada la deuda con el FMI, la administración puede iniciar, en la segunda parte de su mandato, un despliegue externo político más activo. Segundo, un perfil más dinámico en el caso colombiano sería consecuente con el interés ya demostrado en los asuntos andinos (Venezuela y Bolivia, por ejemplo). Tercero, diseñar y ejecutar una diplomacia sofisticada hacia Colombia es crucial para evitar la gravitación excesiva de Estados Unidos en ese país. Cuarto, incrementar los lazos políticos con el gobierno de Uribe contribuye a moderar el exceso de exposición junto a Hugo mhtml:file://C:\WebPage%202003\humanidades\publicaciones\art\8-02-06toka.mht 15-Sep-06 Argentina y Colombia: la diplomacia humanitaria y Chávez. p Page 3 of 3 j g Quinto, un mayor protagonismo en el potencial intercambio humanitario es congruente con el interés oficial en materia de derechos humanos y es consistente con la experiencia del canciller Jorge Taiana en esa materia. Sexto, concurrir con París en el caso Betancourt puede mejorar diplomáticamente las deterioradas relaciones argentinofrancesas. Y séptimo, aportar a la gradual solución al conflicto armado colombiano es evitar la expansión del narcotráfico y la violencia en la región; algo que beneficia enormemente a los intereses nacionales. Una diplomacia discreta, prudente y rigurosa en este frente resulta clave para que Argentina pueda, gradualmente, recuperar autonomía e influencia en América del Sur. Ayuda | Ediciones Anteriores | Versión Palm Noticias gratis en su sitio - RSS | Clarín.com página de inicio Copyright 1996-2006 Clarín.com - All rights reserved Directora Ernestina Herrera de Noble | Normas de confidencialidad y privacidad Diario Olé | Diario La Razón | Ciudad Internet | Biblioteca Digital | Publicidad Grupo Clarín mhtml:file://C:\WebPage%202003\humanidades\publicaciones\art\8-02-06toka.mht 15-Sep-06