LA VANGUARDIA VIVIR DOMINGO, 16 OCTUBRE 2005 6 JOAN DE SAGARRA CATALUNYA CIUDAD Prisionero GIRONA situada frente al domicilio del profesor Sauer. Repartieron localidades entre los vecinos. El profesor no acudió a verlo, se quedó trabajando en su despacho. Cuando pasaban siete minutos de la hora anunciada para el fin del espectáculo, el profesor sacó un aparato y midió el ruido que hacían los chicos con sus instrumenl jueves se estropeó el ascensor, el vietos, luego llamó a la policía y media hora más jo ascensor de mi casa. El viernes intarde se durmió como un bendito, sin tener tentaron volver a ponerlo en marcha, que soportar el más mínimo ruido. Me pregunsin éxito. Así que llevo un par de días to si la policía acudió tan pronto porque se traprisionero, sin poder salir a la calle (vitaba de un ciudadano molesto o porque ese ciuvo en un primero, que en realidad es un tercedadano era El fantasma de la Ópera, el marido ro, y mi pierna no me permite subir y bajar esde la Merkel. Lo digo porque yo no soy ningún caleras), y así voy a seguir hasta el lunes, en que fantasma ni estoy casado con ninguna mujer confío que hayan ya arreglado el viejo ascenque ejerza un cargo político, pero soy un ciudasor. A decir verdad, lo llevo la mar de bien. Tendano cabreado que el pasado sábado estuvo llago mis habanos, una caja de vino blanco del mando insistentemente a la Guardia Urbana Carso (Pinot gris, de Romans), mis libros, mis para que hiciesen callar a un grupo de borrapelículas, mis discos... y mi gato Maurizio, que chos que tocaban los bongos bajo la ventana de ronronea entre mis piernas mientras escribo esmi dormitorio. Me dijeron que mandarían un tas líneas en mi vieja Olivetti Letrera 35. coche, pero no vino nadie y los borrachos siEl jueves por la noche empecé a leer La monguieron haciendo ruido hasta pasadas las cuataña mágica, de Thomas Mann, en la traductro de la madrugada. ción de Isabel García Adánez (Edhasa, 2005). Si a la canciller Merkel y a su fantasma les Son 930 páginas (de las que ya llevo encanta la música de Wagner, a leídas cerca de 500); un más que resVon Papen solía ocasionarle migrapetable volumen que me costó 39,5 ña. Eso es lo que dice, lo que le hace euros. Reconozco que no es la lectudecir Joseph L. Mankiewicz en su ra más indicada para leer en vísperas película Five Fingers, que aquí se esde visitar un quirófano (para que me trenó con el título de Operación resuelvan el problema de la pierna), Cicerón. La vi el viernes, en el víy que estos últimos días descaradadeo. Me la puse para celebrar el premente, climatológicamente, jeremíamio Nobel que acaban de darle a cos que hemos padecido, no ayudan Harold Pinter. ¿Qué mejor homea saborear ni la cerveza negra de naje a Pinter que una de las mejoKumbach ni los cigarros Maria Manres películas del más teatral de los zini, una mezcla de Sumatra y Habadirectores de Hollywood? Me la puna fabricada en Bremen, que sabose también, todo hay que decirlo, rea el joven Hans Castorp a 1.600 para descansar de la lectura de la metros de altura, en el Sanatorio Innovela de Mann, y la vi fumándoternacional Berghof, en el cantón de me un Lusitania de Partagás y sorlos Grisones. Del mismo modo que biendo un culito que me quedaba los ojos de tártara de la señora Chaude aquel armagnac del 62 que me chat y los razonamientos del señor mandó René Laberdolive. Settembrini, en su hermoso lenguaEn la película de Mankiewicz, MAX NASH / AP je, tan plástico, no brillan como briVon Papen (personaje interpretado Harold Pinter, un premio Nobel de Literatura más que merecido llarían en una soleada mañana de priespléndidamente por el actor John mavera. Wengraf) es el embajador alemán ma: “Aaaarrgh! No! It's Eurowonder Woman!”. Había leído la novela de Thomas Mann en de Hitler en Ankara durante los años de la SeLa Merkel lo tiene crudo y duro, con ocho 1958 (con veinte añitos), en la traducción de gunda Guerra Mundial. Mankiewicz se permicarteras, y no cualesquiera, en manos del eneMario Verdaguer que publicó Plaza & Janés, y te el lujo de presentarnos a un Von Papen mumigo, socialdemócrata, en el Gobierno. Es del guardaba de aquella lectura un buen, un ópticho menos nazi de lo que debía ser en realidad, Este, viene de la Alemania del Este, y es doctomo recuerdo. Ahora me cuesta leerla. Hay moal que no sólo Wagner le produce migraña sino ra en Física (su tesis de doctorado versó sobre mentos en que las conversaciones entre Hans que se asombra de que Ribbentrop “haya oído Las constantes de velocidad en las reacciones Castorp y su primo Joachim se me hacen interhablar de Cicerón” (Ribbentrop es quien bautielementales de los hidratos de carbono simples. minables, como se me hacen interminables deza, como Cicerón, al espía que les suministra O algo parecido). Me cae bien esa mujer. La terminadas descripciones de tal o cual escena información desde la embajada británica en primera mujer canciller, la canciller más jovivida en aquel Berghof novelesco. Dice Mann Ankara). ven, venida del Este. Pero aún me cae mejor su que la especial configuración de la novela, su Para celebrar el Nobel de Pinter, merecidísimarido, el profesor y académico Joachim composición, “hace que el placer del lector aumo, que me llenó de alegría, podía, claro está, mente y se haga más profundo en una segunda haber puesto El sirviente, de Losey, o El vigilanlectura, del mismo modo que hay que saber te, de Clive Donner (que es la versión cinemamúsica para gozar plenamente de ella. No es tográfica de The caretaker, la primera obra de posible –escribe– percibir su relación músicaPinter que vi en España, en Madrid, en 1962, idea más que conociendo su temática y pudiendirigida por Trino M. Trives, que era, creo, sodo descifrar sus formulaciones simbólicas, no brino de Beckett y un buen director), pero preya hacia atrás sino también hacia delante”. Yo ferí poner la película de Mankiewicz. Y muy sé algo de música, pero no lo suficiente para especialmente por la interpretación, soberbia, gozar plenamente de esa segunda lectura. Hay que James Manson hace del personaje Diello, Sauer. En Alemania le conocen con el simpátiquien sostiene que La montaña mágica, a peel espía, ayuda de cámara del embajador britáco apodo de El fantasma de la´ Ópera. Porque sar de su problemática europea, es un libro alenico. Esa enorme e inacabable carcajada que una de las pocas veces en que se le suele ver en mán, completamente, escandalosamente alelanza Diello al final de la película, cuando se compañía de su esposa es en el Festival de Baymán, imposible de traducir en una lengua exentera de que la 120.000 libras que le robó la reuth. Ambos son unos fanáticos de Wagner. tranjera. No me dio a mí esa impresión en mi condesa Staviska (Danielle Darrieux) eran falEl profesor Sauer ha declarado que el nombraprimera lectura y sigue sin dármela en la segunsas; esa carcajada es uno de los mejores homemiento de su esposa para el cargo de canciller da, aunque admito que si pudiera leerlo en alenajes que pueden tributarsele al comediógrafo no va a alterar en absoluto sus costumbres: “La mán tal vez llegase a descubrir, a gozar de su británico, maestro, como Mankiewicz, del viecanciller a su trabajo y yo al mío”. Hará unos relación música-idea. Además, la edición de jo arte del amo y del esclavo, del aristócrata y meses que unos chicos pidieron un permiso paEdhasa deja bastante que desear, vamos, que del arribista, del amoral y del cínico. ¡Bien por ra montar un espectáculo musical en una plaza hay momentos en que daña a los ojos, como Pinter!c E cuando Madame Chauchat se convierte en Madame Chaucrat (pag. 301, dos veces), y su vestido de fiesta “que parecía un traje típico eslavo” se convierte en un “traje típico esclavo” (pag. 371), o cuando la reina del Don Carlos de Schiller se convierte en la venia (pag. 378). Por el precio de 39,5 euros ya podrían editar con un poquitín más de cuidado. La lectura de la novela de Mann coincide con la elección de Angela Dorothea Merkel, alias das Mädchen (la chica), como canciller de la República Federal de Alemania. Escribo canciller porque, en castellano, el término es masculino. La cancillera (Kanzlerin) Merkel es aquí, en castellano, la canciller Merkel. Cincuenta y un años, la más joven canciller de Alemania. Su nombramiento se produce a escasos días del ochenta cumpleaños de Margaret Thatcher, la Iron Lady. En la edición de The Guardian del martes venía una viñeta en la que se veía a la Merkel saliendo, emergiendo de un pastel en el cumpleaños de la Thatcher; una Merkel con un par de enormes euros cubriendo sus orondos pechos. Y la Thatcher, horrorizada, que se excla- La Merkel lo tiene crudo y duro, con ocho carteras, y no cualesquiera, en manos del enemigo, socialdemócrata HOY SUGERIMOS... MUSONKA. Santaló, 81, Barcelona. Tel./fax: 93-209-31-13 Precio de mercado n Resulta complicado encontrar un buen diseñador de muebles, un buen ebanista o artistas que trabajen para un particular respetando los precios de mercado. Y precisamente para cubrir ese vacío, para ayudar en la decoración de la casa y, sobre todo, en la de los hijos, se ha inventado Musonka. Patricia, la responsable de este lugar de nombre extraño y buenas ideas, realizó disversos estudios de restauración y decoración en París, donde conoció a su actual socio y compañero, Joan. En la Ciudad de la Luz y de la mano de Leonor Fini se mezcló el surrealismo mágico con los cuentos INMA SÁINZ DE BARANDA Una tienda dedicada a la decoración de Andersen y la siempre misteriosa Caperucita Roja para crear el estilo que presenta en Musonka: muebles fabricados a medida, que se tiñen y lacan del color que pida el cliente. Muebles decapados y/o con pátina antigua según una técnica del siglo XIX; pinturas decorativas, murales y cualquier personaje plasmado en cómodas, cabezales y armarios son algunas de sus propuestas. Pero en Musonka también se ofrecen juguetes distintos. Aquí se construyen artesanalmente cocinitas, cunas y armarios para muñecas con el mismo calor y cariño que fabricaban nuestros abuelos los juguetes para los pequeños. Se trata de juguetes que han recibido el certificado de calidad PAQ de la Generalitat. – MARGARITA PUIG Som privilegiats NÚRIA ESPONELLÀ H e tancat la televisió –TV3– després de veure el nou anunci de les forces armades de l'Estat i la sacra missió que les impulsa. Plou mentre sopem. Imagino micel·lis tardorals que despunten als boscos i els xampinyons bords que deuen puntejar als jardins i a la Devesa, que ja es prepara per a les Fires. Escolto l'Abdú. L'he convidat a sopar. Hem esperat el vespre perquè ell fa el ramadà i li calia tenir l'estòmac ple per narrar la peripècia. Diu que se li fa difícil parlar-ne. Fa quatre mesos que va arribar a Catalunya després de cinc anys llargs de viatge per anar des de Gàmbia, on va néixer, fins a Melilla. M'ensenya el carnet d'identitat on consta que és senegalès. Li ho agraeixo servint un altre te acompanyat de dàtils i bunyols. L'Abdú és llest. Parla bé l'anglès, es defensa en francès i aprèn català i castellà. Va passar vuit anys de vida –en té vint-i-dosen una escola on estudiaven l'Alcorà. Va marxar de casa amb les butxaques buides i sense consentiment patern, perquè és d'una família massa gran –el pare té tres dones i onze fills– i no veia possible cap futur. Amb 15 anys va iniciar un periple incert que el va portar a Dakar, a casa d'un Els passos fronterers són assumpte fàcil: pagant s'obren tots els controls de policia oncle, i a Mali, on va treballar de pastor durant tres anys per poder estalviar quasi cent euros per arribar a Mauritània i emprendre viatge a través del Sàhara amb set subsaharians i un traficant d'immigrants marroquí. Els passos fronterers són assumpte fàcil: pagant s'obren els controls de policia. Una avaria els va deixar enmig del desert i van haver de caminar sis dies. Es van refugiar a Nador i durant nou mesos van dormir al ras; s'escapaven a comprar menjar a la ciutat i tornaven. En una sortida la policia el va enxampar: el van portar a commissaria, però abans se'ls en va anar la mà amb un bastó de ferro i l'Abdú va acabar a l'hospital, ferit al braç. Va tornar als camps de Nador amb medicament per tres dies, però la ferida va tardar sis mesos a curar-se. M'ensenya la cicatriu (el conec prou per saber que no menteix). La necessitat el va portar a demanar ajuda a uns gambians coneguts de Rabat. Però no va desistir. La fita era Melilla i saltar les tanques. Ho va aconseguir; ell i vuit companys més. Després la família d'aquí el va anar a buscar. Ara treballa de manobre. “Sóc un altre tot allò va ser molt molt dur”, diu. No estem sols, el meu fill ens escolta. Tenen la mateixa edat, però l'Abdú és un jove vell i la seva història ens fa sentir que som privilegiats sense dret al desànim.c